Marine Le Pen

(Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 29/3/2017. En la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 23/4/2017 Marine Le Pen quedó segunda tras Emmanuel Macron con el 21,3% de los votos, y en el balotaje del 7/5/2022 fue batida por él con el 33,9 %. El 1/6/2018 Le Pen reorganizó su partido, el Frente Nacional (FN), como Reagrupamiento Nacional (RN), del que siguió siendo presidenta. El 13/9/2021 Le Pen cedió interinamente las funciones de líder del partido al vicepresidente Jordan Bardela para preparar su segunda candidatura presidencial en 2022. En la primera vuelta del 10/4/2022 Le Pen quedó segunda, tras Macron, con 23,1% de los votos, pasando ambos a disputar la segunda vuelta del 24/4/2022. El resultado de la misma fue la derrota de Le Pen con el 41,5% de los votos. Para más información, pueden consultarse los documentos CIDOB «Elecciones presidenciales de 2017 en Francia» y «Elecciones presidenciales de 2022 en Francia») 

La llegada en 2011 de Marine Le Pen a la jefatura del Frente Nacional en sucesión de su padre Jean-Marie Le Pen marcó un antes y un después en la trayectoria del famoso y archipolémico partido ultraderechista, con la consiguiente huella en el devenir político de Francia. Una combinación de capacidades personales —desenvoltura mediática, carisma, dureza de carácter con rostro de jovialidad—, actualización del discurso identitario y alejamiento calculado de las actitudes más chirriantes del caudillo fundador —antisemitismo, racismo, homofobia, chovinismo rancio—, pero manteniendo las consignas fundamentales —"preferencia nacional", triple repudio a la inmigración, en especial la musulmana, a la UE y a las fronteras abiertas—, permitió a Le Pen sacar a su formación de un declive que parecía terminal y catapultarla a sus cotas más altas. Ello ha sido a costa de las fuerzas predominantes tradicionales, el Partido Socialista y Los Republicanos (ex UMP, centro-derecha posgaullista), presas de las peleas internas, los escándalos de corrupción, el desconcierto ideológico y una crisis de liderazgo que minan su credibilidad. A su lado, Le Pen, acusada de demagoga y xenófoba pero atractiva para los descontentos, parece tener los conceptos muy claros.

Las elecciones europeas de 2014 hicieron del FN el primer partido de Francia, condición reforzada en las departamentales y regionales de 2015, cuando rozó el 28% de los votos. Esta supremacía conquistada en las urnas, sin embargo, no se ha traducido por el momento en una presencia acorde en los órganos nacionales de representación popular, ya que los frentistas salen muy perjudicados del mecanismo electoral de la doble vuelta, donde opera con rigor el front républicain en su contra. Desde las legislativas de 2012 el FN dispone en la Asamblea Nacional de dos diputados meramente (antes no tenía ninguno), uno de los cuales es la sobrina de la líder, Marion Maréchal-Le Pen, y la propia Marine, a lo largo de su carrera política, solo ha tenido como ágora relevante el Parlamento Europeo, donde encabeza el grupo de partidos de derecha populistas y euroescépticos Europa de las Naciones y las Libertades.

En 2015 Le Pen rompió estrepitosamente con su octogenario padre, cuya terquedad antisemita y su virulencia verbal estropeaban la estrategia, para muchos meramente cosmética, de "desdiabolizar" el Frente, haciendo de él un partido sin estigmas y respetable, abierto a colaboraciones libres del cordon sanitaire y digno de gobernar. Su alianza europea con el holandés Geert Wilders, la ofensiva del terror yihadista, la crisis de los refugiados en Calais, el referéndum británico y la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump energizaron a la autocalificada de "candidata antisistema" y "candidata del pueblo". Pueblo al que, proclama, defenderá de la "oligarquía financiera" y devolverá la "soberanía nacional" y el "poder de decisión" arrebatados por la "tecnocracia de Bruselas" y la "globalización neoliberal".

Su programa para las elecciones presidenciales del 23 de abril de 2017 no difiere sustancialmente de anteriores manifiestos, salvo quizá el énfasis especial que pone en el Frexit, el escenario de salida que hace temblar a medio continente: referéndum sobre la permanencia en la UE, la cual desea "destruir" para alumbrar una "Europa de las naciones independientes al servicio de los pueblos", y/o portazos al euro, a Schengen y a la PAC; rechazo de los acuerdos de libre comercio, protección de los pequeños productores frente al dumping y salida del mando integrado de la OTAN en aras de una defensa autónoma; reducción del saldo migratorio anual a los 10.000 foráneos, limitación del asilo, expulsión automática de todos los extranjeros sin los papeles en regla y supresión de la agrupación familiar, del derecho de suelo en la obtención de la nacionalidad, de las opciones de naturalización de los ilegales y de la doble nacionalidad extraeuropea; y en el capítulo de la seguridad, "erradicación" del terrorismo islámico, disolución de toda organización de índole fundamentalista y restablecimiento del "orden republicano" sobre la base de un mayor despliegue policial.

Por otro lado, resulta muy llamativo el plan social de la aspirante Le Pen, que expone una serie de puntos propios del repertorio de izquierdas, incluso de la extrema izquierda: la semana de 35 horas, la derogación de la reforma laboral, la jubilación legal a los 60 años, la progresividad fiscal gravosa para las rentas altas, el blindaje de la sanidad pública, el estatismo económico y los anatemas de la austeridad y el libre mercado, amén de la hostilidad a la OTAN y las odas a la sostenibilidad medioambiental y las energías renovables. Sin embargo, su "proteccionismo inteligente" y su "patriotismo económico" hacen distinciones entre personas y buscan más que nada preservar la "identidad nacional", priorizando o reservando a los franceses de pleno derecho los accesos al trabajo, la vivienda, la sanidad, la educación y las ayudas sociales.

Le Pen, quien es una gran admiradora del "modelo" implantado en Rusia por Putin, al que ha visitado en plena campaña electoral, contrapone el laicismo republicano al comunitarismo y la asimilación, republicana también, a la simple integración. Por todo ello, la plataforma lepeniana ha sido descrita en círculos académicos como una forma de "etno-socialismo". Ella insiste en que el FN ha trascendido la dicotomía clásica derecha-izquierda, que no tiene nada que ver con la extrema derecha o con el fascismo, y que su compromiso es con el viejo modelo del Estado-nación, al que asedian burocracias supranacionales, capitalistas deslocalizadores y una inmigración "descontrolada", situación esta última que engendra en Francia, advierte con catastrofismo, el "peligro de una guerra civil".

