Ilham Aliyev

El hijo único de Heydar Aliyev, antiguo jefe del Partido Comunista de Azerbaiyán (PCA) en la época soviética y después presidente de la República durante una década, fue promovido por su padre a altas instancias directivas, económicas primero y políticas después, desde mediados de la década de los noventa con la intención de que le sucediera al frente del Estado en el momento oportuno. Se ignora cuánto de planificado y cuánto de improvisado tuvo este controvertido proceso, que, pautado o urgido por el declinante e irreversible estado de salud del padre y la cercanía de las terceras elecciones presidenciales desde la independencia, ha culminado el 31 de octubre de 2003 con la consagración de la primera dinastía familiar en una república de la antigua URSS, abriendo quizá el camino para que retoños presidenciales como Gulnora Karímova o Dariga Nazarbáyeva tomen el relevo de sus respectivos padres, Islam Karímov y Nursultán Nazarbáyev, en las también autocráticas Uzbekistán y Kazajstán.

El joven, cuya madre, Zafira Aliyeva, era una oftalmóloga que falleció en Moscú a mediados de los años ochenta, cursó la educación primaria y secundaria en Bakú. En 1977, cuando su padre llevaba ocupando ocho años el sillón de primer secretario del Comité Central del PCA y uno el de miembro suplente del Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), se matriculó en el elitista Instituto Estatal de Moscú de Relaciones Internacionales (MGIMO). Obtenida una titulación equivalente a la diplomatura en 1982, el año en que su progenitor se convirtió en miembro pleno del todopoderoso máximo órgano del PCUS a la par que en primer viceprimer ministro del Gobierno soviético, el joven continuó estudiando hasta conseguir la licenciatura en Historia en 1985, tras lo cual se puso a impartir docencia en el MGIMO.

Su biografía oficial es absolutamente parca en el comentario de sus actividades en el agitado y decisivo período comprendido entre 1991 y 1994, en el que la URSS se extinguió, Azerbaiyán inició su andadura como estado independiente, estalló la guerra con los separatistas armenios de la región de Nagorno-Karabaj y su padre, convenientemente despojado de alforjas comunistas, hizo un retorno espectacular al mando político en Bakú partiendo de su feudo en la República Autónoma de Najicheván, con un proyecto nacional bajo el brazo que auguraba un modelo de secularismo a ultranza en el país musulmán y apoyándose en una formación política propia, el Partido del Nuevo Azerbaiyán (YAP).

De Aliyev hijo la reseña oficial notifica que abandonó la docencia en 1991 y que se encontraba metido en negocios comerciales entre Moscú y Estambul cuando los sucesos de junio de 1993 en Azerbaiyán. Entonces, una rebelión militar encabezada por el coronel Surat Huseynov puso contra las cuerdas al presidente democráticamente elegido, Abulfaz Elchibey, líder del nacionalista y proturco Frente Popular de Azerbaiyán (AKC). Aliyev padre intrigó lo necesario para conseguir ser elegido, primero, presidente de la Asamblea Nacional o Milli Maclis, y a los pocos días, presidente de la República en funciones. Coronando la exitosa estrategia personal que puso en sus manos todo el poder en la república, de nuevo once años después de haberlo dejado de detentar como mandamás soviético, Heydar Aliyev ganó como si de un mero trámite se tratara las elecciones presidenciales del 3 de octubre y siete días después tomó posesión de su primer mandato de cinco años. Debió ser por entonces cuando el joven abandonó sus actividades mercantiles en Turquía y se instaló en Bakú.

El nuevo hombre fuerte de Azerbaiyán tenía por delante un cúmulo de tareas. Las más ingentes y perentorias eran la detención de la guerra de Nagorno-Karabaj —desastrosa para las armas azeríes—, el arreglo del conflicto con Armenia, la reordenación de las relaciones —fluctuantes en lo sucesivo— con Rusia, Turquía e Irán, y la explotación de las reservas petroleras del mar Caspio, sobre la que el flamante Gobierno hacía descansar unas sensacionales expectativas de desarrollo y enriquecimiento. En este último terreno Ilham fue reclamado por su padre para prestar su primer servicio público, que adquirió considerables cotas de responsabilidad desde el primer momento.

