Tzipi Livni

La renuncia del primer ministro israelí Ehud Olmert, vencido por los escándalos de corrupción y la mala gestión de la guerra contra Hezbollah en Líbano, catapultó en septiembre de 2008 al liderazgo del Kadima, el partido centrista en el poder, a la ministra de Exteriores desde 2006, Tzipi Livni. Promovida por el hoy comatoso Ariel Sharon, al que secundó en su ruptura con el derechista Likud, y con fama de honesta, Livni evolucionó desde el ultranacionalismo sionista de su juventud a un posibilismo que asume la estatalidad palestina y la renuncia a parte de Cisjordania para preservar el carácter judío del Estado de Israel, aunque el proceso de paz de Annapolis sigue en punto muerto y la situación sobre el terreno no invita al optimismo. Dispuesta a convertirse en la segunda primera ministra de Israel tras Golda Meir, Livni ha intentado reconstituir el Gobierno de unidad con los laboristas, pero su fracaso ha abocado al país a unas elecciones anticipadas en 2009.

Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 25/9/2008. El partido Kadima de Tzipi Livni, aspirante a primera ministra, ganó con una ajustada mayoría simple las elecciones legislativas del 10/2/2009; tras estas formó el nuevo Gobierno el partido Likud de Binyamin Netanyahu, el cual no contó con el Kadima como socio de coalición. Con la salida del Gabinete Olmert el 31/3/2009, Livni cesó como ministra de Exteriores y continuó activa en la Knesset como diputada y líder de la oposición. En 2012 renunció al mandato de parlamentaria y el 27/11 de ese año fundó el partido Hatnua (Movimiento), con el que concurrió en los comicios del 22/1/2013; Livni y otros cinco candidatos del nuevo partido obtuvieron el escaño en la Knesset.

En la siguiente legislatura, Livni sirvió en el Gabinete Netayahu como ministra de Justicia y ministra para la Promoción del Proceso Diplomático, hasta que diferencias con el primer ministro desembocaron en su destitución el 2/12/2014. En las elecciones del 17/3/2015 Hatnua concurrió formando con el Partido Laborista una lista conjunta , la Unión Sionista, la cual quedó segunda con 24 diputados, entre ellos Livni, que el 1/8/2018 recobró la condición de líder de la oposición al Gobierno Netanyahu. El bloque Hatnua-Partido Laborista se rompió tres meses antes de las elecciones del 9/4/2019, lo que de inmediato despojó a Livni del liderazgo opositor en la Knesset, condición ida a la laborista Shelly Yachimovich. Las pésimas perspectivas electorales empujaron a Livni a anunciar el 18/2/2019 la no participación de su partido en los próximos comicios y de paso su retirada personal de la política.

 1. Sionista revisionista y agente del Mossad
2. Primera carrera política en el partido Likud
3. Marcha al partido Kadima con Ariel Sharon y ministra de Exteriores
4. Rival de Ehud Olmert por el liderazgo del Kadima y la jefatura del Gobierno


1. Sionista revisionista y agente del Mossad

La benjamina de los tres hijos tenidos por Eitan (1919-1991) y Sarah Livni (1922-2007) nació y se crió en un entorno intensamente politizado y nacionalista. Tanto el padre, nacido en Polonia con el apellido Benozovich, como la madre, judía polaca también y cuyo apellido de soltera era Rosenberg, fueron miembros activos del Betar, el movimiento sionista revisionista fundado por Zeev Jabotinsky en 1923, y posteriormente de la expresión armada de dicha ideología chovinista y ultraderechista, el Irgun Zvai Leumi, organización paramilitar que combatió con métodos terroristas el Mandato Británico de Palestina, lo que les costó ser detenidos, encarcelados y condenados; ella se fugó de un hospital con una sentencia de muerte ya dictada y él fue liberado de la prisión de Acre tras haber servido dos de los 15 años a que había sido condenado por su participación en una operación de sabotaje ferroviario en 1945, cuando ostentaba el cargo de oficial jefe de operaciones del Irgun.

Tras la proclamación del Estado de Israel en 1948, los Livni —se casaron el día después de la independencia, el 15 de mayo, siendo de hecho la primera pareja en contraer matrimonio en el nuevo Estado— trasladaron su militancia al Herut, el partido fundado por Menachem Begin como el sucesor político del Betar y situado en la oposición parlamentaria al Mapai, la formación laborista que lideraba el primer ministro David Ben-Gurion y que ejercía la hegemonía política. Eitan Livni llegó a ocupar puestos de relieve en los órganos directivos del Herut y del bloque derechista lanzado en 1973 con el anterior como principal integrante, el Likud; aquel mismo año ganó el mandato de diputado en la Knesset, que renovaría en las elecciones de 1977 y 1981.

