Giuseppe Sala
Alcalde de Milán (2016-)
Giuseppe Sala, un experimentado gestor de sociedades de los sectores privado y público, fue elegido alcalde de Milán en 2016 como el candidato oficialista del centro-izquierda. Desde entonces, el sindaco italiano, al frente tanto del municipio propiamente dicho como de la Ciudad Metropolitana de Milán (es decir, la antigua provincia homónima), viene aplicando un programa que define como ejes del gobierno local la cohesión social, la sostenibilidad ambiental, la innovación y la vocación internacional, en la considerada como la ciudad más próspera, emprendedora y vanguardista de Italia. La capital lombarda, con 1,4 millones de habitantes, la quinta parte ciudadanos extranjeros, y un muy elevado nivel de renta, es uno de los puntales de la industria, las finanzas y la cultura de Europa, y un laboratorio de ideas creativas y nuevas líneas de desarrollo que inciden en los mundos del diseño, la moda, el mercado audiovisual y la producción digital, sin olvidar el turismo.
La presencia de Milán, paradigma de ciudad moderna, dinámica y abierta, en el escenario global aumentó a raíz de la Expo 2015, de la que Sala fue comisario gubernamental y que dejó un legado de políticas municipales específicamente centradas en la alimentación. Por otro lado, en 2019 Milán, junto con la población alpina de Cortina d'Ampezzo (Véneto), se llevó la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026. Para Beppe Sala, Milán debe apostar fuerte por los servicios públicos, el urbanismo verde (presente en el transporte público no contaminante, el reciclaje intensivo de residuos y el plan ForestaMi, que prevé plantar tres millones de árboles hasta 2030), la visión a largo plazo y una narrativa de ciudad con identidad capaz de atraer talento e inversiones en un contexto mundial altamente competitivo.
Ahora, como los demás alcaldes de Italia y en particular los de las regiones norteñas, Sala afronta la gran crisis, de entrada sanitaria y, por derivación, socioeconómica también, de la pandemia del COVID-19 importada de China, que en febrero de 2020 prendió con tremenda virulencia en puntos de Lombardía y Véneto, para rápidamente expandirse al resto del país. Desde el Palacio Marino, sede del Ayuntamiento, Sala adoptó prontas medidas de contención del coronavirus en Milán, disponiendo ya el 22 de febrero la interrupción de las clases escolares y la suspensión de los eventos deportivos. A las pocas horas, la Junta regional prohibió las concentraciones públicas, clausuró los centros educativos y cerró los edificios culturales en toda Lombardía. El Gobierno de Italia, que ya el 31 de enero había declarado el estado de emergencia, no adoptó la primera restricción de alcance nacional, el cese de la enseñanza presencial, hasta el 4 de marzo.
El 2 de marzo Sala, en un paso en falso motivado por la preocupación que le producían las pérdidas económicas de la hostelería y los servicios, y la constatación de que Milán no estaba siendo tan afectada por los contagios como las ciudades vecinas de Brescia y Bérgamo, ordenó reabrir el emblemático Duomo y demás monumentos, así como museos, bibliotecas y teatros, aunque tomando importantes precauciones. El lema del alcalde Milano non si ferma (Milán no se detiene), divulgado en Twitter desde el 27 de febrero como expresión del deseo de una vuelta a la normalidad, se tornó insostenible para el 8 y el 9 de marzo. Entonces, la imparable propagación del virus, que ya había infectado a 9.000 italianos y matado a 500, empujó al Gobierno del primer ministro Giuseppe Conte a suprimir la clasificación del territorio nacional en distintas zonas de contención en función de la incidencia del COVID-19 y a extender a toda Italia las disposiciones drásticas de clausura, cuarentena y confinamiento domiciliario; posteriormente, Conte ordenó el cierre de todos los establecimientos comerciales que no atendieran necesidades básicas (11 de marzo) y la paralización también de las industrias y actividades económicas no esenciales (21 de marzo).
El alcalde milanés reconoció un error de comunicación ("tal vez me equivoqué, pero en ese momento nadie entendía la vehemencia del virus", explicó el 22 de marzo) y se resignó a la consigna del restate a casa lanzada por las autoridades centrales, aunque exhortando a los vecinos a "resistir", pues "si Milán cae, será un desastre", advierte. El consistorio ya asume que los daños económicos del COVID-19 van a ser especialmente severos en una ciudad tan fabril, comercial y turística como Milán, que ha tenido que posponer grandes eventos como el Salón del Mueble y la Semana de la Moda.
Más allá de las iniciativas que el Ayuntamiento de Milán ha adoptado para enfrentar la emergencia sanitaria, como son la provisión de un kit de protección a los médicos de atención primaria, la creación de un Fondo de Socorro Mutuo para ayudar a recomponer el tejido socioeconómico de la ciudad, la garantía de asistencia sanitaria a los inmigrantes no regularizados y la búsqueda frenética de mascarillas en el mercado, el alcalde Sala ha lanzado una serie de reflexiones de mayor alcance, como que Italia debería abrir un proceso constituyente y que la UE tendría que ser más diligente a la hora de aprobar medidas de reactivación económica de "coste compartido". Asimismo, reclama que en las acciones de contingencia de los gobiernos y las instituciones de Bruselas primen la "solidaridad" y la "cooperación", y que las corporaciones locales, por tratarse de las administraciones más próximas a los ciudadanos, puedan acceder de forma directa a los fondos extraordinarios habilitados por la Comisión Europea.
