Christian Kern

El socialdemócrata Christian Kern, hasta ahora al frente de la empresa estatal de ferrocarriles, se convirtió el 17 de mayo de 2016 en canciller federal de Austria a raíz de la abrupta dimisión de Werner Faymann, apeado del poder tras ocho años de ejercicio por el desgaste que le supuso su cambiante gestión de la crisis de los refugiados. Kern, que se dispone a asumir también el liderazgo de su partido, el SPÖ, dejado vacante por Faymann, trae una reputación de funcionario eficiente y ofrece un perfil de tecnócrata con amplia experiencia en la administración de compañías del sector publico. En 2015, fueron sus trenes los que llevaron a cientos de miles de refugiados sirios y de otras nacionalidades desde Hungría en dirección a Alemania, hasta que Viena, a remolque de las decisiones de Berlín en este y otros terrenos, puso término a su fugaz política de puertas abiertas e introdujo fuertes controles al trasiego de refugiados, seguidos de severas restricciones en la legislación sobre migración y asilo. Sutilmente orientado a la izquierda, él se describe como un "político de nuevo cuño" que desea impulsar un "New Deal" para revitalizar una economía anémica y mejorar el funcionamiento de la gran coalición, vigente desde 2007 pero achacosa, con el conservador Partido Popular (ÖVP) del vicecanciller Reinhold Mitterlehner.

El ascenso de Kern, tercer canciller de su partido en nueve años, acontece en circunstancias de profunda inquietud social y de alarma política tanto para el SPÖ como para el ÖVP, sumidos ambos en un declive electoral acelerado que amenaza con liquidar el singular modelo parlamentario austríaco, de alternancia bipartidista propensa a la fórmula consensuada de la gran coalición, instaurado después de la Segunda Guerra Mundial y garante durante décadas de una estabilidad ejemplar.

Ahora, esta hegemonía se desmorona por el avance imparable del FPÖ, la extrema derecha populista, euroescéptica y antiinmigración de Heinz-Christian Strache, que experimenta un auge incluso mayor que el vivido en los años noventa bajo el liderazgo de Jörg Haider, pero también por la subida de Los Verdes, cuyo candidato presidencial, Alexander Van der Bellen, solo cinco días después de tomar Kern la jefatura del Gobierno, ganó por los pelos a su adversario del FPÖ unas elecciones presidenciales en las que el SPÖ y el ÖVP fueron ignorados y humillados por los votantes; mientras que en 2002 juntos sumaban el 80% de los sufragios, hoy socialdemócratas y populares no pasarían en unas elecciones legislativas, vaticinan las encuestas, del 45%, aunque en las presidenciales sus postulantes reunieron únicamente el 22%. Una situación que abre interrogantes sobre lo que vaya a suceder en los próximos comicios al Nationalrat, que en principio tocan en 2018. En otras palabras, la holgada mayoría absoluta que en esta legislatura posee la gran coalición de rojos y negros no guarda ninguna relación con los vientos electorales del momento presente.

Buscando proyectar pragmatismo y realismo, Kern ha lanzado el aviso de que los dos socios del Gabinete han de recuperar su credibilidad para afrontar los "grandes desafíos en estos tiempos difíciles" que mencionaba Faymann en su despedida, o bien se exponen a "desaparecer del escenario". Al mismo tiempo, considera "obsoleta" la autoprohibición impuesta por el SPÖ de suscribir acuerdos con el FPÖ -el cual ya estuviera en el Gobierno Federal coaligado con los populares entre 2000 y 2005-, si bien la "escalada retórica" de los derechistas en el debate nacional sobre los refugiados impide, puntualiza, cualquier aproximación de entrada. Pese a que durante la crisis de 2015 Kern se mostró favorable a las políticas de asistencia y acogida, cabe descartar que las autoridades vienesas, en otro bandazo, den marcha atrás y vuelvan a facilitar el flujo o asentamiento de los refugiados que, con Hungría bloqueada, intentan desviarse al oeste por Croacia y Eslovenia. La Policía austríaca ya ha establecido barreras internas del área Schengen, se supone que de manera excepcional y temporal, aunque las leyes no tienen ese carácter, y hasta segmentos de valla en puntos de los bordes con Eslovenia e Italia. Austria, puerta de acceso a Alemania, es la penúltima etapa donde confluyen todas las rutas de refugiados de Oriente Medio que suben desde el Mediterráneo. Y en la actualidad, las anteriores directrices liberales sobre el asilo son muy impopulares en el país centroeuropeo.


