Rishi Sunak

El Reino Unido, sumido en una etapa de volatilidad gubernamental sin parangón en su historia reciente, ha estrenado el 25 de octubre de 2022 su quinto primer ministro, todos del mismo partido, en algo más de seis años y el tercero en menos de dos meses. El nuevo gobernante es Rishi Sunak, elegido en la víspera por aclamación, en virtud de la retirada de Penny Mordaunt, líder de los conservadores británicos para suceder a la dimitida Liz Truss, quien se va tras solo 50 días de ejercicio. Sunak, cuya ascendencia india hace de él el primer jefe de Gobierno perteneciente a una minoría étnica, asume un panorama tormentoso por el solapamiento de crisis de naturaleza diversa pero borbotadas en el mismo crisol: el incumplimiento de las expectativas de que fuera de la UE al país le iba a ir mejor y la división del Partido Conservador en alas ideológicas insolublemente enfrentadas.

La dimisión el 20 de octubre de Truss, tumbada por las ondas de choque económicas y políticas de su plan de bajadas de impuestos, tan audaz como escaso de credibilidad, llevó hasta extremos inverosímiles la inestabilidad y la confusión instaladas en la política británica desde el referéndum del Brexit de 2016. Sunak ha sido uno de los protagonistas del último tramo de este convulso período, como secretario jefe del Tesoro y luego canciller del Exchequer a las órdenes de Boris Johnson. Su renuncia en julio de 2022 aceleró la caída del polémico primer ministro, cercado por los escándalos. Luego, en septiembre, Sunak fue batido en la elección interna de los conservadores por Truss, quien no le repescó para su Gabinete. En esta pugna se advirtió el contraste entre el derechismo económico ultraliberal de Truss y el enfoque más ortodoxo o clásico de Sunak, un millonario procedente de la banca privada de inversiones y el negocio de los fondos de riesgo.

Ahora, el hindú Sunak, quien a sus 42 años es de paso el más joven premier en dos siglos, toma las riendas del Reino Unido sin la retórica triunfalista de sus dos predecesores en el cargo y procurando proyectar una imagen de pragmatismo, realismo y sensatez. Acuciado por la mayor inflación desde 1981, de dos dígitos ya, y la fragmentación de los tories, el primer ministro entrante pone el acento en los "profundos desafíos económicos" —los costes desaforados de bienes y servicios, en especial la factura energética, que ahogan a hogares y empresas, más la caída de las exportaciones a pesar de la depreciación de la libra, que hace asomar la recesión— y sintetiza sus prioridades en la tríada "estabilidad", "confianza" y "unidad". Promete servir con "integridad y humildad", así como "corregir los errores" cometidos por Truss, récord de brevedad, en su intento de "mejorar el crecimiento" y "provocar un cambio". Con ese fin, habrá de tomar "decisiones difíciles", ha avisado a las puertas del 10 de Downing Street tras despachar con el rey Carlos III, sugiriendo con ello un recorte del gasto público a fin de contener las presiones sobre el déficit y la deuda.

El desbarajuste creado por los conservadores da alas a la oposición laborista, que en estos momentos saca nada menos que 33 puntos de ventaja en los sondeos. Su líder, Keir Starmer, describió como un "caos grotesco" la presentación y casi inmediata retirada por Truss de su mini-presupuesto, censurado por doquier y causante de una estampida en los mercados de bonos que a su vez puso en peligro los fondos privados de pensiones. La caída en barrena de la libra y la espiral alcista de los intereses de la deuda soberana obligaron al Banco de Inglaterra a intervenir de urgencia. Si tuvieran lugar ahora las elecciones generales que por duración natural de la legislatura tocan en 2024, el Partido Conservador no obtendría más que el 20% de los votos, rezan las encuestas.