En mayo de 1994 el hijo del jefe del Estado fue nombrado vicepresidente de la Compañía Estatal de Petróleo de Azerbaiyán (SOCAR), y como tal encabezó por la parte azerí las negociaciones internacionales que desembocaron en la firma el 20 de septiembre del mismo año del Acuerdo de Reparto de Producción (PSA), más conocido como el "contrato del siglo". Así bautizaron medios periodísticos, políticos y corporativos a una macrooperación que para todo el mundo revestía una dimensión histórica. El PSA decidió la explotación conjunta por un período de 30 años de los campos petrolíferos off-shore (mar adentro) de Azerí, Chirag y Gunashli por la SOCAR y 11 compañías extranjeras de seis países: las británicas BP y Ramco, las estadounidenses Exxon, Amoco, Unocal, McDermott y Pennzoil, la rusa Lukoil, la noruega Statoil, la turca TPAO y la saudí Delta Nimir. Los 12 socios integraron el Consorcio Internacional del Petróleo de Azerbaiyán (AIOC) y la producción iba a comenzar el 7 de noviembre de 1997.

No pasó mucho tiempo sin que Ilham pusiera un pie en la política. En las elecciones legislativas del 12 de noviembre de 1995, celebradas al cabo de varios meses de agitación por la deriva autoritaria, nepotista y clientelista del régimen y por las asechanzas golpistas de sectores políticos y militares ambiguamente relacionados con el antiguo poder soviético y con los actuales intereses prorrusos, Ilham fue uno de los 67 diputados que el YAP metió en el Maclis. Los comicios fueron impugnados por la oposición como fraudulentos y descalificados por los observadores de los organismos internacionales por el alto número de irregularidades detectadas.

La opaca gestión de Ilham en la SOCAR estuvo cuajada de polémicas. Así, en enero de 1998 se vio envuelto en un incidente desagradable que tuvo relieve de escándalo cuando su nombre salió a relucir en un informe oficial del Gobierno de Turquía que repasaba los vínculos entre algunos políticos turcos y el crimen organizado. Según la prensa de Ankara, en el documento se decía que en 1995 el Ejecutivo azerí había concedido a un grupo empresarial turco la licencia de construcción en Bakú de un lujoso complejo hotelero con casino y echándole mano a los créditos concedidos por Turquía a Azerbaiyán, como reparación por una deuda de juego de Ilham que ascendía a los 6 millones de dólares. Se asegura que Aliyev padre se irritó tanto por esta supuesta relevación de un turbio asunto que dejaba en mal lugar el nombre de la familia y el país que amenazó a Ankara con una crisis diplomática.

Al margen de esa controversia, medios opositores y periodistas no controlados por el régimen aseguraban que Ilham se estaba valiendo de su alto puesto en la SOCAR para construir una base de poder político y financiero que venía a extender la urdimbre de intereses privados, monopolios, privilegios y corruptelas de los Aliyev, entramado corporativo que ponía en tela de juicio cualquier promesa de que los beneficios del boom económico espoleado por el petróleo fueran a ser redistribuidos entre la población. En el clan familiar descollaba también un tío paterno de Ilham, Dzhalal Aliyev, influyente dirigente y diputado del YAP, considerado uno de los miembros más duros del oficialismo y al que durante un tiempo se le atribuyó la aspiración de suceder a su hermano.

Ilham fue ascendiendo peldaño a peldaño y su presencia comenzó a ser habitual en la vida pública azerí, siempre a la sombra protectora de su todopoderoso padre. En 1997 fue puesto al frente del Comité Olímpico Nacional, un cargo nimio en sí, pero sin duda destinado a otorgarle más protagonismo mediático en casa. Además, como jefe del grupo de diputados azeríes en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE), Ilham se familiarizó con los vericuetos de la política internacional al margen del petróleo. De todas maneras, las cuestiones relacionadas con los hidrocarburos debían absorber su quehacer diario, con negociados tan complejos como el AIOC, los contratos particulares con compañías foráneas para la explotación de otros yacimientos y el Consorcio para la construcción del Oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan (BTC), acordada el 18 de noviembre de 1999 y emprendida simbólicamente el 18 de septiembre de 2002, cuyo objetivo es empezar a exportar el grueso del petróleo azerí del Caspio hacia Europa por la ruta georgiano-turca a comienzos de 2005.