En su primera tentativa presidencial, en 2012, Le Pen, con el 17,9% de los sufragios, superó el techo marcado por su padre 10 años antes, pero no igualó su hazaña de pasar al ballottage, que disputaron François Hollande y Nicolas Sarkozy, hoy desvanecidos. Marine tuvo su "21 de abril", la fecha grabada en los anales por Jean-Marie, en las europeas de 2014, no en las presidenciales de 2012. En la edición de 2017 vuelve a intentarlo como una casi segura contendiente en el segundo turno del 7 de mayo, aunque con escasas posibilidades, insisten los sondeos, de batir en este duelo final a un adversario que podría ser el social-liberal Emmanuel Macron. Aun en el improbable caso de llegar al Elíseo, lo que tendría un impacto sísmico en su país y en la UE, Le Pen tal vez no dispondría de una mayoría presidencial en la Asamblea Nacional, pues en las legislativas de junio los republicanos de François Fillon, descolgado tercer corredor del esprint presidencial, podrían actuar de dique frente a la marea roja-azul marino. Entonces, la cohabitación en el Ejecutivo más insólita y tormentosa de la V República Francesa estaría servida.


(Texto actualizado hasta 29/3/2017)

1. Asistente y heredera de Jean-Marie Le Pen en el Frente Nacional
2. Marine Le Pen, líder de la ultraderecha gala: "desdiabolización" del partido y resurgimiento electoral
3. Campaña por la "liberación europea", ruptura paterno-filial y cuenta atrás para las presidenciales de 2017

1. Asistente y heredera de Jean-Marie Le Pen en el Frente Nacional

Marion Anne Perrine Le Pen nació en agosto de 1968, cuando ya se apagaban los rescoldos de la revuelta estudiantil del mayo parisino, como la benjamina del matrimonio formado por Jean-Marie Le Pen y su primera esposa, Pierrette Lalanne, quien cuatro años después iba a interponer una demanda de divorcio que no se sustanciaría hasta 1987 en unas circunstancias singularmente escandalosas. Entonces, la familia, que completaban dos hermanas mayores, Marie-Caroline y Yann, tenía su hogar en Neuilly-sur-Seine, comuna de la parte norte del área metropolitana de París, conocida por sus elegantes barrios residenciales de clase alta.

Al ser padre por tercera vez, Jean-Marie Le Pen, antiguo paracaidista de la Legión Extranjera con servicios de armas en Indochina y Argelia, rondaba los 40 años y ya gozaba de una polémica reputación como figura en los ambientes de la derecha nacionalista radical, extremista hasta el punto de mostrar posturas filonazis. Tras militar en el movimiento poujadista, había fundado el Frente Nacional de Combatientes (FNC) y hasta 1962 había sido diputado en la Asamblea Nacional con el Centro Nacional de Independientes y Campesinos (CNIP), partido tradicionalista agrario muy influyente en los días de la IV República.

En octubre de 1972, cuando su hija pequeña aún no iba a la escuela, Jean-Marie Le Pen, en compañía de otros veteranos de las guerras coloniales de Francia, antiguos colaboracionistas con la ocupación alemana, nostálgicos del régimen de Vichy y férreos detractores del gaullismo, en su mayoría adheridos a la corriente neofascista Orden Nuevo, puso en marcha el partido de orientación ultraderechista Frente Nacional (FN), a cuyo mando iba a convertirse en una celebridad internacional, posición que décadas después heredaría Marine. En las elecciones de 1974 Le Pen padre hizo el primero de sus seis envites presidenciales hasta 2007, obteniendo menos del 1% de los votos. Entonces, Le Pen podía ser visto como un político estridente pero poco más que folclórico y marginal. Sin embargo, su movimiento, ejemplo de ecumenismo político al agrupar a neofascistas, gaullistas disidentes, católicos integristas, legitimistas monárquicos y viejos pétainistas, estaba llamado a crecer.

Una noche de noviembre de 1976 el domicilio parisino de la familia fue objeto de un atentado con bomba, una carga de cinco kilos de dinamita arrojada por unos desconocidos que dejó destrozado el inmueble pero que milagrosamente no ocasionó desgracias personales. Marine y sus hermanas, que dormían en el momento de la explosión, solo sufrieron unos ligeros arañazos. Tras esta dramática experiencia, la familia se mudó del Distrito XV de París a una opulenta mansión de once habitaciones construida en tiempos de Napoleón III en el parque Montretout de la cercana comuna de Saint-Cloud. El palacete decimonónico, algo decrépito, formaba parte de la herencia de propiedades y capital legada a Le Pen por el industrial Hubert Lambert, un admirador de su movimiento político.

De la abogacía a los pinitos en la política representativa
Marine cursó la secundaria en el liceo Florent-Schmitt de Saint-Cloud, una escuela pública que su adinerado pero tacaño padre creía más adecuada para ella porque desde las aulas de un centro privado "burgués", según él, la joven habría descuidado su deber de plantar cara "a los comunistas". Al parecer, el espíritu pendenciero del progenitor afloró en la hija cuando ella no dudaba en pelearse con cualquiera que insultara el apellido Le Pen, pero esta etapa escolar con aspectos conflictivos también coincidió con el tormentoso proceso de separación y divorcio de sus padres.

En 1984, mientras Marine cursaba el bachillerato, Pierrette Le Pen abandonó el domicilio conyugal decidida a iniciar otra vida de pareja con el biógrafo del que todavía era su esposo, Jean Marcilly. La súbita fuga de su madre para reunirse con su amante le causó a Marine un considerable trauma, al que en 1987 se le sumó la vergüenza de verla posando semidesnuda en la revista Playboy, ocurrencia que levantó un auténtico revuelo mediático y con la que Lalanne perseguía ridiculizar a su ex marido. Estas turbulencias familiares tuvieron el efecto de estrechar los vínculos entre padre e hija.

Ella adquirió la condición de militante del FN en 1986, el año en que su padre, tras una ausencia parlamentaria de un cuarto de siglo y gracias a que, por primera y última vez en la historia de la V República, las elecciones legislativas estuvieron regidas por el sistema proporcional a un solo turno, dio un sonoro aldabonazo haciéndose con el escaño de asambleísta nacional a la par que otros 34 conmilitones, y de paso con un puesto de consejero en la región de Isla de Francia, mandatos que vinieron a sumarse a los de concejal de distrito en París y miembro del Parlamento Europeo. En 1987 Jean-Marie Le Pen atrajo todos los focos por las fotos eróticas de su mujer y por decir que las cámaras de gas de los campos de concentración nazis no eran más "un detalle puntual en la historia de la Segunda Guerra Mundial", primera de una larga serie de expresiones de tintes antisemitas y racistas que acabarían ocasionándole serios problemas judiciales, al entender fiscales y jueces que cuestionaba el Holocausto judío y negaba crímenes de guerra.

