Tedros Adhanom

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, es un doctor experto en enfermedades infecciosas que con anterioridad a su alta función internacional fue ministro de Salud y Asuntos Exteriores de su país, Etiopía. Entre 2005 y 2012 desarrolló una fructífera labor en el campo de la sanidad etíope, obteniendo resultados en las campañas contra las epidemias endémicas y en la reducción de la mortalidad materno-infantil, y destacó por su activismo en la lucha global contra la malaria, la tuberculosis y el sida. Como titular de Exteriores, mostró habilidades diplomáticas, medió en conflictos del continente, siguió abogando por los Objetivos de Desarrollo Sostenible y fue un impulsor de la Unión Africana. Políticamente, figuró entre los hombres de confianza de los primeros ministros Meles Zenawi y Hailemariam Desalegn, cabezas de un régimen parlamentario elogiado por sus éxitos económicos pero también censurado por su autoritarismo y sus abusos represivos.

En mayo de 2017 Tedros fue elegido para dirigir la agencia especializada de la ONU con sede en Ginebra y dotada de un presupuesto de 4.412 millones de dólares, fijándose como meta la consecución de la cobertura universal en salud y justo cuando la OMS echaba a andar su Programa de Emergencias Sanitarias. Precisamente, menos de tres años después, la organización multilateral encaró la más seria emergencia desde su creación en 1948, una crisis de insospechada gravedad que, con origen en China y luego extendida al resto del planeta, iba a acabar poniendo en jaque a la humanidad entera: el brote y propagación del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de una enfermedad respiratoria aguda severa a la que la OMS dio el nombre provisional de 2019-nCoV y luego el definitivo de COVID-19.

Las orientaciones y recomendaciones de Tedros y el personal a su mando desde que el 31 de diciembre de 2019 las autoridades de la ciudad china de Wuhan comunicaran los primeros casos de una neumonía de etiología desconocida pero con posible origen zoonótico han evolucionado al ritmo que marcan los acontecimientos. Esto es, a medida que se constata que el patógeno, investigado por los científicos en una frenética carrera contrarreloj, es más agresivo y peligroso, sobre todo por su elevada capacidad de transmisión por los pacientes y los contagiados asintomáticos, de lo que se creía en un principio.

La sucesión de mensajes del director general dirigidos a alertar y exhortar, y el conjunto de la estrategia adoptada por la OMS para enfrentar esta amenaza transnacional no han estado exentos de polémica por cuestiones de oportunidad y de enfoque. Pero también se han visto en parte amortiguados por una cacofonía mundial sin precedentes donde se confunden las directrices contradictorias de los gobiernos, las informaciones epidemiológicas dispares, los datos del impacto catastrófico que las medidas drásticas de contención (cierres de fronteras, cuarentenas, confinamientos, parones productivos) del virus tienen en la economía, la avalancha de fake news, la rumorología, las teorías de la conspiración, la propaganda dirigida a apuntalar ciertas agendas políticas y unas implicaciones geopolíticas de incalculable magnitud.

Tedros ha salido al paso de algunas de las controversias que envuelven la crisis del COVID-19 y que le afectan a él en particular. Así, no ha dudado en calificar de "infodemia" la sobreabundancia de información o desinformación sobre el coronavirus, que genera "desconfianza" entre los ciudadanos, más si estos están asustados o enfadados por lo que está pasando, y ha pedido "no politizar" una pandemia que el 9 de abril de 2020 ya estaba extendida a casi todos los países y territorios del mundo, y que acumulaba, de acuerdo con las cifras oficiales, 1.600.000 casos, cerca de 100.000 fallecidos y 355.000 recuperados (luego los casos activos rebasaban con creces el millón), llevándose la peor parte Estados Unidos, España, Italia, Francia y Alemania.  

