Giorgi Margvelashvili

En Georgia, un poco conocido académico sin apenas experiencia política, Giorgi Margvelashvili, candidato de la coalición opositora liberal Sueño Georgiano, ganó contundentemente las elecciones presidenciales del 27 de octubre de 2013. El 17 de noviembre sucedió en el cargo a Mijeíl Saakashvili, quien por ley no podía optar a la segunda reelección. La alternancia en el poder, desarrollada con absoluta normalidad, subraya la consolidación de las prácticas democráticas en el país transcaucásico, al cabo de dos décadas turbulentas, desde la emancipación de la URSS en 1991, que han conocido tres guerras civiles, la Revolución de las Rosas de 2003, la guerra con Rusia de 2008 y las protestas cívicas contra Saakashvili de 2007-2011.

El nuevo mandatario debe su fulgurante ascenso al patrocinio de Bidzina Ivanishvili, un multimillonario metido a político de éxito que en 2012 se convirtió en el primer ministro como resultado de la amplia victoria cosechada por su Sueño Georgiano en las elecciones legislativas. En su Gabinete Margvelashvili sirvió como primer viceprimer ministro y ministro de Educación y Ciencia. Ahora, Ivanishvili ha optado por ceder la jefatura del Gobierno a Irakli Garibashvili, otro hombre de confianza del magnate, con el que Margvelashvili va a compartir el poder ejecutivo en virtud de una reforma constitucional que estrena el sistema republicano de tipo parlamentario-presidencial.

El cuarto presidente desde la independencia ha dejado claro que se propone acelerar el proceso de inserción de Georgia —un país de crecimiento económico fuerte, en excelentes tratos con sus vecinos meridionales y que saca partido estratégico a su condición de nodo de tránsito del petróleo azerí camino de Turquía— en las estructuras euro-atlánticas, pero, a diferencia de Saakashvili, buscará al mismo tiempo reducir las tensiones y dialogar con Rusia. Con la potencia norteña, Georgia no mantiene relaciones diplomáticas y apenas trato comercial, desde el conflicto armado que en agosto de 2008 enfrentó a ambas por el estatus de las repúblicas secesionistas de Osetia del Sur y Abjazia, independientes de facto y a cuyos dirigentes Margvelashvili ha tendido de paso una rama de olivo.

Ahora bien, Margvelashvili puntualiza que Tbilisi no renuncia al principio soberano de la integridad territorial y que seguirá por la senda de la plena autonomía geopolítica de Moscú, tal como ilustran la inicialización en la Cumbre de Vilna del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio con la UE, y los preparativos del Plan de Acción para el Ingreso (MAP) en la OTAN. El país seguirá siendo por tanto el principal aliado de Estados Unidos en la región. Por lo demás, del Ejecutivo Margvelashvili-Garibashvili se espera que continúe los esfuerzos para la modernización estructural y la reducción de la corrupción en Georgia.


(Nota de edición: esta biografía fue publicada el 19/12/2013. El ejercicio de Giorgi Margvelashvili como presidente de la República de Georgia concluyó el 16/12/2018. Su sucesora en la jefatura del Estado fue Salome Zurabishvili).

1. Un perfil académico
2. Asociación al magnate Bidzina Ivanishvili
3. Triunfal elección presidencial en 2013


1. Un perfil académico

Hijo de ingeniero y psicóloga, su formación universitaria discurrió en la primera mitad de la década de los noventa. Fueron los años más turbulentos de la joven República Georgiana, emancipada de la URSS en 1991 en medio de una gran efervescencia nacionalista antes de sumergirse en un rosario de guerras civiles encendidas por los desafíos separatistas de las autoproclamadas repúblicas independientes de Osetia del Sur y Abjazia, y por el golpe de Estado que en 1992 derrocó al régimen autoritario del presidente Zviad Gamsajurdia. Este estado de violencia en la región no disuadió al joven Margvelashvili, gran aficionado al montañismo, de costear sus estudios con el trabajo de guía turístico en la vertiente meridional del Cáucaso. Una de las compañías con las que contrató fue Caucasus Travel, un tour operador especializado en organizar giras aventureras para los pocos turistas extranjeros que en aquellos años se aventuraban a descubrir las bellezas naturales y culturales del país.

