Vacuna y comunicación (geo)política: la coyuntura de la vacuna para el refuerzo democrático de los gobiernos

CIDOB Report nº 7
Publication date: 07/2021
Author:
Antoni Gutiérrez-Rubí, director y fundador, Ideograma
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 El proceso de vacunación ha sido, más allá de un gran esfuerzo sanitario mundial, la apertura a una nueva oportunidad por parte de los gobiernos para atender cuestiones que la agenda política había dejado a un lado. La geopolítica de las vacunas supone una ventana para que los países refuercen sus funciones democráticas, al mismo tiempo que se replantean las estructuras del Estado de bienestar, elemento clave de nuestras sociedades en este siglo XXI. 

Cinco tendencias reforzadas 

La sacudida política, económica y social de la pandemia tendrá efectos duraderos en nuestras sociedades. Algunos de ellos ya son perceptibles. También es visible el refuerzo de tendencias preexistentes entre las que destacan:

Desigualdades. La tendencia a la polarización de nuestras sociedades se ha acentuado con el estallido de la pandemia, pero era un fenómeno conocido y alertado anteriormente. La capacidad de conectarse a Internet, mantener puestos de trabajo o acceder a productos básicos son algunos de los retos surgidos durante la pandemia, pero el proceso de vacunación ha acentuado estas tendencias con el acceso, o no, a las vacunas. No todos los países ni ciudadanos han podido acceder de la misma forma ni con las mismas oportunidades a las vacunas, tanto dentro de un mismo Estado, como de forma comparada entre potencias.

Competencia. La necesidad de encontrar una solución global ante el reto de la pandemia ha generado una reedición de las dinámicas de la carrera espacial, esta vez en formato de vacuna. Sin embargo, si bien en la primera competición el reto era quién llegaba de forma más rápida al espacio, en este caso, se busca la eficiencia como factor determinante: el país que mejor gestione la crisis sanitaria saldrá reforzado. Este posicionamiento, más allá de demostrar las capacidades del Estado, tanto a nivel nacional como internacional, ha sido utilizado también por los países para posicionarse, proyectarse y demostrar capacidades. Pensemos, por ejemplo, en el gran esfuerzo de Israel en vacunar a sus ciudadanos o los esfuerzos de Biden para reforzar su legitimidad a partir de una buena gestión de la campaña de vacunación. Sin embargo, la vacunación también ha generado momentos de competencia y confrontación en la aprobación de cuáles iban a ser las vacunas autorizadas. La discusión sobre la efectividad de las vacunas Sputnik V o Sinovac en la UE es una buena muestra de ello.

Colaboración. Del mismo modo que se han generado situaciones de competencia entre países, la vacunación también ha sido la ocasión para muchos de ellos de recuperar sus relaciones bilaterales y multilaterales y volver a tender puentes olvidados. Este ha sido el caso de la región iberoamericana, que ha impulsado estrategias de solidaridad entre países para fortalecer lazos en ayuda al desarrollo, o la estrategia de muchas potencias europeas con países del Sur global. Un ejemplo global de colaboración es COVAX, donde la unión de diferentes potencias, filantrópicas y centros de investigación multinacionales permitieron una cooperación multilateral para conseguir la vacuna de forma unida y compartida tal como se explica con mayor detalle en el capítulo de Rafael Vilasanjuan en este volumen. Asimismo, otro debate interesante es la discusión sobre la liberalización de las patentes, abordada en el capítulo de Joan Bigorra. Por un lado, Estados Unidos se posicionó a favor de la liberalización, apostando por la solidaridad en momentos de emergencia. Sin embargo, por otro lado, Alemania y otras potencias europeas apelaron a la responsabilidad y a tener un mayor control sobre cuestiones de seguridad sanitaria. Lo que veremos sin duda en los próximos meses es la generación de bloques ideológicos alrededor de las cuestiones del proceso de vacunación.

Dificultad de explicarse. Los gobiernos han topado con un factor que ya venía dándose antes de la pandemia: la dificultad de explicar procedimientos técnicos o científico-tecnológicos. Aunque muchos países han encontrado barreras para comunicarse con su ciudadanía y transmitir información de manera clara y transparente –que generase una sensación de tranquilidad, calma y control–, las vacunas se han presentado como una oportunidad para la democracia de reforzar su función como instrumento de transparencia y buena gobernanza.

La lucha contra la desinformación. Esta capacidad o incapacidad de muchas potencias de explicarse también ha tenido su necesidad reversa: combatir la desinformación. Existe un peligro de regresión democrática para aquellos países que no han gestionado la vacunación a partir de los valores democráticos y esto tendrá un impacto en procesos electorales venideros. Además, el hecho de que los discursos de líderes populistas alimenten la desinformación y las posiciones contrarias a la vacuna, supone un reto adicional para la colaboración internacional y la búsqueda de soluciones globales a la emergencia sanitaria. No son casos aislados ni hay que infravalorarlos. Figuras como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Viktor Órban tienen una gran cantidad de seguidores que pueden provocar un aumento de las reticencias y obstáculos al proceso de vacunación, del mismo modo que intentaron obstruir el proceso democrático como se vio con el asalto al Capitolio.

