Nancy Pelosi

(Nota de edición: esta biografía fue publicada el 21/2/2019. El ejercicio de Nancy Pelosi como presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos concluyó el 3/1/2023, luego de arrebatar el Partido Republicano al Partido Demócrata el control de la Cámara en las elecciones de mitad de mandato del 8/11/2022).

A sus 78 años, la demócrata Nancy Pelosi, de nuevo al mando de la Cámara de Representantes en 2019, es, después del vicepresidente, la segunda persona en la línea de sucesión presidencial de Estados Unidos, lo que la convierte en la mujer con más poder político institucional en la historia del país. En la Minoría o en la Mayoría del hemiciclo, en la oposición al Ejecutivo de turno o formando parte del oficialismo, esta veterana congresista por California, con 16 reelecciones consecutivas en 32 años, se las ha arreglado para liderar su formación en la Cámara ininterrumpidamente desde 2003 y en la actualidad comanda igualmente la oposición parlamentaria a la Administración republicana de Donald Trump.

La apretada trayectoria congresual de Pelosi, una política de casta que nunca ha desempeñado funciones gubernamentales ni aspirado a la Presidencia, no tiene parangón en Estados Unidos, donde ha protagonizado varios hitos ya solo por su condición de mujer, capacidades y realizaciones al margen. En 2003, tras construir una reputación de demócrata de izquierda, de intensas convicciones liberales y progresistas, como indicaba su historial de defensora de causas ambientalistas, la titularidad pública de la Seguridad Social y los seguros médicos conexos, las libertades civiles, los derechos de la comunidad gay y, no obstante su fe católica, el aborto, los suyos la eligieron por primera vez líder de la Minoría para interpelar a la Administración Bush.

Las elecciones de mitad del segundo mandato de Bush, en 2006, permitieron al partido azul recobrar el control del Congreso, pasando a ser Mayoría, y en 2007 Pelosi alcanzó la condición de speaker de la Cámara al cabo de 51 titulares varones. Su jefatura legislativa continuó en los dos primeros años de la presidencia de Barack Obama, al que ayudó decisivamente a implementar sus reformas financiera y sanitaria, así como el plan de estímulos para la recuperación económica. El resultado adverso de los comicios intermedios de 2010 mandó a la representante californiana en 2011 de regreso al liderazgo de la Minoría, en el que fue confirmada en 2013, 2015 y 2017, la tercera vez en vísperas del acceso de Trump a la Casa Blanca.

En la oposición a Trump, quien, a golpe de exabruptos, virajes drásticos y escándalos soliviantaba a los demócratas de continuo, Pelosi mostró hasta qué punto podía ser, contrastando con su apariencia frágil y su telegenia amable, una adversaria enérgica y obstinada, resuelta a no contemporizar en temas como la investigación de las injerencias rusas en la pasada campaña presidencial con la posible connivencia del candidato republicano, el endurecimiento de la política inmigratoria, la masiva rebaja de impuestos para beneficio sobre todo a los ricos o el abandono del acuerdo nuclear con Irán. Sin embargo, también tenía que afrontar cuestionamientos desde su propio bando, donde las bases demócratas, azuzadas por una juventud radicalizada, y congresistas del ala más a la izquierda la veían como una capitoste de la vieja guardia demasiado caduca y demasiado moderada que impedía la revitalización generacional. Combinando habilidad negociadora y autoafirmación ("soy una legisladora maestra, una líder estratega y políticamente astuta", llegó a decir), Pelosi consiguió eludir las presiones de quienes creían que debía apartarse tras cuatro derrotas electorales seguidas.

La cosas tomaron un vericueto triunfal para Pelosi con las elecciones de mitad de mandato del 6 de noviembre de 2018. Entonces, el Partido Demócrata, después de ocho años, reconquistó la mayoría en la Cámara -no así en el Senado, controlado por el republicanismo desde 2014-, y la hasta entonces líder de la Minoría, para asombro de muchos, volvió a presidir a los 435 representantes, 15 de los cuales no votaron a favor de su investidura.

