Antony Blinken

La elección de Joe Biden para el cargo de secretario de Estado de Estados Unidos es Antony Blinken, un experimentado funcionario de las administraciones Clinton y Obama, y asesor personal suyo durante casi dos décadas. Íntimamente vinculado a Europa, francófilo y francófono, Blinken fue consejero de Seguridad Nacional del hoy presidente electo durante su primer mandato como vicepresidente. A partir de 2013, este hijo y sobrino de embajadores reforzó su presencia en el núcleo del Ejecutivo desde los puestos de viceconsejero de Seguridad Nacional de Obama y, posteriormente, subsecretario de Estado, es decir, numero dos del departamento que entonces encabezaba John Kerry.

Al confiar al proeuropeo, proatlantista y globalista Blinken la jefatura de la diplomacia estadounidense, Biden subraya en grueso su promesa de "reconstruir" la política exterior tras los cuatro tormentosos años de Donald Trump en la Casa Blanca. La Administración entrante prevé "reparar" viejas alianzas multilaterales, en particular las del ámbito transatlántico, maltratadas por el mandatario republicano, y de paso "revisar" otras de carácter bilateral, como las forjadas con Arabia Saudí y Egipto. La nueva cooperación global de Washington incluirá al Acuerdo de París para hacer frente al calentamiento global (terreno en el que tendrá protagonismo John Kerry, designado enviado especial para el clima) y a la OMS para derrotar a la COVID-19. Una batalla contra el virus que, dicho sea de paso, Estados Unidos viene perdiendo estrepitosamente en el frente doméstico de la contención, de manera que ya todas las esperanzas se concentran en la inminente campaña de vacunaciones masivas. Este deseo de recobrar el "liderazgo" de Estados Unidos en un tablero mundial en ebullición, trabajando dentro de los tratados y organizaciones internacionales, se advierte en las expresiones America is back y America together, que Biden, Blinken y el resto del equipo demócrata contraponen a las consignas nacionalistas de America First y Make America Great Again coreadas por Trump.

Tras ser anunciado por Biden como próximo secretario de Estado el 24 de noviembre de 2020, Blinken, que aún deberá obtener la confirmación del Senado para poder asumir el puesto en enero de 2021, pronunció estas elocuentes palabras: "No podemos solucionar todos los problemas del mundo solos. Necesitamos trabajar juntos con otros países. Necesitamos su cooperación. Necesitamos su asociación. Pero, también, confianza".

Ahora bien, en estos últimos meses, en declaraciones a la prensa y en discursos públicos, Blinken ha matizado que la determinación del Partido Demócrata de "comprometerse" con el mundo toma en cuenta el hecho de que el mundo de ahora no es el que había en 2009 o 2017. La enmienda crítica de ciertos aspectos de la política exterior de la era Obama aparece en el programa electoral de Biden y los demócratas, que, sin perder de vista tampoco algunos puntos populares de la plataforma de Trump, plantea sus reservas con la negociación de nuevos tratados de libre comercio, una política de firmeza severa con China y la salida de las "guerras eternas" de Oriente Medio, principalmente la de Afganistán. El propio Blinken, que en su anterior paso por la Casa Blanca abogó por el intervencionismo militar para frenar la inestabilidad en los países donde la Primavera Árabe desembocó en violencias a gran escala, se ha retractado del apoyo dado en 2015 a la campaña bélica de la coalición saudí en Yemen. Pero al mismo tiempo ha lamentado que Estados Unidos no se involucrase más en la guerra de Siria, no solo contra el Estado Islámico, sino también contra el régimen baazista.

Durante la campaña electoral, Blinken afirmó que "desvincularse completamente" de la economía de China, tal como había sugerido Trump, no sería "realista" sino "contraproducente", y que lo inteligente es "competir mejor" con la superpotencia asiática, aunque manteniendo los aranceles que sean necesario mientras Beijing persista en sus "prácticas desleales". Otras posturas que Blinken ha adelantado en entrevistas son la descripción de Europa como un "socio vital", el rechazo a retirar tropas del continente para "no ayudar" a Rusia, la vuelta al marco negociado para detener las ambiciones nucleares de Irán y la devolución de un enfoque más equilibrado a las relaciones privilegiadas con Israel, cuyas necesidades de seguridad no justifican una hipotética anexión de territorios en Cisjordania ni el abandono del principio de los dos estados en aras de una paz definitiva con los palestinos.

