Gustavo Petro Urrego

Ganase quien ganase la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022, bien el antiguo guerrillero del M-19 y economista Gustavo Petro, bien el empresario populista antisistema Rodolfo Hernández, el 7 de agosto de este año la República de Colombia estrenaría un inquilino de la Casa de Nariño al margen de toda tradición. Finalmente fue Petro, con el 50,4% de los votos y en su tercer intento electoral tras quedar cuarto en 2010 y segundo en 2018, el vencedor en el balotaje del 19 de junio. De 62 años, Petro pasa a los anales como el primer presidente con una plataforma asimilable a la izquierda en las últimas ocho décadas de historia nacional. Sin embargo, él rechaza esta etiqueta ideológica, así como la de "socialista", e insiste en definirse como un "progresista" que aspira a "dejar los sectarismos atrás" y a un modelo de "capitalismo democrático" para el país. Vicepresidenta electa junto con Petro es la ecofeminista afrocolombiana Francia Márquez.

El líder del partido Colombia Humana y candidato del Pacto Histórico, amplia coalición de la que forman parte también el Polo Democrático, el Partido Comunista, la Unión Patriótica y otras formaciones izquierdistas, ya se puso en cabeza en el primer turno del 29 de mayo con el 40,3% de los votos, 12 puntos más que Hernández, postulante sorpresa de la Liga de Gobernantes Anticorrupción. Su triunfo definitivo se produjo pese a no recibir el respaldo de los principales candidatos eliminados en la primera vuelta: el conservador Federico Gutiérrez, de la coalición Equipo por Colombia, quien se decantó por Hernández; y el centrista Sergio Fajardo, de la coalición Centro Esperanza, quien anunció su voto en blanco.

El sucesor de Iván Duque, el presidente que le batiera en la contienda democrática de 2018 y que luego hubo de enfrentar una furibunda contestación social a sus medidas económicas liberales, es un político bregado en las instituciones republicanas, donde acumula 23 años de mandatos en la Cámara de Representantes, la Alcaldía Mayor de Bogotá y el Senado, del que aún es miembro. En todo este tiempo, Petro se vio envuelto en ruidosas polémicas y adquirió notoriedad por sus arriesgadas denuncias de la parapolítica y la corrupción infiltradas en el Congreso, y por sus filípicas contra el presidente Álvaro Uribe. En 2016 formó parte del campo del Sí a los Acuerdos de Paz entre el Estado y las FARC-EP, en el plebiscito cuyo resultado negativo obligó al entonces presidente, Juan Manuel Santos, a renegociar los aspectos políticos y jurídicos de la reinserción civil de la guerrilla.

Inteligencia, altivez y un individualismo propenso a la confrontación son algunos de los rasgos que suelen destacarse de la personalidad de Petro, hombre con fama de orador metódico y punzante. En esta campaña ha buscado transmitir serenidad o moderación, después de impugnar la gestión de Duque con muy duras palabras y acciones como la asistencia a algunas marchas y caceroladas del Comité Nacional del Paro en las protestas de 2021. Por cierto que el partido del oficialismo saliente, Centro Democrático, es decir, la derecha uribista, llegó a la elección presidencial sin candidato propio y en esta legislatura es ampliamente minoritario en el Congreso. Como es habitual en los primeros mensajes de los presidentes electos, Petro ha empleado un discurso conciliador y posibilista. En particular, invita a todas las fuerzas políticas a un "gran acuerdo nacional" sobre una serie de cuestiones básicas.

El programa de Petro para el período 2022-2026 parte de la premisa de que Colombia, escenario en los últimos años de un sombrío recrudecimiento de la violencia político-social por la vuelta a las armas de las narcodisidencias de las FARC (Segunda Marquetalia de Iván Márquez, Gentil Duarte), el retorno del terror paramilitar, la fortaleza de los carteles de la droga y los desmanes represivos de la fuerza pública, esta todavía instalada en una "política de la muerte", generadora de "guerra y desigualdad". Él, en cambio, promueve transformaciones profundas para hacer de Colombia una "potencia mundial de la vida", a través de un "Pacto Histórico que de manera urgente concrete un nuevo contrato social para el buen vivir".

