Tony Abbott

(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 2/12/2013. Tony Abbott fue sucedido como líder del Partido Liberal y primer ministro de Australia, por Malcolm Turnbull, el 14-15/9/2015).

El conservador Tony Abbott gobierna Australia desde septiembre de 2013 a raíz de la arrolladora victoria electoral de la Coalición que integran su Partido Liberal, del que es líder desde 2009, y el más pequeño Partido Nacional. El retorno al poder de los liberales tras seis años en la oposición ha sido la consecuencia previsible de las luchas fratricidas en el Partido Laborista, debilitado por el antagonismo de los dos jefes que ha tenido en este período en el Gobierno, Kevin Rudd, el primer ministro saliente, y Julia Gillard. Católico formado en el espíritu jesuita –de joven estudió para sacerdote-, con fama de brusco y combativo, y antiguo protegido del líder liberal John Howard, del que fue ministro de Empleo y Salud, Abbott procede de una tradición social, más que liberal en el sentido económico del término, y su conservadurismo ideológico se manifiesta sobre todo en el plano moral, siendo conocida su oposición al matrimonio homosexual. Es un monárquico convencido, se preocupa por los problemas de los aborígenes y hasta hace muy poco deslizó posiciones escépticas en la cuestión del cambio climático.

En su programa electoral, el nuevo primer ministro hizo hincapié en un intenso ahorro de gastos para recuperar el superávit en las finanzas federales (afectadas por una caída de los ingresos, en un contexto de deceleración del crecimiento, que de todas manera sigue siendo muy superior, por ejemplo, al de la UE), la promesa de abolir los impopulares impuestos a las emisiones de dióxido de carbono y a los beneficios de las compañías mineras, y el bloqueo offshore de la creciente inmigración clandestina por mar, ya endurecido y militarizado por los laboristas, que reintrodujeron los estrictos controles fronterizos. Su propuesta más polémica para parar en seco la avalancha de boat people asiáticos que intentan llegar a las costas australianas y obtener el estatus de refugiados, que es devolver unilateralmente a Indonesia a las embarcaciones que transportan a los irregulares, ha sido acogida con serias reservas por el Gobierno de Yakarta. Desde noviembre, Abbott encara un serio conflicto diplomático con el país vecino no por esta cuestión, sino por los informes filtrados sobre la colaboración de Australia en el espionaje electrónico masivo de la inteligencia de Estados Unidos, que durante muchos años se ha valido de las embajadas de su aliado en la región para espiar a numerosos gobiernos de Asia.


(Texto actualizado hasta noviembre de 2013)

1. Un enérgico responsable del Partido Liberal
2. Líder de la oposición a los gobiernos laboristas
3. Victoria electoral y primer ministro de Australia en 2013


1. Un enérgico responsable del Partido Liberal

Hijo de australiana oriunda de Sydney y de australiano nativo de Inglaterra pero emigrado a la isla-continente cuando la Segunda Guerra Mundial, nació en Londres en 1957, época en la que sus padres estaban afincados allí. Cuando el niño tenía dos años, los Abbott, de religión católica, se mudaron definitivamente a Australia. En Sydney el cabeza de familia se instaló como profesional médico especializado en ortodoncia y el hijo recibió toda su formación académica. El futuro primer ministro cursó la primaria en el St Aloysius' College de Milsons Point y la secundaria en el cercano Saint Ignatius' College de Riverview, dos casas de estudios regentadas por los jesuitas. Posteriormente pasó a la Universidad de Sydney, donde fue presidente del Consejo de Estudiantes y obtuvo los títulos de Bachelor of Economics y Bachelor of Laws. Más tarde, acogido a una beca Rhodes, amplió su currículum en el Queen's College de la Universidad de Oxford; allí se sacó un Master of Arts en Política y Filosofía.

Los años mozos de Abbott han sido retratados por la prensa australiana con pinceladas pintorescas. Impregnado de fe católica, de ideas políticas conservadoras pero muy interesado en la cuestión social, y con una personalidad belicosa, el joven universitario participaba en pendencias universitarias contra compañeros de aula izquierdistas, practicaba el boxeo amateur, jugaba al rugby y frecuentaba los pubs, todo lo cual no le impedía simpatizar con la idea de hacerse sacerdote.