Descartando por el momento un proceso de impeachment contra Trump ("no es una prioridad", ha manifestado) a la espera de las conclusiones del fiscal especial Mueller sobre el caso Russiagate, no obstante detectar ella fuertes indicios de "encubrimiento" de la trama y pese a dudar también de la "aptitud" y la "dignidad" del magnate para sentarse en el Despacho Oval, Pelosi siguió concentrada en la acerba pugna fiscal abierta entre el Congreso y el presidente. Ante la falta de compromiso sobre la disponibilidad de fondos presupuestarios, parte de los cuales serían para financiar la construcción del prometido muro en la frontera con México, el conflicto había derivado el 22 de diciembre en el cierre de la administración federal, a la postre el más largo en la historia del país.

El 25 de enero de 2019 Trump claudicó y Pelosi, con solo tres semanas al frente de la Cámara, se apuntó una resonante victoria: el Gobierno reabría sin que el Ejecutivo obtuviera del Legislativo la mayor parte del dinero que reclamaba, 5.700 millones de dólares, para levantar el muro. Furioso, Trump declaró el 15 de febrero la "emergencia nacional" en la frontera sur, escenario según él de una "invasión de drogas y criminales", a fin de conseguir los fondos por decreto. Para Pelosi, esta es una declaración "ilegal" sobre una crisis "inexistente" que "violenta gravemente" la Constitución y hace a Estados Unidos "un país menos seguro".

Pelosi, quien subraya sus vocaciones de "luchadora en favor de las familias trabajadoras y la clase media de América" y "organizadora de un futuro mejor sin perder nunca la fe", ha prometido dejar la dirección demócrata en la Cámara tras las elecciones de 2022, cuando tendrá ya 82 años, dentro de su estrategia para apaciguar a los rebeldes del partido, cuyo rostro es más femenino que nunca al tiempo que vira a la izquierda dura. Su liderazgo, de hecho contenido, deberá armonizarse con la pegada de figuras curtidas, como el senador por Vermont Bernie Sanders, socialista declarado, y emergentes, como la carismática representante de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez, de solo 29 años y bastante crítica con el establishment y el aparato del partido. Los demócratas encaran las presidenciales de 2020 con unas concurridas primarias que ya cuentan con las precandidaturas provisionales de Sanders, el (como Ocasio-Cortez) hispano Julián Castro y cinco mujeres congresistas o senadoras: Elizabeth Warren, Tulsi Gabbard, Kirsten Gillibrand, Amy Klobuchar y Kamala Harris.

1. Veterana congresista por California del Partido Demócrata
2. Liderazgo de los demócratas en la Cámara de Representantes con la Minoría y la Mayoría
3. Tenaz opositora del presidente Trump


1. Veterana congresista por California del Partido Demócrata

La hoy presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos nació en 1940 en Baltimore, Maryland, como la benjamina y la única chica de los siete hijos tenidos por los italo-americanos Thomas D'Alesandro Jr. (1903-1987) y Nancy Lombardi. El cabeza de familia era un congresista del Partido Demócrata que en aquellos momentos, y después durante toda la Segunda Guerra Mundial, representaba a Maryland en la Cámara de Representantes. En 1947 Thomas D'Alesandro dejó el Capitolio de Washington para conducir la alcaldía de su Baltimore natal, mandato municipal que desempeñó hasta que fue derrotado en las urnas por su adversario republicano en 1959. Su esposa Nancy no llegó a entrar en la política representativa, aunque fue igualmente una activista demócrata, destacándose como organizadora de base.