En el ámbito de seguridad, esto implica "desmantelar" los grupos armados del crimen organizado aunando "diálogo" y "sometimiento a la justicia", "garantizar" la reparación integral de las víctimas de la violencia de múltiples rostros y lanzar un plan especial contra el feminicidio. Petro promete "cumplir a cabalidad" las previsiones de los acuerdos con las FARC y reanudar las conversaciones de paz con la última guerrilla en activo, el ELN, responsable de ataques terroristas y a la que propone de entrada un alto el fuego bilateral.

En el terreno socioeconómico, el nuevo presidente propugna una "justicia" de triple rostro, el "social", el "climático" y el "tributario". Ello supone pasar página al modelo de "economía fósil" basado en la extracción de hidrocarburos (derivados petroleros, carbón) y minerales (oro, ferroníquel) en favor de una "economía productiva sostenible" ligada al trabajo, la producción de alimentos, las energías renovables y el conocimiento. Habla también de acometer una "reforma rural integral" fundada en la penalización fiscal de los latifundios baldíos y demás "tierras improductivas", de adoptar un sistema de "impuestos progresivos y equitativos", de renegociar los TLC y de empoderar a las mujeres cabezas de familia con un ingreso mínimo vital.

Igualmente, anuncia la transición hacia un sistema de pensiones unificado y mayormente público, sustitutivo de las EPS y sostenido por los pilares solidario no contributivo, contributivo por cotización y complementario por ahorro voluntario, así como un "cambio de paradigma" en la lucha contra las economías ilegales de la coca, la amapola y el cannabis fiado a la sustitución de cultivos y el desarrollo de la agricultura alternativa. Otra promesa es que detendrá la deforestación en la Amazonía. Descarta, en suma, cualquier modelo productivo que "destruya la naturaleza" y "reproduzca la pobreza".

Para tranquilizar a los poderes económicos que temen una política intervencionista de tipo socialista, Petro asegura que defiende la propiedad y la inversión privadas, solo que dentro de un sistema "más distributivo". Otro punto a señalar es que, a diferencia de las elecciones de 2018, el ex alcalde bogotano no habla de abrir un proceso constituyente, sino de "hacer realidad" la Constitución de 1991, de la que se considera coadyuvante. Se trata, sostiene, de cumplir las normas ya vigentes para "derrocar el régimen de corrupción", "garantizar los derechos por fuera del mercado", "transitar de la desigualdad a la justicia social" y "desactivar todas las formas de violencia".

Sobre la política exterior, en un contexto internacional tempestuoso, el presidente electo se muestra poco locuaz. Su plan de Gobierno menciona una agenda latinoamericana ligada al principio de no injerencia, la lucha conjunta contra el cambio climático y la pobreza, y el fortalecimiento de los lazos de cooperación. Cooperación con las naciones andinas sobre todo en la esfera regional y a nivel global con Estados Unidos (bajo Duque, Bogotá fortaleció más que nunca las relaciones con Washington, que adquirieron el nivel de alianza importante extra-OTAN), la UE, China y Asia Oriental. Fuera del programa, Petro se ha comprometido a normalizar las relaciones diplomáticas con el régimen autoritario de Nicolás Maduro, acusado por Duque de dar cobijo a los renegados de las FARC, y a reabrir completamente la frontera colombo-venezolana.

Petro se compara explícitamente con el uruguayo José Mujica, si bien su proyecto político, en cuanto al programa y el contexto nacional, presenta notables paralelismos con el del chileno Gabriel Boric. El político colombiano tuvo asimismo tratos de cercanía con el venezolano Chávez, cuyo modelo de socialismo bolivariano ahora dice repudiar.

