Kemal Kiliçdaroglu

Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 24/4/2023. En la primera vuelta presidencial del 14/5/2023 Kemal Kiliçdaroglu obtuvo el 44.9% de los votos, 4,5 puntos menos que el titular aspirante a la reelección, Recep Tayyip Erdogan, con quien el aspirante opositor pasó a disputar el balotaje del 28/5. Celebrada esta, Kiliçdaroglu resultó derrotado al obtener el 47,8% de los votos.

El líder de la oposición de Turquía, Kemal Kiliçdaroglu, acaricia la posibilidad de imponerse en la elección presidencial de mayo de 2023 al hombre fuerte del país desde hace 20 años, Recep Tayyip Erdogan. A diferencia de las votaciones de 2014 y 2018, Erdogan no señorea las encuestas y estas dibujan un escenario ajustado que podría desembocar en una segunda vuelta con el resultado abierto. De hecho, desde el arranque de la campaña el 14 de marzo, la mayoría de los sondeos están siendo favorables a su adversario, quien en el último bienio ha sacado réditos del malestar ciudadano por la inflación, el hundimiento de la lira y, como crisis más reciente, los catastróficos terremotos del 6 de febrero.

Kiliçdaroglu, de 74 años, encabeza la Alianza sexpartita Nación, una coalición heterogénea, y dentro de la misma al socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), segundo del Parlamento y valedor de los principios kemalistas fundacionales del moderno Estado turco, según él muy gravemente erosionados bajo la virtual hegemonía de Erdogan, tachado de autoritario, y su partido islamista-conservador, el AKP. De conseguir Kiliçdaroglu batir al desgastado pero todavía potente Erdogan, empresa ciertamente difícil, el relevo institucional, además del viraje en la política doméstica, podría tener importantes repercusiones internacionales. Así, el aspirante centroizquierdista sugiere distintos enfoques en todas las grandes cuestiones (criterios de Copenhague para la adhesión a la UE, ingreso de Suecia en la OTAN, conflicto kurdo, Siria, refugiados y quizá también la relativa equidistancia de Erdogan en la guerra Rusia-Ucrania, modificándola en un sentido más prooccidental pero sin renunciar al rol mediador y procurando no encolerizar a Moscú) que han situado a Ankara entre las capitales clave del convulso panorama mundial.

Un hipotético Kiliçdaroglu presidente podría protagonizar una cohabitación tan insólita como incierta, la de un jefe del Estado con amplísimos, plenos poderes ejecutivos —desde 2018 en Turquía no hay primer ministro—, e independiente de un Parlamento con mayoría de la Alianza Popular del AKP y el ultraderechista MHP, pues las elecciones legislativas se presentan algo más prometedoras para el oficialismo. Ahora bien, el eje del programa de la Alianza Nación y la Mesa de los Seis (partidos CHP, Iyi, SP, DP, DEVA y GP) es el retorno al sistema de gobierno parlamentario abolido por Erdogan, quien, por cierto, se presenta por tercera vez a la Presidencia a pesar de que su propia reforma constitucional de 2007 limita los mandatos quinquenales a dos. Podar drásticamente las facultades del presidente y restablecer su anterior carácter apolítico y ceremonial pasa por una nueva enmienda de la Constitución, de tipo revocatorio, que solo puede salir adelante mediante un referéndum convocado con una mayoría legislativa de tres quintos o, algo mucho más improbable y de lo que ni el propio Erdogan ha sido capaz, de manera directa con el aval de dos tercios de los diputados.