Después, en 1988, Le Pen, casado en 1991 en segundas nupcias con Jeanne-Marie Paschos, quedó cuarto en las elecciones presidenciales, las que dieron la reválida al socialista François Mitterrand, con el 14% de los votos (en las de 1981 no había satisfecho los requisitos para inscribir su candidatura), mientras que en las legislativas el FN repitió la estimable cuota de votos sacada en 1986, cerca del 10%; esta vez, sin embargo, el reimplantado mecanismo de la doble vuelta le hizo perder todos los escaños ganados en aquella ocasión salvo uno, que no fue el de su fundador y caudillo.

Marine se sentía profundamente atraída por la acción política, pero quería formarse como abogada, así que comenzó la carrera de Derecho en la Universidad de Pantheón-Assas (París III). Antes de obtener la licenciatura en 1990 y un Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en Derecho Penal en 1991, trabó amistad con los jefes del Grupo Unión Defensa (GUD), un sindicato estudiantil abiertamente neofascista conocido por su violencia en los campus, y estuvo involucrada en el Círculo Nacional de Estudiantes de París (CNEP), grupo derechista afín al FN, del que fue presidenta de honor. Hoy, la prensa gala recuerda también el carácter juerguista y la intensa vida nocturna de la veinteañera, a la que los guardaespaldas de su padre procuraban no perder de vista.

Con todo, Marine se tomaba su capacitación como profesional jurídica en serio. En 1992 superó el preceptivo curso de la Escuela de Formación Profesional de Colegiados de la Corte de Apelaciones de París (EFB) y, una vez recibido el certificado de aptitud (CAPA), pudo empezar a ejercer la abogacía en la capital del país. En los seis años siguientes, Le Pen llevó diversos pleitos, primero en el despacho de abogados de Georges-Paul Wagner, un íntimo de la familia, y luego desde un bufete montado por su cuenta. Salvo uno nacido de una demanda criminal de personas afectadas por transfusiones de sangre contaminada, los casos que llevó Le Pen, descrita como una abogada pugnaz, fueron de poca monta. Irónicamente, a la luz de sus futuros planteamientos políticos, defendió a varios inmigrantes irregulares amenazados de expulsión.

En marzo de 1993, con 24 años, Le Pen hizo un hueco en sus idas y venidas de los juzgados para disputar en la listas del FN el escaño de la Asamblea Nacional correspondiente a la 16ª Circunscripción de París. Reunió el 11% de los votos en el primer turno y por muy poco no pasó a la segunda vuelta que le arrebató su adversario del Partido Socialista (PS), el cual luego sucumbió ante el titular del escaño, Bernard Pons, del Reagrupamiento por la República (RPR), el partido neogaullista que lideraba Jacques Chirac y a la postre el gran triunfador en los comicios en alianza con la UDF de Valéry Giscard d'Estaing. El bautismo electoral de Marine no resultó especialmente decepcionante dada la bisoñez política de la joven. Además, había que enmarcarlo en la incapacidad de su agrupación, desde 1988 crónica debido a un sistema electoral mayoritario que le perjudicaba enormemente, para materializar en escaños su significativa porción de votos repartidos por todo el país.

En la década de los noventa el FN se encontraba en una situación bastante paradójica: si bien su grado de inclusión en las instituciones de representación popular era muy escaso (por ejemplo, hasta 1995 el partido no fue capaz de ganar plazas de alcalde urbano, en Toulon, Orange y Marignane, tres localidades de la sureña Provenza, región del Midi francés de la que Le Pen, un político bretón enamorado de la tradición céltica del noroeste atlántico, era consejero desde 1992), su líder, cuarto en las presidenciales de 1995 con el 15% de los votos, ya había conseguido que su discurso duro y chovinista sobre el control de la inmigración, la lucha contra el crimen, el ensalzamiento de los valores patrióticos y la "preferencia nacional" en las contrataciones laborales y las prestaciones sociales calara en la sociedad y generara intensos debates públicos, fenómeno que vino a denominarse la "lepenización de los espíritus".

Fue en 1998 cuando Marine Le Pen, casada el año anterior con el empresario y adherente del partido Franck Chauffroy, con quien justamente ahora fue madre de su primer hijo, una niña, Jehanne, y pronto de gemelos, Louis y Mathilde, antes de firmar los papeles del divorcio en 2000, hizo el salto definitivo a la política profesional a tiempo completo. Su padre ya la había nombrado a dedo miembro del Comité Central del partido cuando su X Congreso, celebrado en Estrasburgo en marzo de 1997, y ahora la colocó con una buena retribución en la dirección de los servicios jurídicos del FN, creados para la circunstancia. Además, en las elecciones regionales de marzo conquistó su primer mandato representativo, uno de consejera en Norte-Paso de Calais.

Marine mostró su lado más enérgico y combativo al dirigir junto con otros fidelísimos del líder fundador las sanciones y purgas contra los seguidores del número dos disidente del FN, Bruno Mégret, quien en enero de 1999 terminó escindiéndose con la presentación de un partido propio de derecha más moderado, el Movimiento Nacional Republicano (MNR). El cisma partidario llevó las grietas también a la familia Le Pen, pues la mayor de las hermanas, Marie-Caroline, y su esposo, Philippe Olivier, se fueron con Mégret. La "traición" de la primogénita fue considerada especialmente ultrajante por el padre porque él la venía preparando con gran esmero para convertirla un día en su sucesora en el Frente. Con Marie-Caroline anatemizada de por vida y la segunda hermana, Yann (esposa de Samuel Maréchal, consejero regional del FN en País del Loira), relegada a las sombras por su falta de nervio político, Marine, miembro del Buró Político del partido a raíz del XI Congreso Nacional de abril de 2000, quedó perfilada como la delfín del movimiento ultraderechista.

Progresión en la dirigencia del FN
Marine Le Pen tenía por delante una década de imparable ascensión interna. Jugó un rol destacado en la campaña de su padre para las presidenciales de 2002, momento culmen en la carrera del controvertido líder ultra porque con unos impresionantes 5,5 millones de votos, el 16,8%, en la primera vuelta del 21 de abril consiguió echar de la carrera al candidato del PS, el primer ministro Lionel Jospin, y pasar a la segunda vuelta con el aspirante a la reelección, Chirac, quien luego, el 5 de mayo, le machacó con el 82,2% de los sufragios gracias al cierre apresurado de filas de todo el arco político, desde la extrema izquierda hasta el neogaullismo, en torno a su candidatura.

Tras este éxito sin precedentes, que provocó una enorme conmoción dentro y fuera de Francia, el Frente tropezó en las legislativas de junio, ganadas por la chiraquiana Unión por un Movimiento Popular (UMP, sucesora del RPR). Entonces, el partido, al retroceder del 14,9% de cinco años atrás al 11,3%, vio confirmada su condición de fuerza extraparlamentaria, adquirida en 1998 cuando el único diputado con que contaba, Jean-Marie Le Chevallier, el alcalde de Toulon, fue despojado del escaño por infringir la normativa sobre financiación de campañas electorales. En estos comicios, Marine peleó por la 13ª Circunscripción de Paso de Calais, departamento de la región asomada al canal de la Mancha donde fungía de consejera, y con un notable 24,2% de los votos pudo pasar a la segunda vuelta, en la que cayó derrotada frente al socialista Jean-Claude Bois.

