Kostas Karamanlis
Primer ministro (2004-2009)
Es el sobrino y el heredero político del insigne estadista griego, amén de tocayo, Konstantinos Karamanlis (1907-1998), figura dominante en la política nacional desde el lado conservador del espectro en los años cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo, primero como primer ministro en los períodos 1955-1963 (salvo unos pocos meses en 1958 y 1961) y 1974-1980, y luego como presidente de la República en 1980-1985 y 1990-1995. Los Karamanlis eran originarios de la región macedónica de Serres, parte del Imperio Otomano hasta 1913, aunque en los años cuarenta se instalaron en Atenas.
El padre del muchacho, Alexandros (Alekos), no siguió el camino del activismo tomado por su hermano siete años mayor y se mantuvo al margen de la política, si bien se sabe que ocasionalmente le dio cobertura en los años en que Konstantinos, también abogado, militó en la resistencia contra el ocupante alemán. El abuelo, Georgios Karamanlis, un profesor de escuela nacionalista que reclamaba para el Reino de Grecia toda la Macedonia histórica, luchó contra los turcos y se enfrentó también con las autoridades búlgaras antes de estallar en 1912 la Primera Guerra Balcánica, que terminó con la derrota de Turquía y el reparto de la región entre Grecia, Serbia y Bulgaria.
El más joven de los Karamanlis nació el año, 1956, en que su tío puso en marcha el partido Unión Nacional Radical (ERE), que reemplazó a la anterior Unión Helénica (ES) dirigida por el antiguo mariscal y luego primer ministro hasta su fallecimiento en 1955, Alexandros Papagos, y con el cual ganó las elecciones generales que le confirmaron en la jefatura del Gobierno e inauguraron un férreo mandato derechista prolongado hasta 1963; entonces, Karamanlis se vio obligado a dimitir a raíz del escándalo suscitado por el asesinato a manos de ultraderechistas del diputado izquierdista Grigoris Lambrakis, y acto seguido vio cómo su partido era desarbolado en las urnas por la Unión de Centro (EK) de Georgios Papandreou, el fundador de otra saga contemporánea de políticos griegos y cuya descendencia iba medirse con los Karamanlis en los 40 años siguientes.
Kostas, nombre familiar de Konstantinos, completó el bachillerato en la Escuela Experimental de Atenas y luego se matriculó en la Escuela de Derecho de la Universidad, resuelto a convertirse en abogado como su padre. Sus años de educando en Grecia coincidieron con los estertores de la dictadura de los coroneles, inaugurada en el golpe de Estado de 1967 y enfrentada ahora con una masiva oposición popular, que alcanzó su cenit como resultado de la desastrosa aventura anexionista en Chipre. En julio de 1974 el presidente militar de la República, el general Phaidon Gizikis, urgido por el alto mando del Ejército, pidió al veterano Karamanlis que pusiera fin a su autoimpuesto exilio parisino de una década de duración y regresara a Atenas para asumir el Gobierno, cosa que hizo al punto en olor de multitudes.
Era el derrumbe de la dictadura y el comienzo de una nueva etapa firmemente anclada en los valores de la democracia, la Constitución y el sistema republicano de Gobierno, introducido por los militares y confirmado ahora en referéndum. Al filo de la mayoría de edad, el muchacho secundó a su tío en la organización del partido Nueva Democracia (Nea Dimokratia, ND), que fue presentado formalmente el 29 de septiembre con un ideario moderadamente nacionalista, prooccidental, anticomunista y antifascista, y con la aspiración de convertirse en la gran fuerza multiclasista y modernizadora, llamada a perdurar, que necesitaba el país. El Karamanlis del ahora era un político notoriamente más liberal y progresista que el de la década anterior, y este decidido compromiso con la democracia impregnó la doctrina de ND, que obtuvo una victoria arrolladora en las elecciones parlamentarias del 18 de noviembre, si bien durante un tiempo la formación presentó el aspecto de un conglomerado de fuerzas conservadoras y centristas que daba cobijo a personas tan dispares como antiguos colaboradores pasivos de los coroneles y resistentes demócratas, pasando por elementos monárquicos.