Nancy Patricia realizó la high school en el Institute of Notre Dame, una casa de estudios privada, solo para chicas y dependiente de la Archidiócesis Católica de Baltimore, y encaminó sus pasos al Trinity College de Washington (hoy, Trinity Washington University), reputado centro religioso que formaba a alumnas en las disciplinas liberales. Su vocación era ejercer en la política en las filas demócratas siguiendo la estela de su progenitor; otro estímulo importante era el de su hermano, once años mayor y tocayo del padre, Thomas D'Alesandro, un abogado que en 1967 iba a ser elegido asimismo alcalde de Baltimore. La joven era una admiradora del programa liberal y progresista de John Kennedy, cuyo discurso inaugural escuchó presencialmente en Washington en enero de 1961.

En 1962 Pelosi, por el momento conocida bajo su apellido de soltera, D'Alesandro, se graduó en Ciencias Políticas por el Trinity College y a continuación entró como asistente en prácticas en el despacho del senador por Maryland Daniel Brewster, con quien adquirió peritaje técnico en los entresijos parlamentarios del Capitolio, de los que ya tenía alguna idea a través de su padre. En este primer adiestramiento, Pelosi trabajo al lado de Steny Hoyer, otro futuro miembro de la Cámara de Representantes y más de medio siglo después estrecho colega suyo en la dirección del hemiciclo y en la oposición a la Administración Trump.

En el segundo año de sus prácticas parlamentarias, en septiembre de 1963, Pelosi se casó con su novio desde la escuela, el californiano Paul Pelosi, al que aguardaba una próspera trayectoria de empresario e inversor. La pareja se instaló primero en nueva York y más tarde, desde 1969, en San Francisco, donde alumbró y crió una prole de cinco vástagos: Nancy Corinne, Christine, Jacqueline, Paul y Alexandra. Las obligaciones maternales limitaron las actividades políticas de Pelosi, que de hecho no daría el salto a las elecciones al Congreso hasta cumplidos los 47 años, cuando ya todos sus hijos habían dejado atrás la infancia. Hasta entonces, ella desempeñó funciones partidarias orgánicas que no le exigían una dedicación exclusiva o un compromiso absorbente, procurando conciliar familia y trabajo político.

Así, en 1976 entró en el Comité Nacional Demócrata de California, donde se mantuvo dos décadas, en 1977 asumió la presidencia del partido en la región de California del Norte y en febrero de 1981 fue elegida presidenta del Comité Nacional Demócrata de todo el estado. En abril de 1983 dejó esta última función, aunque continuó involucrada en los trabajos del partido como responsable de finanzas del Comité de Campaña Senatorial Demócrata (DSCC). En 1985, en plena era Reagan y al arrancar una legislatura en la que los demócratas siguieron teniendo el control de la Cámara de Representantes pese a perder 16 escaños a manos de los republicanos en las legislativas de 1984, Pelosi aspiró a suceder a Chuck Manatt en la presidencia del Comité Nacional Demócrata de Estados Unidos, pero en el proceso interno fue derrotada por Paul Kirk, el tesorero del partido.

Pelosi vio despegar por fin su carrera en la política federal gracias a sus vínculos de amistad con el matrimonio de congresistas demócratas Phillip y Sala Burton. El primero falleció a causa de un aneurisma abdominal a los 56 años en abril de 1983, cuando acababa de iniciar su mandato como representante del 5º Distrito de California y sucediendo a su hermano John. En junio siguiente, su viuda heredó el escaño, pero poco después también ella enfermó. En noviembre de 1986 Sala Burton, en tratamiento por cáncer de colon, ganó la reelección y anunció que no se presentaría a un cuarto mandato de dos años en 1988; su favorita para representar el 5º Distrito, comunicó a los miembros del partido, era Pelosi.

Sala murió el 1 de febrero de 1987, al mes de comenzar su segundo mandato completo, y Pelosi entró en escena apuntándose una victoria que se desarrolló a dos tiempos: primero, el 7 de abril y con el 36% de los votos, se impuso a su correligionario Harry Britt para la adjudicación de la candidatura demócrata; y luego, en la elección parcial del 2 de junio, derrotó a la republicana Harriet Ross con el 63%. El mismo 2 de junio Pelosi prestó juramento de su escaño por California 5, considerado uno de los distritos congresionales más seguros para los demócratas, que lo controlaban desde 1949, y portando el apellido Burton durante 23 años.