Para Sunak, resulta imperioso no cometer fallos, más si son de bulto, ante la alargada sombra dejada por sus cuatro antecesores, todos dimitidos forzosos: David Cameron en 2016 al perder en el referéndum sobre un Brexit en el que no creía pero que había accedido a convocar para contentar a los euroescépticos de su partido, Sunak entre ellos; Theresa May en 2019 al fracasar en la aprobación parlamentaria de la primera versión del Acuerdo de Retirada de la UE; Boris Johnson en julio de 2022 por el Partygate y escándalos conexos; y esta vez Liz Truss por un clamoroso patinazo económico. El país aguarda la presentación del nuevo paquete fiscal por el canciller del Exchequer Jeremy Hunt, quien ya retiró el grueso de las medidas anunciadas por su efímero predecesor Kwasi Kwarteng (salvo las reversiones de la subida de las cotizaciones laborales un 1,25% y de la nueva tasa sanitaria, acompañadas de la congelación de las facturas energéticas por seis meses, no 24 como se dijo en septiembre), y al que Sunak ha confirmado en el puesto que Truss le confirió a la desesperada el 14 de octubre.


(Texto actualizado hasta 25 octubre 2022)

Rishi Sunak es la figura que más alto ha llegado de entre la generación de políticos británicos (conservadores en su mayoría) nativos del Reino Unido e hijos de padres oriundos de India o Pakistán, colonia conjunta del Imperio hasta la partición e independencias nacionales de 1947. Otros representantes destacados, nacidos entre 1969 y 1980, de este colectivo son Sajid Javid, predecesor de Sunak en la Cancillería del Exchequer y antes y después secretario del Interior y de Salud, el alcalde de Londres Sadiq Khan, la secretaria del Interior con Johnson, Priti Patel, y su sucesora en el cargo con Truss y Sunak, Suella Braverman. Relacionados con ellos están ministros y diputados de más edad como Shailesh Vara y Alok Sharma, de estirpe indostánica igualmente aunque nacidos fuera de Gran Bretaña.

En el caso de Sunak, sus padres, profesionales del ámbito sanitario, no nacieron en realidad en el Raj Británico sino en las colonias africanas orientales de Kenya y Tanganyka, donde formaban parte de las comunidades de emigrantes hindúes de origen punjabí. Los Sunak emigraron a su vez a la antigua metrópoli y en 1980, en Southampton, alumbraron a su hijo mayor Rishi. El joven cursó la secundaria en el Winchester College, un exclusivo internado de Hampshire, y luego se labró un currículum universitario de economista y administrador de empresas en el Lincoln College de Oxford y la californiana Universidad de Stanford.

En 2001 Sunak fue contratado para su plantilla de analistas financieros por Goldman Sachs, donde trabajó hasta 2004. Posteriormente, estuvo con la firma londinense Children's Investment Fund Management y en 2009 entró como socio en la gestora de fondos de cobertura (hedge funds) Theleme Partners, negocio compartido con otros colegas de profesión que le convirtió en un hombre rico.

Esta bonanza se acrecentó aún más a raíz de su matrimonio en 2009 en Bangalore con Akshata Murthy, hija de N. R. Narayana Murthy, el fundador y presidente de Infosys, una de las mayores empresas de servicios tecnológicos de India. En 2013 Sunak se convirtió en director de la sucursal británica de Catamaran Ventures, compañía de inversiones fundada por su suegro magnate y de la que Akshata era dueña capitalista. Hoy, el patrimonio combinado del matrimonio Sunak-Murthy, padres de las niñas Krishna y Anoushka, se estima en 730 millones de libras, si bien ella aporta el grueso de esa cartera de capitales y bienes raíces. Esto haría de él el primer jefe de Gobierno más creso que el monarca del Palacio de Buckingham, destacan medios periodísticos. En realidad, esto es inexacto, pues dicha condición correspondería a su mujer. Hasta ahora, Sunak ya estaba considerado el miembro más adinerado de la Cámara de los Comunes.