La lección que Marine y otros dirigentes sacaron de las elecciones generales de 2002 fue que el FN tenía que invertir mayores esfuerzos en dulcificar su imagen ante un vasto sector del electorado al que infundía temor, desprecio o ambas cosas a la vez. Además, contra el partido funcionaba un cordon sanitaire que ponía de relieve su condición de apestado para el resto de fuerzas políticas, las cuales, al menos a título oficial (sus cuarteles generales en París), rehusaban mantener cualquier tipo de acuerdo o colaboración de gobierno con los lepenistas. Fueron los primeros pasos hacia la "desdemonización" o "desdiabolización" del partido, proceso invocado muchas veces a partir de entonces por Marine pero que no resultó consistente porque su lenguaraz padre no paraba de hacer declaraciones altisonantes y provocativas de regustos revisionistas, antisemitas o racistas, prolongando así sus líos con la justicia y la mala prensa del partido.

Antes de estrenar su segundo matrimonio, en diciembre de 2002, con Éric Iorio, miembro del Comité Central del FN y antiguo consejero regional de Norte-Paso de Calais, Le Pen y su cuñado Samuel Maréchal reactivaron una asociación del partido, Generación Le Pen, renombrada para la ocasión como Generaciones Le Pen, como parte de una operación de relaciones públicas para mejorar la imagen del viejo caudillo frentista. Sin embargo, ella no tardó en ser acusada de buscar ante todo su promoción personal. El malestar interno con Le Pen hija cristalizó en el XII Congreso Nacional del partido, celebrado en Niza en abril de 2003 y que supuso su relegación al puesto trigésimo cuarto del Comité Central, desde el décimo lugar para el que había sido votada en el Congreso de 2000. Ahora, el miembro más votado del Comité Central fue Bruno Gollnisch, quien ambicionaba la condición sucesoria que el líder fundador parecía reservar para su hija. Le Pen padre, indignado por esta afrenta, respondió con un gesto de autoridad nepotista nombrando a Marine para una de las cuatro vicepresidencias orgánicas.

Marine escaló su siguiente peldaño político en las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2004. Colocada como cabeza de lista del Frente en la circunscripción de Isla de Francia, la que más candidaturas llevaba, contribuyó a la recuperación electoral del partido, que pasó del 5,7% de los votos sacados en 1999 al 9,8%, marca que sin embargo no alcanzó las anotadas entre 1984 y 1994, cuando el FN superó el 10% de los sufragios. En el hemiciclo de Estrasburgo los Le Pen, padre e hija, se situaron al mando de un pelotón de siete diputados no inscrito en ningún grupo parlamentario y del que también era miembro Bruno Gollnisch, el gran rival de Marine. Por lo demás, ella siguió siendo consejera regional, pero ahora en la Isla de Francia. Desde su escaño en el Parlamento Europeo, Le Pen encontró una ágora inmejorable para darse a conocer a nivel internacional.

Marine participó en la campaña por el no en el referéndum nacional de ratificación del Tratado Constitucional de la UE y en abril de 2006, dos meses antes de concluir en divorcio su nexo conyugal con Éric Iorio, presentó su primer libro, una autobiografía titulada À contre-flots. 2007 fue otro año relevante en la trayectoria de la política por triple motivo. Primero, en abril, se desempeñó como directora estratégica de la quinta postulación presidencial de su padre, saldada por cierto en un rotundo fracaso: Jean-Marie Le Pen, pregonando su repertorio clásico de la mano dura con la inmigración y la delincuencia, quedó en un deslucido cuarto lugar con el 10,4% de los votos, su porcentaje más flojo en estas lides si se exceptuaba la tentativa debutante de 1974. El nuevo inquilino del Elíseo pasó a ser el abanderado de la UMP, Nicolas Sarkozy, quien basó su éxito en el discurso riguroso en todo lo relacionado con las cuestiones identitarias y de seguridad. Por lo que se veía, la lepenización de la política nacional estaba costándole cara a su propio inspirador.

A continuación, en junio, Marine misma se presentó a las urnas como candidata por tercera vez a la Asamblea Nacional. Ahora, aspiraba a salir elegida diputada por la 14ª Circunscripción de Paso de Calais. Mientras que a nivel nacional el Frente confirmó su situación de declive acelerado hundiéndose hasta el 4,3%, su peor resultado en dos décadas, su vicepresidenta salvó la cara apuntándose el 24,5% de los votos en la primera vuelta y el 41,6% en la segunda, resultado que podía considerarse más meritorio por cuanto operó contra ella el "frente republicano" habitual en estos casos. En otras palabras, su adversario en esta ocasión, el socialista Albert Facon, conservó su escaño no tanto por méritos propios como por ser el beneficiario del voto útil de la izquierda, el centro y la derecha, puestos de acuerdo para bloquear a Le Pen. En las legislativas de 2007 ella fue el único candidato del FN que llegó a disputar el balotaje.

Antes de terminar el año, en noviembre, el FN celebró en Burdeos su XIII Congreso Nacional en un ambiente de tensión por los pésimos resultados electorales. Marine, pese a su buen hacer personal en Paso de Calais, encajó una derrota en su duelo particular con Gollnisch por los respectivos espacios de poder en el Comité Central. Pero entonces, su padre, como en el anterior cónclave, salió a desagraviarla promocionándola al puesto de vicepresidenta ejecutiva responsable de asuntos internos. Desde este momento, Marie debía ser vista sin ningún género de dudas ya como la segunda dirigente del partido.

Le Pen volvió a exhibir su excelente rendimiento individual en las urnas, a contracorriente de las fortunas electorales de su partido, en los comicios locales de marzo de 2008, de los que salió con un mandato de concejala en Hénin-Beaumont, comuna del departamento de Paso de Calais (en febrero de 2011 iba a desprenderse de este cargo de edil para ajustarse a la ley de limitación de acumulación de mandatos), en las europeas de junio de 2009, que achicaron el grupo frentista en la Eurocámara hasta los tres representantes (los Le Pen y Gollnisch), y en las regionales de marzo de 2010, que supusieron su regreso al Consejo Regional de Norte-Paso de Calais, donde ya se sentara entre 1998 y 2004. En cuanto a su vida privada, en 2009 Le Pen inició una relación sentimental con Louis Aliot, también divorciado y en esos momentos el secretario general del partido, amén de consejero regional en Midi-Pirineos.


