Mohammed Ould Ghazouani

Las votaciones presidenciales de junio de 2019 en Mauritania tuvieron el resultado previsible del triunfo de la continuidad: su ganador fue el general retirado Mohammed Ould Ghazouani, candidato del partido del oficialismo, la UPR, y hombre de plena confianza del presidente saliente, el también antiguo general Mohammed Ould Abdelaziz, al que la Constitución impedía optar al tercer mandato. Descrito como un militar eficiente y de carácter sumamente reservado, Ghazouani estuvo entre los oficiales que ejecutaron el golpe de Estado prodemocrático de 2005 y en 2008 secundó a su amigo Abdelaziz en el golpe que derrocó al presidente civil elegido en las urnas el año anterior, Mohammed Ould Cheikh Abdallahi. En la década que siguió, Ghazouani sirvió lealmente a Abdelaziz, legitimado como presidente de la República en unas elecciones contestadas por la oposición, desde los puestos de jefe del Estado Mayor del Ejército y ministro de Defensa.

Ghazouani prolonga la tradición local de los mandos de juntas castrenses reciclados en políticos (de los nueve presidentes que ha tenido el país desde la independencia en 1960, siete, el actual incluido, fueron profesionales de la milicia y cuatro gobernaron con el uniforme puesto en todo momento) y, sobre el papel, se trata del primer mandatario civil que recibe el poder de manos de otro civil. Una transmisión plenamente constitucional, ciertamente, aunque en el marco de un partido predominante cerrado a la alternancia. Las elecciones de 2019 han recibido la certificación de la Unión Europea y la Unión Africana, pero los candidatos perdedores han denunciado lo que consideran el "enésimo golpe de Estado".

El nuevo presidente promete proseguir las "reformas" emprendidas por su predecesor y se presenta como un garante de la integridad territorial y la seguridad nacional de Mauritania frente a las asechanzas del terrorismo islamista que opera en la vasta región saharo-saheliana. Un peligro que él combatió con éxito mientras comandó el Ejército, involucrado desde 2014 en la Operación Barkhane, la fuerza contrainsurgente multinacional liderada por Francia y que incluye contingentes del G5 de países sahelianos. Además de las excelentes relaciones con Europa y Estados Unidos, que valoran la plena cooperación de Nouakchott en la lucha contra el yihadismo, la árida Mauritania, el país menos poblado, menos desarrollado y con el PIB más pequeño del Magreb, disfruta de un buen momento económico por los ingresos que reportan la pesca, la minería, el petróleo y las inversiones para la próxima explotación de los ricos yacimientos de gas. De esa perspectiva de progreso se hace eco Ghazouani, quien sin embargo elude reconocer la gravedad de una sangrante problemática nacional, la persistencia de las prácticas esclavistas clandestinas, pese a estar prohibidas, que padecen miles de ciudadanos de etnias negroafricanas.


(Texto actualizado hasta septiembre 2019)

1. Participación en los golpes militares de 2005 y 2008
2. Heredero y sucesor del presidente Abdelaziz en las elecciones de 2019


1. Participación en los golpes militares de 2005 y 2008

Oriundo de la región meridional de Assaba e hijo de un notable sufí de la tribu morabita de los Ideiboussat, en 1960 tenía cuatro años cuando Mauritania, hasta entonces colonia francesa, accedió a la soberanía nacional. Su ingreso en las Fuerzas Armadas Mauritanas se remonta a 1978, el año en que los militares derrocaron al presidente civil desde la independencia, Moktar Ould Daddah, e inauguraron una turbulenta era de golpes de Estado y regímenes castrenses.

Parte de la primera instrucción de Ghazouani transcurrió en la Real Academia Militar de Meknès, en Marruecos, país que hasta 1979, cuando Nouakchott decidió retirarse del conflicto por la acumulación de reveses en el campo de batalla, fue aliado de Mauritania en la lucha común contra los independentistas saharauis. En Meknès el futuro presidente trabó amistad con otro aspirante a oficial de su misma edad, Mohammed Ould Abdelaziz, del que tres décadas más tarde iba a ser mano derecha en la empresa de usurpar el poder político y fundar un nuevo régimen de gobierno con revestimiento constitucional.

A lo largo de la década de los ochenta, Ghazouani completó su formación con una serie de titulaciones académicas y cursos de capacitación operativa, uno de los cuales transcurrió en Irak, convirtiéndose en oficial al mando de unidades blindadas. A principios de los noventa el oficial fue tomado como asistente personal y escolta por el coronel Maaouya Ould Taya, autor del golpe de Estado de 1984 y el cuarto presidente consecutivo de la junta militar instalada en 1978. Desde 1992 Taya continuó dirigiendo autoritariamente el país, sobre el papel una democracia multipartidista, como presidente de la República.

