Julius Maada Bio

En Sierra Leona, una democracia de África Occidental empeñada en remontar los brutales obstáculos que las catástrofes naturales y las oscilaciones de los mercados exportadores de materias primas imponen a su desarrollo, el sistema de la alternancia bipartidista ha tomado cuerpo en abril de 2018 con el regreso al poder del Partido Popular (SLPP). Su candidato presidencial, el general retirado y ex jefe militar del Estado Julius Maada Bio, fue el ganador por escaso margen de las dos rondas electorales celebradas en marzo y que han puesto término al turno de gobierno de la formación rival, el Congreso de Todos los Pueblos (APC), cuyo cabeza, Ernest Bai Koroma, ya no podía aspirar a un tercer mandato de cinco años.

El quinto presidente civil de Sierra Leona, al estilo del nigeriano Obasanjo o el malí Toumani Touré, basa su reputación de "padre de la democracia" en la conducción de un golpe de Estado no dirigido a prolongar una dictadura nefasta, sino a terminarla: su derrocamiento en 1996 de su compañero de junta desde el anterior golpe de 1992, el capitán Valentine Strasser, alumbró una rápida normalización constitucional en la persona del primer presidente electo del SLPP, Ahmad Tejan Kabbah, aunque durante un lustro más la castigada Sierra Leona siguió sufriendo las tropelías de militares facciosos y los horrores de la guerra civil, contagiada desde Liberia, con el RUF de Foday Sankoh. Para sus detractores, en cambio, Bio tiene una responsabilidad criminal en las violaciones humanitarias cometidas por la junta castrense de la que fue dirigente durante cuatro años. El antiguo brigadier ya contendió contra Koroma en las elecciones de 2012, tan genuinamente competitivas como las de 2018, y ahora ha sido declarado vencedor sobre un contrincante del oficialismo, Samura Kamara, que se queja de fraude.

Aupado más por las ganas de cambio del electorado que por el atractivo de un plantel de promesas tan generalistas como previsibles, Bio proclama el "amanecer de una nueva era" en la antigua colonia anglófona, cuyas inmensas riquezas minerales (diamantes, oro, rutilo, bauxita, hierro), como la terrible guerra civil (50.000 muertos) de 1991-2002 puso en evidencia, pueden tornarse más una maldición que una ventura para salir del subdesarrollo agudo. En fechas más recientes, la epidemia nacional de ébola de 2014-2016 y las inundaciones de 2017 en Freetown no solo mataron a 5.000 sierraleoneses y fagocitaron una parte sustancial del PIB, sino que deshicieron muchos de los avances sociosanitarios y en infraestructuras básicas registrados bajo la presidencia de Koroma. La corrupción, galopante, es otro problema de enorme magnitud. Dato personal a destacar por lo que supone de mensaje en favor de la armonía religiosa y étnica, Bio es un católico que está casado con una musulmana gambiana y cuyo vicepresidente es también musulmán.


(Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 10/4/2018. Julius Maada Bio ganó un segundo mandato de cinco años como presidente de la República de Sierra Leona en las elecciones del 24/6/2023, ganadas según los datos oficiales con el 56,2% de los votos. Su adversario de la oposición, Samura Kamara, denunció fraude).

Militar protagonista de la traumática historia reciente de Sierra Leona
Oriundo del sur del país y miembro de un comunidad étnica ampliamente minoritaria pero unida por fuertes lazos de identidad, la Sherbro, su padre era el líder tribal Charlie Bio II, jefe supremo de los Sherbro y soberano de Sogbini, entidad tradicional del distrito de Bonthe. Julius, bautizado en la fe católica, tenía 34 hermanos y hermanastros, salvo uno todos mayores que él, concebidos por su polígamo padre con un total de nueve esposas. La infancia del muchacho transcurrió con las facilidades propias de su distinguida condición social en los primeros años de la independencia nacional de Sierra Leona, una antigua colonia británica, gran suministradora de esclavos y materias primas durante siglos, que empezó siendo una democracia pluralista y que, como la práctica totalidad de sus vecinos continentales, terminó sucumbiendo a las intromisiones militares, el autoritarismo, el partido único y mal gobierno.