(Texto actualizado hasta mayo 2016)

1. Un empresario del Estado bien conectado con la dirección socialdemócrata
2. Las penurias de la gran coalición austríaca durante la crisis de los refugiados de 2015-2016
3. Sucesor del dimitido canciller Faymann en tiempos de marejada nacional

1. Un empresario del Estado bien conectado con la dirección socialdemócrata

Christian Kern nació en 1966 en Simmering, distrito obrero del sur de Viena y uno de los bastiones tradicionales del Partido Socialista (SPÖ) en la capital austríaca, en el hogar de clase trabajadora formado por un electricista y una secretaria. El joven estudió Sociología, Ciencias Políticas y Comunicación en la Universidad de Viena y posteriormente recibió formación como administrador de empresas en Suiza, en el Management Zentrum que el famoso economista Fredmund Malik regentaba en la Universidad de St. Gallen.

Su lacónico currículum oficial no menciona la posesión de un grado universitario o de cualquier otro título académico, si bien medios austríacos indican que en 1993, a los 27 años, presentó una tesina de final de carrera centrada en la cobertura de los medios de comunicación escritos. Estando en la casa de estudios vienesa formó parte del sindicato estudiantil socialista VSStÖ y participó en la edición de una revista universitaria sobre política y cultura. En 1989 comenzó a trabajar como periodista especializado en la actualidad de los negocios para el servicio de noticias Wirtschaftspressedienst y para la revista Option, dos medios del área de información económica y financiera.

Su contacto con los círculos del poder político del SPÖ se remonta a 1991, el año en que el partido, como respuesta a los acontecimientos en la Europa del Este, con la caída del Muro de Berlín y la extinción del bloque soviético, clarificó su ideario adoptando el nombre de socialdemócrata. Entonces, Kern fue contratado como asistente por Peter Kostelka, secretario de Estado adjunto al canciller federal y líder del SPÖ, Franz Vranitzky. Tres años después, Kostelka se convirtió en el jefe del grupo parlamentario socialdemócrata en el Nationalrat y retuvo a Kern a su lado como responsable de su oficina y portavoz.

Sus relaciones privilegiadas con la dirigencia socialdemócrata permitieron a Kern en 1997, nada más producirse el relevo de Vranitzky por Viktor Klima, hacer una potente entrada en la gestión de empresas públicas. Debutó en el ramo de la energía al ser nombrado ejecutivo de Verbund AG, la mayor compañía eléctrica del país y de titularidad mixta, pues la mitad de su capital pertenecía al Estado austríaco. En Verbund, Kern empezó encargándose de supervisar las operaciones comerciales y al cabo de una década, en 2007, tras reconstituirse el clásico Gobierno de gran coalición entre el SPÖ y los conservadores del Partido Popular (ÖVP) con el nuevo líder socialdemócrata Alfred Gusenbauer al timón, fue ascendido a administrador responsable de los departamentos de inversiones, fusiones y adquisiciones, así como de la red eléctrica de alto voltaje.

En 2010, a instancias del Gobierno de gran coalición que ahora conducía Werner Faymann a raíz de la decisión por los populares del vicecanciller Wilhelm Molterer de romper la coalición con Gusenbauer y acudir el país a elecciones anticipadas en 2008, Kern dejó Verbund para asumir la presidencia ejecutiva de los Ferrocarriles Federales Austríacos (ÖBB), cargo funcionarial que simultaneó con su pertenencia a la junta directiva del club de fútbol FK Austria Viena. En los seis años siguientes, el antiguo periodista iba a dirigir una de las compañías más grandes del país, con una plantilla de 40.000 empleados. En 2014, además, fue escogido para presidir la Comunidad de Ferrocarriles y Empresas de Infraestructura Europeos (CER), organización paneuropea con sede en Bruselas.