Gestionar las emociones. La pandemia ha generado miedo, inseguridad e incertidumbre, emociones a las que la estrategia de vacunación debe atender. Por esta razón, los gobiernos han de saber responder con empatía y calma. Una crisis sanitaria requiere grandes estrategias técnicas, pero también una gran comprensión de los efectos emocionales en la ciudadanía. El Gobierno que sea capaz de mantener su disposición a resolver estas cuestiones será el que cuente con una mayor complicidad de sus ciudadanos y ciudadanas.

La pandemia como oportunidad para reforzar la vocación democrática de la comunicación política 

La pandemia puede ser el impulso que necesitan nuestros gobiernos para dar más prioridad a las cuestiones sociales, de derechos y bienestar. El ámbito de la salud, tradicionalmente relegado a ambientes más técnicos, ha entrado y entrará en la agenda social con fuerza, impulsando una mayor inversión en investigación y posicionando los asuntos científicos y tecnológicos como pilares fundamentales del Estado de bienestar, pero también como activo de diplomacia y comunicación geopolítica entre países. Se abre una era de diplomacia científica y tecnológica relevante, que los gobiernos deben saber leer, interpretar y desarrollar. En este sentido, los gobiernos también deberán ser capaces de explicar, comunicar y compartir los avances tecnológicos y científicos con los ciudadanos. La tecnología ya no puede ser comprendida como un ente aislado e inaccesible a la ciudadanía, sino que debe convertirse en un pilar central de la agenda del bienestar, proporcionado a la población información crítica y contrastada e instando a las agencias de comunicación gubernamentales a llevar a cabo acciones para una mayor transparencia democrática, convirtiendo la responsabilidad de informar en el centro de su estrategia contra la desinformación y las noticias falsas.

Para ello, se requiere una comunicación clara, transparente y honesta. Una comunicación que genere seguridad y que responda a las emociones ciudadanas de incertidumbre, miedo y ansiedad. La comunicación es una herramienta clave de los gobiernos, no solo para interactuar con su ciudadanía, sino, también, para conversar con el resto de los países. La comunicación debe recuperar su vocación de servicio público, de promotora de los valores democráticos y de agente coordinador en la lucha contra la desinformación. Como dijo José Ignacio Torreblanca en el acto Geopolítica, Diplomacia y Comunicación. La guerra de las vacunas, organizado por el Máster en Comunicación Política y Corporativa de la Universidad de Navarra (MCPC): «hay un patrón en el escepticismo de las vacunas que responde a estrategias de desestabilización y desinformación. Es ir contra todo: políticos, expertos y medios de comunicación». De este modo, la comunicación no solo debe centrarse en cuestiones electorales, sino en ámbitos que hoy en día se encuentran en una fase muy embrionaria, como la comunicación científica, la comunicación pública/administrativa o la gobernanza digital. Una comunicación que se comprenda de forma circular entre Gobierno, stakeholders y ciudadanía, que permita una unión de esfuerzos para construir unas sociedades pospandémicas informadas, críticas y capaces de gestionar la incertidumbre.

Los nuevos retos de la comunicación (geo)política 

En el proceso de vacunación se observan algunas tendencias que serán vitales en los próximos meses, y determinantes para la resolución de la pandemia. Los grandes discursos van aparejados a grandes acciones. Los y las dirigentes marcarán su voluntad y determinación a través de la policy, de los grandes proyectos de recuperación, reconstrucción y transición ecológica y digital. Nos encontramos en un mundo en movimiento que necesita cambios, pero, sobre todo, necesita un modelo, un enfoque, un planteamiento sobre el que orientar los próximos años y décadas.

El tradicional mitin político se verá eclipsado por la inauguración de grandes proyectos, planes o estrategias. La necesidad de emprender grandes acciones reconstructoras de nuestras democracias pide respuestas y medidas concretas para salir de la crisis. Mientras las épocas de bonanza se centran más en cuestiones como los valores, los mensajes y los grandes discursos, ahora se abre una nueva era en la que los proyectos y ambiciones políticas serán las que decantarán la balanza. La transición ecológica y digital marcará un antes y un después en esta tendencia: los países que sepan comunicar mejor sus progresos serán los que mejor conectarán con las necesidades reales de su ciudadanía. Pasó la hora de hablar, es la hora de actuar.

Por último, este esfuerzo mundial brinda oportunidades nuevas para la reconciliación o el fortalecimiento de relaciones multilaterales entre regiones, organismos y países. La región iberoamericana, la relación de la Unión Europea con África o el (re)surgimiento de Rusia y China como potencias mundiales nos muestran la importancia de comprender la capacidad que tienen las vacunas en la recuperación de relaciones fragilizadas u olvidadas, que pueden conducir a un nuevo escenario geopolítico en unos años.