Salva Kiir

Sudán del Sur, el país soberano más joven del mundo, proclamado el 9 de julio de 2011 tras más de medio siglo de luchas para emanciparse de Sudán, tiene como presidente a Salva Kiir. Al comenzar 2014, el gobernante, conocido por el público internacional por su sombrero de cowboy, se afana en impedir el hundimiento estrepitoso y en demostrar la viabilidad de un Estado novel devorado por la violencia entre facciones, la calamidad social y económica, y las tensiones arrastradas con el régimen islamista de Jartum, pues la secesión, aunque pactada, dejó varias cuestiones críticas sin resolver.

Comandante guerrillero con el rango de teniente general y también alto dirigente político y negociador diplomático, Kiir fue el número dos del líder histórico del movimiento de autodeterminación sursudanés, John Garang. Este falleció en un accidente de aviación en 2005 pocos meses después de firmar los acuerdos de paz que pusieron término a una aniquiladora guerra civil de dos décadas entre el Norte árabe y musulmán y el Sur negro, cristiano y animista, y que activaron la cuenta atrás para la independencia. Entonces, Kiir sucedió a Garang como líder del Ejército y el Movimiento Populares de Liberación de Sudán (SPLA/M), presidente del Gobierno Autónomo de Sudán del Sur y vicepresidente de la República del Sudán, dos puestos estos últimos concedidos por el Acuerdo de paz de Nairobi. La renuncia de Kiir a inflamar el ambiente con retórica separatista polarizadora no ahorró turbulencias en cascada a los dos sudanes, en el fondo tan necesitados de entenderse, en los seis años que duró el accidentado período de transición, cuyo desenlace cantado decidió el referéndum de enero de 2009 sobre la independencia, con victoria arrasadora del sí.

Las peleas intertribales en casa y los choques militares con el Norte ensombrecieron los prolegómenos de la histórica proclamación de la República de Sudán del Sur, cuyo reconocimiento internacional vino de paso a quebrar el dogma de la intangibilidad de las fronteras africanas heredadas del colonialismo europeo. El panorama institucional dibujado por las elecciones generales de 2010, que convirtieron al SPLM en un verdadero partido-Estado, no era tampoco el más halagüeño. Nada más acceder el país a la independencia, la desconfianza entre unos gobiernos que no han dudado en cerrar el grifo del petróleo como medida de presión política pero que al mismo tiempo sabotea su propio desarrollo nacional, la acendrada cultura de la violencia y los viejos rencores de unas sociedades fragmentadas en etnias y clanes malograron las esperanzas y los discursos optimistas sobre la unidad y el progreso de Sudán del Sur, uno de los estados más depauperados del planeta pese a atesorar grandes riquezas naturales.

En 2012 Sudán del Sur y Sudán (como Eritrea y Etiopía en 1998) volvieron a las manos, librando una breve guerra fronteriza que terminó mal para el Gobierno de Juba. El desacuerdo sobre el reparto de los costes y beneficios de la explotación de los campos petrolíferos, el 75% de los cuales se había quedado en el Sur, la no demarcación de la frontera, la disputa de soberanía sobre el área de Abyei, los estatus tampoco zanjados de las Montañas de Nuba en Kordofán del Sur y el estado de Nilo Azul, y las acusaciones mutuas de alimentar las respectivas rebeliones domésticas envenenaron unas relaciones que Kiir no ayudó a enderezar con sus decisiones, temerarias y desastrosas en términos económicos y militares, de suspender el bombeo del crudo nacional, que depende de los oleoductos sudaneses para su exportación, y ocupar por la fuerza los pozos de Heglig, pertenecientes a Sudán. En diciembre de 2013, cuando los tambores de guerra con el vecino norteño permanecían silenciosos, algunas insurgencias propias (SSLM/A) ya habían accedido a desmovilizarse y el crecimiento económico asomaba tímidamente pese a las interrupciones en la producción petrolera y el escandaloso pillaje de recursos financieros por altos funcionarios del Gobierno, Kiir afrontó un intento de golpe de Estado degenerado en rebelión armada (como en Timor-Leste en 2006) que puso al país al borde de la guerra civil.

La revuelta en el mismo seno del SPLA/M, que incorpora aspectos políticos (lucha por el poder con el destituido vicepresidente Riek Machar, quien acusa a Kiir de tendencias dictatoriales) y étnicos (minoritarios nuers contra mayoritarios dinkas), empalma con la espiral de enfrentamientos entre comunidades rurales en el estado de Jonglei y multiplica los balances de fallecidos (varios miles) y desplazados (más de medio millón) desde 2011. El 23 de enero de 2014, tras una serie de ataques y contraataques por el control de las ciudades de Bor, Bentiu y Malakal, las partes han alcanzado un alto el fuego al que deberían de seguir profundas reformas democráticas y económicas, sin las cuales no se avanzará hacia la reconciliación nacional, la paz y la estabilidad, a su vez requisitos para un desarrollo económico equilibrado.

(Texto actualizado hasta enero 2014)

1. Una vida de lucha en el movimiento de liberación de Sudán del Sur
2. Sucesor de John Garang y negociador de la secesión pactada con Jartum; la agitada cuenta atrás para la independencia
3. Líder de un Estado arruinado y abocado a la violencia


1. Una vida de lucha en el movimiento de liberación de Sudán del Sur

Miembro del grupo étnico dinka, minoritario en el conjunto de Sudán pero predominante en Sudán del Sur, nació en la región noroccidental de Bahr el Ghazal en 1951, cinco años antes de acceder el condominio del Sudán Anglo-Egipcio a la independencia con el nombre de República del Sudán.

Hacia 1969 el joven empuñó las armas y se unió a las filas del Anyanya, la principal fuerza combatiente del Movimiento de Liberación de Sudán del Sur, sublevado desde 1955 contra el Gobierno de Jartum con pretensiones secesionistas. El Anyanya acababa de tomar el relevo al Frente de Liberación de Azania como la principal organización rebelde sudsudanesa y sus máximos dirigentes eran Aggrey Jaden Ladu, Gordon Muortat Mayen y Joseph Lagu.

La llamada primera guerra civil sudanesa llegó a su término en 1972, tras 17 años de luchas y medio millón de muertos, con el Acuerdo de Addis Abeba, el cual puso en marcha la Región Autónoma del Sudán del Sur. Esta entidad, que comprendía las provincias históricas de Bahr el Ghazal, Alto Nilo y Ecuatoria, dio sólo una satisfacción parcial a las demandas de autogobierno de las diversas comunidades etnolingüísticas de raza negra y confesiones cristianas y animistas que poblaban el Sur. Tras el cese de las hostilidades Kiir fue uno de los miles de guerrilleros que se acogieron a la reinserción y tomaron el uniforme de miembros de las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS).

Sin embargo, las tensiones territoriales no desaparecieron y el desencuentro entre norteños y sureños volvió a estallar en 1983, cuando el dictador instalado en Jartum desde el golpe de Estado de 1969, el general Jaafar an-Numeiry, hombre fuerte de los árabe-africanos de fe musulmana, derogó la autonomía al tiempo que decretaba la aplicación de la Sharía, incluidos los castigos hadd del código penal islámico, en todo el país.

Esta imposición autoritaria por partida doble, en el terreno político-administrativo y en el jurídico-religioso, desencadenó una rebelión generalizada en el Sur y la defección de altos oficiales del Ejército estatal sudanés que, como el católico Kiir, profesaban el cristianismo. Tras once años de calma relativa, Sudán volvió a sumergirse en una nueva y mortífera guerra civil.