Asimismo, no ha dudado en elogiar un aspecto constructivo del legado de Trump como es el ramillete de acuerdos de normalización de relaciones suscritos por Israel con Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Sudán, proceso al que podría sumarse Arabia Saudí. Precisamente, Jerusalén y Riad, acercados por su común enemigo, no ven con buenos ojos los planes del próximo Gobierno estadounidense de regresar a los términos del Plan de Acción Integral Conjunto para la limitación de las investigaciones atómicas de Irán, facilitado por Obama en 2015 y abandonado por Trump en 2018.


(Texto actualizado hasta diciembre 2020)

El neoyorquino Antony Blinken pertenece a una familia de diplomáticos no de carrera y con ascendencia judía húngaro-ucraniana. Su padre, Donald Blinken, inversionista de banca y patrón académico, fue embajador en Hungría entre 1994 y 1997, durante el Gobierno demócrata de Bill Clinton, mientras que uno de sus tíos paternos, Alan Blinken, asimismo hombre de negocios en el sector privado, condujo la legación estadounidense en Bélgica por esas mismas fechas.

Tony tomó clases en la Dalton School de Nueva York y desde 1971 en la École Jeannine Manuel, un centro bilingüe privado de París, ciudad a la que el muchacho se fue a vivir junto con su madre, por entonces divorciada de Donald Blinken y casada en segundas nupcias con el abogado y escritor Samuel Pisar, notorio superviviente del Holocausto. De vuelta a Estados Unidos con la educación secundaria terminada y un perfecto dominio del idioma francés, Blinken empezó la carrera de Leyes en la Universidad de Harvard y en 1988 culminó esta formación en la Universidad de Columbia, donde recibió el título de Juris Doctor. Poco antes de licenciarse, el estudiante captó la atención del público especializado con un trabajo académico más relacionado con la política exterior, las cuestiones estratégicas y la economía que con el derecho. Se trataba de Ally Versus Ally: America, Europe and the Siberian Pipeline Crisis, libro de 200 páginas en el que el autor fundamentaba su análisis crítico del embargo de alta tecnología impuesto por la Administración Reagan al bloque soviético, arguyendo que estas sanciones perjudicaban más que nada al propio bloque occidental.

Funcionario del Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento de Estado en las administraciones Clinton y Obama
Tras graduarse en Harvard, Blinken empezó a practicar la abogacía en bufetes de Nueva York y París, pero al cabo de unos años se orientó al servicio de Estado, favorecido por su vinculación al Partido Demócrata y los altos contactos de su familia. En 1994, justo después de recibir su padre y su tío sendos nombramientos de embajadores en Europa, el treintañero fue contratado para el personal del nuevo Consejo de Seguridad Nacional (CSN), a cuyo frente estaba el titular de la Casa Blanca. Hasta el final de la Administración demócrata en 2001, el abogado adquirió un sólido bagaje técnico y de política exterior en el aparato de la Oficina Ejecutiva de la Presidencia.

Durante un lustro, Blinken fungió de asistente especial de Clinton, director de Planificación Estratégica y oficial encargado de los comunicados y discursos emitidos por los altos cargos del CSN. En las reuniones regulares de este órgano del Ejecutivo participaban, además del presidente, el vicepresidente (Al Gore), el secretario de Estado (Warren Christopher y luego Madeleine Albright), el secretario de Defensa (William Perry y William Cohen), el secretario del Tesoro (Robert Rubin), el consejero de Seguridad Nacional (Anthony Lake y Sandy Berger) y el fiscal general (Janet Reno), entre otros mandos civiles y militares. Desde 1999 el funcionario siguió siendo asistente especial del presidente, pero su dirección departamental pasó a cubrir los Asuntos Europeos y Canadienses. Fue precisamente en el entorno de la Casa Blanca donde Blinken conoció a su futura esposa, Evan Ryan, quien colaboraba en la planificación de la agenda de la primera dama, Hillary Clinton. Otra colega en las plantillas del CSN y el Departamento de Estado era su propia hermanastra, Leah Pisar.

La inauguración en enero de 2001 de la Administración republicana de George Bush hijo cerró un capítulo en la hoja de servicios de Blinken al Gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, siguió trabajando para el Partido Demócrata dentro de los cuadros auxiliares de su bancada legislativa federal. Así, en 2002 fue nombrado director de personal demócrata del influyente Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, entonces presidido por el senador por Delaware Joe Biden. Aquel mismo año, Blinken y su novia Evan Ryan celebraron una boda religiosa con doble rito, judío y católico, entre cuyos invitados estuvo la ya senadora por Nueva York Hillary Clinton. La pareja iba a tener dos hijos.