Poseer tamaña fortuna privada —algo que, al menos hasta ahora, el político no se ha esforzado mucho en disimular— principalmente por vía conyugal es un atributo que subraya la obligación para Sunak de ser muy cuidadoso en la conducción del Gabinete, las relaciones con un grupo parlamentario crónicamente fracturado e indisciplinado, y la gestión de la crisis social y económica generada por los elevados costes de la energía y el endeudamiento, pero también por la incertidumbre política. Cabeceras de la prensa británica ya llevan un tiempo poniendo de relieve la insuficiente transparencia de su declaración de haberes y de las medidas tomadas con sus participaciones de capital para evitar conflictos de intereses. Además, está bajo lupa la situación fiscal de su esposa empresaria y multimillonaria, que durante años no ha tributado a la hacienda británica sus ganancias y dividendos obtenidos en el extranjero al estar acogida al estatus de "no domiciliada" en el Reino Unido, no obstante vivir allí.

Sunak es un caso de ingreso relativamente tardío en la política representativa. Debutó en la Cámara de los Comunes en las elecciones generales de mayo de 2015, ganadas por los conservadores con mayoría absoluta y permitiendo por tanto a David Cameron formar un segundo Gobierno en solitario, sin necesitar la coalición con los liberaldemócratas.

Diputado por Richmond, circunscripción de North Yorkshire que desde hacía un cuarto de siglo había representado William Hague, antiguo líder del partido, Sunak se hizo notar por su adscripción al grupo de parlamentarios conservadores que defendían las ventajas de abandonar la UE tras más de cuatro décadas de pertenencia. Este portazo, argüían, permitiría al Reino Unido recobrar "soberanía" económica y legal, y desarrollar un potencial de crecimiento que los ordenamientos de Bruselas supuestamente constreñían. Así, el diputado, desde su primer día en política, formó parte del sector brexiter del partido, compromiso que no era el de Cameron, tibio partidario del Remain, y que solo en una fase avanzada de sus carreras fue asumido por Theresa May, Liz Truss y el mismísmo Boris Johnson, máximo adalid del Leave.


FIDELIDAD A MAY, COLABORACIÓN "TRAICIONADA" CON JOHNSON, RIVALIDAD CON TRUSSFue Theresa May la que introdujo a Sunak en el Gobierno, dándole el cargo de subsecretario de Estado parlamentario para Gobiernos Locales. El nombramiento se produjo en enero de 2018, siete meses después de unas elecciones generales, anticipadas por May en un grueso error de cálculo, que acarrearon a los conservadores la pérdida de la mayoría absoluta. Leal a la atribulada primera ministra, en los Comunes Sunak votó repetidamente a favor de la versión del Acuerdo de Retirada que May había negociado con la UE pero que entre enero y marzo de 2019 se estrelló tres veces seguidas, no obstante los retoques y enmiendas introducidos en el texto, por el repudio combinado de los laboristas y los brexiters intransigentes, capitaneados por Johnson. Tal bloqueo parlamentario supuso retrasar la salida de la UE por casi un año y empujó a May a renunciar en junio de 2019.

Entonces, Sunak salió a apoyar la ambición sucesoria de Johnson y este, luego de conquistar el liderazgo tory y de llegar a Downing Street en julio, premió al experto financiero con un ministerio importante pero que no comportaba la membresía plena del Gabinete, la Secretaría Jefe del Tesoro; la misma se hallaba supeditada a la Cancillería del Exchequer, el equivalente al Ministerio de Finanzas en otros países, oficina de la que tomó posesión Sajid Javid. Sunak reemplazaba a Liz Truss, movida por Johnson a la secretaria de Estado para el Comercio Internacional. En las votaciones adelantadas de diciembre de 2019, que permitieron al Partido Conservador subsanar la mayoría relativa de 2017, el secretario jefe del Tesoro fue reelegido de nuevo por Richmond.

La progresión de Sunak en el Gabinete Johnson fue rápida. El 13 de febrero de 2020, trascurridas dos semanas desde la salida oficial de la UE y el inicio del período de transición post-Brexit de 11 meses (durante el cual el Reino Unido seguía perteneciendo a la Unión Aduanera y el Mercado Interior Único, hasta la entrada en vigor del nuevo Acuerdo de Cooperación y Comercio con la UE), el primer ministro le escogió para suplir como canciller del Exchequer a Sajid Javid, quien se apeaba por discrepancias con su jefe. Ahora, Sunak ocupaba la segunda posición en la jerarquía del Gobierno.