La joven Tzipora, llamada familiarmente Tzipi, heredó miméticamente las convicciones políticas y el impulso de empuñar las armas de sus progenitores. Siendo una escolar, participó en las turbulentas manifestaciones convocadas tras la Guerra de Yom Kippur de octubre de 1973 por sectores derechistas de la sociedad israelí que acusaban al Gobierno laborista de Golda Meir de no haber previsto el ataque sirio-egipcio y de ceder a las presiones diplomáticas de Estados Unidos para que Israel negociara la devolución del Sinaí y los Altos del Golán. Entonces, Livni era una ferviente defensora del Eretz Yisrael, el Gran Israel, proyecto expansionista de resonancias bíblicas que exigía la colonización y anexión de Cisjordania, Jerusalén Oriental y el resto de territorios ocupados en la victoriosa Guerra de los Seis Días, en 1967.

En 1976, el año anterior a la victoria electoral del Likud y la llegada de Begin a la jefatura del Gobierno, Livni ingresó en las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) para cumplir el servicio militar obligatorio, que ni excluía ni excluye a las mujeres. Durante tres años sirvió como instructora en una escuela de formación de oficiales y portó el galón de teniente. Cuando estaba libre de servicio, jugaba al baloncesto, escuchaba música rock y tocaba la batería, afición esta última que se prolonga hasta nuestros días. En 1979 colgó el uniforme para matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad Bar-Ilan, cerca de Tel Aviv, con la intención de sacarse el título de abogada, pero antes aceptó de nuevo prestar servicio en la defensa y la seguridad de Israel, y en esta ocasión, al parecer, asumiendo importantes riesgos y peligros.

Así, en 1980, con 22 años, tras comentarle la posibilidad una amiga, fue reclutada por el Mossad, la agencia estatal de inteligencia, espionaje y lucha contraterrorista en el extranjero, para la que trabajó en paralelo a sus clases universitarias. La naturaleza secreta de las actividades de los agentes del Mossad impide conocer con certificación oficial qué funciones desempeñó Livni en esta institución, aunque cabeceras de las prensas israelí e internacional señalan que perteneció a una "unidad de élite" y que realizó "misiones sensibles" en París, en una época en que la capital francesa era el escenario de una guerra subterránea y a muerte entre infiltrados de los servicios secretos israelíes, activistas de los partidos palestinos y agentes de países árabes como Irak. Según fuentes consultadas por estos medios, Livni, tras la pantalla de estudiante en la Sorbona, habría mantenido una vivienda empleada como piso franco por colegas implicados en misiones de búsqueda y eliminación. También, habría realizado labores de reclutamiento y de reunión de información.

En agosto de 1983 Livni solicitó y obtuvo la baja del Mossad para completar sus estudios en la Universidad Bar-Ilan y para casarse con el publicista Naftali Spitzer. La pareja formalizó su relación en 1984 y ella, ya con el título en la mano, empezó una andadura como abogada especializada en derecho mercantil y de la propiedad. En los doce años siguientes, Livni llevó una vida hogareña y profesional estrictamente privada, dedicada a la crianza de sus dos hijos, Omri y Yuval, a su trabajo en el bufete. Un alejamiento del servicio público y de la política que no alteró el fallecimiento de su padre en 1991, siete años después de jubilarse de la Knesset.


2. Primera carrera política en el partido Likud

Livni tomó la decisión de entrar en política en 1996, gobernando el Partido Laborista (Avoda) al mando del veterano Shimon Peres, en un momento de gran incertidumbre y desasosiego a raíz del asesinato en noviembre del año anterior de Yitzhak Rabin, predecesor del anterior, por un extremista judío y de la escalada de atentados terroristas de los partido palestinos Hamás y Jihad Islámica. Su opción partidista era, por tradición familiar y por convicciones personales, el Likud, que, con Binyamin Netanyahu de líder, se oponía a buena parte de la letra de los Acuerdos de Oslo firmados con la OLP en 1993.