En el quinquenio siguiente, mientras su tío se empeñaba en normalizar las relaciones exteriores de Grecia sondeando el acuerdo con Turquía en torno a Chipre, negociando el ingreso en la Comunidad Económica Europea (CEE) y favoreciendo el retorno a la estructura militar integrada de la OTAN, el joven Karamanlis desempeñó un papel señero en la Organización Juvenil de ND, la ONNED, y estuvo activo en el sindicalismo estudiantil universitario. En 1977 interrumpió sus estudios para realizar el servicio militar en la Armada y en 1979, ya licenciado, completó su instrucción legal en la Universidad de Atenas. En 1980 realizó un curso de postgrado en el Deree College, perteneciente al American College de Grecia, y los cuatro años siguientes los pasó en Boston, Estados Unidos, redondeando su currículum académico en la Fletcher School of Law and Diplomacy de la Universidad de Tufts, donde recibió la licenciatura en Ciencia Política y Economía, y el doctorado en Historia de la Diplomacia.
Fue en 1980 cuando el veterano Karamanlis se desprendió de la jefatura del partido y del Gobierno para emprender su etapa postrera de emérito de la patria como titular del puesto ceremonial de presidente de la República. En las elecciones generales del 19 de octubre de 1981 ND cayó derrotada ante el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) que acaudillaba el carismático Andreas Papandreou, hijo de Georgios, quien subió al Gobierno con un porfiado programa de progresismo social y estatismo económico en el interior, y de nacionalismo en el exterior, que le acarreó serios rifirrafes con Estados Unidos y la OTAN por la condescendencia de Washington con la dictadura militar turca y a propósito de la renovación del alquiler de las bases estadounidenses en Grecia. El varapalo electoral acarreó la renuncia del sucesor de Karamanlis, Georgios Rallis, y su sustitución por Evangelos Averoff-Tossizza, quien aguantó en la presidencia de un partido en horas bajas hasta 1984.
Ese año, Karamanlis retornó a Atenas, se instaló por su cuenta como abogado privado y entró en el aparato de organización e ideología de ND, teniendo como superior partidista al ex ministro de Exteriores Konstantinos Mitsotakis, quien sólo en los cuartos comicios parlamentarios, los de 1990, celebrados al final de un quinquenio que conoció en 1989 unos meses pletóricos de confusión política, sería capaz de reponer a los neodemócratas en el Ejecutivo sin necesidad de recurrir a incómodas alianzas, a la par que el PASOK y Papandreou se sumían en el desprestigio por los excesos demagógicos y los escándalos de corrupción.
Desde mediados de la década, Karamanlis venía dándose a conocer a la opinión pública griega como presidente del Movimiento para la Promoción del Desarme, la Paz y la Seguridad en Europea (KIPAEA) y del Centro Helénico para la Promoción de la Integración Europea, en el segundo caso marcando el intencionado contrapunto con el europeísmo crítico de Papandreou, y como articulista en el diario de información financiera Oikonomikos Tachydromos. Adicionalmente, impartía clases de Ciencia Política, Diplomacia y Derecho mercantil en el Deree College de Atenas y colaboraba en la edición de ensayos sobre política internacional. En 1986 fue coautor del libro (título traducido al castellano) Eleftherios Venizelos y las relaciones exteriores de Grecia, 1928-1932.
Fue en 1989 cuando Karamanlis se decidió a saltar a la arena de la política representativa al tiempo que afianzaba su posición en ND desde la Secretaría de Planificación Política. Se hizo con el acta de diputado por Tesalónica en las elecciones generales del 18 de junio, ganadas por su partido con unos insuficientes 145 escaños que le dieron derecho a presidir el Ejecutivo en la persona de Tzannis Tzannetakis y teniendo como socio al Partido Comunista de Grecia (KKE), insólita y famosa coalición de opuestos cuyo único propósito fue echar a Papandreou del poder y que acuñó para la politología la expresión pacto a la griega.