Aspecto añadido, 2023 es el año en que la República de Turquía conmemora, el día 29 de octubre, su centenario. En 1923, de las cenizas del Sultanato y el Califato Otomanos, y al cabo de una guerra de independencia librada por los nacionalistas turcos en múltiples frentes, la República fue proclamada por Mustafa Kemal Atatürk, de quien Kiliçdaroglu se considera heredero político además de tocayo. Las "seis flechas" que componen el ideario y la simbología del CHP, republicanismo, nacionalismo, populismo, estatismo, laicismo y revolucionarismo, disparadas a la vez, tuvieron un alcance limitado en las cuatro elecciones legislativas disputadas desde la llegada de Kiliçdaroglu al liderazgo del partido en 2010. Hasta ahora, el AKP ha sido imbatible salvo en plazas municipales como Estambul y Ankara: estas fueron ganadas por el CHP, miembro de la Internacional Socialista, en 2019.


(Texto actualizado hasta 24 abril 2023)

En el veterano Kemal Kiliçdaroglu confluyen un historial de fracasos en las urnas, el perfil burocrático, las maneras calmosas y, contrastando con lo anterior, una notable combatividad como opositor y detractor del erdoganismo, expresada sin desmayo desde su escaño de diputado, la tarima del mitin o la cabeza de la marcha callejera. Su experiencia funcionarial y legislativa es dilatada, pero nunca ha tenido responsabilidades de gobierno. Político tenaz y paciente, suple su patente falta de carisma de caudillo con una proyección de imperturbabilidad y austeridad, y con un discurso pragmático que pone el acento en los aspectos legalistas y éticos, por lo que se le ha llamado el Gandhi turco. A esta aventurada comparación contribuyen también su oratoria articulada, de tipo profesoral, su semblante amable, sin acritudes, y hasta cierto parecido físico.

Oriundo de la región de Anatolia Oriental e hijo de un oficinista adepto a la secta mística aleví, cursó la carrera de Economía en la Universidad Gazi de Ankara y en la década de los setenta, uno de los períodos más convulsos de la Turquía contemporánea, trabajó como contable en los escalafones medios del Ministerio de Finanzas. En 1983 ascendió a subdirector general del Departamento de Ingresos del Ministerio y pasó a colaborar con el Gobierno del primer ministro conservador Turgut Özal, uno de los pocos dirigentes políticos autorizados a operar por los militares, autores del golpe de Estado de 1980, y posteriormente presidente de la República. En 1991 Kiliçdaroglu pasó a dirigir la Organización de la Seguridad Social para los Trabajadores Autónomos y Artesanos, y al año siguiente fue nombrado director general de otro organismo estatal, la Institución del Seguro Social (SSK).

Con su marcha del SSK a comienzos del 1999, Kiliçdaroglu puso fin a su trayectoria de funcionario público y, a la madura edad de 50 años, probó a labrarse una carrera en la política. También, empezó a dar clases en la Universidad Hacettepe, aunque siguió ligado, como experto académico externo, a los trabajos técnicos del aparato económico del Gobierno. El vehículo inicialmente escogido por Kiliçdaroglu para incursionar en política fue el Partido de la Izquierda Democrática (DSP), la formación socialdemócrata inscrita en 1985 por Bülent Ecevit, quien ya fuera tres veces primer ministro en la década de los setenta, cuando era el jefe del Partido Republicano del Pueblo (Cumhuriyet Halk Partisi, CHP).

El CHP, fundado por Kemal Atatürk en 1923, había sido el partido único de Turquía hasta 1945 y el hegemónico hasta su derrota en las elecciones de 1950 a manos de los demócratas liberales de Adnan Menderes. Luego, entre 1961 y 1979, los popular-republicanos regresaron al Gobierno en varios turnos democráticos, en 1980 corrieron la suerte del resto de partidos del anterior período, la proscripción por los militares golpistas, y desde septiembre de 1992, bajo el liderazgo de Deniz Baykal, volvían a funcionar, aunque al principio relegados a posiciones marginales. En la primera mitad de la década de los noventa los principales representantes del centro-izquierda turco eran el Partido Populista Social Demócrata (SHP) de Erdal Inönü, hijo del principal lugarteniente de Kemal Atatürk, Ismet Inönü, y el DSP de Ecevit.

