Kim Jong Un

Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 19/12/2011. El 11/4/2012 la IV Conferencia del PTC nombró a Kim Jong Un miembro del Politburó, miembro del Presidium y Primer Secretario (puesto de nueva creación) del partido, así como presidente de la Comisión Militar Central; simultáneamente, su fallecido padre y predecesor en el liderazgo supremo, Kim Jong Il, fue proclamado "Secretario General Eterno" del PTC. Dos días después, el 13/4/2012, la Asamblea Popular Suprema eligió a Kim Jong Un Primer Presidente de la Comisión de Defensa Nacional (jefe del Estado de facto), en tanto que Kim Jong Il era proclamado, de nuevo de manera póstuma, "Presidente Eterno" de dicho organismo. El 9/5/2016 el VII Congreso del PTC reeligió a Kim Jong Un al frente del partido, pero desde el nuevo puesto de presidente. El 29/6/2016 la Comisión de Defensa Nacional fue reemplazada por la Comisión de Asuntos Estatales, con Kim de Primer Presidente. El 11/4/2019 la Asamblea Popular Suprema le reeligió en esta función estatal. El 11/7/2019 se anunció que la Primera Presidencia de la Comisión de Asuntos Estatales adquiría de iure el atributo de la jefatura del Estado de la RPDC, hasta entonces desempeñado por el presidente del Presidium de la Asamblea. El VIII Congreso del PCT, el 10/1/2021, reeligió nuevamente a Kim, esta vez con la condición de Secretario General.

Un corpulento joven de en torno a 28 años —su edad precisa se desconoce— y adiestrado sobre la marcha heredó el liderazgo supremo de Corea del Norte tras la muerte de su padre el 17 de diciembre de 2011. La sucesión prolongó la única dinastía comunista de la historia, que ya va por su tercera generación. La enfermedad obligó a Kim Jong Il en 2008, 14 años después de tomarle el testigo a su finado progenitor, el Gran Líder Kim Il Sung, a acelerar un plan sucesorio que antes había tenido como candidatos a sus dos hijos mayores, finalmente descartados. Fue el arranque del sorprendente encumbramiento del benjamín Kim Jong Un, quien, partiendo del virtual anonimato, sin un currículum académico coherente y desprovisto de méritos políticos o militares, adquirió el perfil de futuro mandamás de esta dictadura totalitaria saturada de dogmatismo, violadora masiva de los Derechos Humanos, replegada sobre sí misma, económicamente arruinada, obsesionada con los tambores de guerra y, desde 2006, convertida en potencia nuclear para consternación del mundo.

El llamado Querido Líder ungió a su vástago menor en 2009, pero la designación no se hizo explícita hasta el otoño de 2010, cuando le nombró general del Ejército Popular y dispuso que la III Conferencia del Partido de los Trabajadores de Corea (PTC) le otorgara la vicepresidencia de su Comisión Militar Central (CMC), más un asiento en su Comité Central. Sólo entonces se difundieron las primeras imágenes oficiales del enigmático veinteañero, cuyo físico recordaba poderosamente al de su abuelo, fundador en 1948 de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y Presidente Eterno de la misma, cuyos principios ideológicos son el Juche (autoconfianza) y el Songun (prioridad del Ejército).

El tercer Kim recibió los sobrenombres de Brillante Camarada y Joven General como parte de una campaña de culto a su personalidad que no hizo más que empezar. Paralelamente, para apuntalar al inexperto delfín, el régimen realizó una arriesgada exhibición de su capacidad militar (segundo test nuclear, lanzamientos de misiles sobre el mar, agresiones navales y artilleras a Corea del Sur) que, tras años de negociaciones de desarme y reconciliación baldías, llevaron la tensión regional a su punto álgido. La secuencia de reconocimientos y nombramientos registró las promociones decisivas durante los grandiosos funerales de Kim Jong Il y hasta el penúltimo día de diciembre de 2011. El Gran Sucesor fue aclamado como líder supremo de la RPDC, presidente en funciones de la CMC y comandante supremo del Ejército Popular. Pese a las especulaciones iniciales, espoleadas por el hermetismo y la impredecibilidad del régimen, la acusada juventud de Kim y su condición de neófito no fueron óbices para una rápida asunción, acortando drásticamente la aparente etapa de transición, de los puestos cimeros del Partido y el Estado que permanecían vacantes desde el óbito de diciembre y que encarnan el poder unipersonal absoluto.

Así, en abril de 2012 la IV Conferencia del PTC nombró a Kim miembro del Presidium del Politburó del Comité Central, presidente titular de la CMC y primer secretario del PTC, donde el difunto Kim Jong Il pasó a ser el Secretario General Eterno. A la vez, Kim asumió la primera presidencia de la Comisión de Defensa Nacional (CDN), es decir, la jefatura del Estado de facto. Y en julio siguiente tomó los galones de mariscal. La apabullante campaña de glorificación de Kim a lo largo de 2012, sus poses guerreras y su estrellato mediático (que incluyó la relajada presentación de su consorte oficial, Ri Sol Ju, coprotagonista de esta inesperada escenografía del glamur a la norcoreana) persiguieron, con la máxima premura, prestigiarlo ante la masa de la población, que sólo ahora empezaba a conocerle, como un dirigente sabio capaz de regir el país con el puño de hierro de sus ascendientes.

