Vadym Boychenko

En las contiendas bélicas donde los combates y la destrucción afectan a los núcleos urbanos, el cuadro de la suerte corrida por los habitantes suele quedar desdibujado por el relato general del conflicto; este hace abstracción de determinadas tragedias circunscritas y dificulta la empatía con quienes las sufren. El anonimato desubicado de las víctimas civiles de las guerras que se libran en ciudades es algo menos marcado en 2022 en Ucrania, no obstante las atrocidades masivas que vienen perpetrándose. Aquí, las redes sociales ponen rostro, nombre y domicilio a muchos ciudadanos muertos, heridos o refugiados, mientras cobran protagonismo los regidores locales, convertidos en denunciantes de las violencias infligidas por el Ejército ruso y en portavoces de las necesidades de la población.

Entre ellos figura el alcalde de Mariupol, Vadym Boychenko, cuyos mensajes son una fuente principal de información sobre la catastrófica situación humanitaria y material en la ciudad mártir de la región de Donetsk, uno los símbolos de esta guerra. Rendida a las tropas rusas a mediados de mayo y prácticamente arrasada por los bombardeos, Mariupol es la localidad más grande perdida por Ucrania en cuatro meses de conflagración. Menos de una cuarta parte de las 430.000 personas que vivían allí antes del 24 de febrero permanece en la ciudad, donde los paisanos fallecidos, asegura su alcalde desplazado, superarían los 20.000. Antes de la invasión, Boychenko, como tantos políticos ucranianos del este rusófono del país, se movió en los sectores políticos no nacionalistas cercanos a Rusia.


(Texto actualizado hasta 5/7/2022)

Vadym Boychenko, formado en la Universidad Técnica Estatal Pryazovskiy de Mariupol y en la Universidad Nacional Vasyl' Stus de Donetsk, ejerció su especialidad de ingeniero de tecnologías de locomoción durante 15 años en el complejo siderúrgico y metalúrgico Azovstal, una de las mayores acerías de Ucrania, hoy mundialmente conocido como el escenario de una de las más feroces batallas de la guerra provocada por la invasión de Rusia. En 2010 Boychenko dejó la compañía, donde últimamente era adjunto al director del área de transporte, y entró en la plantilla de Metinvest, otro conglomerado industrial con sede en Mariupol, que le contrató para llevar su departamento de personal. En 2013 trasladó su peritaje profesional en recursos humanos a la cercana planta metalúrgica Illich y de paso obtuvo una concejalía en el Ayuntamiento de su ciudad natal, cuyo alcalde era Yuri y Hotlubey, miembro del prorruso Partido de las Regiones (PR).

De cara a las elecciones municipales de octubre y noviembre de 2015, celebradas año y medio después de las votaciones presidenciales que llevaron al poder en Kyiv al empresario Petro Poroshenko en el epílogo de la revuelta del Euromaidán, Boychenko registró su candidatura para la alcaldía de Mariupol. Se presentaba como un candidato formalmente independiente, si bien contaba con el apoyo del Bloque de Oposición (OB), sucesor de facto del desintegrado PR (el partido del presidente derrocado en la insurrección civil del año anterior, Viktor Yanukovych) y contrario a la reorientación geopolítica hacia Occidente tomada por Ucrania a raíz del Euromaidán.

En aquellos momentos, Mariupol, con 440.000 vecinos censados la segunda ciudad más populosa del óblast de Donetsk y la undécima del conjunto de Ucrania, intentaba recuperarse de los graves daños sufridos el año anterior, cuando fue disputada en refriegas militares de envergadura por el Ejército Ucraniano, incluidas unidades del ultranacionalista Batallón Azov, y las milicias prorrusas de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD), que ya controlaba la capital regional homónima y otras ciudades de la parte sudoriental, densamente poblada, del óblast. Donetsk conformaba la mitad sur de la región histórica del Donbás, ampliamente rusófona. La mitad norte era el óblast de Luhansk, conquistada parcialmente también de los separatistas locales sostenidos por el Gobierno ruso, quienes habían instalado allí su propia República Popular.