En su programa, el Likud se mostraba hostil a la retrocesión de nuevas porciones de Cisjordania a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) presidida por Yasser Arafat, defendía el levantamiento de las restricciones a la construcción de colonias judías en los territorios ocupados y se oponía frontalmente a un desenlace del proceso de paz consistente en la proclamación del Estado palestino con capital en Jerusalén Oriental y el retorno de los refugiados palestinos de las guerras de 1948-1949 y 1967. Hoy, Livni explica que en su momento se opuso al proceso de Oslo sobre todo porque dejaba en el aire, postergándolo a unos años vista, la resolución de cuestiones fundamentales como el estatus final de Jerusalén y de la futura entidad palestina que sucediera al autogobierno transitorio, así como la situación de los colonos y los refugiados.

Su apellido permitió a Livni ser incluida en la lista nacional conjunta del Likud y los partidos Gesher y Tzomet para la elección de la decimocuarta Knesset, el 29 de mayo de 1996. Los conservadores sacaron 32 escaños, dos menos que el Avoda, pero ella iba la número 36 en la lista y se quedó sin el asiento legislativo. Sin embargo, el envite no fue enteramente estéril, ya que luego Netanyahu, ganador por sólo un punto de diferencia sobre Peres en la primera elección directa al puesto de primer ministro, formó gobierno en coalición con los partidos religiosos y nombró a la abogada administradora general de la Autoridad Gubernamental de Empresas, la agencia del Estado encargada de dirigir el programa de privatizaciones.

En las elecciones generales del 17 de mayo de 1999, anticipadas por Netanyahu ante los síntomas de descomposición del Gobierno y la aparición de profundas grietas en el propio Likud —escisiones del Partido de Centro y el Herut-Movimiento Nacional—, Livni volvió a candidatear a la Knesset y esta vez, aunque por los pelos y en unas circunstancias nada propicias, conquistó el escaño: iba en el lugar décimo octavo de la lista y el partido, en los peores resultados de su historia, retuvo 19 puestos. La mayoría operativa sacada por el Avoda y sus aliados unida a la victoria del nuevo líder laborista, Ehud Barak, en la elección a primer ministro desalojaron al Likud del poder. Como consecuencia, Livni cesó en su alto puesto funcionarial y se estrenó como parlamentaria de la oposición. En la Knesset, pasó a integrar los comités de Justicia y Asuntos Legales y Constitucionales, y de Promoción del Estatus de la Mujer, y presidió el subcomité encargado de la legislación para la prevención del lavado de dinero, un cometido apropiado para quien con el tiempo iba a adquirir una sólida reputación de honestidad en un entorno político cuajado de escándalos de corrupción.

La llegada a la jefatura del Likud de Ariel Sharon, el histórico halcón de la derecha israelí, belicoso general en las pasadas guerras contra los árabes, temido y odiado por los palestinos, ministro de Defensa con Begin y últimamente responsable de Exteriores con Netanyahu, marcó el verdadero despegue político de la reservada y eficiente Livni. El orondo, carismático y controvertido ex militar, convertido en septiembre de 2000 en incendiario protagonista de la segunda Intifada, la revuelta palestina que sumió a los territorios autónomos y ocupados en un estado de guerra con las FDI y que dio el golpe de gracia al ya moribundo proceso de paz de Oslo, dispensó un afecto protector a una diputada con pedigrí nacionalista y recién entrada en la cuarentena a la que sacaba 30 años.

Al socaire de su nuevo mentor, Livni tenía reservadas grandes promociones. Montado en una ola de apoyos masivos en la sociedad israelí a sus tesis de mano dura con la violencia palestina y de condicionar cualquier negociación con la ANP a la recuperación de la seguridad nacional, Sharon se enfrentó en las urnas con el dimitido Barak en la elección anticipada del 6 de febrero de 2001 y le arrolló. El 7 de marzo siguiente Sharon formaba un Gobierno de unidad nacional, el primero desde 1990, con los laboristas, los ultraortodoxos del Shas y otras pequeñas formaciones de la inmigración rusojudía y la extrema derecha nacionalista.

En este Gabinete, Livni, codeándose con viejas luminarias de la política israelí como el laborista Peres, debutó en la función ministerial portando una cartera de bajo relieve, la de Cooperación Regional. A finales de agosto de 2002 pasó a ser ministra sin cartera, pero el 17 de diciembre de ese año, mes y medio después de dar el portazo los ministros del Avoda, Sharon le confió el portafolio de Agricultura y Desarrollo Rural. Reelegida en su escaño en las legislativas del 28 de enero de 2003, que proporcionaron al Likud una mayoría lo suficientemente amplia como para gobernar de espaldas a los laboristas (38 diputados con el 29,4% de los votos), el 28 de febrero Livni tomó a su cargo el Ministerio de Absorción de la Inmigración, una oficina de más caché político que las anteriores y que le aseguraba una mayor presencia mediática, pero que le resultó decepcionante, ya que iba detrás de la cartera de Justicia.

