Federica Mogherini
Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (2014-2019); ministra de Exteriores (2014)
El 1 de noviembre de 2014 ha tomado posesión la nueva Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, hasta la fecha ministra de Exteriores de Italia, país que ostenta la presidencia de turno del Consejo de la UE en el segundo semestre del año. La sucesora de la británica Catherine Ashton es además, tal como establece el Tratado de Lisboa, vicepresidenta de la Comisión Europea y presidenta del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE, luego participa por igual en los componentes supranacional e intergubernamental de la Unión.
La candidatura de Mogherini ha sido una apuesta personal de su jefe político, el primer ministro y secretario del PD italiano Matteo Renzi, quien la defendió en el Consejo Europeo frente a las dudas y los recelos, en particular de los gobiernos bálticos y polaco, que suscitaban la posible inexperiencia de la aspirante y su aparente tibieza o condescendencia con Rusia en plena injerencia militar en Ucrania. A sus 41 años, esta politóloga romana interesada por las cuestiones del mundo árabe-musulmán, las relaciones euro-atlánticas y el control de armamentos exhibe un currículum institucional ciertamente restringido, pues se limita a un sexenio como diputada del Parlamento italiano y estos ocho meses como ministra de Exteriores, pero aun así posee un indudable bagaje internacional. Toda su carrera profesional ha transcurrido en las estructuras del PD y los partidos poscomunistas que lo precedieron, el PDS y los DS, donde siempre gozó de la confianza del líder de turno.
La selección europea de Mogherini ha satisfecho un complejo equilibrio no escrito de requisitos políticos, geográficos y de género en las consultas para el reparto de los principales cargos de la UE. Junto con ella se estrenan el socialcristiano luxemburgués Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión y el liberal polaco como presidente del Consejo Europeo; ambos, ex primeros ministros, ofrecen contrapuntos complementarios a quien es miembro de la familia socialista, europea del sur y mujer.
Como máxima autoridad de la diplomacia de la Unión, responsable de elaborar y ejecutar las acciones enmarcadas en la PESC/PCSD, Mogherini deberá, coordinándose estrechamente con Tusk y los ministros del Consejo, elevar el perfil de la política exterior de la UE, poco dibujado con Van Rompuy y Ashton. Del nuevo tándem Tusk-Mogherini se espera una impresión de mayor liderazgo para afirmar a la UE como actor internacional relevante, empezando por el conflicto de Ucrania. Incluso antes de iniciar su mandato de cinco años, la alta representante ha incidido en el tono de firmeza con la "agresión militar" de Moscú al país con el que la UE ya ha firmado el Acuerdo de Asociación, al dar cuenta de la nueva ronda de sanciones comunitarias y declarar finiquitada la "asociación estratégica" UE-Rusia. Otros capítulos que requieren la atención prioritaria de la llamada Lady PESC son los múltiples escenarios de crisis (Libia, Palestina, Irak, Siria) que convulsionan el flanco sur de la Política Europea de Vecindad (PEV), el diálogo nuclear con Irán y las negociaciones de la TTIP con Estados Unidos.
(Texto actualizado hasta noviembre 2014)
1. Miembro de la sección internacional del aparato del PD italiano
2. Ministra de Exteriores del Gobierno Renzi
3. Elección para el puesto de Alto Representante de la UE
1. Miembro de la sección internacional del aparato del PD italiano
El segundo titular y la segunda mujer al frente, desde el 1 de noviembre de 2014, del puesto de Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad nació en 1973 en el hogar romano fundado por Flavio Mogherini (1922–1994), conocido realizador, escenógrafo y diseñador de vestuario de la industria del cine italiana. Federica cursó el bachillerato en el Liceo Clásico Tito Lucrecio Caro y luego estudió Ciencias Políticas en La Sapienza-Universidad de Roma, por la que se graduó con honores. Su tesina de final de carrera, elaborada en el Istitut de Recherche e d'Etudes sur le Monde Arabe et la Méditerranée (IREMAM) de Aix-en-Provence, Francia, con la ayuda de una beca Erasmus, versó sobre los aspectos filosóficos de la relación entre las prácticas religiosa y política en el Islam.