Karamanlis renovó sucesivamente su escaño en el Vouli o Parlamento en los comicios del 5 de noviembre de 1989, cuando ND volvió a ganar por mayoría simple y hubo que recurrirse al gabinete tripartito de unión nacional como fórmula de estabilidad interina, del 8 de abril de 1990, que catapultaron al septuagenario Mitsotakis al Gobierno justo con la mayoría absoluta, y del 10 de octubre de 1993, adelantados por la defección del grupo nacionalista de Antonis Samaras, ex ministro de Exteriores que tras abandonar ND puso en marcha una formación rival, Primavera Política (POLA).
Las elecciones de 1993 supusieron la espectacular resurrección de Papandreou, quien a sus 74 años retornó al puesto de primer ministro precisamente cuando su rival inveterado presidía la República por segunda vez, aunque no cabía hablar de cohabitación por carecer el jefe del Estado de cualquier atribución más allá de las funciones representativas y protocolarias asignadas en la Constitución. La irrupción del POLA (antes de desvanecerse en las citas electorales desde 1996) perjudicó notablemente a ND, que cayó a los 111 diputados.
La brevedad de su Gobierno y el amargo sinsabor en las urnas, magnificado, según todos los análisis, por la percepción de una mayoría del electorado de que los conservadores no estaban plantando cara a la Unión Europea (UE) en su disposición a reconocer a la ex república yugoslava de Macedonia, independiente de hecho desde 1991, con el nombre de República de Macedonia -Atenas sostenía que el nombre de Macedonia y el emblema de la estrella de 16 puntas o sol de Vergina, que figuraba en la bandera nacional de dicho Estado, eran símbolos exclusivos del patrimonio histórico griego por su relación con el imperio helénico fundado por el monarca grecomacedonio Alejandro Magno en el siglo IV a. C., si bien la reclamación escondía también el temor de que las autoridades de Skopje albergasen pretensiones sobre la región homónima del norte de Grecia que es el solar de la Macedonia histórica-, sentenciaron el liderazgo neodemócrata de Mitsotakis, que dimitió irrevocablemente el 26 de octubre.
El 3 de noviembre de 1993 ND celebró una convención extraordinaria en la que eligió nuevo presidente al popular ex alcalde de Atenas, Miltiadis Evert, un conservador tradicionalista ligado al líder fundador desde los tiempos de la ERE y que había expresado su rechazo al liberalismo económico practicado por el Gobierno de Mitsotakis. Los órganos directivos fueron renovados y Karamanlis pasó a integrar el Comité Central y el Consejo Político del partido. Papandreou, afectado por un cáncer incurable, dimitió en enero de 1996 y su sucesor al frente del Gobierno y el PASOK, Kostas Simitis, convocó elecciones parlamentarias anticipadas para el 22 de septiembre. Si los neodemócratas confiaban en encontrar su oportunidad tras la desaparición del correoso Papandreou (fallecido en junio), erraron su pronóstico: con el 38,1% de los votos y 108 diputados, ND fue batida de nuevo por el PASOK, que revalidó la mayoría absoluta y colocó a Simitis en la jefatura del Gobierno.
El resultado de estas votaciones se ligó al arraigo en una parte considerable del electorado del temor a que los conservadores lanzaran una oleada de reformas liberales, corrigieran los múltiples déficits y desequilibrios financieros con pulso de cirujano e hicieran retroceder el sistema de protección social, en un momento en que el sector público seguía representando una parte considerable de la economía. Las recientes convulsiones en la región, con los embargos internacional a Serbia y griego a Macedonia, más toda su carga de instrumentación demagógica por el PASOK, aún no habían disipado sus ecos, a la vez que permanecía el tono de recíproca hostilidad con Turquía, con un zafarrancho de combate en aguas del Egeo en el mes de enero. Todo ello, más el efecto emocional del deceso de Papandreou y la imagen atrayente de Simitis, ex ministro solvente que no suscitaba pasiones exacerbadas como el líder fallecido ni era amigo de populismos, había generado un ambiente preelectoral poco propicio para ND.
