Volodymyr Zelensky
Presidente (2019-)
Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 26/4/2019. Desde el 24/2/2022 Volodymyr Zelensky, inaugurado en la Presidencia de la República el 20/5/2019, enfrenta la invasión ilegal de su país por Rusia y permanece al frente del Gobierno y de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la toma de decisiones políticas y la conducción de las operaciones militares defensivas.
La ola de los candidatos outsider que arrasan en política por el descrédito del establishment alcanzó en 2019 a Ucrania con la elección presidencial del actor, comediante y empresario televisivo Volodymyr Zelensky. De 41 años y absoluto neófito en este terreno, el nuevo presidente ucraniano noqueó en la segunda vuelta electoral del 21 de abril al mandatario aspirante a la reelección, Petro Poroshenko, acaparando tres cuartas partes de los votos.
Zelensky protagonizó en las urnas una peripecia de lo más insólita, una en la que la ficción crea la realidad, y no al revés: así, Zelensky sigue los pasos del personaje humorístico de televisión que le hizo archipopular, Vasily Goloborodko, un hombre corriente que, de manera insospechada, acaba convirtiéndose en presidente de Ucrania y desata una cruzada moral contra la corrupción. En marzo de 2018 Zelensky registró un partido del mismo nombre que la teleserie por él interpretada y producida, Servidor del Pueblo, a modo de vehículo de su ambición electoral. El último día del año lanzó su postulación en pleno directo de la gala de Nochevieja de su cadena y al iniciarse 2019 se embarcó en una campaña proselitista que desarrolló fundamentalmente en las redes sociales y con estética de show, al tiempo que su alter ego televisivo le hacía propaganda gratis en la pequeña pantalla.
Zelensky ha convencido a una gran mayoría de ucranianos hastiados de los escándalos de corrupción que desprestigian a la clase política y decepcionados por el pobre balance reformista de los dirigentes de línea liberal-conservadora surgidos del Euromaidán. La histórica revuelta civil de 2014 en Kíev reorientó el país hacia Occidente, pero a la vez desató en los oblasts rusófonos del este unas rebeliones armadas cuyo desenlace fue la amputación territorial de Crimea, anexionada ilegalmente por Rusia, y la pérdida, al cabo de una guerra abierta en la que murieron 13.000 personas, de partes sustanciales de Donetsk y Luhansk, donde operan unas autoproclamadas repúblicas populares bajo la protección asimismo de Moscú.
Desde el Acuerdo de Minsk II, suscrito en febrero de 2015, rige un muy precario alto el fuego que ha sido violado en múltiples ocasiones. El Ejército ucraniano se mantiene en máxima alerta porque el riesgo de un choque militar directo con Rusia, calificada de potencia agresora por Poroshenko, no solo no ha aminorado sino que se agudiza, como el incidente naval de noviembre de 2018 en el estrecho de Kerch puso de relieve. Al parecer, a los electores, ansiosos de cambios a mejor, no les ha importado que un cómico sin la menor experiencia política, desprovisto a primera vista de gravitas de estadista y alejado de las poses patrióticas asuma el mando del país en unas circunstancias delicadas que presumiblemente requieren líderes fuertes con aplomo y determinación. Su condición de rusófono, de Dnipropetrovsk, ayudó a Zelensky a triunfar en prácticamente todos los distritos electorales del país, los del oeste y los del este, mientras que el hecho de ser judío resultó irrelevante en la campaña.
La plataforma de Zelensky, con un programa un tanto difuso, cuando no contradictorio en algunos puntos, y aún más incierta en el plano ideológico, se sintetiza en una oferta de regeneración de la vida pública y de resolución pacífica del enquistado conflicto del Donbás. Entre sus promesas, formuladas con tono optimista y positivo, sin ecos de nacionalismo radical, están el desarraigo de la corrupción, la despolitización de la judicatura, la retirada de la inmunidad a los altos cargos, la promoción de la meritocracia y la creación de mecanismos de democracia directa.
Asegura la continuidad del rumbo prooccidental del país y se compromete a trabajar a fondo para que en 2024, al terminar su mandato, Ucrania esté en condiciones de solicitar el doble ingreso en la UE y la OTAN, dos apuestas estratégicas que, puntualiza, requerirán "consenso nacional" y el visto bueno de los ciudadanos vía referendos. En cuanto a la crisis del Donbás, propone entablar negociaciones directas con el Kremlin y no con los líderes separatistas locales, a los que considera "marionetas" del Gobierno ruso. Sin embargo, rechaza conceder a los secesionistas un estatus especial de autogobierno, previsión política pendiente del Protocolo y el Acuerdo de Minsk.
