Scott Morrison

La política australiana, peculiar entre las democracias del mundo por su extraña propensión a los golpes de mano internos en las cúpulas de los dos partidos predominantes y a los derrocamientos súbitos de primeros ministros a manos de sus propios correligionarios (ya van cuatro desde 2010), volvió a estremecerse en agosto de 2018 con la caída de Malcolm Turnbull y su sustitución, culminando unas jornadas caóticas, por Scott Morrison.

El nuevo líder del Partido Liberal, en el poder desde 2013, y jefe del Gobierno, el séptimo en 11 años, es un conservador moderado que salió a enfrentarse con el retador de Turnbull, Peter Dutton, cabeza del ala derecha del liberalismo, cuando aquel rehusó someterse al desafío de su subalterno y renunció al mando. Morrison, un político con fama de resolutivo, sirvió en el Gobierno de Tony Abbott como ministro de Inmigración, siendo el responsable de estrenar una dura política de rechazo militarizado y externalizado de la inmigración irregular por mar, la llamada Operación Fronteras Soberanas. Cuando en 2015 Turnbull defenestró a Abbott, Morrison recibió la cartera del Tesoro, pasando a encargarse de los recortes fiscales para podar el déficit. Se trata también de un cristiano pentecostal ferviente que en 2017, por ejemplo, rehusó en conciencia votar a favor de la regulación federal, promovida por Turnbull, del matrimonio de personas del mismo sexo.

Tras el enésimo episodio de "political backstabbing" y "political cut-throat" (dos gráficos términos empleados por la prensa del país para describir lo sucedido en Canberra entre el 21 y el 24 de agosto, haciéndose eco del estupor y la irritación de los australianos por las pendencias cainitas que periódicamente sacuden a los partidos Liberal y Laborista), Morrison tiene como principal reto cerrar las divisiones en su formación y asegurar la unidad de criterio y acción del Gobierno de coalición, sostenido en una precaria mayoría desde los comicios de 2016, con el conservador Partido Nacional, so pena de perder las próximas elecciones federales, que tocan en 2019 pero que podrían adelantarse. En la última década, todos los gobiernos australianos se han erosionado con inusitada rapidez debido a factores diversos, a pesar de que la economía nacional viene marchando razonablemente bien. Con un paro de poco más del 5% y unas finanzas públicas prácticamente consolidadas, las principales preocupaciones -inestabilidad puramente política al margen- atañen al control de las fronteras y a la seguridad doméstica, esta últimamente violentada por las asechanzas de los representantes locales del terrorismo islamista.


(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 4/9/2018. Scott Morrison formó su segundo Gobierno tras la nueva victoria de la coalición Liberal/Nacional en las elecciones federales del 18/5/2019. Las siguientes elecciones federales, celebradas el 21/5/2022, dieron la victoria al Partido Laborista de Anthony Albanese, al que Morrison entregó la jefatura del Gobierno dos días después. El 30/5/2022 Morrison fue sucedido a su vez por Peter Dutton como líder del Partido Liberal).

El trigésimo primer ministro de Australia nació en Waverley, un suburbio costero de Sydney, de cuyo Consejo Municipal su padre, policía de profesión, fue miembro muchos años, y se crió en un ambiente acomodado en el vecino barrio de Bronte. De niño trabajó para la televisión, como actor en anuncios publicitarios, y ya en esta época desarrolló una acendrada fe cristiana como miembro de la Iglesia Unificada de Australia, federación de las principales congregaciones protestantes no anglicanas del país. Más tarde, en la edad adulta, se unió al movimiento Pentecostal y en la actualidad es feligrés de la Horizon Church, una de las iglesias evangélicas pentecostales afiliadas a las Iglesias Cristianas Australianas y las Asambleas de Dios.

Tras diplomarse en Geografía Económica por la Universidad de Nueva Gales del Sur, Morrison trabajó unos años para el Consejo de la Propiedad de Australia (PCA). En 1995 encontró una buena posición profesional en la función pública del sector turístico. Fue subjefe de la Australian Tourism Task Force, administrador general del Consejo Turístico de Australia y, desde 1998, director de la Oficina de Turismo y Deportes de Nueva Zelanda, organismo recién creado por el Gobierno del país vecino. En 2000 regresó a Australia para dirigir, en un cargo partidario a tiempo completo, la sección estatal en Nueva Gales del Sur del Partido Liberal (LP), fuerza conservadora que bajo el liderazgo de John Howard llevaba cuatro años gobernando el país.

