Filip Vujanovic

Aun teniendo el ascendiente familiar en Montenegro, nació y recibió parte de su educación en la entonces República Socialista de Serbia. Asistió a la escuela en la ciudad montenegrina de Niksic y luego a la universidad en Belgrado, por cuya Facultad de Derecho se graduó en 1978. Durante tres años trabajó de funcionario de la justicia de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, primero en Serbia, como auxiliar en la Corte Municipal de Belgrado y en la Fiscalía de la República. En noviembre de 1980, meses después de morir el dictador Tito, se trasladó a Titogrado (hoy, Podgorica), capital de la República Socialista de Montenegro, donde ejerció brevemente de secretario en el tribunal de justicia local antes de instalarse como abogado privado en enero de 1981.

En 1989 se convirtió en un precoz presidente de la Junta de Fiscales de Podgorica y en 1992 llevó la causa legal del presidente de la República, Momir Bulatovic, en la querella que éste presentó contra el líder del Partido Popular de Montenegro (NS), Novak Kilibarda, y el periodista Danilo Burzan. Vujanovic militaba desde su creación el 22 de junio de 1991 en el partido que mandaba la coalición gobernante, el Democrático de los Socialistas de Montenegro (DPS); ésta no era sino la nueva denominación de la anterior Liga de los Comunistas de Montenegro, la rama local del extinto partido único a nivel federal, que se había asegurado la permanencia en el poder en la pequeña república adriática tras las elecciones pluralistas de diciembre de 1990.

Los dos máximos dirigentes del DPS eran Bulatovic y otro joven político catapultado a lo más alto en los últimos años de vida de la Yugoslavia socialista, Milo Djukanovic, primer ministro desde enero de 1991. Hasta ahora, los dos habían trabajado en común y compartido lealtad a la nueva República de Serbia regida con mano de hierro por Slobodan Milosevic, como ellos, un ex comunista reconvertido a un socialismo de dudosa catadura, además de líder oportunista que había abrazado el nacionalismo panserbio sin recato de expresiones chovinistas y belicistas, con dramáticas implicaciones para las repúblicas independentistas de Croacia y Bosnia-Herzegovina, así como para la provincia de Kosovo, de mayoría albanesa pero bajo soberanía de Serbia. En abril de 1992 Serbia y Montenegro, dos repúblicas estrechamente vinculadas por historia y cultura, si no directamente hermanadas para muchos montenegrinos, proclamaron la República Federal de Yugoslavia.

Sin embargo, en 1993 Djukanovic entró en colisión con Bulatovic y con su mentor de Belgrado cuando empezó a demandar para Montenegro un papel equitativo y no supeditado a Serbia dentro de la nueva Federación; sin ambages, Djukanovic achacó a Bulatovic, más que condescendencia, servilismo a las tendencias hegemonistas mostradas por Milosevic y los socialistas serbios. En relación con esta porfía, en la que el primer ministro y el presidente comenzaron a mover sus fichas y a regatearse parcelas de poder, cabe analizar el nombramiento de Vujanovic por Djukanovic como ministro de Justicia en febrero de 1993, momento en el cual arranca la carrera política del letrado.

El 17 de mayo de 1995 Djukanovic le trasladó al frente del Ministerio del Interior, una oficina llamada a cobrar una importancia fundamental por tener bajo su control a las únicas fuerzas armadas de la República, las policiales, en un momento en que se ahondaba la división del DPS en dos facciones hostiles, la autonomista de Djukanovic y la proserbia de Bulatovic, lo que daba testimonio de la confianza que el primer ministro tenía depositada en él. En 1997 Djukanovic se enfrentó directamente a Milosevic al reclamar para Montenegro el estatus de igualdad dentro de la Federación, el salto a un sistema de plena economía de mercado y la solución de los desencuentros con Occidente, causa de un nuevo y ruinoso régimen de sanciones petroleras y financieras.