Por otro lado, cuando tenía 19 años, Abbott y su novia en aquel entonces, Kathy Donnelly, decidieron dar en adopción un niño concebido por ella y del que él dijo ser el padre biológico. Así lo creyó firmemente el político durante 27 años. Hasta 2005, cuando trascendió que una serie de exámenes de ADN había dejado claro que el hoy adulto Daniel O'Connor, quien se ganaba la vida como técnico de sonido de la Australian Broadcasting Corporation (ABC), no era realmente hijo de Abbott sino de de otro hombre, un ciudadano anónimo que se había puesto en contacto con Donnelly y O'Connor para transmitirles sus sospechas de paternidad. Se dio la particularidad de que O'Connor había trabajado en grabaciones televisivas donde las cámaras encuadraban a su supuesto padre, ya miembro del Parlamento y ministro del Gobierno.

En 1984, con 26 años, Abbott ingresó en el St Patrick's Seminary de Manly, el principal centro formador de curas católicos de Australia. Aunque abandonó los estudios antes de contraer los votos, su espíritu militante de inspiración ignaciana salió reforzado por la influencia intelectual de B. A. Santamaria, un carismático activista católico, conocido por sus campañas para extirpar la influencia comunista del movimiento sindical y el Partido Laborista (ALP) australianos.Con todo, la vida sacerdotal no estaba hecha para él. "Yo no era devoto por naturaleza, al menos en los términos que requiere asumir la condición de cura. La oración sincera no me consolaba. No podía permanecer célibe por el resto de mi vida", explica en el libro autobiográfico Battlelines, publicado en 2009.

Tras dejar el seminario en 1987, Abbott retomó una vida plenamente secular. Contrajo matrimonio con Margie Aitken, una neozelandesa de ideas laboristas y empleada de banca con la que tuvo tres hijas. Profesionalmente se hizo un hueco en el periodismo, trabajando de articulista para diversos periódicos y revistas, como The Bulletin y The Australian. Al filo de la década Abbott se sintió atraído por la política y en un primer momento coqueteó con los laboristas de Nueva Gales del Sur, pero el ALP, que venía ocupando el Gobierno federal con el primer ministro Bob Hawke, y luego con John Keating, no terminó de convencerle por el peso que en él tenían los sindicatos. Finalmente, se decantó por activar su militancia política en la principal fuerza de la oposición conservadora, el Partido Liberal (LP), que había gobernado por última vez en 1983 con Malcolm Fraser y cuyo actual líder era John Hewson. En 1990 Abbott, gracias a una recomendación del diputado John Howard, ex ministro del Tesoro y antiguo líder de los liberales, se convirtió en el secretario de prensa de Hewson.

Poco antes de las elecciones federales de 1993, que revalidaron al Gobierno laborista de Keating, Hewson despidió a Abbott de su equipo de colaboradores y el periodista pudo recolocarse como director ejecutivo de Australianos por una Monarquía Constitucional (ACM), un grupo cívico de presión formado para contrarrestar el avance de las ideas republicanas en el país, fomentadas principalmente por el ALP. Su labor en la ACM garantizó a Abbott proyección mediática y, más importante, le permitió estrechar sus relaciones con Howard, él mismo un defensor a ultranza de los lazos tradicionales con la monarquía británica. Howard se ofreció a ser el mentor político de Abbott, para el que reservó la candidatura a un escaño seguro en la Cámara de Representantes, el correspondiente a la división electoral de Warringah, en el norte de Sydney, que estaba en manos del LP desde 1944. Abbott no tuvo problemas para conquistar su primer mandato parlamentario federal en una elección parcial que tuvo lugar en marzo de 1994. Fue la primera elección de ocho consecutivas, siempre por Warringah, hasta su conversión en primer ministro 19 años más tarde.

El patrocinio de Howard, aupado de nuevo al liderazgo del LP en 2005 en sustitución del efímero Alexander Downer, le abrió a Abbott de par en par las puertas de la gran política. Tras las elecciones federales de marzo de 1996, que devolvieron a los liberales al Gobierno, tras pasarse 13 años en la oposición, en alianza con el Partido Nacional (NP) de Tim Fischer, el diputado se convirtió en secretario parlamentario adjunto al Ministerio de Empleo, Educación, Formación y Asuntos de la Juventud. Su entrada en el Ejecutivo se produjo el 21 de octubre de 1998, días después, también, de unas elecciones generales anticipadas que en este caso fueron ganadas por los laboristas, aunque Howard pudo seguir gobernando en coalición con los nacionales.