"No soy un político, solo soy una persona que ha venido a romper el sistema", dice de sí mismo el nuevo líder ucraniano, cuyo caso trae a mientes los nombres de Beppe Grillo en Italia, Jimmy Morales en Guatemala y Marjan Sarec en Eslovenia. Y añade: "Quiero construir una Ucrania fuerte, poderosa y libre, que no sea ni la hermana pequeña de Rusia ni una socia corrupta de Europa, sino una Ucrania independiente". El actor afirma que no piensa gobernar en coalición ni con el Bloque de Poroshenko ni con el Frente Popular del ex primer ministro Arseniy Yatsenyuk, exponente del nacionalismo conservador proeuropeo. Cuando asuma la Presidencia en mayo, Zelensky heredará un Gobierno, el del primer ministro Volodymyr Hroysman, que integran los partidarios de Poroshenko y el derechista Frente Popular, y sin que su bisoña formación disponga todavía de diputados en la Rada, que se renovará en julio.
Por de pronto, Vladímir Putin, el 24 de abril, empieza poniéndoselo difícil a Zelensky con un decreto que, invocando "fines humanitarios", facilita la concesión de la nacionalidad rusa a los habitantes de las repúblicas secesionistas del Donbás.
(Texto actualizado hasta 26 abril 2019)
El cómico más popular de Ucrania
Oriundo del óblast oriental de Dnipropetrovsk, una de las regiones más industrializadas de Ucrania, sus padres, dos judíos con formación universitaria, eran un profesor de sistemas computacionales y una ingeniera. A principios de la década de los ochenta, siendo niño, vivió algunos años en Mongolia debido a las obligaciones profesionales del padre.
Ya en su etapa de colegial, Zelensky desarrolló una gran afición por las actuaciones escénicas y los gags humorísticos. En 1995, cuatro años después de obtener Ucrania su independencia nacional, el joven empezó a participar en el capítulo local de KVN (siglas del Club de los Divertidos e Ingeniosos), un concurso televisivo con mucha solera donde equipos de escolares de todo el país medían sus habilidades para dar respuestas ocurrentes, contar chistes e improvisar sketches ante las cámaras. En 1997, siendo alumno de Derecho del Instituto de Economía de su ciudad natal, Kryvyi Rih, centro adscrito a la Universidad Económica Nacional de Kíev, Zelensky se erigió en capitán de Kvartal 95, club de monologuistas cómicos que no tardó en meterse en la liga principal de KVN y con el que se dio a conocer en las televisiones de Rusia y otras repúblicas ex soviéticas.
En 2003, con 25 años y ya licenciado en Derecho, Zelensky transformó Kvartal 95, hasta entonces simplemente un equipo de humoristas amateur, en una productora televisiva que halló un buen filón en la factura de programas de entretenimiento para los canales nacionales privados 1+1 e Inter. Zelensky no solo producía y escribía shows y teleseries para terceros, sino que elaboraba sus propios vehículos de exhibición de sus dotes de comediante. Como actor, el futuro dirigente de Ucrania empezó a aparecer también en telefilmes y películas del género, destacando la trilogía de enredos Lyubov v bolshom gorode (Amor en la gran ciudad, 2009-2014), tres coproducciones ruso-ucranianas que dieron lugar a una teleserie homónima, y la conformada por el título 8 pervykh svidaniy (2012) y sus dos secuelas, 8 novykh svidaniy (2015) y 8 luchshikh svidaniy (2016), donde tenía de compañeras de reparto a las actrices Oksana Akinshina y Vera Brezhneva.
Sin embargo, el personaje que catapultó a Zelensky a la cumbre del estrellato televisivo en Ucrania fue, a partir de 2015, el de Vasily Petrovich Goloborodko en la teleserie Sluga naroda (Servidor del pueblo), la historia, contada a modo de sátira, de un hombre corriente, un maestro de escuela "ingenuo pero honesto y con principios" que por insospechados vericuetos, a raíz de la difusión de un video grabado por sus alumnos en clase y subido a Internet donde la gente le ve despotricando apasionadamente contra los políticos corruptos del país, termina siendo elegido presidente de Ucrania y dispuesto a librar una guerra sin cuartel contra la corrupción, a sabiendas de que no tiene "ni idea" de política. Sluga naroda, producido por Kvartal 95 y emitido por 1+1, fue un gran éxito de audiencia en su primera temporada y en 2016 se estrenó su adaptación cinematográfica, Sluga naroda 2, con Zelensky repitiendo papel.
