Yevguieni Primakov

Yevguieni Primakov nació en Kíev y creció con su madre en Tbilisi, la capital de Georgia, después de que su padre desapareciera en Ucrania, presuntamente víctima de las purgas estalinistas. El político nunca ha aclarado este extremo, como tampoco la versión de que sus dos progenitores eran judíos. El joven fue alumno del Instituto de Estudios Orientales de Moscú, dependiente de la Academia de Ciencias de la URSS, donde aprendió el inglés y el árabe, y se especializó en las cuestiones de Oriente Próximo, incluido el conflicto árabe-israelí. Tras graduarse en 1953 prosiguió sus estudios en la Universidad Estatal Lomonosov de la capital rusa, hasta completar la licenciatura en 1956.

Aquel año Primakov empezó a trabajar como locutor en el Servicio de Difusión Exterior de la Comisión Estatal de Radio y Televisión, entidad donde ascendería a adjunto de su superior en las tareas de edición y finalmente a editor en jefe de la administración principal. En 1959 solicitó el alta en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y en 1962 el diario Pravda le encomendó la corresponsalía en El Cairo. Bajo esta cobertura, hay indicios de que Primakov cumplía labores de información para el todopoderoso Comité de Seguridad del Estado (KGB).

Entre 1966 y 1970 consolidó su especialidad internacional en Pravda como columnista y editor adjunto para las secciones de Asia y África, y como corresponsal en diversos países árabes. En el último año citado dejó la actividad periodística al ser nombrado subdirector del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales (INEMO), otra de las numerosas entidades auspiciadas por la Academia de Ciencias y reconocido think tank de la política exterior soviética.

Ello favoreció su nombramiento en 1974 como miembro suplente de la Academia de Ciencias, para entrar como miembro pleno cinco años después. Sus estudios en estos años tocaron temas como la observación de conflictos internacionales y la crisis energética en Occidente. Arabista eminente, en 1977 se hizo cargo de la dirección del Instituto de Estudios Orientales, en el que se había formado, y en 1985 retornó al INEMO en calidad de director del mismo, sucediendo a Aleksandr Yakovlev.

Como Yakovlev, Primakov pertenecía a los cuadros de la intelligentsia soviética más aperturistas que fueron promocionados cuando la elección de Mijaíl Gorbachov, en marzo de 1985, para la Secretaria General del PCUS. Uno de los hombres de confianza de Gorbachov y firme partidario de la perestroika, Primakov participó en la formulación del “nuevo pensamiento” soviético, que propugnaba la liquidación de los escenarios de confrontación con Occidente y la desnuclearización de las relaciones internacionales.

En 1986 fue nombrado candidato al Comité Central del PCUS, en 1988 miembro y secretario del Presidium de la Academia de Ciencias y en marzo de 1989, coincidiendo con su elección para el Congreso de Diputados Populares (CDP) de la URSS (el nuevo órgano legislativo supremo instaurado por Gorbachov), se convirtió en miembro pleno del Comité Central del PCUS y candidato a miembro del Buró Político.

En junio de 1989 el CDP le eligió presidente del Soviet de la Unión, junto con el Soviet de las Nacionalidades, la otra asamblea de que se componía el Soviet Supremo, convertido tras la reforma en la cámara baja del superparlamento soviético. En marzo de 1990 abandonó el Soviet de la Unión para incorporarse al Consejo Presidencial, donde asesoró a Gorbachov en política exterior y le preparó el terreno para sus encuentros exteriores. Para entonces, había sufrido la adversidad de la pérdida de su esposa y de su hijo por enfermedad.

Su nombre empezó a ser conocido por el público internacional cuando Gorbachov le nombró su enviado especial a Irak al iniciarse la crisis por la invasión de Kuwait, en agosto de 1990. En sus varios encuentros con Saddam Hussein, con quien ya tenía experiencia en el trato, Primakov hizo funciones de mediador para intentar desactivar la crisis, proponiendo como compensación a una retirada irakí de Kuwait la puesta en marcha de iniciativas para solucionar otros problemas regionales, incluido el conflicto árabe-israelí. Las gestiones de Primakov se prolongaron después de iniciarse la campaña de bombardeos aéreos contra Irak, intentando sin éxito, en febrero de 1991, el retraso de la anunciada ofensiva terrestre para la liberación del emirato.

