Marco Rubio

El 21 de enero de 2021 Marco Rubio, senador republicano por Florida en los últimos 14 años, asumió el cargo de secretario de Estado de la segunda Administración de Donald Trump, al día siguiente de retornar el magnate a la Casa Blanca. Primer hispano en ocupar la Secretaría de Estado, donde toma el relevo al demócrata Antony Blinken, Rubio llega al Gobierno federal con unas credenciales marcadamente conservadoras y presto a servir fielmente a su jefe, de quien fuera adversario en las primarias republicanas de 2016, para plasmar en la política exterior la consigna cardinal del movimiento trumpista: "hacer a Estados Unidos grande otra vez" (MAGA). Hoy, el hijo de cubanos naturalizados suscribe a pies juntillas este credo de engrandecimiento nacional que sitúa los atribuidos intereses del país por delante de cualquier otra consideración.

Movilizar los recursos de la diplomacia al servicio del nacionalismo radical de Trump, con su énfasis en el proteccionismo económico agresivo, la defensa activa frente a la "invasión" de inmigrantes ilegales y grupos criminales, el liderazgo tecnológico-energético-militar y la adquisición de nuevos territorios para Estados Unidos por su valor estratégico, será la misión fundamental de Rubio. Nada de sus primeros pronunciamientos y pasos invita a suponer que la Secretaría de Estado vaya a hacer una función, apreciable en anteriores administraciones republicanas, de contrapeso moderador o posibilista. 

Desde el minuto uno en la Presidencia, Trump ha empezado a ejecutar las promesas electorales que le dieron la victoria en las urnas sobre Joe Biden y que trastocan el paradigma del papel de Estados Unidos en las relaciones internacionales. La mudanza aúna confusamente unilateralismo, repliegue aislacionista, desprecio de las instituciones internacionales, vuelta a las zonas de influencia y coerción comercial a una serie de gobiernos, amigos y aliados incluidos, para que adopten medidas económicas y securitarias gratas a la superpotencia. 

La Secretaría de Estado de Rubio será instrumental en la ejecución de la Doctrina Trump, más geoeconómica que geopolítica, por la que Estados Unidos aplicará aranceles y declarará guerras comerciales por doquier si no se compra más made in USA, las empresas foráneas no invierten y fabrican más aquí, y no se reequilibra la balanza por cuenta corriente, ampliamente deficitaria. El América First preconizado por Trump y coreado por Rubio regresa con estrépito, luego de la experiencia de 2017-2021, dejando una sensación de imprevisibilidad y desestabilización que pone en guardia a la comunidad internacional.

En sus audiencias de confirmación por el Senado, que el 20 de enero le aprobó sin ningún voto en contra y sin el reguero de controversias sobre aptitud y cualificación arrastrado por otros nominados para el Gabinete y la Oficina Ejecutiva del Presidente, así como en sus alocuciones iniciales como secretario de Estado, Rubio ha dejado claro que su visión del mundo coincide con la de Trump.

Entre otras cuestiones, esta sintonía incluye: la proactividad frente a la República Popular China, descrita por Rubio como "el adversario más potente y peligroso que Estados Unidos haya enfrentado jamás"; la adhesión acrítica a Israel en sus operaciones bélicas, teóricamente pausadas con el alto el fuego del 19 de enero, para erradicar a Hamás de Gaza, no obstante la hecatombe infligida a la población palestina; la intención de poner fin a la mortífera guerra de Ucrania, según él en "punto muerto", con un plan de paz de "concesiones mutuas" aún no precisado pero que al parecer reconocería las conquistas rusas como hechos consumados; la necesidad de liberar a Estados Unidos de compromisos de seguridad en el marco de la OTAN, obligando a los aliados europeos a gastar más en su propia defensa; o la adquisición territorial de Groenlandia, sin descartar la coacción armada al Gobierno danés, toda vez que la gran isla noratlántica es de "nuestro interés nacional".

Las frenéticas dos primeras semanas del capítulo dos de la era Trump han producido un récord de disrupciones en las políticas doméstica e internacional. En la segunda esfera, a golpe de orden ejecutiva y de tuit, el presidente marca las pautas con su altisonancia habitual y Rubio le secunda encargándose de los aspectos técnicos o haciendo aclaraciones. 