El Pacto Histórico de Petro se convirtió en el primer bloque del Senado y en el segundo de la Cámara en las elecciones legislativas del 13 de marzo de 2022. Ahora, el petrismo alcanza una mayoría operativa de gobierno gracias a los respaldos parlamentarios del Partido Liberal, la Alianza Verde, el Partido de la U, la mayoría de diputados representantes de las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz (CITREP, para dar voz a las víctimas del conflicto armado interno) y otras fuerzas menores. Una diversidad que estará presente en su Gabinete, susceptible de atraer a personalidades más alejadas ideológicamente como el próximo ministro de Exteriores, Álvaro Leyva, un histórico del Partido Conservador.

(Texto actualizado hasta 18 julio 2022)

Aunque su trayectoria política lleva décadas moviéndose en las coordenadas de las instituciones democráticas del Estado, si el presidente electo de Colombia suscita posturas encontradas es sobre todo a causa del capítulo juvenil de su biografía, repudiable y alarmante para algunos, símbolo de la superación de la violencia y la reconciliación nacional para otros. Se trata de su militancia de 13 años en el Movimiento 19 de Abril (M-19), organización armada de la izquierda radical nacionalista, bolivariana y no marxista, originada en la escisión del ala socialista de la ANAPO, el partido del caudillo populista y antiguo dictador militar Gustavo Rojas Pinilla.

Oriundo del departamento caribeño de Córdoba, de ascendencia en parte italiana y seducido por la causa revolucionaria con lecturas de la Teología de la Liberación, Petro se unió al M-19 en 1977, una vez graduado bachiller con excelentes calificaciones y tres años después de emprender la guerrilla urbana sus golpes de mano subversivos, famosos por su espectacularidad. En la primera mitad de los ochenta el joven simultaneó las actividades clandestinas tras el alias de Aureliano, el estudio de la carrera de Economía en la Universidad Externado y el trabajo político legal en el Ayuntamiento de Zipaquirá, ciudad del departamento andino de Cundinamarca y lugar de residencia desde la infancia, donde fue personero y concejal vinculado a la ANAPO.

Detenido, sentenciado y encarcelado durante 18 meses entre 1985 y 1987 por posesión de armas y conspiración, al finalizar la década Petro secundó al líder del M-19, Carlos Pizarro Leongómez, en la apertura de un proceso de negociaciones con el Gobierno del presidente liberal Virgilio Barco Vargas que desembocó en el acuerdo de paz de marzo de 1990. Hoy, el político denuncia que sufrió palizas y torturas durante su cautiverio, desmiente que tuviera algo que ver en la toma, con sangriento desenlace, del Palacio de Justicia de Bogotá en 1985 (uno de los muchos "fakes" contra el candidato "desmontados" por sus materiales de campaña) y asegura que, aunque ciertamente adiestrado en el manejo de armas, nunca disparó contra nadie, ya que a él lo que le "gustaba era ser constructor, no jugar a la guerra" (entrevista para le revista colombiana Semana, 30 de enero de 2022).

UN PROFUSO CURRÍCULUM POLÍTICO El asesinato de Carlos Pizarro en abril de 1990 no disuadió a sus lugartenientes también desmovilizados de perseverar en la aplicación de las previsiones políticas del acuerdo de paz con el Estado, que para ellos suponía reinsertarse en la vida civil como candidatos a puestos de representación popular por la Alianza Democrática M-19 (AD M-19), la transformación partidista de la guerrilla. Aunque no figuró entre los 19 asambleístas constituyentes, con Antonio Navarro Wolff a la cabeza, que su formación consiguió en las votaciones de diciembre de 1990, Petro siempre ha reclamado una contribución propia a los trabajos que desembocaron en la nueva Constitución Política de 1991, bajo la presidencia del liberal César Gaviria Trujillo

El ex guerrillero urbano se hizo con su primer mandato de representante de la Cámara, por Cundinamarca, en las elecciones legislativas de octubre de 1991, saldadas con 13 escaños para la AD M-19. En 1994 no consiguió ser reelegido y además recibió amenazas de muerte, en una época en que los políticos de izquierda estaban en el punto de mira de los sicarios del narcotráfico y el rampante paramilitarismo de extrema derecha. Este peligroso escenario empujó a Petro a iniciar un período de virtual exilio en Bruselas. En Bélgica, el expatriado fungió de agregado diplomático en la Embajada de su país y aprovechó para ampliar el currículum académico, sumando a su grado en Economía en la Externado y a sus estudios de especialización en la ESAP y la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá una diplomatura en Estudios de Medio Ambiente y Desarrollo impartida por la Universidad Católica de Lovaina.