La trama de Sluga naroda, imposible de no verse como una caricatura mordaz del Gobierno del presidente liberal-conservador y proeuropeo elegido tras la revolución del Euromaidán de Kíev de 2014, el empresario confitero Petro Poroshenko, más su preferencia del idioma ruso a la hora de rodar escenas alentaron en muchos televidentes y en parte de la opinión pública la impresión de que el popular Zelensky era filorruso, o que como mínimo reprobaba el chovinismo cultural de los nacionalistas ucranianos radicales.
Sin embargo, cuando los combates (2014-2015) entre las tropas gubernamentales y los insurgentes separatistas rusófonos, sostenidos por Moscú, de los oblasts orientales de Donetsk y Luhansk, Kvartal 95 había donado un millón de hryvnias al Ejército ucraniano y había organizado espectáculos para los soldados destacados en el frente. Estos posicionamientos del cómico durante la guerra del Donbás no dejaron de acarrearle reacciones hostiles en Rusia, donde también era una personalidad de la pantalla. Además, Zelensky, al parecer, cuando la revuelta del Euromaidán había estado del lado de los opositores al presidente prorruso Viktor Yanukovych, derrocado por los manifestantes en febrero de 2014.
Por otro lado, algunos observadores llamaron la atención sobre las conexiones de Zelensky con el magnate Ihor Kolomoyskiy, uno de los oligarcas más ricos de Ucrania y propietario de la televisión 1+1, el medio que ponía en antena Sluga naroda. Anterior gobernador del óblast natal de Zelensky, Dnipropetrovsk, Kolomoyskiy estaba considerado un aliado de Tymoshenko y era de paso un acérrimo enemigo de Poroshenko, quien en 2015 lo había destituido de su puesto institucional en Dnipro y en 2016 le había nacionalizado su Privatbank, el mayor banco comercial del país pero amenazado por la quiebra, en el que una posterior auditoría sacó a la luz un masivo esquema de fraude y desfalco. Ahora, el patrocinador de Zelensky, como poco en el terreno puramente profesional pero acaso también en el político, vivía en una especie de autoexilio en Israel, desde donde denunciaba periódicamente la existencia de una campaña del Estado ucraniano para torpedear sus negocios.
Por el momento, Zelensky no hacía pronunciamientos de signo político y se ceñía a su trabajo de actor y productor, si bien venía denunciando las trabas que las autoridades ponían a la contratación de artistas rusos en Ucrania.
Clamorosa elección presidencial en 2019 sin ninguna experiencia política
Zelensky, que había amasado una fortuna con su productora y su carrera de actor, no empezó a tantear el terreno político hasta finales de 2017, teniendo en mente con toda seguridad las elecciones presidenciales que tocaban en marzo de 2019. El 31 de marzo de 2018 uno sus más estrechos colaboradores, el hombre de negocios y abogado Ivan Bakanov, inscribió en el Ministerio de Justicia un partido político de igual nombre que la exitosa serie de televisión, la cual iba por su segunda temporada, solo que transliterado al idioma ucraniano, en vez de Sluga Naroda, Sluha Narodu, y que suplantó la personería jurídica de una formación precedente, el Partido del Cambio Decisivo, registrado en 2016.
Dotado de un equipo directivo en el que no figuraba Zelensky sino sus colegas de la productora, y con Bakanov de presidente nominal, Sluha Narodu no se molestó en precisar sus principios o en etiquetarse dentro del espectro ideológico, invocando todo lo más la causa anticorrupción y haciendo vagas referencias a la democracia directa y la orientación proeuropea de Ucrania. Los observadores destacaron la ambigüedad del nuevo partido político de Zelensky, en apariencia un mero vehículo de proselitismo personal dirigido a cualquier votante, en especial el decepcionado y harto de los políticos profesionales, y permeable al populismo.
Tan pronto como se supo que el personal de Kvartal 95 había registrado un partido tocayo de la teleserie, las empresas de demoscopia incluyeron al cómico en sus sondeos de preferencia de candidatos presidenciales. Zelensky irrumpió con un volumen de apoyos próximo al 10% y tras el verano de 2018 su cuota se consolidó por encima de ese umbral. La postulación de Vasily Goloborodko a la Presidencia de la República en la vida real estaba en boca de todos, y el último día de 2018 el actor confirmó su envite con un formato espectacular: en el programa especial de fin de año que emitía el canal 1+1, mientras otras televisiones retransmitían el mucho más formal discurso de año nuevo de Poroshenko.
