LaToya Cantrell

La organizadora comunitaria LaToya Cantrell resultó elegida en noviembre de 2017 alcaldesa de Nueva Orleans, enseña de la cultura popular y mestiza del sur de Estados Unidos, con un plantel progresista de propuestas centradas en el urbanismo sostenible, el gobierno municipal cooperativo y una prioridad absoluta: el bienestar de los ciudadanos. Sin raíces nativas ni pedigrí político, Cantrell lleva casi dos décadas volcada en el servicio a los vecinos de su ciudad de adopción, primero como presidenta de la ONG Broadmoor Improvement Association y luego, desde 2012, como concejal de distrito. Estuvo en la primera línea de los esfuerzos locales por recomponer un hábitat humano destrozado por el paso del huracán Katrina, y su experiencia sobre el terreno abarca temas como el acceso a la vivienda, las prestaciones escolares y la formación profesional. Su concepto de la revitalización de barrios y comunidades no se limita a la inversión clásica en infraestructuras, sino que apunta también a la raíz de los desequilibrios, combatiendo la inequidad social, corrigiendo las brechas de género y raza, y atendiendo a las personas en riesgo de exclusión.

Cantrell es la primera mujer que gobierna la ciudad más populosa del estado de Luisiana en sus 300 años de historia, así como una de las cinco afroamericanas alcaldesas, todas miembros del Partido Demócrata, que en estos momentos rigen alguna de las 50 principales urbes de Estados Unidos. Como edil de Nueva Orleans, ciudad de casi 400.000 residentes que todavía no ha recuperado el nivel de población anterior a la calamidad natural de 2005, Cantrell hace frente a problemas como el repunte de la criminalidad común (tradicionalmente elevada aquí), las deficiencias detectadas en el sistema de drenaje contra inundaciones y el encarecimiento desmesurado de los precios de los alquileres, paralelo a un boom del turismo que, opina, no debe ser a costa de la calidad de vida de los paisanos. Su defensa del Obamacare y su adhesión a la iniciativa Welcoming Cities en favor de los inmigrantes terminan de situarla directamente en las antípodas del presidente Donald Trump.


(Texto actualizado hasta abril 2018)

Californiana de nacimiento, echó raíces en Nueva Orleans después de que en 1990 cruzara el país de costa a costa para estudiar en la Universidad Xavier de Luisiana. En esta casa de estudios, distinguida desde su nacimiento en 1925 como la primera institución de educación superior de matriz católica abierta a los estudiantes negros en Estados Unidos, la futura alcaldesa se sacó el título de Bachelor of Arts en Sociología, diplomatura a la que más tarde añadió una capacitación en gestión ejecutiva impartida por la John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.

El deseo de la joven no era otro que dedicarse al servicio a la comunidad en su ciudad de adopción, "el lugar donde mi alma encontró su hogar", recordaría años después. Podía decirse que esta vocación para con la gente le venía de familia: en Los Ángeles, su madre había sido trabajadora social y su padrastro, antes de caer en la adicción a las drogas, oficial de Policía. En 1999 LaToya se instaló en Broadmoor, barriada residencial de casas unifamiliares pegada al centro histórico de Nueva Orleans y habitada mayoritariamente por afroamericanos de rentas medias y bajas, típicos paisanos de clase trabajadora. Acababa de casarse con Jason Cantrell, un abogado local e hijo de juez que años después alcanzaría renombre en los circuitos judiciales de Luisiana. La pareja tuvo una hija, RayAnn.

Su trabajo a tiempo parcial, en su etapa universitaria, como recepcionista y lavandera de hotel, y su experiencia con el deficiente sistema de transporte público urbano pusieron a LaToya en contacto con las profundas inequidades de Nueva Orleans, una ciudad multirracial, multicultural, acogedora y festiva, patria del jazz y organizadora del Carnaval más famoso de Estados Unidos, pero que arrastraba importantes lastres sociales. Estas ganas de mejorar el entorno humano, empezando en su vecindario, la acercaron a la Broadmoor Improvement Association (BIA), una iniciativa sociocultural de activistas y voluntarios que desde sus orígenes en 1930 venía trabajando duramente en favor del barrio, ayudando a preservar su tejido social y económico, y promoviendo la igualdad de oportunidades y el bienestar de sus moradores.