Evert, que no esperaba la derrota, resignó la misma noche electoral cuando todavía no había concluido el recuento, pero el partido le confirmó en la presidencia el 4 de octubre frente al liberal Georgios Souflias, ex ministro de Economía, que le había arrojado el guante. Sin embargo, las espadas siguieron en alto entre la vieja guardia karamanlista y los reformistas liberales, que acusaban a los tradicionalistas de manejar el partido con métodos "feudales" y de obstaculizar su necesaria modernización, ya que, en su opinión, sólo por esa vía podría echarse del poder a los socialistas, los cuales, por cierto, vivían una situación interna similar, con Simitis intentado, y consiguiendo, obtener margen de maniobra para su Gobierno sin la interferencia de los barones de la época de Papandreou.
Evert insistió en mover a ND hacia el terreno del populismo de derechas, estatista en economía y nacionalista en política exterior, luego generando una imagen especular del viejo PASOK, que provocó la alarma del empresariado. Precisamente, buena parte de la patronal y el mundo de los negocios, hasta ahora próximos a ND, había expresado en las recientes elecciones sus preferencias por Simitis, ya que consideraban al PASOK más capacitado para contener la inflación, aligerar los tipos de interés y generar un entorno atractivo para las inversiones.
La amenaza de escisiones agravó la crisis de un partido que no acertaba a encontrar su rumbo en tiempos de oposición y en el que varios dirigentes se disputaban el liderazgo. Karamanlis, por juventud y por talante, no ocupaba entonces una posición cimera en ND. Seguía siendo un diputado tesalonicense con cierto caché, como presidente del comité parlamentario de Asuntos Exteriores, pero hasta ahora no había mostrado ambiciones especiales, no obstante su célebre apellido, y su vocación parecía orientarse al servicio a un proyecto político más que a pilotarlo. Hombre hipotenso, de carácter apacible y políglota (anglo, germano y francoparlante), era un político alejado de los estrados mitineros que se encontraba a gusto desarrollando actividades internas y en un entorno intelectual. A la sazón, carecía de cualquier experiencia de gobierno, lo que no dejaba de ser una notable carencia curricular.
Sin embargo, esta reluctancia a asumir tareas de conducción partidaria empezó a cambiar a comienzos de 1997, cuando se hizo evidente que los neodemócratas debían hallar un candidato al liderazgo no crispante y capaz de aunar respaldos más que de concitar divisiones. Animado por los militantes que le expresaron su apoyo y promovido por una influyente red de amistades entre las que abundaban jóvenes banqueros, corredores de fondos y ejecutivos de corporaciones, Karamanlis se postuló para la presidencia en la elección interna –primera en la historia del partido abierta a los compromisarios de las bases- en el IV Congreso de ND, celebrado el 21 de marzo y, sorprendentemente, ganó con el 69% de los votos a dos pesados pesados como Souflias y el propio Evert.
A sus 40 años, Karamanlis se convirtió en el más joven jefe de un partido mayoritario en la Grecia contemporánea. Por delante tenía la complicada empresa de unificar ND, afirmarlo como un partido moderno asimilable a las grandes formaciones de la derecha liberal europea y como una sólida alternativa de poder a los socialistas. Entonces, muchos de dentro y de fuera del partido expresaron sus dudas sobre la capacidad de liderazgo de Karamanlis, que además corría el riesgo de ser juzgado con la misma vara que midió la obra histórica de su tío, esto es, que podrían exigírsele éxitos inmediatos y resonantes, so pena de acompañar en el fracaso, más o menos prematuro, a sus inmediatos predecesores.