En febrero de 1995 el CHP absorbió al SHP, lo que le permitió retornar a la Gran Asamblea Nacional (GAN), tras 15 años ausente, con 49 diputados, y de paso tener ministros, aunque solo por unos meses, hasta marzo de 1996, en los gobiernos de coalición mandados por el Partido de la Recta Vía (DYP, conservador laico) de Tansu Çiller. Si bien había roto con el CHP, Ecevit reclamaba para el DSP los mismos principios cardinales de su antigua agrupación, a saber, el secularismo, la socialdemocracia y un nacionalismo de orientación proeuropea y prooccidental. Las mismas convicciones albergaba Kiliçdaroglu.

Ahora en 1999, el DSP ganó con mayoría simple las elecciones generales y Ecevit, septuagenario, volvió a presidir el Gobierno, al principio en solitario y meses después en coalición con dos partidos derechistas. Kiliçdaroglu vio frustrado su deseo de figurar en las listas electorales del DSP y ese mismo año aceptó la invitación de Baykal de unirse al CHP, que acababa de sufrir una hecatombe electoral con la caída por debajo del 10% de los votos y —así lo estipulaba el polémico código electoral— la pérdida de toda su representación. El ex funcionario de Finanzas debutó por fin en la GAN, como diputado por Estambul, en noviembre de 2002. Fue en los comicios que, bajo el signo de una gran tormenta monetaria y financiera, aniquilaron al DSP, catapultaron al extraparlamentario CHP directamente al segundo puesto con 178 escaños y, sobre todo, supusieron la apoteosis del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), la nueva colectividad islamista moderada de Erdogan y su segundo Abdullah Gül, quien fue investido primer ministro al pesar por el momento una inhabilitación judicial sobre aquel.


13 AÑOS DE FIRME OPOSICIÓN A ERDOGANMano derecha de Baykal en el mando del grupo parlamentario del CHP, Kiliçdaroglu revalidó su escaño en las elecciones generales de julio de 2007 al tiempo que su formación perdía 66 asientos en el hemiciclo. Cuatro años después, en las municipales de marzo de 2009, Kiliçdaroglu disputó sin éxito la alcaldía de Estambul al edil del AKP, Kadir Topbas. Aunque obtuvo un meritorio 37% de los votos, el opositor no pudo quebrar el dominio local de los islamistas.

La sucesión de derrotas electorales el escándalo suscitado por la filtración de un video privado de contenido sexual sellaron la renuncia de Deniz Baykal, al que el 10 años más joven Kiliçdaroglu tomó el testigo el 22 de mayo de 2010. Su encumbramiento fue una decisión unánime del millar largo de delegados asistentes al 33º Congreso de CHP. El primer examen importante del nuevo líder opositor fue el referéndum de septiembre de 2010 sobre la reforma de 26 artículos de la Constitución, el cual fue ganado por Erdogan con el boicot del CHP. Luego, en junio de 2011, tocaron las elecciones generales, en las que los popular-republicanos avanzaron 23 escaños, hasta los 135, ganancia que no afectó a la mayoría absoluta de que gozaba el AKP, de hecho más votado que nunca.

Al hacerse con el liderazgo del CHP, Kiliçdaroglu pasó página al corrimiento ideológico al centro experimentado por Baykal y reafirmó los valores izquierdistas del que era el partido más antiguo de Turquía, clave de hecho en su refundación como país tras la desintegración del Imperio Otomano. Como líder de la oposición, Kiliçdaroglu se erigió en vocero del rechazo de los sectores sociales seculares, progresistas y liberales a las políticas "islamizadoras" y "represivas" aplicadas por Erdogan y su entonces principal colaborador, Ahmet Davutoglu, desde agosto de 2014 presidente de la República y primer ministro, respectivamente. En 2014 Erdogan trocó la jefatura del Gobierno por la Presidencia de la República, hasta entonces ocupada por su leal Abdullah Gül, en virtud de la reforma constitucional de 2007, que para el CHP suponía una "degeneración" del sistema parlamentario, y como resultado de una elección presidencial directa a la que los de Kiliçdaroglu presentaron la candidatura de Ekmeleddin Ihsanoglu, quien recibió el 38,4% de los votos.

