Marcel Ciolacu

El 15 de junio de 2023 la estabilidad gubernamental y el consenso entre las dos primeras fuerzas parlamentarias han quedado confirmados en Rumanía con la aplicación de las previsiones del acuerdo de gran coalición suscrito en noviembre de 2021 por el Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Nacional Liberal (PNL). Transcurridos 18 meses del pacto que cerró la última crisis de una larga secuencia de turbulencias políticas y gobiernos truncados, el líder de los socialdemócratas, Marcel Ciolacu, hasta ahora presidente de la Cámara de Diputados y nombrado dos días antes por el presidente Klaus Iohannis, ha tomado el relevo en el puesto de primer ministro al liberal Nicolae Ciucă, en adelante presidente del Senado.

Si todo va bien, el Gabinete Ciolacu se mantendrá hasta el final de la legislatura, a finales de 2024, cosa que ningún primer ministro ha logrado sin quebrantos en los últimos 19 años. Los pasados comicios, en 2020, fueron ganados por el PSD con mayoría simple. Del Ejecutivo se han descolgado los húngaros de la UDMR, quienes venían participando en el Gabinete Ciucă, lo que deja al oficialismo con una mayoría absoluta de 274 diputados y senadores sobre 466, a los que se suman algunos representantes de las minorías étnicas. El Gobierno Ciolacu, donde el PNL posee los ministerios de Exteriores, Interior y Finanzas, ha sido investido con 290 votos a favor y 95 en contra. El nuevo primer ministro cree que, con su sucesión de Ciucă, Rumanía "ha superado la prueba de una democracia consolidada".

Defensor de un "patriotismo económico" que prioriza la producción y la inversión nacionales, y con ideas socialmente conservadoras, Ciolacu se ha fijado tres tareas principales: implementar el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia post-COVID, financiando con fondos europeos y ya aprobado por Bruselas, concebido como pilar del crecimiento; restaurar el nivel adquisitivo de la población, mermado en estos meses por la galopada inflacionaria (IPC récord del 16,7% anual en noviembre de 2022 y todavía de dos dígitos); y crear más empleo y elevar los bajos salarios, según él propios de "esclavos", con el objetivo concreto de que el sueldo medio supere los 1.000 euros. Asimismo, ha ratificado el soporte a Ucrania en la guerra de agresión rusa, postura que con Ciucă y Iohannis ha sido muy marcada.

Las autoridades de Bucarest se muestran muy preocupadas por la vulnerabilidad de su vecina Moldova, pequeño país mayoritariamente rumanófono, con un Gobierno proeuropeo, un estatus de neutralidad exterior y muy dependiente energéticamente de Rusia, que de paso mantiene tropas en la región separatista de Transdnistria. Ciucă evocó el temor a una amenaza seria para la integridad territorial de la propia Rumanía, pero Ciolacu, quien aplica la misma vara de medir al europeísmo y el atlantismo, opina que el país no afronta un "peligro inminente" de entrar en "conflicto" con Rusia. A la vez, el dirigente socialdemócrata recalca el apoyo rumano a los ingresos de Moldova y Ucrania en la UE, y a la candidatura de la segunda para la OTAN. Otra cuestión a la que Ciolacu ha puesto sordina es la ya vieja solicitud de la entrada en el Espacio Schengen, hace un semestre vuelta a rechazar por la UE ante los vetos austríaco y holandés.


(Texto actualizado hasta 16 junio 2023)

Marcel Ciolacu, de 55 años, entró en la política nacional hace una década. Previamente, fue un oscuro militante del PSD y de sus predecesores, el Partido de la Democracia Social de Rumanía (PRSR) y el Frente de Salvación Nacional (FSN), en su condado natal de Buzău. Según su currículum, es licenciado en Derecho por la Universidad Ecológica de Bucarest, título que obtuvo 15 antes de estudiar una maestría en Gestión de Finanzas Públicas en la Escuela Nacional de Estudios Políticos y Administrativos de la capital rumana.