En el aire quedaron las iniciales suposiciones sobre la existencia de algún tipo de tutela temporal por una camarilla de altos cargos civiles y militares de confianza, a modo de jefatura colectiva, en la que destacaría la figura de un tío carnal, Jang Sung Taek, posible regente en la sombra para guiar a un sobrino que a diferencia de su divinizado padre, quien asumió el mando de la RPDC con 53 años, no estaba bregado en los entresijos del Estado. El temido alarde de fuerza armamentística encaminado a consolidar al nuevo líder supremo y hacerle meritorio a los ojos del alto mando castrense no se produjo inmediatamente después del cambio de guardia, más allá de una serie de amenazas virulentas al Gobierno surcoreano. Al contrario, en febrero de 2012 Corea del Norte y Estados Unidos negociaron un prometedor acuerdo por el que el primero suspendería su programa de enriquecimiento de uranio, los ensayos nucleares y el lanzamiento de misiles de largo alcance, y aceptaría el retorno de los inspectores de la AIEA; a cambio, Washington entregaría 240.000 toneladas de alimentos. Pero este principio de entendimiento con Occidente fue un espejismo.

En abril de 2012 el Norte lanzó un cohete de tres etapas Unha-3 que fracasó en el propósito de poner en órbita un satélite "con fines pacíficos", el Kwangmyongsong-3. Estados Unidos decidió suspender el acuerdo de febrero. En diciembre siguiente, Pyongyang volvió a la carga con idénticos cohete y satélite, coronando la tentativa, cuarta de este tipo desde 1998, con éxito esta vez. El ingreso de Corea del Norte en el restringido club de las potencias espaciales fue castigado en enero de 2013 por el Consejo de Seguridad de la ONU con un endurecimiento del paquete de sanciones al entender que ese lanzamiento implicaba el uso de tecnología de misiles balísticos, lo que violaba resoluciones anteriores. La respuesta airada de Pyongyang fue, en febrero, detonar su tercer ingenio nuclear, de mayor potencia que las pruebas subterráneas de 2006 y 2009. Vivamente alarmados sus miembros, la aliada China incluida, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó en marzo una cuarta ronda de sanciones comerciales, financieras y aéreas.

Fue el comienzo de una escalada de tensión sin precedentes en la que la RPDC, dosificando su retórica belicista y sus gestos hostiles hasta convencer a medio mundo de una conflagración inminente, anunció la abrogación de todos los acuerdos de no agresión con el Sur, declaró "completamente nulo" el Armisticio de 1953, amenazó a Estados Unidos con una "guerra termonuclear" de carácter "preventivo" y "sagrado", y de paso puso en el punto de mira de sus misiles a Japón. En su búsqueda de un criterio de racionalidad donde a primera vista no la hay, los analistas opinan que la meta soterrada de Kim es la misma que la de sus antecesores: forzar un diálogo exclusivo con Estados Unidos, pese a que esta estrategia topa con la negativa frontal de la Casa Blanca. Este estado de cosas, dispuesto por un dirigente del que no se sabe cuánto tiene de impulsivo e insensato, y cuánto de frío y calculador, petrifica el statuo quo de alerta máxima en la península coreana, de apuesta por la panoplia atómica y, por tanto, de bloqueo de las conversaciones sexpartitas (ambas Coreas, Estados Unidos, China, Rusia y Japón) sobre la seguridad nuclear, discontinuadas en 2007. El delirio belicista y las sanciones internacionales imposibilitan también una apertura económica de estilo chino capaz de generar los recursos que podrían alimentar a una población con un pie en la hambruna y reforzar las posibilidades de supervivencia material de este régimen aislado y en la picota.

1. El misterioso hijo menor de Kim Jong Il
2. Descarte de los hermanos mayores, enfermedad del padre y preparación acelerada como heredero secreto
3. Designación expresa en 2010 y sucesión en el liderazgo supremo en 2011
4. Rápidas elevaciones a las jefaturas del Partido y el Estado en 2012
5. Escalada sin precedentes de amenazas militares a Washington y Seúl en 2013


1. El misterioso hijo menor de Kim Jong Il

De fuentes de inteligencia y diplomáticas, antiguos compañeros de aula y algún asistente personal desertado procede lo poco que se sabe sobre la personalidad y andanzas del robusto veinteañero que en diciembre de 2011 sucedió a su difunto padre Kim Jong Il en el liderazgo supremo de la República Popular Democrática de Corea. La acusada juventud de Kim Jong Un, llamado anteriormente Kim Jong Woon por un error en la transliteración del nombre en el alfabeto coreano, limita de manera drástica, lógicamente, el currículum vital del tercer eslabón de la dinastía comunista que rige Corea del Norte con puño de hierro, pero el hermetismo obsesivo del régimen ha mantenido en la neblina incluso su año de nacimiento.

A falta todavía de una biografía oficial, se cree que Kim vino al mundo en Pyongyang en 1983 o 1984, siendo el 8 de enero de 1984 la fecha más divulgada por la prensa internacional al tener su origen en el espionaje surcoreano. Ahora bien, con motivo de su presentación como heredero en 2010, los medios del régimen facilitaron una fecha más temprana, 1982, año que para algunos expertos responde al deseo de envejecer al tempranero Kim aunque sea levemente, y para otros a una finalidad más pueril pero típica de un sistema político mitómano hasta el absurdo y aficionado a la numerología: 1982, simplemente, casa mejor con 1912, año de nacimiento de su abuelo Kim Il Sung, y 1942, año de nacimiento de su padre Kim Jong Il (una efeméride probablemente falsa también, pues los registros soviéticos, que documentan bien la estancia de Kim Il Sung en la URSS en los años de la resistencia antijaponesa, hablan de 1941).