En 2004 Morrison dejó este cometido burocrático en el LP y retomó su anterior perfil profesional al ser nombrado director ejecutivo de la agencia estatal Tourism Australia, puesta ahora en marcha por el Gobierno Howard. Para atraer visitantes extranjeros al país, Morrison ideó una polémica campaña de promoción internacional con spots que mostraban las bellezas naturales de Australia y donde una atractiva modelo local en bikini instaba a los turistas a venir al país preguntándoles "¿dónde coño estás?".

Morrison cesó al frente de Tourism Australia en 2006, en principio por motivos ajenos a su controvertida campaña promocional, y preparó su debut en la política representativa federal. El 24 de noviembre de 2007 se hizo con el escaño de representante por Cook, circunscripción de Nueva Gales del Sur, en las elecciones que marcaron el final de la década larga de dominio de los liberales liderados por Howard, quien esta vez, tras cuatro victorias consecutivas, fue derrotado por el Partido Laborista (ALP) de Kevin Rudd. Morrison obtuvo el mandato en la Cámara de Representantes de Canberra mientras su formación perdía 22 asientos en el hemiciclo.

En septiembre de 2008 el recién elegido líder del LP, Malcolm Turnbull, promovió a Morrison al front bench y el Shadow Cabinet parlamentarios confiriéndole la función de shadow minister de Vivienda y Gobiernos Locales. En diciembre del año siguiente Tony Abbott disputó y arrebató el liderazgo parlamentario federal a Turnbull. Para Morrison, este cambio de jefe se tradujo en la asunción de la portavocía para asuntos de Inmigración y Ciudadanía en el Shadow Cabinet liberal, en la oposición al Gobierno Rudd.

Tras las elecciones federales del 21 de agosto de 2010 los laboristas, ahora mandados por Julia Gillard -quien poco antes de los comicios, en un aparatoso golpe interno, le había quitado a Rudd las riendas del partido y por ende la jefatura del Gobierno-, renovaron en el poder con el soporte de cuatro parlamentarios independientes y verdes. Los liberales continuaron en la oposición y en esta legislatura Morrison vio reforzada su posición política al sumar a su ministerio en la sombra la cartera de Productividad y Población.

Beneficiada por la cruda pendencia personal instalada en la cúpula del ALP, con Rudd vengándose de Gillard y despojándole a su vez del liderazgo del partido meses antes de las elecciones, la Coalición conservadora entre el LP y el Partido Nacional (NP) se alzó con la victoria en las federales del 7 de septiembre de 2013. El 18 de septiembre siguiente Abbott alineó un Gobierno donde Morrison figuraba como titular del Ministerio de Inmigración y Protección de las Fronteras.

Abbott encomendó a Morrison una de las tareas más complicadas del nuevo Ejecutivo, pilar del programa defendido en la reciente campaña electoral por los liberales, quienes prometían una política de "tolerancia cero" con la inmigración marítima irregular: la denominada Operación Fronteras Soberanas (OSB), por la que buques de la Real Armada Australiana se involucraban en la interceptación, en aguas territoriales en mar abierto, de los botes con migrantes y refugiados asiáticos que intentaban desembarcar clandestinamente en Australia y para pedir allí el asilo, seguida de la detención y el traslado forzoso de sus ocupantes a centros de tránsito y reasentamiento externalizados, previo acuerdo con los gobiernos concernidos, en estados insulares del Pacífico como Papúa-Nueva Guinea y Naurú, o bien su devolución unilateral en caliente a países de origen como Indonesia y Sri Lanka.