Portando unas ideas políticas de extrema izquierda, Mogherini fue una precoz –desde los 15 años- y activo miembro de la Federación Juvenil Comunista Italiana (FGCI), la rama de juventudes del Partido Comunista Italiano (PCI), hasta su disolución en diciembre de 1990, poco antes del propio PCI. En 1996, con 23 años, la universitaria trasladó su militancia a la Sinistra Giovanile (SG), organización heredera de la FGCI y que agrupaba a los militantes de menos de 29 años de la principal formación sucesora del PCI, el Partido Democrático de la Izquierda (PDS), desde 1998 llamado simplemente Demócratas de Izquierda (DS). En la dirigencia de la SG, Mogherini se hizo cargo del área de universidades y relaciones con el exterior. Entre tanto, el PDS/DS, bajo los liderazgos de Massimo D'Alema y Walter Veltroni, y formando una inestable coalición, El Olivo, con otras fuerzas del centro y la izquierda, gobernaba Italia. Fueron los años (1996-2001) de los precarios Consejos de Ministros presididos por Romano Prodi, D'Alema y Giuliano Amato.
La joven politóloga, en lugar de iniciar una carrera profesional en el mundo académico, el sector privado o la función pública de Italia, dedicó todo su tiempo al activismo político de izquierdas y desplegó una intensa agenda europea e internacional. Fue miembro del Consejo del Foro Europeo de la Juventud, vicepresidenta de la Organización de Juventudes Socialistas de la Comunidad Europea (ECOSY, hoy Juventudes Socialistas Europeas, YES) y secretaria del Foro de la Juventud de la FAO. También tomó parte como voluntaria en campañas de movilización contra el racismo y la xenofobia.
El aspecto más señalado de sus actividades era una profunda filia por el mundo árabe y musulmán que incluía una postura cerradamente propalestina en el conflicto de Oriente Próximo. Mogherini realizó numerosos viajes y largas estancias en países de la región, llegando a conocer personalmente a Yasser Arafat. El recibimiento de la italiana, quien venía a Palestina en representación de su partido, los DS, tuvo lugar en el asediado cuartel general de Arafat en Ramallah en julio 2002, dos años antes del fallecimiento del líder palestino, y del mismo queda como testimonio una foto de ambos que durante un tiempo estuvo colgada en el blog de ella; luego esta imagen fue retirada de la web de Mogherini, al parecer no mucho antes de convertirse la retratada en ministra de Exteriores de Italia, pero se ha conservado en Internet, donde hay multitud de copias.
El salto de Mogherini a la alta política partidista se remonta a 2001, cuando recibió asiento en el Consejo Nacional de los DS. Fue a raíz del cambio de guardia en la cúpula de la formación ex comunista, donde Piero Fassino relevó como secretario nacional a Veltroni, dimitido tras el descalabro sufrido en las elecciones generales de mayo por El Olivo, con Francesco Rutelli de abanderado, frente a la coalición conservadora de Silvio Berlusconi, nuevamente primer ministro. Al igual que en su momento bajo D'Alema y Veltroni, Mogherini se aseguró un buen cobijo político a la sombra de Fassino, quien le expresó su confianza en ella situándola en la Dirección Nacional y el Comité Político del partido.
A partir de 2003 Mogherini desarrolló diversos cometidos en el área de Exteriores del aparato de los DS, primero como responsable de las relaciones con otros partidos y movimientos ideológicamente afines de Europa y el mundo, luego como coordinadora de departamento y finalmente como encargada del área de Exteriores y Relaciones Internacionales de la Secretaría encabezada por Fassino. Aunque acostumbraba a tratar con los colegas de la Internacional Socialista y el Partido de los Socialistas Europeos (PSE), las actualidades de Palestina, Irak, Afganistán y Oriente Medio en general siguieron captando su atención preferente.