Cuando la guerra del Donbás, la batalla por la posesión de Mariupol, de gran importancia estratégica al tratarse de uno de los principales puertos comerciales de Ucrania y punto de salida de las exportaciones agrícolas e industriales desde el mar de Azov, se desarrolló entre mayo y junio de 2014, con un balance de decenas de muertos y un resultado de victoria para las armas ucranianas. Aunque la ciudad permaneció firmemente en manos de las autoridades de Kyiv, en los meses siguientes sufrió repetidos ataques artilleros de los secesionistas prorrusos, que causaron más bajas civiles. En 2015 Mariupol vio estabilizarse la línea del frente, nunca silenciado pese a los Acuerdos de pacificación de Minsk, apenas una veintena de kilómetros al este.

En las elecciones celebradas el 29 de noviembre de 2015 Boychenko salió elegido alcalde con un amplio porcentaje de votos, tal que el 15 de diciembre tomó posesión del cargo sucediendo a Hotlubey. Entonces, los sectores políticos vinculados al Euromaidán y el Ejecutivo de Poroshenko consideraban al ingeniero un valedor de los intereses del oligarca Rynat Ajmetov, uno de los más influyentes empresarios del país, siempre con un pie en la política, metido en intensos tratos con los poderes rusos y a la sazón dueño de las siderurgias Azovstal y Metinvest.

En las elecciones legislativas de julio de 2019, que redondearon el éxito de Volodymyr Zelenskiy en las presidenciales con una abultada mayoría absoluta para su agrupación, Boychenko se postuló a un escaño de la Rada como el quinto en la lista del nuevo Bloque de Oposición (OB) puesto en marcha por Yevheniy Murayev, rico magnate mediático muy afín a Rusia, a partir del anterior bloque del mismo nombre; el sector de Murayev era minoritario, ya que el grueso de los bloquistas se había reorganizado como Plataforma Opositora-Por la Vida (OPZZh), bajo los liderazgo de Yuriy Boyko, Vadim Rabinovich y Viktor Medvedchuk. El partido metió seis diputados en la Rada correspondientes a la parte computada por el sistema mayoritario uninominal, pero ni el alcalde de Mariupol ni ningún compañero de la lista nacional (tampoco el cabeza de cartel, Murayev) consiguieron el escaño al no superarse la barrera del 5% para obtener representación con el sistema proporcional.

Boychenko concurrió para su reelección como alcalde en las municipales del 25 de octubre de 2020. Inscrito esta vez por cuenta de un grupo propio, el Bloque Vadym Boychenko, el edil ganó otro mandato de cinco años en el primer turno electoral con el 64,6% de los votos. El adversario más adelantado fue, con el 25,8% de los votos, el candidato de la OPZZh, Vladimir Klimenko. Estos resultados eran ilustrativos del peso en Mariupol de los sectores políticos que, sin cuestionar la soberanía ucraniana sobre la ciudad y el óblast, fracturado por la secesión independentista y la guerra, ni eran hostiles a Rusia por principios ideológicos ni comulgaban con el Gobierno nacional de Zelenskiy, por más que acataran a las autoridades estatales de Kyiv. Sin embargo, este difícil equilibrio, ya puesto a prueba por el enquistado conflicto del Donbás, no podría sostenerse por más tiempo.


RELATOR DE LOS PADECIMIENTOS DE MARIUPOLEl 23 de febrero de 2022, en una entrevista para el medio digital ucraniano Babel, Boychenko, preguntado por la preparación de Mariupol frente a una posible agresión militar rusa a gran escala, se mostró convencido de que no habría guerra y aseguró que en la ciudad todo estaba bajo control, el Ayuntamiento cumplía con su trabajo y la vida discurría con una razonable normalidad, pese a los amenazadores movimientos de tropas al otro lado de la línea de demarcación. Menos de 24 horas después, el Ejército ruso desataba su "operación militar especial" para, según la retórica del Kremlin, conseguir la "desmilitarización" y "desnazificación" de Ucrania.

Mariupol se contó entre las ciudades que desde el minuto uno de la invasión estuvieron sometidas a ataque. El bombardeo sistemático lanzó fuera de sus hogares a decenas de miles de aterrorizados residentes y barrios enteros de la ciudad empezaron a ser demolidos por el fuego indiscriminado de mortero, cañón, obús y cohete, proyectiles de artillería a los que se les sumaron las bombas de aviación y la munición naval. Ya el 2 de marzo las fuerzas regulares rusas y las milicias de la RPD completaron el cerco urbano, embolsando a miles de combatientes ucranianos y sometiendo a los civiles atrapados a un asedio catastrófico. Para la potencia agresora, la ocupación de Mariupol era esencial a fin de completar la conquista de Donetsk y todo el Donbás, territorio que, a tenor del plan de ataque ruso, se pretendía conectar, a través de los igualmente invadidos oblasts meridionales de Zaporizhzhia y Jerson, con la península de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014.