En mayo de 1983 Kiir, ostentando el rango de capitán, participó en la creación del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA, en su sigla en inglés) y de la organización política de la que aquella nacía como brazo armado, el Movimiento Popular de Liberación de Sudán (SPLM), cuyo manifiesto independentista incorporaba nociones ideológicas conservadoras. El conglomerado SPLA/M quedó bajo el liderazgo caudillista del coronel John Garang, comandante en jefe de etnia dinka que escogió a su camarada Kiir como segundo al mando.

Durante casi dos décadas, el SPLA/M libró una guerra sin cuartel contra las tropas enviadas por los sucesivos gobiernos sudaneses, ya fueran de índole civil o militar, democrática o dictatorial.

La contienda, donde se entremezclaban las demandas de autodeterminación de los sudistas, los antagonismos étnicos y religiosos, y la búsqueda del control de recursos naturales como el agua, el petróleo (inmensos yacimientos del hidrocarburo habían sido descubiertos en las áreas septentrionales del Sur próximas al Norte desde finales de los años setenta) y la tierra cultivable, se enconó a partir de 1989 con la toma del poder en Jartum por el general Umar Hasan Amad al-Bashir, un oficial profundamente conservador que estableció una alianza con los fundamentalistas de Hasan al-Turabi, líder del Frente Islámico Nacional (NIF).

La primera consecuencia de esta coalición de militares y civiles islamistas fue el refuerzo de las disposiciones sobre la Sharía, que los cristianos del Sur no estaban dispuestos a aceptar.

En los difusos frentes de guerra, las violaciones y atrocidades, como las ejecuciones en masa, las deportaciones de comunidades enteras, el reclutamiento de niños soldado, la destrucción deliberada de cosechas, las matanzas de ganado y otras tácticas de tierra quemada, perpetradas con fruición por los dos bandos, se cebaron en una población multiétnica de campesinos y pastores expuesta tanto a las agresiones directas de las fuerzas combatientes como a las calamidades humanitarias, agravadas por la sequía y la desertificación. Muchas de las cientos de miles de bajas causadas por este terrible e interminable conflicto se debieron a las enfermedades y la inanición.

En todo este tiempo, Garang, el jefe político carismático, y Kiir, el estratega militar, sortearon una serie de sangrientas peleas internas y escisiones en el SPLA/M, las cuales buscaron su descabalgadura del liderazgo o bien subrayaron la tendencia de los sureños a fraccionarse en grupos rivales con una composición tribal más homogénea, así como notorios reveses bélicos frente al Ejército del Norte, como fueron las pérdidas en las ofensivas de 1992 de las ciudades de Bor, Kongor y Torit, esta última capital de la provincia –luego estado- de Ecuatoria Oriental, en el extremo sur del país, y cuartel general de los independentistas.

Gracias a los suministros materiales, y a veces también de tropas, de los gobiernos de Uganda Eritrea (desde 1994) y Etiopía (hasta 1991 y de nuevo desde 1995), el SPLA/M fue capaz de proseguir una lucha de liberación nacional que en demasiadas ocasiones presentó el rostro de una auténtica guerra de exterminio.

En 1996, al cabo de una serie de victorias tácticas, Garang y Kiir vieron la oportunidad de inclinar decisivamente la balanza a su favor al ofrecérseles la participación en una vasta alianza rebelde junto con una serie de partidos y movimientos de oposición del Norte que habían optado por tomar las armas contra el Gobierno de Jartum.

Se trataba de la Alianza Democrática Nacional (NDA), donde el SPLA/M abrió una inédita cooperación con los partidos Umma (islamista moderado) y Unionista Democrático (DUP, nacionalista árabe), liderados desde el exilio por el ex primer ministro Sadiq al-Mahdi y Muhammad Othman al-Mirghani, respectivamente. La NDA se planteó como objetivos derrocar el régimen bicéfalo de Bashir y Turabi, restablecer el pluralismo democrático en Sudán y dar una salida negociada al conflicto de Sudán del Sur sobre la base del principio de autodeterminación que el SPLA/M invocaba.

Aunque en 1997, con el respaldo crucial del Gobierno de Asmara, consiguió abrir un segundo frente a todo lo largo de la frontera de Sudán con Eritrea y el norte de Etiopía, el llamado Frente Oriental, amagando con llevar la guerra a las puertas de Jartum y transformando la geometría del añejo conflicto sudanés (que debía concebirse en lo sucesivo como uno más complejo, del tipo centro-periferia, y no únicamente como un enfrentamiento bipolar Norte-Sur), la NDA no fue capaz de hacer progresos significativos sobre el terreno por la falta de coordinación entre unos movimientos integrantes que seguían mirándose con desconfianza. Con todo, en el Frente Meridional, los hombres de Kiir sí se apuntaron un rosario de conquistas.

En mayo de 1998 el SPLA/M y el Gobierno de Sudán discutieron en Nairobi el establecimiento de una tregua limitada y sondearon las posibilidades de un arreglo político. En aquella ocasión, los representantes de Jartum dijeron reconocer el derecho de los diez estados sureños, de acuerdo con el nuevo esquema federal introducido en 1994, a celebrar un referéndum sobre la autodeterminación del Sur.

Sin embargo, la guerra civil continuó por la actitud resueltamente belicista de la NDA, que abominaba de la nueva Constitución islámica elaborada por Bashir. Bloqueada por el momento la salida pacífica, Kiir ordenó a sus tropas que ampliaran las ganancias territoriales en los estados de Ecuatoria Oriental y Bahr al Jabal (este último rebautizado posteriormente como Ecuatoria Central), con la gran ciudad de Juba como objetivo prioritario.

Entre 1999 y 2000, tres importantes virajes estratégicos adoptados por Bashir, el principio de normalización de las relaciones con Eritrea, Etiopía y Uganda, la espectacular ruptura con Turabi y el asomo de reconciliación con el Umma de Mahdi, alteraron drásticamente el escenario político y militar de Sudán.

En febrero de 2001 el SPLA, para sorpresa general, suscribió un "memorándum de entendimiento" con el Congreso Nacional Popular (PNC), la nueva agrupación montada por Turabi tras ser expulsado por Bashir del partido del régimen, el Congreso Nacional (NCP, fundado en 1998 de cara a las elecciones pluripartidistas de 2000). Sin embargo, la tentativa de Garang y Kiir de debilitar a Bashir mediante una alianza contra natura con la personalidad del Norte que más había insistido en el aplastamiento de su rebelión soberanista quedó cercenada a las primeras de cambio porque Turabi fue inmediatamente arrestado y apartado del juego político.

En los albores del siglo XXI, el deseo de presidente Bashir de rehabilitarse ante Occidente y de sacudirse del ostracismo internacional por su evidente complicidad con el jihadismo egipcio y el terrorismo de Al Qaeda, y, más concretamente, el nuevo panorama abierto por los atentados del 11-S, jugaron a favor de la solución negociada de uno los conflictos nacionales, étnicos y religiosos más enquistados del mundo.

En estos momentos, el SPLA/M dominaba casi todo el territorio de las regiones de Bahr el Ghazal y Ecuatoria, así como gran parte de la región nororiental del Gran Alto Nilo, aunque aquí en disputa con una facción rival y en ambiguos tratos con Jartum, el SPLA-Nasir, escindida en 1991 por miembros de la tribu nuer que lanzaron un golpe fallido contra Garang, acción en la que miles de dinkas resultaron asesinados.

Unidades del SPLA operaban incluso en áreas meridionales de las regiones norteñas de Darfur, Kordofán y Nilo Azul. Ahora bien, varias de las ciudades más importantes, entre ellas Juba, Wau, Malakal, Aweil y Bor, permanecían en manos del Ejército del Norte o de una milicia aliada local, las Fuerzas de Defensa de Sudán del Sur (SSDF). El SPLA/M controlaba entre otras Yei, cerca de la frontera con la República Democrática del Congo, Gogrial y Yambio.