Tras la fusión, en octubre de 2007, de los DS con La Margarita de Rutelli (el otro integrante principal de La Unión, la nueva coalición del centro-izquierda aupada al Gobierno el año anterior bajo el mando de Prodi) para dar lugar al nuevo Partido Democrático (PD), Mogherini se mantuvo en la dirección orgánica como lugarteniente de Veltroni, elegido secretario nacional de la flamante formación en lugar de Fassino y desplazando también a D'Alema, quien venía ostentando la presidencia de los DS a la vez que servía en el Gobierno Prodi como ministro de Exteriores. En la Secretaría Nacional del PD Mogherini tomó a su cargo la Reforma Institucional.
Tras las elecciones legislativas de abril de 2008, que devolvieron a la oposición al centro-izquierda italiano, vencido por el centro-derecha de Berlusconi, Mogherini debutó en la Cámara de Diputados en representación de la circunscripción norteña de Véneto 1, que comprende las provincias de Padua, Verona, Vicenza y Rovigo. En la turbulenta XVI Legislatura de la República Italiana, pautada desde el Ejecutivo por el último Gobierno Berlusconi y, desde noviembre de 2011, por el Gabinete tecnocrático de Mario Monti, la diputada demócrata estuvo adscrita a la Comisión de Defensa, de la que fue secretaria, y a las delegaciones del Parlamento Italiano en las Asambleas Parlamentarias de la Unión Europea Occidental (UEO, hasta la disolución de la organización en junio de 2011) y el Consejo de Europa.
En febrero de 2009 Mogherini estuvo de vuelta en la Secretaría Nacional del PD de la mano del recién elegido secretario del partido, Dario Franceschini, quien le confió el departamento de Asuntos Comunitarios e Internacionales. La diputada se adhirió a la facción centrista de Franceschini, Área Democrática, pero poco después, siguiendo con la práctica de adjuntarse a la corriente principal del momento, trasladó su lealtad a Pier Luigi Bersani, veterano de los gobiernos de El Olivo y la Unión, quien en octubre de 2009 retó a Franceschini y le arrebató la Secretaría. Entonces, Bersani se impuso en la liza interna del PD con una plataforma integradora y pragmática que buscaba sintetizar las tres tradiciones ideológicas del partido, que eran el socialismo democrático poscomunista, la socialdemocracia y el socialcristianismo inspirado en los valores popular-católicos. Mogherini no se ubicaba de manera clara en ninguna de las tres. Desde 2008 los demócratas recorrían su particular travesía del desierto entre escándalos de corrupción, batacazos electorales, disputas familiares y crisis de identidad, lo que minaba su capacidad para ejercer la oposición parlamentaria a Berlusconi.
Bersani devolvió las ilusiones al PD, pero en las elecciones generales de febrero de 2013, convocadas tras periclitar el Gobierno técnico de Monti, la coalición articulada por los demócratas, Italia Bien Común, decepcionó las expectativas de noquear al Pueblo de la Libertad (PdL) de Berlusconi en las dos cámaras del Parlamento, donde irrumpió con fuerza espectacular el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) del cómico y adalid de la "anti-política" Beppe Grillo. Privado de la mayoría en el Senado e incapaz de constituir el nuevo Ejecutivo, Bersani arrojó la toalla y dejó paso a Enrico Letta, el vicesecretario del PD, quien a últimos de abril pudo formar un Gobierno de gran coalición tan inédito como endeble.
En los comicios de 2013 Mogherini revalidó su acta de diputada, aunque esta vez representando a la circunscripción de Emilia-Romaña. Al iniciar su segunda legislatura, la demócrata siguió en la Comisión de Defensa y se unió además a la de Asuntos Exteriores y Comunitarios. En agosto de 2013 fue nombrada al frente de la delegación nacional en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. Al margen de sus quehaceres en el Parlamento italiano y en la dirección del PD, Mogherini reforzó su perfil internacional en estos años como un rico repertorio de filiaciones. Así, fue socia del Istituto Affari Internazionali (IAI) de Roma, vicepresidenta de la Fondazione Italia USA, fellow del German Marshall Fund of the United States (GMFUS), miembro del Consejo de la European Leadership Network for Multilateral Nuclear Disarmament and Non-Proliferation (ELN), miembro del Consiglio per le Relazioni fra Italia e Stati Uniti (CONSIUSA) y miembro también del Grupo de Personas Eminentes (GEM) de la Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBTO).