Con el rango de coronel, Ghazouani fue uno de los oficiales clave para el triunfo del golpe de Estado, un limpio golpe de palacio, perpetrado el 3 de agosto de 2005 por su colega de escalafón Ely Ould Mohammed Vall, el mando al frente de la Seguridad Nacional (Sûreté Nationale), máximo organismo policial de Mauritania. Una vez derrocado Taya, acusado de "prácticas totalitarias" por los golpistas, Ghazouani fue presentado como uno de los 17 miembros de la junta de uniformados, el Consejo Militar para la Justicia y la Democracia (CMJD), y recibió de Vall, erigido en jefe transitorio del Estado con la promesa de devolver el poder a un Gobierno civil elegido en las urnas en el plazo de dos años, la Dirección General de la Seguridad Nacional. En el CMJD Vall era el número uno y Mohammed Ould Abdelaziz, comandante del Batallón de Seguridad de la Presidencia de la República (BASEP) y a la sazón primo carnal de Vall, el número dos.

Vall cumplió cabalmente el plan de transición política y en abril de 2007 cedió la Presidencia al mandatario elegido en las votaciones democráticas de marzo, el economista independiente Mohammed Ould Cheikh Abdallahi. En ese momento, Ghazouani fue dado de baja como director de la Seguridad Nacional, cargo que asumió el coronel Mohammed Ould Cheikh Ould Hady, y a cambio recibió los galones de general del Ejército. Similar promoción alcanzó a Abdelaziz, nombrado jefe del Estado Mayor Presidencial sin descargo de la comandancia de la BASEP. En enero de 2008 los amigos volvieron a ser ascendidos, Ghazouani a la jefatura del Estado Mayor del Ejército y Abdelaziz al generalato.

La lealtad de Ghazouani y Abdelaziz con el jefe constitucional del Estado parecía indiscutible, pero justo al cumplirse el tercer aniversario del golpe de 2005 esta apariencia de orden y legalidad saltó por los aires. El 6 de agosto de 2008, en un ambiente crispado por el auge del terrorismo salafista vinculado a Al Qaeda, el deterioro de la precaria economía nacional, la inestabilidad gubernamental y las divisiones en el partido afín al presidente, el PNDD-ADIL, Abdallahi, sin dar explicaciones, decretó una profunda remodelación en los aparatos militar y de seguridad que suponía los ceses fulminantes de Ghazouani como jefe del Estado Mayor del Ejército, de Abdelaziz como comandante del BASEP, de Félix Négri como jefe del Estado Mayor de la Guardia Nacional y de Ahmed Ould Bekrine como jefe del Estado Mayor de la Gendarmería Nacional.

La respuesta de los cuatro generales defenestrados, todos integrantes del CMJD de 2005-2007, y secundados por el coronel Hady, el director general de la Seguridad Nacional, fue automática y expeditiva: tomar el poder, cosa que hicieron sin realizar un solo disparo y con una facilidad tan pasmosa que la duda quedó sobre cuánto de planificado de antemano y cuánto de espontáneo tenía su acción de fuerza. Los golpistas, tras disponer la destitución y arresto del presidente Abdallahi, del primer ministro Yahya Ould Ahmed El Waghef y del ministro del Interior Mohammed Ould Rzeizim, constituyeron un Alto Consejo de Estado (ACE) de once miembros, todos uniformados, cuyo primer decreto fue revocar las cuatro destituciones que en apariencia habían desencadenado el cuartelazo. Abdelaziz presidía el ACE con funciones de jefe del Estado y Ghazouani le flanqueaba como jefe del Estado Mayor del Ejército.

A partir de este momento, todo el protagonismo en la conducción del nuevo curso nacional lo asumió Abdelaziz, proyectado como un hombre de acción con ambiciones políticas dentro de un estilo personal más bien sobrio, mientras que el más discreto Ghazouani, retratado como un militar piadoso y taciturno con ciertas tendencias eruditas y "místicas" que le vendrían de familia, asistía fielmente al nuevo hombre fuerte de Mauritania desde la sombra, controlando unas Fuerzas Armadas de siempre propensas a las camarillas y haciéndose respetar por la oficialidad.

Al "movimiento de rectificación" de agosto de 2008, justificado por el ACE por la necesidad que había de "salvar el país y volver a encarrilar el proceso político" iniciado en 2005, le siguió una operación de normalización constitucional que fue hábilmente dirigida por Abdelaziz. Así, el general golpista aguantó las fuertes presiones internacionales, materializadas en sanciones, y consiguió involucrar a los partidos políticos en las tareas de gobierno y en la organización de unas elecciones a las que él, a diferencia de Vall en 2007, sí se presentaría, con el obvio deseo de legitimarse en el poder llevando las galas de presidente civil.