Cuando estallaron los combates, el alcalde se encontraba en su apartamento particular sito en la margen izquierda del río Kalmius, en la periferia de Mariupol. De acuerdo con el testimonio personal de su peripecia, Boychenko se propuso trasladarse a la no lejana sede del Ayuntamiento. Emprendió la marcha montado en un vehículo en compañía de algunos asistentes, pero la administración militar regional, que tenía plenos poderes con arreglo a la ley marcial decretada por el presidente Zelenskiy, se lo impidió, indicándole que los rusos estaban realizando una maniobra de cerco para sitiar la ciudad y que toda la zona era un campo de batalla callejero. Es más, se le advirtió desde los servicios secretos, debía esconderse en un lugar seguro porque el enemigo tenía órdenes de, como mínimo, capturarle y obligarle a servir como un funcionario colaboracionista. Así que, acatando órdenes según él, Boychenko abandonó Mariupol el 27 de febrero por la noche.

Replegado a lugares de la retaguardia en los oblast de Dnipropetrovsk y Zaporizhzhia, el alcalde tomó la voz para denunciar que los atacantes estaban destruyendo deliberadamente las infraestructuras básicas de electricidad, agua y calefacción, así como cortando los suministros de comida, sometiendo a Mariupol a un bloqueo que recordaba al de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. Boychenko se involucró en las tareas de coordinación de la ayuda humanitaria a la población sitiada y en las gestiones, reiteradamente infructuosas o seguidas de incumplimientos, para conseguir la evacuación del mayor número posible de civiles a través de corredores humanitarios. El 13 de marzo un primer grupo de vecinos pudo ser evacuado.

El 4 de abril, con Mariupol ya casi conquistada salvo las instalaciones portuarias y la bolsa de resistencia en el complejo fabril de Azovstal, donde más de un millar de combatientes ucranianos permanecían atrincherados, elementos locales favorables a la RPD y al Ejército ruso designaron alcalde a Kostyantyn Ivashchenko, un diputado del partido OPZZh. A lo largo del mes, Boychenko, desde su cuenta de Telegram, siguió dando reportes informativos y poniendo cifras aproximadas a la situación en Mariupol, descrita como "apocalíptica" por la Cruz Roja. Por sus notas pasaron episodios como los bombardeos, todos en marzo, del Hospital materno-infantil, el Teatro Regional del Drama y la Escuela de Arte, instalaciones que acogían a multitud de heridos y refugiados, con el resultado de un número indeterminado pero ciertamente elevado de muertos, quizá varios centenares.

El 12 de abril, entrevistado por la CNN, el alcalde declaró que desde el inicio de la guerra los paisanos perecidos en Mariupol, víctimas inmediatas de las explosiones y los disparos o sucumbidos a las heridas, la falta de atención médica y la penuria de víveres, rozarían los 21.000. Naciones Unidas confirmaba provisionalmente la muerte de 1.348 civiles en la ciudad, si bien reconocía que el balance real de bajas era probablemente mucho mayor. En la víspera, Boychenko le dijo a la agencia Associated Press que las tropas rusas estaban valiéndose de crematorios móviles para deshacerse de los cuerpos y acusó a aquellas de impedir la entrada de convoyes humanitarios en un intento de ocultar la matanza.

El 22 de abril Boychenko comunicó el hallazgo en la ciudad de una gran fosa común en la que podrían estar enterrados "entre 3.000 y 9.000 cadáveres". Era lo que se desprendía de unas imágenes satelitales de Maxar Technologies. "El mayor crimen del siglo XXI se ha cometido en Mariupol. Este es el nuevo Babi Yar. Hitler mató a judíos, romaníes y eslavos. Y ahora Putin está destruyendo a los ucranianos", sentenciaba en su vídeo de denuncia el alcalde, quien reclamaba también una "fuerte reacción del mundo civilizado" para "detener el genocidio".