En febrero de 1999 Karamanlis fue elegido vicepresidente del Partido Popular Europeo (PPE). En las elecciones al Parlamento Europeo celebradas el 13 de junio siguiente, ND, con el 36% de los votos, superó con nitidez al PASOK por primera vez en una votación nacional desde 1990, victoria que empezó a forjar la fama de Karamanlis como político triunfador nato. Confirmado como el cabeza de lista para las elecciones legislativas del 9 de abril de 2000, en esta cita ND obtuvo el 42,7% de los sufragios, una ganancia de 4,6 puntos con respecto a 1996, y se quedó al borde del empate con el PASOK, por una diferencia de sólo 71.000 papeletas. Ahora bien, de acuerdo con el particular sistema electoral griego, llamado de proporcionalidad reforzada, el cual bonifica al vencedor en el reparto de escaños a la vez que establece el listón del 3% para obtener representación, a la formación de Simitis le correspondieron 158 diputados, mayoría absoluta, mientras que la de Karamanlis tuvo que conformarse con 125.
Las generales de 2000 dejaron una sensación de moderada satisfacción en las filas neodemócratas, ya que los éxitos económicos del Gobierno de Simitis –entrada del dracma en el Sistema Monetario Europeo, seguida de la mejora acelerada de los valores de la inflación, los tipos de interés, el déficit público y la deuda pública, lo cual iba a permitir ingresar en la Unión Económica y Monetaria de la UE en la reválida de junio de 2000, de manera efectiva el 1 de enero de 2001, con dos años de retraso con respecto a los demás socios comunitarios que habían aceptado sustituir sus monedas nacionales por el euro- no abonaban el terreno para el triunfo opositor. Karamanlis se trazó la meta obligatoria de ganar en la edición de 2004, incumplida la cual su liderazgo en el partido podría verse impugnado.
La declaración de intenciones fue lanzada con tonos triunfalistas en el V Congreso del partido, celebrado en Atenas del 30 de marzo al 1 de abril de 2001. Arropado por líderes del PPE, como el español José María Aznar, el austríaco Wolfgang Schüssel y el belga Wilfried Martens, Karamanlis dirigió duros ataques al PASOK, cuya gestión de Gobierno tachó de "marasmo", apeló a todos los griegos sin distinción de siglas para que votaran a ND y permitieran el "cambio político" en Grecia, y urgió a los cuadros neodemócratas a que trabajaran para abrir el partido al resto de la sociedad.
El V Congreso asentó la plataforma ideológica de ND, destacando su fuerte orientación europeísta, su reclamación del centro político y su énfasis en la "modernización" de la economía y la sociedad, asumiendo plenamente los postulados liberales. La época del populismo tradicionalista de Evert quedaba definitivamente sepultada, y la cúpula del partido, integrada por muchas viejas figuras del pasado, como los ex primeros ministros Mitsotakis –a la sazón, presidente honorífico- y Tzannetakis, se rindió en elogios a Karamanlis. La imagen de unidad inquebrantable en torno al líder se vio reforzada por el espectacular y emocional retorno al equipo dirigente de Georgios Souflias, quien selló ante los congresistas su reconciliación con Karamanlis tres años después de que éste le defenestrara, en una etapa de debutante que requería gestos de firmeza frente a prebostes veteranos potencialmente levantiscos.
Las elecciones locales de octubre de 2002 para renovar 57 prefecturas regionales y metropolitanas, y un millar largo de ayuntamientos, fueron concebidas por Karamanlis como un voto de castigo al Gobierno socialista por el elevado nivel de desempleo y el encarecimiento de los precios en parte debido a la entrada en circulación del euro, que conformaban el lado menos edificante del potente crecimiento económico y la estabilización financiera. ND cosechó excelentes resultados en todo el país y se aseguró las alcaldías de Atenas –para Dora Bakoyannis, ex ministra de Cultura e hija de Mitsotakis-, Salónica y Pireo, entre otras ciudades importantes.
