Srettha Thavisin

En agosto de 2023 el thaksinismo, el movimiento político más vigoroso de Tailandia durante dos décadas y tres veces desalojado del poder por golpes militares y judiciales, regresó al Gobierno del país asiático en circunstancias antes impensables: sobre la base de una alianza parlamentaria con los ultraconservadores del establishment promonárquico y promilitar, acérrimos adversarios hasta entonces. El liberal-populista Partido Para los Tais (Phak Phuea Thai, PPT) consiguió la investidura de su postulante a primer ministro, Srettha Thavisin, un magnate inmobiliario sin experiencia política pero estrechamente ligado a la familia Shinawatra. Fue después de la inhabilitación como diputado de Pita Limjaroenrat, frustrado candidato al cargo pese a la resonante —aunque insuficiente— victoria de su formación en los comicios de mayo a la Cámara de Representantes.

Ahora, con Srettha al timón, el PPT manda el Ejecutivo asociado al partido del primer ministro saliente y antiguo general golpista Prayuth Chan-ocha, y a otras agrupaciones distinguidas por su inmovilismo. Esta atípica coalición deja fuera al Partido Avanzar (Phak Kao Klai, PKK) de Pita, quien intentó llegar al Gobierno para aplicar una ambiciosa agenda de reformas progresistas que afectaría a los privilegios de la casta militar y a la sobreprotegida monarquía constitucional del rey Vajiralongkorn. El PPT tendió inicialmente la mano a Pita, desde 2020 pareja en la común oposición a Prayuth, pero ante su investidura fallida no dudó en pactar con los defensores del statu quo una especie de alianza contra natura que decepciona a muchos militantes y antiguos camisas rojas, punta de lanza popular que fue del thaksinismo. Para las élites tradicionales, la amenaza a sus intereses no la representa ya el clan Shinawatra, sino Pita Limjaroenrat. Por de pronto, el fundador y jefe histórico del movimiento, el derrocado ex primer ministro Thaksin Shinawatra, vuelto del exilio el mismo día de la investidura de Srettha, ya ha visto reducida de ocho años a uno solo su condena carcelaria dictada en ausencia.

Aunque rodeada de polémica, la elección de Srettha no deja de representar una normalización política en Tailandia tras los nueve años del régimen de Prayuth, abiertamente autoritario hasta la disolución en 2019 de la junta castrense instalada en el golpe de 2014 y en el último cuatrienio revestido de legitimidad electoral parlamentaria, un cambio solo cosmético. El sistema heredado por el Gobierno de Srettha presenta sin embargo características semidemocráticas, pues la Constitución dictada por los militares en 2016 creó un Senado nombrado enteramente por las Fuerzas Armadas y capaz de vetar las iniciativas de enmienda constitucional de la Cámara baja. Además, rige el delito de lesa majestad, severamente penado y susceptible de interpretación abusiva para el encarcelamiento de oponentes políticos o simples voceros de opiniones discrepantes. Este mecanismo represivo fue aplicado con fruición por el Gobierno de Prayuth. Hoy, el PPT descarta tocar dichos capítulos.


(Texto actualizado hasta 27/9/2023)

El trigésimo primer ministro de Tailandia, de 61 años, más de 1,90 m. de estatura y apodado Nid, procede de una familia acaudalada. Tras prepararse como ingeniero y empresario en la Universidad Chulalongkorn de Bangkok y en dos centros de Estados Unidos, la Universidad de Massachusetts y la Claremont Graduate School en California, se volcó en los negocios del sector inmobiliario. En 1988 puso en marcha junto con algunos primos la promotora Sansiri, compañía especializada en el desarrollo de grandes proyectos de vivienda residencial y con la que pudo amasar una considerable fortuna privada antes de cumplir la treintena.

Srettha Thavisin cultivó relaciones profesionales y personales con Thaksin Shinawatra, el magnate de las telecomunicaciones que fue ministro de varios gobiernos en la década de los noventa y que en 2001 estremeció la política tailandesa al arrasar en las elecciones generales su partido Los Thais que Aman a los Thais (Phak Thai Rak Thai, TRT), fuerza de corte reformista neoliberal y difusora de un potente mensaje populista crítico con las élites tradicionales que calaba en los electores rurales y pobres. A partir de entonces, las lucrativas actividades empresariales de Srettha discurrieron en paralelo a los triunfos y descalabros del thaksinismo, cuyo conductor se convirtió en la figura más controvertida y polarizadora de la Tailandia contemporánea.