El servicio comunitario y municipal en los años de la reconstrucción post-Katrina
En 2003 Cantrell accedió a la Junta de la BIA y un año más tarde se convirtió en presidenta de la asociación, que ofrecía a la comunidad programas específicos en las áreas de educación, salud, desarrollo económico y compromiso cívico. Meses después, en agosto de 2005, Nueva Orleans sufrió el peor desastre de su historia: el paso del huracán Katrina, que, procedente del golfo de México y tras vencer el sistema de diques de contención que teóricamente protegía la ciudad, se abatió con furia devastadora sobre la principal urbe de Luisiana, anegando cuatro quintas partes de su extensión (en algunos lugares, la invasión de las aguas salobres sobrepasó los cuatro metros de altura), Broadmoor incluido.

Pese a que la gran mayoría de sus 450.000 habitantes, de los que dos tercios eran negros, había sido evacuada a tiempo, unas cuantas decenas de miles de personas, casi todas vecinos pobres o con pocos recursos, se quedaron en sus casas; de ellos, unos 1.400 perdieron la vida. Cuando las lluvias torrenciales y los vientos huracanados cesaron, Nueva Orleans, ya a la cabeza en las estadísticas nacionales de criminalidad y homicidios, padeció los embates adicionales de los pillajes, los incendios provocados y los desórdenes públicos. Estos desmanes añadieron más caos y terror a un panorama humano dantesco, con miles de desplazados abarrotando el Superdome (el estadio deportivo convertido por la prensa en icono de la catástrofe) y el New Orleans Convention Center, sin agua potable, alimentos, luz y servicios médicos. La respuesta de las autoridades federales a las diferentes necesidades de socorro fue lenta e ineficiente. Los daños económicos ocasionados por Katrina solo a Nueva Orleans rondaron los 70.000 millones de dólares. El impacto brutal del huracán en la demografía y la economía de la ciudad estaba llamado a durar años e incluso décadas.

Una vez retiradas las aguas y completadas las labores de rescate y limpieza básica de las calles, se iniciaba en Nueva Orleans una titánica empresa de recuperación material en la que organizaciones no gubernamentales como la de Cantrell tendrían que jugar un papel esencial. En su área de actuación, la BIA se volcó en la tarea de coordinar los esfuerzos de reconstrucción dirigidos por las instancias federales, estatales y municipales con las necesidades de los residentes. Durante meses, mientras los habitantes, no todos ni mucho menos, iban regresando a sus hogares en un lento goteo, Broadmoor permaneció prácticamente desierto.

LaToya y su gente se opusieron vigorosamente a una propuesta del Ayuntamiento, encabezado por el demócrata Ray Nagin, de transformar un Broadmoor dado por irremisiblemente despoblado en una especie de gran parque no edificable que haría la función de drenar el terreno en previsión de futuras inundaciones. La comisión de reconstrucción puesta en marcha por el alcalde llegó a lanzar el aviso de que aquellos propietarios de viviendas, la mayoría dañadas por el huracán, que no volvieran para reocuparlas en el plazo de unos meses se exponían a ver los inmuebles derribados y sus solares convertidos en áreas verdes. La campaña de resistencia vecinal capitaneada por Cantrell consiguió frustrar estos planes.

La BIA, con el respaldo de los influyentes ministros de las iglesias locales, hizo todo lo posible porque el barrio recuperara su anterior fisonomía residencial dotada de servicios comunitarios. Mas aún, se propuso aprovechar la rehabilitación en curso para mejorar ciertos aspectos del vecindario y fortalecer la cohesión espacial. Su consigna, implícita en un plan de recuperación integral para ser implementado entre 2006 y 2012, era Better than Before.

Los avances logrados en las infraestructuras públicas, la red educativa o la oferta de vivienda en alquiler, imprescindibles si el barrio pretendía recobrar su anterior vitalidad, hicieron de Broadmoor un modelo de distrito urbano impulsado por sus propios ciudadanos que fue reconocido por la Kennedy School of Government de Harvard y la Clinton Global Initiative (CGI). En 2010 la Legislatura del Estado de Luisiana otorgó a Broadmoor el estatus de Distrito de Mejora del Vecindario (Neighborhood Improvement District), con lo que el barrio adquirió una delimitación geográfica formal, se dotó de una junta administrativa de elección popular y pudo gestionar sus propios recursos fiscales -limitados, eso sí-, obtenidos a partir de una tasa anual de 100 dólares cobrada a cada parcela de terreno en propiedad.