El 15 de abril de 2009 Abdelaziz renunció a la jefatura del ACE para poderse inscribir como candidato presidencial "independiente" y entonces su segundo de a bordo, Ghazouani, de semblante siempre marcial y hierático, pasó a comandar la junta. Sin embargo, las funciones del jefe del Estado en la recta final hasta las elecciones no recayeron igualmente en Ghazouani, sino que fueron devueltas nominalmente al presidente de la República, oficina que a falta de un titular fue a parar interinamente, con arreglo a la Constitución de 1991, al presidente del Senado, Ba Mamadou dit M'Baré. Semanas después, un grupo de diputados leales al ACE, denominado Consejo Superior de la Defensa Nacional (CSDN) desde el 27 de junio, constituyó un partido en apoyo de la aspiración de Abdelaziz, la Unión por la República (UPR), que nombró al general su presidente.

El 18 de julio tuvieron lugar las elecciones presidenciales con el resultado previsto de la victoria de Abdelaziz sobre sus nueve contrincantes de diferentes partidos, que clamaron fraude. Con la toma de posesión presidencial de Abdelaziz, el cual tenía por delante un mandato de cinco años renovable una sola vez, el 5 de agosto de 2009, Mauritania recobró el orden formalmente democrático. En la comandancia del estamento militar el flamante mandatario civil dejó a su hombre de plena confianza, el general Ghazouani.


2. Heredero y sucesor del presidente Abdelaziz en las elecciones de 2019

Durante casi una década, Ghazouani se mantuvo rigurosamente al margen de la política. Concentrado en sus responsabilidades militares, el jefe del Estado Mayor ejecutó los operativos, saldados con buenos resultados, para impedir la infiltración del terrorismo yihadista en el país, estrategia de contención y prevención que desde 2010 se basó fundamentalmente en la defensa lejana, más allá de las fronteras nacionales.

Las incursiones del Ejército mauritano en el desierto del norte de la vecina Malí con el objetivo de neutralizar partidas guerrilleras de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) susceptibles de penetrar en Mauritania pusieron un preámbulo bélico a la intervención masiva en 2013 del Ejército francés en Malí, el eslabón más débil de la vasta región saharo-saheliana. La denominada Operación Serval salvó al Estado malí del derrumbe por el embiste de las diversas fuerzas yihadistas y secesionistas tuaregs, que arrebataron las tres regiones desérticas del norte, Timbuktu, Kidal y Gao, y buena parte de la región central de Mopti, llegando a controlar más de la mitad del país.

En 2014 a Serval le tomó el relevo Barkhane, operación de refuerzo y consolidación de la seguridad que mantuvo a los efectivos franceses movilizados en la lucha antiterrorista en el Sahel y con el apoyo de destacamentos de Malí, Mauritania, Níger, Chad y Burkina Faso, países llamados colectivamente el G5. En julio de 2017 Nouakchott se sumó de buena gana a la iniciativa de París de transformar el dispositivo de la Operación Barkhane en una fuerza multinacional permanente franco-saheliana para combatir el terrorismo y el yihadismo en la región.

En cuanto a la política interna, el presidente Abdelaziz, una vez obtenida la normalización de las relaciones exteriores al saberse ofrecer a Francia, la UE y Estados Unidos como un aliado serio y de toda confianza en materia de seguridad regional y en los negocios económicos, se permitió gobernar con un marcado estilo vertical, ignorando las protestas de quienes le acusaban de comportarse como un dictador. El dirigente sorteó sin dificultad las manifestaciones de la calle mauritana durante la Primavera Árabe de 2011 y en junio de 2014 obtuvo un segundo mandato presidencial de cinco años con el 82% de los votos y el boicot del grueso de la oposición. Meses antes, en noviembre de 2013, el partido del oficialismo, la UPR, había ganado con una mayoría absoluta de 75 escaños sobre 146 las elecciones legislativas, boicoteadas igualmente por diez de los once partidos de la Coordinación de la Oposición Democrática (COD).

Los siguientes comicios a la Asamblea Nacional tuvieron lugar en septiembre de 2018. Aunque esta vez el arco opositor sí participó en las votaciones, la UPR sacó provecho de la atomización de sus oponentes y vio aumentada su mayoría absoluta hasta los 97 escaños, en un hemiciclo de 157 asientos. El nuevo curso legislativo iba a determinar la entrada del general Ghazouani en la política mauritana.

El 29 de octubre de 2018 el primer ministro desde 2014, Yahya Ould Hademine, puso su cargo a disposición del presidente. En su lugar, Abdelaziz nombró a otro tecnócrata de la UPR, Mohammed Salem Ould Béchir, quien al día siguiente alineó un Gabinete en el que Ghazouani recibía la cartera de Defensa, portada hasta entonces por Jallow Mamadou Bhatia. Al debutar en las tareas gubernamentales, el general abandonó la jefatura del Estado Mayor del Ejército, que le fue transferida a su colega de escalafón Mohammed Cheikh Ould Mohammed Lemine.