El ministro practicó una política de opacidad informativa sobre el curso pormenorizado de la OSB, pero aseguró que la estrategia de actuación offshore, criticada por la ACNUR y por ONG humanitarias de casa ante la posible violación de derechos básicos internacionalmente reconocidos, podía considerarse todo un éxito, pues solo en los dos primeros meses de su funcionamiento el flujo de botes ilegales arribados a las costas australianas con el concurso de los traficantes de personas había descendido un 90%. Desde marzo de 2014 Morrison aseguró que la llegada de embarcaciones hacía cesado por completo. Ahora bien, en julio de 2014, a regañadientes y obligado por el Tribunal Supremo, el Ministerio sí accedió al desembarco en la región de Kimberley, Australia Occidental, de un velero llevando a bordo a 157 ciudadanos indios, tamiles en su mayoría, que la Armada había interceptado cerca de la Isla Christmas. Los pasajeros se negaron a ser repatriados de manera voluntaria a su país de procedencia y vieron rechazada por las autoridades australianas su petición del asilo; al final, el Gobierno los trasladó a Naurú.

En la remodelación ministerial acometida por Abbott el 23 de diciembre de 2014 Morrison fue transferido al Ministerio de Servicios Sociales. Se trataba de otra cartera sensible, pues entre los grandes compromisos electorales del primer ministro también figuraba el recorte del gasto público para conseguir que las finanzas federales volvieran a arrojar superávit. Con la misma resolución que en su anterior cometido, Morrison metió la tijera en las coberturas del Estado del bienestar, haciendo su contribución a los esfuerzos del Gabinete por reducir el déficit público.

La racha de los golpes de mano fulminantes y las descabalgaduras forzadas en las dirigencias de los dos principales partidos de Australia, donde al parecer se habían instalado las peleas cainitas, más relacionadas con las meras ambiciones personales que con verdaderas diferencias ideológicas de fondo, sumó un nuevo episodio, esta vez con rostro liberal, el 14 de septiembre de 2015. Aquel día, el ex líder Malcolm Turnbull, últimamente ministro de Comunicaciones y exponente del ala progresista del partido, se desquitó de Abbott por su acción hostil de 2009 lanzándole súbitamente el guante de una votación interna. En esta ocasión, la mayoría de los representantes y senadores liberales dieron la espalda a Abbott, erosionado por un reguero de decisiones polémicas, salidas de tono y pasos en falso, y transmitieron su confianza a Turnbull, convertido automáticamente en líder del partido y primer ministro.

Morrison figuraba en el reducido grupo de primeros espadas liberales que tanto Abbott como Turnbull consideraban valiosos por igual, así que el segundo le confirmó en el Gabinete y en un puesto de mayor relieve, el de ministro del Tesoro, departamento donde tomaba el relevo a Joe Hockey. Su misión: proseguir con los esfuerzos de consolidación fiscal y relanzar la tasa de crecimiento de una economía durante mucho tiempo de lo más boyante pero últimamente resentida por la caída de los precios internacionales de las materias primas que Australia exportaba y por la desaceleración de China, potencia con la que la próspera isla-continente anglófona realizaba el grueso de sus intercambios.

Reelegido para un cuarto mandato parlamentario en las federales, polémicamente adelantadas por el primer ministro, del 2 de julio de 2006, que, por los pelos (obtención de 76 escaños, justo la mayoría absoluta), permitieron a la Coalición del LP y el NP mantenerse en el poder, Morrison continuó como Treasurer del Gobierno Turnbull, guiado por la "prioridad" de que las rentas de los trabajadores y los empresarios tributaran menos, aunque por otro lado introdujo medidas para impedir las argucias fiscales con que las multinacionales eludían el pago de impuestos por la facturación de sus ventas en Australia.

Si bien gozaba de un respeto bastante extendido por su competencia manifiesta en el manejo de las finanzas y la economía, Morrison seguía arrastrando críticas y censuras por su enfoque expeditivo del control de la inmigración, no se cansaba de recalcar, de carácter "ilegal". Si se le preguntaba cómo conciliaba su fe cristiana, que hablaba de caridad y compasión, y su posición dura en materia migratoria, podía replicar que a la Biblia de ninguna manera podía vérsela como un "manual de política". El conservadurismo de Morrison quedó patente cuando ganó ímpetu el debate nacional sobre la regulación del matrimonio de personas del mismo sexo en la legislación federal, derecho que Turnbull y otros en el LP apoyaban sin reservas pero que el diputado pentecostal no podía aceptar al chocar frontalmente con sus creencias religiosas. El 7 de diciembre de 2017 Morrison y Abbott figuraron entre la docena de representantes liberales que, en conciencia, optaron por abstenerse en la histórica votación parlamentaria de la Marriage Amendment (Definition and Religious Freedoms) Act 2017, salida adelante con el respaldo de los laboristas.