2. Sucesor de John Garang y negociador de la secesión pactada con Jartum; la agitada cuenta atrás para la independencia

A principios de 2002, la presión y la mediación internacionales, con el auspicio y el respaldo decididos de Naciones Unidas, Estados Unidos y la Unión Africana, condujeron a las partes a firmar un alto el fuego de seis meses y renovable para el área montañosa de Nuba, en Kordofán del Sur, a aceptar el desbloqueo de la ayuda humanitaria y a sentarse en una mesa de negociaciones en Kenia que el 20 de julio de 2002 produjo el Protocolo de Machakos, paso histórico para acabar con una salvaje guerra civil de 19 años. Su estremecedor balance incluía entre 1,5 y 2 millones de muertos (la mayoría, civiles víctimas del hambre y las sequías), 4 millones de desplazados internos y 600.000 refugiados en los países limítrofes, desde Eritrea hasta la República Centroafricana.

El Acuerdo Global de Paz pone fin a la guerra civil
El Protocolo de Machakos, que fue personalmente ratificado el 27 de julio por Garang y Bashir en Kampala, donde los líderes celebraron su primer cara a cara con los buenos oficios del presidente ugandés, Yoweri Museveni, contenía dos puntos fundamentales favorables a las tesis del SPLA/M. Así, el Gobierno de Jartum reconocía el derecho del Sur a abrir un proceso de autodeterminación al cabo de un período interino de seis años y de paso aceptaba que la Sharía se aplicara únicamente en los estados del Norte; las garantías de salvaguardia para los habitantes no musulmanes del Sur quedarían recogidas en una reforma constitucional ad hoc.

Kiir estuvo involucrado y jugó un papel descollante en los acuerdos que las sucesivas rondas negociadoras del llamado Proceso de Machakos, cobijado en el precario alto el fuego de octubre de 2002, fueron alumbrando. La paulatina pacificación de Sudán del Sur se desarrolló en paralelo al estallido y apogeo del conflicto político, económico y étnico (pero no religioso, pues aquí casi todos los combatientes eran musulmanes) en la región occidental de Darfur, escenario de una rebelión de grupos armados no árabes que fue brutalmente respondida, con prácticas erradicadoras de dimensiones genocidas, por las fuerzas de seguridad de Jartum y la milicia progubernamental Janjaweed.

El 9 de enero de 2005, al cabo de tres años de tiras y aflojas que conocieron una retahíla de protocolos y acuerdos parciales, así como escaramuzas esporádicas en los frentes de una lucha que oficialmente no se dio por finalizada hasta el alto el fuego permanente adoptado en Naivasha, Kenya, el 31 de diciembre de 2004, las partes suscribieron finalmente el Acuerdo Global de Paz (Comprehensive Peace Agreement, CPA) en Nairobi. El prolijo documento fue firmado en la capital kenyana por Garang en representación del SPLA/M y por el vicepresidente primero Ali Osman Taha, hombre de confianza de Bashir, en nombre del Gobierno de Jartum.

El histórico CPA de 2005 presentaba varios compromisos clave. El Sur, comprendido por las tres provincias históricas de Bahr el Ghazal, Alto Nilo y Ecuatoria el Sur, y con capital en Juba, vería restablecido el marco autonómico derogado en 1983 y transcurridos seis años exactos, el 9 de enero de 2011, podría celebrar un referéndum vinculante sobre la independencia.

El estatus de soberanía de tres áreas que eran objeto de disputa por las partes, Abyei, las Montañas de Nuba en Kordofán del Sur y el estado de Nilo Azul, sería definido por unos referendos o "consultas populares" particulares; el referéndum en Abyei se haría coincidir con el referéndum de autodeterminación del Sur. Por otro lado, la precisión del trazado de la frontera internacional empezaría a discutirse sin esperar a conocer el destino de esos tres territorios.

Hasta el referéndum en el Sur, el SPLM, reconocido desde ya como un partido político legal, pasaría a integrarse en el Gobierno de Sudán y obtendría una cuota de representación en la Asamblea Nacional; dentro de este esquema de reparto del poder, el SPLM obtendría el puesto de vicepresidente primero de la República. A su vez, parte de los efectivos del SPLA se unirían a las FAS en el seno de unas Unidades Integradas Conjuntas (JIUs).

La Sharía se aplicaría en el Norte y los términos de su vigencia o no en el Sur serían definidos por la Asamblea Legislativa de la región autónoma. Finalmente, los ingresos que generara el petróleo serían divididos equitativamente entre las dos administraciones mientras durase el período transitorio de seis años.

El calendario comenzó a cumplirse escrupulosamente. El 24 de marzo de 2005 el Consejo de Seguridad de la ONU, mediante su resolución 1.590, aprobó la Misión de las Naciones Unidas en Sudán (UNMIS), operación de mantenimiento de la paz integrada por hasta 10.000 cascos azules y 715 policías civiles. Su mandato inicial era asistir a las autoridades sudanesas en la implementación del CPA y coordinarse con la Misión de la Unión Africana en Sudán (AMIS), desplegada en Darfur.

El 9 de julio de 2005 fue la fecha capital. Ese día, una vez aprobada por la Asamblea Nacional el 6 de julio, entró en vigor en Sudán la nueva Constitución Nacional Interina, que entre otros cambios instituía el Gobierno Autónomo de Sudán del Sur, con Garang de presidente y Kiir de vicepresidente. Al mismo tiempo, Garang prestó juramento en Jartum como vicepresidente primero de la República del Sudán. Bashir, que estaba cerca de completar el mandato constitucional de cinco años ganado en las elecciones de diciembre de 2000, juró asimismo como presidente de la República con un mandato adicional que, al socaire del período de transición, se saltaba la convocatoria de las urnas.

La súbita muerte de Garang convierte a Kiir en el nuevo líder de Sudán del Sur y en vicepresidente de Sudán
Los dos Sudán estrenaban una era política de colaboración y entendimiento que debía pasar página a décadas de mortal enemistad e indecible sufrimiento humano. Las expresiones sonrientes y cordiales exhibidas por los máximos dirigentes, Garang y Kiir por la parte sureña y Bashir y Taha por la parte norteña, invitaban a concebir grandes esperanzas.

Sin embargo, transcurridos unos días, el 31 de julio de 2005, todo el país contuvo el aliento al enterarse de que Garang, el líder indiscutible del Sur y ahora además la segunda autoridad de todo Sudán, estaba desaparecido desde la víspera, pues no había noticias del helicóptero ugandés que le traía de vuelta desde el país vecino, donde acababa de entrevistarse con Museveni. El 1 de agosto las autoridades anunciaron el hallazgo del aparato, estrellado en una zona montañosa de Ecuatoria Oriental, y de los cuerpos sin vida del estadista y sus trece acompañantes.

El anuncio del fallecimiento de Garang en accidente aéreo, siniestro que fue achacado a las malas condiciones meteorológicas, provocó violentos disturbios en Jartum, donde jóvenes sureños fuera de sí destrozaron bienes, atacaron a residentes árabes y sostuvieron choques con las fuerzas de seguridad, produciéndose cerca de 50 muertos y obligando al Ejército a desplegar soldados en las calles.

Desde Juba, escenario a su vez de unos pogromos antiárabes que dejaron un centenar de muertos, Kiir y el SPLM lanzaron enérgicos llamamientos a la calma y se apresuraron a confirmar que, pese a la pérdida de "nuestro héroe", el CPA seguía vigente y el proceso político de transición continuaba su curso. La visión y el legado de paz de Garang serían preservados a toda costa, aseguraban.

