Enrique Peña Nieto
Presidente (2012-2018)
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), antaño todopoderoso pero ahora en la oposición, se decantó a finales de 2011 por el fotogénico gobernador del Estado de México para la empresa de traerlo de vuelta al Gobierno Federal en las elecciones de 2012, después del histórico desalojo de 12 años atrás. Enrique Peña Nieto, abogado de 46 años con un ya largo recorrido en las estructuras priístas desde la base, convirtió su postulación presidencial en una prueba de fe en la pregonada renovación de su colectividad, que ya no sería la vieja maquinaria con pretensiones hegemónicas apegada al autoritarismo, los fraudes y la corrupción.
El 1 de julio de 2012, sobreponiéndose a un sinfín de polémicas y cuestionamientos de su sexenio de gestión en el Edomex, donde el balance de los Derechos Humanos era ciertamente tenebroso (violencias de Atenco, feminicidio), de su agitada vida sentimental, blanco de chismorreos, y de su misma aptitud para el cargo al que aspiraba, a fuerza de lapsus verbales y poses televisivas, EPN consiguió convencer a una mayoría de electores de que él, y no su adversario del izquierdista PRD, Andrés Manuel López Obrador (quien impugnó su derrota en las urnas), encarnaba la alternativa al erosionado Gobierno conservador de Felipe Calderón y la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota.
En su programa electoral, Peña Nieto, favorito siempre en las encuestas a pesar de tratarse de un candidato que concitaba fuertes rechazos a derecha e izquierda, así como entre la juventud universitaria y en Internet, se comprometía a acelerar el crecimiento económico generador de empleo, a desterrar la pobreza, a acometer una reforma "pragmática" de Pemex para ampliar la inversión del sector privado en el declinante negocio petrolero pero sin renunciar a la "propiedad pública" de esta riqueza natural, y a recuperar el "liderazgo internacional" de México. En cuanto al mayor desafío del Estado, la guerra total a los cárteles del narcotráfico, ofrecía una nueva estrategia para reducir los asfixiantes niveles de violencia en las áreas más castigadas por los asesinatos y los secuestros de las bandas. No cuestionaba la militarización de la lucha contra el crimen organizado, aunque confiaba en poder acuartelar al Ejército. También rechazaba la despenalización del negocio de las drogas.
El 2 de diciembre de 2012, nada más tomar posesión de la Residencia Oficial de los Pinos, el presidente firmó con los líderes del PRI, el PAN y el PRD el Pacto por México, un plan de consenso nacional en torno a cinco grandes ejes temáticos en aras del fortalecimiento democrático del Estado y la sociedad. El Pacto debía asegurar el más amplio respaldo político a la ambiciosa batería de reformas constitucionales de Peña Nieto, además del aval a su estrategia "integral" y "transversal" en materia de seguridad ciudadana.
Transcurrido un año desde aquella rúbrica, la presidencia de Peña Nieto arrojaba un recuento de claroscuros. En 2013 el ímpetu modernizador del mandatario se sustanció con la aprobación parlamentaria de las reformas estructurales de la educación, las telecomunicaciones y la energía. La primera reforma topó con las resistencias de sectores reaccionarios del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y deparó la detención de su poderosa líder, Elba Esther Gordillo, cacique intocable del viejo priísmo, acusada de graves delitos. La segunda reforma ponía corsés anti preponderancia a los imperios de Carlos Slim en la telefonía y de Emilio Azcárraga en la televisión. Y la tercera tocaba de lleno a la electricidad (CFE) y al gigante petrolero Pemex, que en la práctica perdía el monopolio estatal de la explotación de los hidrocarburos.
Otras dos reformas, la financiero-fiscal y la político-electoral, debían echar a andar en 2014, pero en noviembre el presidente encajó la retirada por el PRD del Pacto por México, que quedó cojo y tambaleante. El rechazo de las izquierdas a la "privatización" de Pemex, negada tajantemente por el Ejecutivo, y las protestas de los colectivos sociales no amainaron pese al énfasis presidencial en un México "incluyente", meta que tenía como pilares la Cruzada Nacional Contra el Hambre y el Plan Nacional de Desarrollo.
Las estadísticas oficiales, que mostraban un sensible descenso del número de homicidios (no así de los secuestros y las extorsiones, al alza), animaron a Peña Nieto a proclamar la validez, con logros tangibles, de sus operativos zonales contra los cárteles, sucesivamente descabezados, aunque el Estado seguía estando lejos de ganar esta lucha militarizada. Además, el Gobierno afrontó la nueva amenaza que entrañaban las autodefensas comunitarias rurales, a las que en parte buscó regularizar como fuerzas parapoliciales. Menos dudas suscitaba el balance provisional del cuadro económico, decepcionante, pues en 2013 el PIB mexicano tan solo creció algo más de un punto, pálido reflejo del 6% prometido por Peña Nieto en la campaña electoral.
A lo largo de 2014, al torrente informativo sobre la debilidad del crecimiento, subrayada al final del año por la caída de los precios del petróleo, y el curso de la guerra contra el narco (tomas y dacas en los frentes de Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas, capturas del célebre Chapo Guzmán y de otros grandes capos) se superpuso un goteo de noticias, muy inquietante, sobre asesinatos de representantes políticos, estudiantes y otros ciudadanos que ni eran agentes del orden ni malhechores de los cárteles. En septiembre, México, que creía que ya estaba curado de espantos, se conmocionó hasta lo más hondo por los sucesos de Iguala, Guerrero, donde una fuerza represiva formada por policías municipales y siguiendo órdenes del alcalde de la ciudad atacó, mató e hizo desaparecer a medio centenar de estudiantes normalistas. La suerte corrida por 43 estudiantes, seguramente ejecutados y arrojados a una fosa clandestina, levantó un clamor de indignación social sin precedentes que puso contra las cuerdas al Gobierno Federal y dejó en evidencia a Peña Nieto, cuya reacción ante esta crisis fue juzgada como fría y parsimoniosa.
