Japón: el descalabro electoral del gobierno abre un escenario incierto

Opinión CIDOB nº 816
Publication date: 11/2024
Author:
Oriol Farrés, coordinador del Anuario Internacional CIDOB
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El 27 de octubre, Japón celebró unos comicios anticipados que han tenido un coste elevadísimo para la coalición gobernante, que ha pasado de 279 a 215 escaños y ha perdido la mayoría en la cámara de representantes. Si bien los sondeos previos ya apuntaban a un retroceso, la contundencia del castigo recibido ha abierto profundos interrogantes sobre el futuro del recién nombrado primer ministro, Ishiba Shigeru1, que prometía un relativo distanciamiento de los postulados de Abe Shinzo y sus sucesores, en especial en materia económica, que podría verse truncado. El resultado electoral deja un panorama incierto, pendiente de quiénes y bajo qué condiciones se conformará la nueva coalición gobernante.

 

Las recientes elecciones legislativas en Japón han impuesto un castigo sin paliativos a la coalición gobernante, que refleja el malestar de los votantes ante la actitud tibia del Partido Liberal Democrático (PLD) tras diversos casos de corrupción que erosionaron la popularidad del anterior primer ministro, Kishida Fumio, que terminó dimitiendo en agosto de 2024. Este hecho abrió un proceso de relevo al frente del partido y del ejecutivo, que algunos observadores definieron como una “lucha por el alma del PLD” de la que Ishiba Shigeru resultó ganador por un estrecho margen. Poco después, Ishiba convocó elecciones con vistas a pasar página y validar su liderazgo en las urnas, un objetivo que, claramente, no ha alcanzado. Al contrario, el conteo ha brindado una victoria pírrica al PLD, que aun siendo el más votado, ha pasado de 247 a 191 escaños. El correctivo ha sido incluso mayor para su socio de coalición, el Nuevo Komeito, que perdió una cuarta parte de sus escaños (de 32 a 24), entre ellos el de su recién elegido líder, Ishii Keiichi. Sin embargo, la consecuencia más doliente para la coalición gobernante es la pérdida de la mayoría en la cámara de representantes ‒algo que no sucedía desde 2009, cuando finalmente acabó siendo desalojado del gobierno‒ ya que la suma de ambos asciende a 215 escaños, lejos de los 233 escaños mínimos, los 244 deseables y los 261 que aseguran una mayoría absoluta estable capaz de controlar la agenda legislativa. 

Estos resultados dejan una gran incertidumbre en dos niveles distintos: el primero, en cuanto al liderazgo del PLD; el segundo, en la composición del próximo gobierno, que puede retener el PLD o potencialmente cambiar de manos.

Con notables excepciones, la fugacidad de los primeros ministros en Japón es más una norma que una excepción. No obstante, el caso del primer ministro Ishiba es excepcional, ya que debido al poco tiempo que lleva en el cargo, difícilmente se le puede atribuir la derrota, más allá de su buen juicio a la hora de convocar elecciones y salir esquilmado. Sin embargo, debido a sus muchos y poderosos detractores dentro del propio PLD, y a la contundencia del resultado, no hay duda que se verá sometido a fuertes presiones para asumir la responsabilidad de la derrota. Entre sus principales contendientes destaca la ex ministra de seguridad económica, Takaichi Sanae, a la que derrotó por un estrecho margen en la votación para encabezar el partido y, consecuentemente, el gobierno, en septiembre de 2024. Takaichi es la principal heredera de los postulados de Abe Shinzo y encabeza el ala ultraconservadora del PLD, de la que precisamente, Ishiba pretendía distanciarse, en particular, en materia económica y, posiblemente, también cuanto a la naturaleza de su relación con China. De hecho, es su reputación de político capaz de desafiar a su propio partido cuando es preciso lo que le ha ganado tanto partidarios como detractores. 

Si bien Ishiba ha manifestado su voluntad de permanecer al frente del ejecutivo, la noche electoral se cobró ya las primeras víctimas sonadas, entre las que destacan dos ministros del último gabinete, que perdieron su escaño, y la del jefe de estrategia y eterno candidato a liderar el PLD, Koizumi Shinjiro ‒hijo del carismático ex primer ministro Koizumi Junichiro ‒ quien, a la vista de los resultados, dimitió de su cargo, aunque al ganar holgadamente su escaño, conserva capital político para más adelante.

Una segunda incertidumbre sobrevuela la composición del próximo gobierno. El PLD, y más aún Ishiba, enfrentan el futuro en una posición precaria. Más allá de la elección del primer ministro, que tendrá lugar el 11 de noviembre y que podría superar con más apoyos o algunas abstenciones estratégicas, en el medio plazo los pobres resultados electorales obligarán a ampliar la coalición de gobierno con nuevos socios. Y ahí, las opciones a su alcance son limitadas, ya que si obviamos una «gran coalición» con el Partido Constitucional Democrático de Japón (PCDJ), difícil más allá de cuestiones puntuales, las opciones apuntan principalmente al Partido Democrático para el Pueblo (PDP), el gran beneficiado de estos comicios, que ha logrado cuadruplicar sus escaños (de 7 a 28) y que se dibuja como el kingmaker del nuevo escenario político, lo que tiene mucho de bueno, pero también, puede ser un regalo envenenado dependiendo del desenlace de las negociaciones y de cómo sea percibido por el público. A pesar de haber empeorado sus resultados, el Partido para la Innovación de Japón (PIJ), liderado por Baba Nobuyuki, firmemente parapetado en la región de Kansai, sigue siendo la tercera fuerza ‒con 38 escaños‒, pero debido a su discurso anti-PLD, podría ver con mejores ojos apostar por la alternativa. Por el momento, ambos partidos han manifestado su preferencia por no integrarse en la coalición gobernante y condicionar su voto caso por caso. 

En cuanto a la posibilidad de que sea la oposición quien se haga con el gobierno, no es imposible, pero sí difícil. Aunque el principal partido opositor, el Partido Constitucional Democrático de Japón, haya mejorado notablemente sus resultados, también debería resolver un verdadero rompecabezas para formar una mayoría alternativa de gobierno. La credibilidad a esta posibilidad residiría en el antiguo primer ministro y líder del PCDJ, Noda Yoshihiko, que, por su dilatada experiencia política, quizá podría formar un conglomerado que, no obstante, quedaría sometido a equilibrios constantes y a las acometidas de un PLD en la oposición. Mención aparte merece el Partido Comunista de Japón (PCJ), un referente moral de la oposición que ha mantenido una tendencia decreciente, pero sostenida, que le han llevado a perder dos escaños, de 10 a 8, en un momento de castigo a la coalición gobernante y progresiva desafección de los votantes. La participación ha caído casi tres puntos en las recientes elecciones hasta situarse en el 53,9%, la tercera más baja desde la instauración de la democracia. 

Por todo ello, Japón es hoy, políticamente, un país más inestable de lo que lo ha sido en los últimos 15 años. Las incógnitas son si el primer ministro Ishiba capeará el temporal y por cuanto tiempo, si el PLD mantendrá el gobierno y a qué precio y, con vistas al futuro, si este proceso alejará aún más a los electores japoneses del juego político. En el horizonte, aguarda el potencial impacto de las elecciones estadounidenses, que como en Europa, tendrán importantes implicaciones domésticas. 

Nota:

1- Siguiendo la costumbre japonesa, el apellido de la persona citada precede al nombre. 

Palabras clave: Japón, elecciones, Ishiba Shigeru, PLD, Abe Shinzo, inestabilidad

 

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