Bjarni Benediktsson

1. Líder del Partido de la Independencia y ministro de Finanzas en el Gobierno Gunnlaugsson
2. Primer ministro de Islandia en 2017

1. Líder del Partido de la Independencia y ministro de Finanzas en el Gobierno Gunnlaugsson

Tras completar el bachillerato en 1989, cursó estudios de Derecho en centros universitarios de Islandia, Alemania y Estados Unidos. En 1997 se licenció por la University of Miami School of Law y al año siguiente superó el examen que le facultó para ejercer la profesión jurídica en su Reykjavík natal. Durante un sexenio fungió de asesor legal para la compañía de transportes Eimskip y como abogado en un bufete privado de la capital del país.

A principios de 2003, con 33 años recién cumplidos, Benediktsson decidió ingresar en la política profesional, siguiendo así los pasos de su insigne tío-abuelo del mismo nombre, Bjarni Benediktsson, quien fuera primer ministro de Islandia desde 1963 hasta su fallecimiento en 1970, y anteriormente ministro de Exteriores en el período 1947-1953. El debut electoral de Bjarni júnior se produjo en los comicios del 10 de mayo de 2003 al Althing o Parlamento, a los que se presentó en las listas del conservador Partido de la Independencia (Sjálfstæðisflokkurinn, SSF), que su antepasado tocayo había presidido. Desde 1946 el SSF se mantenía como el partido más votado de Islandia y desde 1991 venía encabezando todos los gobiernos, siempre de coalición, de la mano de su líder, el primer ministro Davíd Oddsson.

Como diputado por la circunscripción de Islandia del Sudoeste, Benediktsson se vinculó a varios comités parlamentarios sobre legislación doméstica y cuestiones internacionales. En sus dos primera legislaturas representó al oficialismo que en el Ejecutivo conformaba la coalición, instalada en 1995, del SSF y los agrario-liberales del Partido Progresista (FSF). En septiembre de 2004 Oddsson y el líder del FSF, Halldór Ásgrímsson, se intercambiaron los puestos de primer ministro y ministro de Exteriores. Luego, en junio de 2006, Ásgrímsson renunció y cedió la jefatura del Gobierno al nuevo líder del SSF, Geir Hilmar Haarde, quien a su vez reeditó el Gabinete bipartito al cabo de las elecciones de mayo de 2007, vueltas a ganar por su formación.

El condominio de independentistas y progresistas saltó por los aires en enero de 2009 con la dimisión en pleno del Gobierno Haarde en unas circunstancias extraordinariamente graves. El primer ministro estaba acorralado por la histórica protesta popular generada a raíz del estrepitoso colapso de la banca privada nacional, víctima de su abuso de las malas prácticas, en el otoño de 2008. Casi de la noche a la mañana, para estupefacción mundial, la diminuta y hasta entonces muy próspera Islandia se sumió en un desastre financiero y económico sin precedentes.

El mutis de Haarde, al que aguardaba un proceso penal por unas presuntas negligencias en la gestión gubernamental indisociables de la temeraria asunción de altos riesgos financieros por los bancos quebrados, incluyó la dirección del partido. Benediktsson anunció su aspiración a tomar las riendas de una formación casi centenaria hundida en el descrédito y el 29 de marzo una conferencia extraordinaria le concedió el liderazgo con el 58% de los votos, en tanto que su principal rival, Kristján Thór Júlíusson, recibió el 40%. Para entonces, ya llevaba dos meses instalado en el poder, sin elecciones mediante, el Gobierno de coalición izquierdista de Jóhanna Sigurdardóttir, jefa de la Alianza Socialdemócrata (SF).

Las elecciones anticipadas del 25 de abril de 2009, celebradas en un ambiente de emergencia económica, fueron un trago amargo que Benediktsson y sus conmilitones se resignaron a pasar. Tal como se esperaba, el SSF, señalado por doquier como culpable directo del descalabro bancario que había dejado a Islandia arruinada y agarrada al salvavidas internacional como la única manera de salir del naufragio, perdió 13 puntos de voto y nueve escaños, y cayó a la segunda posición por detrás del partido de Sigurdardóttir, quien siguió gobernando Islandia con su equipo de socialdemócratas y verdes, recostada esta vez en mayoría absoluta.