Según el doctor etíope, la comunidad internacional no puede permitirse suspicacias y acusaciones entre sus miembros, pues solo desde la "unidad" se podrá ganar una lucha que trasciende fronteras. En otras palabras, subraya, debe prevalecer el "espíritu de solidaridad y cooperación". Las críticas a la actuación de Tedros y la OMS circulan tímidamente por Europa y son estridentes en Estados Unidos, desde donde se les recrimina una lentitud de reflejos en las semanas decisivas de enero y febrero, una tendencia inicial a "minimizar" la gravedad de COVID-19 y, en palabras del presidente Trump, una complacencia "chinocéntrica" tras sus reiterados encomios al Gobierno de la República Popular por cómo aisló los focos de Wuhan y Hubei, y por su "compromiso con la transparencia" sobre la naturaleza y alcance de la enfermedad, a diferencia del proceder de Beijing cuando el brote de SARS de 2002-2003. Por todo ello, han llegado a escucharse demandas de dimisión del director general.


ANTES Y DESPUES DE LA DECLARACIÓN DE LA PANDEMIA DEL COVID-19 El 30 de enero de 2020, con el coronavirus ya diseminado fuera de China, la OMS declaró una Emergencia de Salud Pública de Preocupación Internacional (PHEIC), la sexta desde que este estado de alerta fuera invocado por primera vez cuando la aparición en 2009 de la gripe porcina o gripe A, causada por el influenzavirus H1N1. Ya entonces, Tedros habló de "riesgo global" y manifestó su inquietud por las consecuencias que un eventual contagio masivo pudiera tener en los países de desarrollo bajo carentes de unos sistemas de salud robustos. Sin embargo, no recomendó limitar el movimiento internacional de personas, aunque sí estar vigilantes, afinar los mecanismos de detección temprana y tener listos los protocolos de contención y aislamiento. El 3 de febrero la OMS publicó su Plan Estratégico de Preparación y Respuesta al COVID-19.

A lo largo de febrero, el director general y los demás responsables de la agencia multiplicaron los llamamientos a los estados para que hicieran acopio de material sanitario de protección y tratamiento, extremaran las medidas de prevención y control, y contribuyeran a un fondo de preparación estratégica destinado a los países pobres. Tedros, también, acordó con el secretario general de la ONU, António Guterres, la activación de un Equipo de Gestión de Crisis para coordinar la respuesta de todo el sistema de Naciones Unidas. El resultado iba a ser, el 25 de marzo, el Plan Global de Respuesta Humanitaria al COVID-19.

El 24 de febrero Tedros avisó a la comunidad internacional que debía prepararse para una "eventual pandemia" ante el aumento significativo del número de infectados fuera de China; el director del Programa de Emergencias Sanitarias, Michael Ryan, insistió en que no se podía parar la transmisión entre países y que "no podemos paralizar el mundo". Para la OMS, la clave seguía siendo la "preparación". El 11 de marzo, finalmente, con más de 118.000 positivos y 4.291 decesos reportados en 114 países, Tedros declaró que la epidemia del COVID-19 pasaba al nivel de pandemia, al tiempo que expresaba su "profunda preocupación tanto por los alarmantes niveles de propagación y severidad, como por los alarmantes niveles de inacción". En la misma jornada, el Gobierno de Italia, enfrentado a una dramática escalada del virus, ordenaba el cierre de todos los comercios y oficinas del país salvo los que atendieran necesidades básicas, mientras que el de Estados Unidos suspendía los vuelos procedentes de 26 países europeos. Las declaraciones del estado de emergencia y las órdenes de cuarentena nacional empezaron a sucederse. Dos días después, el director señaló a Europa, con múltiples focos de transmisión comunitaria, como el nuevo "epicentro" de la pandemia.

A partir de aquí, Tedros fue muy enfático sobre la necesidad de realizar el mayor número posible de pruebas del coronavirus ("tests, tests y más tests") a fin de controlar a los portadores sanos asintomáticos o con síntomas leves engañosos, probablemente numerosísimos, y hacerse una idea del verdadero alcance de la infección así como del grado de la inmunidad poblacional. En cuanto al intenso -y confuso- debate internacional sobre el uso de mascarillas, la OMS mantenía el criterio escéptico de prescribirlas solo a quienes estuvieran diagnosticados para evitar contagiar a otros y quienes cuidaran o trataran a los enfermos para protegerse ellos del contagio, pero eludía recomendar su empleo por la población general, ya que llevar la mascarilla en la calle y en los espacios públicos, argüía la organización, podía crear en los individuos sanos una "falsa sensación de seguridad" y a costa de otras medidas "más efectivas".