El vacío político y de poder en el Sur fue llenado sin demora por Kiir, al que sus camaradas proclamaron de inmediato presidente del SPLM y comandante en jefe del SPLA con el rango de teniente general. El 4 de agosto Bashir nombró a Kiir presidente del Gobierno de Sudán del Sur y vicepresidente primero de Sudán, cargos que asumió oficialmente el 11 de agosto. Su desplazamiento a Jartum para la ocasión fue el primero en 22 años. En Juba, el nuer Riek Machar, vicepresidente primero del SPLM, tomó la Vicepresidencia sudsudanesa.

Para algunos observadores atraídos por el simbolismo religioso, lo que acababa de suceder en Sudán del Sur suscitaba remembranzas del episodio bíblico del Éxodo, en el que Moisés, conductor de los hebreos en su larga travesía por el desierto, no llegaba a ver la entrada de su pueblo a la Tierra Prometida y era su segundo, Aarón, el encargado de culminar la magna empresa nacional. La analogía fue profusamente divulgada por los medios de comunicación oficiales de Sudán del Sur.

Las tensiones del período autonómico interino; la disputa por Abyei
En adelante, sobre Kiir, un dirigente carente del carisma popular (tal como acababa de reflejar la ausencia de multitudes, vítores y retratos suyos con motivo de su aterrizaje en Jartum para jurar como vicepresidente primero, a diferencia del grandioso recibimiento tributado a su predecesor el 8 de julio), los rasgos intelectuales y la elocuencia del malogrado Garang pero con todo bastante respetado por sus dotes militares y también diplomáticas, recaía todo el peso de la responsabilidad por la parte sureña para que el CPA no descarrilara y el período interino de seis años pudiera culminar con la celebración de elecciones democráticas y del referéndum de autodeterminación, cuyo resultado favorable prácticamente todo el mundo daba por sentado.

Ahora bien Kiir, habitualmente sobrio y nada proclive a enardecer masas con arengas nacionalistas, realizó algunas declaraciones que sugerían su aceptación de un desenlace no rupturista al finalizar el período autonómico transitorio. De hecho, los acuerdos de paz estipulaban la defensa de la unidad nacional, no la fractura o la división de los sudaneses. Por otra parte, la efusión de sangre que siguió a la muerte de Garang en Jartum y Juba recordó a todos lo delicado de proceso, que efectivamente iba a estar jalonado de grandes tensiones y turbulencias, aunque lo peor iba a venir a posteriori.

Haciendo a un lado su uniforme militar y portando ya exclusivamente el traje de civil, Kiir se entregó de lleno a las labores institucionales. El 20 de septiembre de 2005 quedó constituido el Gobierno de unidad nacional, con cuotas ministeriales para el NCP de Bashir, el SPLM de Kiir, una facción norteña del partido Umma, una disidencia norteña del DP y los sureños Unión de Partidos Africanos de Sudán (USAP) y Foro Democrático Unido de Sudán (UDSF).

Toda vez que Bashir, debido a las prácticas de limpieza étnica en la guerra de Darfur, se había convertido en un apestado internacional, Kiir pasó a encarnar la representatividad legítima y aceptable del Estado sudanés a los ojos de la ONU y los gobiernos occidentales, quienes no tuvieron ningún problema en recibir al vicepresidente y hasta hacía bien poco dirigente principal de un movimiento subversivo.

Este rol diplomático de primer orden del líder sursudanés se hizo absolutamente indispensable luego de que en julio de 2008 la Corte Penal Internacional imputara al presidente de Sudán los delitos de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio, presuntamente cometidos en Darfur, y emitiera en su contra una orden de arresto.

Dentro de su activo quehacer exterior, Kiir fue recibido por el presidente George Bush en la Casa Blanca en julio de 2006 y en noviembre de 2007 visitó la sede de la ONU en Nueva York.

Según los despachos de prensa, cuando su recepción en el Despacho Oval Kiir fue obsequiado por Bush con un sombrero negro de tipo Stetson que a partir de entonces lució en la mayoría de sus apariciones públicas. El llamativo complemento para su cabeza, atacada por la calvicie, se convirtió en una seña de identidad que dio notoriedad internacional a Kiir, el barbado cowboy sudanés, aunque lo cierto es que con anterioridad a su primer encuentro con Bush ya había podido vérsele tocado con este tipo de sombreros de ala ancha.

El contraste de las situaciones de Bashir y Kiir en el terreno internacional contribuyó a empeorar los desencuentros entre los dos hombres a causa de unas diferencias internas que la desconfianza y los recelos nutrían sin cesar.

A finales de noviembre de 2006 el cese de hostilidades fue gravemente violado en la ciudad de Malakal, donde destacamentos del SPLA y las FAS entablaron una tremenda batalla campal que dejó al menos 150 muertos y 400 heridos entre soldados y civiles. Los cascos azules de la UNMIS fueron incapaces de impedir el más serio encontronazo hasta la fecha entre las unidades militares del Norte y el Sur desde la firma del CPA.

En octubre de 2007 el SPLM anunció que "congelaba" su participación en el Gobierno de unidad nacional entre acusaciones al NCP de demorar sistemáticamente la aplicación de varios puntos críticos del CPA, como eran la demarcación de la frontera entre el Norte y el Sur, el reparto de los recursos naturales, la retirada de las FAS del Sur y la negociación del futuro del área de Abyei, pequeña en extensión pero fértil, regada por abundante agua y rica en petróleo.

Entonces, Kiir no dimitió como vicepresidente y en diciembre la crisis quedó desactivada gracias a una reunión con Bashir que produjo avances en todos los temas citados salvo el muy espinoso de Abyei. De acuerdo con el Protocolo específico del CPA, en el período transitorio el territorio pertenecía provisionalmente, hasta que se resolviera su estatus de soberanía, tanto al estado norteño de Kordofán del Sur como al estado sureño de Bahr el Ghazal del Norte, una jurisdicción simultánea que sólo podía generar conflictos de competencia y graves roces. Las gestiones de Kiir salvaron al Gobierno de unidad, al que se reincorporaron los ministros del SPLM.

La reyerta por Abyei siguió envenenando las relaciones entre el Norte y el Sur durante meses. Entre diciembre de 2007 y marzo de 2008 la tensión remontó por una serie de enfrentamientos del SPLA con una milicia local formada por miembros de la tribu de nómadas árabes Messiria, que defendía sus derechos de pastoreo, y mostraba afinidad al Norte. Estas violencias empujaron a las FAS a desplegar un contingente de soldados en Abyei para sostener la reclamación de soberanía del Norte, lo que a su vez dio lugar a nuevos choques armados con las tropas de Juba a lo largo de mayo.

En julio de 2008 Kiir y Bashir resolvieron someter su diferendo sobre Abyei al Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya. Este emitió en julio de 2009 un fallo que tenía bastante de salomónico, pues daba parcial satisfacción a las dos partes.

De acuerdo con la Corte, los bordes de Abyei venían definidos por el área de jurisdicción de los nueve jefes de clan de la tribu Ngok Dinka, dedicada principalmente a las tareas agrícolas y cuyas lealtades nacionales eran para Sudán del Sur.

En cambio, el Tribunal de Arbitraje dictaminó que los principales campos petrolíferos, incluidos los de Heglig y Bamboo, no formaban parte de Abyei y correspondían a la República del Sudán, la cual los explotaba a través de la Greater Nile Petroleum Operating Company (GNPOC), un consorcio internacional que tenía como accionista mayoritario a la China National Petroleum Corporation (CNPC). Ahora bien, la GNPOC operaba también el único campo importante que permanecía en Abyei, el de Defra. Abyei ya había sido delimitado en el mapa, pero la cuestión de a quién correspondería en el futuro continuaba sin respuesta.