Tras licenciarse en Filosofía por la Universidad Estatal de Tbilisi en 1992, Margvelashvili continuó sus estudios en la Universidad Central Europea de Praga y en el Instituto de Filosofía de la Academia Georgiana de Ciencias entre 1993 y 1996. Durante unos meses en 1993 fue también asistente de investigación en el Laboratorio de Psicología del Centro de Investigación Cultural Georgiana. En 1998 recibió el título de doctor por la Universidad Estatal. Tres años antes de coronar su currículum académico, en 1995, Margvelashvili empezó a ejercer en la oficina en Tbilisi del Instituto Nacional Demócrata para los Asuntos Internacionales (NDI), un think-tank financiado por el Gobierno de Estados Unidos, asociado al Partido Demócrata de este país y dedicado a difundir los valores y las instituciones de las democracias occidentales en los estados de la antigua URSS y otras partes del mundo. Además, de 1996 a 1997 fue docente de Filosofía y Cultura en la Universidad Independiente de Tbilisi.

En 2000 dejó el Programa del NDI en Georgia y se unió al Instituto Georgiano de Asuntos Públicos (GIPA), un centro formativo de rango universitario especializado en la capacitación de administradores públicos, creadores de opinión y expertos en comunicación. En el GIPA, que contaba con el patrocinio también de Estados Unidos, muy interesado en fortalecer las prácticas del buen gobierno en el Estado transcaucásico, Margvelashvili entró directamente como rector, puesto en el que desempeñó un primer mandato que se prolongó hasta 2006.

Margvelashvili hizo una primera y breve incursión en la militancia política en vísperas de las elecciones legislativas de noviembre de 2003 como candidato a diputado por los Demócratas, bloque opositor puesto en marcha por Nino Burdzhanadze, la presidenta del Parlamento, y Zurab Zhvania, su antecesor en el cargo, después de desertar del oficialismo fiel al presidente de la República desde 1992, el antiguo ministro soviético de Exteriores Eduard Shevardnadze. La biografía oficial del estadista no dice si participó en la Revolución de las Rosas, el vasto movimiento popular de repudio al fraude cometido en aquellos comicios y que obligó a Shevardnadze a renunciar al poder como paso previo a la repetición de las elecciones.

Informes periodísticos indican que Margvelashvili se retiró de la política activa a los pocos meses de entrar en ella. Fue en reacción a la fusión a finales de febrero de 2004 de los grupos parlamentarios de los Demócratas y del Movimiento Nacional Unido (ENM), el partido liberal conservador que lideraba Mijeíl Saakashvili, ex ministro de Justicia con Shevardnadze, máximo cabecilla de la revolución de noviembre y nuevo presidente de la República desde el mes de enero. En este punto retoma el hilo narrativo la biografía divulgada por la web presidencial, que destaca cómo el rector universitario se convirtió en un "crítico abierto" de Saakashvili, al que veía como "corrupto y autoritario".

Una percepción compartida por muchos miembros de las élites y ciudadanos georgianos, que entre 2007 y 2012, con la crisis bélica con Osetia del Sur y Rusia de por medio, salieron a movilizarse en varias olas contestatarias para forzar la renuncia del mandatario. Pese a todo, Saakashvili consiguió terminar su primer mandato, acortado a los cuatro años, en enero de 2008 y a renglón seguido, con una legitimidad electoral que fue certificada por los observadores internacionales, iniciar un segundo y definitivo período de cinco años. En 2006 Margvelashvili pasó a hacerse cargo del Departamento de Investigación de su Instituto. En 2008 volvió a asociarse a Burdzhanadze al aceptar un asiento en el comité asesor de su nuevo think-tank Fundación para la Democracia y el Desarrollo. Sin embargo, no hay constancia de que la secundara también en el terreno político cuando en octubre del mismo año la ex presidenta parlamentaria se pasó oficialmente a la oposición con un partido propio, el Movimiento Democrático-Georgia Unida (DM-ES).