En la segunda quincena de marzo y en los primeros días de abril el jefe de la OMS multiplicó su actividad declarativa. Así, Tedros promovió en Twitter la campaña #SafeHandsChallenge para concienciar del lavado de manos como medida eficaz para romper la cadena de contagio. También, describió junto con el presidente de la FIFA los "cinco pases" para eliminar el virus, calificado de "enemigo de la humanidad", y que eran limpiarse las manos, protegerse boca y nariz con los codos al estornudar o toser, evitar tocarse la cara, mantener la distancia con los demás y, ante la menor sospecha de estar enfermo, quedarse en casa y buscar atención médica.

Tedros lanzó asimismo el Fondo de Respuesta Solidario para apoyar a los científicos de la OMS en sus esfuerzos por desarrollar mecanismos de diagnóstico, tratamientos y una futura vacuna. Instó por videoconferencia a los líderes del G20 a que se volcaran en la producción de equipamiento médico y en los recursos humanos sanitarios para evitar escenarios de "colapso", y, a la vez que el FMI y el Banco Mundial, pidió que se aliviara la deuda de los países en vías de desarrollo para ayudarles a hacer frente a las consecuencias sociales y económicas de la pandemia. Por otro lado, dirigió el mensaje "no sois invencibles" a los jóvenes convencidos de que el COVID-19 solo era peligroso para las personas ancianas o con patologías previas. Y expuso un vademécum de cinco consejos para sobrellevar el confinamiento domiciliario de manera saludable, cuales eran seguir una dieta nutritiva, limitar el consumo de alcohol y evitar las bebidas azucaradas, no fumar, hacer ejercicio en casa y vigilar por la salud mental durante el encierro doméstico.

El 9 de abril el director de la OMS afirmó que la tasa de mortalidad del COVID-19 era "diez veces superior" a la de la gripe estacional.

(Texto actualizado hasta abril 2020)

Tedros Adhanom Ghebreyesus nació en 1965 en Asmara, la capital de Eritrea, entonces provincia del Imperio Etíope, en el seno de una familia de etnia tigré. El hoy director general de la OMS explica que la muerte de su hermano menor, víctima a los cinco años del sarampión, fue una experiencia traumática de la infancia que hizo nacer en él la vocación por la medicina y el deseo de contribuir a la creación en su país de un sistema nacional de salud que llegara a todos los ciudadanos. En 1986, un año antes de proclamar la República Democrática Popular de Etiopía (RDPE) la junta militar aupada al poder en Addis Abeba en 1977, el joven completó su diplomatura en Biología en la Universidad de Asmara y fue reclutado por el Ministerio de Salud.

Sin embargo, Tedros era un militante clandestino del Frente de Liberación del Pueblo Tigré (FLPT), organización insurgente basada en la región norteña donde esta etnia era mayoritaria y alzada en armas contra el régimen prosoviético del teniente coronel, pronto presidente de la RDPE, Mengistu Haile Mariam. El FLPT profesaba el marxismo-leninismo (paradójicamente, el mismo que Mengistu quería imponer como ideología de Estado en toda Etiopía con unos altísimos niveles de violencia), pero a diferencia del vecino Frente de Liberación del Pueblo Eritreo (FLPE) no buscaba la secesión e independencia del territorio donde operaba, sino únicamente cierto grado de autogobierno regional.

En 1989 el FLPT convergió con otras guerrillas antigubernamentales que hasta entonces actuaban por separado bajo la bandera del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE). La suma de fuerzas rebeldes, más el desvalimiento de una URSS en trance de desaparición, puso en una situación crítica al régimen de Mengistu, cuyo Ejército, atacado desde múltiples frentes, terminó desmoronándose. En mayo de 1991 el dictador huyó, las tropas del FDRPE entraron triunfantes en Addis Abeba y el poder quedó en manos de un Gobierno Provisional presidido por el líder del FLPT, Meles Zenawi.