Pelosi tenía por delante nada menos que (a fecha de 2018) 16 reelecciones consecutivas en la Cámara baja del Congreso, siempre representando a distritos de su estado de adopción y siempre noqueando a sus competidores con mayorías aplastantes, por lo que no necesitaba apenas gastar en campañas ni ir a las televisiones a debatir con los candidatos de mínimo tirón que el Partido Republicano escogía para oponérsele.

Las dos primeras renovaciones, en las elecciones de 1988 y 1992, mediadas por una Guerra del Golfo, la intervención militar ordenada por el presidente George Bush padre para liberar a Kuwait de Irak, que concitó sus críticas bastante a contracorriente, lo fueron con el 76% y el 77% de los votos, respectivamente. En la elección de 1992, coincidente con las presidenciales que llevaron a la Casa Blanca al demócrata Bill Clinton, Pelosi se presentó por el 8º Distrito, su circunscripción para los próximos 20 años, ganando esta vez con el 82%. En su primera revalidación por California 8, dos años después, su cuota electoral elevadísima apenas varió. Fue en las votaciones de mitad de mandato de 1994, un severo castigo para Clinton y los demócratas, que vieron esfumarse la mayoría que poseían en la Cámara desde 1952, en tiempos del presidente Truman.

En la década de los noventa, Pelosi cimentó su popularidad en el estado de la costa oeste por sus esfuerzos para la conservación del medio ambiente, la regeneración de entornos degradados, el impulso de proyectos empresariales generadores de empleos, la ampliación de las infraestructuras de comunicaciones y la mejora de la preparación antisísmica. También se identificó con la facilitación de fondos para los tratamientos contra el sida y la investigación médica del virus HIV, en consonancia con las preocupaciones de un estado donde había una significativa comunidad gay.

Fue notoria su larga batalla política para transformar la base militar de Presidio de San Francisco, que el Ejército tenía previsto clausurar, en un parque recreativo preservado para el público, en vez de ser vendido al mejor postor para su explotación por manos privadas. Ganando para la causa al presidente Clinton, en 1994 la representante consiguió que el antiguo fortín español y su entorno natural fueran transferidos al Servicio Nacional de Parques, que posteriormente incorporó el paraje a la Golden Gate National Recreation Area. En 1996 el Congreso aprobó el proyecto legislativo elaborado por Pelosi para la creación del Presidio Trust, una sociedad mixta, con participación de inversores privados y del Gobierno federal, con el objetivo de preservar Presidio para todos los ciudadanos y buscando al mismo tiempo la autosuficiencia financiera.


2. Liderazgo de los demócratas en la Cámara de Representantes con la Minoría y la Mayoría

La estrella política de Pelosi adquirió un mayor brillo a partir de la llegada en enero de 2001 a la Casa Blanca de George Bush hijo. El programa del nuevo presidente republicano, caracterizado por el concepto del "conservadurismo compasivo" en la economía (lo que en la práctica se traducía en una bajada general de impuestos, en la limitación de los objetivos sociales del Gobierno federal y en la privatización de servicios de prestación pública) y por un unilateralismo agresivo en la política exterior, hizo aflorar en la congresista californiana toda su combatividad opositora. Pelosi, adherida desde principios de la década anterior al Caucus Congresional Progresista (CPC), se ganó una reputación nacional de demócrata del ala izquierda no proclive a contemporizar con la Administración Bush, controlada por los halcones del republicanismo neocon, y sus medidas legislativas tendentes a supeditar los derechos y libertades de los ciudadanos a los imperativos de la seguridad nacional, en la nueva era de amenazas terroristas abierta por los atentados del 11-S.