La terrible violencia de Iguala, considerada la peor violación institucional de Derechos Humanos desde la matanza de Tlatelolco de 1968, mostró en toda su crudeza el grado de podredumbre de las estructuras de seguridad en las partes más conflictivas del país, donde millones de mexicanos se sentían desamparados por el Estado e incluso a merced de quienes decían ser sus representantes locales, pero que en realidad estaban conchabados con los narcos o cometían crímenes dignos de ellos. Obligado a recobrar la iniciativa, también porque en 2015 tocaban elecciones legislativas, el presidente, acribillado por las críticas, despidió el traumático 2014 con órdenes de investigación a fondo de la gangrena de la corrupción y de depuración de mandos policiales contaminados.
(Texto actualizado hasta diciembre 2014)
1. Carrera ascendente en el aparato del PRI
2. Gobernador del Estado de México
3. La empresa de las presidenciales de 2012
4. El duelo electoral con López Obrador y Vázquez Mota: una victoria anunciada
1. Carrera ascendente en el aparato del PRI
Miembro de una familia con varios ascendientes profesionales de la política del Estado de México, es hijo del ingeniero Gilberto Enrique Peña del Mazo (1937-2005), antiguo funcionario municipal de Atlacomulco y trabajador de la Comisión Federal de Electricidad, y de María del Socorro Nieto Sánchez, quien ejerció de maestra de escuela. Tiene tres hermanos menores, Arturo, Verónica y Ana Cecilia. En 1977, cuando él tenía 11 años, la familia dejó Atlacomulco y se mudó a la capital mexiquense, Toluca. Allí, el niño ingresó en la Escuela Secundaria No. 5 Anexa a la Escuela Normal Superior del Estado de México (ENSEM) y en 1978 pasó un curso estudiando en París.
En 1981 comenzó el bachillerato en el toluqueño Instituto Cultural Paideia y a su conclusión en 1984 se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana (UP), en el Distrito Federal, con la intención de formarse como abogado. Aquel mismo año se afilió al Partido Revolucionario Institucional (PRI), gobernante en el Estado y en la República en unas condiciones de virtual monopolio político, y del que eran votantes y militantes sus deudos de más edad. Peña Nieto conocía de primera mano las movilizaciones priístas desde que su padre le hiciera acompañar en las giras estatales del gobernador elegido en 1975, Jorge Jiménez Cantú, amigo de la familia. El vínculo se intensificó durante el gobierno de Alfredo del Mazo González, quien era primo de don Gilberto y en cuya campaña electoral de 1981 el muchacho, con 14 años, tomó parte repartiendo octavillas de propaganda.
En el terreno profesional, el joven debutó con buen pie ya en su segundo año de carrera en la UP. En 1985 fue reclutado como asistente por un despacho de abogados y adquirió también un compromiso laboral con la Corporación Industrial San Luis, dedicada a la manufactura de componentes de automoción. Entre 1986 y 1988 compaginó los estudios con una práctica jurídica en la Notaría Pública No. 96 del DF, formando parte del equipo del renombrado notario y profesor de Leyes Fausto Rico Álvarez. En 1989 se graduó en Derecho, en 1991 obtuvo el título de licenciatura, respaldada por la tesis El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón, y cuatro años más tarde se sacó una maestría en Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Para entonces, Peña Nieto ya estaba profundamente implicado en el vasto entramado organizativo y burocrático del PRI, donde fue asumiendo crecientes cotas de responsabilidad.
En 1990, en el segundo año de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari y siendo gobernador estatal Ignacio Pichardo Pagaza, Peña Nieto empezó siendo secretario de un Movimiento Ciudadano de Zona adscrito a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), organización de base priísta cuya secretaría general ocupaba entonces la luego senadora y secretaria federal de Turismo Silvia Hernández Enríquez. Poco después, pasó a representar en un distrito local a la Comisión Coordinadora de Convenciones para la Asamblea Municipal del Frente Juvenil Revolucionario (FRJ) del PRI. El año siguiente fue delegado en diferentes municipios del Estado por parte del Frente Nacional de Organizaciones y Ciudadanos (FNOC), nuevo movimiento de masas del PRI que englobó a la CNOP, transformada ahora en la Unidad de Enlace, y a otros frentes sectoriales, y que junto a la Alianza Obrera-Campesina y el Movimiento Territorial pasó a sustentar la nueva estructura del partido por decisión de la XV Asamblea Nacional celebrada en 1992. También, fungió de instructor del Centro de Capacitación Electoral del PRI.
En las elecciones estatales de 1993 Peña Nieto llevó la tesorería de la campaña a gobernador de Emilio Chuayffet Chemor y tras la victoria de este fue reclutado para su administración como secretario particular del secretario de Desarrollo Económico del Gobierno mexiquense, Juan José Guerra Abud. Realizó esta labor hasta 1998, cuando el gobernador era César Camacho Quiroz y el presidente de la República Ernesto Zedillo Ponce de León. En 1996 tomó parte en la creación del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político del Estado de México (ICADEP), dedicado a la formación de cuadros del partido, y en 1998 se desempeñó brevemente como secretario general de otro de los muchos organismos priístas, el Instituto Político Empresarial del Comité Directivo Estatal (CDE). En 1999 Peña Nieto volvió a manejar los fondos de una campaña a gobernador, la de Arturo Montiel Rojas, atribuido tío lejano (en tercer grado, apuntan algunos medios, aunque él siempre ha negado esta filiación) y con menos dudas su tutor político.
