Manfred Weber
Presidente del Partido Popular Europeo (2022-) y eurodiputado (2004-)
El alemán Manfred Weber, dirigente de la Unión Social Cristiana en Baviera (CSU) y líder desde 2014 del Grupo del Partido Popular Europeo (PPE) en la Eurocámara, aspira a suceder a su colega luxemburgués Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión Europea tras las elecciones parlamentarias de mayo de 2019. El spitzenkandidat del PPE, de 46 años, no es un rostro familiar para los ciudadanos y, a diferencia de los doce presidentes que la Comisión ha tenido desde 1958 —cinco de ellos ex primeros ministros—, carece de experiencia gubernamental o ejecutiva: no ha sido ministro en su país ni comisario en Bruselas. Sin embargo, ya va por su tercera legislatura europea y conoce expertamente el entramado de la UE, del que puede considerarse una de sus altas personalidades. Sabe trabajar transversalmente con políticos de otras tendencias y como eurodiputado ha procurado el entendimiento básico de todos los grupos parlamentarios, dejando al margen a la extrema derecha.
En el PPE, partido transnacional que reúne a gran número de formaciones conservadoras, liberal-conservadoras y democristianas, y que desde las elecciones de 1999 es el primero del Parlamento Europeo, donde actualmente dispone de 217 representantes, Weber, quien suele ofrecer un talante moderado y contemporizador, se ha mostrado remiso a sancionar al primer ministro húngaro Viktor Orbán a causa de su deriva autoritaria y nacionalista. El expediente de Hungría ha provocado fricciones y divisiones entre los populares, de los que el partido derechista de Orbán, el Fidesz, es uno más, pero afrontando ya numerosas reclamaciones internas de expulsión. Ahora, Weber asume que el díscolo mandatario magiar "va por el camino equivocado".
Asimismo, Weber ha defendido el control riguroso de la inmigración irregular en Europa, enfoque restrictivo que tiene su correlato doméstico en las grandes desavenencias que sobre tan sensible cuestión exhibieron, al menos hasta que llegaron a un acuerdo en julio de 2018, Horst Seehofer, ministro del Interior de Alemania y líder hasta enero de la CSU (partido del que Weber es vicepresidente), y la canciller democristiana Angela Merkel, cuya CDU mantiene con los socialcristianos bávaros una vieja relación de hermanamiento últimamente puesta en entredicho. El interés de Weber en los temas de fronteras, migraciones y asilo le viene de su época de miembro de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior de la Eurocámara.
Candidato oficial del PPE desde noviembre de 2018, Weber diagnostica que la UE está siendo "desafiada" y "atacada" por una plétora de enemigos tanto "internos" como "externos", por lo que las fuerzas que creen en el proyecto europeo deben "mantenerse unidas" y practicar un diálogo que eventualmente, da a entender ahora, podría alcanzar a quienes desde el pujante radicalismo euroescéptico estén "dispuestos a colaborar". Para Weber, quien se ve a sí mismo como un hombre capaz de "tender puentes", Europa se halla "en un punto de inflexión" y es urgente defender "nuestros valores fundamentales", el "modelo de vida" y la "identidad" europeos. Su visión de la construcción europea excluye la adhesión de Turquía y le preocupa también la dependencia energética de Rusia.
(Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 27/2/2019. A pesar de que su partido, el PPE, fue la lista más votada en las elecciones de 2019 al Parlamento Europeo, Manfred Weber no fue propuesto por el Consejo Europeo para el puesto de presidente de la Comisión Europea; la designación recayó en Ursula von der Leyen, como él alemana y miembro del PPE. Weber, reelegido eurodiputado, continuó liderando el Grupo del PPE en el Parlamento Europeo y el 1/6/2022 reemplazó al polaco Donald Tusk como presidente del partido transnacional). |
1. Eurodiputado de la CSU bávara
2. Líder del Grupo parlamentario del PPE durante la crisis de los refugiados y el conflicto con Hungría
3. Spitzenkandidat popular a presidir la Comisión Europea en las elecciones de 2019
1. Eurodiputado de la CSU bávara
Manfred Weber, nacido en un entorno bávaro tradicional, moldeado por las costumbres locales, la fe católica y la cultura política conservadora, tenía 18 años cuando se produjo la unificación de Alemania. Su crianza y primera educación discurrieron en su terruño de Landshut, en la Baja Baviera. En 1996 concluyó estudios superiores de ingeniería, una Diplomatura en Tecnología Física, en la Universidad de Ciencias Aplicadas (Hochschule für angewandte Wissenschaften, HAW) de Munich, tras lo cual se autoempleó fundando con un socio una consultora empresarial, DG Beratung GmbH. Dos años después puso en marcha una segunda compañía de consultoría técnica, G+U GbR, especializada igualmente en los campos de gestión ambiental, gestión de calidad y seguridad laboral.
