Fradique de Menezes

De padre portugués y de madre mulata, luego portador de un grado de mestizaje en el que, empero, predomina la etnogenia europea, su trayectoria pública desde los años ochenta en este minúsculo Estado insular lusófono del golfo de Guinea se reparte entre la política y los negocios, si bien la popularidad de que gozaba en vísperas de su acceso a la Presidencia de la República en 2001 se relacionaba con sus éxitos en la segunda faceta.

Aunque formado como médico psicólogo en Bélgica, no llegó a ejercer esa profesión, y después de titularse prestó servicio militar en Mozambique en las filas del Ejército colonial portugués. Después del acceso a la independencia de São Tomé el 12 de julio de 1975, de Menezes se afilió al Movimiento de Liberación de São Tomé y Príncipe (MLSTP), el partido de confesión marxista que adquirió el monopolio del poder bajo la presidencia de Manuel Pinto da Costa.

Subsiguientemente, de Menezes fue haciéndose un hueco en la vida política nacional, hasta ser nombrado por Pinto da Costa ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación en 1986. Al año siguiente cesó en esta responsabilidad de Gobierno y emprendió una corta etapa de servidor diplomático como embajador ante la Comunidad Europea y en Bélgica y Alemania. A comienzos de los años noventa, por la época en que el régimen del MLSTP, ahora llamado también Partido Social Demócrata (PSD), emprendió un proceso de democratización que culminó con la celebración de elecciones libres en enero y marzo de 1991, las cuales desalojaron del poder a Pinto da Costa y llevaron a la Presidencia al opositor Miguel Trovoada, de Menezes concentró sus actividades en el sector industrial privado, adquiriendo lucrativos intereses en la exportación de cacao y en la importación de cementos, y llegando a convertirse en el primer empresario de país.

En 1992 fue nombrado presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura, y en los años siguientes su ascendiente público en esta nación de menos de 130.000 habitantes (São Tomé cuenta hoy con unos 150.000) ganó nuevos enteros, si bien el caso fue que solicitó y obtuvo la nacionalidad portuguesa. La imposibilidad legal para Trovoada de optar al tercer mandato en las presidenciales de julio de 2001 dejó un hueco en la postulación del oficialismo que estimuló las ambiciones políticas de de Menezes, hasta entonces no explícitas. Con el apoyo oficial del partido de Trovoada, Acción Democrática Independiente (ADI, centrista), que desde las elecciones legislativas de octubre de 1994 se encontraba en minoría parlamentaria frente al MLSTP-PSD, de Menezes lanzó su candidatura presidencial luego de recuperar la ciudadanía saotomense. Lo apresurado de este cambio de nacionalidad suscitó dudas de procedencia en el Tribunal Supremo, pero la candidatura del empresario terminó siendo habilitada.

De Menezes, descrito por quienes le conocían con los típicos rasgos empresariales del hombre de carácter fuerte, emprendedor y de mentalidad práctica, desplegó una campaña colorista, llena de promesas al uso y no exenta de gestos populistas, como, en una interpretación generosa del merchandising electoral, el reparto de bienes de consumo baratos a sus potenciales votantes. Habló de combatir la burocracia administrativa, erradicar la pobreza que aflige a miles de ciudadanos y estimular el desarrollo económico. La coyuntura en este terreno estaba francamente débil, a causa, por un lado, de la caída de las exportaciones de cacao, como consecuencia de las inundaciones y una mala gestión, y, por otro lado, de las servidumbres de la enorme deuda externa de 320 millones de dólares, equivalente al 400% del PIB, esto es, la proporción más elevada de todo el continente.

Al igual que los demás candidatos, de Menezes alimentó las expectativas generales de un futuro luminoso para São Tomé con el bombeo de los yacimientos petroleros offshore, descubiertos hacía poco, dentro del boom petrolero que estaba afectado a todos los países del golfo de Guinea, desde Nigeria hasta Gabón. En marzo el Gobierno de Trovoada suscribió con su homólogo de Nigeria un acuerdo para la explotación conjunta de estos pozos submarinos a partir de 2007 y la reserva a São Tomé de una cuota de beneficios del 40%. La cuestión del petróleo estaba suscitando inusuales movimientos de interés estratégico hacia São Tomé y sus vicisitudes políticas.

Por ejemplo, medios portugueses señalaron al Gobierno de José Eduardo dos Santos de Angola (país de fuertes lazos culturales y económicos con São Tomé) como el principal simpatizante de Pinto da Costa, que por tercera vez consecutiva intentaba retornar a la Presidencia a través de las urnas, mientras que por de Menezes apostarían el gobierno nigeriano, la guerrilla angoleña de la UNITA de Jonas Savimbi y multinacionales petroleras como ExxonMobil y Dutch-Shell, consideradas favoritas para adjudicarse los contratos de explotación y cumplir el objetivo de producir un millón de barriles al día a lo largo de una década.