Kim Jong Un es el segundo de los tres hijos tenidos por Kim Jong Il con la tercera de sus esposas, Ko Young Hee, una bailarina nacida en Japón pero descendiente de coreanos. Kim Jong Il debió conocerla por la época, a finales de los años setenta, en que su padre Kim Il Sung, el fundador, presidente y dictador absoluto de la RPDC, se disponía a designarle de manera oficial su heredero para la sucesión al frente del Estado y del partido único, el de los Trabajadores de Corea (PTC). Kim reclutó a la bailarina en su espectáculo artístico de la capital y la convirtió en su consorte. Al parecer, Ko siempre fue su favorita y despertó en él auténtico amor. La pareja dio a luz a su primer hijo, Kim Jong Chul, en 1981. Luego, en 1983 o 1984, vino Kim Jong Un. Según algunas fuentes, a los hermanos se les sumó en 1987 una chica, de nombre Kim Yo Jong. El niño Kim tenía dos hermanastros mayores: Kim Jong Nam, tenido en 1971 por su padre con su primera cónyuge, la actriz, Song Hye Rim, y Kim Sul Song, chica, fruto del matrimonio posterior con Kim Young Sook, hija de un alto oficial del Ejército.

La prensa de Suiza y agencias internacionales han informado que en la segunda mitad de la década de los noventa el muchacho recibió la educación secundaria en el país centroeuropeo de incógnito. Primero habría pasado por la International School de Berna, centro privado que imparte sus clases exclusivamente en inglés y del que ya había sido alumno su hermano mayor. Luego, en 1998, sin alejarse de la capital helvética, se matriculó en la Escuela Liebefeld-Steinhölzli, sita en un pueblo de las afueras de Berna, donde el idioma predominante era el alemán. Dicho sea de paso, 1998 fue el año en que el padre, cerrando la vacancia abierta por la muerte del abuelo en 1994, asumió oficialmente la jefatura del Estado norcoreano en tanto que presidente de la Comisión de Defensa Nacional (CDN); en realidad, Kim Jong Il ya venía ejerciendo el liderazgo supremo desde el mismo deceso de su progenitor, y en 1997 había asumido de iure la Secretaría General del PTC (Kim Jong Il no ostentaba el cargo de presidente de la República porque el mismo había sido abolido; Kim Il Sung era con carácter póstumo el "presidente eterno" de la RPDC)

En el colegio de Liebefeld Kim fue presentado como Pak Un, el hijo de un diplomático adscrito a la Embajada de Corea del Norte. Compañeros de clase que le reconocieron en las primeras fotografías suyas difundidas por el régimen en 2010 y 2011 describen a Kim como un joven afable y amistoso, amante del calzado juvenil de marca, reservado con las chicas y "obsesionado" con el baloncesto, deporte que practicaba a todas horas y donde revelaba un lado más "competitivo" y "explosivo", propio del que "odiaba perder".

Kim seguía con pasión la actualidad de la NBA estadounidense, muy en particular las trayectorias de los Chicago Bulls y Michael Jordan, y era un incondicional también de los videojuegos y las películas de acción. Asimismo, no se privaba de esquiar a sus anchas en el país alpino. Lo pudiente de sus recursos materiales y su séquito de chóferes y sirvientes, que le atendían y vigilaban con disimulo, despertaron entre profesores y alumnos las sospechas de que el simpático Pak Un fuera el hijo de alguien más importante que un simple funcionario consular. Se sabe que el embajador en Berna, Ri Chol, hacía las funciones de tutor, para cerciorarse de que los gustos del joven por la cultura occidental se limitaran a lo lúdico y no incluyeran las ideas liberales o democráticas. Un ex estudiante portugués con el que se pasaba los ratos muertos jugando al baloncesto ha asegurado que a él sí le reveló su verdadera identidad.

Hacia 2000 Kim abandonó abruptamente sus estudios en Liebefeld, dejando a sus amigos, que ya no volvieron a verle, en la duda sobre qué había podido sucederle. Fuentes de la prensa suiza han sugerido que en la marcha del adolescente, más pendiente del baloncesto y la videoconsola que de los libros, tuvo que ver el mal rendimiento escolar. Kim debió permanecer una temporada en Berna, alojado en un amplio apartamento en un barrio residencial, antes de retornar a Corea del Norte. Una vez en Pyongyang, en 2002, se incorporó al Colegio Nacional de Guerra Kim Il Sung. Kim Jong Il deseaba que su hijo se familiarizara con el ambiente castrense, en un régimen ferozmente totalitario cuya doctrina oficial ya no era el marxismo-leninismo de sus orígenes sino una ideología dual de lo más sui géneris: por un lado, el Juche, acuñado por Kim Il Sung, o teoría de la autosuficiencia nacional y el "humanocentrismo", que daba el soporte político-filosófico a la RPDC y podía considerarse una forma de comunismo bastante heterodoxa; por otro lado, el Songun, o política del "Ejército primero", que respondía a las necesidades de la seguridad, siempre apremiantes y caras a un país permanentemente movilizado y en pie de guerra por voluntad de sus paranoicos dirigentes.