Las críticas de Kiliçdaroglu subieron de tono en 2015, año agitado por la celebración de dos elecciones, la primera en junio y la segunda, convocada anticipadamente por Erdogan al perder su partido la mayoría absoluta y ver comprometida su reinvestidura Davutoglu (más con el fracaso de las discusiones entre el AKP y el CHP sobre cómo recobrar la gobernabilidad), en noviembre. Kiliçdaroglu, en adelante diputado por Izmir, denunció las maniobras de Erdogan, calificadas de de "golpe civil" y "la mayor amenaza para la democracia, el imperio de la ley y las libertades fundamentales" en Turquía. Sin embargo, era un hecho que el CHP, estancado en el 25% de los votos, no era un adversario temible para el poderoso AKP. El CHP, que tenía sus caladeros de votos en las clases medias urbanas, los trabajadores cualificados, los funcionarios y los universitarios, disponía de pocos baluartes electorales. Estos se circunscribían a la Tracia Oriental (la parte de Turquía en el continente europeo), algunos distritos orientales de la Región de Mármara y las provincias costeras del Egeo. Amén de la provincia anatolia de Tunceli, la patria chica de Kiliçdaroglu.

En las campañas electorales de 2015 Kiliçdaroglu defendió un programa típicamente socialdemócrata (más gasto social en pensiones, sanidad y apoyo a las familias, subida del salario mínimo, lucha contra la pobreza, progresividad fiscal), combinado con las promesas de recuperar la Presidencia de la República con atribuciones solo representativas y arbitrales, desprovista de carga política partidista, de garantizar la separación de poderes y de levantar las cortapisas a la libertad de información.

El oportunismo populista con la mirada puesta en segmentos del electorado que nunca habían sido del CHP o bien el deseo de atraerse a potenciales socios ineludibles de gobierno se adivinaron en guiños como la aceptación, dejando atrás una postura clásica y acatando lo dispuesto por el Gobierno islamista, del levantamiento de la prohibición del hiyab femenino en las instituciones públicas, incluida la universidad. Este cambio conceptual, impropio del gran paladín del secularismo en Turquía, tenía en mente al Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), el sector de extrema derecha de Devlet Bahçeli, que a pesar de las abismales diferencias ideológicas había apoyado la candidatura presidencial de Ihsanoglu el año anterior. Sin embargo, Bahçeli ahora prefería entenderse con Erdogan.

También se habló de cortejo del CHP al prokurdo, izquierdista y antinacionalista Partido Democrático Popular (HDP) de Selahattin Demirtas y Figen Yüksekdag, a la luz del apoyo a sus reclamaciones de que el Estado concediera algún grado de autogobierno o autonomía a los distritos de mayoría kurda y se plegara a reanudar el proceso de paz con el subversivo Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Kiliçdaroglu fue acusado de tacticismo proselitista, pues la superación por los popular-republicanos de su añeja intransigencia en todo lo referente a la unidad nacional y el Estado centralizado parecía buscar más que nada una mejora de sus posibilidades electorales en las circunscripciones kurdas del sudeste, precisamente los bastiones del HDP. A pesar del decepcionante rendimiento electoral, Kiliçdaroglu fue reelegido por segunda vez y sin dificultades presidente del partido en el 35º Congreso de enero de 2016.