La capacidad de seducción de de Menezes, con su énfasis en sus aptitudes empresariales como la mejor garantía de una buena gestión de la próxima bonanza petrolera, anuló la condición de favorito con que Pinto da Costa empezó la campaña electoral, de manera que el 29 de julio el aspirante del oficialismo ganó con un contundente 56,3% de los votos, haciendo innecesaria la segunda vuelta. El 3 de septiembre de 2001 de Menezes tomó posesión de su mandato quinquenal.

Desde entonces y hasta el golpe militar de julio de 2003, la administración del empresario mestizo estuvo asaeteada por tensiones políticas, con crisis constitucionales e institucionales, mientras aguardaba el esperadísimo petróleo de la plataforma costera, lo cual alimentó balances muy poco complacientes en los análisis de prensa. Acusado de autoritario y de intentar subvertir el principio constitucional de la división de poderes, el 16 de enero de 2002 el mandatario vetó una iniciativa de reforma de la Constitución que había sido aprobada por la Asamblea con la preceptiva mayoría de dos tercios y que pretendía aclarar los ámbitos de decisiones de las instituciones de este sistema de Gobierno mixto, con rasgos de parlamentarismo a la vez que de presidencialismo.

La decisión de de Menezes se interpretó como una represalia por la negativa de la mayoría parlamentaria del MLSTP-PSD de otorgar la confianza al primer ministro designado por él el 25 de septiembre anterior, Evaristo Carvalho, de la ADI, que sucedía a Guilherme Posser da Costa, un hombre de Pinto da Costa a quien el flamante presidente destituyó el 18 de septiembre, no obstante las declaraciones previas de fe en una cohabitación constructiva con el ex partido único, por discrepancias sobre el reparto de cuotas de poder en el Gobierno.

Ante el bloqueo político, de Menezes convocó elecciones legislativas anticipadas para el 3 de marzo de 2002 con la esperanza de que los comicios produjeran una Asamblea Nacional más favorable, pero los resultados no satisficieron estas expectativas. Empatados en el 39% de los votos, el MLSTP-PSD se quedó con 24 escaños y la alianza del propresidencial Movimiento Democrático-Fuerza por el Cambio (MDFM), partido recién creado por disidentes de la ADI, y el Partido de Convergencia Democrática-Grupo de Reflexión (PCD) recibió 23, seguidos por la coalición pentapartita Uê Kédadji, con ocho actas. Ante la nueva falta de mayoría, de Menezes nombró, el 26 de marzo, un primer ministro del MDFM, Gabriel Arcanjo da Costa, y organizó un Gobierno de concentración con todas las fuerzas parlamentarias.

Sin embargo, este esfuerzo multipartito de asentar en las islas la necesaria estabilidad política para no poner en peligro el futuro desarrollo petrolero no tardó en experimentar tensiones y el 27 de septiembre de Menezes destituyó a da Costa de resultas de la polémica de unas promociones de mandos militares que habían generado protestas de algunos uniformados y que abundó en el descontento preexistente en la milicia sobre malas pagas. Para apaciguar la situación, de Menezes aceptó que el MLSTP-PSD encabezara el nuevo Gobierno, de manera que el 3 de octubre nombró a una socialdemócrata, Maria das Neves de Sousa, primera ministra.

El siguiente episodio de esta porfía se registró el 21 enero de 2003 cuando de Menezes decretó la disolución de la Asamblea y convocó a elecciones anticipadas para el 13 de abril, luego de volver a vetar un borrador aprobado por la mayoría parlamentaria sobre reformas constitucionales que, entre otros puntos, recortaban los poderes del presidente. En esta ocasión el propio MDFM expresó su desagrado por la actitud obstruccionista de de Menezes, quien, visto el panorama, resolvió revocar, al cabo de tres días, el polémico decreto. En los meses siguientes, las controversias nacionales tuvieron como principal asunto la aún pendiente licitación de las contratas petroleras, para las que se proyectaban como beneficiarias la estadounidense ExxonMobil, la noruega Petroleum Geo-Services (PGS) y la nigeriana Chrome Energy Corporation.

De este clima enrarecido por las trifulcas políticas, el malestar en los cuarteles y la ansiedad general por la próxima explotación petrolera emanó el golpe de Estado del 16 de julio de 2003 encabezado por el mayor Fernando Pereira, alias Cobo, director de la Escuela Militar que instruye a la oficialidad del diminuto Ejército saotomense (600 hombres).