Tras posesionarse el 16 de septiembre del Palacio de Gobierno de Toluca, Montiel Rojas confió a su ayudante electoral un puesto de subsecretario. Meses después, en marzo de 2000, el treintañero alcanzó su primer cargo de rango ministerial, la Secretaría de Administración del Estado, despacho que ocupó hasta octubre de 2002. Entre medio, en noviembre de 2001, fue delegado de la XVIII Asamblea General del PRI. Para entonces, la vieja formación hegemónica, tras siete décadas de dominio ininterrumpido y quince presidentes, ya llevaba un año desalojado del Gobierno Federal, que ahora ocupaba el conservador Partido Acción Nacional (PAN) de Vicente Fox Quesada. En 2003, siendo miembro del Consejo Político Estatal (CPE) y del Consejo Político Nacional (CPN) del partido, Peña Nieto obtuvo un sitio en la lista de candidatos a diputado, en representación del Distrito XIII con cabecera en Atlacomulco, para las elecciones del 9 de marzo a la Cámara estatal. Hecho con el escaño, en septiembre siguiente estrenó el mandato legislativo con la función añadida de coordinador del grupo parlamentario del partido. Transcurrido un año, en septiembre de 2004, fue elegido presidente de la Junta de Coordinación Política de la LV Legislatura.
2. Gobernador del Estado de México
Para octubre de 2004 la carrera política de Peña Nieto en el PRI mexiquense estaba lista para dar el salto y realizar una ambición acariciada desde muy joven. Promovido por un poderoso círculo de notables locales del partido, donde estaban las parentelas de ambos padres, y ayudado de paso por su atractiva presencia física –de maneras suaves, pulcro y bien parecido-, el diputado lanzó su postulación a gobernador del estado más populoso del país, llamado Edomex en el lenguaje informal. De acuerdo con el procedimiento de primarias, la precandidatura de Peña Nieto se midió con las de otros diez aspirantes del partido no en una votación decisiva, sino a través de un maratón de giras proselitistas, seminarios y mesas redondas que servían de criba. Los precandidatos fueron desistiendo uno detrás de otro y al final sólo quedó en pie el de Atlacomulco, el más convincente de todos.
El 14 de enero de 2005 Peña Nieto se dio de baja como congresista y el 12 de febrero fue proclamado oficialmente candidato por el PRI. Ya estaba listo para librar una campaña electoral que a estas alturas de la historia política de México, empero, no se prometía un paseo triunfal, ni siquiera en uno de los estados más fielmente priístas de la República: el actual gobernador, Arturo Montiel, era un tricolor como sus 24 predecesores en el cargo.
El 27 de junio, en el cierre de la campaña, el candidato escenificó su compromiso con las promesas electorales formuladas de una manera rotunda: firmando ante un notario público de Toluca su decisión de dar cumplimiento, en caso de salir elegido, a un paquete de 608 acciones concretas de gobierno en los ámbitos municipal, regional y estatal. Las mismas consistirían en obras públicas para la ampliación de la red de carreteras y la dotación de nuevos servicios de transporte público, como el Tren Suburbano y el Mexibús, lo que requeriría inversiones conjuntas con los gobiernos Federal y del DF, así como la construcción de casi 200 centros de salud y hospitales, y la entrega de recursos de ayuda a sectores vulnerables de la población.
En las votaciones del 3 de julio de 2005 la candidatura de Peña Nieto, sustentada por la Alianza por México del PRI y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), contendió con las de Rubén Mendoza Ayala, por el PAN y Convergencia, y la izquierdista de Yeidckol Polevnsky Gurwitz, por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido del Trabajo (PT). El escrutinio le concedió la victoria con el 47,6% de los votos, el doble que Mendoza y Polevnsky, empatados en el 24%. Las impugnaciones de los perdedores retrasaron hasta el 12 de agosto la acreditación del priísta como gobernador electo.
El 15 de septiembre de 2005 Peña Nieto inició su mandato de seis años, que no era renovable. Como gobernador, no tardó en cimentar una abultada popularidad. Lo hizo a golpe de participaciones televisivas, donde, impecablemente trajeado y repeinado, explotaba su incuestionable glamour mediático (dependiendo del formato del programa, ora se mostraba simpático y desenvuelto, ora serio e institucional), y con sus Informes Anuales de Gobierno, donde desgranaba el progresivo cumplimiento de los famosos 608 compromisos, al ritmo de cien por año. El Gobierno del Edomex, siguiendo con su dispendioso "plan de comunicación política" a través de los spots para la pequeña pantalla, informó asimismo de los progresos en la reestructuración de la deuda del Estado, llegando la reducción de la misma al 27% en términos reales al final del período (lo que dejó el montante en 28.300 millones de pesos, una cantidad todavía muy cuantiosa), y se jactó de haber obtenido las máximas notas de transparencia en la gestión de la cosa pública. Desde el PRD y otros sectores de la izquierda se adujo que los lucidos megaproyectos de desarrollo no estaban sirviendo para reducir las grandes bolsas de pobreza y desempleo en el Estado.
La insistencia en las materializaciones gubernamentales, difundidas machaconamente por las cadenas del grupo Televisa, sonaba a autobombo de cara a las presidenciales de 2012, cuando el PRI cumpliría 12 años de traumática estadía en la oposición a los gobiernos del PAN, pero el interesado se guardó de hacer explícitas sus intenciones mientras durase su mandato ejecutivo en el Estado. En 2009 la revista de actualidad política Proceso dedicó al gobernador dos portadas con los titulares de Sin recato: Peña Nieto, el compravotos y Peña Nieto, un reality show. Este último titular hacía referencia a un libro de investigación sumamente crítico con el político escrito por el periodista Jenaro Villamil, quien le retrataba como un candidato en la espera prefabricado por viejas élites priístas y que gastaba ingentes sumas de dinero público en promocionarse.
