Christian Stocker

Canciller federal (2025-)
Editado por: Roberto Ortiz de Zárate Arce
El complicado panorama que las elecciones legislativas del 29 de septiembre de 2024 abrieron en Austria desembocó por fin en un Gobierno operativo el 3 de marzo de 2025, después de dos sonoros fracasos. Christian Stocker, presidente interino del Partido Popular Austríaco (ÖVP), conserva para su grupo la jefatura del Gobierno de coalición pese a haber perdido la condición de primera fuerza del Nationalrat, arrebatada por el ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ).
El líder de este último, Herbert Kickl, negoció infructuosamente con los conservadores de Stocker un Gabinete que habría reflejado más fielmente los resultados electorales pero que finalmente no vio la luz por la poca confianza del ÖVP en el FPÖ, una agrupación nacional-populista, euroescéptica, simpatizante del movimiento identitario y con tics prorrusos. A cambio, Stocker, consiguió pactar con los socialdemócratas del SPÖ y los centristas liberales de NEOS, precisamente la fórmula mayoritaria perseguida en vano por el canciller saliente del ÖVP, Karl Nehammer, antes de dimitir a principios de enero.
El Gobierno Stocker, que pasa página a un lustro de coalición ÖVP-Verdes y que no se ajusta a la definición tradicional de la gran coalición ÖVP-SPÖ porque incorpora un tercer socio y, sobre todo, porque los democristianos ya no lideran el espacio del centro-derecha, es del gusto del presidente de la República, Alexander Van der Bellen, quien intentó evitar el registro sin precedentes de un canciller federal de la extrema derecha, histórica ganadora de los comicios por mayoría simple.
Se trata de un Ejecutivo moderado y europeísta que mantendrá la neutralidad estricta de Austria, Estado no miembro de la OTAN y sin planes de rearme, en medio de la enorme borrasca geopolítica desatada en el continente por la ruptura del bloque transatlántico en relación con la guerra de Ucrania. A diferencia de Finlandia y Suecia, dos estados miembros de la UE que optaron por poner fin a su neutralidad, Austria no se siente amenazada por Rusia. Sin embargo, la compañía Gazprom puso fin en noviembre a sus flujos directos de gas al país centroeuropeo, a lo que siguió el cese de las exportaciones rusas a Europa a través de los gasoductos ucranianos. Ello empuja a Stocker a acelerar la difícil diversificación de las fuentes de suministro del hidrocarburo. Viena envía a Ucrania ayuda humanitaria pero no militar, y aplica las sanciones europeas contra Rusia.
La situación económica y financiera de Austria, estrechamente vinculada a su vecina Alemania, es asimismo delicada. Aquí, Stocker y sus socios priorizarán la reducción del déficit fiscal con un paquete mixto de medidas (recortes de gastos y subida de impuestos a las empresas). Otro capítulo destacado de su programa es el notable endurecimiento de la normativa sobre inmigración y asilo, que pone de manifiesto la influencia del discurso del potente FPÖ en la política austríaca.
(Texto actualizado hasta 5 marzo 2025).
BIOGRAFÍA
El décimo canciller federal de Austria en lo transcurrido del siglo no presenta pese a su edad, 64 años, un currículum político destacado. Hijo del diputado del Partido Popular Austríaco (ÖVP) Franz Stocker, realizó la carrera y el doctorado en Derecho en la Universidad de Viena para luego ejercer como abogado de oficio y privado. En 1990 salió elegido concejal de su localidad natal, Wiener Neustadt, de cuyo ayuntamiento llegó a ser teniente de alcalde una década más tarde.
En las elecciones legislativas de octubre de 2017 Stocker fue candidato por Baja Austria al Consejo Nacional o Nationalrat, la cámara baja del Parlamento Federal, pero no sacó el escaño, quedando en la relación de suplentes. Continuó en sus funciones municipales y en junio de 2019 fue llamado a reemplazar en el hemiciclo al diputado Johann Rädler, quien había causado baja por dimisión.
El recorrido político de Stocker siguió por unos vericuetos discretos hasta que en septiembre de 2022 alcanzó la posición de secretario general del ÖVP, relevando a Laura Sachslehner. En esos momentos, el presidente de la formación conservadora desde diciembre del año anterior, Karl Nehammer, llevaba diez meses ocupando la Cancillería Federal, al frente del Gobierno mayoritario de coalición con Los Verdes (Die Grünen), estrenado en enero de 2020. Nehammer había sucedido a Sebastian Kurz, sucumbido al escándalo, el llamado Österreich-Affäre, sobre la compra de encuestas periodísticas de opinión favorables a los populares.