De vuelta a Moscú permaneció en el equipo de Gorbachov, pero no ocultó, como Yakovlev y el economista Stanislav Shatalin, su impaciencia e inquietud por las concesiones de su jefe al ala conservadora del PCUS. Cuando el 19 de agosto Gorbachov fue declarado incapacitado por un comité golpista formado por las principales figuras del Estado soviético, Primakov se mantuvo junto con las fuerzas democráticas.

El 21 de agosto, junto con Iván Silayev, Aleksandr Rutskoi y Vadim Bakatin integró la comitiva enviada por Borís Yeltsin, presidente de Rusia, a la dacha de Gorbachov en Foros, en la costa del mar Negro, para comprobar su estado de salud. Tras cerciorarse de que simplemente le habían incomunicado, Primakov y sus colegas trajeron en su avión de vuelta a Moscú a Gorbachov y su familia, consumando aquella noche el fracaso de la intentona involucionista.

El 30 septiembre de 1991, cuando Yeltsin había tomado ya el control de los acontecimientos y forzado a Gorbachov la adopción de medidas democráticas radicales, Primakov fue nombrado primer vicepresidente del KGB a las órdenes de Bakatin y jefe de su Primer Directorio Principal, es decir, la Inteligencia Extranjera. El KGB fue formalmente disuelto el 22 de octubre, pero el 18 de diciembre de 1991, en vísperas de la disolución de la URSS, Yeltsin le encomendó la dirección del nuevo Servicio Exterior de Inteligencia (SVR) ruso, asumida el 26 de diciembre.

Desde este momento, y probablemente desde bastante antes, parece que Primakov prestó un importante servicio a Yeltsin, pasándole información que era materia reservada del Estado soviético y, por tanto, sólo accesible por Gorbachov. Cuando en 1992 Yeltsin creó el Consejo de Seguridad, órgano concebido para elaborar las líneas estratégicas de los intereses de la Federación Rusa, Primakov se integró en él como miembro no permanente.

Durante más de cuatro años Primakov se mantuvo alejado del primer plano, conforme a la discreción exigida en un trabajo de sus características. El SVR, en cooperación con otras agencias sucesoras del KGB (el Servicio Federal de Contrainteligencia y, desde 1995, el Servicio Federal de Seguridad), combatió el crimen organizado y empleó a muchos antiguos agentes exteriores del KGB en tareas de espionaje que, según algunos países occidentales y de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), incluían el robo de secretos industriales.

Cuando el 5 de enero de 1996 Yeltsin forzó la dimisión de Andrei Kozyrev como ministro de Asuntos Exteriores, Primakov fue el elegido para corregir una línea en la diplomacia rusa percibida como excesivamente prooccidental. Entonces Rusia negociaba el marco de la cooperación con la OTAN y afrontaba el ingreso en la organización de los países del antiguo bloque soviético, con sumo desagrado en el caso de las ex repúblicas populares de Europa Central y Oriental y con abierta oposición en el caso de los estados bálticos.

Los gobiernos occidentales acogieron con reserva su nombramiento (efectivo el 9 de enero), ya que si bien se le respetaba por su experiencia y conocimientos internacionales, también se le tenía por un testarudo valedor de los intereses rusos y por un adversario de la hegemonía estadounidense en el mundo, capaz de administrar eficazmente el muy disminuido ascendiente de su país en los asuntos internacionales.

En efecto, Primakov, con sus viajes, relanzó las relaciones rusas en Asia (en especial con China e India), Oriente Próximo y América Latina, criticó la captura por la OTAN de serbios sospechosos de crímenes de guerra en Bosnia-Herzegovina y expresó su oposición a la ampliación de aquella en la antigua área de influencia soviética. Con todo, el 14 de mayo de 1997 concluyó en Moscú con su secretario general, Javier Solana, la denominada Acta Fundacional sobre las Relaciones Mutuas de Cooperación y Seguridad entre la OTAN y Rusia, que fue firmada solemnemente por Yeltsin y los mandatarios de los países aliados en Bruselas el 27 de mayo.

Otro momento para el protagonismo de Primakov fue en febrero de 1998, cuando, siguiendo instrucciones del Kremlin, se empleó a fondo, con éxito, para evitar un ataque de Estados Unidos contra Irak, que no permitía la inspección por la ONU de instalaciones sospechosas de albergar armas prohibidas.