(Texto actualizado hasta abril 2020)
Hijo de un fabricante de muebles y licenciado en Economía de la Empresa por la Universidad Comercial Luigi Bocconi de Milán, Giuseppe Beppe Sala desarrolló una carrera profesional de 33 años en el mundo de la gestión y la administración, pública y privada, antes de lanzarse a la política municipal. El grueso de esta actividad transcurrió en la nómina de Pirelli, la multinacional italiana de los neumáticos y con cuartel general en Milán, donde ocupó diversos puestos directivos en las áreas de control de gestión, planificación estratégica, evaluación de inversiones y nuevas iniciativas comerciales. En 1998 alcanzó el cargo cimero de CEO de Pirelli Coordinamento Pneumatici S.p.A (desde 2006 conocida como Pirelli Tyre), la sociedad dedicada exclusivamente a la fabricación de neumáticos y controlada al 100% por Pirelli & C. S.p.A (la multinacional propiamente dicha), y en 2001 pasó a ser vicepresidente responsable de las estructuras logísticas y las operaciones industriales de la compañía.
En 2002 Sala dejó Pirelli tras 19 años de relación contractual y abrió otra prestigiosa página laboral en el sector de las comunicaciones comerciales. En el septenio que siguió, el ejecutivo milanés fungió de director financiero y gerente general de TIM, el proveedor de telefonía móvil de Telecom Italia, y, desde 2007, fue presidente de Medhelan Management and Finance, una consultora fundada junto con otros socios y que tenía entre sus clientes al grupo financiero japonés Nomura Holdings.
Comisario de la Expo 2015
La carrera de Sala tomó una nueva dirección cuando en 2009 aceptó la invitación del Ayuntamiento de Milán, gobernado por la alcaldesa Letizia Moratti, del partido derechista Forza Italia de Silvio Berlusconi, para llevar la Gerencia General de la ciudad. La experiencia administrativa en la esfera pública municipal entusiasmó al veterano de la alta gestión empresarial, que se volcó en los preparativos de la Exposición Universal de Milán de 2015, con la que la capital lombarda tomaría el relevo a la ciudad china de Shanghai, sede de la Exposición Universal de 2010. Un siglo atrás Milán ya había hospedado otro acontecimiento de estas características, la Exposición Internacional de 1906.
En junio de 2010 el Ayuntamiento nombró a su gerente general director administrativo de la sociedad pública creada para organizar y gestionar la Expo 2015. Más tarde, en mayo de 2013, el primer ministro de Italia, Enrico Letta, decidió que Sala era la persona idónea para la misión de administrador delegado del Gobierno y comisario único del evento, el cual iba a celebrarse bajo el mandato del alcalde Giuliano Pisapia, un independiente postulado por la coalición de centro-izquierda que capitaneaba el Partido Democrático (PD).
La Exposición Universal de Milán tuvo lugar entre el 1 de mayo y el 31 de octubre de 2015, con la participación de 145 países y la asistencia de 22 millones de personas, quienes visitaron los pabellones levantados en una superficie total de 200 hectáreas. Bajo el lema de Nutrir el planeta, energía para la vida, la Expo 2015 versó sobre el concepto de la alimentación vista desde diversos prismas, como la seguridad alimentaria, la alimentación como derecho humano, la aplicación de las nuevas tecnologías a la producción y distribución de comestibles agropecuarios, la salvaguardia de la biodiversidad, la educación nutricional, la cultura culinaria y las gastronomías tradicionales.
Sala consideró un gran éxito la exposición, que venía a subrayar la proyección de la industriosa y cultural Milán como la ciudad más dinámica, creativa y vanguardista de Italia, comprometida con el desarrollo sostenible y la sensibilidad ambiental. No obstante, la magna cita internacional estuvo envuelta también en una serie de polémicas, algunas de las cuales afectaron personalmente a su comisario jefe hasta el punto de llevarle al banquillo judicial.
Por de pronto, la inauguración del 1 de mayo quedó empañada por los disturbios provocados por grupos de activistas antisistema y antiausteridad, que sostuvieron violentos enfrentamientos con la Policía. Paralelamente, flotó otra controversia suscitada por el Vaticano. Este, a pesar de participar con un pabellón propio, emitió, por boca del papa Francisco, una condena a la "cultura del derroche" contraria a un "modelo de desarrollo equitativo y sostenible", la cual la exposición milanesa, "de alguna manera", era representativa. En su alocución, televisada en directo en la jornada inaugural, el papa apeló a los fieles para que hicieran de la Expo 2015 un motivo de reflexión, la "ocasión de un cambio de mentalidad" para "glogalizar la solidaridad" y resolver la "paradoja de la abundancia", visible "en los rostros de los millones de personas que pasan hambre y no comen en modo digno". Según fuentes vaticanas, Francisco habría expresado a los funcionarios de la ciudad-Estado su disgusto por el elevado coste, unos tres millones de euros, del pabellón expositor de la Santa Sede.