Su pertenencia al círculo de confianza del primer ministro indujo a Livni a modificar algunas de sus opiniones más arraigadas. Así, la ministra interiorizó el argumento, deslizado paulatinamente por Sharon y su número dos en el Gabinete, el ex alcalde hierosolimitano Ehud Olmert, de que el mayor crecimiento demográfico de la población palestina en los territorios ocupados amenazaba el carácter eminentemente judío del Estado de Israel. En consecuencia, resultaba ineludible la evacuación unilateral y completa de la franja de Gaza y de ciertos puntos de Cisjordania no controlados por la ANP, repatriando tanto a las tropas como a los colonos allí asentados; a continuación, podría crearse un Estado palestino, rigurosamente separado y controlado de tal manera que no supusiera una amenaza para Israel. En otras palabras, se enterraba el sueño del Eretz Israel y se asumía la noción de paz por territorios en aras de la integridad y la seguridad nacionales.

Dos eran los pilares de la nueva estrategia de Sharon, que él pretendía hacer compatible con la llamada Hoja de Ruta, el nuevo plan de paz presentado a las partes por el Cuarteto de Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU y Rusia, y desarrollar en paralelo a la "legítima respuesta al terrorismo", lo que en la práctica se traducía en una secuencia interminable de brutales operaciones militares contra todo tipo de objetivos en la ANP: el muro de seguridad, una recia barrera militarizada empezada a construir a lo largo del límite septentrional de Cisjordania y Jerusalén Oriental y destinada a impedir la penetración de terroristas, aunque prefigurando de paso un trazado unilateral de las fronteras al alzarse varios kilómetros dentro de los límites internacionales de 1967; y, muy controvertido en casa, ya que soliviantó a los sectores sionistas y ortodoxos, así como al ala más derechista del Likud, el Plan de Desconexión, centrado en la retirada militar y la descolonización unilaterales de Gaza.

Fue precisamente a raíz de las primeras bajas sufrida por la coalición gobernante en 2004, las de los ultraderechistas de la Unión Nacional y, parcialmente, los sionistas ortodoxos del Partido Nacional Religioso (Mafdal), como muestra de rechazo al Plan de Desconexión de Gaza, que Livni volvió a cambiar de cartera, pasando a convertirse, de manera oficial el 31 de agosto, en ministra de Vivienda y Construcción. El 5 de diciembre siguiente, con la marcha a su vez del partido centrista laico Shinui, en su caso no por la evacuación de Gaza —que apoyaba— sino por el peso de las subvenciones a los grupos religiosos en los presupuestos del Estado, Livni asumió del Ministerio de Justicia en funciones; el 10 de enero de 2005, con el retorno del Avoda al Ejecutivo, fue hecha titular del ministerio que anhelaba al tiempo que cedía Vivienda y Construcción al laborista Yitzhak Herzog.


3. Marcha al partido Kadima con Ariel Sharon y ministra de Exteriores

La guerra de guerrillas interna librada por los miembros del Likud contrarios al Plan de Desconexión, cuya expresión más cruda era la batalla de Netanyahu para hacerse con el liderazgo del partido, unida a las protestas del movimiento de colonos, empujó a Sharon a tomar una drástica y espectacular decisión. El 21 noviembre de 2005, tras pactar con el Avoda su salida del Gobierno y el adelanto electoral a la primavera de 2006, el primer ministro anunció su marcha del Likud y la creación de su propio partido, Aharayut Leumit (Responsabilidad Nacional), que al cabo de tres días se registró con el nombre de Kadima (Adelante).

La ministra de Justicia estuvo, junto con el viceprimer ministro Olmert y el titular de Turismo, Avraham Hirchson, entre los ministros y diputados del Likud que comunicaron su unión entusiasta al nuevo proyecto de Sharon en las primeras horas. En los días siguientes, se les unieron los titulares de Defensa, Shaul Mofaz, de Seguridad Interna, Gideon Ezra, y de Transportes, Meir Sheetrit, así como el secretario general del Likud, Tzachi Hanegbi, e incluso dos pesos pesados del Avoda como el incombustible Peres y Haim Ramon. El 28 de noviembre Livni, en su acto de protagonismo que acrecentó las altas notas que le otorgaban los sondeos de valoración de líderes a pesar de su proyección más bien fría, fue la encargada de presentar al público los principales puntos de la agenda nacional de la flamante formación.