La conversión de Ghazouani en el primer ministro de Defensa no civil en 23 años era un registro significativo en sí mismo, pero lo verdaderamente relevante del caso era que Abdelaziz, al sentar a su amigo y colaborador en el Gobierno, enviaba una clara señal sobre que se había decantado por Ghazouani para que fuera el candidato del oficialismo en las próximas elecciones presidenciales, a las que él, en acatamiento de la Constitución, no iba a presentarse por tercera vez. Al menos, así lo creían algunos. En esos momentos, los observadores venían señalando como sucesor potencial de Abdelaziz a otra personalidad de su círculo de allegados, el diputado de la UPR y coronel retirado Cheikh Ould Baya, investido presidente de la Asamblea Nacional el 8 de octubre. Los que opinaban que Baya era el favorito de Abdelaziz restaron importancia al nombramiento de Ghazouani, quien de hecho pasaba a controlar una esfera de poder y a disponer de una autoridad mucho menores que como jefe del Estado Mayor del Ejército.

Sin embargo, el escogido por Abdelaziz era Ghazouani. El 1 de marzo el ministro, en un acto público celebrado en un estadio deportivo de Nouakchott con las asistencias también del primer ministro Béchir y de otros miembros del Gobierno, anunció que sería candidato por el oficialismo en las elecciones presidenciales de junio. Al dar cuenta de su postulación, Ghazouani manifestó su reconocimiento de la "alta responsabilidad" que asumía, mencionó su "capacitación y experiencia" en el servicio al país y prometió que, como presidente, preservaría la integridad territorial de Mauritania, fortalecería la unidad nacional y la cohesión social, consolidaría los "logros de la democracia" y daría todos los pasos conducentes al progreso económico. También, mencionó mejoras educativas y la protección del estatus de la mujer mauritana. El 15 de marzo el candidato de la UPR y ya general en la reserva abandonó el Gobierno para preparar su campaña electoral, en la que iba a contar con el respaldo abierto y entusiasta del presidente saliente, Abdelaziz.

El 22 de junio de 2019 Ghazouani se batió con cinco contrincantes inscritos, de los que dos tenían un peso indiscutible. Por un lado estaba el independiente Biram Ould Dah Ould Abeid, laureado activista negro y combativo abogado de la abolición efectiva de las prácticas esclavistas clandestinas en Mauritania (presentes aún, y con vigor insospechado, denunciaban las ONG, pese a la abolición legal de la esclavitud en 1981 y a su proscripción parlamentaria como actividad criminal en 2007); con un azaroso historial de arrestos, condenas y encarcelamientos a sus espaldas, Abeid, concurriendo en nombre de su Iniciativa para el Resurgimiento del Movimiento Abolicionista (IRA), ya había retado a Abdelaziz en la elección de 2014, cuando quedó en un remoto segundo lugar.

El otro candidato opositor de importancia era Mohammed Ould Boubacar, ex primer ministro con Taya y Vall y vinculado al anterior partido único del régimen del primero, el PRDS, además de contar con el apoyo de varias corrientes islamistas moderadas, principalmente el partido Tawassoul. Menor relieve tenían Mohammed Ould Mouloud por la neomarxista Unión de Fuerzas Progresistas (UFP) y la coalición Reagrupamiento de Fuerzas Democráticas (RFD), el periodista Baba Hamidou Kane por la Coalición Vivir Juntos y el independiente Mohammed Lemine El Mourteji El Wafi.

El 1 de julio el Consejo Constitucional confirmó que Ghazouani era el presidente electo de Mauritania con el 52% de los votos, seguido de Abeid con el 18,6% y de Boubacar con el 17,9%. No habría, por tanto, una segunda vuelta, en la que la oposición había depositado esperanzas. La participación se estableció en el 62,6%. Las quejas y denuncias de los perdedores, que hablaron de "enésimo golpe de Estado", fueron desestimadas. El 1 de agosto de 2019 Ghazouani tomó posesión de la Presidencia y dos días después nombró primer ministro al ingeniero de la UPR Ismail Ould Bedda Ould Cheikh Sidiya, anterior ministro de Vivienda. El 7 de septiembre la Asamblea Nacional, por 128 votos contra 19, aprobó el programa del Gobierno Sidiya.

Mohammed Ould Ghazouani está casado con la doctora Mariam Mint Mohammed Vadhel Ould Dah y es padre de cinco hijos.

(Cobertura informativa hasta 1/9/2019)