En octubre de 2001 Pelosi fue elegida por sus colegas para el puesto de whip, o jefe de grupo con la función de supervisar e instruir a los diputados, para procurar que no se apartaran de la disciplina parlamentaria. La posición, ambicionada también por su viejo compañero de prácticas en el Senado Steny Hoyer, representante de Maryland, y mantenida hasta ahora por David Bonior, era la segunda en importancia dentro de la bancada demócrata, solo supeditada al líder de la Minoría, el representante de Missouri Dick Gephardt. Hasta la fecha, ninguna mujer había sido whip en la historia de la Cámara, ni con los demócratas ni con los republicanos.

La congresista por California 8 asumió su nuevo cometido parlamentario el 15 de enero de 2002. En los meses siguientes, Pelosi dejó patente su rechazo a las intenciones del Ejecutivo de emplear la fuerza bélica contra Irak para derrocar a Saddam Hussein bajo la presunción de las armas de destrucción masiva y siguió expresando sus reservas sobre la situación de las libertades civiles en el país, mientras seguía abierto el trauma del 11-S. Ahora bien, ella había votado a favor de la USA Patriot Act cuando este polémico proyecto de ley fue sometido al examen de la Cámara en la sesión parlamentaria del 24 de octubre de 2001; entonces, solo 66 representantes, entre ellos 62 de los 211 demócratas, votaron en contra de la normativa antiterrorista. Más adelante, en 2005, Pelosi sí iba a oponerse a la reautorización parcial de la Patriot Act a petición del presidente Bush, al considerar que la prolongación de las medidas de vigilancia y grabación de las comunicaciones telefónicas domésticas suponía una " invasión masiva de la privacidad" de los ciudadanos.

De cara a las elecciones de mitad de mandato del 5 de noviembre de 2002, Gephardt, que planeaba presentar su precandidatura presidencial en 2003, indicó que no seguiría liderando a los demócratas en la próxima legislatura. Pelosi se posicionó para sucederle, al igual que el representante texano Martin Frost, al frente del Caucus Demócrata. El 3 de enero de 2003 la californiana se convirtió en la primera líder femenina de cualquiera de los dos partidos dominantes de la Cámara en los 214 años de existencia del Congreso. El grupo de la Minoría que pasaba a comandar Pelosi, con Hoyer asistiéndola en la condición de whip, había quedado reducido a los 205 miembros; posteriormente, en las elecciones del 2 de noviembre de 2004, la desventaja sobre los republicanos que lideraba Dennis Hastert se incrementó en tres escaños más.

La revancha de los demócratas tuvo que esperar hasta las elecciones de mitad del segundo mandato presidencial de Bush, el 7 de noviembre de 2006. Entonces, los de Pelosi, crecidos con victorias recientes como la paralización del plan de Bush, altamente controvertido, de privatizar de manera parcial la Seguridad Social (el sistema público de pensiones), volvieron a ser mayoría después de 12 años al ascender hasta los 233 escaños, una ganancia de 32 actas. En el Senado se produjo un empate técnico de 49 escaños con los republicanos, pero el partido de color azul, liderado aquí por Harry Reid, se las arregló para reconquistar la mayoría también gracias al respaldo de dos senadores independientes. Pelosi, reelegida por California 8 con el 80% de los votos, se dispuso a hacer historia por tercera vez en un lustro al ofrecérsele la presidencia de la Cámara de Representantes, de la que sería su quincuagésimo segundo titular: los 51 speakers sucedidos desde 1789 habían sido sin excepción hombres, el último, desde 1999, el republicano Dennis Hastert. Entre tanto, en el estado del que Pelosi era representante, el republicano y estrella de Hollywood Arnold Schwarzenegger obtenía un segundo mandato de gobernador.