En primer lugar, el Kadima se comprometía a salvaguardar el carácter democrático y mayoritariamente judío del Estado de Israel sobre las bases de la entrega a la ANP de algunos territorios de Cisjordania, el mantenimiento definitivo de los mayores asentamientos de colonos y el estatus indivisible de Jerusalén. En segundo lugar, asumía el principio de los dos estados nacionales en Palestina, contiguos aunque separados, en el marco de la Hoja de Ruta para arreglar el conflicto palestino-israelí; los palestinos podrían tener su Estado, pero a condición de que desmantelaran las organizaciones terroristas, aplicaran reformas en su aparato de seguridad y renunciaran a dotarse de cualquier fuerza armada susceptible de ser percibida como una amenaza por Israel. Además, el Kadima reclamaba para sí un perfil centrista y liberal cuya "agenda moderada" facilitaba la consecución de acuerdos con el Avoda, en tanto que el Likud, entregado en bandeja a Netanyahu, se convertía en un bastión de la intransigencia.

El 18 de diciembre, con los preparativos de los comicios generales del 28 de marzo en marcha, el revolucionado panorama político israelí sufrió una nueva conmoción al sufrir Sharon, a los 77 años, un infarto cerebral leve que lo mandó al hospital. El primer ministro se mantuvo consciente y antes de 48 horas fue dado de alta. En el ínterin, el Kadima decidió que fuera Olmert y no la más popular aunque menos experimentada Livni el segundo de lista a la Knesset. La decisión era muy importante, ya que en caso de no poder participar Sharon en las elecciones, quien le siguiera en la lista de candidatos al escaño ocuparía su lugar. Disciplinadamente, Livni acató una resolución que sin embargo marcó el principio de la desconfianza entre dos dirigentes abocados al enfrentamiento. Entonces, resultó evidente que Sharon no veía a su protegida como una heredera de su legado político, por lo menos con precedencia sobre Olmert.

El regreso de Sharon al quehacer político mitigó los temores sobre su estado de salud, pero el 4 de enero de 2006 el veterano estadista sufrió un segundo y más grave derrame cerebral. Esta vez, Sharon cayó en coma irreversible, sumiéndose en un estado de inconsciencia vegetativa y quedando completamente incapacitado para ejercer sus funciones. Con toda urgencia, Olmert se hizo cargo temporalmente de las presidencias del Consejo de Ministros y del partido.

Livni, dejando a las claras a dónde apuntaban sus ambiciones, amagó con abrir una disputa por la sucesión de Sharon, pero Olmert la persuadió para que renunciara a retarle a cambio de colocarla a su diestra como número dos del Gobierno si se ganaban las elecciones, lo que todas las encuestas daban por muy probable, y de nombrarla ministra de Exteriores ya mismo, sucediendo a Silvan Shalom, que permanecía leal a Netanyahu. El segundo puesto en la lista electoral estaba reservado a Peres, así que Livni seguiría yendo en tercer lugar. En consecuencia, el 16 de enero, a la vez que dimitían los cuatro ministros del Likud, Olmert fue elegido sin oposición presidente del Kadima y su cabeza de lista para las elecciones del 28 de marzo. Dos días después, Livni se convertía en la segunda jefa de la diplomacia israelí desde el ejercicio de la laborista Golda Meir en 1956-1966.

El Kadima tuvo un rendimiento electoral más discreto de lo esperado. Con el 22% de los sufragios, fue la fuerza más votada, lo que no dejaba de ser una hazaña para un partido con sólo cuatro meses de vida, pero los 29 escaños obtenidos conformaban una mayoría simple de lo más exigua. Olmert, convertido en primer ministro titular el 14 de abril al vencer el límite de cien días fijado por la ley para la incapacidad temporal y no recobrarse Sharon, negoció y acordó con el entonces jefe del Avoda, Amir Peretz, la constitución de un gobierno de coalición mayoritario al que se sumaron el Shas y el nuevo partido Pensionistas de Israel a la Knesset (GIL). El 4 de mayo tomó posesión el Gabinete y Livni, de acuerdo con lo pactado con Olmert, figuró como número dos del mismo en calidad de viceprimera ministra primera (textualmente, "primer ministro en funciones", que era lo que Olmert había sido hasta entonces) y ministra de Exteriores. El Ministerio de Justicia pasó a manos de Haim Ramon.