La intentona golpista de una facción de las Fuerzas Armadas el 15 y 16 de julio de 2016, sofocada por el Gobierno y los militares lealistas con la ayuda de la población no sin un sangriento balance de más de 200 muertos, puso en una situación delicada a Kiliçdaroglu y su partido. La cólera de sus partidarios fue instrumentada por Erdogan, igualmente airado y lleno de agresividad, para desencadenar una gigantesca campaña de purgas y arrestos en las Fuerzas Armadas, los aparatos de seguridad, la administración pública, la magistratura, la enseñanza y los medios de comunicación. El presidente señaló como cerebro del golpe a Fethullah Gülen, influyente predicador musulmán, exiliado en Estados Unidos y a cuyo movimiento socio-político-religioso el AKP consideraba un peligroso adversario. La persecución desatada por las autoridades buscaba erradicar de Turquía a una organización, etiquetada Terrorista Fethullahista (FETÖ) por el erdoganismo, con la que el CHP mantenía, venía apuntándose desde el AKP, intensos lazos subterráneos.

Kiliçdaroglu, como los demás responsables políticos, condenó en los términos más enérgicos el intento de derrocamiento del Gobierno, con toda su carga de violencia e ilegalidad, por el grupo de militares que pretendía establecer una junta llamada Consejo de Paz en Casa, pero censuró la declaración del estado de emergencia y la suspensión temporal de la vigencia de la Convención Europea de Derechos Humanos. El 24 de julio el CHP celebró en la emblemática Plaza Taksim de Estambul una multitudinaria concentración en defensa de "la democracia y los valores republicanos" y para honrar a los "mártires" víctimas del golpe. Aunque los convocantes insistieron en el carácter no partidista del evento, hubo profusión de símbolos kemalistas, además de que la no mención de Gülen y la FETÖ por Kiliçdaroglu y sus correligionarios en los discursos indignó al AKP.

La tensión ambiental se mantenía en niveles elevados y el 7 de agosto Kiliçdaroglu no pudo menos que acudir al Mitin por la Democracia y los Mártires en la Plaza Yenikapi de Estambul, un gran acto de exaltación patriótica y oración colectiva presidido por Erdogan y al que asistieron también el primer ministro Binali Yildirim, el líder del MHP Bahçeli, el presidente de la GAN, el jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas y los ex primeros ministros Gül, Davutoglu, Çiller y Yildirim Akbulut, entre otras personalidades. En su alocución, Erdogan proclamó con tono vengativo: "Si el pueblo quiere la pena de muerte, los partidos respetarán su voluntad". "Ni golpe ni dictadura", afirmó Kiliçdaroglu poniendo el contrapunto. Antes de terminar el mes, Kiliçdaroglu salió ileso de una emboscada a su caravana mientras se dirigía a un acto de su partido en la provincia nororiental de Artvin; en el combate entablado tras el ataque, atribuido a guerrilleros del PKK, un soldado del Ejército resultó muerto.

En 2017 Kiliçdaroglu no titubeó en el rechazo frontal al proyecto de enmienda constitucional impulsado por el AKP y el MHP para instituir el sistema de gobierno plenamente presidencial, por lo que el puesto de primer ministro quedaría abolido y Erdogan concentraría en sus manos todo el poder ejecutivo, inclusive la emisión de decretos con limitado o nulo escrutinio parlamentario. El CHP planteó una fuerte oposición a la polémica reforma, tanto durante la fase legislativa en la GAN como en la posterior campaña del referéndum de validación, celebrado el 16 de abril y donde el sí a los deseos de Erdogan ganó con el 51,4% de los votos. Los popular-republicanos (y el HDP) vieron rechazada por el Consejo Electoral Supremo su solicitud de anulación del referéndum sobre la base de unas objeciones legales.

