“Los refugiados no pedimos piedad de la gente ni de las ONG”
El de Burundi es uno de los movimientos de población recientes más traumáticos en África. Más de 430.000 de sus cerca de diez millones de habitantes han abandonado el país desde 2015 hacia tierras vecinas como Tanzania, República Democrática del Congo, Uganda o Ruanda a causa de la violencia. Una de estas refugiadas es la activista Marguerite Barankitse (Nyamutobo, Burundi, 1956), que empezó a recibir amenazas de muerte cuando acudió a la televisión para denunciar al presidente, Pierre Nkurunziza. Incluso llegó a plantarse ante él para pedirle cuentas sobre las desapariciones y asesinatos que estaban arrasando el país. Le preguntó si sabía que estaban torturando y castrando a chicos, si era consciente de que estaban violando y lanzando ácido a chicas. Las crónicas de aquel día dicen que lo acusó de hacer el trabajo “del diablo”.