La preponderancia del FLPT en el multiétnico FDRPE, que planeaba transformar Etiopía en una república federal, supuso el apartamiento de muchos funcionarios amharas, comunidad que ejercía el monopolio de las élites de la capital, y su sustitución por los cuadros tigrinos procedentes del norte. Por el momento no fue el caso de Tedros, que aprovechó el nuevo orden político para profundizar su formación médica en prestigiosos centros académicos de Europa. Durante una década, Tedros estuvo capacitándose en el Reino Unido, en la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM), donde obtuvo la licenciatura Master of Science en Inmunología y Enfermedades Infecciosas, y la Universidad de Nottingham, que en 2000 le confirió el título de doctor en Salud Comunitaria sobre la base de una investigación, publicada por el British Medical Journal, del efecto que las aguas empantanadas tenían en la transmisión de la malaria en la región de Tigré. Parte de sus estudios de doctorado transcurrieron en la Universidad de Umeå, Suecia.

Ministro de Salud de Etiopía con proyección internacional
En 2001 Tedros retornó a Etiopía convertido en un especialista en enfermedades endémicas y su primer cometido fue dirigir la Oficina de Salud de Tigré. Desde la capital regional, Makele, el doctor expandió los servicios de la sanidad pública, potenció las campañas de vacunación y consiguió recortar las tasas de prevalencia del sarampión infantil, la meningitis y el sida entre los habitantes de Tigré. En 2003 Tedros fue transferido al Ejecutivo central como viceministro de Salud y en octubre de 2005, meses después de unas elecciones generales que recortaron ligeramente la hegemonía parlamentaria del FDRPE pero que no trajeron cambios en el estilo de gobierno autoritario y represivo de Meles, el primer ministro le puso al frente de este departamento del Gabinete.

En sus siete años como ministro de Salud de Etiopía, Tedros se afanó en trasladar al conjunto del país las acciones, en parte innovadoras, que con tan positivos resultados había implementado en Tigré. El doctor asumió la empresa, bastante complicada por tratarse Etiopía de un país desarrollo bajo y de hecho uno de los más pobres del mundo, de reformar el sistema nacional de salud para que brindase una cobertura razonablemente universal. Ello requería fuertes inversiones de gasto público en la infraestructura de hospitales y dispensaros, la formación y contratación de miles de profesionales cualificados y la diversificación de los mecanismos de financiación, vitalmente dependientes de los donantes foráneos.

Paralelamente, en buena medida gracias a las excelentes relaciones que Meles venía cultivando con Estados Unidos (tras los atentados del 11-S, Addis Abeba se había convertido en un socio estratégico de primer orden para la guerra contra el terrorismo, que tenía en el área del Cuerno de África y el golfo de Adén uno de sus escenarios más calientes, y todos los años recibía de Washington cientos de millones de dólares en ayudas al desarrollo, quedando en un segundo plano las graves violaciones de derechos humanos perpetradas por el régimen), Tedros adquirió un rol de activista sanitario internacional.

Ese desempeño fue notable en iniciativas tales como el Partnership for Maternal, Newborn & Child Health (PMNCH, lanzado en 2005 por 80 ONG y financiado por numerosos gobiernos, organismos y fundaciones privadas), el RBM Partnership to End Malaria (puesto en marcha en 1998 con el patrocinio de la OMS, la UNICEF, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Banco Mundial) y el Global Fund to Fight AIDS, Tuberculosis and Malaria, de todos los cuales fue presidente en diversos períodos. Entre 2009 y 2010, además, presidió la Junta Coordinadora del Programa de ONUSIDA. Asimismo, el ministro etíope figuró en los órganos directivos de la Global Alliance for Vaccines and Immunization (GAVI), el Institute of Health Metrics and Evaluation (IHME) de la Universidad de Washington en Seattle y el Stop TB Partnership, establecido en 2000 para la lucha contra la tuberculosis, y colaboró con centros académicos y think tanks del ámbito médico como el Aspen Institute y la Harvard School of Public Health.