2. Marine Le Pen, líder de la ultraderecha gala: "desdiabolización" del partido y resurgimiento electoral

En septiembre de 2008, tras ser condenado a tres meses de prisión exentos de cumplimiento y 10.000 euros de multa por haber dicho en 2005, entre otras cosas, que la ocupación nazi de Francia no había sido "particularmente inhumana", afirmaciones que según el tribunal que le juzgó incurrían en unos delitos de "apología de crímenes de guerra" y "cuestionamiento de crímenes contra la humanidad", Jean-Marie Le Pen, con 80 años cumplidos, anunció su intención de abandonar la dirección del FN en 2010 y que, salvo "circunstancias excepcionales", no se presentaría a las elecciones presidenciales de 2012.

En estos momentos, el partido por él fundado sufría una masiva sangría de votantes y atravesaba serios problemas económicos. El FN veía su futuro hipotecado y algunos observadores ya lo daban por desahuciado. Al parecer, la apocalíptica visión lepeniana de una Francia corrompida, decadente, amenazada y agredida desde todos los flancos, por la globalización con la cultura anglosajona de abanderada, por la "tecnoestructura federalizante" de una UE que despojaba de soberanía a los estados miembros, por hordas de inmigrantes árabe-musulmanes incompatibles con la "civilización occidental" y por una oleada de delincuencia y gamberrismo en las calles, ya no seducía al electorado. En enero de 2010 Le Pen comunicó al Buró Político que su adiós tendría lugar en el próximo Congreso.

El effet Marine pone en órbita al partido; la primera tentativa presidencial en 2012
Se abrió entonces en el FN la cuenta atrás para un traspaso de poderes, político entre padre e hija. La coronación de Marine como la nueva presidenta del partido tuvo lugar en el XIV Congreso Nacional, el 15 y 16 de enero de 2011 en Tours, semanas después de ser denunciada ante la justicia por la ONG antirracista MRAP por haber afirmado que los musulmanes, con sus oraciones al aire libre, protagonizaban una "ocupación en toda regla" en algunas partes del país. Las formas de la democracia interna fueron respetadas y la candidatura de Le Pen hija hubo de someterse a una votación de los afiliados de la que salió ampliamente ganadora, con el 67,6% de los votos, sobre su único oponente, Gollnisch. El viejo Le Pen fue hecho presidente honorario del Frente y en la Secretaría General Jean-François Jalkh dejó paso a Steeve Briois. En cuanto a Louis Aliot, consejero regional de Languedoc-Rosellón desde el año anterior, pasó a ser vicepresidente del partido.

La llegada a la jefatura de Marine Le Pen, dotada de innegables habilidades telegénicas, de natural jovial, a diferencia de su irritable padre, y capaz de transmitir carisma, fue el revulsivo que el FN necesitaba con urgencia para detener su declive y empezar a resurgir. La estrategia adoptada por Le Pen, valedora de una especie de demagogia amable, para hacer de su partido una "opción de poder" se canalizó en dos vías.

Por un lado, la nueva líder persistió en la línea, nada convincente para multitud de observadores, de "desdiabolización" del Frente, lo que básicamente se tradujo en una andanada de demandas judiciales a políticos, organizaciones sociales y medios de comunicación que supuestamente habían difamado o atacado el honor del partido y sus militantes. En otras palabras, intentar intimidar al adversario en democracia para que dejara de desprestigiar, en vez de procurar vencer su hostilidad. Por otro lado, la nueva líder modernizó el discurso, suavizando los tonos más crudos, obviando las valoraciones chirriantes que en nada ayudaban al partido (como los comentarios de tufillo antisemita, en adelante proscritos en el FN, mientras ella dejaba claro que los campos de exterminio nazis fueron "el sumun de la barbarie") y poniendo al día el argumentario populista de derechas, pero sin renunciar a las consignas clave.

En vez de repetir la retórica trasnochada de su padre, tan aficionado a las evocaciones ampulosas del pasado y a las abstracciones, Marine adoptó un enfoque mucho más tangible, centrado en los problemas cotidianos de los franceses, más en tiempos de severa crisis económica y aumento del paro. Así, mientras que las dianas de sus dardos seguían intactas (los tecnócratas de Bruselas, el "Islam político", los inmigrantes, los residentes extranjeros sin asimilar, las "oligarquías" nacionales), el FN se apuntó desembozadamente al discurso social, reclamando unos impuestos más progresivos y presentándose como el defensor de la clase trabajadora en un sentido integral. El "giro a la izquierda" del FN, que metía en su batidora electoralista la xenofobia, el laicismo republicano, el proteccionismo comercial, la presión fiscal a los ricos, el control de los bancos, el regreso al franco y la salida de la OTAN, fue conceptualizado por el politólogo Dominique Reynié como una forma de "etno-socialismo".

Le Pen estaba lista para hacer un gran papel en las elecciones presidenciales de 2012, y los resultados de las cantonales de marzo de 2011 alentaron su optimismo. Por primera vez en su historia, el FN superó el 15% de los sufragios en la primera vuelta de una elección no presidencial y en el conjunto del país fue el tercer partido más votado por detrás del PS y la UMP, aunque el mecanismo del balotaje, sin sorpresas, dejó su marcador de cargos electos prácticamente vacío: cosechó tan solo dos consejeros generales sobre 2.026 y ninguno de los 101 puestos de presidente departamental.

Le Pen acudió a la elección presidencial del 22 de abril de 2012 presentándose como "la candidata de los jóvenes" desde el momento en que era "la candidata antisistema", y esgrimiendo un programa inequívoco.

Entre sus compromisos, dominados por el "patriotismo económico", figuraban los siguientes: salida "ordenada" de la Eurozona, pues la moneda única europea era una divisa "demasiado fuerte" que penalizaba la competitividad, y recuperación del franco, a fin de "no acabar como Grecia o España"; renegociación de todos los tratados europeos "para recuperar la soberanía nacional"; reindustrialización de la economía, lucha contra las deslocalizaciones y promoción de los pequeños productores locales sobre la base de un "proteccionismo inteligente"; nacionalización temporal de la banca "para garantizar los ahorros de los franceses"; revalorización de salarios y pensiones; cerrojazo a la inmigración, deportación de los sans-papiers y "prioridad" absoluta a los franceses en la búsqueda de empleo, el acceso a la vivienda y las ayudas sociales; prohibición de la discriminación positiva protectora de las minorías; y restablecimiento de la pena de muerte y la cadena perpetua efectiva como símbolos de la "tolerancia cero" con la delincuencia. Estas ideas aparecieron recogidas en su segundo libro, Pour que vive la France, publicado en febrero de 2012 en clave de manifiesto electoral.