2. Descarte de los hermanos mayores, enfermedad del padre y preparación acelerada como heredero secreto

Más aún, para entonces, Kim Jong Il estaría sopesando la irrupción del menor y más inexperto de sus retoños en los altos escalafones del liderazgo político de la RPDC. Los planes sucesorios del dictador se habían visto desbaratados el año anterior, en 2001, al producirse el arresto en el aeropuerto de Tokyo, portando un pasaporte falso, acompañado de su familia y sin escolta, del hermanastro mayor, Kim Jong Nam, al que su padre venía preparado con esmero para convertirlo, opinaban muchos observadores, en su heredero oficial. Tras explicar a la perpleja Policía nipona que su única intención era visitar el parque de atracciones Tokyo Disneyland, Kim Jong Nam fue deportado a China, donde halló acomodo sin llegar a conocerse el verdadero motivo de su extraño viaje a Japón (se habló insistentemente de un intento de deserción) junto con su esposa e hijo.

El caso fue que sus posibilidades sucesorias se desvanecieron y, automáticamente, se abrieron las de sus hermanastros menores, Kim Jong Chul y Kim Jong Un. De los hermanos biparentales, al principio, Kim Jong Chul pareció estar mejor situado, aunque sólo fuera por su condición de mayor. Significativamente, en febrero de 2003 los órganos de propaganda del Ejército lanzaron una campaña de ensalzamiento de Ko Young Hee, a la que sin llamar por el nombre presentaron como la “Madre Respetada que es la persona más fiel y leal al Querido Líder Camarada Comandante Supremo”. A finales de agosto de 2004 los medios surcoreanos, citando fuentes chinas, anunciaron la defunción de Ko el 13 de ese mes, a los 51 años de edad, de un fallo cardíaco relacionado quizá con un cáncer terminal de mama. Fiel a su inveterado secretismo, el régimen norcoreano no difundió la esquela de la tercera esposa del líder supremo, aunque se celebró el preceptivo funeral.

La orfandad materna alcanzó a los hermanos cuando su padre podría estar cuestionándose seriamente el orden filial en la línea sucesoria, si es que no había decidido ya alterarlo. Así, la posición de Kim Jong Chul se debilitó objetivamente a raíz de la publicación en 2003 por un japonés que se hacía llamar Kenji Fujimoto, cocinero personal de sushi de Kim Jong Il antes de fugarse en 2001, de un libro en el que narraba sus experiencias en la corte norcoreana. En sus páginas, ricas en descripciones de la vida lujosa, los caros caprichos culinarios y las excentricidades del Querido Líder y su prole, Fujimoto tildaba a Kim Jong Chul de "demasiado afeminado" ("es como una muchachita", añadía), rasgo que le "incapacitaba para el liderazgo". Kim Jong Un, en cambio, era "la viva imagen de su padre", quien le dispensaba predilección. "Tiene soberbias aptitudes físicas, es un gran bebedor y nunca admite la derrota", contaba Fujimoto de Kim Jong Un.

En 2006, con 25 años, Kim Jong Chul pudo perder definitivamente el favor de su progenitor al tener la ocurrencia de volar a Europa por su cuenta y con compañía femenina para asistir a una gira de conciertos de Eric Clapton en Alemania. Más tarde, se empeñó, sin éxito, en que la estrella del rock tocara en Pyongyang, según revelan los cables diplomáticos filtrados a Internet por la organización Wikileaks.

El futuro personal de Kim Jong Un quedó sellado en 2008. Ese año, en agosto, tras incumplir su promesa de desmantelar el programa nuclear con finalidad militar —en 2006 Pyongyang había consternado a la comunidad internacional al detonar bajo tierra una pequeña bomba de fisión, materializando así la advertencia lanzada anteriormente— y reanudar las diatribas guerreras contra Corea del Sur, Kim Jong Il sufrió un derrame cerebral que lo mantuvo fuera de foco durante dos meses. A finales de noviembre, el dictador, de 67 años, se restableció lo suficiente como para reanudar sus apariciones públicas, pero su salud quedó irreparablemente tocada. En los meses siguientes, medios occidentales apuntaron que el líder norcoreano padecía un cáncer de páncreas.

Consciente de su grave enfermedad, Kim movió la palanca sucesoria que iba a convertir al más joven de sus hijos en el continuador de la única dinastía comunista del mundo, sobre el papel republicana aunque en la práctica más bien monárquica. Ya en los últimos tiempos, Kim Jong Un estaría recibiendo formación ideológica y técnica por preceptores áulicos que le habían instruido incluso en su etapa de enrolamiento en la academia militar, la cual dejó en 2007 sin haber prestado un verdadero servicio de armas. Ahora, aseguran fuentes periodísticas en retrospectiva, ese adiestramiento en los rudimentos del Estado se aceleró, pero en el más riguroso secreto.