Así, Cuba retorna a la lista de países patrocinadores del terrorismo. Estados Unidos da portazo al Acuerdo de París sobre el cambio climático, la OMS y la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Y quedan "pausados" toda ayuda exterior salvo la destinada a Israel y Egipto, los programas alimentarios de emergencia y la actividad de la USAID, agencia independiente del Gobierno que Elon Musk, al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental, quiere liquidar para transferir sus competencias al Departamento de Estado. Además, Trump ha hablado de expatriar a la totalidad de la población gazatí, mas de dos millones de personas, a Egipto y Jordania, y ha dispuesto el envío ipso facto a la prisión de Guantánamo de los "peores" migrantes irregulares.

Sin embargo, ha sido la guerra arancelaria plurilateral el frente más mediático, al menos en los primeros días del Gobierno. El 26 de enero Trump anunció aranceles "de emergencia" del 25%, susceptibles de duplicarse en una semana, a todas las exportaciones desde Colombia por la negativa de su Gobierno a admitir vuelos de "criminales ilegales" deportados, amén de un paquete de sanciones contra las autoridades del país; el presidente Petro replicó con tarifas colombianas del 25%, pero de inmediato reculó y se sometió a las exigencias. 

El 1 de febrero Trump, invocando la International Emergency Economic Powers Act de 1977 y la National Emergencies Act de 1976, ordenó aranceles del 25% a los bienes importados de Canadá y México —socios del tratado de libre comercio norteamericano, el USMCA—, y del 10% a China. Los motivos: que los gobiernos de estos países están violentando la seguridad nacional de Estados Unidos al no impedir el flujo de opioides y otros narcóticos en las fronteras Norte y Sur (Canadá y México), brindan "refugios seguros" a organizaciones criminales (China y México) e incluso mantienen una "alianza intolerable" (México) con los cárteles de la droga, declarados de paso organizaciones terroristas extranjeras y terroristas globales especialmente designados. 

El primer ministro Trudeau y la presidenta Sheinbaum respondieron con idénticos contraaranceles, pero el 3 de febrero, en la víspera de la entrada en vigor de las nuevas tarifas estadounidenses, sendas conversaciones telefónicas aplacaron un tanto a Trump, que accedió a congelar los aranceles un mes, a la espera del despliegue por México y Ottawa de fuerzas para combatir el narcotráfico y la inmigración irregular en las fronteras. En cambio, siguen adelante los aranceles a China, que ha tomado medidas de retorsión. El fantasma de los gravámenes a ciertas exportaciones sectoriales acecha también a la UE y a Taiwán. De hecho, durante la campaña electoral Trump mencionó la imposición de aranceles globales del 10% al 20% a todas las importaciones, vengan de donde vengan.

En cuanto al secretario Rubio, el 1 de febrero emprendió una gira por cinco países de Centroamérica y el Caribe con resultado fructuoso: Panamá accedió a reducir la influencia de China en el Canal —como Groenlandia, reclamado para la soberanía estadounidense por Trump— y El Salvador ofreció su potente sistema carcelario para acoger a convictos a cambio de dinero. Rubio debutó en el extranjero tras calificar en una entrevista a Irán y a Corea del Norte de "estados delincuentes" con los que "hay que lidiar". También el Gobierno de Venezuela, junto con Cuba y Nicaragua en el punto de mira hostil de Trump y Rubio, se ha apresurado a no encolerizar a la nueva Administración poniendo en libertad a seis ciudadanos estadounidenses y readmitiendo a los venezolanos indocumentados que sean deportados.

(Texto actualizado hasta 5 febrero 2025).


BIOGRAFÍA

Marco Rubio, nacido en Miami en 1971, marido de Jeanette Dousdebes, padre de cuatro hijos y católico practicante, habla un perfecto español con acento cubano, sin el menor eco del inglés de Estado Unidos, que heredó de sus padres, emigrados en 1956, antes de la revolución castrista. Mario y Oriales Rubio obtuvieron la nacionalidad del país de adopción en 1975, pero el abuelo paterno desembarcó en Florida de manera clandestina en 1962 y estuvo a punto de ser deportado, para luego obtener la residencia permanente. 