En el segundo Gobierno Howard, Abbott empezó sirviendo como ministro de Servicios Laborales. El 30 de enero de 2001 el primer ministro le transfirió al mando del Ministerio de Empleo, Relaciones Laborales y Pequeñas Empresas, un puesto del Gabinete donde tomó el relevo al hasta su directo superior departamental, Peter Reith. El 26 de noviembre del mismo año, al constituirse el tercer Gabinete Howard como resultado de las elecciones del día 10 –ganadas de nuevo por la coalición conservadora-, Abbott fue confirmado en su puesto al frente del reorganizado Ministerio de Empleo y Relaciones Laborales. Además, vio reforzada su posición política con la adición de las funciones de ministro asistente del primer ministro para el Servicio Público y Leader of the House, es decir, responsable de implementar la agenda legislativa del Ejecutivo en la Cámara baja del Parlamento.

El 7 de octubre de 2003, sin descargo de su liderazgo parlamentario, Abbott pasó a encabezar el Ministerio de Salud y Tercera Edad. Esta posición no experimentó cambios tras las elecciones del 9 de octubre de 2004, que otorgaron un gran triunfo al LP, hasta el borde de la mayoría absoluta, permitiendo a Howard formar su cuarto Gobierno poselectoral, hito no alcanzado desde tiempos de Robert Menzies, quien fuera primer ministro liberal en 1949-1966.

En todos estos años, Abbott se ganó una merecida fama de político duro y belicoso, a gusto en su papel de púgil del oficialismo y de enérgico adalid de las políticas del Gobierno, las cuales defendía de los ataques de los laboristas con un verbo agresivo, "venenoso" llegaron a decir sus detractores. "Perro rabioso" (mad dog), "cabrón de rugby" (rugger-bugger) y "monje loco" (mad monk) fueron algunos de los epítetos y lindezas, endilgados a guisa de apodos, que Abbott recibió por su estilo acometedor. Aunque conservador en múltiples aspectos, incluidos los que tocaban las cuestiones de moralidad (por "ética personal", rechazaba la investigación con células madre embrionarias, la clonación terapéutica, la eutanasia y el matrimonio homosexual, y se opuso empecinadamente a la introducción de la píldora abortiva), Abbott, que venía de la tradición social, no se identificaba sin embargo con todas las reformas auspiciadas por su jefe, Howard, un neoliberal sin complejos.

Así, como más tarde iba a saberse con cierto detalle, en 2005 y 2006 el antiguo seminarista dejó patente en las reuniones del Gabinete su disconformidad con las Work Choices, una profunda desregulación del mercado laboral, implementada en aras de la competitividad, que desprotegía a los trabajadores y favorecía a los empresarios. Entonces, el ministro advirtió que la reforma, muy impopular, podía acarrear grandes daños políticos al Gobierno, como efectivamente así fue.

Por otro lado, en octubre de 2005 Abbott se encontraba veraneando con su familia en la isla indonesia de Bali cuando tuvieron lugar los atentados terroristas suicidas que mataron a 20 personas, entre ellas cuatro turistas australianos. Como ministro de Salud, Abbott visitó a hospitalizados y se encargó del traslado a centros especializados de Singapur de los paisanos heridos que precisaban de tratamiento quirúrgico de emergencia.

Las elecciones federales del 24 de noviembre de 2007 depararon una derrota devastadora al LP y Howard, que tuvieron que dar paso a los laboristas de Kevin Rudd. El 3 de diciembre, con la asunción del Gobierno Rudd, recostado en una cómoda mayoría absoluta, concluyó la primera etapa ministerial de Abbott. Días antes de producirse el cambio de Gobierno, Howard renunció al liderazgo del partido y Abbott anunció su disposición a contender por el puesto con Brendan Nelson y Malcolm Turnbull, los ministros salientes de Defensa y el Medio Ambiente, respectivamente. Sin embargo, comprobó que no disponía de apoyos suficientes en el grupo parlamentario, así que optó por cancelar su nominación antes de la elección interna del 29 de noviembre, que fue ganada por Nelson. A continuación, Abbott se integró en el Shadow Cabinet opositor encabezado por Nelson (e integrado por las cuatro agrupaciones conservadoras de la llamada Coalición, es decir, el LP, el NP, el Partido Nacional Liberal –la nueva sección autónoma del LP en el estado de Queensland- y el Partido Liberal del País) como titular de la cartera de Familias, Servicios Comunitarios, Asuntos Indígenas y Voluntariado.