A continuación, Kiliçdaroglu encabezó una Marcha por la Justicia que entre el 15 de junio y el 9 de julio recorrió a pie los más de 400 km entre Ankara y Estambul. El motivo de este acto de protesta, que algunos comentaristas compararon con la Marcha de la Sal del Mahatma Gandhi contra el dominio colonial británico en la India de 1930, era la ola de detenciones, al socaire del estado de excepción post-golpe, de representantes políticos de la oposición, periodistas y profesores universitarios. En particular, el CHP ponía el grito en el cielo por la condena a 25 años de prisión de su diputado, vicepresidente y también periodista Enis Berberoglu, reo de filtrar a la prensa documentos secretos del Estado, concretamente un vídeo que revelaría la entrega secreta ilegal a los rebeldes sirios. La Marcha por la Justicia, en cuyo curso el líder opositor estuvo en el punto de mira de un comando terrorista del Estado Islámico que las autoridades lograron desarticular a tiempo, concluyó con un gran mitin en la capital del Bósforo, donde Kiliçdaroglu, en un duro discurso, comparó al régimen del AKP con la Alemania de Hitler y presentó un Llamamiento por la Justicia de diez puntos.

La batalla democrática entre Kiliçdaroglu y Erdogan volvió a saldarse con derrota para el primero en las elecciones generales anticipadas del 24 de junio de 2018. A las mismas el CHP se presentó capitaneando la Alianza Nación (Millet), amalgama de cuatro partidos de diferentes tendencias pero coincidentes en una serie de puntos básicos: el rechazo a la reforma constitucional de 2017, la restitución del modelo parlamentario, el marco constitucional garantista de derechos y libertades, y el cumplimiento de las demandas políticas de Bruselas para el desbloqueo de las negociaciones de adhesión a la UE, desde los violentos sucesos de 2016 suspendidas sine díe. Los socios del CHP eran el Buen Partido (Iyi) de Meral Aksener, una reciente escisión nacionalista pero proeuropea del MHP, y los extraparlamentarios Partido de la Felicidad (Saadet o SP, islamista moderado) de Temel Karamollaoglu y Partido Democrático (DP, conservador y sucesor del DYP) de Gültekin Uysal.

En las legislativas, la Millet sumó el 33,9% de los votos y 189 escaños (el 22,6% y 146 los puso el CHP), cuota cuantiosa aunque inane frente a los 295 escaños del AKP más los 49 del MHP, asociados como Alianza Popular (Cumhur). Si bien los islamistas, como en los comicios de junio de 2015, vieron evaporarse la mayoría absoluta con sus exclusivas fuerzas, tenían preservada la supremacía gracias al respaldo blindado de los ultraderechistas. El oficialismo seguía controlando la GAN, ampliada de los 550 a los 600 miembros. En las presidenciales, el candidato de la Millet, Muharrem Ince, diputado del CHP famoso por sus diatribas contra el AKP, nada pudo hacer frente a Erdogan, que le sacó 22 puntos de ventaja. Ince recibió la candidatura presidencial luego de retar a Kiliçdaroglu en el 36º Congreso del CHP celebrado en febrero y donde consiguió un 36% de apoyos.

Los popular-republicanos y la Millet se tomaron una alborozada revancha en las municipales del 31 de marzo de 2019 con las victorias, algunas decididamente históricas, de sus candidatos a alcaldes en seis de las diez primeras ciudades del país: Estambul, Ankara, Izmir, Adana, Antalya y Mersin. En Estambul, Ankara, Adana y Antalya el AKP o el MHP fueron desalojados de las alcaldías respectivamente por Ekrem Imamoglu, Mansur Yavas, Zeydan Karalar y Muhittin Böcek, todos del CHP, mientras que en Izmir y Mersin los también popular-republicanos Tunç Soyer y Vahap Seçer retuvieron los gobiernos municipales para la Millet.