Canciller federal por los autodescartes de Nehammer y Kickl
Stocker renovó su mandato parlamentario por méritos propios en las elecciones del 29 de septiembre de 2024. Los comicios federales depararon unos desagradables resultados al ÖVP, el partido que, coaligado con unos o con otros, portando la Cancillería o no, llevaba gobernando Austria ininterrumpidamente desde 1987. Los de Nehammer y Stocker se desplomaron al 26,3% de los votos desde el 37,5% obtenido en 2019 con Kurz, lo que se tradujo en una pérdida de 20 escaños, de los 71 a los 51.
La condición de primera fuerza del Nationalrat les fue arrebatada por el ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) de Herbert Kickl, adalid del discurso antiinmigración y euroescéptico, que hizo historia al ascender meteóricamente al 28,8% de los votos y los 57 diputados. El FPÖ, tercero en las elecciones de 2019, cuando su cabeza de lista era Norbert Hofer, rebasó asimismo al Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ) de Andreas Babler, líder de la oposición, que subió un escaño (41). Por detrás quedaron La Nueva Austria y Foro Liberal (NEOS), el pujante partido centrista de Beate Meinl-Reisinger (18 escaños), y los muy disminuidos Verdes (16 escaños) de Werner Kogler, vicecanciller federal con Kurz y Nehammer.
Kickl reclamó su derecho democrático a intentar formar el próximo Gobierno de coalición, pero el presidente de la República, el independiente y ex verde Alexander Van der Bellen, haciendo uso de su prerrogativa constitucional, ignoró tal demanda y el 22 de octubre trasladó el encargo al mismo canciller Nehammer, que desde su anuncio de dimisión el 2 de octubre dirigía un Gabinete en funciones. El argumento del jefe del Estado, ajustado a los hechos, era que el FPÖ, acusado por las demás agrupaciones de exponer planteamientos mal casados con la democracia liberal y el europeísmo, y de presentar una "proximidad" a Rusia, no contaba con posibles socios para presidir una coalición recostada en una sólida mayoría parlamentaria.
Nehammer y su número dos en el partido entablaron con el SPÖ y el NEOS unas conversaciones enfocadas en la consolidación de las finanzas federales. El déficit público se había desmandado al 3,8% y la deuda, equivalente al 83% del PIB, estaba al alza también. Volvían a subir el paro (el 5,3%) y la inflación (la tasa anual alcanzó en enero de 2025 el 3,5%, duplicando la existente en octubre), en una coyuntura de recesión económica indisociable de la profunda crisis estructural que sacudía la industria alemana.
Las negociaciones tripartitas despidieron 2024 entre nubarrones y el 4 de enero de 2025 el NEOS dio portazo a las mismas. De inmediato, Nehammer presentó la renuncia como presidente del ÖVP, cuya cúpula designó al día siguiente con carácter de urgencia presidente en funciones a su secretario general, Stocker. Autodescartado Nehammer, Van der Bellen ya no pudo seguir manteniendo su particular cortafuegos a Kickl, quien recibió el deseado encargo presidencial el 6 de enero; cuatro días después, Van der Bellen nombró canciller en funciones a Alexander Schallenberg, el ministro de Exteriores miembro del ÖVP, quien ya pilotara el Gobierno entre octubre y diciembre de 2021, a caballo entre los mandatos de Kurz y Nehammer.
Stocker, apeado como primer teniente de alcalde de Wiener Neustadt tras las elecciones municipales del 26 de enero, recibió de Kickl el ofrecimiento de gobernar juntos. La experiencia de una coalición derechista ÖVP-FPÖ tenía tres precedentes no lejanos en el tiempo y en los que el puesto de canciller había correspondido al jefe de turno del partido más potente, entonces los populares. Pero ninguno había acabado bien.
Así, el Gobierno puesto en marcha por Wolfgang Schüssel en febrero de 2000 quedó truncado en septiembre de 2002 por la pelea entablada en el seno del FPÖ entre la vicecanciller Susanne Riess-Passer, descabalgada de la presidencia del partido, y el anterior líder de la formación pero aún muy influyente Jörg Haider, quien fiscalizaba la acción del Ejecutivo federal desde su puesto de gobernador del estado de Carintia.