En el arranque de 2018, las dificultades se le empezaron a amontonar a Turnbull. A desafíos de gravedad como la caótica situación de inseguridad y violaciones humanitarias que imperaba en algunos centros de migrantes y refugiados externalizados del Pacífico y los ataques del terrorismo islamista doméstico se les sumaron escándalos políticos de variada naturaleza.

Así, en pocos meses se sucedieron el embarazoso desaire mediático de Donald Trump a Turnbull, el caso de la millonaria donación de dinero hecha por el primer ministro a su propio partido en la pasada campaña electoral, las expulsiones del Parlamento por orden judicial del viceprimer ministro y líder del NP, Barnaby Joyce, y de otros diputados de la Coalición por tener la doble nacionalidad australiana-neozelandesa, y el apartamiento del Gobierno del mismo Joyce, en medio de un áspero cruce de acusaciones con Turnbull, tras conocerse que el líder nacional, un católico campeón de los "valores familiares" con 24 años de casado, estaba esperando un hijo extramarital de una antigua funcionaria de su equipo. Las encuestas pintaban mal para el LP de cara a las próximas elecciones federales, que en principio tocaban en 2019; de celebrarse ahora, los comicios serían ganados por los laboristas de Bill Shorten.

El 21 de agosto de 2018, pocas horas después de anunciar que el Gobierno abandonaba los planes de introducir en la legislación ordinaria un esquema con los objetivos nacionales de reducción de emisiones de efecto invernadero (la meta asumida por Canberra ante la comunidad internacional, consistente con el segundo período de compromiso del Protocolo de Kyoto y el Acuerdo de París de 2015, era recortar sus emisiones un 26-28% para 2030, tomando como base para el cálculo las emisiones de 2005), Turnbull se encontró con que su ministro del Interior, Peter Dutton, abanderado del ala derecha del partido, precisamente escéptica con el plan medioambiental y con la que Morrison podía simpatizar, le obligaba a someterse a una de las votaciones exprés por el liderazgo parlamentario federal ya típicas de la democracia australiana. Dutton había sido el sustituto de Morrison como ministro de Inmigración y Protección de las Fronteras en 2014 y desde diciembre de 2017 fungía de titular de Interior con sus anteriores competencias absorbidas por el nuevo superdepartamento creado por Turnbull.

La repentina rebelión de Dutton, de cuya fidelidad Turnbull había dicho en la víspera que no tenía dudas, pudo ser abortada por el primer ministro, que ganó la votación, pero dejando un amplio margen para la inquietud. Turnbull sobrevivió al embate con el respaldo de 48 representantes y senadores, Morrison entre ellos, mientras que 35 colegas de bancada se decantaron por Dutton. Solo una validación aplastante habría permitido disipar los temores a más ruido interno de sables, por lo menos en un plazo razonable. Consciente de lo precario de su situación, Turnbull elevó un llamamiento a la unidad y a dejar las diferencias entre los liberales a un lado porque de lo que se trataba era de hacer bien el trabajo que los australianos esperaban de su Gobierno.

La reacción inmediata de Dutton fue, a pesar de declarar Turnbull que no le guardaba rencor, dimitir del Gobierno y regresar al back bench liberal en la Cámara de Representantes. Para disgusto del primer ministro, Dutton dio a entender que no descartaba una segunda tentativa de capturar el liderazgo más adelante. El 23 de agosto Turnbull, irritado y alarmado ante los signos de otra revuelta inminente, exigió a sus correligionarios que cesaran los movimientos en su contra y advirtió a los "insurgentes" que no les daría el gusto de someterse a una nueva votación para dirimir el liderazgo si es que conseguían los votos suficientes para convocar la pertinente sesión; para él, un movimiento de esa naturaleza equivaldría a una moción de desconfianza en su persona, así que se marcharía ipso facto. Se especulaba con que si Dutton conseguía forzar la votación, Turnbull podría decantarse por Morrison, un ministro leal, para oponérsele en la pugna por el liderazgo.