Para entonces, Zelensky ya llevaba varios meses disputando el segundo lugar en las preferencias del electorado al propio Poroshenko, al que solo le restaba hacer el anuncio oficial de que optaría la reelección, y únicamente a la zaga de Yuliya Tymoshenko, la líder del partido conservador prooccidental Patria (Batkivshchyna) y ahora mismo primera en las encuestas. La que fuera dos veces primera ministra del país iba por su tercera tentativa presidencial y se situaba en la oposición al Gobierno encabezado por Volodymyr Hroysman, Ejecutivo que conformaban el partido del presidente, el Bloque Petro Poroshenko-Solidaridad (BPP-Solydarnist), y el derechista Frente Popular (NF) del ex primer ministro Arseniy Yatsenyuk. A partir de anunciar que entraba en la liza electoral, Zelensky vio crecer con fuerza sus opciones y en enero de 2019 desplazó a Tymoshenko del primer lugar con un acopio de respaldos que oscilaba entre el 25% y el 30%.
Zelensky tenía por delante una campaña electoral pintoresca, pródiga en lances teatrales y que además le iba a salir bastante barata: desdeñó las palestras de la prensa y concentró sus esfuerzos proselitistas en las redes sociales, mientras en la televisión ya le hacía propaganda gratis su alter ego de ficción, el idealista y chispeante presidente Goloborodko —la serie Sluga naroda iniciaba su tercera temporada—, personaje que, "por supuesto", afirmó el candidato, era "diferente" a él, aunque uno y otro compartían "los mismos valores morales". Los guiños a lo específicamente ucraniano eran imperiosos, así que justamente ahora Zelensky estrenó su primera película hablada íntegramente en el único idioma oficial de su país, una comedia romántica titulada Ya, Ty, Vin, Vona, que él no solo protagonizaba, sino también producía y, novedad en su carrera, dirigía. En añadidura, aclaró que desde hacía algunos años las asociaciones comerciales de Kvartal 95 con productoras de cine y televisión rusas estaban reducidas a la mínima expresión.
El candidato, registrado ante la Comisión Electoral Central el 30 de enero, ofreció un sucedáneo de programa con lagunas, construido a partir de una serie de mensajes de regeneración y apertura, y promesas de tono constructivo y positivo, aunque deslavazadas o contradictorias en algunos casos. Además de insistir en el desarraigo de la corrupción, la reducción de la burocracia, la introducción de mecanismos meritocráticos para nombrar altos cargos, la despolitización radical de la justicia y el desmantelamiento del régimen de inmunidades y aforamientos que beneficiaba a los diputados, los jueces y al propio presidente de la República, Zelensky planteó un escenario de alivio de la tensión prebélica permanente con Rusia y de vivificación de las conversaciones de paz para terminar con el desafío de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk, funcionales en las mitades orientales de ambos oblasts gracias a la asistencia militar, política y económica de Moscú. Las negociaciones serían directamente con el Kremlin, no con los líderes secesionistas, quienes no eran más que "marionetas" del Gobierno ruso.
En cuanto al rumbo prooccidental del país, inaugurado por el cambio de guardia del Euromaidán y en estos cinco años sostenido firmemente por Poroshenko, Zelensky manifestó que le gustaría que Ucrania fuera miembro de la UE y la OTAN en un futuro no lejano, pero que unos pasos de esa trascendencia tendrían que ser sometidos a referéndum nacional. Precisamente, su primer proyecto de ley como presidente sería uno "sobre el Poder Popular", para definir un procedimiento de celebración de referendos. De llegar a la Presidencia, él haría lo posible porque en 2024 Ucrania estuviera preparada para solicitar oficialmente la entrada en la UE y, con respecto a la OTAN, pasar del Diálogo Intensificado, en vigor desde 2005, a la fase más avanzada del Plan de Acción para el Ingreso (MAP). Por lo que se refería a la economía, necesitada de inversiones y estímulos, proponía una amnistía fiscal para los empresarios que afloraran activos ocultos a cambio de un tipo único superreducido, del 5%, en el impuesto de sociedades.
En marzo, en una rara entrevista concedida al diario alemán Der Spiegel, el candidato explicó que había decidido entrar en política y postularse a la Presidencia con una visión radicalmente renovadora, para restaurar la confianza de la gente en los políticos, cambiar el establishment de arriba abajo y favorecer el acceso al poder de personas "profesionales y decentes".
