Évariste Ndayishimiye

En junio de 2020, la incertidumbre se apoderó de Burundi al confirmar la Corte Constitucional la victoria en la primera vuelta electoral del candidato y número dos del oficialismo, Évariste Ndayishimiye, y anunciarse solo cinco días después, el 9 de junio, el fallecimiento, producido en la víspera y de un ataque al corazón, del presidente saliente, Pierre Nkurunziza, el cual pretendía seguir ejerciendo una gran influencia en el país. Las elecciones de mayo tuvieron lugar en plena pandemia del COVID-19, que según las autoridades presenta una escasa incidencia: las cifras oficiales sitúan en poco más de un centenar los casos positivos, de los que tres cuartas partes ya se han superado y solo uno ha terminado en defunción. Sin embargo, el Gobierno ha sido acusado de ocultar la verdadera magnitud de la crisis sanitaria; es más, ya circular el rumor de que Nkurunziza, que en mayo expulsó a la OMS del país y cuya esposa está hospitalizada en Kenya por la enfermedad, sucumbió en realidad al coronavirus.

Évariste Ndayishimiye es un general del Ejército y ex comandante de la guerrilla hutu con un historial de dos décadas a las órdenes de Nkurunziza, al que primero sirvió en la etapa de la lucha insurgente contra el Estado burundés durante la guerra civil y luego, desde las elecciones de 2005 que culminaron la transición postconflicto, como ministro del Gobierno y jefe de los gabinetes civil y militar de la Presidencia. En 2016 fue elegido secretario general y líder nominal del partido del poder, el Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD), y en enero de este año fue nominado postulante del mismo para las elecciones presidenciales del 20 de mayo.

A las votaciones desistió de presentarse Nkurunziza a pesar de que la reforma constitucional de 2018 le habilitaba para optar al cuarto mandato, y aún a un quinto que vencería en 2034. Entonces, Ndayishimiye ya poseía una sólida reputación de fidelísimo colaborador de Nkurunziza, un dirigente intolerante y autoritario que desde antes de las muy controvertidas elecciones de 2015 arrastró al país centroafricano a una explosiva crisis política por la persecución sistemática de oponentes supuestos o reales, y la comisión de masivas violaciones de Derechos Humanos, provocando las respuestas violentas de sus adversarios radicales.

Se cree que Ndayishimiye no participó, por lo menos directamente, en los episodios de represión desatada que ensangrentaron Burundi entre 2015 y 2017. No obstante, siempre se le ha incluido entre los capitostes de línea dura del régimen, del que puede considerarse un pilar. También un superviviente, si se tienen en cuenta las numerosas purgas acometidas, inclusive en sus propias filas, por Nkurunziza, cuyos nuevos títulos de "guía supremo eterno" del CNDD-FDD y "guía supremo del patriotismo" apuntaban a un deseo de tutela suprainstitucional sobre su sucesor en el Ejecutivo. Algunos observadores señalan que la personalidad de Ndayishimiye no presenta los rasgos agresivos de su mentor y especulan con un estilo de gobierno más moderado. El presidente electo comparte con su predecesor, fallecido a los 55 años, un fervor cristiano que se cuela en sus discursos, ricos en referencias a la providencia y la protección divinas.

La proclamación el 25 de mayo de la victoria electoral del delfín de Nkurunziza con el 68,7% de los votos fue impugnada por el principal contrincante de la oposición, Agathon Rwasa, líder de las Fuerzas Nacionales de Liberación (FNL, otra antigua guerrilla reciclada en partido civil), pero el 4 de junio la Corte Constitucional declaró infundadas sus denuncias de "mascarada electoral". La inesperada desaparición de Nkurunziza adelantó al 18 de junio el arranque de los siete años de mandato de Ndayishimiye, previsto inicialmente para el 20 de agosto. En el ínterim, la jefatura del Estado permaneció vacante, ya queel presidente de la Asamblea Nacional, Pascal Nyabenda, no llegó a asumir interinamente la presidencia en funciones. 

Hoy, Burundi es un país donde tres cuartas partes de la población vive bajo el umbral de la pobreza, agudizada desde que los donantes internacionales redujeron sus fondos, y donde la reconciliación nacional, tras décadas de matanzas interétnicas, guerra civil y represión desde el poder, es un problema más agudo de lo que lo era hace una década. El punto de partida básico son las leyes alumbradas por la transición democrática de 2001-2005, que, tomando lectura de la realidad demográfica, establecen cuotas de un 60% de hutus y un 40% de tutsis en el Gobierno y el Parlamento, y una paridad étnica estricta en la composición del Ejército y la Policía.

(Texto actualizado hasta junio 2020)

Évariste Ndayishimiye nació en la provincia de Gitega en 1968, en tiempos de la dictadura político-militar del general Michel Micombero, jefe del sistema de gobierno republicano que preservó la vieja hegemonía de la minoría tutsi y sometió a la mayoría hutu a una persecución de dimensiones genocidas. Ndayishimiye pertenecía a una familia hutu y su mera condición étnica le colocaba en riesgo de ser hostigado e incluso asesinado por elementos extremistas del partido protutsi Unión para el Progreso Nacional (UPRONA), en tanto este detentó todo el poder y aún después.

