Dalia Grybauskaitė

La comisaria europea de Programación Financiera y Presupuestos, Dalia Grybauskaitė, ganó en mayo de 2009 de manera contundente en su país las elecciones que el 12 de julio la convertirán, a los 53 años, en la primera presidenta de la República de Lituania tras cuatro titulares varones. Economista independiente de línea liberal, Grybauskaitė trabajó en varios gobiernos de distinto signo, desde derechistas hasta socialdemócratas, antes de ingresar en 2004 en la Comisión Europea, donde se ha distinguido como una vehemente defensora del gasto comunitario en competitividad e investigación. Titular de una alta oficina con atribuciones políticas limitadas aunque nada desdeñables, la popular Grybauskaitė ha indicado que intentará ejercer su peso institucional en el sistema parlamentario para ayudar al país a salir de su peor crisis económica desde la emancipación de la URSS.

(Texto actualizado hasta mayo 2009)

1. Responsable gubernamental en diferentes ejecutivos lituanos
2. Comisaria europea encargada del presupuesto de la Unión
3. Elección como presidenta de la República


1. Responsable gubernamental en diferentes ejecutivos lituanos

Miembro de un hogar de clase trabajadora de Vilnius, se educó en la escuela Salomėja Nėris de la capital y a la edad de 19 años, mientras aguardaba la oportunidad para ingresar en la universidad, encontró un trabajo de encargada en la Orquesta Filarmónica Estatal de Lituania. Al año siguiente, en 1976, se matriculó en la Universidad Estatal Zhdanov de Leningrado (hoy, Universidad Estatal de San Petersburgo) y en los siete años siguientes simultaneó la carrera de Economía Política con unos trabajos de obrera fabril y asistente de laboratorio en una tenería de la ciudad rusa. Obtenida la licenciatura en 1983, regresó a Vilnius y empezó a ejercer de burócrata en la Academia de Ciencias de la República Socialista Soviética Lituana, y poco después de docente en el Departamento de Economía Política de la Escuela Superior del Partido Comunista Lituano (LKP). En 1988 se sacó el doctorado en Ciencias Económicas y Sociales por la Academia Rusa de Ciencias Públicas en Moscú.

En 1990, el año en que el movimiento nacionalista Sajudis, en alianza con el sector reformista del comunismo lituano, planteó su desafío independentista al poder central soviético, Grybauskaitė abandonó su poco estimulante trabajo en la Escuela Superior del LKP y pasó al Instituto de Economía de Vilnius, que la contrató para encabezar su departamento científico. En 1991 realizó un cursillo especial para altos funcionarios sobre relaciones internacionales en la Escuela Edmund A. Walsh de Servicio Exterior de la Universidad Georgetown de Washington. A su retorno a Lituania, cuya independencia había sido reconocida por Moscú tras el fallido golpe de Estado comunista del mes de agosto, se puso a disposición de las autoridades del Sajudis, encabezado por Vytautas Landsbergis, que requirieron sus servicios como directora del Departamento Europeo del Ministerio de Relaciones Económicas Exteriores, donde quedó a las órdenes del ministro Vytenis Aleskaitis, y como directora de programación en la Oficina del Primer Ministro, a la sazón Gediminas Vagnorius.

En 1993, gobernando ya el ex comunista Partido Democrático Laborista de Lituania (LDDP), Grybauskaitė pasó a dirigir el Departamento de Relaciones Económicas del Ministerio de Asuntos Exteriores. Un año más tarde, su jefe ministerial, Povilas Gylys, la envió a la misión de Lituania en Bruselas con el rango de embajadora plenipotenciaria para que condujera las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea, el cual fue rubricado el 18 de julio de 1994. Acto seguido, la funcionaria se involucró en las negociaciones del Acuerdo Europeo de Asociación (AEA), como adjunta al negociador jefe. Firmado el 12 de junio de 1995, el AEA revestía un importante calado político por cuanto contemplaba un proceso dialogado de integración como antesala de la plena adhesión lituana a la organización, que fue solicitada oficialmente por Vilnius unos meses después.

Tras este servicio europeo, en 1996, de resultas del cambio de Gobierno con el regreso al poder de los patriótico-conservadores de Vagnorius, la economista vio reforzado su caché diplomático al ser nombrada ministra plenipotenciaria adscrita a la Embajada de Lituania en Washington. Transcurridos tres años, en octubre de 1999, estuvo de vuelta en Vilnius para estrenar su primer puesto de naturaleza esencialmente política, el de viceministra de Finanzas, en el nuevo Gabinete que, en coalición con democristianos y centristas, comenzó a mandar el dirigente conservador Andrius Kubilius desde el 3 de noviembre. En los meses siguientes, Grybauskaitė tuvo a su cargo las negociaciones financieras con el FMI y el Banco Mundial.