Bio estudió la primaria en escuelas católicas y terminó la secundaria a los 20 años de edad en un centro público elitista, la Bo School. Durante un año dio clases a niños en una escuela metodista. Su intención inicial era profundizar su formación en el prestigioso Fourah Bay College de la capital, Freetown, pero finalmente, impaciente por prestar servicios al Estado, optó por alistarse a la Academia Militar de Benguema, institución que preparaba a los cadetes oficiales de las Fuerzas Armadas de la República de Sierra Leona (RSLAF). En 1987, con 23 años, Bio se graduó luciendo los galones de teniente segundo del Ejército sierraleonés (SLA) y obtuvo su primer destino en la Lungi Garrison, en el distrito de Port Loko.

En estos momentos, Sierra Leona, una de las naciones menos desarrolladas de África a pesar de sus inmensas riquezas naturales, pasaba por la incompetente presidencia de Joseph Saidu Momoh. Sucesor del retirado autócrata Siaka Stevens en 1985 y prolongador del régimen dictatorial del Congreso de Todos los Pueblos (APC), el único partido legal desde 1978, Momoh procedía del generalato de las RSLAF y como gobernante civil se mostraba negligente, incapaz de parar el hundimiento económico que, estimulado por la corrupción, estaba arrastrando al país a la ruina más absoluta.

Por el momento un disciplinado soldado profesional, Bio cumplió diversas misiones castrenses. Combatió el contrabando selvático en la frontera de Guinea dentro de los esfuerzos de emergencia económica, recibió entrenamiento como oficial de seguridad aérea por personal de las Naciones Unidas y posteriormente regresó a la Academia de Benguema con el rango de comandante de pelotón. En 1990 fue movilizado en el batallón asignado por las RSLAF al ECOMOG, la fuerza de pacificación con capacidad de combate destacada por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) en la guerra civil que asolaba la vecina Liberia, origen de miles de refugiados cuya desesperada situación vino a agravar las penurias autóctonas de Sierra Leona, que no tenía dinero ni para importar combustibles o comprar generadores eléctricos.

El sangriento caos imperante en Liberia no tardó en desbordarse a Sierra Leona con las peores consecuencias imaginables. En marzo de 1991 hizo su irrupción guerrillera el Frente Unido Revolucionario (RUF), sanguinaria subversión armada conducida por Foday Sankoh y municionada sin disimulos por el señor de la guerra liberiano Charles Taylor. El objetivo estratégico de Sankoh y Taylor era derrocar el Gobierno de Momoh y la meta inmediata, lograda sin mucho esfuerzo, hacerse con el control del extremadamente lucrativo comercio de diamantes extraídos de los aluviones fluviales de los distritos orientales y meridionales linderos con Liberia.

La emergencia de seguridad declarada en casa trajo de vuelta al teniente Bio y la mayoría de sus colegas por orden del apurado presidente Momoh, quien, en una serie de maniobras tan aceleradas como tardías, desmanteló el sistema de partido único e hizo promulgar una nueva Constitución democrática. El grupo de militares fogueado en la guerra de Liberia llegó a la conclusión de que la continuidad de Momoh en el poder condenaba al país al desastre y se puso a conspirar. Había inquietudes patrióticas, pero las preocupaciones fundamentales eran materiales y corporativas: los militares descontentos encontraban ultrajante que se les mandara al combate contra el RUF sin los equipamientos necesarios, mal alimentados, peor armados y con sus soldadas sin cobrar. Así, el 29 de abril de 1992 Bio fue uno de los oficiales veinteañeros de rangos bajos que, bajo el liderazgo de Valentine Strasser, un capitán de 25 años, perpetraron un golpe de Estado que, sin derramamientos de sangre ni hallar resistencia alguna, acabó de un plumazo con los 24 años del régimen del APC. Momoh puso los pies en polvorosa cruzando la frontera de Guinea.