El 31 de octubre de 2009, mientras ultimaba las negociaciones con el NCP sobre los términos del referéndum de 2011, Kiir hizo su más contundente pronunciamiento a favor de la secesión y la independencia de Sudán del Sur.

Borrando de un plumazo la imagen tibia y dubitativa forjada en los últimos años por quien, como garante del ACP y vicepresidente de la República, estaba obligado a defender con lealtad al Estado sudanés, Kiir lanzó el siguiente mensaje desde la Catedral Católica de Juba: "Cuando lleguéis a las urnas la elección es vuestra. Si queréis votar por la unidad, entonces os convertiréis en unos [ciudadanos de] segunda clase en vuestro propio país, eso es lo que habéis escogido. Pero si queréis votar por la independencia, entonces seréis personas libres en vuestro estado independiente". Estas inequívocas palabras provocaron lógico malestar en el entorno de Bashir.

Las elecciones de 2010 y el referéndum de autodeterminación de 2011
Del 11 al 15 de abril de 2010, tras varias cancelaciones que dilataron a 13 meses el retraso con respecto a la fecha original, tuvieron lugar elecciones generales en todo Sudán. Los resultados no dejaron lugar a dudas sobre la existencia de un cuerpo electoral abismalmente partido en dos con criterios geográficos. En las presidenciales nacionales, Bashir, con el 68,2% de los votos, se impuso sin esfuerzo a su contrincante del SPLM, Yasir Arman. El NCP dominó igualmente las elecciones legislativas al hacerse con 323 de los 450 escaños de la Asamblea Nacional, frente a los 99 obtenidos por el SPLM.

En Sudán del Sur, el SPLM arrasó. En las presidenciales, Kiir sacó el 93% de los votos y convirtió en testimonial la competición de su único adversario, Lam Akol, un antiguo lugarteniente suyo en el alto mando del SPLA con un historial de disidencias, rupturas y reconciliaciones con la facción mayoritaria del movimiento de liberación sursudanés. Entre 2005 y 2007 Akol había servido como ministro de Exteriores en el Gobierno de unidad nacional, hasta que Bashir, quien le había tenido en su partido años atrás, le apartó del puesto a petición del SPLM, que ya no se fiaba de él. Ahora, Akol concurrió como el candidato presidencial de su propia formación, el SPLM-DC (Cambio Democrático).

La hegemonía absoluta del SPLM quedó patente también en los comicios a la Asamblea Legislativa autonómica de 170 miembros, que prácticamente copó. Sólo escapó a su control una decena de escaños, repartida entre los independientes (siete puestos), el SPLM-DC (dos) y el NCP (uno). Las dimensiones de la acaparación del poder por el SPLM y las quejas de la oposición sobre la comisión de todo tipo de abusos y maniobras para favorecer a los candidatos oficialistas deslucieron el estreno de las instituciones democráticas de Sudán del Sur, cuyo pluralismo era más nominal que real.

El 21 de mayo de 2010 Kiir prestó juramento en Juba como presidente electo del Gobierno de Sudán del Sur y aprovechó la ceremonia para lanzar nuevos dardos a Jartum: "Nuestros socios del Partido del Congreso Nacional no tienen prisa en tomar medidas concretas para mantener unido a Sudán", aseveró en presencia de un incómodo Ali Osman Taha, el vicepresidente segundo de la República.

Kiir continuaba con su diagnóstico: "De esta manera, al período interino se le ha permitido transcurrir sin producirse acciones serias y significativas que conduzcan a ese objetivo [el de la unidad nacional]. Ahora que el tiempo prácticamente se ha agotado, una sensación de pánico parece instalarse, pues la gente se da cuenta de que la batalla por la unidad está a punto de perderse".

El presidente, no obstante, admitió haber cometido "errores" en el último lustro, prometió combatir la corrupción y aumentar la presencia de las mujeres en su Administración, y aseguró que "nunca nos dejaremos arrastrar a la guerra de nuevo". Justo un mes después, el 21 de junio, Kiir nombró un nuevo Gabinete con miembros de su partido y cuotas menores para el NCP y otras formaciones políticas de Sudán del Sur.

Por fin, en enero de 2011, en un ambiente de fervor patriótico y exaltación soberanista que amedrentó las peticiones de voto para el no, tuvo lugar el referéndum sobre la independencia. Las urnas estuvieron abiertas siete días, del 9 al 15 de enero, y los resultados fueron dados a conocer el 7 de febrero. Los pronósticos se cumplieron al pie de la letra y el sí triunfó con un apabullante 98,83% de los votos. Casi idénticos valores –el 97,58%- presentó el índice de participación, que, de acuerdo con lo pactado por los dos gobiernos, no podía ser inferior al 60% para considerar válida la consulta. Desde Jartum, Bashir asumió los resultados, que significaban la partición de Sudán y el nacimiento de un nuevo Estado independiente el próximo 9 de julio.

Zanjando meses de especulaciones, las autoridades sursudanesas decidieron que el nombre oficial del Estado fuera el de República de Sudán del Sur. Aparcadas quedaron propuestas más exóticas como las de "República del Nilo" y "Kush", nombre este último alusivo a un antiguo reino florecido en el primer milenio anterior a la era cristiana en el curso alto del Nilo y la confluencia del Nilo Blanco y el Nilo Azul (luego en territorios propiamente de Sudán, no de Sudán del Sur) y a costa del declinante poder del Egipto faraónico, donde el Imperio Kushita llegó a establecer una dinastía propia, la Dinastía Nubia, en los siglos VIII y VII a. C.

Espiral de violencia en los meses previos a la secesión
La inmediata cuenta atrás para la independencia fue ensombrecida por una nada halagüeña espiral de violencias intestinas y acusaciones políticas al más alto nivel. En el estado de Jonglei, perteneciente a la región del Gran Alto Nilo, cientos de personas perdieron la vida en la subversión declarada por George Athor, un antiguo adjunto de Kiir en el Estado Mayor del SPLA, largamente acusado de participar en negocios ilícitos y que en las elecciones del año anterior había visto frustrado su intento de convertirse en gobernador estatal. La rebelión de Athor iba a llegar a su fin en diciembre de 2011, cuando el cabecilla prófugo resultó muerto en un tiroteo con guardas fronterizos que descubrieron su intento de infiltrarse de nuevo en el país.

Más al norte, en el estado de Alto Nilo, otras bandas de renegados se dedicaron a emboscar a soldados del SPLA y sembraron el terror en la capital regional, Malakal, poniendo en peligro la producción petrolera. Por si fuera poco, las tradicionales pendencias tribales por la tierra, los pastos y el agua proliferaban por doquier y engordaban los balances de víctimas. La ola de violencia arrancó de sus hogares a decenas de miles de ciudadanos.

En marzo, Juba acusó directamente a Bashir de desestabilizar el Sur con la "creación, entrenamiento y aprovisionamiento" de milicias armadas declaradas en rebeldía y de pretender derrocar su Gobierno mediante un "golpe" antes de la proclamación de la independencia en julio, por lo cual suspendía las conversaciones oficiales.

La situación amenazó con descontrolarse en mayo en Abyei, donde no había tenido lugar el referéndum regional que debió hacerse hecho coincidir con el de Sudán del Sur. Tropas norteñas y sureñas se enfrentaron a tiro limpio y el 21 de mayo alrededor de 5.000 soldados de las FAS, en una operación relámpago que involucró a vehículos blindados, fuego artillero de cobertura y bombardeos aéreos, penetraron en el área en disputa y ocuparon su capital homónima. Más de 100.000 habitantes locales huyeron despavoridos hacia Sudán del Sur.