Las polémicas de la gestión en Toluca
Las realizaciones pregonadas relativas a las infraestructuras de servicios y las bolsas asistenciales eran tangibles por los ciudadanos, pero en sus seis años como gobernador Peña Nieto hubo de enfrentar abundantes críticas y denuncias por su proceder discutible ante ciertas situaciones concretas. Para empezar, fue acusado de intentar encubrir a su predecesor en el cargo y supuesto familiar lejano, Arturo Montiel, en el proceso penal abierto en su contra por presunto enriquecimiento ilícito con fondos públicos.
Así, en octubre de 2006 el gobernador, en contradicción con los méritos aducidos en este terreno cuando su campaña presidencial de 2012, vetó unas reformas, iniciadas por el Congreso local en la anterior legislatura, para desarrollar la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental (LFT). El polémico veto, presentado por el Ejecutivo como "observaciones" para que el nuevo ordenamiento fuera "un instrumento legal más eficiente", vino a rebufo de la decisión del Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de México (ITAIPEM) de denegar la petición del PAN desde la oposición de que la Secretaría de la Contraloría del Gobierno estatal facilitara las declaraciones patrimoniales de Montiel correspondientes a su sexenio en el poder. Al final, pese a las fuertes evidencias de manejos corruptos, el ex gobernador fue absuelto por la justicia.
Aquel año también, en mayo, se produjo la violenta intervención de las fuerzas del orden en el municipio de Atenco, escenario de un conflicto entre las autoridades y unos vendedores ambulantes de flores apoyados por activistas de la organización campesina Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), con el resultado de dos muertos. En el operativo fueron detenidas más de 200 personas, pero la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) dio cuenta de numerosos casos de represión desproporcionada y violaciones humanitarias, desde allanamientos de morada a torturas, pasando por violaciones a mujeres.
A instancias del propio Peña Nieto, la Procuraduría General de Justicia del Estado abrió una investigación de las denuncias de malos tratos y abusos sexuales. La indagación constitucional, acogida a dictamen por la Suprema Corte de Justicia en enero de 2009, estableció la efectiva comisión de “abusos, tratos crueles e inhumanos, uso excesivo de la fuerza, violaciones y tortura", pero, salvo un policía estatal condenado por "actos libidinosos" (un caso de sexo oral forzado, no tipificado como violación) y que eludió la sentencia de tres años de prisión al ser conmutable por una multa de 8.427 pesos, ningún uniformado fue penado por la justicia.
En su campaña para las presidenciales de 2012, Peña Nieto iba justificar como "legítima" la intervención de la fuerza pública federal, estatal y municipal en las localidades de San Salvador Atenco y Texcoco, donde floristas y miembros del FPDT habían bloqueado una carretera y lanzado cócteles molotov, apaleado, desarmado y retenido a unos efectivos del Gobierno. Ante esa situación, él, en coordinación con la Secretaría de Seguridad Pública Federal, no había tenido más opción que ordenar la intervención policial "para restablecer el estado de Derecho en la región". Lamentablemente, en Atenco habían tenido lugar unos "excesos individuales" sobre los que la Comisión Investigadora y la Corte Suprema ya se habían pronunciado.
Otro de los principales cuestionamientos al Gobierno de Peña Nieto fue el auge de los crímenes violentos en general, en el contexto de la salvaje espiral delictiva de los cárteles del narcotráfico y las bandas de secuestradores que se abatía sobre México, y contra las mujeres en particular. Estos últimos, como en otros estados del país pero con más intensidad aquí que en cualquier otro lugar (incluidos Chihuahua y Ciudad Juárez, cuya triste fama tendió a eclipsar de cara al exterior la terrible situación que se vivía en el Edomex), se dispararon a niveles muy alarmantes. Entre 2005 y 2010 los asesinatos denunciados de mujeres en el Estado de México sumaron 922, según la Procuraduría General de Justicia, y tras la conclusión del sexenio la mayoría permanecían impunes.
En diciembre de 2010, constatada la magnitud del feminicidio y la escasa eficacia, si no la pasividad, de las autoridades en el esclarecimiento de estos crímenes con un trasfondo cultural patológicamente machista y misógino, y en la aplicación de justicia, las ONG Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH) y Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) solicitaron al Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres que abriera una investigación formal sobre las cifras luctuosas manejadas por la Procuraduría del Estado y, llegado el caso, que declarara la Alerta de Violencia de Género (mecanismo derivado de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, vigente a nivel federal desde 2007). En enero de 2011 el Sistema Nacional desestimó la demanda ciudadana sin mayores explicaciones.
Virtualmente ningún mexiquense estaba a salvo de los desmanes de la inseguridad ciudadana y el mismo círculo familiar del gobernador resultó no ser la excepción, pues la violencia organizada le rozó peligrosamente. En mayo de 2007, durante una estancia vacacional en Veracruz, unos pistoleros sin identificar asesinaron a tiros a cuatro agentes de la Dirección General de Seguridad Pública del Estado asignados a la protección de los hijos, Paulina, Alejandro y Nicole, de 11, 9 y 7 años, los suegros y una cuñada del mandatario, todos los cuales salieron indemnes del atentado. Los escoltas se trasladaban en una furgoneta que sucedía al vehículo que transportaba a los familiares de Peña Nieto en una zona hotelera cuando fueron interceptados por los atacantes, que les dispararon con armas automáticas. La Procuraduría abrió una investigación del atentado y en su informe preliminar apuntó la posibilidad de que los guardaespaldas hubiesen sido confundidos con miembros de bandas rivales por los autores de los disparos, presuntos sicarios del narcotráfico. Peña Nieto se apuntó a esta hipótesis y negó un atentado deliberado de signo político.