Una vez constituida en Freetown la típica junta militar, el Consejo Nacional Provisional de Gobierno (NPRC), con un núcleo rector denominado Consejo Supremo del Estado (SCS) y con el jovencísimo Strasser de presidente, Bio recibió el puesto de secretario de Estado para el Sur, una especie de gobernación militar regional con base en Bo, la segunda ciudad del país. Como miembro del NPRC y el SCS, Bio tomó parte activa en las tensas deliberaciones, los conflictos y las peleas en el seno de un sanedrín de soldados profesionales de corta edad, desconocedores de las tareas de gobierno, propensos a las reacciones desmedidas y que no sabían muy bien cómo hacer frente a una situación nacional desesperada por el doble embate del subdesarrollo crónico y la infección insurgente contagiada desde Liberia.

Las purgas internas desatadas por el inseguro Strasser, cuya aptitud para gobernar Sierra Leona dejaba bastante que desear, reforzaron la posición de Bio en la junta militar. Tras su misión en Bo, volvió a Freetown para tomar la Secretaría de Estado de Información y fue ascendido a capitán. Cuando en julio de 1993 el secretario de Estado jefe, el también capitán Solomon Anthony Musa, un oficial de carácter brutal, al parecer tras discutir violentamente con Strasser, fue expulsado del país a punta de pistola y obligado a tomar exilio en el Reino Unido, Bio le sustituyó como segunda persona del SCS. Sin dilación, el capitán fue promovido directamente a brigadier (general de brigada), saltándose los grados de mayor, teniente coronel y coronel.

Bio estaba considerado un camarada leal, más todavía, un amigo de Strasser. En los meses siguientes, la situación pareció mejorar para la junta militar, que gracias básicamente al socorro del ECOMOG de Liberia, a la asistencia de los Kamajors, belicosos cazadores tradicionales de la etnia Mendé, y a la efectividad de los Executive Outcomes, una organización mercenaria de paramilitares sudafricanos contratada por la junta para aplastar a los guerrilleros, pudo reconquistar los distritos diamantíferos perdidos y hacer retroceder al RUF hasta la frontera liberiana. Desgraciadamente, la negligencia logística del SCS empujó a muchos soldados regulares desamparados por sus mandos a buscarse su sustento por su cuenta y riesgo, con la consiguiente proliferación de la rapiña, la corrupción y los tráficos ilícitos de diamantes, oro, bauxita y otros minerales y materias preciosas.

La inseguridad creada por estos soldados renegados proclives a entenderse con los guerrilleros y a cometer fechorías impedía que pudiera aventurarse la victoria definitiva sobre el RUF, mientras que Strasser difería a un nebuloso futuro la reanudación del Gobierno constitucional y la normalización política. No pocos sierraleoneses estaban convencidos de que a los militares golpistas les interesaba que la guerra civil siguiera su curso como pretexto para no convocar un proceso democrático y eludir la devolución del poder a los civiles. Y entre tanto, muchos de ellos se enriquecían con el saqueo y el contrabando. También existía la creencia de que Strasser no era más que un figurón y que el poder real en la junta lo ejercía Bio.

La sintonía entre Bio y Strasser a propósito de las estrategias política y antiguerrillera debió de quebrarse en algún momento de 1995. El caso fue que el 16 de enero de 1996, el brigadier, en un limpio golpe cuartelero que fue secundado por varios coroneles y tenientes coroneles, derrocó a su subalterno en el escalafón castrense pero superior institucional, y se erigió en presidente de la junta y jefe del Estado. En su primer discurso a la nación tras montar maniatado a Strasser en un helicóptero con rumbo a Conakry, el nuevo hombre fuerte de Sierra Leona se comprometió a entregar el Gobierno a unas autoridades civiles elegidas democráticamente tan pronto como fuera posible y a poner fin a las luchas con el RUF, el cual sería obligado a pedir la paz. En Côte d'Ivoire ya había abierta una mesa de diálogo que buscaba hacer entrar en razones a Sankoh y sus hombres, campeones de las violaciones de Derechos Humanos y la comisión de atrocidades contra paisanos inermes.