Ya desde la adolescencia, Weber comenzó su adiestramiento político con el partido dominante en Baviera, la Unión Social Cristiana (CSU), formación derechista hermanada con la Unión Cristiano Demócrata (CDU), a su vez presente en los demás länder de Alemania. Aunque no compartían exactamente la misma ideología, la CDU y la CSU eran socios permanentes, formando un tándem por lo general bien conjuntado, tanto en el Bundestag como en, cuando les llegaba el turno de gobernar, el Ejecutivo Federal. El consultor empezó militando en la Junge Union (JU), la rama juvenil conjunta de la CSU y la CDU, cuya sección regional bávara iba a presidir entre 2003 y 2007, y cuando alcanzó la mayoría de edad quedó afiliado a la CSU.
En 2002 Weber, aún sin cumplir los 30 años, obtuvo dos mandatos de representación institucional, como concejal en Kelheim, uno de los distritos de la Baja Baviera, y como diputado del Landtag, la Asamblea Estatal bávara, donde la CSU ostentaba la mayoría absoluta desde las elecciones de 1962. Weber entró en el Landtag primero como suplente de titular, pero en las elecciones de 2003 ganó el escaño directamente en las urnas. En aquellos momentos, los socialcristianos disponían de 124 diputados estatales (sobre 204), el más joven de los cuales era Weber, miembro asimismo desde 2003 de la Ejecutiva partidaria que mandaba Edmund Stoiber, a la postre el ministro-presidente de Baviera y fallido candidato a la Cancillería en las elecciones federales de 2002.
Las elecciones europeas de 2004 marcaron el salto de Weber a la política de Bruselas y Estrasburgo. En su primer quinquenio en la Eurocámara, el miembro socialcristiano bávaro del Grupo del Partido Popular Europeo (PPE), cuya denominación precisa entonces era la de Partido Popular Europeo (Cristiano Demócratas)-Demócratas Europeos (PPE-DE), estuvo adscrito a la Comisión parlamentaria de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior (LIBE), campo del que a partir de 2006 fue también portavoz en el Buró del grupo parlamentario popular. En cuanto a las funciones partidarias en Alemania, en 2008 alcanzó la jefatura de la CSU en la región de Baja Baviera y reforzó sus posiciones en la Ejecutiva y el Presidium. Fue el año en que Horst Seehofer se hizo con las riendas de la agrupación y del Gobierno del land.
Durante su segunda legislatura europea, arrancada en julio de 2009, Weber continuó inicialmente como miembro titular de la LIBE, pero en enero de 2012 se pasó a la Comisión de Asuntos Constitucionales (AFCO). De todas maneras, siguió estrechamente ligado a la primera área en tanto que vicepresidente del Grupo del PPE y responsable de elaborar la estrategia y las políticas específicas del mayor partido transnacional del centro-derecha europeo, confluencia de numerosos grandes partidos nacionales de las tendencias conservadora, liberal-conservadora y democristiana.
2. Líder del Grupo parlamentario del PPE durante la crisis de los refugiados y el conflicto con Hungría
Las elecciones de mayo 2014 confirmaron, pese al importante retroceso en escaños, de los 265 sacados en 2009 a los 221, la primacía del PPE en el Parlamento Europeo, arrebatada al Partido de los Socialistas Europeos (PSE) en 1999. El 4 de junio Weber sucedió en el liderazgo del Grupo del PPE al francés Joseph Daul, quien lo venía ejerciendo desde 2007 (cuando lo recibió del democristiano alemán Hans-Gert Pöttering en el momento de su investidura como presidente del Parlamento). Daul conservó no obstante su otra función directiva, la presidencia orgánica del PPE, asumida en 2013.