Ilham también se involucró en el intratable asunto de Nagorno-Karabaj, si bien de manera tangencial. A pesar de los numerosos encuentros en la cumbre tenidos por su padre y los homólogos armenios Levon Ter-Petrossyan y Robert Kocharyan, y de la facilitación permanente del Grupo de Minsk (Rusia, Estados Unidos y Francia) dentro del marco de paz elaborado por la OSCE, el conflicto nacido en 1991 por las pretensiones soberanistas de la autoproclamada pero no reconocida República de Nagorno-Karabaj (RNK) no experimentó avance alguno en el punto muerto en que se encontraba desde el alto el fuego de mayo de 1994, prolongando el estado de ocupación por las fuerzas karabajíes y armenias de ocho distritos azeríes en el sudoeste, sobre los que Bakú tenía usurpada su soberanía.

La cuestión de la posible candidatura de Ilham a la sucesión de su padre la sacó a relucir el oficialismo en febrero de 1999, cuando el órgano de prensa del YAP, incansable panegirista del presidente y coadyuvante en una campaña de permanente untuosidad que rayaba en el culto a la personalidad, publicó sobre él una serie de artículos elogiosos, ensalzando sus cualidades y diciendo cosas como que era "portador del código genético de Heydar Aliyev", material genético, proseguía el medio, que no pertenecía "a una persona ordinaria, sino a un patriarca nacional y a un líder del Estado".

Estos ditirambos a Ilham, sin que de momento salieran por la boca del padre en público, prepararon el camino para que el 21 de diciembre de mismo año el I Congreso del partido en el poder le otorgara una de sus cinco vicepresidencias. No por casualidad, la puesta de largo política del vástago del presidente coincidió con unos percances de gravedad incierta en la salud de éste, afectándole a los sistemas circulatorio y respiratorio. En enero, días antes de que el YAP publicara las loas a Ilham, Aliyev fue ingresado en un hospital militar turco con un diagnóstico de bronquitis aguda, y en abril se le practicó una operación de bypass en una clínica de Cleveland, Estados Unidos, donde estuvo convaleciente hasta bien entrado el mes de mayo. Los problemas del corazón de Aliyev venían de atrás, y ya en 1987 había sufrido un ataque al corazón.

Comentaristas regionales y conocedores de la realidad azerí caracterizaban a Ilham como un hombre inteligente, laborioso y políglota (habla con fluidez el ruso, el inglés y el francés), familiarizado con las culturas empresariales de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Turquía y Europa occidental. A esas alturas, probablemente también era un conocedor experto de los muchos intereses internacionales que confluían en su estratégico país, donde todos los caminos terminaban pasando por Bakú y su anillo de pozos petrolíferos terrestres y marítimos.

Sin embargo, fuera del entorno del poder, en aquel entonces nadie le veía como futuro presidente de Azerbaiyán. Para la oposición democrática liderada por el AKC de Elchibey y el Partido Musavat de Isa Gambar, Ilham, casado y con tres hijos, se trataba de un personaje antipático que debía todo cuanto era a su padre y que podía hacer gala de una personalidad voluble, sin olvidar su anterior devoción por los juegos de azar en los casinos de Estambul y el reguero de relatos sobre ingentes sumas de dinero perdidas en la ruleta y no abonadas. Diplomáticos extranjeros y ejecutivos de compañías petroleras no guiados por la subjetividad política echaban de menos en él el carisma, las dotes innatas de líder y la implacabilidad resolutiva propios de un estadista astuto, maniobrero y autoritario como era su padre.