2. Asociación al magnate Bidzina Ivanishvili

En 2010 Margvelashvili regresó al puesto de rector del GIPA y a partir de aquí cultivó unas estrechas relaciones de amistad con Bidzina Ivanishvili, un riquísimo y carismático hombre de negocios, poseedor de la mayor fortuna del país, al que las autoridades, temerosas de que pudiera convertirse en un serio competidor de Saakashvili, intentaron neutralizar políticamente retirándole la ciudadanía georgiana.

En abril de 2012, Ivanishvili, montado en una formidable ola de apoyo popular, fundó el partido político Sueño Georgiano-Georgia Democrática (KO-DS) con el propósito de arrebatarle la mayoría legislativa al Movimiento Nacional-Demócratas (NMD, articulación parlamentaria del ENM) de Saakashvili. De corte centrista y liberal, el KO-DS elaboró un manifiesto intensamente proeuropeo y proatlantista que en la práctica no difería de las consignas de Saakashvili y confeccionó una alianza electoral con otras cinco formaciones del arco centro-derechista donde tenían presencia los sectores liberales y nacionalistas que venían voceando su rechazo al Ejecutivo. Estas eran el Partido Republicano de Georgia (SRP) de Jatuna Samnidze, Nuestra Georgia-Demócratas Libres (CS-TD) de Irakli Alasania, el Partido Conservador de Georgia (SKP) de Zviad Dzidziguri, el Foro Nacional (EP) de Kaja Shartava y la Industria Salvará a Georgia (MGS) de Gogi Topadze.

Margvelashvili, que había estrenado la faceta de comentarista televisivo de temas de actualidad política, labor que le permitió salir del anonimato de cara al gran público, se adhirió a la coalición sexpartita Sueño Georgiano, la cual, cumpliendo las mejores expectativas de su fundador, triunfó en las elecciones legislativas del 1 de octubre de 2012 con el 54,9% de los votos y 85 escaños, 20 más que el gubernamental ENM. Ninguna otra lista electoral obtuvo representación en el Parlamento de 150 miembros. Saakashvili no tuvo más remedio que reconocer el revolcón electoral, que despertaba negros presagios para el oficialismo de cara a las votaciones presidenciales del año siguiente. De acuerdo con las enmiendas constitucionales aprobadas en octubre de 2010, cuando en 2013 el nuevo presidente tomase posesión este vería sus atribuciones disminuidas en favor del jefe del Gobierno. Ahora, Saakashvili, a la luz de los resultados electorales, no tuvo más remedio que nombrar primer ministro a Ivanishvili. 

El magnate asumió la oficina el 25 de octubre y flanqueándole en el Gabinete aparecía su amigo Margvelashvili, portando una cartera adecuada a su perfil intelectual y docente, la de Educación y Ciencia. El doctor en Filosofía se lanzó a acometer una serie de reformas en el sistema educativo y el 23 de enero de 2013 Ivanishvili fortaleció su peso político nombrándole además primer viceprimer ministro, posición en la que desplazó al responsable de Defensa, Irakli Alasania.


3. Triunfal elección presidencial en 2013

Aunque no tenía ningún impedimento legal para dar ese paso, Ivanishvili, consciente de que las imputaciones de generar conflictos de intereses podían crearle problemas en una contienda directa en las urnas, optó por no ser el candidato presidencial de su coalición en las elecciones del 27 de octubre de 2013, a las que Saakashvili ya no podía presentarse, y trasladó el envite a su hombre de mayor confianza, Margvelashvili. Dicho y hecho, el 11 de mayo de 2013 Sueño Georgiano acató los deseos de su líder y proclamó la candidatura del ministro por aclamación. De paso, Ivanishvili desveló su intención de abandonar la jefatura del Gobierno cuando se produjera el cambio de administración presidencial.

