Bola Tinubu

Aunque los sondeos no le ponían de favorito, el vencedor de la elección presidencial celebrada en Nigeria el 25 de febrero de 2023 fue Bola Tinubu, candidato del partido gubernamental All Progressives Congress (APC, centrista) y aliado del presidente saliente, Muhammadu Buhari, que concluye su segundo mandato constitucional de cuatro años. Al ser el más votado en todo el país con el 36,6% de los sufragios y superar la cota del 25% en al menos 24 de los 36 estados componentes de la República Federal, Tinubu fue proclamado por la Comisión Electoral Nacional Independiente presidente electo sobre sus adversarios Atiku Abubakar, del conservador People's Democratic Party (PDP, la fuerza gobernante hasta 2015), y el emergente Peter Obi, del socialdemócrata Labour Party (LP), a quien los últimos sondeos situaban en cabeza y que, incrédulo con su pobre 25,4% de los votos, impugnó los resultados. Los monitores internacionales no hablaron de fraude, si bien criticaron la mala planificación del proceso electoral, la falta de transparencia y una serie de deficiencias técnicas.

18 postulantes concurrieron en las elecciones más competitivas y abiertas desde la restauración democrática de 1999. Las mismas se desarrollaron sin incidentes graves, en el difícil contexto del terrorismo yihadista y las violencias comunitarias que de manera intermitente sacuden a la nación africana; al ambiente razonablemente pacífico ayudó el pacto de buena conducta suscrito por los candidatos al cierre de la campaña. Ahora bien, el nivel de abstención ha sido históricamente alto: solo acudió a votar el 26,7% de los electores.

El 29 de mayo de 2023, el veterano (71 años) y adinerado Tinubu, figura poco conocida en el extranjero pero con un fuerte predicamento en la política local, donde ha suscitado alegaciones de corrupción y patrocinio en la sombra de redes de influencia y clientelares, asume las riendas de la primera potencia demográfica y económica de África. Lo hará en un ambiente de incertidumbre y malestar por la acumulación de serios problemas de todo tipo: las recientes turbulencias monetarias (devaluación del naira); la escasez de dinero en efectivo y de combustibles; los elevados desempleo e inflación; los cortes eléctricos; el declive de la producción petrolera en el Delta del Níger, falta de inversión innovadora y objeto de robos y sabotajes; y, muy especialmente, la persistente inseguridad, pese a los progresos de la lucha contraterrorista en el frente militar, por los atentados, matanzas y secuestros perpetrados por Boko Haram y ISWAP, cuyas bandas operan en los estados norteños musulmanes de Borno, Yobe y Gombe.

En su desvaído manifiesto, carente de cualquier concreción, Tinubu apela genéricamente a la superación de las múltiples crisis que enfrenta el país con "unidad, fe y compromiso". Nadie duda de que su plan de gobierno es continuista del de Buhari, bajo cuya dirección Nigeria ha experimentado claros avances en la lucha contra el mal endémico de la corrupción, según indica el Corruption Perception Index de la ONG Transparency International. Este sensible capítulo contrasta con el perfil de Tinubu, pródigo en pasajes oscuros. El político ha esquivado o no ha respondido satisfactoriamente las preguntas sobre el origen de su fortuna privada, que se cree es una de las más abultadas del país y de la que él alardea poniendo a la vista del público sus lujosos inmuebles y vehículos, jet privado del tipo Bombardier Global 6000 Express incluido. Las declaraciones de bienes, rentas o intereses económicos brillan por su ausencia en los materiales de campaña del presidente electo, al que la prensa nigeriana adjudica un patrimonio mínimo de 4.000 millones de dólares.

Antaño plagada por los golpes de Estado militares, los choques intercomunales a gran escala y la guerra civil, Nigeria afronta como principal desafío desarrollar mucho más una economía que ya viene haciendo progresos en la diversificación productiva, con especial mención de las manufacturas, pero que deberá sostener a una población en crecimiento acelerado (200 millones largos de habitantes en 2023, 50 más que hace tan solo una década y que podrían alcanzar los 375 en 2050) y vulnerable al cambio climático, fenómeno natural muy pernicioso para sus metas de autosuficiencia alimentaria.

Con un PIB nominal de 504.000 dólares, Nigeria se sitúa a la par que la también petrolera Noruega, pero su renta per cápita ocupa posiciones medias en la tabla del continente. El 40% de los nigerianos sigue viviendo bajo el umbral de la pobreza, mientras continúan expuestos a agresiones armadas de múltiples rostros: además del yihadismo sunní, asedian las inveteradas razias y venganzas entre ganaderos musulmanes de la etnia hausa-faulani y agricultores cristianos en la región del Middle Belt, el bandidismo en los estados norteños donde rige la Sharía, y la brutalidad recurrente de los cuerpos militares y policiales del Estado, con Buhari responsables de auténticas masacres en la represión arbitraria de grupos disidentes.

