Infografías | Robots soldado: ¿un futuro inevitable?
La combinación de diversas tecnologías, como la robótica y la inteligencia artificial, abre la posibilidad cada vez más cercana de que los ejércitos desplieguen dispositivos armados autónomos capaces de actuar sin la intervención humana directa. Sus defensores argumentan que podrían evitar muertes, llevando a cabo tareas peligrosas (como el desminado o las tareas de rescate). Sin embargo, los riesgos parecen mayores que las potenciales ventajas, entre ellos, el de volatilizar súbitamente los actuales equilibrios geopolíticos y el valor de la presencia militar sobre el terreno.
Atacar desde la lejanía: una vieja aspiración En 1849, el ejército austríaco liberó más de 200 globos aerostáticos cargados de explosivos sobre la ciudad de Venecia, con un pobre resultado, ya que solo uno logró dar en el blanco. Sin embargo, este se considera el primer antecedente de los actuales drones y vehículos militares no tripulados. En épocas más recientes, asistimos al despliegue de los teletank –tanques teledirigidos– soviéticos, del fu-go japonés (un globo que debía cruzar el Pacífico) o del Goliath alemán.
La revolución de los drones El precedente más inmediato son los drones pilotados por control remoto y, en particular, el Predator, que operó a partir de 2000 en Afganistán con algunas luces y muchas sombras.
Los robots soldado siempre van más allá. La principal preocupación de los críticos con la posibilidad de implementar robots soldado en el campo de batalla es la conjunción de los avances en robótica con los de la inteligencia artificial, lo que teóricamente liberaría a los dispositivos remotos de la intervención humana en la toma de decisiones –como por ejemplo disparar contra uno o más blancos, con precisión, rapidez y sin los limites emocionales o físicos de los humanos. Naturalmente, esto plantea enormes dilemas morales, como por ejemplo en la toma de decisiones considerando el contexto “cultural”, o en escenarios imprevistos (pre-programados) o cambiantes, como puede ser un campo de batalla.