En septiembre de 1998, en un momento de aguda crisis financiera y monetaria, el fracaso por dos veces de la investidura por la Duma de Víktor Chernomyrdin como primer ministro proyectó a Primakov al mayor escalón de su carrera, si bien dejó entrever que habría preferido seguir en un puesto ministerial perfectamente ajustado a sus aptitudes. El propio Chernomyrdin propuso la candidatura de Primakov a Yeltsin y el día 10 el presidente la sometió a la Duma, que la aprobó al día siguiente por 317 votos contra 63, produciéndose la asunción del cargo. Esta mayoría sin precedentes (el único bloque que votó en contra fueron los ultranacionalista de Vladímir Zhirinovski) reflejaba el grado de aceptación que la persona de Primakov suscitaba más allá de las divisiones ideológicas, siendo del agrado por igual de comunistas y de reformistas liberales y conservadores.

Primakov había ganado una respetabilidad general por su talante pragmático y conciliador, pero también -lo que era un valor en alza- por ser un “hombre de nadie”, esto es, no era un oligarca ávido de los favores del Kremlin ni un político maniobrero con aspiraciones de poder, al menos en apariencia. De hecho, en aquel momento no tenía adscripción a ningún partido, en tanto había figurado como un ministro “independiente” en los gobiernos de Chernomyrdin y (desde marzo de 1998) de Serguéi Kirienko. Su inexperiencia en los asuntos económicos -por él mismo reconocida- quedaba compensada por su detallado conocimiento de la situación del país y sus excelentes relaciones con el Ejército y los servicios de seguridad.

Para los sectores liberales se trataba de un político moderadamente conservador, pero consciente de la necesidad de reformas. En los gobiernos occidentales, resignados a la imposición de las tesis nacionalistas y de recuperación del estatus de gran potencia, había una indisimulada satisfacción por la elección de un hombre del viejo pensamiento estratégico soviético, que aportaría previsibilidad, seriedad y realismo en los tratos con Rusia, en un ambiente de fin de reinado susceptible de alumbrar dirigentes erráticos o inexpertos.

En las semanas siguientes, Primakov fue formando su gobierno con participación de miembros del Partido Comunista (KPRF), destacando Yuri Maslyúkov como primer viceprimer ministro para la economía, y de Nuestra Casa es Rusia (NDR, la fuerza centroderechista de Chernomyrdin que empezaba a difuminarse como el “partido del Kremlin”), aunque también mantuvo a figuras del equipo saliente comprometidas con la reforma liberal. La preeminencia adquirida por antiguo planificadores soviéticos, partidarios de introducir los controles del Estado en la economía, y las propias declaraciones de Primakov en el sentido de mantener los precios subsidiados, disgustaron a personalidades del arco liberal. Así, Grigori Yavlinski, que había defendido insistentemente la candidatura de Primakov por considerarlo capaz de poner fin a la permanente crisis política, se descartó para una cartera ministerial.

Primakov tuvo grandes dificultades para persuadir a su gobierno de coalición de la necesidad de un programa de estabilización económica. Cuando sometió el borrador al FMI recibió comentarios negativos por no reducir los gastos del Estado ni incrementar la presión fiscal. El organismo financiero consideraba irrealmente bajo el déficit presupuestario por atar su recorte a futuras ayudas internacionales que se daban por seguras. Hasta el 28 de abril de 1999 el Gobierno ruso y el FMI no llegaron a un acuerdo sobre la concesión de un crédito por valor de 4.500 millones de dólares, a desembolsar por tramos en los 18 meses siguientes. Por otro lado, el 27 de octubre sustituyó al achacoso Yeltsin en la II Cumbre Rusia-Unión Europea celebrada en Viena en el marco del Acuerdo de Asociación y Cooperación en vigor desde diciembre de 1997.

El tono nacionalista y crítico con Occidente de la diplomacia rusa sumó grados en 1999, cuando la OTAN inició la guerra contra Yugoslavia por su actuación represiva en la provincia de Kosovo. En su última misión como apagafuegos, el 30 de marzo Primakov intentó en Belgrado que el presidente Slobodan Milosevic hiciese concesiones a la OTAN. El primer ministro ruso dio por válidas vagas promesas sobre la retirada militar de Kosovo y facilidades al retorno de los refugiados, pero los países de la OTAN insistieron en el cumplimiento estricto de los acuerdos de Rambouillet.