El 15 de enero de 2009 la Agencia de Noticias Surcoreana, Yonhap, dio cuenta de que una semana antes Kim Jong Il había designado a Kim Jong Un como su sucesor y había hecho circular la directiva en el Comité Central del PTC, el cual, según Yonhap, conoció la voluntad del Querido Líder con auténtica sorpresa. La noticia fue considerada especulativa porque entró en contradicción con otras informaciones de fuentes japonesas y chinas, en el sentido de que tomaba forma el escenario de un liderazgo colectivo timoneado por Kim Jong Nam, inesperadamente exonerado del ostracismo autoprovocado en 2001, y, supuestamente supeditado a él, un tío carnal, Jang Sung Taek. Marido de la hermana menor de Kim Jong Il, Kim Kyong Hui, Jang era un capitoste del Partido que en 2004 había sido purgado por su cuñado a causa de alguna trifulca en la cúpula cuya naturaleza no trascendió. Sin embargo, en 2006 Jang había sido rehabilitado como antesala, en 2007, de su ascenso en el organigrama del PTC, donde asumió el nuevo Departamento de Administración.

Muy pronto iba a confirmarse que la entronización por etapas del sobrino pequeño iba en serio y que la promoción del tío, perfilado como el coordinador del proceso abierto, estaba íntimamente relacionada, perdiendo todo fundamento las elucubraciones sobre un regreso triunfal de Kim Jong Nam, a estas alturas demasiado identificado con el reformismo radical chino e incluso con el liberalismo a la occidental. Ahora bien, el 8 de marzo de 2009, la no elección de Kim a un puesto en la XII Asamblea Popular Suprema, en los comicios de lista única celebrados ritualmente dos veces cada década (la legislatura era de cinco años, pero hacía tiempo que los mandatos variaban en duración, además de que esta institución puramente instrumental sesionaba en raras ocasiones ya) despistó a quienes aguardaban una señal inconfundible de una unción inminente.

Esa señal pareció producirse semanas después, en abril, cuando a Kim, reportaron a finales de mes medios de comunicación surcoreanos y japoneses, le fue asignado su primer puesto oficial, uno de bajo nivel, referido como "instructor" o "inspector", en el seno de la CDN. Se trataba de una instancia poderosa y la adscripción a la misma presagiaba nuevas promociones. La Comisión supervisaba el Ejército Popular Coreano, descomunal fuerza de un millón largo de soldados y ocho millones de reservistas, y desde la reforma constitucional de 1998 fungía como el supremo órgano estatal. De acuerdo con Yonhap, Kim fue nombrado para la CDN días antes de la reelección de su padre, el 9 de abril, como presidente de la misma por la Asamblea Popular Suprema. El tío Jang también se estrenó en la Comisión, como uno de sus 13 miembros, casi todos los cuales eran uniformados. El veinteañero obtuvo además un cargo de relieve pero no especificado en la estructura del PTC.

A lo largo de abril y mayo de 2009, Corea del Norte arropó el enaltecimiento político de la familia Kim con una escalada de desmanes militares y diplomáticos: lanzó varios misiles convencionales sobre el mar de Japón, realizó un segundo test nuclear, anunció su retirada de las conversaciones sexpartitas de Beijing, comunicó la reanudación de su programa atómico militar y se declaró desvinculada del Armisticio de 1953. Por de pronto, lo que consiguió fue un endurecimiento de las sanciones de la ONU. El 1 de junio la prensa surcoreana divulgó que los servicios de inteligencia del país acababan de confirmar al Comité ad hoc de la Asamblea Nacional el señalamiento de Kim Jong Un por su padre como el próximo líder supremo del Norte. El heraldo de tan magna comunicación a las máximas instancias del Estado había sido la prueba nuclear del 25 de mayo.

A sus 25 o 26 años, Kim Jong Un era un benjamín del que los norcoreanos no sabían nada; incluso su mera existencia únicamente era conocida por unos pocos fuera de la alta oficialidad civil y militar. En el extranjero sólo se disponía de una imagen de él, una foto granulosa y en blanco y negro que mostraba a un sonriente niño en torno a la decena de edad. Dicha foto, aseguraba el cocinero japonés que empleaba el pseudónimo de Kenji Fujimoto, le había sido entregada personalmente por el "príncipe" Kim Jong Un en marzo de 2001.

Para preparar su próximo afloramiento a la luz pública y compartiendo protagonismo a la diestra de su enfermo padre —en otras palabras, a los ojos de los ciudadanos-súbditos, de la nada a la cima en un tiempo récord—, los órganos de propaganda del régimen comenzaron a difundir poemas y canciones de loa, adjudicándole todo tipo de virtudes y aptitudes, a quien estaba llamado a "seguir los pasos" del Querido Líder, al igual que este había seguido los del Gran Líder y Presidente Eterno. De manera discreta aún, Kim Jong Un empezó a ser citado con los sobrenombres de "comandante" y "brillante camarada", aquel cuyas extraordinarias cualidades, transmitidas por su cuasi divino padre y su deificado abuelo, eran dignas de ser estudiadas por los habituales talleres de aleccionamiento ideológico. Los burócratas del aparato estatal, los cuadros del Partido y los embajadores en el extranjero, de puertas para dentro, fueron instados a "prometer lealtad" al dirigente en ciernes.

Mientras era objeto de un incipiente culto a su personalidad, Kim Jong Un comenzó a desempeñar sus primeras labores oficiales. El 10 de junio voló secretamente y sin su padre a Beijing, donde fue recibido por el presidente chino, Hu Jintao, y otros altos dignatarios del Partido Comunista. Se trataba de una visita de presentación imprescindible, pues el país vecino era con diferencia el principal socio comercial de Corea del Norte y su único valedor internacional. La amistad protectora y paciente de China acababa de ser puesta a prueba por la segunda prueba nuclear y las salvas de misiles sobre el mar de Japón. Además, era sabido que a Beijing le habría encantado que la sucesión recayera en Kim Jong Nam, partidario de implantar en casa el modelo de reformas capitalistas del país que le acogía.