En septiembre de 2008 Nelson, hundido en los sondeos de valoración, sucumbió en un desafío interno lanzado por Turnbull, quien, como nuevo líder, reorganizó el Shadow Cabinet con la permanencia de Abbott, en adelante responsable de las áreas Familias, Vivienda, Servicios Comunitarios y Asuntos Indígenas. En tanto que portavoz del partido para Asuntos Indígenas, Abbott reconoció que había sido un error por parte del Gobierno Howard no realizar una solemne petición oficial de perdón a los ciudadanos aborígenes por los abusos cometidos contra ellos en el pasado, gesto que no tardó en hacer el nuevo Gobierno Rudd.

En parte para paliar ese fallo de su partido y en parte como un gesto puramente personal, en consonancia con sus colaboraciones caritativas y comunitarias, y de alguna manera a tono con su afición por las actividades al aire libre (deportista nato, practicaba ejercicio matinal todos los días, corría maratones, hacía grandes recorridos en bicicleta y se apuntaba a triatlones, mientras que como voluntario social, lo mismo se unía a brigadas de extinción de incendios que se enfundaba el bañador de socorrista de surfistas en la playa de Sydney próxima a su casa), en 2008 y 2009 el ministro opositor destinó varias semanas a dar clases de escuela elemental a niños de una comunidad indígena rural.


2. Líder de la oposición a los gobiernos laboristas

En noviembre de 2009 Abbott dimitió como miembro del Shadow Cabinet en protesta por la intención de Turnbull de negociar con el Gobierno laborista una versión enmendada del esquema de comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero (Emissions Trading Scheme, ETS), elaborado por Rudd como parte de su plan de acción para vincular a Australia a los compromisos del Protocolo de Kyoto. La espantada de Abbott, quien recientemente había calificado de "completa basura" los informes científicos sobre la causa humana del calentamiento global, atizó el ambiente de revuelta ya instalado en el grupo parlamentario liberal, donde eran mayoría los escépticos con la hipótesis del cambio climático antropogénico, o con el cambio climático meramente. Sin embargo, Abbott había manifestado hasta hacía poco su apoyo al ETS, así que su súbito cambio de parecer fue interpretado en clave de arremetida personal contra Turnbull.

La crisis interna estaba sobre la mesa y no había más salida que convocar a los miembros liberales de la Cámara de Representantes y el Senado a una votación para decidir si Turnbull seguía siendo el líder o si el mando pasaba a alguno de sus dos retadores, Abbott y Joe Hockey, responsable del Tesoro en el Shadow Cabinet. La elección tuvo lugar el 1 de diciembre y el vencedor fue, con 42 votos obtenidos en segunda votación, Abbott. Turnbull vio arrebatado el liderazgo por un solo voto. Hockey, inesperadamente, fue eliminado en la primera votación.

El flamante liderazgo sobre los liberales de Abbott, quien mantuvo como número dos del partido a Julie Bishop, fue sometido a examen electoral muy pronto, en agosto de 2010, pues la nueva primera ministra del ALP, Julia Gillard, decidió adelantar los comicios federales un mes después de derrocar a Rudd en un golpe interno del laborismo a finales de junio. Para estas elecciones, Abbott presentó una oferta alternativa en el terreno de la lucha contra el cambio climático que apostaba, entre otras medidas, por incentivar con subvenciones las reducciones de emisiones de dióxido de carbono por la industria y el sector agropecuario, en lugar de imponerles una escala de topes, que era el eje del Carbon Pollution Reduction Scheme (CPRS) contemplado por Rudd. Precisamente, lo primero que hizo Abbott tras hacerse con la jefatura del LP fue bloquear en el Senado, donde la Coalición gozaba de mayoría, el ETS pactado por Rudd y Turnbull. Este revés parlamentario obligó a Rudd a anunciar en abril de 2010 la postergación del CPRS hasta después de la expiración del Protocolo de Kyoto en 2012.