En el verano de 1995, siendo alumno de segundo curso en la Facultad de Derecho de la Universidad de Burundi, el joven escapó por muy poco de una masacre de decenas de estudiantes hutus, perpetrada por uniformados tutsis que irrumpieron en el campus de Bujumbura. Para entonces, el país, a raíz del asesinato del líder hutu Melchior Ndadaye, primer y efímero presidente democrático de Burundi, en el fallido golpe de Estado de 1993, se deslizaba inexorablemente hacia una brutal guerra civil. El conflicto armado enfrentaba a la Fuerza de Defensa Nacional, el Ejército, provista de una oficialidad básicamente tutsi y nominalmente a las órdenes de los gobiernos de coalición precariamente organizados por sectores moderados de las dos comunidades, y a una constelación de guerrillas y milicias radicales del campo hutu. La guerra se recrudeció en 1996 como resultado del golpe militar del general y ex presidente Pierre Buyoya, personalidad de la élite tutsi de la UPRONA, cuyas propuestas para emprender un proceso de transición democrática y reconciliación nacional fueron ignoradas por los insurgentes.

Ndayishimiye fue uno de los muchos prófugos hutus que optaron por nutrir las filas del más potente de los partidos-guerrillas alzados en armas, el Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD), surgido en 1994 como una escisión del partido de Ndadaye, el FRODEBU. El estudiante dejó atrás a su familia, algunos de cuyos miembros cayeron víctimas de las matanzas interétnicas. Dentro del movimiento militante, Ndayishimiye fue escalando posiciones para convertirse en uno de los principales comandantes del ala militar, las FDD. El CNDD-FDD tenía como líder a Léonard Nyangoma, anterior ministro del FRODEBU y promotor de un ideario ciertamente prohutu pero sin llegar al sectarismo etnicista de otros grupos rebeldes como el PALIPEHUTU-FNL, fundado por los hutus refugiados en Tanzania en 1980. Oficialmente, el CNDD-FDD decía servir los intereses de todos los burundeses sin distinciones y reclamaba un Gobierno genuinamente democrático y representativo para el pequeño país centroafricano.

En las FDD, que tenía diseminados sus campamentos entre los parajes selváticos del noroeste y la provincia congoleña de Kivu Sur, Ndayishimiye servía a las órdenes directas de Pierre Nkurunziza, mando guerrillero con una historia personal muy parecida a la suya: él era otro clandestino hutu decantado por la vía subversiva tras encajar el asesinato por militares tutsis de varios de sus familiares y tener que escapar a la carrera para salvar su propia vida; de hecho, Nkurunziza era otro de los supervivientes del pogromo de 1995 en el campus de Bujumbura, donde ejercía de profesor de educación física. Nkurunziza adquirió autoridad en el ala política de la organización como vicesecretario general del CNDD en 1998, justo después de ser descabalgado Nyangoma de la jefatura bajo unas acusaciones de corrupción.

Cuando en octubre de 2001 Nkurunziza dio un golpe de mano y arrebató al coronel Jean-Bosco Ndayikengurukiye el mando supremo de las FDD, Ndayishimiye pasó a integrar un equipo dirigente más conjuntado y del que también formaba parte el secretario general del CNDD, Hussein Radjabu. Ndayishimiye asistió lealmente a Nkurunziza a lo largo del tortuoso proceso de paz y reconciliación con el Gobierno del presidente Buyoya, cuyo punto de partida fue el Acuerdo de Arusha de agosto de 2000.

En diciembre de 2002 Nkurunziza y Buyoya firmaron en la ciudad tanzana un alto el fuego, pero los combates, y por tanto los padecimientos de la torturada población burundesa, se prolongaron algunos meses más por la terquedad belicista de Nkurunziza, quien quería maximizar sus posiciones de fuerza tras asegurar su disposición al desarme, desmovilización e inserción de sus combatientes, y a la participación del CNDD en el proceso político civil como un partido legal. La paz (si bien incompleta, ya que las Fuerzas Nacionales de Liberación, el brazo armado del PALIPEHUTU, siguieron guerreando tres años más) no llegó hasta noviembre de 2003, cuando el presidente para el período transitorio era Domitien Ndayizeye, hutu del FRODEBU.

Mano derecha y delfín del presidente Pierre Nkurunziza
Ndayishimiye siguió gozando de la máxima confianza de su jefe cuando el CNDD-FDD se dispuso a cobrarse los dividendos políticos de la paz en la recta final de la transición política, la cual se alargó varios meses debido a las divergencias partidistas. El comandante fue el responsable de aplicar por parte del bando rebelde los protocolos para la integración de los guerrilleros en la Fuerza de Defensa Nacional, donde las FDD obtuvieron el 40% de las posiciones de oficialidad y tropa. Entre tanto, Nkurunziza y varios de sus colaboradores entraron en el Gobierno de concentración presidido por Ndayizeye, y el CNDD hizo lo mismo en la Asamblea Nacional con 15 representantes.