La creación del Broadmoor Improvement District (BID), entidad suburbana que venía a fortalecer los programas y proyectos de la BIA, fue una gran satisfacción personal para LaToya. Aunque la política no le interesaba especialmente, sabía que sus esfuerzos por conseguir mejoras en la calidad de vida de sus convecinos ganarían eficacia si podía trasladar su trabajo a la esfera de gestión municipal, es decir, si se convertía en miembro del Ayuntamiento. Así que cuando en 2012 quedó vacante la concejalía que representaba el llamado Distrito B, la activista no dudó en declarar su candidatura al puesto, el cual ganó en la elección a doble vuelta celebrada en noviembre y diciembre con el membrete del Partido Demócrata.

En plena campaña electoral, Jason Cantrell, el marido abogado de LaToya, protagonizó un chusco incidente que a punto estuvo de truncar su carrera en el mundo del Derecho (luego la reharía desde un bufete privado) y que puso en apuros a su mujer: mientras conversaba con un policía en una sala de tribunal, un porro se le salió de uno de los bolsillos y cayó al suelo ante la mirada asombrada de los presentes; con la ley en la mano, Cantrell fue arrestado en el acto por presunta posesión de cantidades menores de marihuana, antes de poder irse con una citación para declarar.

En 2009 Cantrell, presentándose como un "un juez duro para tiempos duros", había intentado sin éxito ser elegido juez del tribunal correccional de menores de Nueva Orleans, debiendo conformarse con ejercer de ayudante del Fiscal. Ahora, su infracción de la ley sobre tenencia de drogas le costó la suspensión de sus funciones de abogado. La bronca conyugal debió ser importante, ya que LaToya facilitó a los medios la siguiente declaración: "Estoy muy enfadada, avergonzada y decepcionada tras enterarme de la mala decisión y la falta de juicio de mi marido. De ninguna manera dispenso sus acciones. Ha dimitido de su posición en la Oficina del Fiscal de la Ciudad y asumirá las consecuencias legales mientras el proceso judicial siga su curso".

En febrero de 2014, al tocar la votación regular de cada cuatro años, Cantrell fue reelegida sin oposición en el consistorio que entonces dirigía el alcalde, demócrata también, Mitch Landrieu. Como concejal de distrito, Cantrell se concentró en las problemáticas de la vivienda, la educación, la salud ambiental y la criminalidad, que enfrentó con celo. Así, ella fue la promotora de la ordenanza, aprobada por el Consejo Municipal en 2015, que prohibía fumar en bares, restaurantes, casinos y cualesquiera otros espacios cerrados públicos de Nueva Orleans, la ciudad recostada en la desembocadura del Misisipi que a tantos atraía por su imagen lúdica, bohemia o transgresora.

La medida, defendida por la edil con argumentos de salubridad y que no hacía más que seguir los pasos ya dados por cientos de grandes municipios de todo el país, suscitó polémica por su posible impacto negativo en los negocios hosteleros, puntal de la economía de una ciudad universalmente conocida por sus ofertas de ocio, sus atractivos turísticos y su patrimonio mestizo, singular confluencia de las herencias criolla de origen franco-español, afroamericana, anglosajona, americana nativa y otras. Sus detractores aducían que la smoking ban no existía en Miami, Las Vegas, Atlanta, Nashville o Memphis, por citar otros célebres emblemas del juego, la música y la cultura popular estadounidenses, y que la medida se implantaba aquí en pleno boom del turismo, maná inesperado una década después del desastre del Katrina.

Cantrell, que además presidía el Comité de Desarrollo Comunitario del Ayuntamiento, buscó soluciones también para los homeless que malvivían en las calles, optimizó el mecanismo de asignación de fondos de la Junta Escolar a los colegios públicos, elaboró la resolución municipal Welcoming City que hacía de Nueva Orleans una ciudad acogedora para los inmigrantes y se mostró partidaria de instalar cámaras de vigilancia policial en las calles de su distrito en un intento de reducir los elevados niveles de violencia delictiva con arma de fuego. Tanto si se trataba de regular las zonas libres de humos del tabaco como de poner coto a las presiones de los intereses comerciales privados sobre los precios de los alquileres, la concejal partía de la convicción de que el turismo, si bien era "una parte extremadamente importante del tejido de nuestra ciudad", no debía "tener prioridad a expensas de nuestra gente".