Pese a sus promesas inaugurales, Bio mostró titubeos y maniobró para retrasar las elecciones generales pluralistas pendientes desde el último año de la presidencia de Momoh y ahora previstas para el 26 de febrero del año en curso, calendario que a algunos les parecía demasiado prematuro. Este espinoso tema fue discutido por Bio y Sankoh en el encuentro de conciliación que mantuvieron en la marfileña Abidján. Sin embargo, las presiones tanto de la sociedad civil, hastiada de la guerra, la falta de libertades democráticas y la depauperación general, como de los donantes internacionales, sabedores de las corruptelas clandestinas que se traían los uniformados al socaire de su gobierno de facto, obligaron al brigadier a confirmar la celebración de los comicios en la fecha inicialmente indicada.

Los ganadores de las históricas votaciones presidenciales y legislativas del 26 de febrero y el 15 de marzo de 1996 fueron el respetado abogado y funcionario internacional Ahmad Tejan Kabbah y su centrista Partido Popular de Sierra Leona (SLPP), la formación dirigida en la década de los sesenta por los hermanos primeros ministros Milton y Albert Margai, proscrita por Siaka Stevens en 1978 y ahora renacida. El 29 de marzo el NPRC/SCS quedó disuelto, Kabbah tomó posesión de la Presidencia con un mandato quinquenal y Bio puso término a 12 años de servicio en las RSLAF. Su última posición de mando fue la de jefe del Estado Mayor de la Defensa, con el grado de brigadier. Antes de terminar el año, Kabbah y Sankoh iban a firmar un Abidján un acuerdo de paz que la mala voluntad del recalcitrante caudillo guerrillero acabaría convirtiendo en papel mojado.


Dos tentativas presidenciales en las filas del SLPP
Tras abandonar el Gobierno de facto y el servicio activo en la milicia, Bio, todavía un hombre joven de 32 años, se trasladó a Estados Unidos, donde estuvo afincado una larga temporada. Volvió a las aulas para sacarse una licenciatura en Asuntos Internacionales por la American University de Washington, D.C., mientras que en el terreno profesional puso en marcha la International Systems Science Corporation (ISSC), una pequeña firma de consultoría e inversiones en el ramo farmacéutico que no prosperó. Luego, una vez retornado a su país en 2003 al expirar el permiso de residencia concedido por el Gobierno norteamericano (de hecho, intentó, con trampas, regularizar su estancia en Estados Unidos como solicitante de asilo, estatus al que claramente no tenía derecho), probó fortuna con los negocios privados de exportación de café y cacao.

Durante casi una década, el ex militar, en apariencia, se mantuvo alejado de la actualidad sierraleonesa, que tras los esperanzadores acontecimientos de 1996 volvió a sumergirse en la anarquía y el terror. En mayo de 1997 Kabbah, el presidente constitucional, cayó derrocado en un nuevo y violento golpe de Estado militar que sentó en el poder al mayor Johnny Paul Koroma, cuya junta dictatorial, para pasmo de todo el mundo, se alió con el RUF, articulándose así una inopinada coalición guerrillero-militar con los propósitos descarados de eternizar el saqueo patrimonialista del país y postergar indefinidamente cualquier salida democrática.