Así, en 2006 Thaksin, tras un convulso lustro como primer ministro, fue depuesto en un golpe de Estado militar, expulsado al exilio y llevado a juicio en ausencia. En 2007, las elecciones que restauraron el orden democrático volvieron a ser ganadas por sus seguidores llevando como vehículo el Partido del Poder del Pueblo (Phak Phalang Prachachon, PPP, sustituto y virtual reencarnación del prohibido TRT), pero el Gobierno de este, presidido sucesivamente por los primeros ministros Samak Sundaravej y Somchai Wongsawat (cuñado de Thaksin), cayó en 2008 por la presión callejera del movimiento monarquista de los Camisas Amarillas y las sentencias de inhabilitación del Tribunal Constitucional.

De nuevo, los partidarios del ex primer ministro prófugo, esta vez agrupados en el PPT y luego de fustigar al primer ministro Abhisit Vejjajiva a través del movimiento de los Camisas Rojas (prenda reivindicativa con la que Srettha se dejó ver en una ocasión en 2010), ganaron contundentemente las siguientes votaciones, las de 2011, éxito que catapultó a la jefatura del Gobierno a la hermana de Thaksin, Yingluck Shinawatra. Esta, a su vez, sufrió en 2014 el mismo destino de sus parientes: ser neutralizada por el Ejército y la judicatura, preámbulo de su exilio y condena a prisión en rebeldía.

Con Thaksin y Yingluck fuera de juego, la vertiente familiar del PPT acabó bajo el liderazgo de la hija menor del primero, la empresaria Paetongtarn Shinawatra. Tras ser elegida para esta función en 2022, Paetongtarn pidió a Srettha, viejo colaborador de la familia, que fuera su asesor principal para cuestiones económicas. Juntos elaboraron un manifiesto electoral que incidía en la descentralización de los servicios públicos y la administración del Estado, la modernización de las infraestructuras de transporte y, sobre todo, el aumento y mejora de las prestaciones sociales, las pensiones y el salario mínimo. Para Srettha, el modelo capitalista de libre mercado no se cuestionaba, pero este debía mostrar "empatía" con las personas. El PPT quería también reescribir la Constitución para que solo los parlamentarios electos pudieran ser primeros ministros, suprimir el servicio militar obligatorio y legalizar el matrimonio de personas del mismo sexo.

Sin embargo, a diferencia del PKK de Pita Limjaroenrat, estrella ascendente de la política tailandesa, erigido en principal valedor de las libertades constitucionales y la democracia civil, el thaksinismo no abogaba por modificar el delito de lesa majestad, que la legislación nacional tenía consagrado como una especie de tabú. A posteriori, esta autorrestricción conservadora iba a propiciar el acercamiento del PPT, más pragmático que nunca, a las dos formaciones reaccionarias de la derecha promilitar, el Partido de la Nación Tailandesa Unida (Ruam Thai Sang Chart, RTSC), cuyo cabeza de lista era el primer ministro Prayuth, y el Partido del Poder del Estado Popular (Phak Phalang Pracharat, PPRP), del que el anterior se había escindido en 2021.

De cara a las elecciones generales del 14 de mayo de 2023, el PPT presentó tres candidatos a primer ministro: Paetongtarn Shinawatra, Srettha Thavisin y Chaikasem Nitisiri, antiguo fiscal general. El líder nominal del partido desde octubre de 2021, Chonlanan Srikaew, quedó en un segundo plano. Para ajustarse a la ley de incompatibilidades y no incurrir en conflictos de intereses, Srettha transfirió formalmente todas sus participaciones empresariales a su hija Chananda, uno de los tres vástagos de su matrimonio con la dermatóloga esteticista Pakpilai Thavisin.

El proceso democrático de 2023 tuvo un desenlace paradójico. El veredicto de las urnas fue espectacular pero no resolutivo: el PKK de Pita cantó victoria con el 38% de los votos, seguido del PPT con el 28,8% y del RTSC de Prayuth con el 12,5%. Sin embargo, la particular ley electoral tailandesa produjo una aritmética parlamentaria asimétrica de los porcentajes de voto, así que el PPT, con 141 representantes, cinco más que en 2019, quedó a solo una decena de escaños del PKK. El PPT confirmó su disposición a apoyar a Pita con vistas a un Gobierno de coalición. La colaboración entre los dos partidos había sido intensa en 2021 y 2022, cuando formaron un frente común para intentar descabalgar a Prayuth, tachado de autoritario, combinando la presión social de las manifestaciones, el instrumento parlamentario de la moción de censura y la denuncia constitucional por sobrepasar el límite legal de los ocho años de mandato ejecutivo.