Jartum declaró que la operación era en represalia por una emboscada del SPLA en la que habían resultado muertos 22 soldados del Norte y que no retiraría sus tropas hasta que Juba se plegara a negociar un acuerdo para garantizar la "estabilidad y libertad de movimientos" en Abyei. El administrador civil del área, un sureño, fue destituido por Bashir, quien nombró en su lugar a un norteño.

La captura de Abyei por las FAS fue calificada de "acto de guerra" por el SPLA, mientras que Kiir elevó un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que interviniera y restableciera el estatus quo violado por Jartum. Los vecinos africanos tomaron cartas en el asunto y el 13 de junio consiguieron que Kiir y Bashir alcanzaran en Addis Abeba un principio de acuerdo en torno a un calendario de desmilitarización de Abyei para antes del 9 de julio, fecha en que las tropas etíopes podrían empezar a hacerse cargo de la seguridad del territorio. El 20 de junio las partes firmaron unos Compromisos Temporales para la Administración (conjunta) y Seguridad del Área de Abyei, cuyo estatus final, empero, quedaba sin determinar.

Siete días después, el Consejo de Seguridad de la ONU, mediante su resolución 1.990, aprobó la creación de una Fuerza de Seguridad Interina de las Naciones Unidas para Abyei (UNIFSA), formada por un máximo de 4.200 cascos azules etíopes y con un mandato operativo de seis meses.


3. Líder de un Estado arruinado y abocado a la violencia

La situación se sosegó en Abyei a tiempo para los fastos de la proclamación de la independencia de la República de Sudán del Sur el 9 de julio de 2011. La ceremonia, celebrada en la explanada del Mausoleo de John Garang en Juba, congregó a decenas de miles de jubilosos ciudadanos y contó con la asistencia de representantes de más de 80 países y organizaciones.

Allí estaban el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, el presidente de turno de la Unión Africana, el ecuatoguineano Teodoro Obiang, y otros muchos jefes de Estado y de Gobierno del continente, sin faltar Bashir, el cual recibió un trato de distinción y que hasta flanqueó a Kiir en la tribuna de autoridades sin ahorrar gestos de jovialidad y fraternidad.

Ello, pese a la reciente ruptura del alto el fuego en Abyei y, sobre todo, pese a que la independencia de Sudán del Sur suponía un fortísimo menoscabo económico para Sudán, que dejaba de ser el país más extenso de África, amén de un monumental fracaso político para el régimen de Jartum.

La proclamación oficial fue hecha por James Wani Igga, presidente de la Asamblea Legislativa Nacional y vicepresidente segundo del SPLM, quien pronunció estas palabras: "Nosotros, los representantes del pueblo elegidos democráticamente, basados en la voluntad del pueblo de Sudán del Sur, y tal como confirmó el resultado del referéndum de autodeterminación, declaramos que Sudán del Sur es una nación independiente y soberana".

A continuación, entre el delirio de la muchedumbre, fue izada en la plaza una enorme bandera nacional. Su diseño, con bandas horizontales negra, roja y verde, y triángulo azul izquierdo con estrella dorada inserta, era exactamente el mismo que el de la enseña del SPLA/M, lo que decía bastante de la identificación entre el Estado y el partido.

Luego, Kiir estampó su firma a la Constitución Transitoria, ratificada dos días atrás por la Asamblea Legislativa y que con este acto entraba en vigor –el texto, que sustituía a la Constitución Interina de 2005, establecía un presidencialismo fuerte como sistema de gobierno-, y prestó juramento como presidente de Sudán del Sur, por tercera vez en seis años pero por primera vez como jefe de un Estado soberano, el número 54 de África y el 194 del mundo.

El discurso del mandatario, precedido por un minuto de silencio "en honor a los héroes y heroínas caídos que pagaron el precio postrero por nuestra libertad y dignidad", y prologado con un homenaje al "sacrificio hecho por el fundador de nuestra nación, el Doctor John Garang De Mabior", incluyó numerosos pasajes para la esperanza y el optimismo.

"Este es un día que siempre quedará grabado en nuestros corazones (…) felicitémonos y demos gracias a Dios Todopoderoso por permitirnos ser testigos de este día, que hemos esperado durante más de 56 años. Es un sueño hecho realidad (…) La nueva nación tratará de vivir en paz con sus vecinos del norte, el este, el oeste y el sur (…) tomará parte de todos los esfuerzos humanos para promover la seguridad, la justicia, la libertad y la prosperidad (…) Nuestro pueblo demostrará a nuestros hermanos y hermanas sudaneses y a todos nuestros vecinos que somos verdaderamente unos socios comprometidos con la paz y con los principios de buena vecindad (…) Sudán del Sur se atendrá a los acuerdos y convenciones internacionales (…) Seremos un miembro responsable de la comunidad internacional".

"Tras sufrir la injusticia y las agresiones más extremas durante la mayor tiempo de nuestra historia poscolonial, el pueblo de Sudán del Sur nunca permitirá ser categorizado como agresor o creador de problemas. Tenemos la experiencia de lo que es ser un refugiado. Confiamos en que esta haya sido nuestra última guerra y que nuestro pueblo nunca tenga que atravesar las fronteras en busca de seguridad", manifestó el presidente, quien no olvidó mencionar la urgencia de potenciar las inversiones económicas y en capital humano para sacar al país del subdesarrollo agudo, y de extirpar el "cáncer" de la corrupción, pues "la transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales".

Kiir expresó también su agradecimiento a todos los gobiernos, organismos y ONG que habían permitido a los sursudaneses "mantenernos vivos", habían jugado un "papel crucial" en los acuerdos de paz de 2005 y, en suma, habían hecho posible este "enorme" e "histórico" momento. En alusión a los países vecinos y amigos que, como Uganda, Etiopía y Kenya, habían acogido a cientos de miles de refugiados durante la guerra y que ahora podían seguir prestando una valiosa ayuda a Sudán del sur como aliados políticos y socios económicos, el mandatario citó: "Nos alimentaron cuando estábamos enfermos, nos infundieron valor cuando estábamos débiles, dieron educación a nuestros niños; y lo más importante, estuvieron con nosotros hasta el final".

Por otro lado, quienes "querían bien" a Sudán del Sur se "sentirían felices de vernos tener éxito económico y disfrutar de estabilidad política", destacó el orador, que llamó igualmente la atención sobre otro tipo de actitudes: "Nuestros detractores ya nos han dado por amortizados, incluso antes de proclamar nuestra independencia. Ellos dicen que nos sumergiremos en la guerra civil tan pronto como icemos nuestra bandera. Arguyen que somos incapaces de resolver nuestros problemas dialogando. Nos corresponde demostrarles que están equivocados".

Luego tomó la palabra el "hermano presidente" Bashir, que contribuyó al tono positivo: "Felicitamos a nuestros hermanos en el sur por el establecimiento de su nuevo Estado. Compartimos su alegría y celebración. La voluntad de la gente del Sur ha de ser respetada".

Los enormes hándicaps del Estado más joven del mundo
Las primeras disposiciones de Kiir como jefe del Estado fueron, tal como anunció en su discurso, el lanzamiento de una amnistía general para todas las milicias y grupos armados declarados en rebelión y la solicitud de adhesión de Sudán del Sur como miembro pleno de la Asamblea General de la ONU. El ingreso en las Naciones Unidas, como el Estado miembro número 193 de la organización, tuvo lugar el 14 de julio. El 27 de julio otorgó la membresía la Unión Africana.