Y eso fue lo que sucedió. Todo se ventiló con celeridad el 24 de agosto. Primero, la moción del grupo de Dutton se impuso con 45 votos contra 40. En consecuencia, el puesto de líder se consideraba vacante y por tanto tocaba celebrar una elección. Turnbull, tal como había prometido, renunció a medirse con su adversario y dejó el camino libre para la irrupción de Morrison, quien salió a batirse con Dutton, y con él una tercera aspirante de peso, Julie Bishop, la vicelíder del partido y ministra de Exteriores del Gobierno.

En la primera ronda de votos Bishop fue eliminada, mientras que Morrison, con 36 apoyos, y Dutton, con 38, siguieron adelante. La segunda y definitiva votación se saldó en favor del Treasurer, elegido nuevo líder del LP con el respaldo de 45 representantes y senadores. Al final, Morrison ganó a Dutton con una ventaja, de cinco votos, sensiblemente más corta que la obtenida por Turnbull tres días atrás. Si se tomaba el criterio aplicado entonces, la elección de Morrison no daba precisamente una garantía de estabilidad. Pero el LP era consciente del hartazo de la población por el espectáculo de peleas y caos que estaba brindando, así que, tácitamente, sus dirigentes dieron por zanjadas las hostilidades. En cuanto al puesto de vicelíder que Bishop desocupaba, este fue ganado por Josh Frydenberg, el ministro de Medio Ambiente y Energía.

Sin solución de continuidad, se produjo el traspaso de poderes en el Ejecutivo, convirtiéndose Morrison en primer ministro. En sus primeras palabras tras prestar juramento del cargo, el nuevo gobernante habló de "volver a unir a nuestro partido, que ha quedado magullado y golpeado esta semana", y prometió "traer la estabilidad, la unidad, la dirección y el propósito que el pueblo australiano espera de nosotros". En cuanto a Turnbull, describió la semana en cuestión como una "locura" y se felicitó por que Morrison fuera su sucesor.

En los días siguientes, Morrison configuró su Gabinete, que por supuesto seguía siendo de coalición con el NP, desde el mutis de Joyce comandado por Michael McCormack, viceprimer ministro a la sazón, y dos formaciones satélite de ámbito estatal, el Partido Nacional Liberal de Queensland (LNP) y el Partido Liberal del País (CLP), este operativo en el Northern Territory. Morrison confirió el Ministerio del Tesoro al vicelíder Frydenberg, el de Exteriores a la senadora Marise Payne, el de Defensa (cartera hasta ahora portada por Payne) a Christopher Pyne y el de Interior a Dutton, confirmación que debía verse como un gesto de integración. Ahora bien, Dutton, quien ahora proclamaba su "absoluta lealtad" a Morrison, perdió las anteriores competencias que tenía sobre Inmigración y Protección de las Fronteras; Morrison decidió restablecer el ministerio específico suprimido por Turnbull el año anterior y se lo confió a David Coleman.

El Gabinete Morrison, que según su jefe era un "equipo de la próxima generación", se sostenía en una ajustada mayoría absoluta de 76 diputados sobre 150. Sin embargo, Turnbull se disponía a dejar su escaño por Wentworth, lo que obligaba a celebrar una elección parcial en esta circunscripción de Nueva Gales del Sur, considerada "segura" para el LP; si la misma era ganada por los laboristas, el Gobierno de la Coalición perdería la mayoría en la Cámara, en cuyo caso Morrison, probablemente, se vería obligado a adelantar las elecciones federales, cuya fecha tope era noviembre de 2019. Aun reteniendo el escaño de Wentworth, el sombrío curso de los sondeos nacionales para los liberales podría empujar al primer ministro a realizar el anticipo electoral de todas maneras.

Scott Morrison lleva tres décadas casado con Jenny Warren, enfermera de profesión. La pareja ha tenido dos hijos.

(Cobertura informativa hasta 1/9/2018)