La elección estambulí revestía especial importancia, al punto de ser vista como un test decisivo de estado de la democracia en Turquía. La escasísima diferencia de votos, menos de 14.000 sobre 8,5 millones de papeletas válidas, entre Imamoglu y su contrincante del AKP, el ex primer ministro Yildirim, empujó al oficialismo a impugnar los resultados aduciendo unas supuestas irregularidades. Dócil a los designios de Erdogan, que encajaba como una derrota grave y, mas aún, como una humillación personal la pérdida del populoso municipio del que había sido alcalde en los años noventa, el Consejo Electoral Supremo declaró nula la votación, despojó a Imamoglu de su acta de edil y convocó para el 23 de junio la repetición de la contienda en las urnas con Yildirim.

Imamoglu acusó al Consejo Electoral de "usurpar la voluntad de los votantes" bajo el dictado de Erdogan, mientras que Kiliçdaroglu, quien en abril anterior había sido zarandeado, con visos de linchamiento, por una turba de civiles hostiles en el funeral en Ankara de un soldado caído en los combates contra el PKK en Irak, denunció el "golpe de Estado civil" y la "dictadura clara". El desenlace de la repetición electoral fue la ratificación del triunfo de Imamoglu, que retornó a la alcaldía avalado por el 54% de los votantes.


APUESTA PRESIDENCIAL EN 2023 CON LA ALIANZA NACIÓNA la elección presidencial del 14 de mayo de 2023 Kiliçdaroglu concurre arropado por la Alianza Millet, ampliada a los seis miembros; además del CHP, el Iyi, el Saadet y del DP, los coaligados de 2018, forman parte de la misma el Partido Democracia y Progreso (DEVA) del ex viceprimer ministro y ex ministro de Exteriores Ali Babacan, y el Partido del Futuro (Gelecek, GP) del ex primer ministro y ex ministro de Exteriores Ahmet Davutoglu. DEVA y Gelecek son dos agrupaciones nuevas surgidas como escisiones moderadas y proeuropeas del AKP y con un similar planteamiento liberal conservador.

Kiliçdaroglu no fue proclamado el candidato presidencial de la Millet hasta una fecha tan tardía como el 6 de marzo. La tardanza se debió a las dudas que su figura no carismática (al menos en los cánones caudillistas de Erdogan, tan opuesto a él en todos los sentidos) suscitaba en la líder del Iyi, Meral Aksener, quien, desatando una considerable barahúnda interna, propuso para la misión a Mansur Yavas o bien a su colega Ekrem Imamoglu, dos políticos de innegable pegada proselitista. Sin embargo, los alcaldes de las dos mayores ciudades de Turquía dejaron claro su apoyo a la aspiración de su jefe partidario, obligando a Aksener a recular.

La elección del 14 de mayo, con una eventual segunda vuelta el 28 de mayo, es una pugna de dos entre Erdogan y Kiliçdaroglu, pero también se presentan Muharrem Ince, el candidato de la Millet en 2018, quien posteriormente rompió con el CHP y montó un partido de corte populista llamado Patria (Memleket), y el independiente Sinan Ogan, antiguo diputado del MHP. En cuanto al prokurdo y muy antierdoganista HDP, actualmente liderado por Pervin Buldan y Mithat Sancar, a diferencia de 2014 y 2018 con Demirtas, no presenta postulante y se ha abstenido de recomendar el voto para cualquier otro, si bien tácitamente apoya a Kiliçdaroglu.

La llamada Mesa de los Seis (Atili Masa) se funda en el Memorándum de Entendimiento sobre el Sistema Parlamentario Fortalecido, firmado por los seis dirigentes el 28 de febrero de 2022. Entonces, Kiliçdaroglu y sus colegas declararon su común compromiso con una serie de reformas profundas del sistema político, como la abolición del poder de veto legislativo del jefe del Estado, la fijación del mandato presidencial de siete años sin posibilidad de reelección (frente a los actuales cinco años renovables una vez, cláusula que Erdogan no ha dudado en violar al presentarse por tercera vez al cargo), la obligatoriedad para el jefe del Estado de darse de baja como miembro de un partido y la prohibición de retornar a la política activa tras la conclusión de su ejercicio institucional, la bajada del umbral para obtener representación en la GAN del 10% al 3% de los votos y el derecho de los partidos con al menos el 1% de los votos a percibir asignaciones económicas del Estado. Una enmienda a la totalidad de la concepción erdoganista de las instituciones republicanas, en suma.