Ahora bien, las posibilidades del líder opositor de ser investido primer ministro por la Asamblea Nacional bicameral eran bastante dudosas porque necesitaba al menos la mitad de los votos, esto es, 375. En la Cámara de Representantes de 500 miembros Pita disponía de los 151 votos propios, los 141 del bloque thaksinista y una quincena más de otros tres grupos menores. Todo dependía de la Cámara alta, formada por 250 senadores designados en 2019 por las Reales Fuerzas Armadas y a priori muy hostil a su plataforma con asomos rupturistas.

El 13 de julio, tal como se esperaba, Pita fracasó en su primer intento ser investido primer ministro. La sesión conjunta de las dos cámaras de la Asamblea arrojó el resultado de 324 votos a favor (51 menos de los necesarios y entre los que figuraban los de 13 senadores), 182 en contra y 198 abstenciones. Una segunda votación estaba programada para el 19 de julio, pero ese mismo día el hemiciclo conjunto sometió a votación y aprobó, por 395 votos contra 312, una moción de veto a la renominación de Pita, que veía suspendida su condición de diputado mientras durase una investigación de su posible vulneración de las leyes electorales al, presuntamente, no haberse desprendido de ciertas acciones de una empresa de comunicación propiedad de su familia antes de inscribir su candidatura. La Comisión Electoral acababa de remitir al Tribunal Constitucional las conclusiones preliminares de su investigación, iniciada a raíz de una denuncia. De ser hallado culpable de violar la normativa electoral, Pita afrontaría una pena de hasta 10 años de cárcel y otros 20 de inhabilitación política.

Fue entonces cuando el PPT, tras una semana de contactos entre bastidores, se puso a negociar abiertamente con la derecha ultramonárquica y promilitar un Gobierno de coalición que, considerando el historial de crudos antagonismo y polarización, era cuando menos sorprendente. El PPT optó por presentar a Srettha candidato a primer ministro en lugar de la líder Paetongtarn Shinawatra. El empresario no portaba el apellido omnipresente en la política tailandesa desde hacía dos décadas y su figura resultaba más aceptable para el RTSC (36 representantes) y el PPRP (40 representantes), precisamente los dos partidos vinculados al Ejército con los que Srettha, durante la campaña, había prometido no gobernar. A la fórmula se sumaron el conservador Partido del Orgullo Thai (Bhumjaithai), con 71 diputados, y una parte del Partido Democrático. El bloque oficialista en ciernes sumaba en la Cámara de Representantes una mayoría absoluta de más de 300 escaños.

El 22 de agosto, tras sucesivos retrasos de la sesión parlamentaria, Srettha se sometió a la Asamblea Nacional y su investidura salió adelante con 482 votos favorables, 165 contrarios y 81 abstenciones. Justo al mismo tiempo aterrizaba en Bangkok, no por casualidad y poniendo fin a 15 años de exilio, Thaksin Shinawatra, quien fue inmediatamente arrestado y puesto bajo custodia judicial en relación con sus condenas dictadas en ausencia en tres juicios por corrupción, conflictos de intereses y abuso de poder, cometidos todos en su etapa de primer ministro. Thaksin, aquejado de problemas de salud, entró directamente en la cárcel para empezar a servir su condena sumada de ocho años de prisión, aunque la prensa tailandesa especulaba sobre próximas reducciones de pena para el reo (y quizá también para su prófuga hermana Yingluck), en virtud de una gracia real y como parte de los acuerdos políticos muñidos por su partido. En efecto, el 1 de septiembre, el rey Vajiralongkorn, dentro de sus prerrogativas, conmutó a Thaksin la pena de ocho años por otra de uno solo. La medida de gracia llegó de Palacio tan solo un día después de solicitar el reo el perdón real.

El 23 de agosto el primer ministro electo recibió la preceptiva aprobación del rey y el 2 de septiembre Srettha obtuvo del monarca el visto bueno para su lista de ministros del Gabinete, entre los que figuraba él mismo como titular de Finanzas. Algunos de los ministros ya habían servido previamente a las órdenes de Prayuth Chan-ocha, quien anunció por cierto su retirada de la política. Uno de los más destacados viejos rostros era Anutin Charnvirakul, el líder del Bhumjaithai y que a su condición de viceprimer ministro, prolongada desde 2019, sumó ahora el Ministerio del Interior. Además, el nuevo secretario general del PPRP, Thamanat Prompow, viceministro de Agricultura y Cooperativas con Prayuth, pasó a ser el ministro del departamento con Srettha, mientras que el líder del RTSC, Piraphan Salirathaviphak, era otro de los viceprimeros ministros amén de ministro de Energía. Llamó la atención el nombramiento como responsable de Defensa de Sutin Klungsang, del PPT, primer civil en portar la cartera sin ser al mismo tiempo el primer ministro.

El 5 de septiembre el Gobierno prestó juramento ante el rey y tomó posesión.

(Cobertura informativa hasta 27/9/2023)