La cuestión de los enormes gastos de la Expo 2015 en su conjunto, plagados de sobrecostes, y el debate sobre el legado social y económico de sus instalaciones e infraestructuras fueron abordados con acentos críticos por multitud de analistas y comentaristas de la prensa italiana. La misma actuación de Sala se situó bajo escrutinio en lo tocante a la concesión por la sociedad Expo 2015 de ciertos contratos durante las licitaciones empresariales, en las que varios organismos de control detectaron puntos oscuros. Las denuncias de adjudicaciones irregulares, sin verdadera competencia, empezaron a ser investigadas por la justicia ya en el curso de la exposición y las diligencias continuaron con posterioridad a la misma. El resultado fue la apertura de un proceso penal contra Sala y otros ex responsables de la Expo 2015, imputados de diversos supuestos delictivos.
En el caso del antiguo comisario, el juez le absolvió del cargo de abuso de poder en marzo de 2018, cuando Sala ya llevaba dos años en la alcaldía de Milán, pero su causa siguió abierta por la apelación del fiscal, que le acusaba de falso testimonio y de falsificación documental en relación con una licitación para la plantación de 6.000 árboles en el recinto de la Expo en 2012. Finalmente, en julio de 2019, Sala fue declarado culpable y condenado a seis meses de prisión, si bien la sentencia fue inmediatamente conmutada por el pago de una multa de 45.000 euros. En su decisión, el juez admitió como atenuante decisivo la comisión del delito "por razones particulares de interés social". En todo momento, Sala sostuvo que no había habido mala fe y menos aún cohecho tras la irregularidad documental por la que se le juzgaba, según él un mero "error formal" motivado por las urgencias para cumplir los plazos de las obras. Otros tres coacusados fueron declarados absueltos.
Elección para la alcaldía de Milán
Tras la conclusión de la Expo de Milán en octubre de 2015, Sala permaneció en el servicio público como director de la Cassa Depositi e Prestiti (CDP), sociedad financiera que contaba con una participación mayoritaria del Estado. En diciembre del mismo año, sin dar el paso de afiliarse políticamente, Sala anunció su precandidatura independiente en las primarias del PD, formación que seguía dirigiendo el Gobierno de Italia de la mano del primer ministro Matteo Renzi, para definir al candidato a alcalde de Milán en las elecciones municipales de junio de 2016. A las mismas no iba a presentarse para un segundo mandato de cinco años el actual sindaco milanés, Giuliano Pisapia.
En febrero de 2016 Sala se impuso a tres rivales -entre ellos la teniente de alcalde en ejercicio, Francesca Balzani- y ganó la primaria del oficialismo llevando un programa de signo básicamente continuista. El aspirante partía de las experiencias positivas del "buen gobierno" del alcalde Pisapia y la Expo 2015, evento que había supuesto un "punto de inflexión" en la historia de Milán. Ahora, él se proponía intensificar las dinámicas municipales de gestión transparente, lucha contra la corrupción, economía verde, sostenibilidad ambiental, seguridad y cohesión social, pero haciendo un hincapié especial en la "activación de las energías" de los emprendedores ciudadanos milaneses y en la capacidad para innovar de una urbe que debía abrirse todavía más al mundo y ganar posiciones de "competitividad" y "atractivo" entre las grandes metrópolis mundiales. Los partidos que integraban la lista conjunta del centro-izquierda, a saber, el PD, Nosotros Milán, Izquierda Ecología Libertad (SEL) e Italia de los Valores (IdV), compartían, según su candidato, unos valores de "cooperación, innovación y solidaridad".
Las elecciones locales del 5 y el 19 de junio de 2019 dieron la victoria a Sala y la coalición oficialista, que se impusieron a la oposición del centro-derecha organizada en torno a Forza Italia y la Liga Norte, llevando a Stefano Parisi de cabeza de cartel, con el 51,7% de los votos y una mayoría absoluta de 29 de los 50 puestos del Consejo Comunal o Municipal. El 21 de junio Sala tomó posesión como alcalde urbano y alcalde metropolitano de Milán, tratándose la Ciudad Metropolitana de una entidad diferenciada que englobaba a la ciudad propiamente dicha. No era sino la antigua Provincia de Milán, que adquirió esa nueva denominación, confusa para el no avisado, en enero de 2015. Así, existían de manera separada un Consejo Comunal, elegido por sufragio directo, y un Consejo Metropolitano, elegido de manera indirecta y de 25 miembros, si bien la máxima autoridad era común, el sindaco de Milán. La Ciudad Metropolitana de Milán comprendía 133 municipios, de los que la capital de Lombardía, con 1.300.000 habitantes, era con diferencia el más populoso.
Giuseppe Sala ha estado casado tres veces y en la actualidad mantiene una relación de pareja con Chiara Bazoli. En 2018 publicó el libro Milano e il secolo delle città.
(Cobertura informativa hasta 10/4/2020)