2. Las penurias de la gran coalición austríaca durante la crisis de los refugiados de 2015-2016

Además de patrón de una importante empresa del Estado, Kern era también un político de cierto relieve que formaba parte del Presidium del SPÖ y que gozaba de un predicamento apreciable en su formación. El SPÖ del canciller Faymann venía siendo la primera fuerza del Nationalrat desde las elecciones de 2006, pero con una constante y, en apariencia, imparable pérdida de votos, sangría que era paralela a la sufrida también por su inseparable socio y rival, el ÖVP. La gran coalición de rojos socialdemócratas y negros democristianos, prácticamente una institución de Gobierno (desde la proclamación de la moderna República de Austria en los días postreros de la Segunda Guerra Mundial esta fórmula había regido salvo en los períodos 1966-1987 y 2000-2007) que ejemplificaba el alto grado de interiorización de los principios del diálogo y el consenso por las formaciones mayoritarias del centro-izquierda y el centro-derecha en el país centroeuropeo, fue renovada tras los comicios de 2008 y 2013, llevando como vicecancilleres sucesivamente a Josef Pröll, Michael Spindelegger y Reinhold Mitterlehner, es decir, los tres líderes que el ÖVP tuvo en este período.

Sin embargo, en la segunda mitad de 2015 el cancillerato de Faymann empezó a acumular fuertes signos de agotamiento. Estadista discreto con escasa voz propia en los debates de la UE, donde tendía a supeditarse a lo que dijera el Gobierno del poderoso país vecino y hermano, la Alemania de Angela Merkel, Faymann era inquirido desde la opinión pública nacional por la acusada anemia económica, al ofrecer Austria uno de los cuadros de crecimiento más flojos de la UE, apenas despegado de cero, y por el aumento del desempleo hasta rozar el 6%, tasa que podía parecer paradisíaca en países de la Europa del sur pero que aquí, en una sociedad acostumbrada a virtualmente el pleno empleo, causaba viva inquietud. Por otro lado, la hacienda federal no tenía problemas de déficit.

Pero el asunto que de verdad convulsionó a la sociedad austríaca y puso patas arriba la política nacional al disparar las opciones electorales del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), la formación de la extrema derecha nacionalista liderada por Heinz-Christian Strache, y acabar poniendo contra las cuerdas a Faymann, fue la gran crisis migratoria y de los refugiados, fundamentalmente sirios y afganos que huían de las guerras en sus países de origen.

Al comenzar el verano de 2015, montados en los trenes de la compañía pública que mandaba Kern, decenas de miles de refugiados empezaron a cruzar Austria procedentes de Hungría y camino de Alemania y Suecia, donde confiaban en obtener el asilo. Las estaciones de los ÖBB se convirtieron en improvisados refugios de descanso de viajeros y en centros de distribución de ayuda. En agosto, el Gobierno de Viena empezó a incrementar los controles en carreteras y ferrocarriles para dificultar el trabajo de las bandas que traficaban con personas y que operaban en Austria, un país fundamentalmente de paso al norte de la llamada ruta balcánica, cuyo punto de arranque en el continente europeo era Grecia. Ese mismo mes, el flujo de refugiados se disparó al decidir Merkel desvincularse temporalmente del Reglamento de Dublín III, sobre el procedimiento de tramitación de las peticiones de asilo por ciudadanos de terceros países en el espacio de Schengen, y no mandar de vuelta atrás a los demandantes de asilo sirios ingresados en el territorio de la UE por Grecia.

La súbita política alemana de puertas abiertas, justificada por Merkel con un criterio humanitario para agilizar los trámites administrativos y aliviar la sobrecarga de los países receptores en las fronteras exteriores de la UE, fue rápidamente secundada por Faymann. Sin embargo, al cabo de unos días, en septiembre, el Gobierno de Berlín, alarmado por la avalancha de refugiados, que estaba desbordando a las autoridades en Baviera y creando serios problemas logísticos y alentado al movimiento antiinmigración y antiislámico Pegida con la consiguiente tormenta política doméstica, dio marcha atrás e introdujo controles temporales en su frontera con Austria. De nuevo, Faymann, presionado además por el ÖVP, se moduló al proceder de los alemanes e, invocando como ellos las medidas de excepcionalidad permitidas por el Acuerdo de Schengen, impuso restricciones en los pasos fronterizos con su vecino oriental, Hungría, otro estado del área Schengen.