En sus más de dos años en este puesto cimero, Sunak aplicó el paquete de medidas de respuesta financiera para paliar el impacto social y económico de la COVID-19, principalmente las subvenciones a las empresas para que no despidieran personal, las bonificaciones a los trabajadores autónomos, los préstamos de emergencia para las pymes y las ayudas específicas a la hostelería. El Reino Unido acabó el infausto 2020 con una histórica recesión del -11%, 700.000 nuevos parados y una deuda pública recrecida hasta el 104% del PIB. El esfuerzo fiscal de 125.000 millones de libras de gastos extra mientras los ingresos disminuían en 54.000 millones se traducía en una previsión de déficit récord de 355.000 millones en el presupuesto que Sunak presentó a los Comunes en marzo de 2021. El ministro avanzó además los planes post-pandemia para subir el impuesto de sociedades del 19% al 25% en abril de 2023 y elevar un 1,25% las cotizaciones laborales a partir de abril de 2022.

Con efecto inmediato y por un lustro, quedaban congelados tanto el tipo mínimo (12.570 libras) para tibutar en el impuesto sobre la renta, lo que en la práctica suponía que más de un millón más de personas tendrían que empezar a declarar, como el umbral del tipo máximo (50.271 libras), con lo que otro millón de contribuyentes pasarían a tener la retención del 40%. Estas alzas, en conjunto las más potentes en décadas, violaban la promesa hecha en las elecciones de 2019 de no subir ningún impuesto o carga a las empresas y el trabajo, pero Sunak y Johnson las justificaron por la necesidad que había de inyectar dinero público en el Servicio Nacional de Salud (NHS) y para aumentar la recaudación en 30.000 millones de libras anuales hasta 2025.

Por su dinamismo ministerial y su identificación con el discurso del primer ministro, Sunak no tardó en ser visto como el delfín de Johnson. Sin embargo, esta percepción empezó a agrietarse en los primeros meses de 2022, en un contexto económico súbitamente deteriorado por la confluencia de las disrupciones en las cadenas mundiales de suministros, el desabastecimiento de algunos productos cotidianos, la falta de materias primas y de trabajadores especializados (unas carencias indudablemente debidas al Brexit), y el encarecimiento desmesurado de muchos bienes básicos y de la energía, más el factor agravante de la invasión rusa de Ucrania.

Ahora bien, la principal polvareda del momento era de índole estrictamente política. En abril de 2022, un mes antes de anunciar un paquete de subvenciones para ayudar a los hogares a pagar los sobrecostes de la inflación y los recibos de la energía, más un impuesto único del 25% a los beneficios extraordinarios de las compañías petroleras y gasísticas, Sunak y Johnson fueron multados por la Policía Metropolitana de Londres en violación de las prohibiciones de movilidad y contacto social impuestas por el propio Ejecutivo para frenar los contagios del coronavirus. Scotland Yard les sancionaba por haber tomado parte en una "fiesta de cumpleaños" del primer ministro celebrada en el Cabinet Room en junio de 2020.

A estas alturas del curso político, Johnson ya estaba pasando muy serios apuros bajo el vendaval de los escándalos protagonizados por sus asistentes y por él mismo, que ponían en entredicho su integridad. Las revelaciones y testimonios de lo que dio en llamarse el Partygate, la participación del personal de Downing Street, Johnson y su esposa en varias fiestas o encuentros lúdicos con bebidas alcohólicas en 2020, durante los confinamientos de Londres, y también en 2021, cogieron al líder conservador en mentira de manera reiterada. La crisis de las violaciones éticas desató contra Johnson un alud de demandas de dimisión que empezó a abrirse camino en el Partido Conservador, primero en los Comunes y luego ya también en el mismo Gobierno.