En 1997 Petro, por entonces en el segundo de sus tres matrimonios, normalizó su vida en Colombia. Candidateó a alcalde de Bogotá, quedando en un testimonial octavo puesto con el 0,56% de los votos, y ayudó a Navarro Wolff a poner en marcha el Movimiento Vía Alterna a partir de la AD M-19. Su carrera política retomó vuelo en las legislativas de marzo de 1998, que le devolvieron el curul, representando esta vez a Bogotá. Meses después se produjo la transferencia del poder ejecutivo entre el liberal Andrés Samper Pizano y el conservador Andrés Pastrana Arango

En marzo de 2002 Petro fue reelegido para un segundo cuatrienio en la Cámara baja con un buen caudal de votos y comenzó a adquirir notoriedad nacional por sus denuncias de la corrupción política y, con serios riesgos personales en este tenebroso frente abierto, la infiltración de los grupos paramilitares en los partidos y las instituciones de la República, particularmente el Congreso. Ello, en el contexto de la oposición parlamentaria, muy vehemente en su caso, al Gobierno derechista de Álvaro Uribe Vélez. Las arremetidas de Petro contra el presidente y su movimiento político, el uribismo, subieron de tono en su etapa de senador en el período 2006-2010. Fue luego de que Vía Alterna diera lugar al Polo Democrático Independiente (PDI), a su vez integrante de la coalición izquierdista Polo Democrático Alternativo (PDA, cuyo candidato, Carlos Gaviria Díaz, resultó segundo en las elecciones presidenciales de 2006 con el 22% de los votos, un rendimiento muy superior al de Luis Eduardo Garzón por el PDI en la edición de 2002).

En una escena nacional cada vez más tensa y dividida por el recrudecimiento del conflicto armado interno entre el Estado y las guerrillas comunistas en activo, principalmente las FARC-EP, consideradas meras organizaciones narco-terroristas por el Gobierno, el senador señaló directamente a Uribe y a destacados políticos de diferentes partidos por sus atribuidos nexos con el paramilitarismo, cuyo principal y mortífero brazo fueron, hasta su desmovilización en 2006, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). En las tempranas denuncias y revelaciones de Petro estuvo la génesis de los grandes escándalos de la parapolítica, que dio lugar a una cascada de imputaciones, arrestos y condenas penales, y los falsos positivos, este último involucrando al Ejército Nacional. A la vez, el senador del Polo Democrático condenaba sin reservas las brutalidades de las FARC-EP, aunque no cerraba la puerta a la resolución negociada de esta añeja insurgencia, tal como se había hecho con el M-19 dos décadas atrás.

PRIMERA CANDIDATURA PRESIDENCIAL Y ACCIDENTADA ALCALDÍA BOGOTANA Diferencias de doctrina y estrategia separaron al líder del PDA, Carlos Gaviria, y Petro, quien prefería un discurso menos incidente en la retórica tradicional de izquierdas, asociada por una amplia mayoría de los colombianos al extremismo cuando no sospechosa, a sus ojos, de afinidades proguerrilleras, y hacer más hincapié en el "progresismo". El enfrentamiento se dirimió en septiembre de 2009 en las elecciones internas del Polo para la definición del candidato presidencial: las mismas fueron ganadas por Petro, que tomó como compañera de fórmula a Clara López Obregón, sucesora de Gaviria en la presidencia de la formación. El 30 de mayo de 2010 la primera apuesta de Petro por la Casa de Nariño terminó en un discreto cuarto puesto con el 9,1% de los votos. El hasta ahora senador quedó a la zaga de Germán Vargas Lleras por Cambio Radical, Antanas Mockus Sivickas por la Alianza Verde y el ganador, Juan Manuel Santos Calderón, por el oficialista Partido de la U.

