Wael al-Halqi

El cuarto primer ministro nombrado por el presidente sirio Bashar al-Assad desde el comienzo de la revuelta popular contra su régimen dictatorial en marzo de 2011 es un médico licenciado en Medicina y especializado en ginecología y obstetricia por la Universidad de Damasco, donde completó sus estudios en 1991. En 1997 fue nombrado director de atención médica primaria en su ciudad natal, Jasim, en el extremo sur del país, y tres años después se convirtió en secretario del Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baaz) en la gobernación de Daraa, cuya dirección provincial de salud igualmente asumió.

Su carrera político-funcionarial siguió subiendo escalones hasta alcanzar el puesto de ministro de Salud en abril de 2011, en plena represión indiscriminada de las manifestaciones pro democracia por el Ejército y las fuerzas de seguridad leales a Assad. El 9 de agosto de 2012, con el país sumergido en una cruenta guerra civil que según el presidente era un vasta campaña de seguridad para erradicar a los "terroristas" que, con patrocinios extranjeros, se habían hecho fuertes en el país, Halqi fue nombrado por Assad primer ministro para suplir a Riyad Farid Hijab, quien tres días atrás, en una de las más sonadas deserciones sufridas por el régimen, había huido a Jordania y declarado su lealtad a la "sagrada revolución".

Como primer ministro, Halqi tiene un rango de atribuciones limitado a la gestión técnica de los asuntos corrientes y a la coordinación de los distintos departamentos del Gobierno. Su posición institucional, más que su condición de sunní, le mantiene al margen del proceso supremo de toma de decisiones, reservado a una cúpula restringida que encabezan el presidente Assad, su hermano Maher y unos cuantos altos oficiales de los aparatos militar, político y de seguridad, la mayoría de los cuales pertenecen a la secta shií alauí. Este esquema ya regía antes de la revuelta popular y la guerra civil, luego con más celo ahora en que el régimen assadiano, sostenido por los clanes alauís y la solidaridad shií de Irán y Hezbollah, lucha por su supervivencia.

Sin embargo, Halqi, que en abril pasado escapó ileso en la capital a un atentado con coche bomba que acabó con la vida de varias personas, ha demostrado ser merecedor de la confianza de Assad y los capitostes baazistas, los cuales le dieron asiento en el Mando Regional de la rama siria del partido en julio de este 2013. Poco después, en agosto, el primer ministro sumó su voz a las advertencias del régimen contra un ataque aéreo de los aliados occidentales, que entonces parecía inminente, en respuesta a la masacre química de Ghuta con el mensaje de que Siria sería "el cementerio de los invasores". "Las amenazas colonialistas no nos amedrentan gracias a la voluntad y la determinación del pueblo sirio, que no aceptará ser humillado", añadió el gobernante en su alocución televisiva.

(Cobertura informativa hasta 1/11/2013)