Como cabeza del grupo popular, Weber, de paso vicepresidente de la CSU desde 2015, pasó a integrar la Conferencia de Presidentes del Parlamento. En el cuerpo de gobierno de la Cámara Weber trabajó primero bajo la dirección de su compatriota socialdemócrata Martin Schulz hasta enero de 2017 (poco después, Schulz fue elegido líder del SPD y candidato a canciller en las elecciones al Bundestag que acabaría perdiendo estrepitosamente frente a Angela Merkel) y posteriormente, para el resto de la legislatura, con su colega italiano Antonio Tajani.
Aparte, Weber formó parte de un grupo informal de líderes conocido como el G5, cenáculo selecto para el consenso de políticas entre los dos grupos mayoritarios del Parlamento. Aquí, mantenía un estrecho trato personal con el presidente de la Comisión Europea y colega luxemburgués del PPE, Jean-Claude Juncker, y con tres pesos pesados del PSE y su Grupo parlamentario, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), a saber, Schulz, Gianni Pittella, el líder italiano de los S&D, y el laborista holandés Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión.
Tras la ruptura a finales de 2016 de la virtual "gran coalición" entre el PPE y los S&D por la negativa de los últimos a apoyar la investidura de un sucesor de Schulz salido de los primeros con el argumento de que la familia conservadora ya tenía las presidencias de la Comisión y del Consejo (precisamente, la revelación por Weber de un documento bipartito, fechado en 2014 y hasta entonces secreto, donde se arreglaba el reparto de turnos en la conducción de la Cámara solo sirvió para reafirmar a Pittella en su deseo de disputarle la presidencia legislativa a Tajani), el líder popular ayudó a recomponer el entendimiento básico de las principales fuerzas parlamentarias.
Surgió así el G6, grupo informal de más amplio espectro que reunía, además de Weber y Pitella, a los responsables parlamentarios de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE), la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL) y Los Verdes/Alianza Libre Europea (Greens/EFA). Respectivamente, los interlocutores de Weber y Pittella en el G6 eran Syed Kamall, Guy Verhofstadt, Gabrielle Zimmer y Ska Keller. Su artífice concebía el G6, articulado en febrero de 2017, como un marco de encuentro no oficial para ayudar a implementar una agenda europeísta de espaldas a las pujantes fuerzas de la derecha euroescéptica, nacionalista y populista, que en la Eurocámara se distribuían en dos grupos minoritarios, Europa de la Libertad y la Democracia Directa (EFDD) y Europa de las Naciones y las Libertades (ENF).
A lo largo de su tercer mandato como eurodiputado, Weber consolidó su perfil de partidario de una construcción e integración europeas genuinas, pero estableciendo excepciones y límites, como que la UE pudiera algún día incorporar a Turquía, la cual no podría ser Estado miembro aunque sí asociado, o desembocar en una gran entidad de tipo federal, donde el marco de decisión intergubernamental estuviera supeditado a las políticas comunes y el componente supranacional.
La crisis europea de los refugiados y migrantes irregulares, que tuvo su clímax en el segundo semestre de 2015, vino a convulsionar la política de la UE y provocó sacudidas particulares en los senos del PPE y la Gran Coalición gobernante en Alemania. En sintonía con Seehofer, su jefe de filas en la CSU, Weber no ocultó su discrepancia de la política de puertas abiertas favorable a cientos de miles de refugiados y peticionarios de asilo desembarcados en Grecia, en su gran mayoría procedentes de Siria y otros países de Oriente Medio, que Merkel, invocando razones humanitarias, aplicó en la fase más acuciante de la crisis. Además, el eurodiputado bávaro se mostró un tanto condescendiente con el cierre riguroso de la frontera de Hungría, país de tránsito para el torrente humano que subía penosamente a pie desde el Mediterráneo, dispuesto por el primer ministro Viktor Orbán, colega del PPE.
Posteriormente, en enero de 2018, entrevistado por la cadena de radio Bayerische Rundfunk (BR), Weber manifestó que la UE debía dar una respuesta colectiva al desafío migratorio a fin de evitar los controles fronterizos unilaterales, medidas nacionales que contravenían el Acuerdo de Schengen sobre la libre circulación de personas. Entonces, el político germano reclamó una "solución final para la cuestión de los refugiados", expresión de siniestras evocaciones históricas que generó el previsible malestar. Weber pidió rápidamente disculpas por unas palabras "erróneas" que no reflejaban en absoluto "su punto de vista y posición personales", a la vez que llamó "deshonestos" a quienes le criticaban "con intenciones de cualquier otra asociación".