La invitación por el nuevo presidente a todas las fuerzas políticas para que se sumaran a un "Gran Acuerdo de Unidad Nacional por la Prosperidad", más la impresión de que Santos se inclinaba por explorar la apertura de conversaciones con las FARC-EP —lo que de materializarse supondría la fractura insoluble del uribismo—, animó a Petro a abrir canales de diálogo con un Gobierno conservador. Este posibilismo en contra del criterio de la dirección del PDA, al que las pasadas elecciones legislativas ya le habían hecho perder cinco congresistas, dio lugar a la escisión de Petro y sus seguidores, que en diciembre de 2010 articularon el Movimiento Progresistas.

El nuevo movimiento de Petro evocaba las nociones de socialdemocracia, justicia social, pacifismo, ecologismo y feminismo, si bien su objetivo inmediato era dar la campanada en las elecciones locales del 30 de octubre de 2011. El ex senador repetía su tentativa de 1997 en la capital. Bogotá estaba gobernada por los polistas desde 2004, primero con Luis Eduardo Garzón, luego con Samuel Moreno Rojas, hasta su suspensión en mayo de 2011 por su presunta implicación en la contratación irregular de obras públicas del Ayuntamiento, y últimamente, en calidad de encargada a raíz de la caída de Moreno, con Clara López.

Con la credibilidad del PDA arruinada por el escándalo del Cartel de la contratación, el caladero de votos del centro-izquierda pasó a ser disputado por el progresista Petro y el verde Enrique Peñalosa Londoño, ya al frente del consistorio en 1998-2000 y quien disponía del respaldo del Partido de la U, lo que subrayaba su opción más moderada. La competición fue más ajustada que las anteriores y Petro resultó vencedor con el 32,2% de los votos, un porcentaje bajo en estas lides. Además, el Movimiento Progresistas obtuvo ocho concejales, empatando en el primer puesto con el Partido de la U. El cargo de alcalde mayor de Bogotá se consideraba de gran poder en Colombia al tener jurisdicción sobre cerca de ocho millones de habitantes y regentar una economía más potente que la de varios países latinoamericanos.

Una vez investido alcalde el 1 de enero de 2012, Petro inició una gestión orientada a potenciar los servicios sociales, en especial los enfocados en las mujeres y colectivos marginales como los drogodependientes, ampliar la red municipal de transporte público y reducir las tasas de criminalidad, obteniendo en este último capítulo resultados dispares. La medida más polémica fue el nuevo sistema de recogida de basuras, cambio que pese a sus características modernizadoras resultó un clamoroso fracaso debido a una serie de fallos técnicos y a la negligencia del operador privado contratado para el servicio. La acumulación de residuos sin recolectar enfadó a los vecinos y motivó las intervenciones de la Superintendencia de Industria y Comercio y la Controlaría de Bogotá, que iniciaron unas investigaciones susceptibles de terminar en cuantiosas multas por daños ambientales y de salubridad para las empresas responsables y los funcionarios del Ayuntamiento, con Petro a la cabeza.

Peor aún para el alcalde, en el Congreso de la República cristalizó un pedido de revocatoria impulsado por el Partido de la U y que obtuvo el aval de cientos de miles de firmas ciudadanas. El motivo: la crisis de las basuras y su impacto negativo en la salud pública durante varios caóticos días en diciembre de 2012. Justo un año después, el 9 de diciembre de 2013, la Procuraduría General de la Nación dispuso la destitución de Petro y su inhabilitación por 15 años para el ejercicio de cargos públicos ante la comisión de "tres faltas gravísimas, dos a título de dolo y una a título de culpa gravísima".

El sancionado, indignado, interpuso sendos recursos de amparo ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); es más, escenificó su atrincheramiento en la sede municipal y jaleó a sus partidarios para que resistieran el desalojo. El 14 de enero de 2014 la Procuraduría se ratificó en su decisión disciplinaria, pero a las pocas horas el Tribunal de Cundinamarca ordenó la suspensión temporal de dicha disposición, hasta que resolviera un recurso de amparo.