Días después, Boychenko se ratificó en la estimación de más de 20.000 mariupolianos muertos en su ciudad, donde ya solo permanecían poco más de 100.000 vecinos, frente a los 430.000 que había el 24 de febrero; los demás de entre los supervivientes habían logrado huir del asedio por los pasillos acordados, poniéndose a salvo tras las líneas ucranianas, o bien habían sido transferidos por los rusos a territorio de la RPD, donde algunos miles vivirían situaciones no menos penosas, encerrados en prisiones y campos de concentración en condiciones infrahumanas. Miembros del Ayuntamiento daban crédito también a las informaciones sobre el uso por Rusia de armas prohibidas como bombas de fósforo blanco y gases tóxicos.

Entre tanto, los legítimos regidores de las demás ciudades importantes de Ucrania capturadas y ocupadas afrontaban las dramáticas circunstancias con suerte dispar, cada uno por su cuenta y riesgo.

En Melitopol (Zaporizhzhia), el alcalde Ivan Fedorov se negó a cooperar y fue secuestrado por militares rusos, para unos días después obtener la libertad dentro de un intercambio de prisioneros; en su lugar, el mando ruso colocó a Halyna Danylchenko, del OB, quien pidió a la población no resistirse al nuevo estado de cosas. En Jerson, la capital del óblast homónimo, vaciada de la mitad de sus 283.000 vecinos y escenario de nutridas manifestaciones anti-ocupación, el alcalde Ihor Kolyjaiev optó por quedarse con una actitud de desafío y boicot cívicos; a finales de junio, Kolyjaiev terminaría siendo detenido tras rehusar reunirse con el alcalde impuesto por Rusia, Oleksandr Kobets. En Berdyansk (Zaporizhzhia), caída en el cuarto día de la invasión, Oleksandr Svidlo siguió en su puesto, dando cuenta de las disrupciones y carencias de todo tipo a causa de la guerra, pero sin autoridad efectiva sobre su ciudad.

Dmytro Orlov y Valeriy Marchenko, siguiendo instrucciones de sus administraciones regionales, escaparon respectivamente de Enerhodar (Zaporizhzhia) e Izyum (Jarkiv). Al igual que Boychenko, Orlov acudió a las redes sociales para denunciar las tropelías del régimen de ocupación, como el secuestro, maltrato físico y deportación forzosa de residentes. El alcalde de Bucha, Anatoliy Fedoruk, expuso al mundo la envergadura de la masacre de cientos de lugareños perpetrada por el Ejército ruso en su repliegue al norte de Kyev, asesinato en masa que para numerosos gobiernos, organismos internacionales y ONG era presuntamente constitutivo de crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad. En otra localidad cercana a la capital, Motyzhyn, soldados rusos secuestraron, torturaron y tirotearon a la alcaldesa Olha Sukhenko, a su marido y a su hijo; sus cuerpos semienterrados fueron encontrados el 2 de abril tras 10 días de desaparición.

El 27 de abril los alcaldes Boychenko de Mariupol, Fedorov de Melitopol, Andriy Sadovyi de Lviv y Vitaliy Klitschko de la capital Kyiv, más la presidenta del Consejo del Óblast de Jarkiv, Tetiana Yehorova-Lutsenko, participaron por videoconferencia en un debate del Comité Europeo de las Regiones (CDR) dedicado a Ucrania. Allí, los regidores locales explicaron las situaciones en sus jurisdicciones y sus opiniones sobre cómo la UE, sus regiones y ciudades en particular, podían prestar asistencia humanitaria y proteger a los refugiados ucranianos de la manera más efectiva. Un mes después, el 23 de mayo, el presidente del CDR, Apostolos Tzitzikostas, lanzó una propuesta de cooperación para la reconstrucción de Ucrania que entrañaba crear una nueva alianza de alcaldes y líderes regionales en la que los homólogos ucranianos pudieran obtener respuestas para las necesidades específicas de los ciudadanos a los que representaban.