El caso era que la marejada suscitada por las políticas nacionalistas y autoritarias del Gobierno Orbán ya llevaba un tiempo incomodando a Weber, quien como dirigente del PPE tenía que pronunciarse sobre la situación en Hungría. En 2013 el eurodiputado del PPE había rechazado, al considerarlo políticamente tendencioso, el informe Tavares, un documento de la LIBE que hacía una evaluación negativa de la situación de los derechos fundamentales en el país centroeuropeo.
Cinco años después, la deriva de Orbán se había acentuado tanto que Weber, en septiembre de 2018, no pudo menos que asentir ante las conclusiones del informe Sargentini, emitido también por la Comisión de la Eurocámara, el cual solicitaba al Consejo de la UE que, de conformidad con el artículo 7, apartado 1, del Tratado de la Unión Europea, constatara la "existencia de un riesgo claro de violación grave por parte de Hungría de los valores en los que se fundamenta la Unión"; en concreto, al Gobierno de Budapest se le acusaba de saltarse las normas de la UE sobre el Estado de Derecho con su proceder contra inmigrantes y refugiados. Weber, contemporizador, intentó consensuar una posición común del Grupo del PPE, donde había diputados de línea benevolente con Orbán y su partido, el Fidesz, pero ante la gran disparidad de opiniones optó por conceder libertad de voto.
Finalmente, el informe Sargentini recibió la aprobación de 115 diputados populares, Weber entre ellos, mientras que 57 votaron en contra y 28 se abstuvieron (los 20 diputados restantes no asistieron a la sesión). En total, 448 diputados, en una votación histórica de la Eurocámara, sacaron adelante una resolución que daba luz verde al inicio contra el Estado miembro de las sanciones previstas en el artículo 7, lo que podría costarle a Hungría la pérdida del derecho de voto en el Consejo. Todavía en mayo de 2017 la CDU/CSU, junto con sus colegas de España e Italia, había votado en contra de una resolución parlamentaria de condena y advertencia a Orbán que pudo salir adelante con los votos de socialdemócratas, liberales, izquierdistas y verdes, pero también con un tercio de los diputados del dividido grupo popular.
Weber estaba en la vorágine de la polémica y con su posicionamiento ahora sobre el artículo 7 confiaba en aquietar la trifulca interna en torno a la conveniencia o no de excluir al Fidesz del PPE. Por apartar a Orbán se inclinaban con mayor o menor nitidez la Plataforma Cívica (PO) polaca, Los Republicanos (LR) franceses y varios socios conservadores del Benelux y Escandinavia. Pero la CDU/CSU alemana, el Partido Popular (PP) español y la Forza Italia, que era el partido del presidente del Parlamento, Tajani, descartaban esa salida. Las normas del PPE supeditaban la apertura de un expediente de expulsión o suspensión contra un partido miembro a que lo solicitaran al menos siete partidos de cinco países.
3. Spitzenkandidat popular a presidir la Comisión Europea en las elecciones de 2019
Las elecciones europeas de 2014 supusieron el estreno de la disposición del Tratado de Lisboa, en vigor desde diciembre de 2009, sobre la adjudicación del puesto de presidente de la Comisión Europea al aspirante que de manera conjunta escogieran el Consejo Europeo y el Parlamento "teniendo en cuenta" el resultado de las votaciones a esta última. La Eurocámara tenía la última palabra, aprobando o vetando la propuesta hecha por el Consejo, y además se acordó que los partidos transnacionales pudieran presentar sus propios postulantes al cargo, los llamados spitzenkandidaten (candidatos punteros en alemán, es decir, cabezas de llista).
De acuerdo con este sistema, el nominado del partido que ganara las elecciones y obtuviera más escaños quedaba legitimado para ser propuesto por el Consejo y a continuación ser investido por el Parlamento presidente de la Comisión, si bien el mecanismo concreto no era jurídicamente vinculante y su resultado no estaba asegurado de antemano: legalmente, era perfectamente factible que el presidente de la Comisión procediera de un partido sin el mayor número de escaños. En 2014 Juncker, spitzenkandidat del PPE, fue elegido para presidir la Comisión de conformidad con los resultados electorales y en febrero de 2018 la Eurocámara aprobó que el sistema de candidaturas volviera a funcionar para la legislatura 2019-2024.