Abbott, corrigiendo sus anteriores planteamientos, salió a aclarar que la Coalición no negaba el fenómeno del calentamiento global y que reconocía una cierta responsabilidad del hombre en el mismo, aunque seguía sin tener claro cuánto debía achacarse a la producción de dióxido de carbono industrial. Por lo tanto, los conservadores proponían conseguir, mediante incentivos fiscales, una reducción del 5% en las emisiones de efecto invernadero para 2020, una cuota que consideraban razonable, pues ir más allá traería, opinaban, perjuicios económicos para Australia (los laboristas, en cambio, creían factible alcanzar un 15% de reducción en esa fecha). Por otro lado, los liberales, en lo que se modularon con el sentir mayoritario de la población, vocearon su oposición frontal al nuevo superimpuesto del 40%, el llamado Resource Super Profits Tax (RSTP), que el Gobierno laborista quería aplicar a los beneficios de las pujantes compañías mineras para ayudar a consolidar las finanzas públicas.

En las elecciones del 21 de agosto de 2010 los liberales de Abbott, presentados en las listas separadas del LP federal y el LNP de Queensland, sumaron 65 escaños, 10 más que en 2007 con Howard al timón. En conjunto, la Coalición cuatripartita alcanzó los 72 diputados, los mismos que un ALP en retroceso. Este exacto empate, que dejaba a ambos bandos a cuatro escaños de la mayoría absoluta, lo deshizo Gillard al conseguir el apoyo de precisamente esa cuota de diputados, un verde y tres independientes, con los cuales pudo seguir gobernando. Tras asegurarse el respaldo del grupo parlamentario liberal a su liderazgo y formar su segundo Shadow Cabinet, Abbott se propuso mandar a pique al frágil Gobierno Gillard y reponer a la Coalición en el Ejecutivo a la menor oportunidad. El éxito de esta empresa iba a llegar, pero no tanto por méritos propios como por el espectáculo de desunión dado por el ALP, escenario de una verdadera guerra de guerrillas entre la primera ministra y su antecesor, Rudd, ahora ministro de Exteriores, quien no dejaba de conspirar contra ella, pues estaba resuelto a devolverle el golpe de 2010.

Una de las políticas de Gillard más fustigadas por Abbott fue el gravamen especial a las emisiones contaminantes (carbon tax) que venía incluido en el nuevo ETS diseñado por Clean Energy Bill, ley que reemplazó al fallido CPRS. El escepticismo climático volvía a prender en el líder liberal, quien en marzo de 2011 manifestó que "estaba por probar" que el dióxido de carbono fuera el "villano medioambiental" señalado "por algunas personas". Por otro lado, Abbott y Gillard entablaron un pique particular a propósito de ciertos comentarios hechos por el líder liberal sobre las mujeres, que la primera ministra valoró como propios de un "misógino".


3. Victoria electoral y primer ministro de Australia en 2013

El 30 de enero de 2013 Gillard, acuciada por las bajas notas que recibía su dirección del Gobierno, anunció el anticipo de las elecciones federales al 14 de septiembre. En estos momentos, las encuestas otorgaban a la Coalición un 54% de intención de voto, ocho puntos más que los laboristas. Contrariamente, en los sondeos de valoración de líderes Abbott no gozaba de más simpatías que su adversaria, pues si el 52% de los preguntados se declaraba "insatisfecho" con ella, en su caso la insatisfacción subía al 56%. El anuncio del adelanto electoral cambió momentáneamente las tornas en este duelo particular de liderazgos, poniéndolo en consonancia con las estimaciones de voto de los partidos. La situación volvió a ser desfavorable para Abbott luego de que Rudd, a finales de junio, consiguiera finalmente defenestrar a Gillard y recobrar las riendas el ALP y el Gobierno. A últimos de agosto, faltando muy poco para las elecciones, que finalmente iban a tener lugar el 7 de septiembre, la Coalición recuperó rotundamente la delantera.