Luego de esquivar un golpe interno contra él, el primer ministro contraatacó y en julio de 1997 consiguió defenestrar a Bulatovic de la jefatura del DPS como anticipo de su salto también a la Presidencia de la República, ambición que satisfizo en las elecciones de octubre por una mínima diferencia de votos frente al favorito de Belgrado. Hasta la toma de posesión de Djukanovic el 15 de enero de 1998, los partidarios de Bulatovic, convencidos de que su jefe había sido víctima de un pucherazo electoral, agitaron la República con una campaña de manifestaciones y de desobediencia civil que la Policía a las órdenes de Vujanovic atajó con una represión dosificada y no cruenta. El nuevo oficialismo de Podgorica temía que los disturbios azuzados por Bulatovic y sus leales del DPS preludiaran la declaración por el Gobierno Federal del estado de emergencia en Montenegro, a cuyo amparo los milosevistas tal vez habrían podido perpetrar un golpe de fuerza.

Confirmado con esta hábil actuación como la mano derecha del flamante presidente, Vujanovic, que también era uno de los vicepresidentes del DPS, se proyectó como el candidato natural a primer ministro. El 19 de enero Djukanovic propuso a su ministro del Interior para el puesto y el 5 de febrero la designación fue aprobada por la Asamblea. Vujanovic formó con el Partido Social Demócrata (SDP) y el Partido Popular (NS) un gobierno interino con mandato hasta las elecciones del 31 de mayo.

Las legislativas de 1998, las cuartas en ocho años, vinieron a confirmar el arraigo del DPS en manos de los reformistas, que, al frente de la Coalición para que Vivamos Mejor en compañía de sus socios de gobierno, se aseguró 42 de los 78 escaños de la Asamblea con el 49,5% de los votos, superando claramente al nuevo Partido Popular Socialista de Montenegro (SNP) de Bulatovic. Los socialistas proserbios compensaron su derrota en Montenegro con el monopolio sobre la representación montenegrina en las instituciones federales que tenían su sede en Belgrado (de hecho, el propio Bulatovic había sido nombrado primer ministro federal el 19 de mayo por Milosevic, a la sazón presidente federal desde julio del año anterior), las cuales pasaron a ser boicoteadas por el Ejecutivo de Podgorica.

El 16 de julio Vujanovic renovó el gabinete con la novedad del retorno del NS (el cual iba a retirarse el 28 de diciembre de 2000, convirtiendo al Ejecutivo, de nuevo, en tripartito) y estableció como prioridades de la legislatura que comenzaba la aceleración de las reformas económicas de mercado, las privatizaciones, la captación de inversiones productivas y la facilitación del diálogo financiero con los gobiernos y organismos occidentales. Las promesas de aperturismo estuvieron aderezadas de proclamas en favor de la soberanía nacional y de la preservación de la “estatalidad, la identidad nacional y la cultura” montenegrinas, unas declaraciones un tanto ambiguas que se alineaban perfectamente con la postura de Djukanovic y que sugerían el abandono de afirmaciones anteriores, sobre que Montenegro no aspiraba a la independencia y era leal a la Federación.

El secesionismo soterrado de Djukanovic y Vujanovic se expresó sin tapujos después de la intervención militar de la OTAN contra Serbia en la primavera de 1999 a causa de la represión masiva de los albaneses de Kosovo y al socaire de la creciente protesta de la oposición nacional serbia contra el enrocado régimen de Milosevic. Entonces se apreció claramente que el poder autoritario de Belgrado no era reformable. Vujanovic unió su voz a la de Djukanovic para denunciar la negativa de Milosevic a negociar una redefinición drástica de las relaciones serbo-montenegrinas y a cambiar la Federación por una asociación de tipo confederal, que salvaguardara la soberanía de Montenegro como un sujeto de derecho internacional, por todo lo cual exigieron su dimisión. En noviembre de 1999 el Gobierno montenegrino tomó un paso con regusto rupturista al introducir el marco alemán como moneda de curso legal junto con el dínar. La justificación presentada fue que había que proteger a Montenegro de eventuales perturbaciones monetarias en Serbia.