Zelensky llegó a la elección del 31 de marzo de 2019 con una expectativa de voto que se materializó de manera precisa: fue declarado ganador provisional con el 30,6% de los sufragios, seguido de Poroshenko con el 16,1%. Tymoshenko, receptora del 13,5%, quedó apeada de la contienda y se quejó de juego sucio contra ella. Zelensky celebró los resultados dando las gracias a los paisanos que le habían apoyado "en serio y no en broma", y anunciando el comienzo de "una nueva vida, una vida sin corrupción" en Ucrania. La segunda vuelta se libraba el 21 de abril y los contrincantes intensificaron el discurso y el tono.
Poroshenko, que venía basando su campaña en el lema patriótico de "ejército, idioma y fe" y en la promoción de sí mismo como el único que podía plantar cara a Rusia y evitar más daños a la integridad territorial de Ucrania, se lanzó en tromba contra su adversario, presentándole como un diletante frívolo y poco fiable, incapaz de contener la amenaza que representaba la potencia vecina y que elevado a la Presidencia haría frotar las manos de contento al poder ruso. "Putin sueña con un presidente blando, dócil, amable, risueño, inexperto, ideológicamente amorfo y políticamente indeciso ¿Realmente vamos a darle esa oportunidad?", inquirió retóricamente el mandatario aspirante a la reelección. El equipo de Poroshenko volvió a la carga también con las inciertas relaciones entre Zelensky y el oligarca Kolomoyskiy, voceando que el cómico trabajaba para los turbios intereses del empresario y financiero huido al extranjero.
Zelensky se sintió obligado a subrayar la ucraniedad y el signo incuestionablemente prooccidental de su plataforma. Aseguró que no estaba en contra de las cuotas de uso del idioma ucraniano en los medios audiovisuales ni del veto en la frontera a los artistas rusos que hubieran expresado posiciones políticas "antiucranianas". Reiteró que al país le convenía entrar en la OTAN, organización que equivalía a "seguridad", aunque eran menester un consenso nacional al respecto y, eventualmente, un referéndum. Y endureció su planteamiento de las negociaciones políticas para poner fin a las rebeliones prorrusas y llevar la paz al Donbás; ahora, se declaraba contrario a otorgar un "estatus especial de autogobierno" a los territorios de las autoproclamadas repúblicas populares, que era uno de los puntos clave del Protocolo y el Acuerdo de Minsk de septiembre de 2014 y febrero de 2015, y que la Rada de Kíev, de hecho, ya había aprobado en marzo de 2015, amén de la amnistía para los combatientes prorrusos. Es más, el candidato llegó a referirse al presidente ruso como un "enemigo".
Su opción electoral, puntualizaba Zelensky, era independiente, él no se casaba con nadie y, pese a ser de un partido que, al menos por el momento, pues en octubre tocaban las elecciones legislativas, era extraparlamentario, no buscaría una coalición de Gobierno ni con el Bloque de Poroshenko ni con el principal bloque opositor en la Rada, la Plataforma Por la Vida, uno de cuyos líderes, Yuriy Boyko, había quedado cuarto en la primera vuelta de marzo concurriendo como independiente. Su proyecto, dijo Zelensky dos días antes del balotaje, era construir "una Ucrania fuerte, poderosa y libre, que no sea ni la hermana pequeña de Rusia ni una socia corrupta de Europa, sino una Ucrania independiente".
El 21 abril, siendo la participación del 61,4%, Zelensky laminó a Poroshenko con el 74,9% de los votos y quedó proclamado presidente de Ucrania con un mandato de cinco años, a inaugurar el 7 de junio. El cómico se impuso en todos los distritos electorales del país salvo los del óblast de Lviv y algunos de Ternopil, en el extremo oeste del país próximo a Polonia, justamente el bastión de la derecha nacionalista ucraniana. El dirigente electo recibió de inmediato el reconocimiento y los buenos deseos del derrotado Poroshenko, se dirigió a sus seguidores con un "os prometo que no os decepcionaré". Y dirigiéndose ahora a un público extranjero: "Como ciudadano de Ucrania, a todos los países de la post-Unión Soviética puedo decirles: Miradnos, ¡todo es posible!".
Volodymyr Zelensky está casado desde 2003 con Olena Zelenska (apellidada de soltera Kiyashko), una antigua compañera del colegio y arquitecta de profesión que trabaja en los guiones de Kvartal 95. La pareja tiene dos hijos.
(Cobertura informativa hasta 1/5/2019).
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