En septiembre, la situación se complicó sobremanera al completar Hungría el vallado hermético de todo su borde con Serbia, barrera infranqueable a la que siguió otra en el límite con Croacia, país socio de la UE, obligando a los refugiados desesperados por llegar a Alemania a tomar una ruta alternativa más al oeste, por Croacia y Eslovenia. Cientos de miles de refugiados encaminaron sus pasos hacia Austria por su frontera sur. La crisis de los refugiados tuvo un fuerte impacto en las elecciones del 11 de octubre al Ayuntamiento de Viena, controlado por el SPÖ desde 1945. El partido del canciller, objeto de un chaparrón de críticas por cómo estaba gestionando las fronteras nacionales, perdió votos, aunque el alcalde desde 1994, Michael Häupl, defensor preclaro de ayudar a los refugiados, consiguió retener el puesto. Los socialdemócratas resistieron el avance del FPÖ de Strache, que, incidiendo en las consignas de su discurso populista, buscó capitalizar los temores de una parte importante de la población ante el aumento de los solicitantes de asilo y la inmigración en general.

Durante la campaña electoral, los de Strache exigieron que Austria blindara su frontera sur con una valla del tipo de la mandada erigir por el primer ministro nacionalista Víktor Orbán en Hungría. La debilidad del Gobierno Faymann salió a relucir cuando, a los pocos días del aviso de los electores vieneses, este anunció la construcción en el borde con Eslovenia de una "barrera técnica" que tenía como fin de "permitir un acceso ordenado y controlado" de los refugiados, en su inmensa mayoría, aunque no todos, en tránsito hacia Alemania, país desde el que, por cierto, ya estaban llegando fuertes reproches a los austríacos por canalizar el trasiego de refugiados en su dirección sin mediar consultas. Además, Austria no admitiría más de 37.500 solicitudes de asilo en 2016, la mitad de las registradas en lo que iba de 2015.

En noviembre, el caldeado ambiente político y social indujo al Gobierno a dar otro giro de tuerca en su política con respecto a refugiados e inmigrantes irregulares, que ya podía calificarse de puertas cerradas: ahora, Austria construiría una valla en toda regla y de 4 km de longitud en el paso fronterizo de Spielfeld, entre Graz y la ciudad eslovena de Maribor, con puestos de control policiales, instalaciones de procesamiento de refugiados y barreras de alambrada. El incidente de los asaltos sexuales masivos de mujeres por hombres extranjeros árabes y norteafricanos en las celebraciones del fin de año en la ciudad alemana de Colonia vino a reforzar el nuevo enfoque del Gobierno austríaco. La ministra del Interior y miembro del ÖVP, Johanna Mikl-Leitner, advirtió que si la UE era incapaz de proteger la frontera greco-turca, entonces la frontera externa de Schengen tendría que "moverse al centro de Europa" y la UE debería plantearse la "expulsión temporal" de Grecia del espacio de libre circulación de personas, declaración que provocó indignación en Atenas. En febrero de 2016 Faymann anunció "controles masivos" en las fronteras del sur, extendidos ahora al borde tirolés con Italia. Además, el Ejecutivo elaboró a toda prisa una reforma muy restrictiva de la legislación nacional sobre asilo.

A la gran coalición le preocupaba sobremanera el resultado de las elecciones presidenciales del 24 de abril, de las que debía salir el sucesor del socialdemócrata Heinz Fischer. Sus candidatos, Rudolf Hundstorfer por el SPÖ y Andreas Khol por el ÖVP, eran, indicaban los sondeos, meras comparsas en un duelo cerrado que libraban el derechista Norbert Hofer, lugarteniente de Strache, y el verde Alexander Van der Bellen. Protagonista de un formidable empuje en la última semana de la campaña, Hofer se puso en cabeza en la primera vuelta con el 35% de los votos. Tres días después, el Nationalrat aprobó por una amplia mayoría el drástico endurecimiento de la normativa sobre asilo, la cual ahora amparaba el decreto del "estado de emergencia" para poder rechazar con medios militares aglomeraciones de refugiados en las frontera y fijaba nuevos límites al reagrupamiento familiar.