En vísperas de las elecciones legislativas del 5 de noviembre de 2000, que fortalecieron la mayoría absoluta del YAP y que, como los comicios de 1995 y las presidenciales de 1998, estuvieron trufadas de denuncias de fraude por los perdedores y de pésimas calificaciones por los monitores internacionales, Ilham calentó la campaña lanzando acusaciones de corrupción a líderes opositores. Después de la cita con las urnas y renovado en su escaño de diputado, Ilham tuvo que salir a desmentir las hablillas sobre que iba a ser elegido presidente del Maclis, oficina que según la Constitución vigente era la segunda en la jerarquía del poder institucional y cuyo ocupante estaba llamado a asumir las funciones del presidente de la República en caso de incapacidad o defunción del titular. También calificó de "estupideces" los pronósticos sobre una "monarquía hereditaria" en Azerbaiyán y añadió: "los rumores sobre mi futuro son incorrectos y no reflejan mis deseos personales". Las especulaciones no eran gratuitas, ya que en septiembre anterior su padre había estado internado dos semanas en la clínica de Cleveland rodeado de un secretismo tal que un medio ruso llegó a informar que había muerto.

El caso era que cuanto más se elucubraba sobre la salud del padre, más ímpetu ganaba la carrera política del hijo. En 2001 Ilham ya empezó a hacer declaraciones oficiales sobre temas tan serios como Nagorno-Karabaj. Así, manifestó en varias ocasiones que el país no descartaba recurrir a la guerra de nuevo para recuperar los distritos arrebatados por los armenios si no se le daba otra opción, y en marzo compareció en la televisión para declarar que era rotundamente falsa la especie de que su padre hubiese condicionado determinadas concesiones en las estancadas negociaciones sobre Nagorno-Karabaj a una garantía por los gobiernos del Grupo de Minsk de que él, Ilham, sería aceptado como su sucesor.

En definitiva, Ilham tomó la palabra en nombre de su padre cuando éste se encontraba incapacitado por sus achaques, como el que motivó la nueva visita a la clínica estadounidense en el mes de abril. Por cierto que en junio y julio él mismo estuvo de baja durante seis semanas, según el comunicado oficial a causa de una lesión deportiva. El año no terminó sin otra promoción y el 21 de noviembre de 2001 el II Congreso del YAP le proclamó vicepresidente primero del partido entre ovaciones de regusto estalinista que deseaban una "larga vida a Ilham Aliyev, único sucesor de Heydar Aliyev", a lo que el enaltecido replicó: "Siempre estaremos en el poder (…). El futuro de Azerbaiyán está conectado con el YAP, Heydar Aliyev y sus políticas".

En los meses siguientes, Aliyev padre se hizo acompañar por su retoño en actos oficiales y visitas a provincias, ocasiones en las que las mutuas expresiones de afecto y de indisoluble unidad apenas hicieron dudar de la existencia de planes de una sucesión presidencial controlada y dentro de la familia. A lo largo de 2002 la represión policial de una oposición democrática que no cejaba, pese a sus continuos fracasos, en la denuncia de las arbitrariedades y desafueros del poder se hizo más dura a medida que se acumulaban los indicios del empeoramiento de la salud de Aliyev y del inminente salto de su hijo a un puesto señero en el Ejecutivo.

La perspectiva de inaugurar una república dinástica, o una dinastía republicana, en Azerbaiyán (estaban los precedentes, como era obvio, sucedidos en circunstancias y con características diferentes, de los Somoza en Nicaragua, los Duvalier en Haití, los Chiang en Taiwán, los Kim en Corea del Norte, los Kabila en Congo-Kinshasa y, el ejemplo más cercano y más susceptible de comparación, el de los Assad, Hafez y su hijo Bashar, en la musulmana y laica Siria), producía perplejidad e inquietud, pero en todo este tiempo el régimen intentó diferir la cuestión insistiendo en que Aliyev padre era elegible para las presidenciales de 2003, alternativa que, obviamente, no consolaba tampoco a la oposición y que era igualmente polémica, ya que la Constitución de 1995 limita los mandatos presidenciales consecutivos a dos.

Entonces el YAP se aprestó a zanjar la controversia asegurando que no existía impedimento legal a una nueva reelección de Aliyev, puesto que, a su modo de verlo, la cuenta de los dos mandatos quinquenales empezaba para él a partir de la entrada en vigor de la Carta Magna, esto es, en 1998. El interesado confirmó que se presentaría de nuevo en 2003 e Ilham no se cansaba de repetir que su padre y sólo su padre iba a ser el candidato del YAP en unas elecciones de las que, no le cabía ninguna duda, iba a salir ganador. En una entrevista a un medio ruso, Ilham arguyó que era imperativo que las políticas de su padre continuaran siendo aplicadas "por muchos, muchos años y décadas".