Livni comenzó su labor diplomática cuando no existía ninguna negociación, ni siquiera diálogo, formal con los palestinos, por su parte sumidos en un ambiente de guerra civil intermitente por las sangrientas luchas por el poder autonómico entre milicianos y agentes de Fatah, el partido del presidente Mahmoud Abbas y asentado en Cisjordania, y de Hamás, el partido islamista del primer ministro Ismail Haniya y adueñado de Gaza. Para empeorar las cosas, seguían produciéndose incursiones terroristas y el lanzamiento de cohetes contra Israel, que eran implacablemente castigados por las FDI con invasiones, bombardeos masivos, asesinatos selectivos y matanzas mucho menos discriminadas. La Hoja de Ruta era desde hacía tiempo papel mojado, y en el caso israelí su incumplimiento no podía en buena medida pretextarse con argumentos de seguridad: la expansión urbana y colonización de Jerusalén Oriental y su extrarradio seguían adelante a toda máquina.

La ministra de Exteriores subrayó su pragmatismo y hasta se ganó el epíteto de paloma (atizado con cierta sorna por los medios de comunicación, ya que tzipora —nombre propio que ella detestaba, según sus colaboradores— viene a significar avecilla en hebreo, mientras que livni es una derivación de lavan, blanco) con declaraciones como la efectuada en marzo de 2006 a la televisión estadounidense, en que diferenció expresamente entre ataques de tipo guerrillero contra objetivos militares israelíes de ataques terroristas contra civiles, enfoque que hizo poner el grito en el cielo a la oposición derechista.

En realidad, Livni no ponía las cosas fáciles a quien quisiera endilgarle una etiqueta permanente. Así, insistió en la necesidad de negociar con la ANP representada por la OLP/Fatah todos los asuntos cardinales, pero en ningún momento dejó de denunciar en términos muy duros los actos de terrorismo y de proclamar la legitimidad de la ideología sionista, cuya versión más extremista había profesado en el pasado. Aceptaba la futura estatalidad palestina y no ocultaba su nula simpatía por el programa de expansión de asentamientos de colonos, pero por otra parte negaba el derecho de los refugiados al retorno, en lo que coincidía con Olmert. En cuanto a los otros dos puntos más peliagudos, la definición de las fronteras y el estatus de Jerusalén, rehusó pronunciarse.

Livni se encargó de los prolegómenos técnicos de la primera reunión oficial de Olmert con Abbas, celebrada en Jerusalén el 23 de diciembre de 2006 y que fue posibilitada por el alto el fuego entrado en vigor el 26 de noviembre entre las facciones palestinas y las FDI, al cabo de un mes fatídico en el que cerca de un centenar de palestinos perdieron la vida, la mayoría en Beit Hanoun, Gaza. En ese momento, la canciller fungía de nuevo como ministra de Justicia, cargo paralelo que expiró en febrero de 2007 con el nombramiento de Daniel Friedmann.

Su figura salió indemne del controvertido epílogo de la masiva campaña bélica, por tierra, aire y mar, contra la guerrilla shií libanesa de Hezbollah entre julio y agosto de 2006, Recompensa Justa, operación de la que fue marginada por Olmert, el ministro de Defensa, Peretz, y el Estado Mayor de las FDI, los cuales luego cargaron con las críticas generalizadas al desarrollo de una guerra saldada con 164 bajas propias, entre soldados y civiles, y el mantenimiento por Hezbollah, a pesar del duro castigo recibido y de ser obligada a ceder sus posiciones meridionales al Ejército libanés, de su armamento y capacidad operativa. El protagonismo de la ministra emergió en las negociaciones que alumbraron la aprobación el 11 de agosto por el Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución 1.701, que impuso a las partes el alto el fuego y el repliegue de sus efectivos.