En esta época, Tedros estableció con las fundaciones de los ex presidentes estadounidenses Jimmy Carter y Bill Clinton, y la del magnate Bill Gates y su esposa unos nexos que fueron muy provechosos para su plan de expansión de la sanidad etíope en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) marcados por la ONU.

Los logros de las campañas gubernamentales contra la malaria, el sida y la mortalidad maternal, neonatal e infantil, males todos de muy alta incidencia en Etiopía, fueron considerados "impresionantes" por algunas agencias internacionales y gobiernos extranjeros, si bien en 2011 la OMS y la propia comunidad médica etíope advertían que todavía un porcentaje muy elevado de la población vivía en zonas insalubres donde las epidemias de malaria, producidas por parásitos plasmodios y con los mosquitos anófeles como vectores de transmisión, seguían teniendo una trágica cotidianeidad. Tedros apostó fuerte por las campañas informativas de prevención, las relaciones sexuales seguras y los métodos de planificación familiar, centrados en franjas poblacionales de alto riesgo como las chicas adolescentes, para reducir drásticamente las infecciones con el virus HIV y las cifras de morbilidad y mortalidad materno-filial. Entre 1990 y 2011 la tasa de fertilidad de las mujeres etíopes cayó del 7,0% al 4,8%.

Etapa en el Ministerio de Exteriores
Meles Zenawi, el indiscutible hombre fuerte de Etiopía desde el cambio de régimen en 1991 y a cuyas órdenes el doctor Tedros Adhanom había servido lealmente como ministro del Gobierno y mando del FLPT, falleció el 20 de agosto de 2012, a los 57 años, por causas naturales. Meles dejaba un legado mixto de crecimiento económico espectacular, fuertes progresos también en el desarrollo humano y estabilidad política con unos niveles comparativamente bajos de corrupción, pero también de importantes cortapisas democráticas, persecución de oponentes y amordazamiento de la sociedad civil, amén de un modelo de federalismo sectario que territorializaba las regiones en función de la etnia predominante. El nuevo primer ministro y presidente del FDRPE pasó a ser Hailemariam Desalegn, un welayta del Movimiento Democrático Popular del Sur de Etiopía (MDPSE), quien como gobernante no iba a igualar las habilidades tecnocráticas y diplomáticas de su enérgico predecesor.

Meses más tarde, el 29 de noviembre de 2012, Hailemariam decidió colocar a Tedros en el puesto que él mismo había ocupado hasta el mes de septiembre y que desde entonces había desempeñado en funciones Berhane Gebre-Christos, el Ministerio de Asuntos Exteriores. La cartera no fue acompañada del rango de viceprimer ministro, que Hailemariam sí había tenido.

Tedros ya traía un potente bagaje de interlocución por la intensa proyección global de su septenio como máximo responsable sanitario y desde su nuevo despacho pasó a dirigir una estructura de relaciones exteriores tan diversificada como sofisticada. Addis Abeba, además de ser la sede de la Unión Africana y de albergar también los cuarteles generales de varias secciones africanas de los organismos y agencias de las Naciones Unidas y de otras organizaciones continentales, mantenía unas relaciones fluidas con Estados Unidos, la Unión Europea Rusia y China. Particularmente llamativa era la profundidad que alcanzaban los tratos con el gigante asiático, dominados por una cooperación económica de múltiples facetas. En la última década, el Gobierno etíope había abierto las puertas de par en par al capital privado chino, omnipresente en la construcción de infraestructuras y otros negocios de inversión.

Con Tedros de ministro de Exteriores, el cariz filochino de la política exterior de Etiopía se vio acentuado. Beijing aumentó sus partidas de préstamos, por lo general ligados al contrato de firmas chinas para los proyectos de infraestructuras -que en el caso del sector hidroeléctrico movían cientos de millones de dólares-, así como la ayuda directa al desarrollo. En este período, China se consolidó como el principal proveedor de bienes, en particular manufacturas industriales de bajo costo, y como mercado de exportación de productos agropecuarios; la balanza comercial resultaba ampliamente favorable a China. Además, Etiopía era uno de los hubs africanos de la Nueva Ruta de la Seda o Belt and Road Initiative (B&R), el macroproyecto transcontinental para el transporte de mercancías y pasajeros desde las costas chinas hasta Europa occidental. El B&R despertaba unas altas expectativas en el Gobierno etíope, que, gracias al capital chino y la creación de joint ventures, vislumbraba un fuerte empujón de la actividad industrial del área de Addis Abeba y de las comunicaciones ferroviarias con salida al mar Rojo vía Djibouti.