El 16 de noviembre de 2006 el Caucus Demócrata nominó por unanimidad candidata a Pelosi, que el 3 de enero de 2007, a los 66 años y ya cinco veces abuela, fue investida speaker con los votos de 233 congresistas (el 53,6%), derrotando a su contrincante republicano de Ohio, John Boehner. De acuerdo con la Constitución, el cabeza de la Cámara era el segundo en la línea de sucesión presidencial, tras el vicepresidente, ahora mismo Dick Cheney. En cuanto al puesto de líder de la Mayoría de la Cámara, este recayó en Steny Hoyer, pese a que Pelosi prefería al representante de Pensilvania John Murtha.

Tras destacar en su discurso inaugural la relevancia histórica de su llegada a la presidencia de la asamblea legislativa por su mera condición de mujer ("Es el momento que [las mujeres] hemos estado aguardando por más de 200 años. Sin perder nunca la fe, trabajamos para redimir la promesa de América, sobre que todos los hombres y mujeres son creados iguales. Por nuestras hijas y nietas, hoy hemos roto el techo de mármol. Para nuestras hijas y nietas, el cielo es el límite, cualquier cosa es posible para ellas", dijo exultante), Pelosi vislumbró un "cambio de rumbo" en América que bien podía empezar con un "nuevo curso" en la interminable posguerra de Irak, donde las tropas de ocupación hacían frente a una mortífera resistencia armada.

Asimismo, anunció la inmediata ejecución del llamado Plan de las primeras 100 horas de la Mayoría demócrata, que entre otros cambios legislativos pretendía recortar la influencia de los lobbies en la actividad del Congreso, facilitar la reducción del déficit federal, elevar el salario mínimo nacional, liberar financiación federal para la investigación con células madre, bajar los tipos de interés de los créditos a los alumnos universitarios y terminar con los privilegios fiscales de las compañías petrolíferas. Ahora bien, la asunción por su partido del control de ambas cámaras del Congreso no iba a entrañar, recalcó Pelosi, el inicio de un procedimiento de impeachment contra el presidente Bush por cargos como engañar al Legislativo sobre las inexistentes armas irakíes de destrucción masiva o violar las libertades civiles al autorizar escuchas telefónicas sin orden judicial.

El paquete legislativo exprés contenido en el plan de las 100 horas, objeto de fuertes críticas desde el Partido Republicano, salió adelante en el Congreso sin que Bush pusiera pegas a la hora de firmarlo y convertirlo en ley, aunque no en su totalidad: tres de las ocho medidas y reformas contempladas por Pelosi, la investigación en células madre con fondos federales, el abaratamiento de los préstamos estudiantiles y la autorización al Gobierno para negociar directamente con las multinacionales farmacéuticas la bajada de los precios de los medicamentos recetados a los pacientes (mayores de 65 años) del programa nacional Medicare, terminaron naufragando en el Senado y no vieron la luz. Lo cierto fue que Pelosi llegó a entablar una relación de diálogo y transacción con Bush, pese a discrepar de casi toda su arquitectura de seguridad y política exterior, incluido el funcionamiento de los tribunales militares de Guantánamo. En mayo de 2007 la Cámara claudicó ante el Ejecutivo y aprobó más fondos para Irak no a condición de que Bush le notificara una fecha para la evacuación de las tropas, proceso que los demócratas, habían insistido, querían que se produjera en 2008.

Pelosi fue la persona encargada de presidir la Convención Nacional Demócrata de 2008, celebrada en Denver, de la que salieron las nominaciones de Barack Obama, senador por Illinois, y Joe Biden, senador por Delaware, para candidatear a la Presidencia y la Vicepresidencia de Estados Unidos. En las elecciones generales del 4 de noviembre de 2008 Obama le ganó la partida al republicano John McCain, mientras que en el Congreso los demócratas de Pelosi, reelegida representante por undécima vez, y Reid expandieron su mayoría parlamentaria. En la Cámara, el Partido Demócrata ascendió a los 257 representantes, una ganancia de 21, dejando su ventaja sobre los republicanos en los 79 escaños.