2. Ministra de Exteriores del Gobierno Renzi
La carrera política de Mogherini, por el momento una oficial de partido virtualmente desconocida por el público, habría podido seguir su curso discreto de no haber irrumpido en el tablado del PD Matteo Renzi, el ambicioso, audaz y popular alcalde de Florencia, abogado de una reforma en profundidad del anquilosado sistema italiano y partidario de "desguazar" a todos los viejos espadas de la política nacional, empezando por los de su propio partido, donde encarnaba una especie de tercera vía centrista que no hacía ascos a ciertos ajustes liberales presentados como modernizaciones.
El 8 de diciembre de 2013, justo un año después de su intento de arrebatarle a Bersani la candidatura electoral a primer ministro en las primarias de Italia Bien Común, y luego de sonar para el cargo que finalmente se llevó Letta, Renzi conquistó en elección interna la Secretaría Nacional del PD, ocupada con carácter transitorio por Guglielmo Epifani. El toscano, que ya sólo esperaba el momento propicio para descabalgar a Letta, no obstante ser colega partidario, de la jefatura del Gobierno, quería rodearse de responsables jóvenes, de su quinta, y de este reclutamiento no podía quedarse fuera la acomodaticia especialista en relaciones exteriores del partido, que siempre se las arreglaba para resultar útil y valiosa al líder de turno. Así, el 9 de diciembre Mogherini figuró en la nueva Secretaría Nacional encabezada por Renzi como la responsable Asuntos Exteriores y Europeos.
El segundo y esperado golpe de mano de Renzi llegó en febrero de 2014. El 13 de ese mes, precedida por las quejas del líder demócrata de que la Presidencia del Consejo no estaba acometiendo con el dinamismo requerido el "programa radical de reformas" que el PD perseguía para Italia, la Dirección Nacional del partido aprobó una moción contra la continuidad del mandato gubernamental de Letta, quien privado del apoyo de su propia formación no tuvo más salida que dimitir. El 17 de febrero el presidente de la República, Giorgio Napolitano, encargó formar el próximo Gobierno a Renzi, quien en cuatro días ultimó su composición.
En la relación de ministros presentada por Renzi a Napolitano figuraba Mogherini para la cartera de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional. La actual titular era una de las personalidades italianas más conocidas en el exterior, Emma Bonino, política de dilatadísima experiencia y con un impresionante bagaje europeo, pero también líder de los Radicales Italianos, partido integrante de la coalición pentapartita que había sostenido a Letta (además del PD, el Nuevo Centro Derecha de Angelino Alfano, la Elección Cívica de Monti y la Unión de Centro de Pier Ferdinando Casini) pero con el que Renzi no contaba ahora.
El octogenario Napolitano acogió con ciertas reservas la designación de Mogherini, a la que veía demasiado joven, con 40 años cumplidos en junio del año anterior, y también en apariencia inexperta, pues sus únicos cometidos institucionales en la República eran los derivados de su diputación parlamentaria: su currículum estaba en blanco en el área ejecutiva en cualquiera de los niveles territoriales de gobierno. Sin embargo, Renzi quería a toda costa a Mogherini en el Consejo de Ministros, pues con ella cuadraba dos apuestas políticas irrenunciables: la formación, por primera vez en la historia de Italia, de un Gobierno paritario con igual número de ministerios para hombres y para mujeres, y el relevo generacional, que debía subrayar su mensaje de frescura y renovación.
Mogherini iba a ser ciertamente la titular de Exteriores más joven de Italia nada menos que desde el ministerio del conde Galeazzo Ciano, el capitoste fascista yerno de Mussolini. El mismo Renzi, a sus 39 años, hacía historia como el más joven presidente del Consejo desde la unificación nacional en 1861. Napolitano apartó sus dudas y el 22 de febrero de 2014 Renzi, Mogherini y los demás ministros subieron al Quirinal para prestar juramento de sus puestos ante el jefe del Estado. Mogherini no iba a disponer de mucho tiempo para dejar una impronta particularmente destacada en el Palazzo della Farnesina, la enorme sede del Ministerio de Exteriores italiano asomado al Tíber y, por cierto, muy cerca de su antiguo colegio, el Liceo Clásico Lucrecio Caro.