En 2008 Blinken dejó su cargo en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado para ayudar a Biden en su campaña como candidato a la Presidencia. Biden tuvo un mal rendimiento en la cuenta atrás de las primarias demócratas y se retiró de las misma justo después del pistoletazo de salida, los caucus de Iowa, pero luego fue seleccionado por Barack Obama para conformar su fórmula presidencial. Una vez instalada la nueva Administración demócrata el 20 de enero de 2009, Blinken siguió asistiendo a Biden desde el puesto de consejero de Seguridad Nacional del vicepresidente. En los cuatro años que siguieron, el asesor, según indica la prensa norteamericana, participó en la formulación de la política exterior de Estados Unidos con respecto a Afganistán, Pakistán, Irak, Siria, Libia y el programa nuclear de Irán. De su implicación destacada en la seguridad nacional de Estados Unidos dejó constancia la famosa foto tomada en una de las salas de conferencias de la Situation Room de la Casa Blanca y facilitada a los medios en mayo de 2011, durante la operación de comandos que acabó con la vida de Osama bin Laden en Pakistán; en la imagen, Blinken aparece asomado a la retransmisión en directo del asalto entre un grupo de altos cargos del Gobierno, la Casa Blanca y el Pentágono situado de pie por detrás de Obama, Biden, la secretaria de Estado Clinton y el secretario de Defensa Robert Gates.

En enero de 2013 arrancó el segundo mandato de Obama y Blinken fue ascendido a viceconsejero de Seguridad Nacional del presidente y adjunto por tanto a la consejera Susan Rice. Meses después, su esposa Evan, procedente también del equipo de Biden, fue nombrada subsecretaria de Estado para Asuntos Educativos y Culturales. La siguiente promoción del abogado en el núcleo de la Administración Obama llegó el 9 de enero de 2015, fecha en que tomó el relevo a William Joseph Burns como subsecretario de Estado, situándose a las órdenes del secretario John Kerry.

El Blinken de esta época era un oficial de la Casa Blanca y el Departamento de Estado partidario del intervencionismo militar en los conflictos bélicos estallados en Oriente Medio a raíz de la Primavera Árabe de 2011. Sus propósitos declarados eran frenar ataques a gran escala contra población civil e impedir el desbordamiento del estado de guerra en la región por parte de gobiernos o grupos rebeldes hostiles a Estados Unidos. En 2015, por ejemplo, el subsecretario expresó su respaldo a la intervención en Yemen -a la postre fallida- de las fuerzas de la coalición árabe comandada por Arabia Saudí que buscaba aplastar a la poderosa guerrilla hutí, apoderada de la capital Sanaa. Y con respecto a Siria, también devastada por una guerra civil progresivamente internacionalizada, Blinken dejó saber su opinión contraria a la controvertida decisión de Obama de no atacar frontalmente al régimen de Bashar al-Assad, propiciando así su colapso, como castigo por el empleo de armas químicas contra los rebeldes sirios. Ahora bien, en septiembre de 2014 la Fuerza Área de Estados Unidos, extendiendo su radio de operaciones en Irak, empezó a bombardear objetivos del Estado Islámico en Siria, ataques a los que siguió el despliegue de tropas de tierra en misiones de entrenamiento y apoyo táctico de una parte de la constelación de insurgencias que combatían al Gobierno de Damasco.

La derrota de Hillary Clinton frente a Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016 marcó el final del segundo período de Blinken en el Gobierno de Estados Unidos. A diferencia de la mudanza de 2001, tomó distancias de la política activa y se instaló profesionalmente en el sector privado, como consultor en sus áreas de experiencia e inversor de capital. En 2017, nada más abandonar el Departamento de Estado, Blinken fundó junto con la ex subsecretaria de Defensa para Asuntos Políticos Michèle Flournoy y otros anteriores funcionarios de la Administración Obama la firma WestExec Advisors, especializada en asesoría de políticas estratégicas, orientación en negocios financieros y análisis de riesgos geopolíticos. Por otro lado, adquirió membresía en el think tank Council on Foreign Relations (CFR) y se acercó al periodismo con opiniones y análisis para The New York Times y la CNN. Su reencuentro con el mundo de la academia incluyó la dirección administrativa del Penn Biden Center for Diplomacy & Global Engagement, creado por el ex presidente Biden, y colaboraciones con la Paul H. Nitze School of Advanced International Studies de la Universidad Johns Hopkins.

(Cobertura informativa hasta 10/1/2020)