La valerosa actitud de resistencia del mandatario depuesto, desde su refugio en Guinea, más el contundente auxilio militar prestado por los gobiernos amigos de la CEDEAO, Nigeria sobre todo, y la antigua metrópoli colonial, el Reino Unido, permitieron a Sierra Leona pasar página por fin al capítulo más trágico de su historia, tras tortuosas vicisitudes, en enero de 2002; entonces, Kabbah, restituido en la Presidencia desde marzo de 1998, declaró concluida la guerra civil con el RUF, liquidado como fuerza guerrillera y desarmado por la ONU al cabo de una década de combates, destrucción generalizada y 50.000 muertos. El país estaba destrozado hasta los cimientos, exangüe. En las elecciones presidenciales del 14 de mayo de 2002, celebradas con un año de retraso por el estado de inseguridad, Kabbah fue reelegido para otro lustro frente a su contrincante del APC, Ernest Bai Koroma, con un aplastante 70% de los sufragios.

En 2005 Bio, quien dio su testimonio a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (TRC) creada por el presidente Kabbah para analizar las violaciones de los Derechos Humanos cometidas por todas las partes en conflicto durante los años de la guerra civil, cerró su largo paréntesis político con la obtención de la membresía en el partido del Gobierno. Kabbah, por imperativo constitucional, no podía postularse al tercer mandato en 2007 y en el SLPP se abrió la carrera por su sucesión. En septiembre de 2005 Bio compitió por la presidencia del partido en un cónclave interno del que salió triunfador Solomon Berewa, el vicepresidente de la República con Kabbah, quien luego, en las votaciones nacionales de agosto de 2007, sucumbió ante el opositor Koroma, con lo que el SLPP fue mandado a la oposición.

En esta campaña electoral, Bio fue citado por la prensa nacional a propósito de unas turbadoras declaraciones, sobre que no dudaría en "derrocar" al Gobierno del APC si Koroma ganaba la Presidencia. Posteriormente, el político matizó que sus palabras habían sido "sacadas de contexto", y que lo que había querido decir era que propiciaría la toma inconstitucional del poder solo si el país regresaba a las "atroces" condiciones que padecía cuando el golpe de 1992.

Bio planteó de nuevo su envite democrático en la siguiente oportunidad. El 1 de agosto de 2011 el SLPP anunció que el general retirado, con el 39,5% de los votos, emergía como el ganador del proceso de primarias sobre otros 18 precandidatos, el más potente de los cuales era Usman Boie Kamara, un ex funcionario vinculado a la industria minera. La nominación presidencial de Bio para enfrentarse al reeleccionista Koroma vino a confirmar las grandes líneas étnico-territoriales dibujadas por las principales fuerzas políticas del país: el SLPP recogía su apoyo fundamentalmente de los Mendés, los Sherbro y los grupos tribales afines del sur y el este, mientras que el APC gozaba de un especial influjo en las comunidades Temné, Limba, Kono y Koranko del norte y el oeste. Para optimizar sus posibilidades en las urnas, el opositor pidió disculpas por su comportamiento personal y por el de los soldados bajo sus órdenes, y aceptó su parte en la responsabilidad colectiva de la antigua junta militar por todos los abusos y crímenes sufridos por los ciudadanos a manos del Gobierno y el Ejército entre 1992 y 1996.

En la elección nacional del 17 de noviembre de 2012 Bio sacó el 37,4% de los votos y no consiguió forzar la segunda vuelta, requerida si el candidato más votado no superaba la barrera del 55%: Koroma rozó el 59%. En las legislativas, el SLPP siguió a la zaga del APC como fuerza parlamentaria. Pese a la intensa rivalidad de los dos partidos, cuyos militantes más exaltados llegaban fácilmente a las manos en sus reyertas callejeras, Bio no formuló denuncias de fraude electoral, tan habituales a lo largo y ancho del continente, y reconoció con tranquilidad su derrota inapelable a manos de Koroma, contribuyendo así al desarrollo fluido del proceso democrático.