Su perfil independiente, no partidista y tecnocrático convertía a Grybauskaitė en una profesional del servicio de gobierno susceptible de trabajar en administraciones de diferente color. Es lo que volvió a suceder en octubre de 2000, cuando tomó las riendas del Ejecutivo el ex conservador Rolandas Paksas, cabeza ahora de su propia formación liberal y en coalición con los social liberales de Arturas Paulauskas. Uno de los lugartenientes de Paulauskas, Antanas Valionis, recibió el Ministerio de Exteriores y Grybauskaitė fue asignada a su oficina en calidad de viceministra y con la misión fundamental de participar, como miembro principal de la delegación, en las negociaciones para el ingreso de Lituania en la UE, proceso que había recibido la luz verde del Consejo Europeo en diciembre de 1999 y arrancado en Bruselas en febrero de 2000.

El siguiente jalón en la carrera política de la economista y diplomática se plantó el 5 de julio de 2001 al ser nombrada ministra de Finanzas en el Gobierno del Partido Socialdemócrata (LSDP, sucesor del LDDP), con los social liberales también de socios menores, encabezado por Algirdas Brazauskas, quien fuera fundador del LDDP y presidente de la República en la década anterior. En una coyuntura de robusto crecimiento económico, aunque coexistente con un elevado desempleo y unos bajos salarios y pensiones, Grybauskaitė aplicó con éxito políticas ortodoxas para reducir la inflación -los precios fueron constreñidos hasta el extremo de registrar 2003 una tasa deflacionista, aunque justo después se dispararon hacia arriba- y rebajar también el déficit y la deuda públicos, que se situaron en unos niveles aptos para la convergencia monetaria europea.

Era ésta una meta fundamental para Grybauskaitė y Brazauskas, que esperaban conseguir el ingreso de Lituania en la eurozona no muchos años después de entrar a formar parte de la UE, lo cual, luego de firmarse el Tratado de Adhesión en abril de 2003 y de aprobarse el mismo en referéndum un mes más tarde, iba a tener lugar el 1 de mayo de 2004. Así, mientras los negociadores cerraban capítulos en Bruselas, en Vilnius, Grybauskaitė hacía sus deberes financieros y monetarios. El 2 de febrero de 2002 el litas quedó ajustado al euro con un tipo de cambio de 3,45 por unidad y en marzo de 2004 la ministra declaró que el país estaba listo para unirse ese mismo año al Mecanismo de Tipo de Cambio (ERM II), abriendo así la etapa de transición hasta la adopción del euro.


2. Comisaria europea encargada del presupuesto de la Unión

Ya en enero de 2004, faltando cuatro meses para la entrada en la UE, Brazauskas anunció que la ministra de Finanzas sería la titular del puesto de comisario reservado a Lituania en la Comisión Europea ampliada que, bajo la presidencia del italiano Romano Prodi, debía empezar a funcionar inmediatamente después de producirse el ingreso de la república báltica junto con otros nueve países de la Europa central, oriental y mediterránea.

Así, el 7 de mayo, tras recibir la preceptiva aprobación del Parlamento Europeo, Grybauskaitė estrenó en Bruselas el cargo de comisaria europea de Educación y Cultura, compartiendo cartera con la socialcristiana luxemburguesa Viviane Reding. En casa, el Ministerio de Finanzas quedó en manos del socialdemócrata Algirdas Butkevicius. De cara a la constitución de la nueva Comisión presidida por el portugués José Manuel Durão Barroso, la candidatura de la lituana, a diferencia de lo que les sucedió a otros oficiales propuestos, a la Comisaría de Programación Financiera y Presupuestos no fue impugnada por el Parlamento. El 22 de noviembre de 2004 estrenó su nueva función para un ejercicio de cinco años, sustituyendo en la comisaría al chipriota Markos Kyprianou y a la alemana Michaele Schreyer, que desde mayo venían repartiéndose las competencias.

Durante su mandato, Grybauskaitė, muy buena para memorizar números y estadísticas, según demostró en sus comparecencias, jugó un papel protagonista en las negociaciones de cara a un Acuerdo Interinstitucional sobre las perspectivas financieras para el período 2007-2013, esto es, la definición de las nuevas prioridades políticas de la Unión y las dotaciones presupuestarias máximas a asignar a cada una ellas. En agosto de 2005, en plena negociación, la responsable comunitaria se quejó de que los presupuestos actuales no eran "propios del siglo XXI" y además criticó a la Presidencia británica del Consejo por aferrarse al principio del "justo retorno" (el llamado cheque británico, por el que cada año el Reino Unido obtiene de Bruselas una fuerte deducción de su aportación fiscal a las arcas comunitarias como compensación a su condición de contribuyente neto y en particular debido al escaso uso que hace de los fondos estructurales agrícolas), que calificó de "elemento venenoso en las discusiones financieras".

