2019: el año de la ira

El crisol del descontento social luce un muestrario tan heterogéneo e intenso en culturas tan dispares que evidencia la excepcionalidad del momento y la dificultad de parangonarlo con episodios como la caída del Muro y la ola de poder popular en los países asiáticos en los 90. Pero la transversalidad del fenómeno luce como una enmienda a la totalidad que trasciende el enfoque eminentemente político de entonces. “Ahora es mucho más abierto, menos circunscrito a esferas políticas. Supera ese sesgo ideológico y eso facilita la generalización de movimientos aparentemente desconectados y espontáneos”, describe Anna Ayuso, investigadora senior para América Latina de CIDOB.

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