Por otro lado, en 2013 el político contrajo un matrimonio interreligioso con Fatima Jabbie, una musulmana de etnia Mandingo que era mitad sierraleonesa, mitad gambiana. La boda, celebrada con doble rito en una iglesia y en una mezquita, aconteció en Londres, capital europea donde Bio, de vez en cuando, era invitado a publicar comentarios periodísticos y a pronunciar charlas sobre cuestiones relativas a su país por el periódico The Guardian y por el think tank Chatham House. Además, Bio comenzó un doctorado en Estudios de Paz por la Universidad de Bradford. El matrimonio tuvo un bebé, que se sumó a los tres hijos concebidos por él en Estados Unidos con una anterior pareja. En 2014 los Bio presentaron una Fundación que llevaba su nombre y que se fijó una serie de labores de caridad social.

El tercer intento presidencial de Bio, en 2018, fue el resolutivo. El líder opositor se vio decisivamente impulsado por las ganas de cambio de la mayoría del electorado tras el accidentado segundo mandato de Koroma, un presidente voluntarioso pero cuyo programa de desarrollo humano y mejoras en las infraestructuras públicas, después de producir una serie de resultados tangibles, se vio sucesivamente golpeado y desbaratado por los escándalos de corrupción, las trifulcas en sus propias filas (despido en 2015 del vicepresidente Samuel Sam-Sumana) y, sobre todo, por dos azotes de la naturaleza, consecutivos y, para quienes las sufrieron, de dimensiones apocalípticas: la epidemia de ébola de 2014-2016, que contagió a 14.000 sierraleoneses, mató a 4.000, dejó el sistema sanitario en escombros y aniquiló la quinta parte del PIB, y, a modo de cruel remate, las lluvias torrenciales de agosto de 2017, causantes de unas inundaciones y unas avalanchas de lodo catastróficas que arrasaron Freetown y sus alrededores, dejando un balance desolador de un millar largo de víctimas mortales y desaparecidos, y más de 3.000 paisanos sin hogar.

Las elecciones generales tuvieron lugar el 7 de marzo de 2018, con los cinco años del segundo y definitivo mandato de Koroma ya rebasados, en un clima de paz, sin incidentes dignos de reseñar. Registrándose una participación del 84,2%, porcentaje ciertamente elevado pero no excepcional en Sierra Leona, Bio se puso en cabeza con el 43,3% de los votos, seguido muy de cerca por el postulante del oficialismo, Samura Kamara, ministro de Exteriores, y antes de Finanzas, con Koroma, quien cosechó el 42,7%. Otros 14 candidatos fueron eliminados. Habría, por tanto, balotaje, como en 1996 y 2007. La política sierraleonesa, una democracia asomada al modelo de la alternancia por turnos de gobierno, seguía siendo cosa particular de dos partidos, el SLPP y el APC. Bio, llevando al musulmán Mohamed Juldeh Jalloh de compañero de fórmula para la Vicepresidencia, remachó su victoria el 31 de marzo con el 51,8% de los votos, de acuerdo con los datos publicados por la Comisión Nacional Electoral (NEC).

El 4 de abril Julius Maada Bio, a los 53 años de edad, ensalzado como el "padre de la democracia" en Sierra Leona por sus seguidores pero acusado por sus detractores de tener las manos manchadas de sangre en tanto que corresponsable de los crímenes perpetrados por la dictadura militar de 1992-1996, pronunció la fórmula, Biblia en mano, que le convertía en el quinto presidente constitucional de Sierra Leona. La mudanza institucional ocurría en unas circunstancias irregulares: el derrotado por muy poco, Kamara, alegaba malas artes en el escrutinio de los votos, presuntas manipulaciones que pensaba denunciar ante los tribunales, y la ceremonia de jura tuvo lugar en un hotel de Freetown. "Este es el amanecer de una nueva era. El pueblo de esta gran nación ha votado para tomar una nueva dirección (...) Solo tenemos un solo país, Sierra Leona, y todos somos un único pueblo", afirmó con tono integrador y conciliador el nuevo mandatario.

(Cobertura informativa hasta 10/4/2018)