El mismo 9 de julio comenzaron los reconocimientos en cascada por los diversos gobiernos del mundo. El primero en establecer relaciones diplomáticas fue el de Sudán. Ese fue el día también en que la UNMIS dio paso a la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS), nueva operación de mantenimiento de la paz aprobada en la víspera por el Consejo de Seguridad, con un mandato inicial de un año y con una dotación de 11.776 efectivos, entre cascos azules, policías y personal civil. El 10 de julio Kiir presentó un Gobierno provisional que seguía contando con Riek Machar como vicepresidente.

Pese a los fastos, las palabras aleccionadoras y los buenos deseos, Sudán del Sur iniciaba su andadura como Estado independiente en unas circunstancias políticas y de seguridad peligrosas, y en unas condiciones sociales y económicas penosas en extremo.

A la cola en todos los estándares de desarrollo económico y bienestar humano del planeta, tal como el propio Kiir no tuvo ambages en recordar en su discurso del 9 de julio, el 90% de sus aproximadamente nueve millones de habitantes tenía que apañárselas con menos de un dólar al día, el 76% era analfabeto y el 18% sufría hambre crónica, según cifras de la UNICEF y otras agencias de la ONU. La gran mayoría de los sursudaneses vivía de las actividades agropecuarias de subsistencia.

Un millón largo de personas afrontaba una situación de inseguridad alimentaria y necesitaba asistencia. La malnutrición afectaba al 29% de los menores de cinco años, la tasa de mortalidad infantil era del 84 por mil (en el caso de los menores de cinco años ascendía al 106 por mil) y la tasa de mortalidad maternal en el parto era de 2.054 por cada 100.000 nacimientos. Sudán del Sur tenía también unos de los niveles de inmunización más bajos de mundo, con sólo el 2% de los niños pequeños debidamente vacunados.

Únicamente el 34% de la población accedía a agua potable localizable en menos de 30 de minutos (en un país rico en recursos hídricos) y tan sólo el 15% tenía a su disposición instalaciones sanitarias. En la propia Juba, donde las cicatrices de la guerra continuaban bien visibles, el agua corriente y el suministro eléctrico, producido con generadores diésel, eran un lujo del que sólo algunas manzanas de edificios del centro urbano disponían permanentemente.

Hospitales y personal médico eran muy acuciantes. Si la situación alimentaria y sanitaria no había dado lugar a una catástrofe humanitaria, e incluso había experimentado cierto alivio en los últimos años, era gracias a la eficaz labor desarrollada por las ONG y las comunidades locales de base bajo la coordinación de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU.

En sus discursos y declaraciones, Kiir y los miembros del Gobierno dieron cuenta de un amplio abanico de contactos y negociaciones en curso con gobiernos, organismos y empresas para lanzar proyectos de desarrollo económico y paliar la abrumadora falta de infraestructuras.

Sudán del Sur, un país de 620.000 km2 encerrado en el interior de África, no tenía ni 100 km de carreteras asfaltadas. Ahora bien, era el sector petrolero, de cuyos ingresos dependía prácticamente el 100% del presupuesto nacional, el que encerraba la gran y mortificante paradoja económica de Sudán del Sur, por lo demás un país sumamente rico en minerales: que el nuevo Estado controlaba el 75% de las reservas del hidrocarburo del anterior Sudán unificado, cuya producción venía siendo de 487.000 barriles diarios, pero dependía totalmente de su vecino del norte para refinar, transportar y exportar al exterior, por dos oleoductos que confluían en Jartum y desembocaban en la terminal de Port Sudan en el mar Rojo, todo ese crudo.

En los últimos seis años, en virtud de lo estipulado por el CPA, los ingresos petroleros se habían repartido al 50%, pero ahora ese acuerdo había expirado y Juba y Jartum no habían convenido el nuevo esquema de asociación. El hecho de que la compañía china CNPC fuera el mayor inversor en la explotación de los pozos de los dos países debería ayudar a acercar las posturas.

Los ministros y dirigentes del SPLM ya estaban alimentando las expectativas de la construcción de un oleoducto de salida al Índico por Kenya, pero este gran proyecto era por el momento un mero brindis al sol. La ineludible verdad era que Sudán y Sudán del Sur se necesitaban mutuamente para sacar el debido partido a su riqueza petrolera, y Sudán del Sur, además, dependía en gran medida de Sudán para la importación de bienes, servicios y capitales.

A la independencia se había llegado sin resolver la vital cuestión del reparto de los costes y los beneficios del petróleo, pero otro dos grandes asuntos, gérmenes de conflictos bélicos potenciales y que en parte ya eran reales, se habían quedado en el tintero también: la demarcación de la frontera y el futuro de las llamadas Tres Áreas, a saber, Abyei, las Montañas de Nuba en Kordofán del Sur y el estado de Nilo Azul, en ninguna de las cuales se había celebrado ni el referéndum ni las "consultas populares" mencionadas en el CPA de 2005; ni siquiera se sabía cuándo ni cómo podrían tenían lugar.

En estos momentos, la mayor preocupación procedía de Kordofán del Sur, estado que concentraba los campos petrolíferos que le quedaban a Sudán. En la zona de Nuba, de población negra, operaba el SPLM-Norte, una organización emanada del SPLM sursudanés y formada por ex combatientes del SPLA que, más que por la independencia de Sudán del Sur, habían apostado por el derrocamiento del régimen de Bashir.

Ahora, el ala militar del SPLM-N que tenía como líderes a Malik Agar, antiguo colaborador de Garang y actual gobernador –aunque por poco tiempo- de Nilo Azul y al ex candidato presidencial Yasir Arman, seguía luchando contra Jartum sin el respaldo oficial del Gobierno de Juba, si bien Bashir tenía poderosas razones para sospechar una connivencia clandestina.

A principios de agosto de 2011, el Gobierno de Juba anunció con satisfacción que el más poderoso de sus grupos rebeldes, el Movimiento/Ejército de Liberación de Sudán del Sur (SSLM/A), liderado por el ex general del SPLA -y antes de las prosudanesas SSDF- Peter Gadet, nutrido fundamentalmente por milicianos de la etnia nuer y activo en los estados de Alto Nilo, Jonglei y Unity, había cesado sus hostilidades y se había acogido a la oferta de amnistía y reinserción del presidente Kiir. Hasta ahora, el SSLM/A había justificado su insurrección por la corrupción de las autoridades y la mala gestión de los recursos petroleros. También, venía denunciando las prácticas excluyentes de la mayoría dinka.

Días después, ese mismo mes, la noticia del adiós a las armas del SSLM/A quedó empañada por un brutal estallido de violencia intertribal en Jonglei, donde al menos 600 personas perecieron en una serie de ataques y represalias por la posesión de miles de cabezas de ganado de las etnias nuer y murle. La espiral de venganzas en el condado de Libor iba a continuar en los meses siguientes.

En septiembre, Kiir discurseó en la Asamblea General de la ONU. Entrevistado en Nueva York, el presidente se declaró capaz de resolver los problemas de seguridad que acosaban al joven Estado y devolvió las acusaciones de Bashir sobre el apoyo encubierto de Juba al SPLM-N con la afirmación de que las subversiones activas en casa estaban patrocinadas "por enemigos de Sudán del Sur" muy interesados en verlo convertirse en un "Estado fallido". También, se refirió a la invasión de Abyei por el Norte en mayo anterior como un "intento de arrastrar" al Sur a la guerra y sabotear la independencia. "Conocíamos la trampa y no respondimos a la agresión", manifestó Kiir.

Ahora bien, en octubre, continuando con su extraña relación pendular, oscilante entre las recriminaciones y los gestos de hermanamiento, Kiir se desplazó a Jartum en visita oficial. Al menos de cara a la galería, la cumbre con Bashir fue muy provechosa, pues los presidentes se declararon comprometidos con el diálogo y la paz, y acordaron poner en marcha una serie de comités específicos para discutir la solución de los contenciosos abiertos.