Una vida familiar en el candelero
El múltiple crimen de Veracruz se produjo cuando la familia se sobreponía a la súbita muerte, el 11 de enero anterior y por causas naturales, de la madre de los niños y esposa del gobernador desde 1993, Mónica Pretelini Sáenz, quien desempeñaba labores oficiales como presidenta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en el Estado. Pretelini falleció a los 44 años de edad debido a una crisis nerviosa de tipo epiléptico que le provocó un paro cardiorrespiratorio, según indicó el parte médico. En noviembre de 2008 Peña Nieto confirmó en un programa de la TV Azteca su noviazgo con la popular actriz de telenovelas Angélica Rivera Hurtado, quien meses atrás había sido la imagen de la campaña publicitaria de los "300 compromisos cumplidos" y de cuyo idilio con el gobernador, no ocultado a las cámaras, ya venía hablando profusamente la prensa del corazón. Rivera estaba separada de su marido, el productor de Televisa José Alberto Castro, con quien había tenido tres hijas, e inició sendos procesos de divorcio civil y nulidad eclesiástica de su matrimonio católico.
Una vez zanjada por ella su anterior situación conyugal, la pareja pasó por el altar de la Catedral de Toluca el 27 de noviembre de 2010. La boda, que tuvo una amplia repercusión social y mediática, acrecentó la fama y la popularidad del gobernador del Estado de México, quien a estas alturas ya tendría más que decidida su postulación presidencial. Unos meses antes de contraer segundas nupcias, Peña Nieto fue uno de los personajes de la actualidad mexicana analizados por el periodista Rafael Loret de Mola en su libro 2012: La sucesión. Allí, el autor, sobre la base de una conversación mantenida con su retratado el año anterior, revelaba que el mandatario mexiquense había sido infiel a Mónica Pretelini y que incluso había concebido dos hijos fuera del matrimonio, uno de los cuales murió de cáncer a muy temprana edad, de todo lo cual ella tuvo conocimiento. Según Loret de Mola, Peña Nieto reconoció ante él sus "infidelidades" ("arrastro esta debilidad desde muy joven", confesó al autor) y Pretelini había sobrellevado la "notoria promiscuidad" de su marido hasta el mismo día de su defunción.
El interesado volvió a sacar a colación el tema en enero de 2012, en la precampaña de las presidenciales, saliendo al paso de los continuos chismes sobre su carácter mujeriego y sus "hijos secretos". El pronunciamiento se hizo ineludible después de que su antigua amante, Maritza Díaz Hernández, empezara a enviar en la red social Twitter una serie de mensajes donde ponía en solfa las responsabilidades paternales de Peña Nieto con el hijo que habían concebido juntos. En sendas entrevistas por los periodistas Mario Vázquez Raña y Katia D'Artigues, el político confirmó lo publicado por Loret de Mola. En esta ocasión, Peña Nieto precisó que uno de los retoños fruto de sus relaciones extraconyugales había muerto al año de nacer debido a causa de un tumor maligno y que el otro, el hijo de Maritza Díaz, gozaba de su pleno reconocimiento como padre: el niño portaba su apellido y tenía asegurada la debida manutención.
3. La empresa de las presidenciales de 2012
Debacle y resurrección del PRI
Los desastrosos resultados de las elecciones generales del 2 de julio de 2006 ahondaron la crisis de liderazgo e identidad en el PRI, reducido a un pálido reflejo de lo que en su día había sido y, por lo que parecía, incapaz de asimilar la voluntad de alternancia expresada por los mexicanos en los históricos comicios de 2000 y de ofrecer un proyecto de renovación convincente. A una mayoría de electores, el PRI, borrosamente colocado en el centro del espectro y con más vaguedad en el centro-izquierda, seguía pareciéndoles más viejo que nuevo. Muchas décadas de corporativismo estatista, autoritarismo, represión social, fraude electoral, caciquismo, corrupción y ramificaciones criminales de todo tipo seguían pesando en el imaginario colectivo.
En las presidenciales, Roberto Madrazo Pintado, ex gobernador de Tabasco y hasta 2005 el presidente del partido, y definido como candidato tras verse obligado Montiel Rojas, su rival interno, a abandonar el proceso de primarias por el escándalo de corrupción, quedó con el 22,3% de los votos en una humillante tercera posición por detrás del perredista Andrés Manuel López Obrador y el panista Felipe Calderón Hinojosa, el triunfador en la contienda no sin la airada denuncia de fraude de su contrincante izquierdista. Madrazo no fue capaz de imponerse en ningún estado a pesar de gobernar su partido en 17 de ellos. En las parlamentarias, la bancada priísta de la Cámara de Diputados se achicó hasta los 103 escaños, 24 menos que el PRD y 103 menos que el PAN. Ninguno de los ejecutivos estatales sometidos a renovación en esta ocasión fueron ganados por el PRI: en el DF, bastión del PRD, Beatriz Elena Paredes Rangel emuló el pésimo rendimiento de Madrazo en el envite republicano, mientras que en Guanajuato, Jalisco y Morelos el PAN vio revalidada su titularidad del Ejecutivo.