Los sondeos llegaron a otorgar a la líder derechista hasta un 23% de intención de voto en el año previo a la elección al Elíseo, pero esta horquilla fue menguando en los últimos meses y semanas, dejándola cada vez más descolgada de los dos favoritos, el presidente Sarkozy y el socialista François Hollande. La postulante se planteó un doble reto: superar el mejor resultado histórico del FN, el 16,8% sacado por Le Pen padre en 2002, cosa que ella daba por hecha, y, sobre todo, llegar a la segunda vuelta, repitiendo así la hazaña de su progenitor.

Le Pen hizo realidad el primer propósito, pero ni siquiera se acercó a cumplir el segundo: si bien capturó el 17,9% de los votos, por delante del izquierdista Jean-Luc Mélenchon y el centrista François Bayrou, se situó a 10 puntos de distancia de Sarkozy y Hollande, a la postre vencedor en la segunda vuelta del 6 de mayo. Quedándose con el vaso medio lleno, Le Pen hizo unas valoraciones jactanciosas del desenlace electoral. Ella, ciertamente, había caído en la primera vuelta, pero el FN se había convertido "en el centro de gravedad de la vida política francesa", obligando al PS y a la UMP a montarse en un debate que giraba "en torno a nuestras propuestas".

A continuación, Le Pen, en su cuarto intento parlamentario, concurrió a las elecciones legislativas del 10 de junio como aspirante a la 11ª Circunscripción de Paso de Calais, cuya cabeza territorial era Hénin-Beaumont, la comuna de la que había sido concejala hasta el año anterior. Por primera vez, con el 42,4% de los votos, Le Pen fue capaz de imponerse en la primera vuelta, ganándole provisionalmente la partida al socialista Philippe Kemel y dejando en la estacada a Jean-Luc Mélenchon, del Frente de Izquierda (FG), coalición que reunía al Partido Comunista, el Partido de Izquierda y la Izquierda Unitaria. Una semana después, Kemel, con muchísimos apuros, consiguió arrebatarle el escaño por un puñado de votos: con el 50,11% frente al 49,89%.

A nivel nacional, el FN, capitaneando el Reagrupamiento Azul Marine (RBM), coalición de partidos "patriotas" para la que Le Pen reclutó a los grupúsculos Soberanía, Identidad y Libertades (SIEL) y Patria y Ciudadanía (PeC), recolectó el 13,6% de los votos, quedando bastante por detrás del PS (de nuevo el primer partido de la Asamblea) y la UMP, y recobró el estatus de fuerza parlamentaria con la elección de dos asambleístas: Gilbert Collard y, por Vaucluse, en Provenza, y con tan solo 22 años, Marion Maréchal-Le Pen, hija de Yann Le Pen, sobrina de Marine y nieta de Jean-Marie. Se trataba de una subida considerable si se comparaba con la desastrosa elección legislativa de 2007, pero, con tres millones de votos menos, no igualaba el resultado de la primera vuelta de las recientes presidenciales. El Frente tampoco mantuvo el nivel exhibido en las cantonales de 2011.


3. Campaña por la "liberación europea", ruptura paterno-filial y cuenta atrás para las presidenciales de 2017

Al comenzar 2013, Le Pen emprendió una gira "de proximidad" a lo largo y ancho de Francia para tomar contacto con los ciudadanos "invisibles" y la "gente normal" de las zonas rurales y urbanas. En el horizonte ya asomaban las elecciones municipales de marzo de 2014, a las que dos meses después iban a seguir las votaciones al Parlamento Europeo. Las perspectivas electorales del Frente eran óptimas y su presidenta ya acariciaba un ambicioso proyecto europeo para agrupar en un bloque beligerante a los principales partidos euroescépticos, nacionalistas y anti-inmigración de la UE.

El "21 de abril europeo" de 2014 y formación del grupo Europa de las Naciones y las Libertades
El 13 de noviembre de 2013, cuatro meses después de ver levantada su inmunidad parlamentaria por el pleno de la Eurocámara en respuesta a una petición del Ministerio de Justicia francés en relación con la investigación que la Fiscalía de Lyon había iniciado contra ella por posible "incitación al odio" al equiparar las preces callejeras de algunos fieles musulmanes con una "ocupación", Le Pen y el holandés Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV) y polémico defensor de la prohibición del Corán, comparecieron ante los medios en La Haya para la presentación de una plataforma transnacional que tendía la mano a otros partidos de la UE ideológicamente próximos y con los que poder formar un grupo parlamentario tras las elecciones europeas de 2014, lo que requería sumar un mínimo de 25 diputados de al menos siete países.

Le Pen y Wilders revistieron de triunfalismo el lanzamiento de su "campaña europea", cuyos objetivos no eran otros que "devolver la soberanía al pueblo", "liberar a Europa de las élites tecnocráticas que roban el poder de decisión nacional", "recobrar el control de nuestras fronteras" y "evitar las oleadas imparables de inmigrantes". "Ha llegado el momento de la solidaridad entre los patriotas de Europa, el verdadero movimiento que sigue el curso de la historia. La UE, como todos los imperios, se derrumbará sobre sí misma. Queremos decidir nuestro destino. Porque los políticos europeos actuales luchan por ostentar un poder que luego no ejercen. Hay que recuperar la soberanía", manifestó Le Pen con su acostumbrada facilidad de palabra.

El dúo emprendió conversaciones con agrupaciones afines de la derecha populista europea para articular el que sería el grupo parlamentario de la Alianza Europea por la Libertad (AEL), formación paneuropea animada por la líder gala y otras personalidades de su arco ideológico que en realidad existía desde 2010, solo que en la práctica no funcionaba como una internacional de partidos, sino como un foro de individuos. Teniendo a Le Pen y al derechista flamenco Philip Claeys de vicepresidentes, y al austríaco Franz Obermayr de presidente, la AEL era un partido paneuropeo muy poco conocido, escasamente operativo y su condición no pasaba de testimonial.

Para esta empresa fueron requeridos con mayor o menor fortuna el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) de Heinz-Christian Strache, la Liga Norte (LN) italiana de Matteo Salvini, el Partido Popular Danés (DF) de Kristian Thulesen Dahl, los Demócratas Suecos (SD) de Jimmie Åkesson, los Verdaderos Finlandeses (PS) de Timo Soini, el Interés Flamenco (VB) belga de Gerolf Annemans y el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage. "Harta" como estaba de que se colgara a su partido la etiqueta de extrema derecha y se le vinculara a las corrientes neofascistas y neonazis ("es insultante, no tenemos nada que ver con esa gente ni con su ideología", aseveró), Le Pen excluyó de su iniciativa, al "no compartir los mismos valores", al Jobbik húngaro, al NPD alemán, al Ataka búlgaro y al Amanecer Dorado (XA) de Grecia.