4. Rival de Ehud Olmert por el liderazgo del Kadima y la jefatura del Gobierno

Fue, precisamente, la marejada suscitada por los decepcionantes resultados de esta estruendosa y cruenta guerra la ola que montó Livni para ultimar su desafío a Olmert. El clamor de la opinión pública y el aventamiento por destacadas personalidades políticas y militares de la opinión de que Israel había "perdido" la guerra frente a Hezbollah obligaron al primer ministro a crear el 17 de septiembre una comisión gubernamental de investigación, la llamada Comisión Winograd, con el mandato de valorar y sacar conclusiones de las actuaciones de las cadenas de mando civil y militar durante el conflicto. En estos momentos, las encuestas pronosticaban al Kadima serios problemas de supervivencia si las elecciones generales se celebraran ahora, ya que el Likud gozaba de un nivel de apoyos inversamente proporcional al expuesto en las urnas hacía tan sólo seis meses.

La tormenta se desató el 30 de abril de 2007, luego de encajar Olmert una investigación policial por presuntos abuso de poder y prevaricación en su etapa de ministro de Finanzas, con la publicación por la Comisión Winograd de un informe preliminar en el que criticaba demoledoramente los "serios fallos" en que habían incurrido Olmert, Peretz y el ya dimitido jefe del Estado Mayor, general Dan Halutz, en los primeros días de la crisis. Los tres eran censurados por lanzar Recompensa Justa sin tener un plan de operaciones adecuado, y el primero, en particular, por comportarse con "grave falta de juicio, responsabilidad y prudencia".

El 2 de mayo Livni, con la satisfacción añadida de ser la única autoridad evaluada por la Comisión que salía bien parada (el informe destacaba los esfuerzos diplomáticos del Ministerio de Exteriores para impulsar la intervención de la ONU y reclamaba que en el futuro aquel fuese involucrado en las decisiones que atañeran a la seguridad), alzó su voz para demandar la dimisión del primer ministro y ofrecerse ella misma como jefa del Kadima y por ende candidata a dirigir el Gobierno. En su cálculo no entraba el recurso a elecciones generales anticipadas, que sólo podían beneficiar al Likud, y sí unas primarias del Kadima para la elección del nuevo líder. Livni fue secundada en su golpe de efecto por la mitad del grupo parlamentario, incluido su jefe, Avigdor Yitzhaki, quien presentó la renuncia como medida de presión.

Olmert rebatió las demandas de dimisión con el mismo argumento aducido por su viceprimera ministra cuando descartaba el adelanto electoral: la "estabilidad", que Israel necesitaba para afrontar los diferentes desafíos regionales.Aunque políticamente tocado y con sus niveles de popularidad por los suelos, Olmert aguantó a que disminuyera la tensión y en noviembre intentó apaciguar a su adversaria entregándole la conducción de las conversaciones con la ANP (la encarnada en Cisjordania por el presidente Abbas y su primer ministro Salam Fayyad, en tanto que el Gobierno de Hamás en Gaza era declarado "entidad enemiga"). El nuevo proceso arrancó el 27 de noviembre en la Conferencia árabe-israelí en Annapolis, Estados Unidos, cuando Olmert y Abbas se comprometieron a acordar la creación de un Estado palestino independiente antes de finalizar 2008.

Las negociaciones palestino-israelíes comenzaron en Jerusalén el 12 de diciembre en paralelo a las reuniones bisemanales de los presidentes. Transcurrido un semestre, ningún avance sustancial fue notificado. Livni era popular en casa y notoria a nivel internacional, pero con el proceso de Annapolis empantanado no tenía oportunidades de lucimiento. Entretanto, la credibilidad de Olmert tocaba fondo con la apertura en su contra de una nueva investigación policial, esta vez por la presunta aceptación de sobornos empresariales en pasadas apuestas electorales.

Los escándalos venían golpeando a varios miembros del Ejecutivo, estremecido por una vorágine de investigaciones judiciales, interrogatorios, dimisiones y hasta condenas, como la aplicada a Haim Ramon por acoso sexual. De la cúpula simbólica del Estado, la Presidencia, había caído su titular, Moshe Katzav, del Likud, acusado igualmente de acoso sexual y de violación, escándalo que produjo viva conmoción en la sociedad israelí. En medio de este panorama de corrupción e inmoralidad, la ministra de Exteriores, no obstante el magro balance de resultados de su oficina, se destacaba entre sus compañeros de Gabinete por poseer unas virtudes que la opinión pública veía en franco retroceso en su clase política, honestidad e integridad, atribuidas a Livni con mucho elogio por el simple hecho de no haber levantado nunca ninguna sospecha de corrupción.

