Mihai Tudose

Mihai Tudose, ministro de Economía y dirigente del Partido Social Demócrata (PSD), fue nombrado jefe del Gobierno de Rumanía en junio de 2017 después de descabalgar la formación oficialista, a través de una moción de censura insólita por tratarse el destinatario de uno de sus miembros, al anterior primer ministro, Sorin Grindeanu, quien solo llevaba seis meses en el cargo. El recambio institucional, técnicamente irreprochable pero políticamente anómalo, llega tras meses de airado rechazo ciudadano a un burdo intento del PSD de despenalizar buena parte de los actos de corrupción y abuso de poder en que han incurrido muchos de sus miembros, empezando por su líder, Liviu Dragnea, ya condenado por un caso de fraude electoral. Sentencia que impide a Dragnea encabezar él mismo el Ejecutivo, de coalición mayoritaria con el partido liberal ALDE, luego de la victoria cosechada por su agrupación en las elecciones de diciembre de 2016.

Es de prever que Tudose, como leal adjunto partidario y segundo suplente gubernamental del polémico Dragnea, quien tiene la llave de la gobernabilidad en la convulsa Rumanía al presidir también la Cámara de Diputados, se muestre más dócil que Grindeanu a la hora de buscar alternativas a los cancelados decretos ley que perseguían amnistiar a cientos de reos por delitos económicos y de aplicar el programa económico y social del PSD en una coyuntura de alto crecimiento del PIB, el más dinámico de la UE, pero, paradójicamente, de bajos ingresos fiscales. Los socialdemócratas rumanos arrastran una impresionante sucesión de escándalos de corrupción, imputaciones y condenas judiciales, pero siguen siendo la fuerza más votada del país elección tras elección. El sistema judicial rumano es objeto de monitorización por el Mecanismo de Cooperación y Verificación de la Comisión Europea.


(Texto actualizado hasta julio 2017)

1. Hombre de confianza de los líderes socialdemócratas Victor Ponta y Liviu Dragnea
2. Escándalo nacional en 2017 por los decretos del Gobierno para despenalizar la corrupción
3. Primer ministro alternativo del PSD tras la defenestración de Sorin Grindeanu

1. Hombre de confianza de los líderes socialdemócratas Victor Ponta y Liviu Dragnea

El décimo octavo primer ministro instalado en Rumanía desde la Revolución de 1989 procede de la ciudad sudoriental de Braila, uno de los grandes puertos del curso bajo del Danubio, y entre 1991 y 1995 realizó la carrera de Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Administrativas de la Universidad Cristiana Dimitrie Cantemir (UCDC) de Bucarest.

Su pertenencia a los cuadros medios del Partido de la Democracia Social de Rumanía (PDSR), la formación izquierdista heredera del Frente de Salvación Nacional surgido del alzamiento contra la dictadura comunista de Nicolae Ceausescu y desde las elecciones democráticas de 1990 instalada en el poder, con su líder, Ion Iliescu, ostentando la Presidencia de la República, y otro de sus miembros, Nicolae Vacaroiu, encabezando el Gobierno, le abrió a Tudose las puertas de las instituciones políticas nacionales. Entre 1992 y 1999 prestó asistencia técnica al grupo parlamentario del PDSR en el Senado a la vez que ascendía en los escalafones del partido, siendo sucesivamente miembro del Consejo Nacional, vicepresidente de la sección en el condado de Braila, vicepresidente de Organización a nivel nacional y presidente de la sección de Braila.

En 1999 ganó un mandato de concejal en su municipio y de paso comenzó a prestar asesoría jurídica a una compañía comercial radicada en Braila. Ambos cometidos quedaron interrumpidos en diciembre de 2000 al hacerse con el escaño de diputado nacional por Braila en las elecciones generales que, cerrando un paréntesis opositor de cuatro años, devolvieron al Gobierno al PDSR, denominado Partido Social Demócrata (PSD) desde junio de 2001.

En los 14 años siguientes, Tudose fue un oscuro parlamentario del PSD. Su mandato en la Cámara de Diputados se prolongó durante cuatro legislaturas, tiempo en el cual su partido, pese a ser en todo momento, en compañía de sus aliados y con mayor o menor claridad, la fuerza más votada del país, pasó por distintos avatares. Así, entre 2000 y 2004 el PSD lideró el Gobierno con Adrian Nastase de primer ministro; luego, estuvo otros cuatro años en la oposición, a los gabinetes centro-derechistas del liberal Calin Popescu-Tariceanu; entre 2008 y 2009 tomó parte en la coalición de Gobierno encabezada por Emil Boc; a continuación, volvió a practicar la oposición parlamentaria durante un trienio; y en diciembre de 2012 retornó triunfalmente al poder con su líder desde 2010, Victor Ponta, muñidor de la coalición Unión Social Liberal (USL) con el Partido Nacional Liberal (PNL).

