Presentación

Esta séptima edición del Anuario Internacional CIDOB enfoca el año 1995 desde un prisma más global. Ello se refleja tanto en el artículo de introducción que ofrece una amplia reflexión sobre la evolución del sistema internacional, como en la opción del Anuario de dedicar su apartado de Coyuntura Internacional al balance más exhaustivo posible de la actuación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cincuenta años después de su creación.
La globalización de los procesos mundiales no e , como observa Fulvio Attina, una realidad del todo nueva sino que su singularidad radica en que, ahora, se presenta "con una amplitud sin parangón en el pasado". Sin embargo, si bien el final del mundo bipolar ha favorecido esta tendencia, en particular a través de la generalización de la economía de mercado y la emergencia de grandes bloques comerciales, también ha conllevado una fragmentación inédita que nos hace atravesar "un período en el que la superación de la división del mundo en Estados y la producción de Estado ocurren a la par y aún no vemos claramente en qué desembocará este proyecto".
En esta lógica, el final de la Guerra Fría ha supuesto también la revitalización de la ONU, el único foro reconocido, por muy denostado que esté, para el debate general y la búsqueda de soluciones de los problemas mundiales. A partir de mediados de los ochenta, el desfase entre las resoluciones de dicho organismo y su capacidad real de actuación sobre el terreno, lo cual representa el principal escollo de las Naciones Unidas, empieza a entrar en una dinámica de superación, cuyo obstáculo básico, sin embargo, seguirá siendo la contradicción entre intereses colectivos y particulares/estatales. Con todo, por muchas críticas que se puedan hacer a la Organización de las Naciones Unidas, cabe pensar, como subrayan Ángel Viñas y Juan Antonio Yáñez, que, sin ella, "el mundo sería un lugar más peligroso y bastante peor".
1995 ha sido un año particularmente rico para la proyección exterior de España, que ha visto su papel amplificado por la simultaneidad, inédita en su historia, de la presidencia de la Unión Europea Occidental y de una Unión Europea dominada por la perspectiva de su ampliación al Este. De ahí que, en un artículo deliberadamente más largo de lo habitual, Antonio Remiro Brotóns ofrezca un repaso pormenorizado de nuestra política exterior, desde las áreas prioritarias de la agenda española, pasando por los conflictos del año y la ayuda al desarrollo. Muy en particular, el "papel catalizador de primer orden" que España ha desempeñado en el seno de la Unión Europea respecto al relanzamiento de las relaciones con la región mediterránea ha cristalizado en la Conferencia Euromediterránea de Barcelona. En convergencia, pues, con la actualidad del año y con el interés que la Fundación CIDOB lleva dedicando a esta zona, la parte monográfica de este Anuario profundiza en el análisis del espacio mediterráneo, los problemas planteados y las perspectivas abiertas: el alcance y los límites de la cooperación y la seguridad a la luz del llamado "espíritu de Barcelona", la necesidad de superar la demonización del otro por ambas orillas del Mediterráneo, las raíces históricas y socioeconómicas del integrismo religioso y el papel del Estado en las sociedades árabes, el continuismo político en los países del norte de África, los avances y obstáculos del proceso de paz palestino-israelí, la emergencia de Turquía como nueva potencia regional. Aquí nuevamente los intereses particulares y las visiones reduccionistas generan la fragmentación a la que aludíamos al principio, a la vez que determinan la necesidad de su propia superación. Aun así, el conjunto de las contribuciones de este año permiten constatar, retomando las palabras de Mario Bertati, "que todo ya no sigue como antes, aunque no todo sea todavía tal como podríamos desear".