En febrero de 2014 la empresa demoscópica TNS Sofres otorgó a Le Pen su nivel más alto de popularidad hasta la fecha; según el sondeo, la jefa frentista contaba con una opinión favorable del 58% de los franceses y su partido merecía el respaldo del 34%. La hija de Jean-Marie Le Pen no tenía dudas: "Se acabó el bipartidismo. Francia ya no cree en las mentiras del binomio UMP-PS y busca una alternativa", zanjó.

A las elecciones municipales de marzo de 2014 el FN presentó 597 listas comunales, un rango de participación muy bajo (los ayuntamientos en juego eran más de 36.000) pero que con todo suponía el mayor numero de candidaturas locales de su historia. Los resultados, menos del 5% de los votos en la primera vuelta y 1.500 concejalías en total, no eran en sí mismos espectaculares, pero Le Pen, abogada de un "política disuasoria" con los inmigrantes ilegales consistente en privarles de alojamiento, sanidad, escolarización y ayudas sociales, prefirió destacar el logro sin precedentes que supuso hacerse con la alcaldía de una ciudad, el bastión calaisino de Hénin-Beaumont, en la primera vuelta, esto es, con más del 50% de los votos. La victoria se extendió en la segunda vuelta a otras siete villas del sudeste, ninguna de más de 100.000 habitantes.

Le Pen llegó a las elecciones europeas del 24 y el 25 de mayo de 2014 montada en unos sondeos extraordinariamente favorecedores para el FN. El programa del partido contemplaba una política de inmigración, asilo y nacionalidad reducida a su mínima expresión con la fijación de una cuota de inmigración legal de tan solo 10.000 personas al año, la supresión del reagrupamiento familiar, el final de la doble nacionalidad y la derogación también del derecho a la nacionalidad de los hijos de extranjeros nacidos en Francia, es decir, el ius soli. Puesto que se trataba de devolver a Francia "la soberanía perdida hace 30 años" en sus políticas monetaria, comercial y de fronteras, y de "protegerla de la globalización neoliberal", Le Pen consideraba insoslayables abandonar la Eurozona, el Área de Schengen sobre la libre circulación de personas y la Política Agraria Común (PAC) —en resumidas cuentas, la UE en sí misma—, y bloquear las negociaciones con Estados Unidos sobre el TTIP.

El manifiesto nacionalista, proteccionista, antiinmigración, antiausteridad, antieuropeísta y antiglobalista del FN tuvo la acogida sensacional que su artífice había pronosticado. Con unos impresionantes 24,8% de los votos, los lepenianos cuadruplicaron su marcador de 2009, pulverizaron todos sus registros electorales y se convirtieron en el primer partido de Francia sin haber sido nunca el segundo, si se exceptúa el momento dramático de la primera vuelta de las presidenciales de 2002. Si en la anterior legislatura europea Le Pen había estado acompañada de tres colegas en el hemiciclo de Bruselas, ahora el grupo frentista ascendía a los 24 miembros, de los 74 que Francia tenía reservados en la Eurocámara. La UMP de Jean-François Copé, François Fillon, Alain Juppé y Nicolas Sarkozy, a la gresca entre sí y con líos de corrupción, fue contundentemente batida en el campo de la derecha, mientras que el PS del presidente Hollande y el primer ministro Manuel Valls, literalmente hundido, encajó los peores resultados de su historia.

Exultante y a la vez displicente con sus adversarios, algunos de los cuales clamaban contra "un nuevo 21 de abril" (en referencia a lo sucedido en las presidenciales de 2002), solo que "más grave", Le Pen adoptó un tono presidencial para reclamar la disolución de la Asamblea Nacional y la celebración de comicios anticipados "como un acto de realidad política". Ella no tenía más que palabras de elogio para valorar "el inmenso deseo de libertad del pueblo francés", al que agradecía "el honor" de haberla convertido en vencedora de estas elecciones. Sin duda, los electores habían "castigado duramente" a los partidos de Gobierno por haberse "rendido a la oligarquía financiera".

La "ola soberanista" para "combatir y destruir el superestado de la UE" estaba en marcha, pero Le Pen encontró serias dificultades para amalgamar con sus colegas Wilders, Strache y Salvini el grupo parlamentario que, se suponía, iba a ser de la AEL. Poner de acuerdo a un variopinto colectivo partidario de las derechas nacionalista, populista y euroescéptica con muchos puntos de vista divergentes y donde los egos personales eran moneda corriente resultó ser una empresa más laboriosa de lo esperado.

Así, hasta el 16 de junio de 2015 el FN no consiguió articular la Europa de las Naciones y las Libertades (ENL), un grupo de 40 diputados donde el socio galo era el líder indiscutible y que, con cinco, cuatro y cuatro representantes cada uno, incorporaba a la LN, el PVV y el FPÖ. También eran miembros los más pequeños VB de Bélgica y el misógino, homófobo y antisemita Congreso de la Nueva Derecha (KNP) de Polonia, así como una diputada británica expulsada del UKIP. Posteriormente iba a sumárseles la pujante Alternativa por Alemania (AfD). Rehusaron unirse el UKIP, que en la anterior legislatura había liderado en la Eurocámara la Europa de la Libertad y la Democracia, y la derecha escandinava; los de Farage y los SD, junto con el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) italiano, se les adelantaron a Le Pen y Wilders organizando un grupo distinto (y más nutrido), la Europa de la Libertad y la Democracia Directa (ELDD), en tanto que el DF y los PS prefirieron incorporarse a los más moderados Conservadores y Reformistas Europeos, donde llevaba la voz cantante el Partido Conservado británico.

El ENL se dotó de dos copresidentes, Le Pen y un hombre de Wilders, Marcel de Graaff. Paradójicamente, el líder del PVV no secundó a Le Pen, Salvini y Strache cuando estos, después de las elecciones, pusieron en marcha el Movimiento por una Europa de las Naciones y las Libertades (MENL), organización de partidos europeos de derecha que consideró al ENL su grupo en el Parlamento Europeo y que pasó a operar de manera independiente de la anterior AEL, la cual ya prácticamente solo contó con Wilders.

Le Pen rompe con Le Pen
El descomunal éxito de Le Pen y su grupo en las europeas de mayo de 2014, llamado a marcar el paso de la política nacional, tuvo su continuidad en las dos citas electorales de 2015, las departamentales de marzo y las regionales de diciembre, que confirmaron la condición del FN como primer partido de Francia. En la primera cita con las urnas el FN alcanzó el 25,2% de los votos en la primera vuelta y metió a 62 representantes (tenía dos) en los consejos departamentales. En la segunda votación, celebrada bajo el impacto de la masacre de los ataques yihadistas del 13 de noviembre en París, la cuota de sufragios llegó al 27,7% y la de consejeros regionales a 358, el triple que hasta entonces. El balotaje bloqueó herméticamente la consecución de algún puesto de presidente en estas colectividades territoriales de naturaleza administrativa. Le Pen encabezó la lista del FN-RBM en la nueva región de Altos de Francia, surgida de la fusión de Norte-Paso de Calais y Picardía, donde con el 40,6% resultó la más votada de la primera vuelta. En Provenza-Alpes-Costa Azul su sobrina Marion salió elegida consejera también.