Abbott y la Coalición presentaron un programa con tres ejes principales: la reducción de la presión tributaria a las industrias, la austeridad fiscal y la seguridad de las fronteras. En un contexto de ralentización económica (el PIB había crecido un 3,2% en 2012 y la previsión para 2013 andaba ahora en el 2,5%, en tanto que el paro, actualmente en el 5,8%, podría superar en breve el 6%), motivada en parte por la disminución de los ingresos fruto de las exportaciones mineras, los liberales se comprometían a retirar de manera inmediata el carbon tax y el superimpuesto a los beneficios de las compañías mineras. En lugar de penalizar a las industrias contaminantes, la Coalición aplicaría una política de "acción directa" basada en el esquema presentado para las elecciones de 2010, es decir, continuaba confiando en las bondades de estimular con subvenciones la disminución de emisiones de efecto invernadero hasta alcanzar la cuota del 5% en 2020, y a la vez plantar 20 millones de árboles. Este esfuerzo le costaría al Estado no más de 3.200 millones de dólares australianos en cuatro años, calculaban los conservadores. Además, la estrategia de acción directa, recalcaba Abbott, "no provocaría daños a la economía".

Abbott quiso disputar sus segundas elecciones federales como líder liberal disipando la creencia, alimentada por sus anteriores comentarios y declaraciones, de que él ponía en cuestión la teoría del cambio climático antropogénico. Así, el 1 de septiembre, en una entrevista para la ABC, el candidato afirmó: "Sólo para dejarlo claro, creo que el cambio climático es real y que la humanidad contribuye al mismo. Es importante adoptar acciones contundentes y efectivas contra ello, y nuestra política de acción directo va en esa línea". En respuesta al anuncio por el Gobierno Rudd de que el año fiscal iba a alcanzar un déficit de 30.100 millones de dólares australianos, cifra que suponía una fuerte desviación de la previsión hecha en mayo, Abbott proponía ahorros por valor de unos 31.000 millones (al cambio, 27.800 millones de dólares estadounidenses), es decir, que se buscaría regresar al superávit fiscal.

Una parte de este esfuerzo de austeridad vendría del recorte de la partida exterior de ayuda al desarrollo, que sería de 4.500 millones de dólares australianos. El tijeretazo en este capítulo fue condenado por los laboristas y las ONG, que lo consideraban impropio de un país que acababa de asumir la presidencia mensual del Consejo de Seguridad de la ONU y que en 2014 iba a hacer otro tanto en el G20. La Coalición señaló como otras fuentes de ahorro la supresión de 12.000 puestos de funcionario público y el abandono de las inversiones por la gubernamental Clean Energy Finance Corporation en tecnologías de generación eléctrica de bajo impacto medioambiental. Refutando las advertencias de Rudd al electorado sobre que Abbott planeaba en secreto "recortar, recortar y recortar" en salud y educación, el aspirante a primer ministro aseguró que no contemplaba achicar el gasto social; al contrario, ellos presentarían un paquete de ayudas directas a padres trabajadores por valor de 9.800 millones de dólares.

El problema de la inmigración irregular, que estaba adquiriendo vastas dimensiones en los últimos años así como características muy trágicas por la proliferación de naufragios de barcos atestados de miles de boat people que, procedentes de varios países asiáticos (principalmente de Sri Lanka y Afganistán, pero también de Irak e Irán), intentaban arribar a la isla australiana de Christmas vía Indonesia, fue puesto claramente sobre la mesa tanto por laboristas como por conservadores, pues ambos apostaban por endurecer los controles y militarizar las tareas de interceptación en alta mar. Ya el Gobierno Gillard y ahora el de Rudd habían revertido la decisión tomada por el segundo en 2008 de abandonar la llamada Solución del Pacífico, una política muy dura aplicada por el Gobierno Howard y que consistía en la detención de todos los extranjeros indocumentados asiáticos y su deportación forzosa a diversos microestados del Pacífico con los que Canberra tenía convenios de cooperación, en paralelo a la interceptación en el océano por buques de la Armada de navíos sospechosos de llevar a bordo boat people.