Mini guerra fronteriza con Sudán y desbarajuste económico en 2012
A las buenas palabras escuchadas en la cumbre de Jartum de octubre de 2011 se las llevó rápidamente el viento. A finales de enero de 2012, tras acusar a Jartum de estar "robando" parte del petróleo sureño transportado hacia Port Sudan y destinado a la exportación, confiscación que el Gobierno vecino no negaba pero que consideraba lícita como descuento por el impago por Sudán del Sur de su parte de los costes del tránsito, a su vez considerados demasiado elevados por Juba, Kiir decidió tomar una medida de represalia que sin embargo acarreaba más perjuicios propios que ajenos: "parar completamente" la extracción de crudo sursudanesa, de alrededor de 350.000 barriles diarios.

El 10 de febrero los gobiernos parecieron recobrar el sentido común y firmaron en Addis Abeba un "pacto de no agresión y cooperación" fundado en el "respeto de la soberanía y la integridad territorial" de las dos partes, las cuales se "abstenían de lanzar cualquier ataque, bombardeos incluidos". Sin embargo, el memorándum de seguridad no aportaba ninguna solución para la disputa petrolera. No sin razón, Bashir afirmó que Juba estaba "suicidándose" al detener la producción de crudo.

El 7 de marzo, en plena ofensiva del SPLM-N contra posiciones de las FAS en Kordofán del Sur, Juba acusó a Jartum de bombardear la ciudad fronteriza de Jau, en Unity, cuya soberanía sursudanesa el régimen del NCP no reconocía. Una semana después, al cabo de unas tensas negociaciones mediadas por la UA, los gobiernos firmaron en Addis Abeba un ramillete de acuerdos sobre residentes nacionales y demarcación de fronteras.

El 26 de marzo, sin embargo, en un movimiento completamente inesperado, el SPLA atravesó los mal definidos límites internacionales, penetró 30 km en Sudán y atacó la población petrolera de Heglig, que de acuerdo con el arbitraje internacional no pertenecía a Abyei y que tampoco formaba parte del área montañosa de Kordofán del Sur con el estatus de soberanía sin zanjar, según el CPA de 2005. Las FAS replicaron con ataques por tierra y aire, y durante unos días los respectivos toma y daca dieron lugar a una situación bélica muy confusa.

El 10 de abril las tropas sursudanesas deshicieron el impasse lanzando una ofensiva que les permitió conquistar Heglig, la población y el campo petrolífero, con diferencia el más productivo que tenía Sudán: más de la mitad del crudo nacional se bombeaba allí. Desde la Asamblea Legislativa de Juba, Kiir aseguró que no ordenaría la retirada de las tropas porque Sudán del Sur, aunque no quería una "guerra", tenía que "defenderse" de las "agresiones" de Sudán.

La reacción de Bashir en Jartum fue furibunda: declaró "enemigo" al Gobierno de Sudán del Sur, prometió darle una "lección final por la fuerza" y amenazó lisa y llanamente con "derrocarlo" para "liberar a los nacionales del Sur". Juba respondió que el presidente sudanés planeaba un "genocidio" del estilo del cometido en Darfur y que estaba listo para luchar para impedirlo. El 20 de abril el Ejército sudanés, lanzado en tromba, reconquistó Heglig, cuya evacuación por el SPLA estaba siendo exigida por la ONU, la UA y la Liga Árabe, y sin detenerse en la frontera tomó la carretera que llevaba a Bentiu, la capital de Unity, a la que la Aviación empezó a bombardear desde el aire.

El 24 de abril Kiir afirmó que Sudán había "declarado la guerra" a su país, pero el riesgo cierto de una contienda abierta entre los dos países fue cortado por la UA y la ONU, que forzaron la apertura de la enésima mesa de negociaciones. El 2 de mayo los dos gobiernos acataron la resolución 2.046 del Consejo de Seguridad de la ONU, que condenaba la invasión sursudanesa de Heglig y exigía a las partes el inmediato cese de las hostilidades, la retirada de las tropas a sus respectivos lados de la frontera y el inicio de conversaciones, bajo la amenaza expresa de imponerles sanciones.

Tras el paso en falso que había supuesto a ataque a Heglig, Kiir empezó a encarar las consecuencias económicas de las graves decisiones tomadas desde comienzos de año.

El parón de la producción petrolera estaba teniendo un impacto devastador en el enteco erario público y en el PIB, que iba a terminar 2012 con un derrumbe catastrófico, de entre el 47% y el 55%; en otras palabras, la mitad del producto nacional de Sudán del Sur, estimado en 14.000 millones de dólares (valor nominal que producía un engañoso PIB por habitante superior al de la mayoría de países del África subsahariana), se evaporó en pocos meses. La dramática reducción de los ingresos y de la capacidad importadora disparó la inflación, que marcó un pico del 79% en mayo.

Por si fuera poco, a comienzos de mayo, el presidente, en un ejercicio de transparencia loable pero que sin embargo mostraba al mundo el lado más ruin de algunos de los gobernantes de Sudán del Sur, acusó públicamente a 75 altos funcionarios del Gobierno y personas corruptas allegadas, cuyos nombres no reveló, de haber saqueado recursos financieros del Estado por valor de 4.000 millones de dólares, cantidad equivalente a cerca de la tercera parte de todo el producto nacional bruto. Los imputados fueron conminados por el presidente, mediante carta personal, a que devolvieran los dineros sustraídos como condición para eludir el castigo.

En un intento de desmarcarse radicalmente del escándalo, Kiir comparó la rapacidad de los autores del colosal desfalco con el sacrificio de sus camaradas muertos en la larga lucha por la independencia: "Una vez que legamos al poder, olvidamos para qué luchamos y nos dedicamos a enriquecernos a expensas de pueblo", se lamentó el presidente.

El 9 de julio de 2012 Sudán del Sur conmemoró su primer año de independencia apesadumbrado por los informes que pronosticaban un colapso de sus arcas a corto plazo si no afluían fondos e ingresos de inmediato. Sin embargo, la producción petrolera seguía paralizada. Semanas después, las negociaciones en curso para intentar resolver el conflicto energético se vieron interrumpidas por un bombardeo de la Aviación sudanesa sobre territorio sursudanés.

En agosto, las ONG alertaron de que 170.000 civiles sudaneses se habían refugiado ya en Sudán del Sur huyendo de los combates en Kordofán del Sur y Nilo Azul entre las FAS y el SPLM-N, el cual ya actuaba coordinado con tres guerrillas de Darfur opuestas a Jartum, formando las cuatro el Frente Revolucionario Sudanés (SRF).

La esperanza retornó el 27 de septiembre de 2012 con motivo de la firma por Kiir y Bashir en Addis Abeba de un paquete de acuerdos sobre seguridad fronteriza y comercio petrolero que incluyeron la creación de una zona desmilitarizada. El mandatario sursudanés se felicitó por este "gran día en la historia de la región" y su colega sudanés le llamó "socio en la paz". Sin embargo, los presidentes no fueron capaces de abordar siquiera la cuestión de Abyei. El petróleo de Sudán del Sur tampoco volvió a circular por el momento.

El 25 de noviembre Juba presentó contra Jartum una queja formal ante el Consejo de Seguridad de la ONU por los recientes bombardeos de la Aviación sudanesa en puntos del estado de Bahr el Ghazal, que constituían una flagrante violación de los acuerdos el 27 de septiembre.

Reanudación del conflicto petrolero con Sudán y escenario de guerra civil a caballo entre 2013 y 2014
(Epígrafe en previsión)

(Cobertura informativa hasta 1/1/2013)