En enero de 2009 Pelosi fue vuelta a elegir presidenta de la Cámara y en los dos años siguientes ayudó decisivamente a Obama a implementar su agenda legislativa de urgencia, en el sombrío día después del crash de Lehman Brothers y el estallido de la Gran Recesión, a fin de reformar a fondo el agujereado sistema financiero (mediante la Dodd–Frank Wall Street Reform and Consumer Protection Act) y de paso propiciar la recuperación económica vía inyección masiva de estímulos públicos (con la American Recovery and Reinvestment Act y la Tax Relief Act).

Además, se volcó con la tramitación en el Congreso, erizada de obstáculos, de la ambiciosa reforma sanitaria concebida por el presidente, plan de universalización del seguro de salud que puso en pie de guerra a los republicanos, pero que también generó escepticismo y hostilidad en no pocos demócratas del ala moderada. En marzo de 2010, al cabo de un encendido debate nacional que en realidad iba a prolongarse en los años sucesivos, el Obamacare vio la luz sobre la base de una versión devaluada del proyecto de ley original preparado por el oficialismo, la Patient Protection and Affordable Care Act, al que la Cámara dio luz verde prácticamente dividida por la mitad.

Para el público norteamericano, Pelosi, septuagenaria ya pero sin señales de pensar en jubilarse, era uno de los oficiales demócratas más identificados con la salida adelante del Obamacare, y con el blindaje y refuerzo de los seguros federales de asistencia sanitaria Medicare y Medicaid, en vigor desde la década de los sesenta y en el punto de mira de la derecha fiscal del Partido Republicano. Sin embargo, Obama y Pelosi hubieron de resignarse a retirar del Obamacare la denominada "opción pública" en el seguro médico porque el senador independiente (y ex demócrata) Joe Lieberman, de Connecticut, les amenazó con bloquear la aprobación de la ley con tácticas de filibusterismo si no se hacía esa enmienda.

Como ya les había sucedido a Clinton en 1994 y a Bush en 2006, la elección de mitad de mandato del 2 de noviembre de 2010 puso de relieve el alto grado de decepción y descontento suscitados por el presidente en ejercicio. El partido de Obama y Pelosi sufrió un fuerte revolcón y perdió 63 escaños en la Cámara, quedándose con 193; se trató de la mayor erosión experimentada por un partido en estas lides desde 1938. En el Senado, los demócratas retrocedieron también, aunque pudieron preservar la mayoría. Pelosi volvió a ganar en su 8º Distrito de California con la contundencia de costumbre (el 80% de los votos esta vez), pero la posición de speaker sin duda iría ahora a los republicanos. En la votación parlamentaria del 3 de enero de 2011 Pelosi, luego de expresarle a Obama su disgusto por la disposición del presidente a pactar con los republicanos una bajada de impuestos a las rentas altas, se enfrentó de manera procedimental a Boehner, quien pasó a ser el nuevo presidente de la Cámara con el aval de 241 representantes. La titular en la anterior legislatura solo recabó 173 votos, pues otros siete congresistas demócratas atrajeron un total de 18 preferencias.

Pelosi, teniendo a Steny Hoyer de whip por segunda vez, regresó a su posición del período 2003-2007, la de líder de la Minoría, y en ella se mantuvo hasta la conclusión del segundo mandato (2013-2017) de Obama, a quien asediaron la ofensiva derechista del Tea Party y los forcejeos fiscales con los republicanos a propósito del techo de la deuda nacional, los presupuestos deficitarios y la financiación de reforma sanitaria, entre otras peloteras de las políticas doméstica y exterior. En este escenario de debilidad parlamentaria, poco pudo hacer para ayudar a Obama Pelosi, reelegida congresista por California, pero ahora por el 12º Distrito (que incluía la ciudad de San Francisco), con más del 80% de los votos en los comicios de noviembre de 2012 y noviembre de 2014. Los mismos fueron vueltos a ganar por los republicanos de Boehner y Paul Ryan, el speaker de la Cámara desde octubre de 2015.