PLANES DE RECONSTRUCCIÓN DE UNA CIUDAD OCUPADAEl 16 de mayo los soldados del Batallón Azov, los infantes de Marina y los policías que todavía resistían en Azovstal, siguiendo órdenes del alto mando político y militar de Ucrania, empezaron a rendirse al Ejército ruso, que los hizo prisioneros sin intención aparente de canjearlos. Ese mismo día, el Ayuntamiento de Mariupol alertó que más de 10.000 residentes podían morir en breve por enfermedades, heridas sin tratar y la escasez de agua, alimentos y medicinas. Cuatro días más tarde las hostilidades cesaron por completo, dándose la batalla por concluida con victoria, en varios aspectos pírrica, de Rusia. Mariupol, o lo que quedaba de ella, definitivamente, había caído.

Antes de terminar mayo, Babel publicó otra larga entrevista a Boychenko. En la misma, el alcalde reconocía que estuvo "equivocado" cuando valoró los riesgos para Mariupol justo en la víspera de la invasión, hizo notar que en tres meses de bombardeos y asedio los "ruscistas" habían matado en la ciudad a más del doble de personas que los nazis en los dos años de ocupación (1941-1943) durante la Segunda Guerra Mundial, y enfatizó que él seguía siendo el alcalde pese a la autoridad títere colocada por los ocupantes. Estaba decidido a "preservar el presupuesto" de un municipio que no renunciaba a cobrar impuestos, pagar salarios o gestionar servicios públicos.

El Ayuntamiento ya trabajaba en un plan de reconstrucción de la ciudad con el apoyo de los socios internacionales y que por el momento se centraba en inventariar y cuantificar los daños materiales. El "renacimiento" de Mariupol iba a requerir toda una nueva planificación general, rediseñando el trazado de calles y la arquitectura urbana, e incluso replantearse la estructura económica de la ciudad, por lo que el futuro de las acerías destruidas estaba en el aire. Sin embargo, antes, puntualizaba el alcalde, "tenemos que ganar". En estos momentos, más urgente era atender a las decenas de miles de mariupolianos reubicados provisionalmente en los oblasts de Zaporizhzhia y Dnipropetrovsk, donde funcionaban unos centros de acogida que se quería abrir también en Kyiv, Vinnytsia, Lviv, Odesa, Ivano-Frankivsk y otras ciudades.

Boychenko recordó de paso que su hijo estaba movilizado en el Ejército ucraniano y servía en alguno de los frentes. Y, en un comentario más personal, confesó que si pudiera volver atrás en el tiempo y "tuviera un arma", de estar a su alcance, "mataría a Putin" con sus propias manos.

En junio, el alcalde, desde Telegram o presencialmente (como en la rueda de prensa dada en Kyiv el día 22), continuó desgranando detalles del dantesco escenario que se vivía en su ciudad bajo la ocupación rusa. No funcionaban el abastecimiento de agua potable ni la red de saneamiento, montañas de escombros y de basura permanecían sin recoger y numerosos cadáveres se pudrían las calles. Todo ello amenazaba con desencadenar una "catástrofe epidemiológica" por la propagación de enfermedades infecciosas, incluidas el cólera y la disentería. Para Boychenko, la escala de la devastación en Mariupol era comparable a la que presentaba Hiroshima tras el 6 de agosto de 1945; de hecho, la potencia combinada de fuego de todas las bombas y proyectiles lanzados contra Mariupol era "mayor" que la de la bomba atómica arrojada sobre la ciudad japonesa. "La destrucción masiva de civiles" en Mariupol solo podía calificarse de "crimen contra la humanidad", afirmaba, compungido, el alcalde.

Boychenko fue uno de los ponentes de la 5ª Ukraine Recovery Conference (URC), celebrada en Lugano el 4 y el 5 de julio con la asistencia de Ursula von der Leyen, el presidente de Suiza, el primer ministro de Chequia, la ministra de Exteriores del Reino Unido y otros representantes internacionales y del Gobierno ucraniano. El regidor de Mariupol, único alcalde participante (sus colegas de Lviv, Andriy Sadovyi, y Mykolaiv, Oleksandr Syenkevych, fueron invitados a eventos paralelos) habló en la sesión dedicada a la reconstrucción de infraestructuras. Por su parte, el primer ministro de Ucrania, Denys Shmyhal, estimó en al menos 750.000 millones de dólares el coste de la reconstrucción del país a la vista de los daños sufridos hasta el momento, en una guerra encarnizada contra la invasión por Rusia que continuaba con toda virulencia.

(Cobertura informativa hasta 5/7/2022)