La progresión electoral de ND acontecía cuando su líder ganaba ascendiente en el extranjero: en 2001 el PPE le puso al frente de la Iniciativa por la Democracia en los Balcanes Occidentales (IDBO), un marco de actividades desarrollado conjuntamente con la transnacional partidaria hermana, la Unión Democrática Europea (UDE), para facilitar el diálogo y la cooperación entre los partidos de centro-derecha de una treintena de estados Europeos y en especial las fuerzas políticas afines de Albania y las repúblicas ex yugoslavas; en junio de 2002 fue elegido para una de las vicepresidencias de la Unión Demócrata Internacional (UDI); y, en 2003 el PPE le nombró presidente de su Forum de Europa del Sudeste, una emanación de la IDBO.
Desgastado por las cifras pertinazmente altas de paro, que a finales de 2003 afectaba todavía al 9,3% de la población activa –la tasa más alta de la UE tras la de España-, la ingobernabilidad de los precios al consumo, la extendida percepción de que las prácticas corruptas y la ineficiencia seguían muy presentes en los responsables públicos del PASOK, y por una sucesión de agitaciones huelguísticas en el sector público en 2003 como reacción al rechazo por el Gobierno a las demandas de alzas salariales, Simitis anunció en enero del año electoral, 2004, su renuncia anticipada al liderazgo socialista y el adelanto de las elecciones al 7 de marzo.
El PASOK escogió como líder y candidato a la presidencia del Gobierno a Georgios Papandreou júnior, nieto del tocayo fallecido en 1968 e hijo de Andreas, que venía siendo la mano derecha de Simitis y el responsable de la diplomacia griega desde 1999. La imagen de ministro de Exteriores capacitado que había manejado con éxito la normalización de las relaciones con los países vecinos y conducido laboriosas negociaciones con Turquía que permitieron levantar el implacable veto griego a la candidatura de Ankara al ingreso en la UE, su perfil de socialista al día, europeísta y harto alejado de los tonos demagógicos, más, por supuesto, ser el descendiente de quienes era, convertían a Papandreou en el contrincante más peligroso de Karamanlis y, sin duda, era la elección más inteligente que había podido hacer el PASOK.
Imperturbable ante el porte de modernidad que proyectaba Papandreou, Karamanlis incidió en los aspectos criticados del PASOK como fuerza anquilosada, trufada de actitudes prepotentes y desconectada de las expectativas sociales, a la que era necesario mandar a la oposición ya. Así, subrayó la necesidad de imprimir una "nueva ética política" a la acción de gobierno, que terminara con el "clientelismo, el amiguismo y la arrogancia". En su oferta electoral, ND prometía reducir el peso del Estado en la economía, desmontar burocracia administrativa, aligerar la presión fiscal en los diversos tramos y tipos impositivos, incentivar la investigación científica, introducir nuevas desregulaciones en el mercado y domeñar la inflación, que en 2003 marcó el 3,6% anual, la segunda tasa más alta de la eurozona detrás de la irlandesa. Por supuesto, no se contemplaba un ritmo de crecimiento económico inferior al 4% anual que legaban los socialistas, índice sin parangón en la UE de 15 miembros, que casi duplica los obtenidos en España e Irlanda, y el segundo más fuerte de la OCDE tras el de Turquía.
Un manejo más riguroso de los dineros públicos debería producir fondos adicionales para la educación y la seguridad social, contribuyendo a elevar el nivel de desarrollo alto de los griegos, que, con 19.100 dólares por habitante y año -a paridad de poder adquisitivo-, siguen portando el farolillo rojo en la antigua UE a 15 miembros, si bien el trecho que les separa de portugueses y españoles es corto, siendo su renta susceptible de superar la de los lusos. En la nueva UE a 25 miembros que inició su andadura el 1 de mayo, Grecia presenta una renta por habitante similar a la de Eslovenia, y es nítidamente superior a las de la República Checa o Hungría. Por lo demás, en 2003, el balance de las administraciones públicas arrojó un déficit del 1,3% del PIB.