Entre declaraciones de política general en las que subrayaba su identificación absoluta con el plan de reformas institucionales, anticrisis y estructurales que Renzi empezó a ejecutar con ímpetu, y con la petición del primer ministro de una mayor flexibilidad, a fin de generar crecimiento, en el esquema de austeridad fiscal prescrito por Alemania para la Eurozona, Mogherini, en sus primeros meses como responsable de la diplomacia italiana, se hizo notar sobre todo por su aparente laxitud con Rusia a lo largo del conflicto interno de Ucrania y durante la anexión rusa de Crimea. Estas crisis obligaron al Consejo de la UE a aprobar sucesivos paquetes de sanciones para castigar la injerencia militar del Kremlin en apoyo de los separatistas de las regiones rusófonas del este de Ucrania y por su agresión a la integridad territorial del país ex soviético, sumido en la guerra civil.
3. Elección para el puesto de Alto Representante de la UE
A Italia correspondía la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea en el segundo semestre de 2014. Esto significaba que desde el 1 de julio Mogherini podría hablar en nombre de la UE en la interlocución con terceros países, pero sin eclipsar al Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, cargo que desde 2009, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, ocupaba la laborista británica Catherine Ashton. Se trataba de un semestre decisivo en el que tendrían que ser elegidos no solo el nuevo alto representante, sino también el presidente del Consejo Europeo, en sustitución del democristiano belga Herman Van Rompuy, y, teniendo en cuenta los resultados de las elecciones de mayo al Parlamento Europeo, el presidente de la Comisión Europea, en sustitución del conservador portugués José Manuel Durão Barroso
El 27 de junio el Consejo Europeo de Bruselas presentó al Parlamento la nominación del ex primer ministro de Luxemburgo Jean-Claude Juncker, miembro socialcristiano del Partido Popular Europeo (PPE), para encabezar el colegio de comisarios. Toda vez que el PPE y la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D, la expresión del PSE en la Eurocámara), primer y segundo grupos del Parlamento Europeo con arreglo a los resultados electorales de mayo, acababan de alcanzar un acuerdo no escrito por el que los populares pondrían al presidente de la Comisión y los socialistas al alto representante (el pacto incluía la permanencia del socialdemócrata alemán Martin Schulz como presidente del Parlamento, previa retirada de su propia candidatura para la Comisión), y puesto que el PD italiano, con 31 europarlamentarios sobre 192, era el partido nacional con más peso en los S&D, Renzi, con su viveza habitual, salió en tromba para reclamar a sus colegas que ese último puesto fuera para su ministra de Exteriores.
De entrada, Mogherini satisfacía el complejo equilibrio de criterios políticos, geográficos y de género, al ser de la familia socialista, de un país del sur y mujer, todo como contrapunto del popular luxemburgués Juncker, con quien serviría en la Comisión como vicepresidenta de la misma. La cuota femenina debía ser preservada en la adjudicación de los grandes cargos de la UE. Los gobernantes europeos tomaron nota de la candidatura de Mogherini. Sin embargo, el nombre de la italiana suscitó fuertes aprensiones, si no hostilidad, en los socios del flanco nororiental, es decir las repúblicas bálticas y Polonia, que recelaban de su "neutralidad" con Moscú e incluso de una supuesta rusofilia soterrada de la ministra.