Sin embargo, no todo eran laureles para Marine Le Pen. También tuvo que lidiar con un grave conflicto interno que fue a la vez político y familiar, ya que tuvo como antagonistas a ella y a su propio padre. Al igual que su hija, Jean-Marie Le Pen había sido reelegido en las elecciones europeas de 2014, si bien seguía siendo un representante no inscrito, al margen del ENL, postura que secundaba su fiel Bruno Gollnisch. Desde el cambio de guardia partidario de 2011, las relaciones paterno-filiales no estaban siendo precisamente fluidas. Al parecer, el viejo caudillo ultraderechista había confiado en seguir ejerciendo un poderoso ascendiente sobre las actividades del partido por él fundado, pero la hija no permitía que hubiera dudas sobre su liderazgo efectivo del movimiento.

Los gestos de Marine, más allá de sus críticas al Gobierno de Israel, para con la comunidad judía francesa debieron de irritar a octogenario político, que en junio de 2014, al poco de las elecciones europeas, se desmarcó de la línea oficial de la formación de la que seguía siendo presidente de honor con la difusión en la misma web del FN de un video donde podía vérsele arremeter en tono jocoso e hiriente contra varias personalidades de la vida pública significadas por sus detracciones del partido. Uno de los atacados era el cantante de confesión judía Patrick Bruel, del que Le Pen decía: "La próxima vez le pasaremos por el horno".

El video fue rápidamente retirado de la web y Marine, preocupada porque ocurrencias como esta, auténtica carne de juzgados, pudieran arruinar su estrategia de limar ciertas aristas del discurso del Frente para darle respetabilidad como partido republicano y de paso sus intentos de formar un grupo multinacional en el Parlamento Europeo, tomó la palabra para calificar de "error político" lo sucedido, añadiendo que el FN "condenaba con toda firmeza cualquier forma de antisemitismo". Era la primera vez que la hija censuraba en público al padre. Su pareja sentimental y vicepresidente del partido, Louis Aliot, fue más incisivo y afirmó que los términos empleados por el fundador eran "desoladores y estúpidos políticamente". Al poco, en julio, el compromiso frentista de limpiar su imagen de elementos racistas o xenófobos fue puesto a prueba de nuevo cuando un juez de la Guayana Francesa impuso una pena de nueve meses de prisión a una militante local, Anne-Sophie Lecrère, y una multa económica al partido como culpables de un delito de injurias, al haber comparado Lecrère con un mono a la ministra socialista de Justicia, la guayanesa de nacimiento Christiane Taubira.

El siguiente round en el pugilato entablado por los Le Pen tuvo lugar en octubre. Entonces, Marine insinuó que, con el fin de facilitar la empresa democrática de conquistar el poder, el FN podría cambiar de nombre. La posibilidad de que el Frente alterara su denominación de siempre fue considerada una "traición" por Jean-Marie. En el XV Congreso Nacional, a últimos de noviembre en Lyon, Marine fue reelegida presidenta de la formación prácticamente por unanimidad. Su sobrina Marion, considerada más conservadora que ella en materia de costumbres sociales y a la que el abuelo no dejaba de elogiar con orgullo, fue la más votada para incorporarse al Comité Central, si bien rehusó el nombramiento de vicepresidenta para no subrayar la imagen del FN como el partido de la familia Le Pen.

En abril de 2015, luego de criticar duramente al presidente Hollande por haberla dejado fuera, pese a recibirla en el Elíseo, de la gran manifestación parisina contra el terrorismo convocada a raíz del sangriento asalto yihadista a la revista Charlie Hebdo, y de sorprender a propios y extraños con su deseo de victoria electoral del partido izquierdista SYRIZA en Grecia (una postura que le parecía "coherente", pues, más allá de la obvia distancia ideológica, Alexis Tsipras, como ella, quería que "el pueblo recupere su fuerza contra el totalitarismo de la UE y los mercados europeos"), Le Pen padre disparó la tensión con su hija al reafirmarse en su aseveración clásica de que "las cámaras de gas fueron un detalle" de la Segunda Guerra Mundial, ensalzar la figura del mariscal Pétain, quejarse de que "estamos gobernados por inmigrantes e hijos de inmigrantes" (en referencia al primer ministro Valls, oriundo de Cataluña, España) y referirse a los homosexuales con palabras despectivas. Esta vez la reacción de Marine fue fulminante.

La líder, a través de un comunicado, se declaró en "profundo desacuerdo" con unas "provocaciones groseras" cuyo "único objetivo" era "molestarme" y que además suponían "un duro golpe a todo el movimiento, a sus dirigentes, sus candidatos, sus afiliados y sus electores". Por lo que se veía, el recalcitrante Jean-Marie Le Pen parecía haber entrado "en una auténtica espiral de estrategia de tierra quemada y suicidio político". En consecuencia, la líder frentista, "con profunda tristeza", decidió activar contra su padre un procedimiento disciplinario interno que de entrada supuso el veto de su candidatura reeleccionista como miembro (desde 1992) del Consejo Regional de Provenza-Alpes-Costa Azul (puesto que meses más tarde iba a ganar su nieta Marion). Él, recalcó la hija, tras todas esas "declaraciones inadmisibles", no debía "hablar más en nombre del partido".

La ruptura total y definitiva entre padre e hija se sustanció el 4 de mayo de 2015. Ese día, el Buró Ejecutivo del FN aprobó suspender de militancia al fundador e iniciar un proceso para eliminar la figura del presidente de honor. La réplica de Le Pen fue bramar contra la "traición" y la "felonía" perpetradas por su hija, quien no reunía los "principios morales" requeridos para candidatear a la Presidencia de la República. Más aún, amenazó con crear una "nueva formación" con sus partidarios acérrimos y denunció ante la justicia la "infamia" de su suspensión, consiguiendo, en julio, que un tribunal de Nanterre ordenara la anulación de tal decisión por razones de forma; entonces, la corte parisina ordenó al FN restituir al demandante todos sus derechos como militante y presidente de honor. La dirección del partido contraatacó a su vez y el 20 de agosto el Buró Ejecutivo, sin la participación de Marine Le Pen, resolvió expulsar a Jean-Marie Le Pen del partido a todos los efectos.

Semanas después, la justicia penal imputó al FN en cuanto persona jurídica por un supuesto de financiación ilegal y la misma Le Pen tuvo que acudir a declarar al Tribunal Correccional de Lyon por sus declaraciones de 2010 sobre la "ocupación" de los barrios en los que se aplicaba "la ley religiosa".

(Cobertura informativa hasta 1/1/2016)