Karamanlis convenció a los griegos de sus propuestas y el 7 de marzo de 2004 ND conquistó el 45,4% de los sufragios, superando en casi cinco puntos a los socialistas y teniendo derecho a 165 escaños, inclusive el suyo, esta vez en representación de Lárisa, Tesalia. Eran los mejores resultados cosechados por ND (en cuota parlamentaria) desde las generales de 1977, con lo que Karamanlis bien podía reclamar haber aupado el pabellón del partido hasta la cota en que lo había dejado su difunto tío.
Papandreou reconoció al punto la inapelable mayoría neodemócrata y el proceso de mudanza institucional se desarrolló con extrema rapidez: el 8 de marzo, Simitis presentó la dimisión y el presidente de la República, Kostis Stephanopoulos, encargó a Karamanlis la formación del Gobierno; un día después, el primer ministro in péctore presentó a los responsables de las carteras, reservándose para él mismo la de Cultura; y, en la jornada siguiente, 10 de marzo, tuvo lugar la jura del gabinete en pleno. El 22 de marzo, el Parlamento depositó su confianza en el flamante Ejecutivo con 165 votos a favor –exactamente, la bancada neodemócrata- y 135 en contra –la oposición en pleno, a saber, el PASOK, el KKE de Aleka Papariga y la Coalición de la Izquierda y el Progreso (Synaspismos) de Nikos Konstantopoulos-.
El más joven primer ministro que se recuerda en Grecia y el primero nacido después de la Segunda Guerra Mundial (1941-1945) y de la Guerra Civil entre monárquicos y comunistas (1946-1949), destinó sus primeros mensajes como gobernante a sosegar las ansiedades suscitadas dentro y fuera del país por la cercanía de los XXVIII Juegos Olímpicos, a disputar en Atenas del 13 al 29 de agosto, y el rosario de problemas técnicos y de seguridad que los acosa. De entrada, Karamanlis aseguró que las instalaciones deportivas, que acumulaban retrasos más que inquietantes y donde se trabajaba a marchas forzadas, iban a estar finiquitadas antes de la inauguración, aunque muchos no compartían esa seguridad en una cuestión de primer orden para la buena imagen internacional del país.
Con todo, más desasosiego aún causó el 5 de mayo el estallido de tres artefactos que provocaron daños de consideración en una comisaría de la capital e hirieron levemente a un policía. Las autoridades se apresuraron a desvincular estos atentados de las Olimpiadas y negaron cualquier conexión islamista, hipótesis que inevitablemente vino a la mente del público cuando no se habían cumplido ni dos meses de las brutales voladuras de los trenes de Madrid, obra de una célula de islamistas relacionados con las sucursales marroquíes de Al Qaeda.
En este caso, las pistas apuntaban más bien al terrorismo local de ultraizquierda, siempre nebuloso, esporádico y considerado residual, cuyo representante más conspicuo e impune, desde 1975, la Organización Revolucionaria 17 de Noviembre (EO-17N), había sido descabezado en julio de 2002 tras cometer 23 asesinatos y decenas de atentados con explosivos, habitualmente contra intereses occidentales y de la OTAN, siendo su última víctima mortal un agregado militar de la embajada británica en Atenas, tiroterado en junio de 2000. 15 cabecillas y activistas de la banda fueron procesados y en diciembre de 2003 un tribunal especial antiterrorista aplicó a seis de ellos un total de 55 cadenas perpetuas, 21 de las cuales las recibió él solo Alexandros Giotopoulos, un académico descrito como el mentor intelectual del grupo y acaso su máximo dirigente.