La estrategia de Aliyev para dejar las cosas atadas y bien atadas tras las elecciones del 15 de octubre de 2003 precisaba un marco legal específico, y de ahí la convocatoria de un referéndum sobre la reforma de 20 artículos de la Constitución. Las principales novedades sometidas a la sanción popular eran: la transferencia de las funciones presidenciales al primer ministro (y no al presidente del Maclis, como hasta ahora) en caso de incapacidad del titular del puesto; la rebaja del mínimo requerido de los dos tercios a la mitad más uno de los votos para proclamar presidente al candidato en cabeza en la primera vuelta; la extensión del plazo límite de publicación de los resultados electorales de los siete a los 14 días; y, la abolición del sistema de elección proporcional en los comicios legislativos reservado a la quinta parte del Majlis (25 escaños).

La consulta se celebró el 24 de agosto de 2002 y sus cifras oficiales fueron un 97% de síes con una participación del 88,5% del censo. La oposición entendió que estos cambios sustanciales en la ley suprema constituían una escandalosa reforma ad hoc para viabilizar las pretensiones políticas del clan Aliyev, y en cuento al referéndum en sí se apresuró a denunciarlo como una falsificación de cabo a rabo tan pronto como conoció los primeros datos de participación y del recuento.

A finales de octubre de 2002, con Bakú convertido en escenario casi permanente de las manifestaciones de la oposición exigiendo la dimisión del presidente, Ilham realizó una visita de alto nivel a Estados Unidos en la que fue recibido por el vicepresidente Richard Cheney, el secretario de Energía Spencer Abraham y el subsecretario de Estado Richard Armitage. También fue el comensal de honor de una cena organizada por empresarios petroleros e impartió una conferencia en la Universidad John Hopkins. Nada más regresar a Bakú se enteró de que un grupo de inversores estadounidenses acababa de presentar en un juzgado de Nueva York una demanda contra él, su padre y el Comité de la Propiedad Estatal de Azerbaiyán por considerarles responsables de unas pérdidas de 100 millones de dólares en un negocio relacionado con la privatización parcial de la SOCAR, la cual, según los denunciantes, se había convertido en un marasmo de extorsiones, sobornos y fraudes.

De la demanda de los inversores estafados no volvió a saberse más y el 27 de enero de 2003 Ilham entró a formar parte en el cuerpo de 19 vicepresidentes de la APCE. El 21 de abril saltaron todas las alarmas cuando Aliyev, ante las cámaras de televisión, se desplomó dos veces seguidas mientras pronunciaba un discurso en el Palacio de la República de Bakú. En un primer momento se habló de una bajada de tensión arterial, luego el Gobierno reconoció que el presidente se había roto una costilla y en agosto Ilham contribuyó a la confusión elevando el número de costillas rotas a siete.

El 23 de junio el YAP produjo escasas sorpresas proclamando a Aliyev su candidato presidencial, pero el 4 de julio la Comisión Electoral Central no dejó de pasmar con el anunció de que Ilham también estaba inscrito para la liza presidencial. Su postulación fue oficialmente sostenida por el Partido de la Prosperidad Social, una pequeña formación satélite del YAP. Por supuesto, padre e hijo no pretendían regatearse el voto del electorado. La anómala duplicidad de postulaciones con la fachada de la distinta nominación partidista aseguraba la continuidad de un régimen que tomaba la forma de una satrapía familiar por momentos: si el padre se recuperaba y llegaba en condiciones a las urnas, el hijo renunciaría a su candidatura, pero si su salud se lo impedía (lo más probable), el que se retiraría sería él. Y nadie dudaba de la victoria del oficialismo con uno u otro representándolo, dándose por hecho la puesta a disposición de Ilham de la maquinaria electoral del YAP y de los recursos del Gobierno tan pronto como lo ordenara Aliyev.