El 5 de septiembre de 2018, justo una semana antes de la votación del Parlamento que instó al procedimiento sancionador contra Hungría, Weber dio el pistoletazo de salida de todo el proceso de renovación de altos cargos de la UE al presentarse, en nombre del PPE, como el primer spitzenkandidat de cara a las elecciones que entre el 23 y el 26 de mayo de 2019 iban a celebrarse en los 28 estados miembros. En realidad, se trataba solo de una precandidatura, pues Weber aún debía someterse al veredicto de su partido transnacional, que tenía previsto celebrar una primaria en toda regla en su próximo Congreso, a celebrar a finales de noviembre en Helsinki.
Al realizar su anuncio, el socialcristiano formuló las siguientes palabras: "Europa está un punto de inflexión (...) Europa y los europeos estamos siendo desafiados desde el exterior (...) desde dentro estamos siendo atacados por radicales, nacionalistas y antieuropeos. Al mismo tiempo, el mundo entero está en una profunda transición: digitalización, globalización, migraciones, crecimiento demográfico. Necesitamos un nuevo plan. Estoy firmemente convencido de que hoy se trata de la autoafirmación de Europa y de la defensa de nuestros valores, se trata de la supervivencia de nuestro modo de vida europeo (...) ¿Puedo yo dominar los desafíos, puedo contribuir? Mi respuesta es que sí, que estoy listo para ello. Creo que puedo ayudar a imprimir un nuevo comienzo y un nuevo capítulo para Europa. Esto es tan urgente porque no podemos seguir así (...) Quiero aunar los intereses, construir puentes. Solo juntos podemos ser fuertes, de otra manera Europa no tiene ninguna oportunidad en el mundo de hoy (...) Quiero devolver Europa a la gente. Tal como está, la UE es vista sobre todo como una estructura burocrática y elitista (...) Deseo restablecer el vínculo entre los ciudadanos y la Unión Europea".
Partiendo del respaldo de su partido nacional, la CSU, Weber recibió de inmediato el aval de la CDU de Merkel y en las semanas siguientes inclinó la balanza a su favor al obtener además el apoyo del PP español, los italianos de Berlusconi y el Fidesz húngaro.
En cuanto a sus propuestas concretas, Weber adelantó que sus prioridades para el desarrollo de la UE eran la Europa de la defensa y la política comercial. También habló de "tender puentes" y de "escucharnos unos a otros" en aras de un "entendimiento" transversal que, sugirió, no tenía porqué marginar a partidos de la derecha euroescéptica como la Liga Norte de Matteo Salvini, viceprimer ministro de Italia y spitzenkandidat de la ENF.
El 7 de noviembre de 2018 Weber llegó al 25º Congreso del PPE, con Daul de presidente y Antonio López-Istúriz de secretario general, disfrutando de la condición de favorito sobre su único rival, quien a diferencia de él sí poseía una sólida experiencia gubernamental: Alexander Stubb, del finlandés Partido de la Coalición Nacional (KOK), quien fuera primer ministro de su país entre 2014 y 2015, amén de ministro de Exteriores y de Asuntos Europeos con anterioridad (2008-2014) y posteriormente ministro de Finanzas (2015-2016). Quizá la diferencia más marcada entre Weber y Stubb era que el finlandés tenía una opinión mucho más rotunda de Orbán (por cierto, presente en el Congreso, donde pronunció un discurso de tono reivindicativo), cuya salida del PPE había pedido abiertamente a menos que rectificara su actitud. En la jornada de clausura del Congreso, el 8 de noviembre, el socialcristiano alemán fue proclamado spitzenkandidat del PPE con un 79% de apoyos, 492 votos.
En enero de 2019, en vísperas de la cesión por Seehofer de la presidencia de la CSU al ministro-presidente de Baviera desde marzo del año anterior, Markus Söder, Weber instó al Gobierno socialista de España a redoblar esfuerzos para impedir la llegada de inmigrantes irregulares desde Marruecos. España, según Weber, tenía una "especial responsabilidad" en el control de la presión migratoria sobre el flanco sur de la UE y debía tomar nota del éxito de la valla erigida por Bulgaria en su frontera con la Tracia turca, similar a las barreras existentes en las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla, la cual había conseguido "reducir la migración ilegal casi a cero" en el otro extremo del flanco mediterráneo.
Manfred Weber está casado y es miembro del Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK) así como del Consejo de Administración del Instituto de Política Europea (IEP) de Berlín.
(Cobertura informativa hasta 27/2/2019)