Según detalla el currículum oficial del político, Tudose aprovechó estos años para ampliar su formación universitaria. En 2001 asistió a un curso de posgrado sobre Administración de Empresas, y entre 2006 y 2007 realizó en centros de Rumanía y el extranjero otros cursillos de especialización para graduados en las áreas de Seguridad Nacional, Defensa, Relaciones Públicas, Relaciones Internacionales, Integración Europea y Análisis y Resolución de Conflictos. Además, en 2007 se sacó un máster en Política Económica Europea por la Escuela Nacional de Estudios Políticos y Administrativos (SNSPA) de Bucarest, en 2008 un máster en Turismo por el servicio de educación a distancia de la Universidad de Ciencias Agrícolas y Medicina Veterinaria (USAMV) y en 2010 un doctorado en Ciencias de la Información y Militares.

En 2015 esta última titulación iba a generar polémica porque al político le cayó la acusación de haber plagiado su tesis doctoral, que versaba sobre la protección de infraestructuras críticas; entonces, Tudose admitió un fallo de "negligencia" en la elaboración de dicho trabajo académico y se resignó a devolver su título de doctor a la institución que se lo había expedido, la Academia Nacional de Inteligencia Mihai Viteazul (ANIMV).

El 17 de diciembre de 2014 Tudose debutó en las tareas gubernamentales como titular del Ministerio de Economía. El nombramiento le vino de resultas de formarse el cuarto Gobierno de coalición bajo la batuta de Ponta. El 5 de noviembre de 2015 este último, tras salir airoso de mil y un escándalos e imputaciones de corrupción y abuso de poder, por lo que llegó a ser amonestado desde la UE, se vio obligado a dimitir bajo la presión de las protestas desatadas por el trágico incendio con víctimas de un club nocturno de Bucarest. 12 días después, asumió las riendas del Ejecutivo el ex comisario europeo de Agricultura Dacian Ciolos, quien, de acuerdo con el presidente de la República, Klaus Iohannis, despidió a todos los ministros del equipo saliente y formó otro compuesto exclusivamente por tecnócratas y expertos sin filiación partidista.

Tudose siguió políticamente activo como diputado y vicepresidente del PSD, colocado a la diestra del nuevo líder socialdemócrata, Liviu Dragnea. En las elecciones legislativas del 11 de diciembre de 2016 Tudose encadenó su quinto mandato parlamentario mientras que su partido experimentó una fuerte ganancia de votos y, con 154 puestos en la Cámara baja, se quedó a 11 escaños de la mayoría absoluta. Para alcanzarla, los socialdemócratas aceptaron la muleta que les brindaba la Alianza de Liberales y Demócratas (ALDE) del ex primer ministro Popescu-Tariceanu.


2. Escándalo nacional en 2017 por los decretos del Gobierno para despenalizar la corrupción

El 4 de enero de 2017, al cabo de un serio rifirrafe institucional entre Dragnea, quien al pesar sobre él una sentencia suspendida de dos años de prisión, como culpable de un delito de fraude electoral, no podía pilotar el Ejecutivo (a cambio, tomó la posición de presidente de la Cámara de Diputados), y el presidente Iohannis sobre la persona designada por el PSD para el cargo de primer ministro, pudo constituirse el Gobierno poselectoral bajo la dirección de Sorin Grindeanu. Inicialmente, Tudose no fue incluido en el Gabinete, pero semanas después, el 23 de febrero, Grindeanu realizó una remodelación ministerial y recurrió a él para conducir el Ministerio de Economía.

En esos momentos, Rumanía estaba sumida en una enorme crispación política y social a causa de las descaradas maniobras del PSD, devenidas pasos en falso, para poner obstáculos legales infranqueables a la persecución y el castigo judiciales de los actos de corrupción en que estaban envueltos muchos de sus miembros, con su líder, Dragnea, a la cabeza.

De buenas a primeras, el nuevo Gobierno, alegando que había que poner al día la normativa criminal y que las abarrotadas cárceles rumanas ya no podían acoger a más reclusos, elaboró dos decretos ley para una reforma exprés del Código Penal, que dejaría de considerar delito los actos de corrupción y abuso de poder cuyo perjuicio dinerario al Estado fuera inferior a los 200.000 lei (unos 44.000 euros), y para conceder de un plumazo el indulto y la rehabilitación a todos los reos por delitos económicos y de abuso de poder con condenas de menos de cinco años de prisión. Los decretos parecían ad personam, pues Dragnea tenía la ya mencionada condena de dos años y ahora mismo, además, estaba siendo procesado por un caso de presunta corrupción donde las pérdidas ocasionadas al Estado estaban valoradas en 24.000 euros.

El conocimiento de las intenciones del Ejecutivo, que de entrada se traducirían en la amnistía de 2.700 condenados, provocó la indignación de una parte de la ciudadanía, que se echó a las calles a protestar, soliviantó al poder judicial y puso en guardia también al presidente Iohannis, quien urgió al Gobierno a abordar la reforma del Código Penal por el procedimiento legislativo ordinario y le reclamó la celebración de un referéndum sobre la despenalización parcial de la corrupción.