Según despachos de prensa, el huésped solicitó a su anfitrión suministros energéticos y ayuda alimentaria de emergencia para subvenir las crónicas penurias de la economía norcoreana, mientras que el segundo le pidió al primero que su país renunciara a un tercer test nuclear y a nuevos lanzamientos de misiles de largo alcance, a fin de no tensar más la situación en la zona. De vuelta a Pyongyang, Kim fue puesto al frente del Departamento de Seguridad del Estado, órgano encargado del espionaje sistemático de virtualmente todo el mundo, ya fueran los gobiernos extranjeros, la población, los miembros del Partido, los militares o las demás agencias de control y seguridad de la RPDC.

Convertirse, de golpe y porrazo, en el jefe de la vigilancia de este Estado de tintes orwellianos ilustraba a las claras el próximo encumbramiento político de quien sólo se encontraba en la mitad de su tercera década de vida. El plan de su padre incluía proporcionarle un anillo de tutela y protección conformado por tres personalidades con dilatada experiencia y familiares para el neófito: el tío Jang Sung Taek, convertido en máximo responsable gubernamental en la sombra; la tía Kim Kyong Hui, miembro del Comité Central del PTC, directora del Departamento de Industria Ligera y retornada ahora al primer plano como asistente personal de su hermano; y el general Ri Yong Ho, comandante de la Defensa de la capital durante seis años y recientemente ascendido a jefe del Estado Mayor del Ejército.

Ri representaba a una hornada de altos mandos militares de la generación de Kim Jong Il y supuestamente más racionales que los octogenarios generales fogueados a las órdenes de Kim Il Sung. Estos últimos conformaban una vieja guardia de mentalidad muy belicosa y, a priori, eran los que más pegas podían poner a la entronización de un vástago visto como excesivamente joven. Aunque esto no se iba saber hasta enero de 2012, cuando el régimen sacó a la luz unos videos grabados estos meses y en los que podía vérsele moviéndose con soltura entre los soldados y dirigiendo amenazas de guerra a Corea del Sur, a lo largo de 2009 Kim participó en varias maniobras militares y tuvo ocasión de habituarse a las rampas de misiles, los carros de combate y los estados mayores en campaña.


3. Designación expresa en 2010 y sucesión en el liderazgo supremo en 2011

A Kim Jong Un le restaba ser presentado oficialmente a la nación como el futuro líder supremo, y este evento estaba sujeto a la evolución, de ritmo incierto pero inexorablemente a peor, de la misteriosa enfermedad que consumía a su padre. El plan sucesorio quemó nuevas etapas en junio de 2010. El 7 de ese mes, la Asamblea Popular Suprema, con Kim Jong Il presente en la sesión parlamentaria, invistió a Jang Sung Taek vicepresidente de la CDN. Al mismo tiempo, la Asamblea destituyó al primer ministro desde 2007, Kim Yong Il, blanco de la recriminación general por la arriesgada decisión de revaluar drásticamente la moneda nacional, el won (pensada para atajar la inflación y sacar a la luz las fortunas privadas que estaba generando el mercado negro, la medida provocó disturbios sociales, algo intolerable para el régimen). El nuevo primer ministro fue Choe Yong Rim, un secretario del Partido bien relacionado con la familia Kim.

Días después de las votaciones asamblearias, el PTC convocó una Conferencia de delegados, la primera desde 1966 y la tercera desde la fundación del Partido en 1945 (el último Congreso, con el ordinal VI, se remontaba a 1980; fue el que oficializó la condición de Kim Jong Il de heredero de su padre). La finalidad del inusual cónclave iba a ser la elección del "órgano supremo de liderazgo". A últimos de agosto, Kim Jong Il se hizo acompañar por su hijo en su segunda salida a China este año. Tras este desplazamiento, la salud del dictador experimentó una recaída y la Conferencia del Partido hubo de retrasarse unos días.

Los nombramientos decisivos se produjeron en el otoño de 2010. Primero, el 27 de septiembre, en la víspera de la III Conferencia, Kim, que ni siquiera había prestado el servicio militar obligatorio, fue hecho por decreto de su padre Daejang, alto rango castrense equivalente a un generalato de cuatro estrellas. Por vez primera, la agencia de noticias norcoreana, la KCNA, le mencionó por su nombre. La tía Kim Kyong Hui obtuvo el galón de general también y el general Ri Yong Ho el de vicemariscal (Chasu).

Al día siguiente, los conferenciantes del PTC reeligieron a Kim Jong Il secretario general del Partido y nombraron a Kim Jong Un vicepresidente de la Comisión Militar Central, donde por tanto se colocó a las órdenes de su padre, así como miembro del Comité Central. El acceso a estos órganos equivalió para Kim a una proclamación implícita de su condición de heredero. Simultáneamente, Jang Sung Taek se convirtió en miembro suplente del Politburó del Comité Central, su esposa en miembro titular y el primer ministro Choe y el vicemariscal Ri en miembros del restringidísimo Presidium del Politburó. Sólo otras tres personas formaban parte de esta elitista instancia: el propio Kim Jong Il; Kim Yong Nam, el presidente del Presidium de la Asamblea Popular Suprema desde 1998 y jefe del Estado a título ceremonial; y el anciano vicemariscal Jo Myong Rok, de 82 años, quien sin embargo iba a fallecer de un infarto poco después, el 6 de noviembre. Su colega de graduación, Ri Yong Ho, reforzó su posición en la cúpula al recibir la otra vicepresidencia de la Comisión Militar Central, donde por tanto tenía como igual a Kim Jong Un.