Otras cuestiones de calado no han tenido una consideración tan explícita o ni tan siquiera han sido abordadas para una pública postura conjunta por la Mesa de los Seis, dados los enfoques divergentes de sus integrantes. Aquí, para conocer las intenciones de Kiliçdaroglu hay que acudir a los programas y declaraciones específicos de su partido.

Así, el CHP manifiesta que Turquía tiene que satisfacer sin reservas los criterios políticos de Copenhague sobre la observancia del imperio de la ley y los derechos humanos para poder resucitar las negociaciones de adhesión a la UE, iniciadas en 2005 (18 años después de realizar Ankara su solicitud oficial del ingreso en el club europeo) y paradas en seco en 2016. Ello pasa por acatar el dictamen del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ordenó la inmediata liberación de Selahattin Demirtas y del activista Osman Kavala, considerados presos políticos tras su encarcelamiento y condena por unos cargos de terrorismo y golpismo que para la corte jurisdiccional del Consejo de Europa son infundados y arbitrarios. Kiliçdaroglu ha dicho claramente que Demirtas y Kavala deben recobrar la libertad porque son "inocentes".

Kiliçdaroglu y el CHP diseñaron un plan para establecer una "Organización para la Paz y la Cooperación en Oriente Medio" que involucra a Irán e Irak y que no excluye a Siria, en cuyas franjas septentrionales el Ejército turco mantiene desde 2016, a través de tres ofensivas bélicas transfronterizas, una nutrida presencia de ocupación en apoyo de los rebeldes Gobierno Interino Sirio/Ejército Nacional Sirio y en contra tanto de las fuerzas kurdosirias (a su vez estrechas aliadas del PKK kurdoturco y que han alcanzado un modus vivendi con las Fuerzas Armadas Sirias) como del Estado Islámico.

El deseo de Kiliçdaroglu de rebajar la confrontación con el régimen de Bashar al-Assad se advierte también en su llamamiento, ásperamente censurado por el AKP, a deportar a los más de tres millones de refugiados árabes huidos de la guerra civil de Siria ("enviaremos a nuestros hermanos y hermanas sirios de vuelta a su patria", dijo en marzo de 2023 al calor del descontento de los lugareños damnificados por los terremotos de febrero) en el plazo de dos años; la misma repatriación forzosa, ha prometido durante la campaña, afectará a los afganos entrantes desde Irán si es que la Millet llega al poder. "La frontera del país es su honor (…) Queremos vivir libremente en nuestro propio país. No queremos que cambie la estructura demográfica de nuestro país", arguye Kiliçdaroglu.

Ya en mayo de 2022 Kiliçdaroglu detalló un plan de cuatro pasos para "resolver" la cuestión de los refugiados sirios: primero, iniciar negociaciones con el régimen de Damasco; segundo, reconstruir infraestructuras civiles en Siria con cargo a fondos europeos; tercero, "asegurar" las vidas y las propiedades de los refugiados con las garantías y la implicación del Gobierno sirio y de la ONU; y por último, incentivar la apertura por empresarios turcos de negocios y actividades económicas en el país vecino para dar oportunidades laborales a los repatriados. Otro pronunciamiento definitorio de Kiliçdaroglu es la denuncia de la estrategia de Erdogan de asignar una naturaleza criminal a las relaciones entre el PKK, una organización terrorista, y el HDP, sobre el que se cierne la amenaza de ilegalización, tal como les sucedió a los partidos predecesores de la izquierda prokurda, y cuyos votantes serían decisivos para el candidato del CHP en caso de un balotaje frente a Erdogan.

(Cobertura informativa hasta 24/4/2023)