La infancia de Rubio transcurrió sucesivamente en Miami, Las Vegas, en cuyos hoteles-casino sus padres trabajaban de camarero y empleada de limpieza, y de nuevo Miami, donde completó la escuela secundaria en 1989. Cuatro años después se graduó Bachelor of Arts en Ciencias Políticas por la Universidad de Florida y en 1996 la Escuela de Derecho de la Universidad de Miami le otorgó el título de Juris Doctor. Mientras se preparaba para abogado, el joven hizo sus primeras prácticas políticas con el Partido Republicano y en 1998 fue nombrado comisionado de West Miami, municipio urbano del condado de Miami-Dade, inserto en la gran área metropolitana de Miami y con vecindad mayoritariamente hispana.

Este cometido municipal puso el trampolín para su salto a la Cámara de Representantes del estado, para la que fue elegido por primera vez en 1999 con 28 años. Reelegido en 2000, 2002, 2004 y 2006, en noviembre de este último año se convirtió en speaker de la Cámara estatal, posición que mantuvo hasta el final de su mandato representativo en noviembre de 2018. Después, abrió un paréntesis exclusivamente académico de dos años en el que dio clases como profesor auxiliar en la Universidad Internacional de Florida.

Su regreso a la política activa fue con motivo de las elecciones legislativas federales de noviembre de 2010, correspondientes a la mitad del mandato de la primera Administración demócrata de Barack Obama. Rubio se postuló para el escaño de senador que en 2009 había abandonado Mel Martínez, otro republicano de origen cubano, y que también ambicionaba Charlie Crist, el gobernador de Florida, quien dejó el partido y tomó la etiqueta de independiente para esta liza. Ganador con el 49% de los votos, Rubio debutó en el Senado en enero de 2011; en aquellos momentos, solo había otro senador hispano, el demócrata de Nueva Jersey Bob Menendez, hijo igualmente de cubanos emigrados. Durante su primer mandato de seis años, Rubio legisló en la oposición al Gobierno Obama, hasta 2015 como parte de la minoría republicana y después en el seno de la mayoría.

Contra Trump y con Trump

En abril de 2015 Rubio presentó su precandidatura presidencial, entrando en unas primarias republicanas nutridas de competidores que acabaría ganando el postulante outsider del republicanismo, Donald Trump. El senador por Florida traía una reputación de republicano tradicionalista u ortodoxo en cuestiones como la política fiscal, el Obamacare o el aborto, así como próximo a los enfoques neoconservadores de la Administración republicana de George W. Bush y su intervencionismo militar en la política exterior (invasiones de Afganistán e Irak, seguidas en 2011 de los bombardeos en Libia para acelerar la caída de Gaddafi, ordenados por Obama y que el republicano apoyó). 

Asimismo, era un defensor elocuente del embargo estadounidense a Cuba, radicalmente contrario a cualquier medida que aflojara la presión económica y diplomática sobre el régimen comunista gobernante en la isla de la que su familia era oriunda. Esta fue precisamente la estrategia iniciada por Obama a finales de 2014 con su proceso de deshielo y normalización de las relaciones entre Washignton y La Habana. Otra actuación de la política exterior de Obama que Rubio repudiaba era el pacto nuclear con Irán. En cuanto a la inmigración irregular, el senador estaba virando hacia posiciones de mano dura, luego de haber promovido junto con congresistas demócratas una reforma legislativa, finalmente no promulgada, que proveía una vía condicionada para la adquisición de la ciudadanía por los residentes foráneos.

Rubio se lanzó a la precampaña electoral con invocaciones del "sueño americano", guiños a las clases medias y trabajadora, y la promesa de reposicionar a Estados Unidos como "líder mundial" del siglo XXI dejando atrás tiempos de decadencia, un poco al estilo de Ronald Reagan en 1980. Igualmente, menudeó los ataques personales contra Trump, al que entre otras cosas tachó de "estafador" e "individuo errático". En un polémico pronunciamiento del que luego se arrepintió, Rubio aludió con sorna a las "manos pequeñas" de Trump, sugiriendo con ello que sus genitales iban en consonancia. Trump, imbatible en el juego de la descalificación satírica, se burló de su contrincante 25 años más joven, motejándole de "Little Marco" y llamándole "farsante".