Con el fin de concentrar todos sus esfuerzos en la campaña electoral y para que no se le acusara de apoyarse en la maquinaria del Estado, Margvelashvili cesó en el Gabinete. El 18 de julio traspasó Educación a su hasta ahora segunda en el Ministerio, Tamar Sanikidze, y el 26 de julio cesó igualmente como primer viceprimer ministro, función que pasó a desempeñar el responsable e Economía y Desarrollo Sostenible, Giorgi Kvirikashvili. Margvelashvili, que técnicamente seguía siendo un independiente, pues no era miembro del KO-DS ni de ningún otro partido, y que decidió afeitarse la barba que había lucido hasta entonces, libró una campaña con acentos combativos y en la que intercambió ataques con su principal adversario, el candidato del ENM, Davit Bakradze, fiel lugarteniente de Saakashvili y presidente del Parlamento hasta 2012.

El oficialismo intentó sacar el máximo provecho de los puntos débiles de Margvelashvili, que eran su escasísima experiencia política y, sobre todo, su imagen de prohijado de Ivanishvili, el cual, haciendo gala de unas mayores desenvoltura y expresividad, aparecía escudándole o tomando la palabra antes que él en la mayoría de sus comparecencias públicas y actos proselitistas. El candidato no parecía nada incómodo con este marcaje tutelar, sino todo lo contrario, lo que podía verse como una muestra de inseguridad. Los oponentes del dúo no dudaron en describir a Margvelashvili como una mera marioneta de su mentor multimillonario. El propio Saakashvili se llevó la palma en los comentarios sarcásticos al comparar al aspirante a sucederle, tan sólo horas después de ser nominada su candidatura en mayo, con el caballo que el emperador Calígula nombró para representarle en el Senado romano.

Otro de los puntos, esta vez ya de programa, cuestionados por el oficialismo era el deseo por Sueño Georgiano de reducir las tensiones con Rusia, con la que no había relaciones diplomáticas y apenas trato comercial desde la guerra de agosto de 2008. Bakradze alertó que su principal antagonista podría resignarse a aceptar los hechos consumados de la "ocupación" por Rusia de Abjazia y Osetia del Sur, territorios rebeldes, aunque independientes en la práctica, que gozaban de reconocimiento estatal por Moscú y que acogían una presencia militar rusa permanente.

El 17 de octubre, 10 días antes de las votaciones, Ivanishvili declaró que si Margvelashvili no sacaba el 60% de los sufragios este debería desistir de acudir a una segunda vuelta y retirarse de la competición. Las declaraciones del primer ministro causaron estupor, ya que, de acuerdo con la ley, que fijaba el listón en el 50% de los votos, con un 60% de apoyos su candidato sería proclamado automáticamente presidente electo. Al instante, Margvelashvili hizo suyo este pronunciamiento de su patrocinador: a su entender sería un "milagro" que hubiera segunda vuelta, aunque si esta se producía él no querría disputarla, puesto que le parecería un fracaso personal.

Los comentaristas se preguntaron a qué venía este súbito ataque de pesimismo de los líderes de Sueño Georgiano, que parecían contemplar, por deserción propia, una victoria de Bakradze y Saakashvili. Este último, según ellos, ya tenía puestos sus ojos en el cargo de primer ministro. Sin embargo, la reciente reforma constitucional establecía claramente que en adelante el jefe del Estado no podría nombrar al jefe del Gobierno a su criterio, sino que tendría que escogerlo del grupo parlamentario mayoritario, que en esta legislatura era Sueño Georgiano. Ganara quien ganara las presidenciales, el primer ministro seguiría siendo del bando de Ivanishvili. La única conclusión plausible de estas extrañas afirmaciones era que de Ivanishvili y Margvelashvili tan sólo pretendían asustar al electorado, ampliamente disgustado con la gestión presidencial de Saakashvili, y estimular el gran vuelto electoral a favor de la oposición que ya pintaban los sondeos.