Toda vez que el régimen insistía en jugar con dos barajas, cualquier cábala sobre el futuro inmediato del país transcaucásico era pertinente. Entre los observadores del caso azerí no se dudaba tanto de que Ilham, si llegaba efectivamente a la Presidencia, mantuviese la vocación claramente prooccidental (aproximación a la OTAN y la Unión Europea, respaldo a Estados Unidos en la lucha antiterrorista) en política exterior, prosiguiese la recién restaurada cooperación con Rusia y no tocara un ápice del modelo del Estado laico, como que fuera capaz de manejar con la habilidad de su padre el delicado equilibro formado con los numerosos intereses estratégicos, económicos y políticos, procedentes de fuera y contrapuestos no pocas veces, y por la tradición antidemocrática del cabildeo y la componenda con los clanes y grupos reclutados para el régimen, todo lo cual convierte el gobierno de Azerbaiyán en un permanente encaje de bolillos.

El 8 de julio Aliyev fue devuelto al hospital militar Gulhane de Ankara con edema en las piernas, baja presión arterial y problemas sin especificar en corazón y pulmones. A finales del mes Ilham deslizó un comentario que sonó a advertencia y que puso en tela de juicio su talante democrático: "nunca permitiremos que la oposición llegue al poder". La confirmación de que la endeble salud del anciano estadista no tenía retorno positivo aceleró la aplicación de previsiones adoptadas con toda seguridad tiempo atrás y el 4 de agosto el Maclis, reunido en sesión de emergencia, eligió a Ilham primer ministro con 101 votos favorables, una abstención y el boicot de los diputados de la oposición.

Aliyev hizo llegar el preceptivo decreto firmado con su puño y letra que validaba el nombramiento de su hijo y, acto seguido, éste dimitió como vicepresidente de la SOCAR y jefe de la delegación azerí ante la APCE. En sus primeras declaraciones tras la investidura, Ilham desmintió categóricamente que su progenitor estuviese en coma, conectado a la respiración asistida o incluso ya muerto, y anunció la continuidad de las políticas puestas en marcha por él. El flamante jefe de Gobierno recibió felicitaciones de Rusia, Estados Unidos, Georgia y Turquía, pero la oposición puso el grito en el cielo. El Musavat habló de un "golpe de Estado de terciopelo" y esgrimió la denuncia de que el nombramiento de Ilham violaba el código electoral, el cual estipula que un candidato presidencial registrado no puede ser elegible para un puesto en el Ejecutivo antes de los comicios. A estas alturas de la trifulca, la oposición exigía todo: la dimisión de Aliyev como presidente, la de Ilham como primer ministro, la anulación de la candidatura presidencial del padre e idéntico veto para el hijo.

El 6 de agosto, para esquivar posibles acusaciones de instrumentar el aparato gubernamental en su beneficio electoral, Ilham se declaró en vacancia del cargo e hizo transferencia formal de sus funciones al nuevo viceprimer ministro primero, Artur Rasizade, quien no era otro que el primer ministro hasta hacía 48 horas. Esa misma jornada el todavía presidente de la República fue trasladado en ambulancia al aeropuerto de Ankara y de allí enviado en avión directamente a Cleveland.

Convertido en el hombre fuerte del país, Ilham prometió unas elecciones limpias y justas. Nada invitaba a imaginar tal mérito democrático, con tres aspirantes presidenciales de peso —Mutalibov, el ex asesor presidencial Eldar Namazov y el líder del Partido Democrático de Azerbaiyán (ADP) y ex presidente del Maclis Rasul Guliev (en el exilio desde 1996)— descalificados por la Comisión Electoral Central, los candidatos opositores que sí habían sido autorizados, prácticamente vetados en los medios de comunicación controlados por el poder, y la militancia de sus partidos sujeta a intimidaciones y hostigamientos. Hasta el arranque oficial de la campaña electoral, Ilham debutó en la política internacional de Estado y viajó a Turquía, Estados Unidos —donde aprovechó para visitar a su padre hospitalizado en Cleveland— y la ciudad ucraniana de Yalta, en calidad de jefe de la delegación azerí para la cumbre de la CEI, el 18 y 19 de septiembre, que permitió su primer encuentro oficial con el presidente ruso Vladímir Putin.