El 30 de septiembre, una vez clausurada la III Conferencia, la televisión estatal mostró a Kim asistiendo al pleno. Rodong Sinmun, el diario oficial del PTC, publicó una fotografía del Brillante Camarada posando junto con los demás asistentes a la Conferencia. Kim aparecía sentado en primera fila y en posición central, alineado con los máximos dirigentes civiles y militares del régimen. Su padre se situaba dos puestos a la izquierda y, en medio de los dos, se sentaba el vicemariscal Ri. Los norcoreanos y el resto del mundo descubrieron entonces a un robusto mozo de complexión más bien gruesa, buena talla, rostro carnoso y negro cabello liso rapado en las sienes. Su estampa recordaba vivamente a la de su abuelo Kim Il Sung en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo.

El 10 de octubre padre e hijo, ensalzado ahora como el Joven General (nuevo sobrenombre para la colección de fórmulas encomiastas), reaparecieron con motivo de la conmemoración del sexagésimo quinto aniversario del PTC. Juntos presidieron en Pyongyang una aparatosa parada militar, con miles de soldados desfilando en compactas formaciones de precisión geométrica y atiborrada de consignas guerreras. La marcial exhibición de fuerza, que fue emitida en directo por la televisión, vino acompañada de hechos sumamente graves el 23 de noviembre, cuando el Ejército Popular, en la probablemente la agresión más grave desde el armisticio de 1953 y a rebufo de unos ejercicios navales de su antagonista en la zona, lanzó un bombardeo artillero contra la isla surcoreana de Daeyeonpyeong, matando a dos militares y dos civiles. Corea del Norte ya había testado de manera clandestina la capacidad de respuesta del Sur el pasado 26 de marzo, cuando uno de sus submarinos torpedeó y hundió una corbeta de la Armada de Seúl (entonces, Pyongyang negó airadamente tener nada que ver en este siniestro, que costó la vida a 46 marineros).

Tras el incidente bélico de Daeyeonpyeong, los dos gobiernos se cruzaron advertencias y amenazas de represalias. Para los analistas de las intrigas norcoreanas, estas provocaciones calculadas tenían una lectura básicamente interna, pues perseguían legitimar el liderazgo emergente del Brillante Camarada. El 7 de noviembre anterior, Kim Jong Un había sido reconocido de manera formal como el número dos de la jerarquía al ocupar su nombre esta posición, detrás del de su padre, en la lista de miembros del comité de Estado que organizó los funerales del vicemariscal Jo Myong Rok. Ahora, algunos observadores creían que el ataque artillero había sido ordenado precisamente por el Joven General Kim para hacer méritos ante su padre y, sobre todo, ante la gerontocracia militar.

A lo largo de 2011, la figura de Kim Jong Un fue ganando prominencia mediática al acompañar a su padre en varias giras internas de inspección y recibir honores protocolarios de delegaciones y emisarios extranjeros. La población ya encontraba su rostro con regularidad en la prensa y la televisión, mientras era instada a declamar las composiciones patrióticas centradas en su persona. En mayo, el heredero volvió a viajar, esta vez solo, a Beijing. Ahora bien, el momento del relevo por imperativo biológico presentó trazas de demorarse, pues Kim Jong Il, durante unos meses, pareció experimentar una recuperación de su enfermedad, a tenor de sendos desplazamientos a China, en mayo, y Rusia, en agosto. Los indicios de un nuevo dinamismo vital en Kim Jong Il, con 70 años cumplidos, resultaron ser un ilusión. El 19 de diciembre de 2011 los medios del régimen dieron la noticia de su fallecimiento, producido dos días atrás y a bordo de un tren, a causa de una "súbita dolencia" como resultado de una "prolongada fatiga física y mental".

Había llegado la hora de comprobar hasta qué punto Kim Jong Un estaba en condiciones de sustituir a su padre, quien hasta el último momento había ejercido plenos poderes, de manera férrea y absoluta. Los medios internacionales, junto con la extensa necrológica del finado, publicaron semblantes de Kim que, a falta de una biografía coherente, incidían en su lado más inquietante. Se insistió en retratarlo como un joven inmaduro, caprichoso e irascible que incluso disfrutaba maltratando a quienes le servían. También, recogieron otros rumores sobre que padecía prematuros problemas de circulación y diabetes. Asimismo, cabía suponer, se vería ahora el grado de autoridad de los tutores oficiosos, si arroparían al novicio en las tareas de mandar todo el tiempo que exigiera la etapa de transición, conformando una dirección colegiada, o si bien el tío Jang descollaría desde el principio como un regente de hecho.