Aunque esta mediación terminó en fracaso, su porfía en hacer oír la voz de Rusia en los asuntos internacionales, sus declaraciones contrarias al excesivo poder de los entes territoriales de la Federación y a detener las tendencias separatistas, más su enemistad con el impopular oligarca Borís Berezovski (favorito del Kremlin, el primer ministro se apuntó una victoria con su destitución por Yeltsin como secretario general de la CEI el 5 de marzo de 1999) convirtieron a Primakov en una figura popular. El hecho de que su gestión para combatir la crisis económica estaba siendo tomo menos enérgica, indicaba donde estaban las prioridades y las aprensiones de la mayoría de la población rusa.

Cuando comenzaron los rumores de la aspiración presidencial de quien había sido nombrado como un gobernante de transición, el círculo del Kremlin empezó a maniobrar contra un hombre que nunca fue uno de los suyos. El 12 de mayo de 1999 Primakov, tras semanas de especulación en tal sentido, fue destituido por Yeltsin, quien justificó su decisión por el pobre balance económico. El relevo, muy criticado por los partidos de la oposición, señaló el comienzo de grandes movimientos fácticos de cara a las elecciones presidenciales de 2000, de las que habría de salir el sucesor de Yeltsin.

Primakov estableció a mediados de julio una alianza con el muy popular alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, que en noviembre del año anterior había creado el movimiento de centro-izquierda Otechestvo (“Patria”) y luego suscrito una colaboración con el bloque de dirigentes regionales Vsya Rossiya (“Toda Rusia”), cuyo líder oficioso era el presidente de la república de Tatarstán, Mintimer Shaimiev. El 17 de agosto Primakov aceptó ser el cabeza de lista del bloque Patria-Toda Rusia (OVR) en las legislativas de diciembre, si bien Luzhkov, que se reservó el segundo puesto en las listas, aclaró que se trataba de una “candidatura simbólica”, para atraer votos, de suerte que ninguno de los dos ocuparía su escaño en la Duma de salir elegidos.

Los analistas estimaron que el ex ministro se reservaría para las presidenciales de 2000, en tanto que el alcalde moscovita optaría a la jefatura del Gobierno. Ciertamente, el sonado fichaje de Primakov, que inquietó al entorno del Kremlin por tratarse del político más popular del momento, tuvo el efecto inmediato de ganar para la OVR al Partido Agrario de Mijaíl Lapshin, que hasta entonces había concurrido a los comicios de la mano del KPRF, lo que reforzó la expectativa de imbatibilidad del bloque. Por boca de Primakov, el OVR declaró que sus objetivos eran la promoción de un Gobierno fuerte, reformas económicas de mercado con orientación social (con control de precios y rebaja de impuestos), la lucha contra el crimen organizado y los delitos económicos, y el refuerzo de las Fuerzas Armadas, puestas en solfa en la campaña de Chechenia.

El fortalecimiento del OVR con figuras de renombre coincidió con la fulgurante promoción de Vladímir Putin como el último hombre del Kremlin, cuyo ocupante le nombró primer ministro el 9 de agosto. El oportuno contraataque de los yeltsinistas, que dotaron a Putin con un bloque electoral para la circunstancia, Unidad, más el alabado talante resolutivo del primer ministro, frustraron las expectativas del bloque de Luzhkov y Primakov en los comicios del 19 de diciembre, cuando sólo obtuvo el 13,3% de los votos y 67 escaños, por detrás de Unidad y -aquí sin sorpresas- del KPRF. Ahora bien, en Moscú OVR barrió con el 70% de los votos.

Primakov, que dos días antes de las elecciones había confirmado su pretensión presidencial, se encontró nada más comenzar 2000 con que el OVR apostaba por Putin en las presidenciales del 26 de marzo (desde el 31 de diciembre, fecha de la dimisión de Yeltsin, ocupaba el puesto en funciones). El 17 de enero fue elegido jefe del grupo de diputados del OVR en la Duma y el 4 de febrero anunció su retirada de la contienda presidencial, para a continuación expresar su apoyo, en principio, a Putin, cuya política de dureza en Chechenia aceptaba mayormente.

En posesión del premio Nasser (Egipto, 1975) y el Premio del Estado Soviético (1980), Primakov ha publicado varios libros sobre su especialidad, entre los que se citan (títulos traducidos al español) Egipto bajo Nasser (1975), en coautoría con I. P. Belyayev, y La Guerra que pudo evitarse (1991), en que relata sus impresiones sobre la contienda del Golfo. En la actualidad es miembro del Consejo InterAcción de ex presidentes y primeros ministros.

(Cobertura informativa hasta 20/3/2001)