Entre retrasos, suspicacias y múltiples dificultades, la Constitución interina entró en vigor el 1 de noviembre de 2004, la nueva Constitución permanente fue aprobada en referéndum el 28 de febrero de 2005 y los comicios a la Asamblea Nacional tuvieron lugar el 4 de julio siguiente, con el resultado cantado de la mayoría absoluta del CNDD-FDD. Por último, el 19 de agosto de 2005, Nkurunziza, sin rivales, fue investido por el Parlamento presidente de la República con un mandato de cinco años.

Inicialmente, Ndayishimiye no debutó en el Gobierno de coalición con la UPRONA, el FRODEBU y otros tres partidos, sino que permaneció concentrado en los asuntos de la reorganizada Fuerza de Defensa Nacional, donde llevó la Subdirección de Personal, una oficina logística, con el rango de general de brigada. En marzo de 2006 Nkurunziza realizó una remodelación ministerial que entre otros cambios supuso el nombramiento de Ndayishimiye para el puesto de responsable de Interior y Seguridad Pública, sustituyendo a Salvator Ntacobamaze. En 2007 el general cesó como ministro, pero su asistencia a Nkurunziza se hizo más estrecha desde el nuevo cargo de jefe del gabinete militar de la Presidencia, oficina que ocupó hasta 2014. En 2009, además, asumió la presidencia del Comité Olímpico Nacional de Burundi.

En agosto de 2015 Ndayishimiye estuvo de vuelta en el Ejecutivo como jefe del gabinete civil del presidente. El nombramiento le llegó al inaugurar Nkurunziza su tercer mandato, en unas circunstancias de agudas controversia y tensión por la decisión del presidente de presentarse al tercer mandato, escenario sobre el que la Constitución se pronunciaba de manera ambigua. El oficialismo, haciendo una lectura interesadamente literal de la Carta Magna, adujo que el primer ejercicio de cinco años, el desarrollado entre 2005 y 2010, no valía para el cómputo de mandatos porque tenía su origen en una elección indirecta, efectuada por el Parlamento. El 21 de de julio Nkurunziza se presentó a las urnas y la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI) le declaró vencedor con el 69,4% de los votos; su inmediato perseguidor, Agathon Rwasa, líder de las FNL, la antigua guerrilla reinsertada en la legalidad civil en 2008, y de la coalición Independientes de la Esperanza, recibió el 19% de los votos, si bien Rwasa ya había anunciado su retirada de la carrera electoral y llamado al boicot en mitad de la campaña. La contestada reelección de Nkurunziza, resuelto a acallar y aplastar a sus oponentes y críticos, supuestos o reales, en las filas opositoras, en los partidos del Gobierno y en su propia agrupación, arrastró a Burundi a un caótico ciclo de represión gubernamental y violencia política, hasta el punto de temerse por el estallido de otra guerra civil.

El siguiente ascenso de Ndayishimiye dentro del círculo interno del poder se produjo el 20 de agosto de 2016, al elegirle un Congreso Extraordinario del CNDD-FDD secretario general de la formación. La Secretaría General era un cargo de nuevo cuño y reemplazaba a la Presidencia, hasta entonces desempeñada por Pascal Nyabenda. Ahora bien, el líder de facto del partido seguía siendo Nkurunziza, al que en marzo de 2018 sus correligionarios aclamaron como "guía supremo eterno" del CNDD-FDD.

Poco después, el 17 de mayo de 2018, los burundeses aprobaron en referéndum una enmienda constitucional destinada principalmente a permitir que Nkurunziza se postulara a un cuarto mandato, extendido además a los siete años. La reforma de la Constitución suprimió el límite de mandatos presidenciales y de paso volvió a dejar el contador a cero, de manera que, sobre el nuevo papel, Nkurunziza tenía en su mano no solo presentarse a las elecciones de 2020, sino también a las de 2027; si finalmente concurría en ambas elecciones y las ganaba, Nkurunziza podría extender su ejercicio hasta 2034. También, se redujo el número de vicepresidentes de dos a uno y se restauró el puesto de primer ministro, abolido en 1998, aunque Nkurunziza no nombró a ningún titular del mismo.

El 7 de junio de 2018, para sorpresa general, el presidente, recordando su promesa de 2015 de que no buscaba perpetuarse en el poder, anunció que no se presentaría a las próximas elecciones. La definición del aspirante del oficialismo le correspondería al CNDD-FDD. El 26 de enero de 2020 el partido gobernante, en un Congreso Extraordinario celebrado en Gitega (recién convertida en la nueva capital política de Burundi en vez e Bujumbura), resolvió elegir a general Ndayishimiye como su candidato para las votaciones generales que tendrían lugar el 20 de mayo, con una eventual segunda vuelta el 19 de junio.

(Cobertura informativa hasta 10/6/2020)