Una alcaldesa afroamericana para Nueva Orleans
La expiración en 2018 del mandato del alcalde Landrieu, quien tras dos mandatos consecutivos ya no podía postularse a un tercero, animó a Cantrell a presentarse para sucederle como precandidata del Partido Demócrata en marzo de 2017. La organizadora comunitaria divulgó una plataforma de impronta progresista, inequívocamente obamiana, caracterizada por los conceptos del urbanismo sostenible, la atención de los segmentos de población desfavorecidos, la defensa de los servicios públicos y, como seña característicamente propia, el gobierno municipal cooperativo, que implicara a políticos electos, funcionarios, técnicos y grupos ciudadanos de base.

LaToya propugnaba subir a los 15 dólares la hora el salario mínimo en todas las actividades laborales desarrolladas en la ciudad, pese a que las leyes de Luisiana prohibían a los ayuntamientos desviar el salario base en sus jurisdicciones de la cuantía fijada por el estado. También, expuso un plan para profundizar las medidas en favor de la accesibilidad a la vivienda, quería levantar un nuevo programa formativo para los desempleados, consideraba urgente mejorar la infraestructura del sistema de drenaje contra inundaciones, prometía abrir en el Ayuntamiento una oficina de enlace para la comunidad LGBTQ y expresó su deseo de nombrar un jefe de Policía municipal que aunara las experiencias en la lucha contra el crimen y el trabajo social.

Disminuir el énfasis en las estrategias únicamente persecutorias y castigadoras del delito, que habían demostrado ser "desastrosas para la comunidad", y combinar la acción policial eficaz con políticas municipales como la formación vocacional de los jóvenes en riesgo de exclusión componían el eje de su "plan de seguridad pública", cuyo gráfico lema era Nothing Stops a Bullet Like a Job. Para ella, era hora de abordar una reforma en profundidad de la justicia criminal en Luisiana.

El primer examen en las urnas, el 14 de octubre, fue una primera vuelta, llamada aquí "primaria general no partidista" (nonpartisan blanket primary ), en la que compitieron 18 aspirantes, de los cuales 11 eran demócratas, cuatro se declaraban no partidistas y los tres restantes concurrían bajo la etiqueta de independientes; no había candidatos identificados con el Partido Republicano. Con el 39% de los votos, Cantrell ganó esta votación, seguida por la igualmente demócrata Desiree Charbonnet, una ex juez perteneciente a una familia de gran solera en la política local. En la segunda vuelta, disputada del 18 de noviembre, LaToya batió a Charbonnet con el 60,4% de los sufragios. El 7 de mayo de 2018 Cantrell, que a finales de febrero participó en Ciudad de México en la II Annual Women4Climate Conference de la red C40 de ciudades comprometidas con las acciones urgentes contra el cambio climático, recibiría los atributos de mando que la convertirían en la primera mujer alcaldesa en los 300 años de historia de Nueva Orleans, fundada exactamente en 1718. Además, sería el primer titular del puesto no nacido aquí en el último medio siglo.

En ese momento, mientras la era de Donald Trump dominaba la política federal, la presencia femenina en el gobierno de los principales ayuntamientos estadounidenses era limitada y no se acercaba a la paridad: de las 50 ciudades más populosas del país, entre las que Nueva Orleans hacía la número 49, solo una decena tenían alcaldesa: Fort Worth (Texas), Charlotte (Carolina del Norte), Seattle (Washington), Washington, D.C., Las Vegas (Nevada), Baltimore (Maryland), Atlanta (Georgia), Raleigh (Carolina del Norte), Oakland (California) y Omaha (Nebraska); de ellas, eran afroamericanas también las regidoras de Charlotte (Vi Lyles), Washington (Muriel Bowser), Baltimore (Catherine Pugh) y Atlanta (Keisha Lance Bottoms), todas miembros del Partido Demócrata.

(Cobertura informativa hasta 21/4/2018)