En febrero de 2007 el partido, presa del desánimo y cuando aún resonaban los ecos de la bronca batalla personal entre la ex secretaria general y líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) Elba Esther Gordillo Morales y el aparato oficialista controlado por Madrazo (la pugna se había saldado el 13 de julio con la expulsión del PRI de Gordillo, quien siguió en el proscenio como la principal impulsora de una formación medio escindida, la Nueva Alianza), acudió a elecciones internas para elegir a los nuevos presidente y secretario general del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), cargos de los que se despedían respectivamente Mariano Palacios Alcocer y María del Rosario Green Macías. La fórmula ganadora fue la de Beatriz Paredes y Jesús Murillo Karam, impuesta con una amplia ventaja a la conformada por Enrique Jackson Ramírez, anteriormente cabeza de la facción Todos Unidos Contra Madrazo (Tucom, cuyo precandidato de consenso había sido Arturo Montiel), y Sara Latiffe Ruiz Chávez.
La presidencia de Paredes, partidaria de reconectar con las "grandes causas populares" y de "recuperar el orgullo priísta", marcó el despegue electoral del PRI, que, sacando partido de la acumulación de fracasos por el PAN, sobre todo en la guerra contra el narco, recobró mucho del terreno perdido desde la época de Zedillo. Los sucesivos comicios estatales celebrados hasta marzo de 2011, cuando hubo cambio en la dirigencia del partido (Humberto Moreira Valdés por Paredes y María Cristina Díaz Salazar por Murillo Karam), incrementaron la cuenta de gobiernos estatales a 19 y meses después se añadió el de Michoacán. Más sobresalientes fueron los resultados de las legislativas federales del 5 de julio de 2009, cuando la formación opositora pegó un salto extraordinario y, con 237 diputaciones, a punto estuvo de alcanzar la mayoría absoluta en la Cámara baja.
De la precandidatura a la presentación del programa nacional
Desde Toluca, Peña Nieto asistía a las vicisitudes de su partido con reserva. Absteniéndose de tomar partido en las refriegas internas que lo desgarraron entre 2005 y 2007, él parecía concentrado en su proyecto personal. En 2008 los sondeos de valoración de líderes de todos los partidos ya le perfilaban como el gran favorito a nivel nacional, con enorme ventaja sobre adversarios de peso como los perredistas Marcelo Ebrard Casaubón, el jefe del Gobierno del DF, y su predecesor en el cargo, López Obrador, y, por parte del PAN, el senador Santiago Creel Miranda, quien fuera secretario de Gobernación con Fox, y Josefina Vázquez Mota, actual secretaria de Educación Pública con Calderón. La primacía del mexiquense en las encuestas era tanto o más señalada en relación con sus colegas tricolores. En 2008 la calma fue asentándose en el PRI al compás de los buenos resultados electorales. Los medios hablaron de un pacto de no agresión y buenas relaciones, en aras de la unidad interna, entre Peña Nieto y los otros dos precandidatos en potencia, la presidenta Beatriz Paredes y el senador sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera.
Las intenciones del gobernador de cara a 2012 fueron una de las comidillas de la política nacional durante 2009 y 2010. Él se hacía de rogar en las entrevistas. Así, en diciembre de 2009, inquirido por la CNN, manifestó: "ni me encarto, ni tampoco me descarto". La cuestión de su postulación, puntualizó, quedaría definida "a su debido tiempo", pero no antes de cumplir su gestión en el Edomex. Para un sector crítico de la prensa, Peña Nieto, más en el candelero que nunca gracias a su público noviazgo con Angélica Rivera, no estaba deshojando ninguna margarita, sino que tenía bien a punto una apuesta para llegar a la Residencia Oficial de Los Pinos que, según estos medios, contaba con un doble y formidable patrocinio: por el lado político, el ex presidente Salinas de Gortari, aún influyente pese a su cuestionado pasado, quien estaría tejiendo para él las necesarias alianzas y adhesiones; por el lado comunicativo, el emporio Televisa.
Fiel a lo reiterado, Peña Nieto mantuvo el suspense formal hasta después de su período de Gobierno. En las elecciones estatales del 3 de julio de 2011 Eruviel Ávila Villegas, candidato a la sucesión con sus parabienes, se deshizo cómodamente de sus contrincantes del PRD, Alejandro Encinas Rodríguez, y el PAN, Luis Felipe Bravo Mena. La transmisión de poderes tuvo lugar el 15 de septiembre y cinco días más tarde el cesante confirmó por primera vez que aspiraba a presidir la República. Para entonces, Peña Nieto ya contaba con el respaldo de la poderosa Elba Gordillo, quien seguía considerándose priísta a pesar de su expulsión del partido y que en todo caso acaudillaba con nervio caciquil un sindicato muy corporativo con un millón y medio de afiliados. El presidente del partido desde el 4 de marzo, Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, era un dirigente próximo a los dos. En cuanto a Paredes Rangel, no contaba ya para la nominación presidencial porque su objetivo preclaro era volver a intentarlo en la liza por la gobernación del DF, también en 2012.
Así las cosas, el único obstáculo a la proclamación de Peña Nieto como colofón de unas primarias abiertas a militantes y simpatizantes era la precandidatura de Manlio Fabio Beltrones. A tenor de las encuestas, el de Sonora no tenía la menor posibilidad de imponerse, así que el 21 de noviembre, con la explicación de que "no era el tiempo de las ambiciones ni de la simulación", declinó disputar la elección primaria, a dirimir el 8 de febrero de 2012, y dejó el camino expedito al mexiquense.