En 2007 Ciolacu condujo en Buzău, un municipio de 100.000 habitantes, la constructora local Urbis Serv, al año siguiente asumió el cargo de teniente de alcalde de la ciudad y en diciembre de 2012 ganó su primer mandato en la Cámara de Diputados. Ocurrió en las elecciones que dieron la mayoría absoluta a la primera experiencia de gran coalición, duradera en el poder poco más de un año y denominada Unión Social Liberal, entre el PSD que entonces lideraba Victor Ponta, investido a la sazón primer ministro, y el PNL de Crin Antonescu. En 2015 fue elegido cabeza del PSD en el condado de Buzău y en los comicios de noviembre de 2016, ganados por los socialdemócratas con mayoría simple, renovó en su escaño parlamentario.

En junio de 2017 Ciolacu entró en el nuevo Gobierno socialdemócrata de Mihai Tudose en calidad de viceprimer ministro sin cartera, a diferencia de otros dos viceprimeros ministros que sí tenían asignadas competencias específicas. Esta peculiaridad, más el hecho de tratarse de un desconocido para el público, proyectó a Ciolacu como una especie de comisario personal del presidente del PSD, Liviu Dragnea, cuestionado y turbio personaje que en 2015 había heredado el liderazgo partidario del no menos polémico Ponta y que no podía dirigir directamente el Ejecutivo —a cambio, presidía la Cámara de Diputados— al pesar sobre él una condena por fraude electoral, a sumar a otras investigaciones y sumarios abiertos por presuntos abuso de poder y corrupción.

Autoritario e intrigante, Dragnea había forzado la caída, vía moción de censura, del primer jefe de Gobierno nombrado por el PSD tras las elecciones de 2016, Sorin Grindeanu, y en enero de 2018 repitió la jugada obligando a dimitir a Tudose, quien también le había salido díscolo. Idéntica independencia de criterio afloró en Ciolacu, que una vez sentado en el Gabinete mudó de lealtades y se alineó con Tudose en su forcejeo con Dragnea, por lo que su caída le arrastró a él también. La nueva primera ministra colocada por Dragnea, Viorica Dăncilă, no otorgó ningún puesto a Ciolacu, que permaneció en la arena política como diputado.

Sin embargo, la acción de la justicia terminó por sepultar la carrera política de Dragnea, al que en junio de 2018 le cayó una condena de tres años y seis meses de prisión por incitación al abuso de poder en su etapa de presidente del Consejo del Condado de Teleorman. El 27 de mayo de 2019 Dragnea vio confirmada su sentencia en segunda instancia y ese mismo día entró en prisión. Entonces, la primera ministra Dăncilă asumió las riendas del PSD. La desaparición política de Dragnea vino a desacreditar a quienes, dentro del partido, le habían secundado con docilidad, mientras que algunos de los que se le habían enfrentado ganaron puntos.

Fue el caso sobre todo de Ciolacu, que con toda rapidez pasó de un discreto segundo o tercer plano al estrellato. Por de pronto, el diputado por Buzău fue investido presidente de la Cámara de Diputados en sucesión de Dragnea. Como tal, Ciolacu asistió a la caída en octubre de 2019 del Gobierno Dăncilă, vulnerable desde la renuncia de los ministros del partido liberal ALDE y víctima de una moción de censura comandada por el PNL. El presidente de los liberales, Ludovic Orban, alineó un precario Gabinete de minoría. A renglón seguido, en noviembre, tuvieron lugar las elecciones para la Presidencia de la República, que Dăncilă perdió frente al titular aspirante a la reelección, Klaus Iohannis.

Este doble fracaso arruinó el liderazgo interno de Dăncilă, que el 26 de noviembre, dos días después del balotaje presidencial, renunció a la presidencia del PDS. Ciolacu tomó inmediatamente el mando con carácter interino, a la espera de ser confirmado por un Congreso extraordinario en febrero del año siguiente. El cónclave socialdemócrata se demoró hasta agosto de 2020 de resultas de la COVID-19 y en él Ciolacu pasó cómodamente el trámite con el apoyo de 1.310 compromisarios, frente a los tan solo 91 votos recibidos por su único oponente, el ex ministro de Finanzas Eugen Teodorovici, actualmente presidente ejecutivo de la agrupación. Ciolacu aseguró que bajo su dirección el PSD pasaba página a su problemático pasado reciente y se concentraba en trabajar para "resolver los problemas de los rumanos". De la nueva cúpula socialdemócrata formaban parte también Sorin Grindeanu (vicepresidente primero), Gabriela Firea (vicepresidenta primera), Paul Stănescu (secretario general) y Vasile Dâncu (presidente del Consejo Nacional).