Precisamente ahora, del 7 al 9 de julio, Mogherini efectuó a Ucrania y Rusia un viaje en misión diplomática que inauguraba el semestre italiano del Consejo de la UE. En Kíev, Mogherini se entrevistó con el recién estrenado presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y con el primer ministro Arseniy Yatsenyuk, mientras que en Moscú fue recibida por Vladímir Putin, respondiendo a una invitación personal del presidente. A pesar de que oficialmente la presencia de Mogherini en el Kremlin, con la península de Crimea recién fagocitada por Rusia, se enmarcaba en los esfuerzos de la UE y la OSCE para conseguir una extensión de la tregua, expirada el 30 de junio, entre el Ejército ucraniano y los secesionistas rusófonos que combatían en la región del Donbass, la misión de la responsable italiana fue examinada por algunos observadores con lentes de sospecha crítica, relacionándola con los intereses particulares de Italia, concretamente en el terreno energético.
Así, antes de gestarse la crisis política ucraniana de 2013-2014, en la UE venía llamando la atención el muy buen tono del diálogo Roma-Moscú, de auténtico privilegio, que se remontaba a los tiempos de Berlusconi. Las relaciones bilaterales tenían sobre la mesa el megaproyecto South Stream, una ambiciosa interconexión gasífera de Rusia, los Balcanes y Europa Central. Una de las terminales del South Stream estaría en Italia, al contemplarse la construcción de una ramificación del gasoducto en el lecho del mar Jónico entre Grecia y Otranto.
Desde 2011 operaba en Suiza la compañía South Stream Transport AG, consorcio, sucesor de la joint venture South Stream AG (que se remontaba 2008), formado las empresas ENI, Gazprom, Électricité de France y Wintershall para acometer el tramo troncal del proyecto, el gasoducto submarino que conectaría las costas rusa y búlgara por el mar Negro. Pero ahora, este y otros proyectos de transporte del gas ruso hacia Europa estaban en el aire debido a las tensiones generadas por la crisis de Ucrania y a la actitud desafiante en la misma de Rusia, que de golpe y porrazo se convertía en un suministrador energético poco de fiar para la UE. Todas estas consideraciones pesaban sobre la candidatura de Mogherini a jefa de la diplomacia europea, sobre la que no hubo acuerdo, para frustración de Renzi, en la Cumbre Europea informal celebrada el 16 de julio en Bruselas.
El bloqueo de Mogherini, que impidió de paso la designación del presidente del Consejo Europeo, cargo para el que se barajaban hasta media docena de nombres, se produjo a instancias de los países bálticos, los cuales asistían con alarma a las acciones rusas en Ucrania. La presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaitė, fue bastante explícita sobre su parecer: "nos gustaría ver a una persona [en el puesto de Alto Representante] que al menos no sea pro-Kremlin", declaró a los periodistas.
El revés cosechado en Bruselas no desalentó a Renzi, que el 1 de agosto, mediante una escueta carta remitida a Juncker, insistió en su apuesta personal por Mogherini designándola de manera oficial candidata al puesto reservado a Italia en la futura Comisión, y concretamente el de alta representante y vicepresidenta de la institución. La tenacidad del primer ministro italiano fructificó el 30 de agosto, cuando el Consejo Europeo ordinario de Bruselas, previo consenso de los gobernantes del PSE, eligió a Mogherini para suceder a Ashton y al primer ministro polaco, Donald Tusk, por cierto, el dirigente europeo más identificado con la respuestas de máxima firmeza frente a los desafíos rusos, en lugar de Van Rompuy.
De acuerdo con el calendario establecido, Mogherini entraría en funciones el 1 de noviembre, junto con Juncker y el resto de comisarios, que antes tenían que obtener el visto bueno del Parlamento Europeo, mientras que Tusk lo haría el 1 de diciembre. El 2 de septiembre Mogherini pasó el primer examen del Parlamento, donde realizó una intervención pensada para deshacer la idea de que ella era tibia o complaciente con Rusia. De manera tajante, la todavía ministra de Exteriores italiana habló de "invasión militar" rusa de Ucrania, término que había empleado en una conversación telefónica tenida en la víspera con el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov, quien la había llamado para felicitarla, y afirmó que "la asociación estratégica con Rusia ha terminado, está claro que se ha acabado porque es la elección de Moscú".