En efecto, el 27 de octubre de 2013 Margvelashvili arrolló a un pelotón de 22 contrincantes con el 62,1% de los votos. Bakradze, que felicitó a su oponente sin rechistar, sólo obtuvo el 21,7% y en tercer lugar quedó Burdzhanadze con el 10,2%. La afluencia a las urnas fue muy baja: sólo participó el 46,9% del censo. El índice de abstención superó en más de 10 puntos al registrado en las elecciones de 2008, cuando Saakashvili ganó la reválida frente al empresario Levan Gachechiladze con un 54,7% de apoyos, y nada menos que en 36 puntos al de la edición de 2004, que disparó a Saakashvili a la Presidencia con un apabullante 96,3%. La elección de Margvelashvili fue declarada "limpia", "positiva" y "transparente", acorde a los estándares de calidad democrática, por los observadores de la OSCE.

Las felicitaciones llegaron desde Estados Unidos, de la Unión Europea, que elogió las "fuertes credenciales democráticas" del país transcaucásico, con el que se disponía a hacer nuevos progresos en la ambiciosa agenda común de asociación política e integración económica, y de Rusia, cuyo ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, expresó su esperanza de que las nuevas autoridades de Tbilisi adoptaran con Moscú "una política de amistad que tenga en cuenta la situación actual en esta compleja región". El ganador valoró el resultado en estos términos: "Hoy es un día extremadamente importante [para Georgia] porque ha sido un proceso electoral muy tranquilo y acorde a los estándares europeos. Hemos tenido una campaña electoral de estilo europeo y un día de votación de estilo europeo. Esto va a consolidar la democracia, y la consolidación del curso político hará de nuestro país y nuestra nación un verdadero Estado europeo", afirmó Margvelashvili.

Contrastando con el buen perder de Bakradze, Saakashvili destacó también la normalidad del proceso electoral, pero calificó el triunfo del candidato opositor de "serio revés para Georgia y sus perspectivas de futuro". El dirigente saliente confesaba su inquietud por las consecuencias que para la soberanía nacional pudiera tener la voluntad de Margvelashvili de recuperar un diálogo constructivo con Rusia. Saakashvili tampoco ocultaba su preocupación por una posible persecución judicial, toda vez que Sueño Georgiano y otras formaciones opositoras hacía años que venían poniéndole de corrupto y acusándole de cometer múltiples delitos y abusos. Aquí, el tono más amenazante lo empleó Ivanishvili, quien tachaba a Saakashvili de "mentiroso", "dictador" y "cadáver político", y al que advirtió que podría ser investigado por la fiscalía y tener que rendir cuentas ante los jueces. Para dejar patente su disgusto, Saakashvili boicoteó la ceremonia del traspaso de poderes.

El 17 de noviembre Margvelashvili prestó jura en el Parlamento como el cuarto presidente de la Georgia independiente con un mandato de cinco años. Con este acto, que tuvo lugar en el viejo palacio sito en la Avenida Rustaveli de Tbilisi y no en la futurista y polémica sede legislativa inaugurada en 2012 en la ciudad de Kutaisi, entró en vigor el paquete de reformas constitucionales aprobado desde 2010, que convertía a la georgiana en una república con un sistema de gobierno de tipo parlamentario-presidencial.