En los meses previos y siguientes a aquella medida, el primer ministro, solo o flanqueando al presidente, realizó una serie de visitas a Estados Unidos y países de la Unión Europea (UE) orientadas a recabar reconocimientos políticos y asistencia económica. Vujanovic también se esmeró en mejorar y fortalecer las relaciones con los países vecinos, Croacia, Albania y Bosnia-Herzegovina, con una necesidad eminentemente comercial. Después del derrocamiento de Milosevic en la insurrección popular serbia del 5 de octubre de 2000 se abrió una difícil etapa de entendimiento con las nuevas autoridades de Belgrado, por un lado el presidente federal, Vojislav Kostunica, cuya victoria en las urnas el autócrata depuesto había intentado burlar, y por el otro el Gobierno republicano serbio organizado por la hasta entonces oposición democrática, que tomó posesión en enero de 2001 con Zoran Djindjic a su frente.

A lo largo de 2001, Vujanovic utilizó básicamente el mismo lenguaje y esgrimió los mismos argumentos que Djukanovic, sintetizados en la determinación de celebrar un referéndum sobre la independencia, la exigencia de negociaciones formales para la revisión del esquema legal vigente, el no reconocimiento de las instituciones federales hasta que se alcanzara el deseado acuerdo constitucional, y la reclamación de plena libertad en los terrenos monetario y hacendístico, así como de prerrogativas de política exterior que Montenegro emplearía para aproximarse por su cuenta a las estructuras euro-atlánticas occidentales, todo ello en el seno de una entidad que para Vujanovic podría consistir en una “unión de estados soberanos”. Ahora bien, la posibilidad de que Montenegro declarara unilateralmente la independencia, presentada poco menos que como la alternativa al fracaso de las conversaciones interrepublicanas, fue rechazada de plano por la comunidad internacional.

Djukanovic apostó por legitimar sus planteamientos en las urnas y concibió las elecciones legislativas anticipadas del 22 de abril de 2001 como la antesala del referéndum. El DPS y el SDP presentaron la lista conjunta La Victoria es Montenegro para batir a la alianza Juntos por Yugoslavia que lideraba el SNP, cuyo nuevo jefe era Predrag Bulatovic (sin relación con Momir), proserbio, pero alejado del recalcitrante seguidismo de los socialistas serbios de que había hecho gala la anterior dirigencia.

El oficialismo volvió a ganar en los quintos comicios democráticos, pero el 42,1% de los votos y los 36 escaños obtenidos por el DPS y su aliado no fueron la marejada independentista que Djukanovic y Vujanovic esperaban. Al consolidarse dos bloques casi iguales en la opinión pública montenegrina, la celebración de un referéndum se tornaba delicada, además de que el DPS iba a necesitar apoyos externos para tener un gobierno sólido. La minoría albanesa a través de la Unión Democrática de los Albaneses (DUA) y, sobre todo, la Alianza Liberal (LS) de Miodrag Zivkovic, independentista furibunda y ganadora de seis escaños, aparecían como los socios adecuados. Así, el 2 de julio quedó constituido el tercer gobierno Vujanovic con la participación del SDP de Ranko Krivokapic y la DUA, más el respaldo parlamentario de la LS.

Tras las elecciones de abril la presión internacional se hizo más intensa, pero el dúo gobernante en Podgorica, imperturbable, declaró que nada había cambiado y que el referéndum, previsto inicialmente para junio o julio, se trasladaba a principios de 2002. Días después de constituir su nuevo gabinete, Vujanovic precisó que la consulta podría celebrarse en marzo de 2002. Sin embargo, a comienzos de ese año la postura tajante de la UE y Estados Unidos obligó a los líderes montenegrinos a suspender los planes refrendarios y a embarcarse en un proceso de negociaciones con Serbia sin mayores precondiciones y bajo la égida comunitaria.