Las manifestaciones ciudadanas y la resuelta actitud contraria de Iohannis no arredraron al Gobierno Grindeanu, que el 31 de enero firmó los decretos de urgencia. Sin embargo, este desafío del poder solo consiguió radicalizar la protestas populares, que tomaron el cariz más multitudinario conocido en Rumanía desde la Revolución de 1989. El 5 de febrero el Gobierno aceptó retirar los polémicos decretos, pero esta capitulación formal del PSD no consiguió aplacar a las masas de manifestantes. En una nueva concesión en buena parte forzada por las presiones de la UE y la OTAN, Grindeanu y Dragnea, el 9 de febrero, soltaron el lastre que representaba el ministro de Justicia miembro del PSD, Florin Iordache, blanco principal de las iras de la población por ser el ponente de la reforma penal y al que sus superiores convirtieron en chivo expiatorio: su error, haberse "comunicado muy mal" con la ciudadanía a la hora de presentar los decretos. El reemplazo de Iordache por el independiente Tudorel Toader fue precisamente el detonante de la remodelación ministerial que el 23 de febrero recuperó a Tudose para el Ministerio de Economía.


3. Primer ministro alternativo del PSD tras la defenestración de Sorin Grindeanu

El 8 de febrero Grindeanu superó con facilidad una moción de censura parlamentaria lanzada por la principal fuerza de la oposición, el PNL. Pero en los meses siguientes, el primer ministro empezó a perder la sintonía con su jefe partidario, Dragnea.

La cúpula del PSD, de la que Tudose era integrante, comenzó a acusar a Grindeanu de no estar cumpliendo las promesas con las que el partido había ganado las elecciones de 2016. Aquellas se habían centrado en un paquete de medidas económicas expansionistas y de aumento del gasto social, con subidas de salarios y pensiones, bajadas de impuestos, incentivos a la creación de empleo, y la construcción de nuevos hospitales, autopistas y vías férreas de alta velocidad. Sin embargo, el verdadero motivo de este choque sería el distanciamiento de Grindeanu, preocupado por los toques de atención de las capitales europeas, de la estrategia oficialista de seguir buscando la manera de beneficiar con un indulto a los condenados por delitos supuestamente leves de corrupción.

La crisis de confianza entre Grindeanu y Dragnea fue a más y el 15 de junio de 2017 se llegó a una situación técnicamente pertinente pero políticamente anómala: la dimisión en bloque de todos los ministros del Gobierno, los del PSD, Tudose entre ellos, y los de su socio liberal conservador, la ALDE, para obligar a Grindeanu a renunciar. El acosado primer ministro rechazó secundar a sus ministros y se aprestó a resistir, alegando que tenía un mandato democrático, conferido por el Parlamento, para gobernar el país con un programa que cumplir. Además, acusó a Dragnea de pretender hacerse todo el poder y reclamó su dimisión como líder del partido.

Entonces, la dirigencia socialdemócrata ordenó a sus diputados y senadores votar positivamente en una moción de censura para derribar sin más tardanza a quien era de sus mismas filas. El insólito movimiento parlamentario fue ejecutado el 21 de junio con el resultado, cantado, del repudio de Grindeanu por 241 votos a favor y tan solo siete en contra. Grindeanu fue descabalgado con los votos de la mayoría de los 246 diputados y senadores del bloque PSD-ALDE, y de los 47 parlamentarios que sumaban la Unión Democrática de Magiares de Rumanía (UDMR) y un ramillete de micropartidos voceros de las demás minorías nacionales, los cuales venían apoyando al Gobierno.

El 26 de junio el PSD informó a Iohannis que Tudose era su candidato a dirigir el nuevo Gobierno de coalición. Aunque profundamente inquieto por la situación creada, el presidente no puso reparos y cursó la designación oficial de inmediato. Dos días después, era formalmente nombrado el Gobierno Tudose, que registraba las novedades de Adrian Tutuianu (PSD) como ministro de Defensa, Ionut Misa (PSD) como ministro de Finanzas, y Marcel Ciolacu y Sevil Shhaideh, ambos también del PSD, como viceprimeros ministros. Entre otros, continuaban los ministros de Exteriores, Teodor Viorel Melescanu (ALDE), y del Interior, Carmen Daniela Dan (PSD), así como la viceprimera ministra de la ALDE, Gratiela Gavrilescu. El 29 de junio, por último, el Parlamento expresó su confianza en el Gobierno Tudose por 275 votos contra 102.

El nuevo primer ministro explicó su compromiso con la aplicación del programa económico revisado del PSD. Rumanía vivía la paradoja de gozar del ritmo de crecimiento más fuerte de la UE, con una tasa interanual que en el primer trimestre del año había sido del 5,6%, y a la vez sufrir el Estado una penuria de ingresos fiscales, lo que había empujado al Gabinete Grindeanu a retrasar la aplicación de algunas de las medidas de alivio tributario prometidas por el PSD en las elecciones de diciembre. Aunque existían presiones de déficit, el Ejecutivo seguía comprometido con el programa de subidas anuales de los salarios y las pensiones mínimos. En el bienio 2018-2019 debían entrar en vigor el nuevo IVA rebajado y el nuevo IRPF reducido del 10%, desaparecer del impuesto a los dividendos e implementarse el nuevo "impuesto de solidaridad".

(Cobertura informativa hasta 5/7/2017)