Parecía que Petro iba a poder zafarse del embrollo. No obstante, el 20 de marzo de 2014 el presidente Santos intervino de manera expeditiva decretando su cese y sustitución temporal por el ministro de Trabajo, el liberal Rafael Pardo Rueda. Santos pidió al Movimiento Progresistas que le presentara una terna de candidatos a la titularidad municipal y el 21 de abril se decantó por María Mercedes Maldonado Copello. El rocambolesco episodio dio otro giro inesperado en la jornada siguiente con la orden de tutela dirigida por el Tribunal Superior de Bogotá a Santos para que acatara las medidas cautelares favorables a Petro. El 23 de abril el presidente, obediente, firmó la restitución de regidor capitalino.

De esta manera, Petro pudo completar su mandato electoral el 31 de diciembre de 2015, aunque con la sensación de derrota derivada del paupérrimo rendimiento de su partido en las elecciones locales del 25 de octubre: el Movimiento Progresistas no presentó candidato a alcalde y solo retuvo un representante en el Concejo de 45 miembros. El ex verde Enrique Peñalosa, con el apoyo de radicales y conservadores, regresó a la Alcaldía bogotana, luego de quedar el quinto en la elección presidencial de 2014 respaldado por los progresistas.

EL PROYECTO COLOMBIA HUMANA Y SEGUNDA POSTULACIÓN PRESIDENCIAL FRENTE AL URIBISTA DUQUEEn 2016 Petro hizo campaña por el voto afirmativo en el plebiscito del 2 de octubre sobre los históricos Acuerdos de Paz, perseguidos por el presidente Santos desde 2012 y firmados en Cartagena el 26 de septiembre, entre el Estado colombiano y las FARC-EP, si bien lamentó que los compromisos adoptados no incluyeran la convocatoria de un Asamblea Nacional Constituyente. En julio de 2017 el ex alcalde confirmó que aspiraba a la Presidencia de la República en las elecciones de 2018 y que para ello ponía en marcha un comité de promoción con la tarea de recoger un millón de firmas. Dicho comité, o grupo significativo de ciudadanos (GSC), se llamaba Colombia Humana, denominación que posteriormente pasó a ser también la del partido, aunque por el momento sin personería jurídica.

En diciembre de 2017 Petro y los dirigentes de la Unión Patriótica (UP), la Alianza Social Independiente (ASI), el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS) y Todos Somos Colombia (TSC) suscribieron un pacto para presentarse juntos a las elecciones de 2018 como Lista de la Decencia. La forja por Petro de este inédito frente de las izquierdas colombianas no incluyó al PDA y supuso de paso el carpetazo definitivo a la Alianza con el Partido Verde, iniciada por los progresistas en 2013 pero deteriorada en los últimos tiempos por las críticas de algunos dirigentes verdes a Petro. Varios de quienes le conocían bien por haber trabajado con él retrataban a Petro como un político inteligente, un hombre con ideas y genuinas preocupaciones sociales, pero al mismo tiempo arrogante, de carácter difícil y proclive a hacer las cosas por su cuenta .

Aunque sin integrarse en los decentes, el Partido Comunista Colombiano (de confesión marxista-leninista) y el GSC Fuerza Ciudadana se adhirieron también a la fórmula Petro Presidente, completada con el fichaje de Ángela Robledo Gómez, representante de la Alianza Verde en la Cámara, como candidata a la Vicepresidencia de la República. El promotor de Fuerza Ciudadana, Carlos Caicedo Omar, alcalde de Santa Marta, llegó a desafiar a Petro con su propia precandidatura, pero el postulante de Colombia Humana se impuso por abrumadora mayoría en la llamada Consulta Inclusión Social por la Paz, celebrada en marzo de 2018 y en la que participaron 3,5 millones de electores.

En la campaña para las presidenciales del 27 de mayo de 2018, desarrollada en un ambiente crispado y altamente polarizado, Petro, bajo el lema de Gana la gente, expuso un programa de tonos optimistas y enfocado en los sectores populares que preconizaba una "gran coalición por la paz", la lucha implacable contra la corrupción y la parapolítica, la atención de las demandas de los campesinos, los trabajadores urbanos y las mujeres, la descarbonización de la economía y el desarrollo de las energías renovables.