Además, confirmó la aprobación en los próximos días por la UE de una nueva ronda de sanciones económicas contra bancos y empresas petroleras estatales, sanciones que formaban parte de una "estrategia política" para conseguir la solución del conflicto armado en el Donbass. Preguntada por la construcción del gasoducto South Stream, Mogherini indicó que ese proyecto podría contribuir significativamente a la "seguridad energética" de la UE, pero antes debía "cumplir todas las condiciones técnicas y políticas". Y estas últimas planteaban ahora mismo un "problema", pues la "situación política" había cambiado en la región por culpa de la "agresión" rusa.
El 16 de septiembre Mogherini cedió su puesto en la Secretaría Nacional del PD al diputado Enzo Amendola. Con este relevo, la próxima alta funcionaria europea dejó de formar parte de los órganos directivos de su partido. Cuatro días después, el Consejo de Ministros aprobó el envío de armas automáticas ligeras, armas anti-tanque y munición a los peshmergas kurdos del norte de Irak que resistían los ataques del Estado Islámico. Con esta asistencia militar se materializaba la participación de Italia en la alianza solicitada por Estados Unidos para combatir al califato jihadista proclamado en Siria e Irak. La implicación de Roma en este esfuerzo internacional había sido anunciada el 5 de septiembre en la cumbre de la OTAN en Gales.
Esta fue la última decisión significativa del Ministerio de Exteriores comandado por Mogherini, quien todavía dirigió el semestre italiano de la UE por unas semanas más. El 8 de octubre flanqueó a Renzi en la Conferencia de Alto Nivel sobre el Empleo en Europa celebrada en Milán, y los días 16 y 17 del mismo mes hizo lo propio en la X Reunión Asia-Europa (ASEM), que tuvo lugar igualmente en la capital lombarda. El 22 de octubre, una vez completado el proceso de comparecencias y escrutinio de los comisarios designados, el Parlamento Europeo aprobó la nueva Comisión Juncker, que quedó lista para asumir sus funciones el 1 de noviembre con un mandato de cinco años. El 30 de octubre Mogherini causó baja en la Cámara de Diputados del Parlamento italiano, donde su escaño pasó a ser ocupado por su compañero de bancada Marco Bergonzi, y el 31 de octubre se despidió también del Gobierno con el nombramiento por Renzi de Paolo Gentiloni como nuevo titular de Exteriores.
La política italiana se disponía a asumir un cargo singularmente dual que le confería membresía tanto en la Comisión Europea, donde sería vicepresidenta (pero no primera vicepresidenta, condición que Ashton había ostentado en la Comisión Barroso y que en la Comisión Juncker tendría el laborista holandés Frans Timmermans, responsable de Mejora de la Legislación, Relaciones Interinstitucionales, Estado de Derecho y Carta de Derechos Fundamentales) con la tarea de coordinar y conducir las relaciones exteriores derivadas de las políticas comunes, como en el Consejo de Asuntos Exteriores, la configuración del Consejo de la UE formada por los ministros de Exteriores, del que sería presidenta permanente. Además, se sentaría en las reuniones del Consejo Europeo.
Como alta representante, Mogherini sería la encargada de proponer, coordinar y ejecutar, aunque no de decidir, las acciones en el ámbito de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y su componente de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD). Para ello, Mogherini se apoyaría en el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), del que sería jefa, al igual que de la Agencia Europea de Defensa (AED). En suma, la nueva Lady PESC tomaría parte en la elaboración y ejecución de las políticas relacionadas con las relaciones exteriores, la seguridad y la defensa de los componentes supranacional e intergubernamental de la Unión.
Federica Mogherini está casada con Matteo Rebesani, un experto en cooperación internacional que fue estrecho colaborador de Walter Veltroni en sus despachos de eurodiputado y alcalde de Roma, y luego responsable en la ONG Save the Children Italia; en la actualidad, Rebesani es miembro del Secretariado Permanente del evento anual Cumbre Mundial de Premiados con el Nobel de la Paz. La pareja ha tenido dos niñas, Caterina (2005) y Marta (2010). La alta representante se expresa fluidamente en inglés y francés, y tiene conocimientos de español.
(Cobertura informativa hasta 1/11/2014)