Vujanovic participó en las rondas de discusión que tuvieron como mediador decisivo al alto representante de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la UE, Javier Solana, y que desembocaron el 14 de marzo en un “acuerdo de principios” para la continuidad del Estado serbo-montenegrino sobre bases prácticamente confederales, con instituciones de los poderes ejecutivo y legislativo comunes y competencias centrales reducidas a la política exterior, la defensa, las relaciones económicas exteriores, el comercio interior y los asuntos de Derechos Humanos y minorías étnicas. Aspectos clave como la economía interior, la moneda, la seguridad y el orden públicos, las aduanas y el control de fronteras quedaban bajo competencia republicana. Además, durante tres años Serbia y Montenegro no podrían celebrar un referéndum sobre la independencia.

La transacción costó las retiradas del apoyo parlamentario de la LS el 20 de marzo y de la participación en el Gobierno del SDP el 10 de abril, por más que Vujanovic y Djukanovic insistieron en que lo firmado en Belgrado era un arreglo constitucional de transición hasta la completa independencia al cabo del preceptuado período en blanco de tres años. Vujanovic emprendió negociaciones a varias bandas para recomponer la mayoría gubernamental; confrontado con el fracaso, el 19 de abril anunció que arrojaba la toalla y que dimitía, pero diez días después se retractó al recibir el voto de confianza de Djukanovic. Pese a perder una moción en la Asamblea el 22 de mayo, el presidente insistió en que continuara intentando la formación del nuevo gobierno, ya que Vujanovic era un “hombre de probada integridad” que había mostrado su valía en las recientes negociaciones interrepublicanas. El 10 de junio el primer ministro y el presidente se comprometieron en Belgrado ante Solana y a la vez que Kostunica y el viceprimer ministro federal Miroljub Labus, a tener ultimado sin dilación el borrador de la nueva Constitución estatal.

El persistente bloqueo gubernamental empujó a Djukanovic a convocar elecciones legislativas anticipadas para el 20 de octubre de 2002. Los comicios supusieron un nítido respaldo popular al DPS al obtener la Coalición Democrática por un Montenegro Europeo, articulada con el SDP, el diminuto Partido de los Ciudadanos de Montenegro (GP) y candidatos independientes, 39 de los 75 escaños, esto es, uno por encima de la mayoría absoluta, con el 47,9% de los sufragios. Inesperadamente, Djukanovic se postuló a sí mismo para encabezar el nuevo gobierno que se pretendía fuera plural, lo que entrañaba abandonar la Presidencia de la República y desplazar a Vujanovic.

El partido explicó que iba en interés del país el refuerzo de la figura del primer ministro en la etapa política que comenzaba, y los observadores apuntaron que, lejos de pretender eclipsarse, Djukanovic deseaba controlar personalmente las decisiones del gabinete, sobre todo en el terreno económico, y los manejos partidistas, de manera que, en una cultura política donde la personalidad del titular pesa más que el elenco de atribuciones que la Constitución otorga al puesto, el peso del poder ejecutivo iba a trasladarse de la Presidencia de la República al Gobierno.

Sin oficializarlo por el momento, Vujanovic se prefiguró como el reemplazo de Djukanovic en la Presidencia, luego iba a tratarse de un intercambio de puestos. Como prólogo de esta mudanza institucional un tanto alambicada, el 5 de noviembre el todavía primer ministro fue elegido presidente de la Asamblea en sustitución de la liberal Vesna Perovic, protagonizando una insólita duplicidad de cargos republicanos. Tal como se esperaba, el 25 de noviembre Djukanovic presentó la dimisión y al día siguiente tomó posesión como primer ministro previa propuesta de su investidura parlamentaria por Vujanovic, quien de esta manera asumió la Presidencia de la República en funciones. El siguiente trámite fue la confirmación de la candidatura presidencial de Vujanovic a las elecciones del 22 de diciembre.