El 27 de noviembre de 2011 Peña Nieto inscribió su precandidatura ante la Comisión Nacional de Procesos Internos (CNPI) del PRI. Tras entregar la documentación requerida, en palabras a una multitud de entusiasmados seguidores congregada ante la sede nacional del partido, el aspirante expresó su convicción de la victoria priísta en las elecciones del 1 de julio de 2012. Aunque en el país había actualmente "miedo, zozobra y desánimo", también soplaban "vientos de cambio y esperanza". La nación quería "dejar atrás la división, el encono, el debilitamiento de las instituciones y el deterioro de los valores de la sociedad", y el PRI, que estaba "más vivo que nunca" y había sido e iba a seguir siendo "el gran constructor de México", estaba aquí para "ofrecer soluciones, no ilusiones". Aunque todos los sondeos seguían otorgándole la condición de claro favorito para ganar una contienda donde iba a verse las caras con López Obrador por el PRD y Vázquez Mota por el PAN (ambos fueron proclamados por sus partidos candidatos en febrero siguiente), Peña Nieto tuvo un arranque preelectoral accidentado al incurrir en una serie de lapsus y verse envuelto en situaciones comprometidas.
Para empezar, el 3 de diciembre, en una conferencia con otros autores en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en la que presentó su ensayo-manifiesto México, la gran esperanza: un Estado eficaz para una democracia de resultados, y trayendo a la memoria la otra vez, durante una entrevista en 2009, en que se había quedado en blanco cuando le preguntaron de qué dolencia había muerto su primera esposa, el político pasó un apuro al ser inquirido por los tres libros que más habían marcado su vida. En un principio no supo qué responder y luego consiguió recordar La silla del águila, que atribuyó erróneamente al historiador y ensayista Enrique Krauze cuando es obra del novelista Carlos Fuentes, y a "otro libro de él mismo [de Krauze] que quiero recordar el nombre, sobre caudillos, no recuerdo el título exacto", trastabilló. Para salir del brete, el ex gobernador mencionó la Biblia y citó de corrido dos obras del inglés Jeffrey Archer, Kane y Abel y La hija pródiga. También, aseguró que su actual libro de cabecera era La inoportuna muerte del presidente, aunque volvió a dudar sobre el título y el autor (Alfredo Acle Tomasini). "La verdad es que cuando leo libros, me pasa que luego no registro del todo el título, me centro más en la lectura", ofreció como excusa.
La anécdota literaria de Guadalajara generó un alud de críticas mordaces desde los partidos contrincantes y en las redes sociales de Internet. En particular en Twitter, donde Peña Nieto reconoció su error mientras que su hija mayor Paulina, desde su cuenta personal, llamaba "bola de pendejos" a los "envidiosos" que se mofaban de su padre, "reacción emotiva" que obligó al progenitor a disculparse por segunda vez ante los internautas. A los pocos días, en una entrevista grabada para el diario español El País, Peña Nieto volvió a dar la nota al evidenciar su desconocimiento de la cifra del salario mínimo en México y del precio del kilo de tortillas, alimento básico en la canasta familiar, sobre el que respondió que "no soy la señora de la casa, pero ha de estar entre siete u ocho pesos". En la versión impresa de la entrevista, el político aseguró que el PRI estaba "preparado para la competencia democrática", pues había "aprendido de sus errores" y ahora se hallaba "conformado en buena medida por nuevas generaciones que se han formado en una cultura y un ambiente democráticos".
El 17 de diciembre Peña Nieto recibió del PRI la acreditación como el postulante único del partido a la Presidencia de la República. El día 27, en una rueda de prensa, preguntado por la situación de su campaña, no supo decir si podía considerársele "candidato" o sólo "precandidato". El nuevo presidente del CEN, Pedro Joaquín Coldwell, quien acababa de reemplazar a Humberto Moreira –dimitido el 2 de diciembre por la controversia sobre su pésima gestión de las finanzas de Coahuila-, salió en ayuda de su colega a petición de este aclarando que para el partido sí era candidato, pero de cara al exterior, "para efectos legales", todavía era precandidato. En efecto, el estatus de candidato aún tenía que determinarlo el Instituto Federal Electoral (IFE). Los trámites formales fueron ventilados en marzo de 2012. El día 12, luego de hacerlo en febrero en nombre del PVEM, Peña Nieto rindió protesta, esto es, se juramentó, como candidato del PRI en un acto en Guanajuato. La coalición de tricolores y verdes adoptó el nombre de Compromiso por México.
El día 29, por último, el IFE aprobó la inscripción del priísta, y de paso las de López Obrador, Vázquez Mota y Gabriel Quadri de la Torre por el Partido Nueva Alianza (PANAL), cuyo caudillo en la sombra era Elba Gordillo. Al día siguiente, Peña Nieto inauguró su campaña electoral con un mitin de masas en Guadalajara, Jalisco. En estos momentos, las encuestas seguían sonriéndole con una expectativa de voto del 44%, lo que representaba más de diez puntos de ventaja sobre la candidata del oficialismo y el doble que el antiguo jefe de Gobierno del DF. Repitiendo la escenografía de 2005 cuando la campaña para el Gobierno del Edomex, el candidato presidencial comenzó a firmar "compromisos" bajo sello notarial. Los tres primeros, bien concretos, consistieron en la supresión de un centenar de diputados federales, la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción y la publicación de la relación de bienes del presidente de la República y de todos los mandos superiores del Gobierno Federal. Estas tres medidas se incluían en un compromiso nacional genéricamente referido como Gobierno eficaz, el cual, a su vez, daría cumplimiento a otros cinco grandes compromisos sectoriales.
En primer lugar, era menester Recuperar la paz y la libertad, mediante una nueva Estrategia Nacional para Reducir la Violencia que permitiese rebajar, a la mitad por lo menos, las tasas de homicidios, secuestros y extorsiones, en un país desangrado que desde diciembre de 2006 había registrado la escalofriante cifra de 55.000 muertos entre narcos, sicarios (los más, como resultado de las matanzas entre bandas rivales), agentes de seguridad y civiles. En este complicadísimo frente, Peña Nieto apostaba no sólo por la persecución del crimen con todos los medios al alcance, sino también por las políticas de prevención, la modernización y capacitación de las fuerzas policiales, las labores de inteligencia y la cooperación internacional.