En abril de 2006, luego de resultar elegida "comisaria del año" en el sondeo del semanario European Voice sobre los "Europeos del Año", la responsable comunitaria voceó su insatisfacción con el acuerdo definitivo alcanzado por el Consejo y el Parlamento sobre el marco financiero plurianual por parecerle "minimalista", pese al considerable incremento de las partidas presupuestarias destinadas a los capítulos que ella consideraba esenciales, a saber, la investigación, la formación, la innovación y la competitividad, y el transporte y la energía, con el fin de cumplir los objetivos de Lisboa sobre crecimiento y empleo para 2010.

La comisaria reclamaba un mayor esfuerzo financiero todavía en estas áreas, en detrimento de la Política Agraria Común (PAC) y los fondos de desarrollo regional, que seguían consumiendo la mayor parte de los recursos presupuestarios. Con todo, en mayo de 2007 a Grybauskaitė le cupo la satisfacción de presentar unos presupuestos anuales para 2008 en los que, por primera vez en la historia de la Comunidad, el capítulo de crecimiento sostenible, que incluye las partidas para competitividad y cohesión, con 58.000 millones de euros, superaba al de recursos naturales, a su vez consistente en gran medida en el gasto agrícola, que recibía 55.000 millones. "Es un punto de inflexión histórico", se congratuló la responsable presupuestaria. Para entonces, por su franqueza contundente, y sobre todo después de saberse que era nada menos que cinturón negro de kárate, Grybauskaitė ya era apelada por medios internacionales como la Dama de Hierro Lituana.


3. Elección como presidenta de la República

Pero su absorbente actividad en Bruselas no retrajo en Grybauskaitė el interés por la actualidad de su país, que en 2008 afrontó las marejadas domésticas de la gran crisis financiera europea y global. Así, llamaron la atención sus críticas al Gobierno de mayoría socialdemócrata de Gediminas Kirkilas, en el poder desde julio de 2006, al que reclamó un mayor esfuerzo en la contención del déficit público, cuyo volumen en tiempos de deceleración económica, sin acometer un enérgico recorte de gastos para compensar la bajada de ingresos, podía rebasar el tope del 3% del PIB y alejar aún más el ya nebuloso horizonte del ingreso en la eurozona. Molesto, el primer ministro llegó a quejarse de las "interferencias" de la funcionaria europea en la política nacional.

A mediados de octubre de 2008, en el curso de una visita a Lituania, Grybauskaitė advirtió que el "aterrizaje" del país estaba siendo "rápido, duro y doloroso". En efecto, en el tercer trimestre del año la economía lituana se contrajo un 0,3%, en el cuarto trimestre la recesión se confirmó con un retroceso del 1,4% y en el primer trimestre de 2009 la tendencia iba a agravarse con un -11,8% de crecimiento en la referencia interanual, un hundimiento en toda regla. Además, como iba a saberse más tarde, el déficit público superó el 3% ya antes de terminar 2008.

Estos toques de atención de la comisaria europea al Gobierno de Kirkilas no pasaron desapercibidos en la principal fuerza de la oposición, la Unión de la Patria-Cristianodemócratas Lituanos (TS-LKD), surgida de la fusión de los patriótico-conservadores y los democristianos, con Kubilius de líder. La TS-LKD ganó por mayoría simple las elecciones legislativas del 12 y el 26 de octubre, y Kubilius se convirtió en primer ministro al frente de una coalición cuatripartita el 9 de diciembre siguiente. En enero de 2009, el agravamiento del desfondamiento económico, el aumento vertiginoso del paro y la impopularidad de las medidas anticrisis adoptadas por el nuevo Gobierno provocaron en Vilnius los más serios desórdenes callejeros desde la separación de la URSS hacía casi dos décadas.

Esta evolución de los acontecimientos en casa influyó poderosamente, como ella misma iba a reconocer, en la decisión de Grybauskaitė de presentarse a las elecciones presidenciales que el país celebraba en la primavera. El 26 de febrero de 2009, en el anuncio oficial de su candidatura independiente, la todavía comisaria europea explicó que irrumpía en la competición para elegir al sucesor del también independiente Valdas Adamkus –quien no se presentaba a la reelección, pese a permitírselo la Constitución al no haber sido consecutivos los dos mandatos desempeñados desde 1998- guiada por el deseo de "contribuir con mi experiencia, conocimiento y habilidades a despejar de sombras la moralidad, la política y la economía, para crear una Lituania gobernada por los ciudadanos, un Estado de ciudadanos".