Ese día Vujanovic venció de manera apabullante con el 83,9% de los votos a un contrincante testimonial, el independiente Dragan Hajdukovic, pero la votación hubo de ser suspendida porque la participación se quedó a cuatro puntos del requisito legal del 50% del censo. En la segunda ronda, el 9 de febrero de 2003, sucedió prácticamente lo mismo: Vujanovic se adjudicó un contundente 81,5% frente a Hajdukovic, pero el nivel de participación, del 47,7%, siguió siendo insuficiente. La oposición del SNP y el LS, que no habían presentado candidatos, consideró que el boicot por ellos propugnado —naturalmente, cada uno por separado y por razones bien distintas— había sido todo un éxito y cantó victoria, no obstante sumirse el país en una incómoda acefalia institucional. Además, Djukanovic tuvo más dificultades de las previstas para formar su gabinete de coalición, que hasta el 8 de enero no recibió la investidura parlamentaria.

La aspiración presidencial de Vujanovic quedaba en el alero, pero para entonces, la formación de la nueva unión con Serbia estaba a punto de ultimarse. El 6 de diciembre de 2002 una comisión ad hoc adoptó el texto de la Carta Constitucional de Serbia y Montenegro, que tal iba a ser el nombre del nuevo Estado; el 29 de enero de 2003 la Asamblea de Podgorica, dos días después de que lo hiciera su homónima de Belgrado, sancionó esta Carta Magna; y, el 4 de febrero hizo lo propio la Asamblea Federal, momento en el cual la República Federal de Yugoslavia dejó de existir y nació el nuevo Estado serbo-montenegrino. El 3 de marzo se inauguró la nueva Asamblea estatal con la participación de 19 diputados de la coalición gobernante en Podgorica y el 7 de marzo Svetozar Marovic, ex presidente de la Asamblea de Montenegro y el otro vicepresidente del DPS, fue elegido presidente de Serbia y Montenegro. Con la asunción del Gobierno de Marovic el 17 de marzo, el DPS terminó un lustro de exclusión y de boicot a las instituciones estatales.

La situación política terminó de clarificarse en Montenegro el 11 de mayo con la proclamación presidencial de Vujanovic en su tercer asalto electoral: esta vez el ex primer ministro se adjudicó un más moderado aunque aún inapelable 63,3% de los sufragios, más del doble que los cosechados por Miodrag Zivkovic, ahora sí saltado a la arena de las presidenciales, y no importó que siguiera sin alcanzarse el 50% de participación (el índice fue el 48,5% en esta ocasión) porque el requisito legal había sido removido. El 19 de mayo Vujanovic cesó al frente de la Asamblea y el día 22 se hizo cargo de la Presidencia de la República nada más publicarse el resultado oficial del escrutinio, completando así la azarosa reestructuración institucional principiada en octubre del año anterior.

En sus primeras alocuciones como máximo responsable republicano, Vujanovic delineó los objetivos de conseguir la adhesión en el año en curso al programa de la OTAN Asociación (o Partenariado) para la Paz y, a largo plazo, el ingreso en la UE, posibilidad, empero, no contemplada por Bruselas, que insistía en la candidatura unitaria de Serbia y Montenegro, aunque la mera solicitud de membresía ya se antojaba poco realista por el momento. Además, Vujanovic prometió que en 2006 convocaría el referéndum sobre la independencia, ya que, a su entender, “Serbia y Montenegro funcionarían de una manera más efectiva y económica” si decidían continuar su andadura por separado. La ceremonia formal de la toma de posesión tuvo lugar el 13 de junio en la ciudad histórica de Cetinje, relacionada con el antiguo Estado montenegrino y en particular con el período comprendido entre 1878 y 1918, cuando el país gozó de independencia internacionalmente reconocida bajo la monarquía de los Petrovic.

(Nota de edición: esta biografía fue publicada en 6/2003. El Estado de Serbia y Montenegro dejó de existir en 2006 con las proclamaciones de independencia por las repúblicas de Montenegro, el 3 de junio, y de Serbia —de facto—, el 5 de junio. El ejercicio de Filip Vujanovic como presidente de la República de Montenegro concluyó el 20/5/2018; su sucesor en la jefatura del Estado fue Milo Djukanovic).