Aprovechando que de Menezes se encontraba en Nigeria en visita privada para tratar cuestiones pendientes del acuerdo petrolero de 2001, los golpistas se apoderaron de los edificios gubernamentales, arrestaron a la primera ministra das Neves (la cual sufrió un colapso cardíaco por el tiroteo que estalló cuando iban a prenderla en su domicilio y hubo de ser hospitalizada) y otros miembros del Ejecutivo, declararon disueltos los órganos del Estado y constituyeron una Junta Militar de Salvación Nacional con Pereira a su frente y flanqueado por dos civiles, Arlesio Costa y Sabino dos Santos, respectivamente el presidente y el vicepresidente de un partido extraparlamentario, el Frente Demócrata Cristiano (FDC), que tenía la traza de servir de brazo civil de la conjura. La fuerza de choque de este golpe incruento la aportaban antiguos mercenarios que lucharon en Angola al servicio de Sudáfrica.

La quiebra del orden democrático en São Tomé provocó la enérgica condena de la Unidad Africana, con su presidente de turno, el mozambiqueño Joaquim Chissano, haciendo de portavoz, la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) y los gobiernos de Portugal, Francia, Nigeria y Estados Unidos. En su primera alocución radiada, Pereira justificó su acción por el "continuo declive social y económico del país", para impedir que el pueblo "muriera de hambre" y para poner fin a la "inestabilidad política instaurada por el poder cesante".

El militar pidió a la comunidad internacional que no interviniera en la crisis y que permitiera a los saotomenses "resolver todos los desafíos que se les imponen actualmente", y, como es de rigor en estos casos, negó que tuviera apetencias personales de poder y prometió un gobierno de transición, elecciones libres y el retorno a un sistema democrático más perfeccionado. En cuanto a un hipotético patrocinio exterior del golpe, Angola recibió algunas miradas de sospecha, teniendo presente que Luanda estaba involucrada en el adiestramiento de las fuerzas de seguridad saotomenses y que formaba parte de la pléyade de estados, empresas y grupos de presión deseosos de sacar beneficio del petróleo del país insular. La compañía angoleña Sonangol no iba a recibir contratos de explotación, si bien estaba asesorando al Gobierno saotomense en las negociaciones con Nigeria. De todas maneras, el Gobierno de dos Santos emitió un comunicado condenando "inequívocamente" la ruptura de la constitucionalidad en São Tomé.

Desde Nigeria, de Menezes emitió un llamamiento "a todos los demócratas, dirigentes mundiales y dirigentes africanos" para abortar el golpe, y sobre los argumentos de sus defenestradores comentó con mordacidad que lo único que les había movido era "el olor del petróleo". El presidente nigeriano, Olusegun Obasanjo, declaró que el golpe en São Tomé no iba a ser tolerado y salió rápidamente en defensa de su aliado estratégico. Se puso en marcha un proceso de conversaciones con la Junta de Pereira, quien, confrontado con las amenazas de aislamiento diplomático, bloqueo económico e incluso de intervención militar, a la par que con expresiones de desacato popular en las calles, no tuvo otra opción que transigir. El faccioso aceptó, primero, negociar con los enviados de los países de la CPLP, la Comunidad Económica de Estados de África Central (CEEAC) y Estados Unidos, y, acto seguido, devolver el poder usurpado.

El 23 de julio se puso término a la peripecia con la firma de un acuerdo entre la Junta y los representantes internacionales por el que de Menezes recobraba la Presidencia a cambio de la formación de un nuevo Gobierno, la amnistía para los golpistas y el compromiso del mandatario repuesto de respetar la separación de poderes del sistema constitucional saotomense y de otorgar al Ejército una capacidad de fiscalización de la política petrolera del Gobierno. De Menezes firmó el documento y ese mismo día voló a São Tomé acompañado de Obasanjo desde la capital de Gabón, Libreville.

Claramente contrariado por una transacción que se le había impuesto, Pereira declaró que si el presidente no se atenía al espíritu de lo pactado, los militares volverían a rebelarse, una amenaza nada velada que, parece, augura nuevas turbulencias a la administración de de Menezes. Por su parte, de Menezes, nada más poner pie en São Tomé, realizó unas declaraciones de tono conciliatorio en las que reconoció la existencia de "serios y persistentes errores" que su Gobierno había dejado sin resolver, no por ausencia de "voluntad política", sino por "falta de tiempo".

(Cobertura informativa hasta 1/8/2003)