La fortaleza insospechada del empresario, que entusiasmaba también a los votantes republicanos de Florida y a muchos miembros de la comunidad cubano-estadounidense, obligó a Rubio a retirarse de las primarias el 15 de marzo de 2016, al mes y medio de iniciarlas, tras haber ganado únicamente en el Distrito de Columbia, Minnesota y Puerto Rico, y haberse anotado provisionalmente 50 delegados convencionales. Rubio arrojó la toalla nada más saber que en la primaria de su propio estado, Florida, él solo había sacado el 27% de los votos frente al 45% de Trump, quien se llevó por tanto los 99 delegados de la Convención Nacional Republicana. Mucho peor le fue a Jeb Bush, ex gobernador de Florida y que se apeó en febrero, incluso antes de la primaria en su estado.

Tras este fiasco con visos de humillación, Rubio se concentró en la campaña para revalidar su escaño de senador, algo que había dicho que no haría incluso si saliera derrotado en la primaria presidencial republicana. El 8 de noviembre de 2016, a la vez que Trump batía a Hillary Clinton y se convertía en presidente electo de Estados Unidos con toma de posesión en enero de 2017, él confirmó su mandato senatorial por seis años adicionales frente al demócrata Patrick Murphy, al que derrotó con el 52% de los votos, tres puntos más que en 2010. 

Como miembro de la mayoría de la cámara alta del Congreso, liderada por Mitch McConnell, Rubio hizo lo que otros muchos republicanos sorprendidos por la espectacular irrupción de Trump en el Grand Old Party (GOP): apoyar sin reservas las políticas del nuevo presidente, convirtiéndose de hecho en un paladín de su movimiento de derecha nacional-populista. Lo mismo por ejemplo que el senador por Texas Ted Cruz, rival en las primarias e hijo de cubano. Desde el Senado, controlado por los republicanos durante el cuatrienio de Trump, Rubio aplaudió la imposición de aranceles comerciales a China y exhibió opiniones en extremo críticas hacia Beijing, cuyo Gobierno respondió vetándole de viajar al país asiático.

Ahora bien, al contrario que Cruz y otros trumpistas acérrimos, Rubio se distanció en noviembre de 2020 de la furiosa pataleta poselectoral del presidente, derrotado por demócrata Biden en su apuesta reeleccionista. Aunque defendió el derecho de Trump a impugnar los resultados y llamó a no descartar sin más la comisión de "posibles irregularidades", en realidad no dio crédito a la teoría conspirativa del pucherazo electoral y en enero de 2021 condenó sin paliativos el asalto el Capitolio, descrito por él como una "anarquía tercermundista antiamericana". 

En adelante, Rubio legisló en la minoría republicana del Senado. Durante el cuatrienio de Biden, criticó los sucesivos y cuantiosos paquetes de asistencia militar despachados a Ucrania para su guerra defensiva contra Rusia, estrategia que no le parecía "realista" por cuanto alentaba los deseos de Kyiv de resistir la invasión ilegal rusa y prolongaba la matanza de combatientes en los frentes. A su entender, aunque las hostilidades emprendidas por el régimen de Putin en 2022 violaban el derecho internacional y solo admitían la condena, lo que Estados Unidos tenía que hacer ahora era apremiar a los dos países a negociar algún tipo de paz. Asimismo, el senador se distinguió por su postura de aplicar la máxima presión a las dictaduras izquierdistas de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

El 8 de noviembre de 2022 fue reelegido por segunda vez senador por Florida, con el 57,7% de los votos y mandato correspondiente al sexenio 2023-2029. Dos años después, el 13 de noviembre de 2024, tras sonar su nombre como posible aspirante vicepresidencial (la candidatura recayó finalmente en J. D. Vance, senador por Ohio), Trump, victorioso esta vez sobre Biden, anunció su intención de nominar a Rubio para la Secretaría de Estado; de aprobar el Senado la nominación, Rubio pasaría a los anales como el hispano que más alto había llegado en las instituciones políticas de Estados Unidos.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2025).

 

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