Por otro lado, Tedros lideró las negociaciones que desembocaron en la Agenda de Acción de Addis Abeba (AAAA), por la que los 193 estados miembros de la ONU perfilaron las medidas y prácticas a seguir para generar inversiones que permitieran la consecución de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, continuadores de los ODM). La AAAA fue consensuada por la III Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (FfD3), celebrada en Addis Abeba en julio de 2015. El acuerdo in extremis de los 174 gobiernos asistentes a la FfD3, comenzada con muchas posiciones encontradas, se tradujo en elogios para el ministro anfitrión, del que se destacaron sus capacidades diplomáticas, aunque tampoco faltaron las voces que valoraron la AAAA como un documento de mínimos e incierta operatividad.

Otra palestra destacada fue la Unión Africana, cuya presidencia anual Etiopía ostentó entre enero de 2013 y enero de 2014, en añadidura al hospedaje permanente del cuartel general de la organización y de sus cumbres regulares. Como presidente pro témpore del Consejo Ejecutivo de la UA, Tedros fue instrumental para la elaboración de la Agenda 2063, un ambicioso plan multivectorial ajustado a los ODS. La Agenda 2063 fue adoptada oficialmente en enero de 2015 por la XXIV Asamblea o Cumbre Ordinaria de la organización panafricana. En el mismo cónclave de Addis Abeba, los jefes de Estado y de Gobierno aprobaron el envío a Nigeria de una fuerza regional de 7.500 soldados para combatir al grupo terrorista Boko Haram. Previamente, en mayo de 2013, la XXI Cumbre tuvo un lustre especial por conmemorarse el quincuagésimo aniversario de la creación, en el mismo escenario, de la Organización para la Unidad Africana (OUA), la predecesora de la UA. Cuando la epidemia de ébola de 2014-2015, que puso contra las cuerdas a varios países de África Occidental, el ministro etíope fue una de las voces del continente que más apremiaron a la UA para que diera una respuesta en bloque a la grave crisis sanitaria.

Las aptitudes de Tedros para la resolución de conflictos se apreciaron también en sus esfuerzos, denodados pero a la postre truncados por la terquedad belicista de las partes enfrentadas, para intentar llevar la paz a Sudán del Sur, el Estado más joven del mundo y sumido en una brutal guerra civil desde 2013, tan solo dos años después de adquirir la independencia. Mejores resultados tuvo su mediación, saldada en agosto de 2013 con un acuerdo de reconciliación que sí fue respetado, para zanjar la disputa que arrastraban el Gobierno Federal de la desmembrada Somalia y la región autonomista de Jubalandia. Otra ocasión para el lucimiento del ministro fue la firma por los presidentes de 11 países, en febrero de 2013 en Addis Abeba, de un Acuerdo Marco de Paz, Seguridad y Cooperación dirigido a estabilizar la región de los Grandes Lagos, el cual tenía como garantes a la ONU, la UA, la SADC y la Conferencia Internacional de los Grandes Lagos.

En el ámbito puramente bilateral, Tedros estuvo involucrado en la aguda controversia suscitada con Egipto de resultas del inicio de la construcción en 2011 de la presa de Hidase, también llamada Presa del Milenio y Gran Presa del Renacimiento Etíope, en el curso alto del Nilo Azul. Para el Gobierno de El Cairo, el impacto de la planta hidroeléctrica más grande de África en el caudal del curso bajo del Nilo podría ser tan lesivo que Egipto, cuyo rendimiento agrícola dependía de las crecidas estacionales del río, bien podría considerarlo un casus belli. El Gobierno etíope rechazó como infundados estos temores e insistió en que no pretendía apropiarse de agua, sino únicamente embalsarla en su territorio para generar electricidad, por lo que la riqueza fluvial del Nilo no debería verse comprometida.