Como cabeza de la oposición al Gobierno de la izquierda, Benediktsson entonó un discurso nacionalista de hostilidad a las negociaciones oficiales que Sigurdardóttir arrancó en Bruselas en julio de 2010 para conseguir una incorporación a la UE plena y por la vía rápida de Islandia, que ya venía participando en el Espacio Económico Europeo y el Área de Schengen. El principal argumento aducido por el SSF para oponerse a este paso era que la aplicación de los tratados y reglamentos comunitarios supondría la transferencia a la UE de la soberanía nacional sobre los recursos naturales y muy en especial las pesquerías, pilar de la ahora maltrecha industria islandesa. Benediktsson también criticó con dureza el entramado legal ideado por el Gobierno para que la ya fuertemente endeudada Islandia -el FMI y varios países le habían prestado 10.000 millones de dólares para reflotar el erario- indemnizara al Reino Unido y Holanda por las enormes pérdidas que 343.000 de sus ciudadanos habían sufrido en sus depósitos al sobrevenir la quiebra del banco Landsbanki/Icesave.

La derrota de los proyectos legales Icesave 2 y Icesave 3, considerados por la mayoría de la población injustos y lesivos para los intereses nacionales, en los referendos de marzo de 2010 y abril de 2011 contribuyó a acelerar la inflexión, iniciada con inesperada prontitud, en la evolución de las perspectivas de voto del partido de Benediktsson, al que parte de los votantes perdidos en 2009 estaba dispuesto a perdonarle el descomunal desbarajuste legado por el Gobierno Haarde, tan identificado con el modelo de capitalismo ultraliberal regido por la codicia y no sujeto a control. Así, en las elecciones al Althing del 27 de abril de 2013 el SSF recobró su anterior condición de primera fuerza del país al ascender del 23,7% al 26,7% de los votos y de los 16 a los 19 escaños. Se trataba, sin embargo, de una recuperación débil, conseguida en un escenario de empate con el FSF de Sigmundur Davíd Gunnlaugsson, que con dos puntos de voto menos obtuvo el mismo número de escaños.

Con esta aritmética parlamentaria, y más cuando independentistas y progresistas venían compartiendo narrativa en su oposición parlamentaria al Ejecutivo de Sigurdardóttir, resultaba obvia la reedición de una fórmula bipartita de gobierno de la que Islandia ya tenía una dilatada experiencia. Las negociaciones desembocaron el 23 de mayo de 2013 en la instalación de un Gabinete donde Gunnlaugsson tomó el cargo de primer ministro y su socio Benediktsson el poderoso Ministerio de Finanzas y Asuntos Económicos. El SSF se quedó además con las carteras de Interior, Sanidad, Industria y Comercio, y Educación, Ciencia y Cultura.

El dúo gubernamental Gunnlaugsson-Benediktsson se apresuró a cancelar las negociaciones de adhesión a la UE y adoptó una serie de medidas conducentes a alcanzar la "normalización" económica, dirección que ya traía una potente inercia propia porque las impopulares medidas de ajuste y austeridad aplicadas por el Gobierno de la izquierda bajo el dictado del FMI habían conseguido principiar la estabilización financiera y, hecho sorprendente, no habían retardado el regreso del crecimiento, con el consiguiente comienzo del descenso del paro. El PIB, tras una contracción del 10% en el bienio negro de 2009-2010, volvía a presentar un ritmo positivo desde 2011, ejercicio de arranque de una secuencia ascendente que, no sin altibajos, iba a dejar en 2016 una tasa anual del 7,2%, sin parangón en ningún Estado miembro de la UE.

La eliminación paulatina de los controles de capitales y el alivio de las deudas privadas de los hogares constituían sendas prioridades para el ministro Benediktsson. En junio de 2015, después de aprobar el Althing un nuevo y estricto marco regulador para evitar la repetición de los excesos del pasado, el Gobierno anunció el levantamiento gradual del corralito que pesaba sobre los depósitos bancarios para impedir la fuga de divisas. En los meses siguientes, Reykjavík acordó con los fondos de inversión extranjeros las condiciones para la repatriación de sus capitales, cautivos desde el colapso de 2008. Por otro lado, el Gobierno Gunnlaugsson no se desvió un ápice de los esfuerzos de consolidación fiscal invertidos por el Gobierno Sigurdardóttir. El resultado de esta perseverancia común estaba a la vista: si 2008 había terminado con un déficit público del 13% del PIB, en 2014 la balanza fiscal ya había alcanzado el equilibrio y en 2016 iba a anotar un extraordinario superávit del 12,8%, hazaña presupuestaria de la que Benediktsson bien podía presumir. En cuanto a la deuda pública nacional, estaba asimismo en franco reflujo.