Por de pronto, los órganos de difusión norcoreanos se inclinaron respetuosos ante el huérfano. La KCNA lo llamó el "gran sucesor de la causa revolucionaria del Juche y líder sobresaliente de nuestro Partido, el Ejército y el pueblo", bajo cuya guía "el pueblo coreano está firmemente determinado a conseguir la victoria final". La presentadora que dio la noticia por la televisión comunicó con voz solemne y compungida: "Todos los miembros del Partido, el personal del Ejército y el pueblo deben seguir fielmente el liderazgo del camarada Kim Jong Un, y proteger y reforzar aún más el frente unificado del Partido, el Ejército y el pueblo". En los siguientes días, el público internacional contempló perplejo las muestras de dolor inconsolable de una población declarada huérfana del "padre de la nación y estrella polar de la reunificación nacional". Las manifestaciones de histeria colectiva, que suscitaban la duda de cuánto tenían de genuino —mucho, probablemente— y cuánto de teatral pero forzado porque no mostrarse así en público acarreaba un alto peligro de represalias, reprodujeron exactamente la coreografía del desgarro emocional ya mostrada al mundo en 1994 cuando la muerte de Kim Il Sung.

El 20 de diciembre, el sucesor, erigido en presidente del Comité Nacional del Funeral del desaparecido líder, encabezó a los mandamases que rindieron tributo a Kim Jong Il en el Palacio Memorial de Kumsusan, sede del mausoleo donde descansa el cuerpo momificado de su padre. Tras él estaban el presidente de la Asamblea Kim Yong Nam (número dos en la lista de miembros del citado Comité), el primer ministro Choe Yong Rim (número tres), el vicemariscal Ri Yong Ho (número cuatro) y el también vicemariscal Kim Yong Chun, uno de los cuatro vicepresidentes de la CDN y ministro de Defensa (el número cinco en la lista). El difunto permaneció expuesto al duelo popular en un féretro descubierto pero protegido por una urna de cristal, rodeado de toda la parafernalia fúnebre a la usanza comunista, con profusión de flores, medallas y guardias armados. Kim no pudo reprimir las lágrimas ante el cadáver de su padre, reacción que fue captada por las cámaras.

Mientras se desarrollaban las jornadas de luto nacional por Kim Jong Il (las elegías divinizadoras llegaron al extremo de anunciarse, con toda seriedad, el registro de fenómenos sobrenaturales en montes y lagos quejumbrosos por el óbito), el régimen instó machaconamente a cerrar filas tras el nuevo líder, al que manifiestos, alocuciones y pronunciamientos ciudadanos de viva voz prometían seguir y servir hasta la muerte. La mitificación del veinteañero ya estaba en marcha. El 24 de diciembre, Rodong Sinmun saludó a Kim como el "comandante supremo" que iba a guiar a Corea del Norte hasta la "victoria eterna". La KCNA empezó a llamarle el "líder supremo".

El 26 de diciembre Kim recibió en Kumsusan el pésame de una delegación surcoreana privada donde destacaba la viuda del ex presidente Kim Dae Jung, protagonista en los primeros años del siglo de un histórico intento de reconciliación con el Norte terminado luego en agua de borrajas. El gesto sirvió para mitigar los ecos de la crispada reacción del Gobierno de Pyongyang a la negativa del de Seúl a ofrecerle sus condolencias oficiales. Ese mismo día, Rodong Sinmun anunció que Kim Jong Un era desde la muerte de su padre el presidente en funciones de la Comisión Militar Central del PTC. El 28 de diciembre Kim encabezó el multitudinario cortejo fúnebre que bajo una fina capa de nieve puso el broche a las grandiosas exequias de Estado.

El 29 de diciembre, concluidos los diez días de duelo nacional, Kim Jong Un fue aclamado por los gerifaltes del régimen como el líder supremo en otro gigantesco acto de tributo y adhesión en la plaza central de Pyongyang. Durante este "servicio memorial", Kim Yong Nam fue el más elocuente: "De pie al timón de la Revolución Coreana está Kim Jong Un, el sucesor de la causa revolucionaria del Juche. El respetado camarada Kim Jong Un es el líder supremo de nuestro partido, el Ejército y el pueblo, pues hereda la ideología, la capacidad de mando, el carácter, las virtudes, la determinación y el valor de Kim Jong Il. Convertiremos nuestro dolor en fuerza y valentía un millar de veces, remontaremos las presentes dificultades y avanzaremos más resueltamente por el camino del Songun indicado por Kim Jong Il bajo el liderazgo de Kim Jong Un". A lo largo del vibrante acto, el flamante líder supremo, impasible, no pronunció una sola palabra.

El penúltimo día del año, el Politburó nombró formalmente a Kim comandante supremo del Ejército Popular. Al mismo tiempo, la CDN, cuya presidencia permanecía por el momento vacante (al igual que la Secretaría General del PTC), emitió un virulento comunicado en el que advertía a los "fantoches de Corea del Sur y a otros necios políticos del mundo" que no debían esperar "ningún cambio" de política por su parte. "El mar de lágrimas derramado por nuestros soldados y el pueblo de la RPDC se tornará en fuego retributivo que quemará hasta el último de los traidores, y sus lamentos en un rugido de venganza que destruirá la fortaleza de las fuerzas títeres", rezaba uno de los párrafos más exaltados del comunicado, tras pasar revista a los últimos gestos inamistosos de Seúl.


4. Rápidas elevaciones a las jefaturas del Partido y el Estado en 2012



5. Escalada sin precedentes de amenazas militares a Washington y Seúl en 2013


(Cobertura informativa hasta 1/1/2012)