En su discurso inaugural, Margvelashvili subrayó su determinación de avanzar decisivamente en la plena integración de Georgia en las estructuras euro-atlánticas (el proceso con la UE marchaba con más fluidez que el abierto con la OTAN, donde la candidatura a la adhesión llevaba un lustro atascada debido al poderoso factor de distorsión ruso, aunque Ivanishvili creía posible dar el penúltimo paso, la adopción del Plan de Acción para el Ingreso, MAP, en 2014), y en paralelo a una mejora de las relaciones con Moscú. De Rusia, el nuevo presidente esperaba "más diálogo" y "medidas de confianza", pero esta apertura debía basarse en "el respeto inequívoco de los intereses nacionales de Georgia, es decir, de nuestras fronteras internacionalmente reconocidas y de los principios de la soberanía y la integridad territorial".

Margvelashvili también tuvo palabras conciliatorias para abjazios y sudosetios, a los que tendía una rama de olivo. "Esta es nuestra oferta a nuestros compatriotas que viven en Abjazia y la Región de Tsjinvali: dejadnos construir juntos un país democrático con éxito, un país que pueda garantizar el bienestar de todos sus ciudadanos, preservar su identidad étnica y cultural, y respetar sus derechos políticos".

A continuación, Margvelashvili se mudó a unas dependencias del complejo de la Cancillería del Estado. Esta iba a ser su morada y oficina presidencial mientras durasen las obras de acondicionamiento de la residencia permanente, un edificio decimonónico que había acogido la Embajada de Estados Unidos en Tbilisi. El nuevo mandatario rehusó ocupar el faraónico palacio presidencial mandado levantar por su predecesor en 2004 y que había abierto sus puertas en 2009. La imponente construcción había costado al erario 200 millones de dólares. Tal como había adelantado, con la explicación de que sus metas políticas ya habían sido cumplidas, Ivanishvili se despidió de la jefatura del Gobierno. Su sucesor, acordado por la coalición gobernante, era Irakli Garibashvili, el actual ministro del Interior, considerado la mano derecha del multimillonario.

El 20 de noviembre Margvelashvili hizo oficial el nombramiento con la firma del pertinente decreto y en la misma jornada el Parlamento dio su visto bueno a Garibashvili por 93 votos contra 19. El nuevo Gabinete era prácticamente idéntico al anterior, salvo por el reemplazo de Garibashvili por Aleksandre Chikaidze en Interior. El 24 de noviembre Garibashvili se convirtió también en el líder formal del KO-DS.

El 28 de noviembre, menos de dos semanas después de asumir el cargo, Margvelashvili, se desplazó a la capital de Lituania, Vilna, para tomar parte en la III Cumbre de la Asociación Oriental, foro integrado por Georgia y otros cinco estados ex soviéticos, y los 28 países miembros de la UE. El 29 de noviembre el presidente atestiguó con satisfacción la firma del documento que inicializaba, es decir, lo dejaba listo para su rúbrica oficial, el Acuerdo de Asociación entre Georgia y la UE. El documento, que llevaba anexo el acuerdo sobre el Área de Libre Comercio Amplia y Profunda (DCFTA), fue signado por la ministra de Exteriores georgiana, Maia Panjikidze, y la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton. La firma del capítulo comercial corrió a cargo del ministro de Economía, Giorgi Kvirikashvili, y el comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht. El Acuerdo de Asociación era el tercer gran hito del proceso de integración de Georgia en la UE, luego del Acuerdo de Asociación y Cooperación firmado por Shevardnadze en 1999 y el Plan de Acción en el marco de la Política Europea de Vecindad (PAV) adoptado por Saakashvili en 2006.

El presidente de Georgia está divorciado, es padre de una joven veinteañera llamada Ana y mantiene una relación de pareja con la actriz y cantante ocasional Maka Chichua. Según los despachos de prensa publicados con motivo de su elección, Margvelashvili se expresa con fluidez en los idiomas inglés y ruso, y su variada paleta de aficiones incluye el senderismo de montaña, el tai chi, la equitación y el punto de lana.

(Cobertura informativa hasta 19/12/2013)