El opositor se autopromocionaba como "el primer presidente progresista de Colombia", pero desde la plataforma de Iván Duque Márquez, candidato del uribista Centro Democrático (en la oposición a Santos luego de escindirse en 2013 del Partido de la U en medio de diferencias insolubles sobre las conversaciones de las FARC-EP), se le acusaba de maquinar un proyecto "castro-chavista" que de llegar a la Casa de Nariño tendría "catastróficas" consecuencias para Colombia, potencia del emprendimiento privado en América Latina y uno de los más estrechos aliados de Estados Unidos en el hemisferio. La estrategia de la derecha, buscando infundir temor en el elector moderado, de asimilar la opción petrista al socialismo bolivariano tomaba nota de los conocidos contactos personales del ex alcalde con el difunto Hugo Chávez, elogiado por él en numerosas ocasiones (y a cuyo funeral en 2013 había asistido) pero de cuya figura y legado ahora se afanaba en abrir distancias. A su vez, Petro puso a Duque de "títere" de Álvaro Uribe.

Desde diciembre de 2017 Petro, muy fuerte en varios departamentos occidentales y el amazónico de Vaupés, dibujó una línea ascendente en los sondeos de opinión, poniéndose en cabeza en algún momento, pero en febrero de 2018 Duque le tomó una amplia delantera. El 11 de marzo tuvieron lugar las elecciones al Congreso, con resultados rematadamente flojos para la Lista de la Decencia: la coalición petrista solo sacó dos representantes y tres senadores con el 3,4% de los votos, yéndole peor que al PDA y la Alianza Verde. El Congreso siguió dominado por las fuerzas de todo el arco que iba de la derecha al centro: Centro Democrático, Cambio Radical, el Partido Conservador (PPC), el Partido Liberal (PLC) y el muy disminuido Partido de la U.

Lo que sucedió el 27 de mayo de 2018 fue que Duque se colocó primero con el 39,3% de los votos y Petro segundo con el 25,1%. Entre los eliminados para disputar la segunda vuelta estuvieron el centrista Sergio Fajardo Valderrama de Compromiso Ciudadano, al que apoyaban también la Alianza Verde y el PDA, el conservador Germán Vargas Lleras de Cambio Radical, respaldado por el santismo (el gubernamental Partido de la U no presentó candidato propio) y el PCC, y Humberto de La Calle Lombana del PLC. De cara al balotaje del 17 de junio, Petro consiguió las adhesiones del PDA y la Alianza Verde, mientras que Duque se granjeó los avales de liberales y conservadores de manera explícita, y de los radicales de manera implícita. El desenlace final fue la victoria del aspirante de Centro Democrático con el 54% de los sufragios.

Pese a su derrota, Petro podía presumir de ser el candidato de la izquierda colombiana ("del progresismo", prefería decir él) que más lejos había llegado en una elección presidencial. Además, no se fue de manos vacías porque recibió el acta de senador para el período 2018-2022 en virtud del estatuto opositor como segundo candidato más votado en la liza presidencial. Situado firmemente en la oposición parlamentaria al Gobierno de Duque, Petro asistió a su lugarteniente Hollman Morris Rincón en la elección municipal bogotana de octubre de 2019; en la misma, ganada por la verde Claudia López Hernández, el candidato de Colombia Humana quedó en tercera posición.

En enero de 2019 Petro rehusó sumarse a la gran manifestación en Bogotá de repudio al sangriento (22 asesinados) atentado suicida con coche bomba perpetrado por la última guerrilla no desmovilizada, el ELN, contra la Escuela de Cadetes de Policía General Santander. El senador justificó su ausencia de la demostración multitudinaria, que estuvo encabezada por el presidente Duque y que juntó a sus predecesores Santos, Uribe y Pastrana, así como a opositores de la talla de Sergio Fajardo, Antanas Mockus, Claudia López, Antonio Navarro y Jorge Enrique Robledo, debido a la decisión del presidente de dar carpetazo a las negociaciones en curso con la guerrilla.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2020)