Livni no volvió a embestir públicamente contra Olmert, de cuya renuncia ya se encargó la enorme presión reinante. El 30 de julio de 2008, tras ganar un poco de tiempo merced a un cambalache con Barak —quien un año atrás había descabalgado a Peretz del liderazgo del Avoda para luego relevarle como ministro de Defensa—, por el que convocaba elecciones primarias en su partido para evitar los comicios anticipados, y tras mucho insistir en que no daría ese paso a menos que la fiscalía le acusara formalmente de corrupto, anunció por sorpresa su marcha del Gobierno y la entrega del testigo al conmilitón que se llevara el liderazgo del Kadima en la elección interna programada para el 17 de septiembre.

La viceministra se felicitó por la "no sencilla aunque correcta" decisión tomada por su todavía superior político y comenzó a preparar su postulación partidista, cuyos dos posibles desenlaces tendrían importantes consecuencias para su carrera: si ganaba, no tenía dudas, sería primera ministra, bien porque conseguiría formar gobierno, bien porque, en caso de fracasar en lo anterior, ganaría la elecciones a la Knesset; si perdía, no descartaba marcharse del Kadima, medio amenazó. Además, echó un jarro de agua fría a las débiles expectativas —alentadas por el propio Olmert, desesperado por obtener un triunfo antes de dejar el poder— de la consecución de un acuerdo con los palestinos en el proceso de Annapolis antes de la formación del nuevo Gobierno en Israel y del final en Estados Unidos del mandato de la Administración de George W. Bush —deseoso también de exhibir un logro en este terreno— en enero de 2009. En este sentido, la tregua acordada por Israel y Hamás el 17 de junio para Gaza y entrada en vigor dos días después, no estaba produciendo los dividendos esperados, aunque por lo menos había conseguido reducir drásticamente los niveles de violencia.

Livni tenía como rivales en la carrera por el liderazgo a tres compañeros del Gabinete, los tres familiarizados con las cuestiones de seguridad y defensa: Meir Sheetrit, ministro del Interior, Avi Dichter, ministro de Seguridad Pública, y, sobre todo, Shaul Mofaz, actualmente ministro de Transportes pero un dirigente ampliamente identificado con las FDI, de las que había sido comandante en jefe y responsable civil. En junio anterior, Mofaz había realzado su reputación de halcón con su advertencia de lo "inevitable" de un ataque aéreo israelí a Irán para destruir su capacidad nuclear si el régimen de Teherán no detenía su "continua búsqueda de armas nucleares".

Los sondeos periodísticos otorgaban a Livni una confortable ventaja sobre Mofaz, situándola de paso como la personalidad política más valorada del país, codo con codo con el pujante Netanyahu —aunque en la liza de partidos la demoscopia sonreía al Likud— y bastante por delante de su socio de coalición, Barak, cuyo escaso aprecio por la responsable de Exteriores dejó patente en una serie de comentarios peyorativos, sólo superados por la acrimonia resentida de Olmert, que la llamó "mentirosa traicionera". En cuanto a Mofaz, con un aire de desdén machista, puso en tela de juicio las capacidades de su contrincante, sobre todo en los asuntos de seguridad, y la acusó de ser blanda e indecisa, recibiendo la callada por respuesta.

El 17 de septiembre de 2008 estaban convocados a las urnas 73.000 afiliados del Kadima, aunque sólo acudieron a votar la mitad. Tan exiguo colegio electoral decidió que fuera Livni la nueva líder del Kadima, pero por la mínima: la titular de Exteriores obtuvo el 43,1% frente al 42% del responsable de Transportes. De inmediato, sin esperar a recibir la luz verde institucional, Livni emprendió consultas a múltiples bandas con el objetivo de, como mínimo, mantener la coalición cuatripartita, que descansaba en una mayoría de 64 escaños sobre 120, aunque ella contaba con la inclusión del Likud. El 21 de septiembre, tal como había prometido, Olmert presentó la dimisión al presidente de la República, Peres —desde julio de 2007, tras la renuncia forzada de Katzav—, quien en la jornada siguiente encargó a la todavía ministra de Exteriores la formación del nuevo Gobierno.

Livni tenía 42 días para completar su tarea; vencido ese plazo, Peres podía designar a otro candidato o convocar elecciones anticipadas. Hasta que el nuevo ejecutivo viera la luz, Olmert continuaba como primer ministro interino. El llamamiento de Livni a los cabezas de facción para articular un gobierno de unidad nacional encontró eco positivo en Barak, pero recibió un no preliminar de Netanyahu.

(Cobertura informativa hasta 25/9/2008)