En febrero de 2003, tras unas elecciones anticipadas, Schüssel volvió a confiar en el FPÖ para gobernar, pero en abril de 2005 la crisis interna del FPÖ derivó en la escisión del ala leal a Haider, que constituyó el partido Alianza por el Futuro de Austria (BZÖ); entonces, los ministros que continuaron en el FPÖ abandonaron el Gobierno y en el mismo permanecieron los del BZÖ, dejando a Schüssel en situación de minoría parlamentaria hasta el final de la legislatura en octubre de 2006. Desde enero de 2007 hasta octubre de 2017 el ÖVP, liderado sucesivamente por Wilhelm Molterer, Josef Pröll, Michael Spindelegger y Reinhold Mitterlehner, fue socio minoritario del SPÖ en cuatro gobiernos de gran coalición, encabezados por los cancilleres socialdemócratas Alfred Gusenbauer, Werner Faymann y Christian Kern.
La tercera y última vez que democristianos y ultraderechistas gobernaron juntos Austria fue con Sebastian Kurz, entre diciembre de 2017 y mayo de 2019, y el fracaso entonces no pudo ser más estrepitoso: aquel primer Gabinete Kurz, donde Kickl servía como ministro del Interior, estalló de resultas del escándalo de corrupción Ibiza-Affäre, que tumbó al vicecanciller y entonces líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache; a continuación, Kurz perdió una moción de censura votada conjuntamente por el FPÖ y el SPÖ, y el Ejecutivo hubo de quedar en manos de un equipo de tecnócratas independientes dirigido por la jurista Brigitte Bierlein, hasta que las elecciones de septiembre de 2019 repusieron —no por mucho tiempo— a Kurz en el poder en coalición con Los Verdes.
Ahora, en enero de 2025, Stocker, autorizado por su partido, respondió afirmativamente a la mano tendida por Kickl, a pesar de sus recientes declaraciones muy críticas con el programa nacional-populista del FPÖ, coreando el parecer hostil del dimitido Nehammer. Así, días antes de las elecciones, Stocker había tachado a Kickl de "extremista de derechas" y de "peligro para la democracia y la seguridad del país", no pareciéndole un socio admisible para gobernar. Lo que chocaba con las coaliciones ÖVP-FPÖ que ya venían gobernando en los estados de Alta Austria, Baja Austria, Estiria, Salzburgo y Vorarlberg.
Sin embargo, argüía Stocker, tras el fiasco de la tentativa de un tripartito ÖVP-SPÖ-NEOS la situación había cambiado: "este país necesita un Gobierno estable ahora mismo, no podemos seguir perdiendo el tiempo que no tenemos en campañas electorales y elecciones", opinaba en estos momentos el líder provisional del ÖVP. En similares términos se pronunciaba Kickl, que lamentaba "el tiempo perdido, la situación caótica y la enorme pérdida de confianza".
Con esta convergencia de análisis, Stocker y Kickl se pusieron manos a la obra para dotar a Austria del deseado Ejecutivo "estable". Ahora bien, desde el minuto uno de las negociaciones quedaron en evidencia las profundas diferencias que separaban al FPÖ y el ÖVP en cuestiones fundamentales como la UE, el imperio de la ley o el funcionamiento de unos medios de comunicación independientes.
Stocker empezó reclamando a Kickl un compromiso claro para mantener al país fuera de las interferencias de la "dictadura" rusa, potencia de la que las autoridades de Viena estaban intentando, aunque con poco énfasis por su parte y menores resultados, reducir su elevada dependencia en el suministro de gas, que de todas maneras se había interrumpido por la vía directa, a través del gasoducto que recorría Ucrania y Eslovaquia, por decisión unilateral de la compañía proveedora, Gazprom, en noviembre de 2024.
Aquí, el FPÖ, aliado regional del partido Fidesz del primer ministro húngaro Viktor Orbán, replicó que Austria estaba comprometiendo su neutralidad securitaria y defensiva, pilar de la República fundada en 1945, no al suministrarle armas a Ucrania —cosa que no se producía—, sino meramente al sumarse a las sanciones contra Rusia, lo que resultaba contraproducente para la economía y por lo tanto para la seguridad nacional.