El Gobierno laborista, de hecho, había resucitado la Solución del Pacífico y estaba firmemente decidido a impedir que inmigrantes y refugiados en búsqueda del asilo llegaran a las costas australianas, obligándoles a desviarse a Papúa-Nueva Guinea, previo acuerdo con el Gobierno de Puerto Moresby. Esta era una operación de seguridad de carácter militar y su nombre era Sovereign Borders. Abbott aplaudía en principio esta drástica política antiimigración, pero quería ir más allá, limitando los visados de quienes habían obtenido el estatuto de refugiados a una estancia temporal, y, sobre todo, devolviendo a las embarcaciones con ilegales a bordo de vuelta a Indonesia si este era su origen, que era lo habitual, pues solían tratarse de pesqueros prestados al negocio del tráfico de personas.

Rudd advirtió que semejante medida, ejecutada sin el consentimiento del Gobierno indonesio, podría costar a Australia un enfrentamiento militar con su vecino. El líder laborista no desaprovechó la oportunidad de fustigar los planteamientos de política exterior de su contrincante cuando este se refirió a la guerra civil de Siria en los siguientes términos: "[El conflicto de Siria] no es de buenos contra malos, es de malos contra malos, y por eso es tan importante que no empeoremos una situación que ya está bastante complicada de por sí". Finalmente, Abbott señaló que un Gobierno suyo otorgaría "prioridad" a los asuntos de los aborígenes, los cuales pasarían a ser competencia directa del Departamento del Primer Ministro.

El repunte favorable a la oposición conservadora en los sondeos publicados en la recta final de la campaña electoral se materializó plenamente en la jornada electoral del 7 de septiembre. Con el 45,5% de votos sumados, los cuatro partidos de la Coalición conquistaron una mayoría absoluta de 90 representantes, 35 más que el ALP. Ellos solos, los liberales (LP federal y LNP de Queensland) aportaban 80 escaños en la Cámara baja, rendimiento que superaba al obtenido por Howard en sus mejores tiempos. En el Senado, sin embargo, la Coalición, con 33 escaños, se quedó a seis puestos de la mayoría absoluta. En su discurso de la victoria, pronunciado a sus eufóricas huestes en la misma noche electoral, Abbott proclamó con satisfacción que el Gobierno de Australia había "cambiado por séptima vez en 60 años" y que el voto del ALP se hallaba en "su nivel más bajo en más de 100 años". A continuación, el primer ministro en ciernes resumió su proyecto para la legislatura que comenzaba con estas palabras: "En tres años el carbon tax se acabará, los barcos [con refugiados] serán detenidos y el presupuesto tomará la senda de un superávit creíble".

El 18 de septiembre Abbott y sus ministros prestaron juramento en la Casa del Gobierno de Canberra ante la gobernadora general Quentin Bryce, representante en el país de la monarca británica, Isabel II, soberana de los reinos de la Commonwealth y por lo tanto jefa de Estado constitucional de Australia. Precisamente, Abbott heredaba de Rudd la presidencia de turno de la Commonwealth, función que en noviembre siguiente iba a transferir al srilankés Mahinda Rajakapse. En el nuevo Gabinete, de 19 miembros, Abbott otorgó a los nacionales tres puestos, Agricultura, Asuntos Indígenas e Infraestructuras y Desarrollo Regional, ministerio este último que fue para el líder del NP, Warren Truss, número dos del Ejecutivo con el cargo añadido de viceprimer ministro. Todos los ministerios de peso fueron para lugartenientes del LP: Julie Bishop en Exteriores, Joe Hockey en el Tesoro, David Johnston en Defensa y Scott Morrison en Inmigración y Protección de las Fronteras.

El nuevo primer ministro anunció que su próxima salida al exterior, antes de la XXI Cumbre de la APEC en Bali, iba a ser a Yakarta, para explicar al presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, sus planes para terminar con el tráfico ilegal de inmigrantes desde puertos de su país.

Hasta la fecha, Tony Abbott es autor de cuatro libros: dos, The Minimal Monarchy: and why it still makes sense for Australia (1995) y How to Win the Constitutional War: and give both sides what they want, se centran en la defensa del sistema de la monarquía constitucional y en el rechazo al republicanismo; el ya citado Battlelines, de 2009, es una biografía en primera persona enriquecida con reflexiones sobre la actualidad política australiana; y más recientemente, en 2012 su partido publicó la recopilación de discursos A Strong Australia: the values, directions and policy priorities of the next Coalition Government.

(Cobertura informativa hasta 1/12/2013)