Elección para la Dirección General de la OMS
El 24 de mayo de 2016, durante la 69ª Asamblea Mundial de la Salud (AMS), Tedros lanzó su candidatura al cargo de director general de la Organización Mundial de la Salud. El ministro, respaldado por todos los estados miembros de la UA, aspiraba a una alta oficina internacional con sede en Ginebra que desde la creación del organismo en 1948 había tenido siete titulares, ninguno de ellos africano; el actual era la china Margaret Chan, quien concluía su segundo mandato de cinco años en 2007.

Atendiendo a su perfil académico-profesional y a su trayectoria gubernamental, Tedros parecía de entrada un excelente candidato a director de la OMS, agencia especializada de la ONU que él conocía a fondo por haber trabajado estrechamente con su personal en el marco de las iniciativas globales en materia de salud y estar familiarizado con su metodología y directrices.

Ahora bien, desde el punto de vista político, la candidatura del ministro etíope no dejó de suscitar polémica al tratarse de la propuesta de un gobierno sobre el que recaían denuncias de prácticas no democráticas y violadoras de los Derechos Humanos. Además, se sacó a colación un punto posiblemente oscuro de su biografía, su supuesto encubrimiento de unos brotes de cólera en 2006, 2009 y 2011, que mataron a cientos de personas. El entonces ministro de Salud describió esas epidemias locales no como infecciones de cólera, sino de "diarrea acuosa aguda" (AWD). Sin embargo, en los países vecinos afectados por los mismos brotes, Somalia, Sudán y Kenya, los gobiernos sí declararon sendas epidemias de cólera. Tedros rechazó como falsas las imputaciones, que asoció a la "típica mentalidad colonial", para "desacreditar al candidato de un país en desarrollo", y reivindicó sus logros en la "transformación" del sistema de salud de Etiopía.

Además, la OMS recibió las nominaciones, presentadas por sus respectivos gobiernos, del ex ministro francés Philippe Douste-Blazy, la doctora italiana Flavia Bustreo, el doctor británico David Nabarro, la doctora pakistaní Sania Nishtar y el ex ministro húngaro Miklós Szócska. El 1 de noviembre de 2016 Tedros cesó como ministro de Exteriores de Etiopía para trabajar su postulación y en enero de 2017 el Consejo Ejecutivo de la OMS, al cabo de un proceso de entrevistas personales y rondas de voto secreto, le colocó a la cabeza de la lista de candidatos, lo que equivalía a recomendar su nombramiento, seguido de Nabarro y Nishtar. Finalmente, el 23 de mayo de 2017, Tedros fue elegido octavo director general por la 70ª AMS, con una mayoría de 133 votos sobre 185. Su mandato inicial de cinco años arrancó el 1 de julio.

Al estrenarse como director general de la OMS, Tedros explicó que la meta cardinal del organismo debía ser trabajar para que todos los países alcanzaran la cobertura universal en salud, sin descuidar otras prioridades clave como la salud de las madres, los niños y los adolescentes, la asistencia sanitaria en situaciones de emergencia y el impacto del cambio climático en la sanidad. Asimismo, anunció una renovación de personal para que el equipo directivo de la OMS presentara paridad de género.

Tedros Adhanom, casado y padre de cinco hijos, es autor de numerosos artículos sobre la prevención, control y tratamiento de enfermedades tropicales que han aparecido en journals y otras publicaciones científicas de su especialidad epidemiológica e inmunológica. Su trabajo de investigación doctoral en la Universidad de Nottingham sobre la malaria le mereció la distinción de Joven Investigador del Año por la American Society of Tropical Medicine and Hygiene (ASTMH). En 2011 el entonces ministro de Salud de Etiopía fue el primer no estadounidense galardonado con el Jimmy and Rosalynn Carter Humanitarian Award, que recibió de la National Foundation of Infectious Diseases (NFID) de Estados Unidos. Otros reconocimientos han sido los doctorados honoríficos concedidos por las universidades de Umeå (2018) y Newcastle (2019).

(Cobertura informativa hasta 10/4/2020)