Ya antes del Congreso del PSD, en febrero de 2020, Ciolacu le devolvió a Orban el golpe sufrido por Dăncilă cuatro meses atrás y derribó su Gobierno mediante una moción de censura, si bien Orban volvió a ser nombrado por el presidente (y ex líder del PNL) Iohannis contra el dictamen del Tribunal Constitucional. A continuación, vinieron las elecciones legislativas del 6 de diciembre, vueltas a ganar por el PSD pero con un fuerte retroceso en votos (del 45,5% al 29,3%) y escaños (de 154 a 110 diputados). El PNL, que en el último año y medio había encabezado todos los sondeos para experimentar un desfallecimiento justo al término de la campaña electoral, se las arregló no obstante para continuar en el poder, formando una coalición mayoritaria con los partidos centristas liberales USR y PLUS, más la UDMR de la minoría húngara, y colocando a Florin Cîtu de primer ministro.

En estas circunstancias, el 19 de diciembre de 2020, cuatro días antes de tomar posesión el Gabinete Cîtu, Ciolacu hubo de dejar la presidencia de la Cámara de Diputados, que pasó a Orban. La turbulenta política rumana no conocía tregua y el 7 de septiembre de 2021 el Gobierno Cîtu quedó en minoría por la marcha de la USR (que se había fusionado con el PLUS) y su paso a la oposición. Ciolacu no desaprovechó la oportunidad y el 5 de octubre el PSD, en su segunda moción de censura exitosa en menos de dos años, tumbó al Ejecutivo de los liberales, a su vez presos de la pelea interna entre Cîtu y Orban. Apoyaron la moción del PSD la USR y la ultranacionalista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), es decir, la oposición parlamentaria al completo.

El país se sumió en una crisis política en toda regla, que Iohannis intentó deshacer sin éxito. Primero, el 11 de octubre, el presidente designó primer ministro al jefe de la USR, Dacian Ciolos, ya titular del cargo en 2015-2017, pero el Gabinete que propuso, con solo ministros de su partido, no obtuvo la confianza parlamentaria. Después, el 21 de octubre, Iohannis trasladó el encargo formativo al liberal Nicolae Ciucă, quien sin embargo le devolvió el mandato el primero de noviembre.

El bloqueo parecía insoluble a menos que se recurriera al adelanto electoral, algo que no sucedía en Rumanía desde la promulgación de la Constitución en 1991, pero entonces Ciolacu y Cîtu sorprendieron con un acuerdo de gran coalición que aparcaba el crudo antagonismo de sus respectivas formaciones y al que se sumaron los magiares de la UDMR. El acercamiento fue propiciado por la escisión parlamentaria de Orban y sus leales del sector crítico, expulsados finalmente del PNL por Cîtu, quien ostentaba la presidencia del partido desde el 25 de septiembre. Según los términos del pacto, urgido por la brutal virulencia de la cuarta ola nacional de la COVID-19 y el encarecimiento de los precios de la energía y los alimentos, los liberales colocarían inicialmente al primer ministro y al cabo de 18 meses cederían el turno a los socialdemócratas.

Así las cosas, el 22 de noviembre de 2021 Iohannis volvió a nombrar a Ciucă, el 23 el nuevo Gabinete fue presentado y el 25 el Parlamento le estampó su confianza con una mayoría aplastante de 318 votos contra 126, tomando al punto posesión. La peculiar coalición semáforo a la rumana incluyó el otorgamiento de las jefaturas parlamentarias a los respectivos cabezas de facción: Ciolacu fue elegido presidente de la Cámara de Diputados, con lo que el líder socialdemócrata regresaba a la posición disfrutada hasta diciembre de 2020, mientras que Cîtu alcanzó la presidencia del Senado.

(Cobertura informativa hasta 25/11/2021)