Los atentados de mayo fueron reivindicados días después de producirse por Lucha Revolucionaria, un grupúsculo cuya existencia era desconocida hasta septiembre del año anterior, cuando reclamó la autoría del doble atentado con bomba contra un edificio judicial de la capital. En su misiva de ahora, Lucha Revolucionaria se justificó porque "la transformación de Grecia en una fortaleza y la implicación de la OTAN muestran claramente que las Olimpiadas no son un festival, sino una guerra", añadiendo amenazas veladas contra los "miembros del capital internacional, mercenarios asesinos globales, cargos del Estado y turistas occidentales adinerados" que acudieran con motivo de los Juegos, y jactándose de que había dejado al descubierto la "vulnerabilidad" de aquellos y demostrado que "el famoso dogma de la seguridad absoluta es un sinsentido".
El Gobierno de Karamanlis, que se encontraba discutiendo con sus homólogos de Estados Unidos y el Reino Unido, así como con la Alianza Atlántica, la prestación de una asistencia especial dentro de un plan para asegurar el tranquilo discurrir de las Olimpíadas, un impresionante operativo que por parte griega suponía el despliegue de 70.000 policías y soldados sólo en Atenas, y por parte de la OTAN sobrevuelos de aviones-radar AWACS, no quiso otorgar a Lucha Revolucionaria mayor peligrosidad que la entrañada por otras minúsculas bandas que en los últimos meses estaban perpetrando diversos actos de sabotaje, con destrozos en mobiliario urbano y edificios comerciales, diplomáticos y policiales, todos con inequívoco mensaje antiolimpista.
El primer ministro habló de un "incidente aislado que no va a afectar de ninguna manera a los preparativos olímpicos". Sin embargo, los atentados de ahora parecían destinados a segar vidas, y eso hizo encender ciertas luces de alarma, lo que de entrada se tradujo en la aprobación por el Consejo de Ministros de más dinero para el dispositivo de seguridad del Comité Organizador, que ya había recibido 1.200 millones de dólares. El Comité Olímpico Internacional (COI) le echó un capote al Gobierno griego y desmintió los rumores, alentados desde determinados comités nacionales, de que algún país pudiera cancelar su participación en los Juegos –las aprensiones eran grandes en Estados Unidos, Australia, Corea del Sur, entre otros estados- e incluso de que pudieran suspenderse los mismos Juegos, en un momento internacional de gran tensión por la proliferación de atentados de Al Qaeda y la explosiva situación en el Irak ocupado. Sin embargo, el COI tomó la precaución extraordinaria de elaborar su propio plan de protección contra riesgos de cualquier naturaleza, desde terrorista hasta medioambiental, valorado en 170 millones de dólares.
En otro orden de cosas, el Gobierno de Atenas acogió con decepción el resultado negativo del referéndum celebrado en Chipre el 24 de abril, por el que la comunidad grecochipriota del Estado internacionalmente reconocido, el establecido en los dos tercios meridionales de la isla y con capital en Nicosia, rechazó con rotundidad el plan de ONU para la reunificación con la entidad republicana turcochipriota del norte –únicamente reconocida por Ankara- en el seno de un Estado federal bizonal. El veredicto popular en el sur arruinó el acuerdo alcanzado en febrero en las negociaciones intercomunales conducidas en Nueva York por los respectivos presidentes, el grecochipriota Tassos Papadopoulos y el turcochipriota Rauf Denktash, los cuales, tras muchos forcejeos, consensuaron una fórmula para superar una situación de división sobre líneas militares que se prolonga desde 1974. Como consecuencia de este fracaso, el 1 de mayo Chipre no entró unificado en la UE. En vísperas de la consulta en la isla, Karamanlis declaró que el plan elaborado por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, contenía "más puntos positivos que negativos", máxime si se miraba con el prisma de la UE, por lo que merecía el respaldo de su Gobierno.
(Cobertura informativa hasta 15/6/2004)