Al igual que los presidentes Buhari (2015-2023) y Umaru Yar'Adua (2007-2010) así como su rival en las urnas Atiku Abubakar, los tres fulanis, Tinubu es musulmán, pero a diferencia de ellos no procede del norte, sino de la costa sur, y se crió en la comunidad yoruba (los otros dos presidentes de la IV República, el también yoruba Olusegun Obasanjo —1998-2007— y el ijaw Goodluck Jonathan —2010-2015—, amén del candidato Peter Obi, un igbo, son cristianos sureños). Él es natural de Lagos, la megápolis africana por antonomasia y capital económica y financiera de Nigeria; allí ostenta el título de Asiwaju, jefatura tradicional a la que se suma una de Jagaban (guerrero de guerreros) en el Emirato de Borgu, en el estado de Níger.

Pocos datos han trascendido de la biografía del nuevo presidente nigeriano hasta su incursión en la política con los 40 años ya cumplidos. En 1979 se graduó en Contabilidad en la Universidad de Chicago y, al parecer, toda la década de los ochenta la pasó en Estados Unidos, donde tuvo líos con la justicia por su presunta implicación en negocios turbios, concretamente narcotráfico de heroína, señalan algunas fuentes periodísticas.

A principios de los noventa, durante el régimen militar del general Ibrahim Babangida, retornó a Nigeria y durante un tiempo trabajó para la multinacional Mobil. En 1992 salió elegido para el Senado con el Social Democratic Party (SDP) del empresario Moshood Abiola, pero este mandato representativo, y con él el conjunto de la Asamblea Nacional bicameral de la efímera III República Nigeriana, quedó anulado en 1993 por el decreto autoritario de Babangida, crisis que desembocó en el enésimo golpe de Estado y la instalación del general Sani Abacha como nuevo dictador.

En los años de Abacha, un régimen castrense particularmente represivo y repudiado por la población, Tinubu tomó parte del movimiento civil prodemocracia en las filas de la National Democratic Coalition (NADECO), aunque el recrudecimiento de la persecución política le obligó a abandonar el país en 1994. Este exilio duró cuatro años. En 1998 Abacha falleció por causas naturales y su sucesor, el general Abdulsalam Abubakar, emprendió una rápida transición democrática que culminó a comienzos del año siguiente con la celebración de elecciones presidenciales, legislativas y a los gobiernos de los estados federados.

En su terruño, Lagos, Tinubu compitió para gobernador con los colores de la Alliance for Democracy (AD), uno de los partidos creados para dar juego político en la IV República y vinculado a los intereses de la comunidad yoruba, predominante en la región sudoccidental del país; en parte, la AD era una reformulación de extinto SDP de Abiola. Con el 82% de los votos, el 9 de enero de 1999 Tinubu se llevó el puesto de gobernador de Lagos, muy codiciado e influyente por situarse al frente del estado más rico e industrioso de la federación, con mucha diferencia sobre los demás; de aquí procedía la cuarta parte del PIB de Nigeria, mientras que la renta por habitante triplicaba la media nacional.

El político, enredado en disputas jurisdiccionales con el Gobierno Federal del presidente Obasanjo y el PDP, ganó la reválida para un segundo mandato de cuatro años en las elecciones de abril de 2003 y el 29 de mayo de 2007 traspasó el Gobierno estatal al gobernador electo Babatunde Fashola, del Action Congress of Nigeria (ACN). Para entonces, Tinubu ya pertenecía a esta formación de signo conservador, surgida el año anterior de la fusión de una facción de la AD, el Justice Party y el Advance Congress of Democrats.

Aunque desde entonces no desempeñó mandato electoral o cargo institucional alguno, Tinubu retuvo, e incluso magnificó, su rol prominente en la política nigeriana, además de continuar como una máxima autoridad de facto en Lagos y de mantener un estilo de vida opulento. Se convirtió en uno de los principales opositores al Gobierno Federal del PDP y en un valioso colaborador del ex dictador militar (1983-1985) Buhari para el lanzamiento en 2013 del APC a partir de la fusión del ACN y otros dos partidos, el CPC y el ANPP, seguido de la exitosa campaña presidencial del antiguo general en 2015. Observadores locales le atribuyen la promoción y encumbramiento de sus tres sucesores en el Gobierno estatal a partir de 2007, Babatunde Fashola, Akinwunmi Ambode y Babajide Sanwo-Olu, continuadores de su tarea de modernización de Lagos.

En la primaria de junio de 2022, Tinubu, con el indisimulado favor de Buhari, al que la Constitución impedía postularse por tercera vez, obtuvo la nominación presidencial llevando como compañero de fórmula para la Vicepresidencia a Kashim Shettima, senador por Borno y anterior gobernador del estado. El ex gobernador derrotó a dos rivales internos, Yemi Osinbajo, vicepresidente de la República en ejercicio, y Rotimi Amaechi.

Bola Tinubu está casado con la senadora Oluremi Tinubu, con la que ha tenido tres hijos de sus seis hijos. Fruto de anteriores relaciones son los otros tres vástagos del nuevo presidente, uno de los cuales falleció en 2017 con 43 años.

(Cobertura informativa hasta 22/3/2023)