La alta oficina estatal a la que Grybauskaitė había echado el ojo pondría en sus manos unas funciones constitucionalmente limitadas, aunque no meramente protocolarias y simbólicas, dentro del sistema de gobierno de tipo parlamentario. Así, el presidente de la República participaba en la elaboración y ejecución de la política exterior junto con el Gobierno, era la suprema autoridad en decisiones relacionadas con la seguridad y la defensa nacionales en caso de conflicto armado, podía emitir decretos-ley (convalidados por el Gobierno), y tenía albedrío para designar y cesar al primer ministro (con el visto bueno del Seimas o Parlamento), entre otras atribuciones de peso político. Especial interés debía de suscitarle el derecho presidencial de veto a los presupuestos generales del Estado elaborados por el Gobierno, acción que ella ya había pedido a Adamkus que adoptara con el presupuesto anual para 2009 presentado por el Gabinete Kirkilas en vísperas de las legislativas, el cual consideraba inaceptable por su excesiva previsión de déficit

La postulación de la personalidad lituana más influyente en el ámbito exterior sin ser responsable político en casa mereció de inmediato las adhesiones de la TS-LKD y sus tres socios gubernamentales de centro-derecha y liberales, que rehusaron presentar candidatos propios, del Sajudis (que seguía existiendo, pero ya sólo como una especie de custodia de la memoria histórica), de numerosas ONG y, en suma, de un sector mayoritario de la sociedad pública identificado con la tradición soberanista nacional.

Las encuestas fueron igualmente rápidas en indicar que la comisaria era, con enorme diferencia, la favorita para ganar una elección a la que se presentaron también, luego de cumplir con el requisito del aval por 20.000 firmas, otros seis aspirantes, ninguno de los cuales parecía ser un serio rival: Algirdas Butkevicius, ex ministro de Finanzas y recién elegido presidente del LSDP; Valentinas Mazuronis, por el partido derechista Orden y Justicia; Waldemar Tomaszewski, por la Acción Electoral de los Polacos en Lituania; la ex primera ministra Kazimiera Prunskienė, por su Unión Campesina Popular Lituana; Loreta Grauzinienė, por el Partido Laborista; y Ceslovas Jezerskas, un general retirado del Ejército y sin filiación. Los ex presidentes Landsbergis y Brazauskas, no obstante sus fuertes diferencias ideológicas, coincidieron en elogiar a la funcionaria europea.

Grybauskaitė centró su campaña electoral en las cuestiones domésticas, poniendo énfasis en la necesidad de la austeridad financiera del Gobierno, la reducción de los gastos corrientes del Estado, el alivio de cargas fiscales para la mediana y la pequeña empresa, y la protección de las familias con las rentas más bajas. En el terreno más personal, reconoció la pertinencia de su mote de Dama de Hierro al declararse admiradora de Margaret Thatcher –pero también del Mahatma Gandhi-, y que en su trabajo institucional gustaba de ser "muy franca y directa, quizá demasiado algunas veces".

El 17 de mayo de 2009, sin sorpresas, Grybauskaitė se proclamó presidenta de Lituania con un apabullante 69,1% de los votos; el rival más cercano, el socialdemócrata Butkevicius, no pasó del 12%. La participación fue sólo del 51,6%. Al día siguiente, el diario Lietuvos rytas, refiriéndose a su condición de karateka, comentó que Grybauskaitė había "aplastado a sus oponentes de un solo golpe". En una conferencia de prensa, la triunfadora anunció que estaba considerando reemplazar hasta cinco ministros del Gobierno Kubilius por su aparente falta de cualificación para bregar con la crisis –los titulares de Finanzas, Economía, Energía, Salud y Seguridad Social-, que estimaba realista ingresar en la eurozona entre 2012 y 2015, y que, en aras de la austeridad, no iba a aceptar más que la mitad de su salario presidencial de 312.000 litas.

Con su asunción del cargo el 12 de julio para un período inicial de cinco años, Grybauskaitė se convertirá en la primera presidenta de un país que ya ha tenido a otras dos mujeres ejerciendo de primeras ministras: Kazimiera Prunskienė, de 1990 a 1991, e Irena Degutienė, dos veces y en funciones, en 1999. En el ámbito de las tres repúblicas bálticas ex soviéticas, Vaira Vike-Freiberga fue presidenta de Letonia en 1999-2007. Actualmente, en la UE, entre los países con sistema republicano, son también jefas de Estado o de Gobierno Mary McAleese en Irlanda, Tarja Halonen en Finlandia y Angela Merkel en Alemania.

Dalia Grybauskaitė es soltera y sin hijos, y domina el inglés, el francés, el ruso y el polaco.

(Cobertura informativa hasta 1/6/2009)