2. Primer ministro de Islandia en 2017

A principios de abril de 2016 las cosas discurrían para el Gobierno del FSF y el SSF por un vericueto razonablemente positivo (pero no completamente positivo, a la luz del pasmoso liderazgo que el antisistema Partido Pirata había arrebatado a los partidos clásicos en los sondeos de intención de voto) cuando al primer ministro Gunnlaugsson le asaltó un virulento escándalo personal. Se trató de la aparición de su nombre, después de interrumpir una embarazosa entrevista televisada en directo donde se le preguntaba por este punto, en los mundialmente célebres Papeles de Panamá (una lista, incluida en los documentos confidenciales de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca filtrados a la prensa por una fuente anónima, de 140 personalidades de numerosos países que serían titulares o tendrían dinero en alguna de las más de 200.000 compañías offshore y sociedades pantalla radicadas en paraísos fiscales para, aparentemente, realizar operaciones financieras opacas y evadir el pago de impuestos), lo que al cabo de unos pocos días le hizo sucumbir.

El 7 de abril Gunnlaugsson, no sin resistirse pero insoportablemente presionado por una masiva muestra de indignación popular comparable a las protestas de 2009, hizo efectiva su dimisión. Su sucesor, el también progresista Sigurdur Ingi Jóhannsson, hasta entonces el ministro de Pesca y Agricultura, tomó las riendas de un Gabinete en el que Benediktsson mantuvo su posición. El ministro de Finanzas fue el encargado de discutir con la oposición parlamentaria el horizonte de un adelanto electoral que terminó fijándose para el 29 de octubre.

Antes de iniciarse la campaña para las elecciones, los de Benediktsson, personalmente indemne de la escandalosa caída de Gunnlaugsson, se beneficiaron del rápido desfondamiento del Partido Pirata, muchos de cuyos simpatizantes terminaron decantándose por el Movimiento de la Izquierda-Verde (VG), y del también mal rendimiento del FSF en las encuestas de opinión. El desenlace de los comicios del 29 de octubre de 2016 vino a afianzar la recuperación del SSF bajo el liderazgo de Benediktsson, aunque sin llegar a igualar los niveles de confianza previos al crash de 2008. Esta vez el SSF hizo valer su primacía con el 29% de los sufragios y 21 escaños sobre 63, abriendo un gran trecho con el VG de Katrín Jakobsdóttir y los Piratas de Birgitta Jónsdóttir, receptores de una decena de diputados cada uno.

De todas maneras, el nuevo Althing adquirió una configuración bastante fragmentada y reeditar la coalición de dos con el FSF ya no era factible porque los de Jóhannsson, quien presentó la renuncia como primer ministro, solo aportaban ocho escaños, insuficientes para sumar mayoría absoluta.

El 2 de noviembre el presidente de la República, Gudni Jóhannesson, se dirigió a Benediktsson con el encargo de formar el próximo Gobierno. 13 días más tarde Benediktsson comunicaba el fracaso de su tentativa y entonces Jóhannesson traslado su encomienda a Jakobsdóttir. Tampoco la líder verde acertó a componer una coalición, de manera que el 25 de noviembre devolvió su mandato al jefe del Estado. El 2 de diciembre Jóhannesson, sin mucha convicción pero obligado por la norma institucional respetuosa con el orden definido por el número de escaños de cada partido, dio el encargo a la pirata Jónsdóttir, quien el día 12 arrojaba la toalla. El 30 de diciembre, Jóhannesson, en su cuarto intento, volvió a requerir a Benediktsson que buscara la fórmula para dotar a Islandia de un Gobierno creíble. De fracasar Benediktsson otra vez, Islandia quedaría abocada a unas nuevas elecciones.