Aparte, en declaraciones, el candidato confirmó que mantendría al Ejército en la lucha contra el narcotráfico, si bien era partidario de devolverlo a los cuarteles de manera "gradual", cuando la situación lo permitiera. El cambio de estrategia operativa era inexcusable, vistos los escasos o nulos resultados de la practicada por el Gobierno calderonista: en lugar de priorizar la captura de capos de los cárteles, las fuerzas de seguridad se concentrarían en desplegarse zonalmente para mejorar la seguridad ciudadana allí donde la violencia más campaba por sus respetos, como Monterrey y Veracruz. Esto, señaló categóricamente, no supondría desempolvar el "viejo modelo" priísta de pactar con los jefes mafiosos. En cuanto a la alternativa de la legalización, sobre la que ya había abierto un debate político en América Central, él estaba "totalmente en contra".
El compromiso Un México incluyente y sin pobreza buscaba rescatar de la pobreza a 15 millones de compatriotas y que "todo mexicano" tuviera "lo suficiente para comer". Para dicho fin, el Gobierno Federal crearía un Sistema de Seguridad Social Universal, financiado por impuestos, que garantizara y ampliara la cobertura de las diversas prestaciones de la red pública. De paso, pondría en marcha nuevos seguros y programas sociales, crearía unas Brigadas Hambre Cero, incrementaría la producción agropecuaria nacional y establecería polos de desarrollo en el medio rural. Con Crecer para generar más y mejores empleos, Peña Nieto se comprometía a "triplicar" el crecimiento económico de la última década (aproximadamente el 2% de media), a generar "más de un millón de empleos al año" y a propiciar mejoras sustanciales en la financiación del desarrollo, la inversión en innovación, la competitividad exportadora, la industria turística, el sector agropecuario y la protección medioambiental. Un capítulo especial era la reforma del sector energético, que sería "pragmática", permitiendo a la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) "beneficiarse de mayores asociaciones con el sector privado", pero "sin renunciar a la propiedad pública de los hidrocarburos".
El cuarto compromiso era Más educación y de calidad para todos y el quinto Recuperar el liderazgo de México en el mundo, este último a fin de "consolidarnos como potencia emergente e incidir en la solución de los grandes retos globales, como el cambio climático o el tráfico de armas, drogas y personas". De todos los flancos exteriores, el más importante era, naturalmente, el norteño de Estados Unidos, con el que había que mejorar la integración en el seno del TLCAN, tan marcada por las problemáticas de la emigración.
El 6 de mayo Peña Nieto detalló los 20 compromisos del Gobierno eficaz y el 21 de mayo presentó el Manifiesto Por una Presidencia Democrática, un decálogo de intenciones, de hecho ya recogidas casi todas por la Constitución, en las materias de libertad de manifestación, libertad de expresión, relación con los medios, Derechos Humanos, libertad religiosa, no discriminación, división de poderes, elecciones libres, rendición de cuentas y federalismo con transparencia. Por otro lado, el reguero de recriminaciones, de la más diversa naturaleza, de que era objeto tanto desde el PRD como desde el PAN puso al priísta en una incómoda defensiva. Para contrarrestar esta mala publicidad, su equipo tuvo la idea, bastante extravagante puesto que daba pábulo a esos mismos contenidos indeseados, de listar en la web de campaña una larga relación de "leyendas sobre Peña Nieto" en el plano personal, en su faceta de gobernador y en calidad de candidato presidencial.
Formuladas en clave de rotunda afirmación seguida de una igualmente rotunda negación, o viceversa, allí, el candidato se tomaba la molestia de refutar los más diversos cuestionamientos e imputaciones, desde los más conocidos hasta los más triviales. Así, Peña Nieto no había reprimido a los paisanos de Atenco, no había tenido "hijos con muchas mujeres", no había favorecido a Arturo Montiel, no había gastado más dinero que otros políticos en comunicación social, no pretendía privatizar Pemex, no era el candidato de Televisa, no tenía como asesores a los ex presidentes Salinas y Fox, no asistía "sólo a foros en donde le hacen preguntas fáciles", no tiraba de teleprompter, no era homófobo y no era "cliente frecuente de la tienda Bijan en Beverly Hills". Al contrario, él sí sabía de qué había muerto su esposa, y sí estaba "dispuesto a someterse a pruebas toxicológicas y al polígrafo". Otra tanda de mentís despachaba la descalificaciones relativas a su gestión en el Edomex y sobre que no había cumplido los 608 compromisos.
En el portal de Internet también tenía cabida la interpretación propia del incidente sucedido el 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México, que galvanizó un estridente movimiento de rechazo a su persona en la calle y en las redes sociales, y que le hizo perder puntos de ventaja, para beneficio de López Obrador. Sucedió que a la salida de un acto político-académico, en el que había vuelto a defender su actuación durante la crisis de Atenco, un grupo de estudiantes le abucheó y le llamó "asesino". A la hora de valorar este suceso, Peña Nieto se mostró exquisitamente diplomático. Sin ánimo de pelea y con tono respetuoso, el candidato enmarcó la hostilidad de que era objeto en la libertad de expresión en democracia. El 19 de mayo, miles de personas, en su mayoría jóvenes universitarios, salieron a manifestarse en varias ciudades del país para dejar claro su repudio a la candidatura de Peña Nieto y denunciar el trato favorable que recibía de Televisa.
4. El duelo electoral con López Obrador y Vázquez Mota: una victoria anunciada
(Epígrafe en previsión)
(Cobertura informativa hasta 1/6/2012)