Inicialmente, Sunak se mantuvo al margen del runrún de revuelta entre los tories contra Johnson, al que en junio de nada le sirvió ganar un voto de confianza interno. Muchos le presuponían una fidelidad irrestricta, como la que por ejemplo exhibía Liz Truss, desde septiembre de 2021 secretaria de Asuntos Exteriores. Pero un nuevo episodio vergonzoso empujó al canciller del Exchequer a dar un paso al frente con sonoro portazo: fue el conocimiento de la protección que el primer ministro había brindado a Chris Pincher, el jefe disciplinario adjunto del grupo de los Comunes, dimitido el 30 de junio entre acusaciones de haber manoseado y hecho insinuaciones sexuales a varios hombres en estado de embriaguez.

Llegado este punto, el 5 de julio de 2022, Sunak presentó la dimisión irrevocable porque el público británico esperaba "con razón" que el Gobierno se condujera de manera "apropiada, competente y seria". "Reconozco que este puede ser mi último trabajo ministerial, pero creo que vale la pena luchar por estos estándares y es por eso que renuncio (…) Me entristece dejar el Gobierno, pero a regañadientes he llegado a la conclusión de que no podemos seguir así", le decía el hasta ahora canciller del Exchequer al primer ministro en su carta de despedida. Las marchas simultáneas de Sunak y el también descontento Sajid Javid, quien venía fungiendo de secretario de Estado de Salud y Atención Social, fueron un golpe letal para Johnson, que en las horas siguientes encajó una avalancha nunca vista de dimisiones en cadena: solo miembros del Gobierno, renunciaron en señal de protesta un total de 28 oficiales. Cinco de ellos, como Sunak y Javid, eran miembros del Gabinete. Ante esta pérdida masiva de confianza entre los suyos, Johnson no tuvo más salida que anunciar su dimisión como líder del Partido Conservador el 7 de julio.

Se abrió entonces un proceso de elección interna a culminar tras las vacaciones de verano y cuyo ganador se convertiría automáticamente en el nuevo primer ministro del Reino Unido. Sunak declaró su candidatura para suceder a Johnson el 8 de julio, acuñando el eslogan Listos para Rishi y contando como patrocinadores formales con los diputados Dominic Raab, el viceprimer ministro y secretario de Justicia, y Mel Stride, presidente del Comité Selecto del Tesoro en los Comunes. Su propósito se resumía en "restaurar la confianza, reconstruir la economía y reunificar el partido", lo que él acometería tirando de los valores del "patriotismo, la justicia y el trabajo duro".

A Sunak le salieron siete rivales: Truss, la secretaria del Foreign Office y la única capaz de robarle la condición de favorito, cosa que sucedió a las primeras de cambio; Nadhim Zahawi, su sucesor al frente del Exchequer; Jeremy Hunt, presidente del Comité Selecto de Salud y Atención Social; Suella Braverman, fiscal general de Inglaterra y Gales; Kemi Badenoch, hasta ahora ministra de Estado de Gobiernos Locales; Penny Mordaunt, ministra de Estado de Política Comercial; y Tom Tugendhat, presidente del Comité Selecto de Asuntos Exteriores. Durante los debates, Sunak recriminó a Truss su defensa de la bajada general de impuestos, acción que de no ejecutarse con cuidado y en el momento oportuno podría agravar la inflación, disparar el déficit y, alertó, "comprometer los servicios públicos de nuestros hijos en el futuro". Ahora bien, Sunak y Truss compitieron sobre cuál de los dos era más tajante en el repudio de la legislación heredada de la UE y en la exoneración del Brexit de cualquier responsabilidad por el caos en los pasos fronterizos, las aduanas y el tránsito de mercancías.

Sunak y Truss fueron quienes superaron las cinco eliminatorias votadas por los diputados tories entre el 13 y el 20 de julio, en todas las cuales el ex secretario del Exchequer quedó primero. De los eliminados, solo Hunt salió a respaldar al responsable de Finanzas. Definidos los dos finalistas, la decisión resolutiva correspondía a los miembros del partido, convocados a votar por correo a lo largo de mes y medio, y estos, de acuerdo con los resultados dados a conocer el 5 de septiembre de 2022, se decantaron por Truss en un 57,4%. Por Sunak votaron el 42,6% (en términos absolutos, 60.399 apoyos). A continuación, Truss formó el nuevo Gobierno, para el que no contó con Sunak.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2022)