Esta vez, Benediktsson, quien seguía conduciendo el Ministerio de Finanzas, consiguió llegar a un acuerdo con el Partido de la Reforma (Vidreisn) de Benedikt Jóhannesson y el partido Futuro Brillante (Björt Framtíd, BF) de Óttarr Proppé. El Vidreisn era un partido de corte centrista liberal y proeuropeo surgido hacía pocos meses, en mayo de 2016, como una escisión de un sector del SSF descontento por la decisión del Gobierno Gunnlaugsson de dar contramarcha en la apuesta por la UE. En cuanto al BF, se trataba de una opción de similar perfil ideológico, pero con un recorrido algo mayor. Juntos sumaban 11 escaños. En su programa de ocho páginas, el tripartito forjado por Benediktsson se planteaba el objetivo de restaurar las negociaciones de adhesión a la UE, y se comprometía a introducir varias reformas en los sectores agrícola y pesquero, a dotar de más recursos al sistema sanitario y a revisar la política monetaria por la fuerte apreciación de la corona islandesa respecto al euro.

El 11 de enero de 2017 tomó posesión el Gobierno Benediktsson, que disponía en el Althing de justo la mayoría absoluta, ni un escaño más. De los 11 puestos del Gabinete, el de primer ministro incluido, el SSF poseía seis, el Vidreisn tres y el BF dos. El líder del segundo partido, Jóhannesson, sustituyó a Benediktsson en Finanzas, mientras que el líder del tercero, Proppé, asumió el Ministerio de Sanidad.

Benediktsson debutó en la jefatura del Gobierno islandés ya con mal pie. El dirigente aseguró a los periodistas que antes de las elecciones no había visto un informe del Gobierno donde se detallaban los movimientos de capital de muchos islandeses con cuentas abiertas en paraísos fiscales. Cuando quedó claro que había mentido al hacer aquella afirmación, no tuvo más remedio que excusarse por su "imprecisión".

A los ocho meses de asumir la jefatura del Gobierno islandés, el 16 de septiembre 2017, Benediktsson se vio obligado a presentar la dimisión después de que el BF comunicara, dos días atrás, su intención de abandonar la coalición al saber, a través de publicaciones de prensa, que el SSF había mantenido en secreto una carta de recomendación del padre de Benediktsson, Benedikt Sveinsson, a las autoridades para que se borrara el expediente criminal de un amigo suyo, Hjalti Sigurjón Hauksson, condenado en 2004 a cinco años de prisión por abusar sexualmente de una hijastra menor de edad y ya en libertad, con el fin de "restablecer su honor" y para que pudiera gozar de nuevo de plenos derechos civiles y políticos como un ciudadano normal.

El caso era que el proceder de Sveinsson se había ajustado a un mecanismo de rehabilitación de ex convictos, bastante polémico, contemplado por la justicia islandesa y aplicable a todo antiguo reo de delitos graves, siempre que hubieran transcurrido cinco años desde el final de su condena y que el beneficiario reuniera tres cartas de recomendación redactadas por "personas honorables" que abogaran por él. La ministra de Justicia, Sigrídur Andersen, había informado a Benediktsson en julio sobre la autoría por su padre de la citada misiva y ambos habían retenido el dato hasta que un comité del Althing obligó a Andersen a revelarlo. Ahora, tanto uno como otro lamentaban lo sucedido y manifestaron el deseo del Gobierno de reformar el controvertido procedimiento legal. En estas circunstancias, el presidente Jóhannesson convocó elecciones anticipadas para el 28 de octubre.

Bjarni Benediktsson está casado con Thóra Margrét Baldvinsdóttir, con quien ha formado una familia de cuatro hijos.

(Nota de edición: esta biografía fue publicada el 29/9/2017. El ejercicio de Bjarni Benediktsson como primer ministro de Islandia concluyó el 30/11/2017. Su sucesora en la jefatura del Gobierno fue Katrín Jakobsdóttir. Benediktsson permaneció en el Ejecutivo islandés como ministro de Finanzas y Asuntos Económicos del nuevo Gobierno de coalición a tres entre su partido, el de la Independencia, el Movimiento de Izquierda-Verde de Jakobsdóttir y el Partido Progresista).