El 2 de octubre la televisión estatal divulgó una misiva de Aliyev en la que éste anunciaba que sus problemas de salud le impedían concurrir a las elecciones y por lo tanto pedía que se votara a su hijo, en quien tenía depositada toda su confianza. Inmediatamente después, el YAP endosó como suya la candidatura de Ilham. El 15 de octubre los azeríes acudieron a las urnas en un ambiente de gran tensión y no se cerraron aquellas cuando estallaron serios disturbios protagonizados por seguidores del bloque Nuestro Azerbaiyán, la coalición de 30 partidos y organizaciones que respaldaba la candidatura de Isa Gambar, quien reclamó la victoria con el 60% de los votos y advirtió que otorgar la misma a Aliyev constituiría un fraude colosal.

La Policía se lanzó a la represión sin contemplaciones de los manifestantes y en las refriegas murió al menos una persona y varios cientos más resultaron heridas, inclusive 60 agentes del orden. Las redadas practicadas en los días posteriores contra dirigentes del Musavat, militantes del ADP y miembros de colegios electorales que se negaron a firmar las actas por considerarlas falsificadas se saldaron con más de 700 detenciones, provocando las quejas de la OSCE, el Consejo de Europa y el Instituto de la Democracia en Europa del Este, cuyos monitores, a la espera de los resultados oficiales, adelantaron que las elecciones habían incumplido las mínimas exigencias de limpieza, libertad y transparencia.

La reacción furibunda de Dzhalal Aliyev ante estas críticas fue exigir la clausura de la oficina de la OSCE en el país y llamar "fascista" al jefe de su grupo de observadores, el estadounidense Peter Eicher, a la vez que tildar de "provocador" al representante del Consejo de Europa, el suizo Andreas Gross. Su sobrino cargó sobre Gambar toda la responsabilidad por las violencias de Bakú y le acusó de ser un "provocador" que tenía "sangre en sus manos".

El 20 de octubre la Comisión Electoral Central proclamó vencedor a Ilham con el 76,8% de los sufragios, seguido de Gambar con el 14% y de la independiente Lala Sovket Haciyeva con el 3,6%. El mismo día, el bloque Nuestro Azerbaiyán elevó una petición a la ONU, el Parlamento Europeo, la OSCE, la APCE y los presidentes de Estados Unidos, Rusia y Turquía para que condenaran a "la dictadura que viola los derechos del pueblo azerí y usurpa el poder por medio de la represión". Contrariamente a lo pretendido por Gambar y su gente, se hizo notar la condescendencia ante el cúmulo de atropellos de gobiernos como el francés, cuyo presidente, Jacques Chirac, envió una felicitación al ganador, y el estadounidense, el cual había notificado previamente que era "muy importante" que las elecciones presidenciales se desarrollasen de acuerdo con los estándares internacionalmente aceptados.

El 28 de octubre la Corte Constitucional ratificó estos resultados y dejó todo a punto para la toma de posesión del presidente electo, que tuvo lugar el 31 de octubre con la fórmula de juramento sobre sendos ejemplares de la Constitución y el Corán, y a la que asistieron el presidente georgiano Eduard Shevardnadze, el primer ministro ucraniano Viktor Yanukovych y el ministro de Exteriores ruso Igor Ivanov. En su discurso inaugural, Ilham indicó su intención de desarrollar la industria no petrolera y de potenciar las Fuerzas Armadas, y advirtió que podría ordenar el uso de la fuerza para resolver la disputa con Armenia sobre Nagorno-Karabaj, comentario que subrayó la línea de dureza sobre el particular asomada en varias ocasiones después de su elección como primer ministro.

Por cierto que, de momento, el cargo de primer ministro siguió a su nombre aunque teóricamente no ejercido, a la espera de un decreto que nombrara formalmente a Rasizade para el puesto. Todos los ministros clave del gabinete saliente fueron confirmados en sus puestos: el coronel-general Safar Abiev en Defensa, Ramil Usubov en Interior, Namik Abbasov en Seguridad Nacional y Avaz Alekperov en Finanzas. Entre tanto, prácticamente nada se sabía de la situación de Heydar Aliyev, al que no se le veía en público desde julio y que podía sufrir un desenlace fatal en cualquier momento.

(Cobertura informativa hasta 22/11/2003)