3. Tenaz opositora del presidente Trump

Pelosi y los demócratas llegaron a las elecciones generales del 8 de noviembre de 2016 con una minoría de 188 representantes en la Cámara, pero confiados en la victoria presidencial de su candidata, Hillary Clinton, la siempre potente, aunque figura polarizadora capaz de concitar grandes inquinas también, ex primera dama de Estados Unidos, ex senadora por Nueva York y ex secretaria de Estado, quien ya disputara a Obama la primaria de 2008.

Para su enorme sorpresa y consternación, fue el magnate y candidato republicano Donald Trump, autoproclamado campeón del repudio al establishment de las élites y vocero del mensaje nacionalista de América primero, quien se llevó la Presidencia. En las legislativas, Pelosi se impuso con un rotundo 80,9% de los votos en su feudo de San Francisco a Preston Picus, contrincante independiente con algo más fuste de lo habitual, de los muchos adversarios electorales que la californiana había tenido a lo largo de su dilatada carrera de congresista. En el cómputo global, los demócratas sustrajeron seis diputados a los republicanos, pero estos continuaron gozando de una confortable mayoría, extendida al Senado en 2014. Paul Ryan siguió siendo el presidente de la Cámara.

El huracán Trump dejó a los demócratas aturdidos y desnortados. Tras el choque inicial, empezó la búsqueda de responsables y el cruce de reproches, y Pelosi, a la que muchos afiliados de base, en particular jóvenes orientados al progresismo radical y la izquierda socialista, veían como una dinosaurio de la vieja guardia que a sus 76 años poco podía aportar a la revitalización generacional del partido, no se libró de los dardos. Con Clinton fuera de juego y el aguerrido senador por Vermont Bernie Sanders (otro septuagenario) demasiado identificado con la izquierda sin atenuantes, Pelosi parecía quedar como la única figura disponible para guiar una oposición coherente a Trump y su agresivo revisionismo de derecha populista. Que Pelosi fuera a la vez capaz de devolver a los demócratas la ilusión perdida, y mucho antes de concluir Obama su presidencia, ya era otra cuestión. Ciertamente, ella quería seguir liderando a los demócratas en la Minoría, pero contra este escenario continuista se revolvió un nutrido grupo de congresistas y militantes.

Con habilidad, Pelosi supo apaciguar a los descontentos otorgándoles una mayor presencia en los ámbitos de decisión y el Caucus, tal que el 30 de noviembre, por 134 votos contra 63, fue reelegida jefa de la Minoría en la Cámara frente a un retador, el congresista de Ohio Tim Ryan. Pelosi prometió una oposición enérgica a Trump y los republicanos, muchos de los cuales, dicho sea de paso, no comulgaban con el programa y el estilo heterodoxos del nuevo inquilino de la Casa Blanca, con una inagotable capacidad de provocar consternación a unos y a otros. Hasta el final de la legislatura bienal, el presidente, que hizo de su gobierno una sucesión ininterrumpida de declaraciones explosivas, decisiones abruptas, situaciones caóticas y escándalos bizarros, con el enrevesado Russiagate (la interferencia del Kremlin en la campaña electoral de 2016 para perjudicar a Clinton y propiciar la victoria de Trump con la posible connivencia de este) a la cabeza, le dio multitud de ocasiones para demostrar su firmeza, por lo general reactiva.

No por ello desaparecieron las muestras de animosidad contra ella en el seno de la bancada demócrata, donde el cierre de filas tras la líder brillaba por su ausencia. En junio de 2017 Pelosi hubo de sortear una tentativa de descabalgarla por parte de un pequeño grupo de congresistas capitaneados por la neoyorquina Kathleen Rice. Entonces, Pelosi, sin pelos en la lengua, replicó a quienes la cuestionaban con estas palabras: "Soy una legisladora maestra. Una líder estratega y políticamente astuta. Mi liderazgo es reconocido por muchos en todo el país, y es por eso que consigo atraer apoyos".

(Cobertura informativa hasta 1/1/2018)