3. Sucesor del dimitido canciller Faymann en tiempos de marejada nacional

La debacle histórica sufrida por el candidato socialdemócrata en las presidenciales (Hundstorfer quedó en un humillante cuarto lugar con el 11,3% de los votos, seguido por el popular Khol con dos décimas menos), el vendaval de críticas vertidas desde múltiples sectores, incluido el SPÖ, en los últimos meses y la percepción de que ya no contaba con el apoyo requerido de sus propios conmilitones empujaron a Faymann a anunciar por sorpresa su dimisión irrevocable el 9 de mayo de 2016. Provisionalmente y en funciones, asumieron la Cancillería el vicecanciller del ÖVP, Mitterlehner, y la presidencia del SPÖ el alcalde vienés, Häupl. En su sucinta despedida, Faymann evocó la necesidad de que tomara las riendas del Gobierno alguien "capaz de afrontar los grandes desafíos en estos tiempos difíciles" y cuyo partido estuviera "completamente detrás de el".

Esta personalidad resultó ser Kern, quien ya desde 2014 era mencionado por algunas publicaciones como uno de los posibles sucesores del seis años mayor Faymann. Gozaba de buena prensa y procedía de la clase trabajadora, credencial esta última que en el SPÖ seguía considerándose poco menos que imprescindible para liderar el partido. Dentro del mismo, Kern estaba considerado un conciliador susceptible de aproximar a las tendencias izquierdistas y moderadas. Por otro lado, durante la crisis de los refugiados el patrón de los ÖBB había dejado entrever su simpatía por el posibilismo y la generosidad, bien que efímeros, de Merkel. Sin embargo, tampoco era de esperar que un Gobierno suyo diera contramarcha en el repliegue de las opciones de asilo recientemente adoptado por Faymann bajo las fortísimas presiones del ÖVP y, desde la oposición, el FPÖ. En sus primeros pronunciamientos al respecto, Kern dijo que Austria iba a tratar a los refugiados "con respeto" y que no iba a "dejar a mujeres y niños de pie bajo la lluvia". Eso sí, el Estado estaba resuelto a preservar "el orden y la seguridad".

El 12 de mayo un cónclave de la cúpula socialdemócrata designó a Kern, sin rivales a la vista (más allá de la presunta opción alternativa, barajada por algunos medios, del empresario de la comunicación Gerhard Zeiler, anterior secretario general de la compañía de radiodifusión pública ÖRF y actualmente presidente del conglomerado estadounidense Turner) para el puesto de canciller federal. Además, el hasta ahora jefe de los ferrocarriles austríacos fue nominado candidato a presidente del SPÖ en la elección a celebrar por un Congreso orgánico que inicialmente estaba programado para noviembre pero que fue adelantado a junio.

El 17 de mayo de 2016 Kern juró como jefe del Gobierno ante el presidente saliente de la República, Fischer. En su primera conferencia de prensa, el flamante canciller, que se describía a sí mismo como un "político de nuevo cuño", reclamó una redefinición de la cooperación entre los socios de la gran coalición, ahora mismo acomodada en una mayoría absoluta de 102 diputados sobre 183, pues de lo contrario ambos partidos se exponían a "desaparecer del escenario". Ellos, los socialdemócratas, preferían entenderse con el ÖVP, aunque ya no consideraban un tabú pactar con el FPÖ: la autoimpuesta "prohibición" de una coalición con la ultraderecha, afirmaba Kern, era "obsoleta". Ahora bien, por el momento, la actual "escalada retórica" del partido de Strache, que "incitaba a la población contra las minorías", hacía "absolutamente inimaginable" tal opción de Gobierno. Kern evocó también un "New Deal" para relanzar la economía y crear más y mejor empleo.

De los seis ministros con que contaba el SPÖ en el Gabinete saliente, Kern prescindió de tres, los titulares de Cultura, Josef Ostermayer, Educación, Gabriele Heinisch-Hosek, y Transportes, Gerald Klug. Sus sustitutos respectivos fueron Thomas Drozda, Sonja Hammerschmid y Jörg Leichtfried; los dos últimos, en particular Leichtfried, defensor a ultranza de las políticas de asilo y acogida de los refugiados, estaban considerados representantes del ala izquierda del partido, lo que fue interpretado como un deseo por Kern de virar en esa dirección. También llamó la atención el nombramiento de una mujer musulmana, Muna Duzdar, para una Secretaría de Estado. A los pocos días, el 22 de mayo, el SPÖ recibió con alivio el triunfo, bien que por los pelos, de Van der Bellen sobre Hofer en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Christian Kern está casado en segundas nupcias y es padre de cuatro hijos.

(Cobertura informativa hasta 1/6/2016)