El 13 de enero las partes anunciaron que habían llegado a un principio de acuerdo para reducir drásticamente el déficit público con un plan de ahorro de gastos y podas de "burocracia" por valor de 6.400 millones de euros solo en 2025 (la mitad mediante el recorte de ayudas y subvenciones, en particular las dirigidas a la población inmigrante, y el resto vía "reformas" y "medidas adicionales" no precisadas) y de hasta 18.000 millones en siete años. Este esfuerzo de austeridad permitiría empujar el desequilibrio presupuestario por debajo del 3% del PIB, conforme a las reglas fiscales de la UE.
Kickl subrayó la necesidad de incorporar el programa de su partido sobre la "remigración", con la reducción a cero de las cuotas de asilo para personas procedentes de Siria y Afganistán, y la retirada del estatus de protección y la deportación de los refugiados sirios. Los dos partidos coincidían en que había que intensificar la lucha contra la inmigración ilegal, lo que empezaba por blindar la frontera con Eslovenia.
Parecía que Stocker y Kickl tenían una buena base programática para gobernar en común, pero al comenzar febrero afloraron desacuerdos serios, en principio por el reparto de las carteras ministeriales. El 12 de febrero un frustrado Kickl anunció por sorpresa que desistía de seguir hablando con los populares, a los que endosó el colapso de las negociaciones, y devolvió su mandato al presidente Van der Bellen. Al parecer, Stocker se había negado en redondo a la exigencia del FPÖ de titularizar dos ministerios sensibles, los de Finanzas e Interior. El líder provisional el ÖVP tampoco estaba satisfecho con la respuesta de Kickl a su exigencia de que Austria fuera un territorio vedado a la "influencia de Rusia" y continuara siendo un "socio fiable" de la UE.
El FPÖ planteó la salida de unas nuevas elecciones, que a tenor de los sondeos del momento le brindarían todavía más votos que en septiembre de 2024, pero Van der Bellen se decantó por la opción de probar un nuevo intento formativo liderado por el ÖVP. Stocker se apresuró a retomar las conversaciones con el SPÖ y el NEOS, que esta vez llegaron a buen puerto y con rapidez.
El 27 de febrero los tres cabezas de facción, Stocker, Andreas Babler y Beate Meinl-Reisinger, sellaron un acuerdo por el que el primero sería el canciller federal, el segundo el vicecanciller y la tercera la ministra de Exteriores. Los populares se quedaban con cinco puestos de ministro, entre ellos los de Interior y Defensa, donde renovaban Gerhard Karner y Klaudia Tanner; los socialdemócratas obtenían también cinco ministerios, incluido el de Finanzas para el independiente Markus Marterbauer; y el NEOS debutaba en el Ejecutivo con otro ministro además de Beate Meinl-Reisinger. De las siete secretarías de Estado, tres eran para el ÖVP, tres para el SPÖ y una para el NEOS. El flamante tripartito de azules, rojos y rosas gozaba de una mayoría absoluta de 110 escaños sobre 183.
Entre las medidas pactadas figuraban la lucha contra la inflación y contra el déficit fiscal, para evitar las sanciones de la Comisión Europea, a través de una combinación de recortes de gastos y subidas de impuestos a la banca y las compañías energéticas. Destacaba el importante endurecimiento de la normativa sobre inmigración y asilo, en la línea de lo reclamado por el FPÖ y asumido por el ÖVP, con acciones más enérgicas contra la inmigración irregular, la suspensión inmediata de la reagrupación familiar, la creación de "centros de retorno" para controlar los movimientos de los foráneos que vieran rechazada su solicitud de asilo y un plan para la "integración obligatoria" de los refugiados, quienes además verían limitados los beneficios sociales. Asimismo, el ÖVP, el SPÖ y el NEOS preveían fijar en la misma Constitución la prohibición del uso del velo por las niñas menores de edad.
En las políticas exterior, de seguridad y de defensa, el continuismo era estricto: la actuación de Austria, que ni era miembro de la OTAN ni deseaba serlo, seguiría "caracterizándose por la cooperación y la solidaridad en el seno de la Unión Europea", y el país centroeuropeo continuaría solidarizándose con la Ucrania invadida por Rusia en los terrenos político, diplomático y humanitario; ahora bien, el envío a Kyiv de ayuda de tipo militar estaba descartado porque ello no era compatible con el estatus de neutralidad de Austria, recordó Stocker. No obstante, el apoyo por Viena de las sanciones europeas contra Rusia se mantenía invariable.
El Gobierno Stocker tomó posesión el 3 de marzo.
(Cobertura informativa hasta 5/3/2025).
Más información: