Juan Orlando Hernández Alvarado

Las elecciones presidenciales celebradas en Honduras el 24 de noviembre de 2013 han dado la victoria al candidato del Gobierno, Juan Orlando Hernández Alvarado, líder del derechista Partido Nacional. El nuevo mandatario hondureño, cuyo período de cuatro años arranca el 27 de enero, cuando tomará el relevo a su colega Porfirio Lobo, hereda un panorama nacional bastante ensombrecido por la desastrosa situación de la seguridad ciudadana –asolada por una brutal delincuencia de múltiples rostros, la nación centroamericana es la más violenta del mundo sin un estado de guerra-, la pobreza galopante, la corrupción, el bajo crecimiento y las dificultades financieras.

Frente a este complicado escenario, Hernández, un abogado de 45 años con amplias tablas en política y que representa el tradicionalismo conservador, ofrece un plantel de propósitos que él sintetiza en la tríada de "recuperar la paz", "generar empleo" y dotar a sus paisanos de "una vida mejor". Los programas asistenciales para los más desfavorecidos, la militarización del combate a las maras y el crimen organizado, que según él dará resultados allá donde todos sus predecesores han fracasado, y el no menos polémico plan de las "ciudades modelo", concebido para atraer inversión extranjera en verdaderas islas de excepcionalidad jurídica, son una batería de actuaciones que de hecho ya están en marcha, pues él las ha venido impulsando y ejecutando, con acentos populistas y autoritarios, desde el puesto de presidente del Congreso. Los llamamientos del jefe electo del Estado a la unidad nacional y a la superación de las heridas abiertas por la remoción golpista de José Manuel Zelaya en 2009 topan con la agria reacción de la derrotada candidata de la izquierda y esposa del ex presidente depuesto, Xiomara Castro, quien ha denunciado un fraude al que los observadores internacionales no han dado confirmación.

Aunque se lleva el mérito de ser el primer presidente que sucede a otro de su partido desde la restauración democrática de 1982, Hernández ha ganado con un volumen de votos, el 36,9%, muy inferior al de que cualquiera de sus ocho antecesores, y en un ambiente político polarizado. Por lo demás, las elecciones de 2013 han firmado el acta de defunción del centenario bipartidismo exclusivo de dos fuerzas del centro-derecha, nacionales y liberales, e inaugurado un modelo más plural donde los partidos mayoritarios son ahora el PNH de Hernández y el LIBRE del zelayismo.

(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 5/12/2013. El presidente Juan Orlando Hernández, en virtud del fallo sobre la "inaplicabilidad" del art. 239 de la Constitución Política de Honduras emitido el el 22/4/2015 por la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y posteriormente ratificado, se presentó de nuevo a las elecciones del 26/11/2017 y fue reelegido con el 42,9% de los votos. Su segundo mandato de cuatro años concluyó el 27/1/2022, fecha en que cedió la Presidencia a Xiomara Castro de Zelaya, presidenta electa del partido opositor Libertad y Refundación (LIBRE). El 15/2/2022 el ex presidente fue detenido en Tegucigalpa por la Policía con una orden de arresto de la Corte Suprema de Justicia de Honduras, en respuesta a la solicitud de extradición hecha llegar en la víspera por el Gobierno de Estados Unidos en relación con unos cargos judiciales de narcotráfico, tráfico de armas, corrupción pública ligada al crimen organizado y asociación ilícita).

1. Diputado y dirigente del Partido Nacional de Honduras
2. Etapa al frente del Congreso Nacional
3. Candidato presidencial en las elecciones de 2013
4. Contestado triunfo sobre la zelayista Xiomara Castro


1. Diputado y dirigente del Partido Nacional de Honduras

Oriundo de Gracias, capital del departamento occidental de Lempira, creció en el hogar de clase rural acomodada formado por los señores Juan Hernández Villanueva, fiel votante del derechista Partido Nacional de Honduras (PNH), y Elvira Alvarado Castillo, quienes sacaron delante una abultadísima prole de 17 hijos. El pequeño Juan Orlando, el tercero más joven de los hermanos, cursó la educación primaria y comenzó la secundaria en su ciudad natal, si bien concluyó el bachillerato en el Liceo Militar del Norte, casa de estudios inaugurada en 1983 en San Pedro Sula y en cuya primera promoción egresó dos años después. A continuación, se matriculó en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) para cursar la carrera de Derecho. En las aulas conoció a su compañera sentimental y futura esposa, la olanchana Ana Rosalinda García Carías, con la que iba a tener cuatro hijos.

Mientras se preparaba como abogado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Tegucigalpa, Hernández dio sus primeros pasos en la política como presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho de la UNAH, función que desempeñó entre 1988 y 1989, y también de la mano de un hermano mayor, Marco Augusto, quien iniciaba una carrera como congresista del PNH. En estos momentos, los nacionalistas se encontraba en la oposición al Gobierno del Partido Liberal (PLH) y el presidente José Azcona Hoyo, después de haber dominado la escena política hondureña durante buena parte del siglo XX. En este período, habían gobernado el país directamente, vía elecciones o con fórmulas autoritarias, pero también de manera tangencial, como soporte político de regímenes militares.

El PNH y el PLH eran adversarios inveterados, si bien compartían intereses oligárquicos y cultivaban por igual el clientelismo político más tradicional. En sus senos florecían diversas facciones y tendencias, que en el caso del PNH tenían unos acentos más derechistas y proempresariales, mientras que en el PLH podían identificarse con las reformas progresistas y la consolidación de la sociedad civil.

En febrero de 1990, coincidiendo con su matrimonio con Ana Rosalinda García y poco antes de egresar de la UNAH con el título de licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, abogado y notario, Juan Orlando fue llamado por su hermano para que le asistiera en su despacho del Congreso Nacional, del que acababa de ser elegido primer vicepresidente, adjunto al cabeza del Legislativo, Rodolfo Irías Navas. En la legislatura 1990-1994, como resultado de las elecciones generales de noviembre de 1989, el PNH gozaba de mayoría en el Congreso mientras que la Presidencia de la República, por primera vez desde la restauración democrática de 1982, la ostentaba uno de sus dirigentes, el economista Rafael Leonardo Callejas Romero.

Las actividades políticas y académicas absorbieron el quehacer de Hernández, que apenas practicó la abogacía. En 1991, los contactos políticos facilitados por su hermano en la dirigencia y el Gobierno del PNH le permitieron ocupar su primer puesto institucional, la dirección del Consejo Nacional de la Juventud. Posteriormente, partió con una beca para estudiar legislación en España. A su regreso se implicó de lleno en las labores del PNH, concretamente en la precandidatura presidencial de Roberto Martínez Lozano, de cuyo movimiento proselitista, conocido por las siglas de Roma, fue coordinador departamental en Lempira en 1993.

La ambición de Martínez Lozano fue frustrada por el empuje de su contrincante interno Oswaldo Ramos Soto, ganador de las primarias nacionalistas (y quien luego, en las elecciones generales de noviembre, terminó derrotado por el postulante del PLH, Carlos Roberto Reina Idiáquez), pero haber estado a su servicio le abrió a Hernández las puertas de la gran política.

Antes de dar el paso definitivo en este ámbito, Hernández quiso potenciar su currículum formativo para aspirar con más solidez a un mandato de legislador en el Congreso. Apoyado de nuevo en una beca por excelencia académica, en 1994 ingresó en la Universidad Estatal de Nueva York en Albany (SUNY) y tras un año de estudio en el centro estadounidense estuvo de vuelta en Tegucigalpa trayendo una maestría en Administración Pública. El equipo de Martínez Lozano impulsó en 1997 su candidatura a un curul por Lempira. En los comicios del 30 de noviembre el todavía veinteañero se impuso a su adversario liberal en el departamento, tal que en enero de 1998 estrenó la condición de congresista.

En su primera legislatura, Hernández fungió como diputado de la oposición al Ejecutivo liberal de Carlos Roberto Flores Facussé (vencedor en las urnas sobre la candidata del PNH, Alba Nora Gúnera de Melgar, viuda del ex dictador militar Juan Alberto Melgar Castro) y su labor parlamentaria estuvo centrada en las reformas del Poder Judicial y el Código Penal. Simultáneamente, hasta 1999, dio clases de Derecho Constitucional en la UNAH.

Reelegido en las votaciones del 25 de noviembre de 2001, que esta vez sonrieron a los nacionalistas con la elección presidencial del empresario Ricardo Maduro Joest, al frente del Comité Central del Partido Nacional (CCPN), y la obtención de una mayoría simple en el Congreso, Hernández añadió la función de primer secretario de la Junta Directiva de la Cámara. En su segunda legislatura, correspondiente al período 2002-2006, el diputado se mostró especialmente activo en las iniciativas para reducir los privilegios y transparentar la labor de los congresistas en aras de la lucha contra la corrupción; así, estos fueron obligados a rendir cuentas y a firmar declaraciones juradas de bienes.

Durante su tercer mandato congresual, entre 2006 y 2010, Hernández se afianzó en la dirección del PNH como uno de los principales lugartenientes de Porfirio Lobo Sosa, empresario agropecuario, antiguo titular del Congreso y hasta 2008 presidente del CCPN. En las elecciones generales del 27 de noviembre de 2005 Lobo perdió la partida ante el liberal José Manuel Zelaya Rosales, fracaso que no le impidió seguir liderando a los nacionalistas.

El 15 de marzo de 2009 el PNH celebró en Comayagüela una Convención que supuso el respaldo unánime a la segunda candidatura presidencial de Lobo, vencedor en la elección primaria de noviembre de 2008, su reemplazo en la presidencia del CCPN por el alcalde de Tegucigalpa, Ricardo Antonio Álvarez Arias, y la selección de Hernández para la Secretaría General.

Hernández fue reelegido por tercera vez consecutiva diputado por Lempira en las elecciones generales del 29 de noviembre de 2009. Los comicios, ganados por Lobo, estuvieron envueltos de la tensión política y la división nacional que Honduras arrastraba desde la defenestración en junio de Zelaya, quien fue secuestrado y expulsado del país por los militares, y destituido por el Congreso con los argumentos de que el presidente, al convocar una "encuesta nacional" sobre la convocatoria de una Asamblea Constituyente de manera unilateral y contra el criterio de la Corte Suprema de Justicia, había violado las leyes y la Constitución, y abierto las puertas a un proyecto de reelección.

En la crisis previa al movimiento golpista del 28 de junio, que tal fue considerado por el damnificado, por sus abundantes seguidores en las clases populares y por los gobiernos y organismos de América Latina, el PNH formó parte de la amalgama de fuerzas conservadoras y tradicionales, políticas, empresariales y judiciales, que tomaron cartas frente al inesperado viraje protagonizado por Zelaya.

Este, tras asumir el poder en enero de 2006 y rompiendo con las señas de identidad de su propia agrupación, el PLH -el cual se fracturó entre leales y detractores, a la cabeza de los cuales estaba el nuevo presidente de facto, Roberto Micheletti Baín-, había proclamado su alianza con Hugo Chávez, se había declarado de izquierdas y había anunciado la unión de Honduras a la América Bolivariana, el ALBA. Al final, el presidente que la comunidad internacional consideraba el legítimo no consiguió ser restituido antes de la conclusión de su mandato y los zelayistas, frustrados, no tuvieron más opción que boicotear las elecciones generales que devolvieron al PNH al poder.


2. Etapa al frente del Congreso Nacional

En enero de 2010 tuvo lugar la asunción de las nuevas autoridades ejecutivas y legislativas salidas de las urnas. Hernández, cómodamente recostado en la mayoría de 71 diputados ganada por su formación, fue investido presidente del Congreso en sustitución del liberal José Alfredo Saavedra Paz el 25 de enero. Dos días después él fue el encargado de imponerle la banda presidencial a Lobo, acto que inauguró su mandato de cuatro años en la jefatura del Estado. A los pocos días de producirse el cambio de Administración, Hernández asumió en El Salvador la presidencia pro témpore del Foro de Presidentes de Poderes Legislativos de Centroamérica y la Cuenca del Caribe (FOPREL), cuya VIII Reunión Extraordinaria se encargó de dirigir en San Pedro Sula a últimos de abril.

Como presidente del Congreso, Hernández impulsó la tramitación, debate y aprobación de los proyectos de ley y otras disposiciones del oficialismo, algunos altamente polémicos, como la autorización del Gobierno a la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) para que contratara con un generador extranjero la compra de un paquete energético "de emergencia", decreto que fue investigado por el Tribunal Superior de Cuentas por posibles irregularidades. También resultó muy controvertida la Ley Orgánica de las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE). Aprobada por el Congreso en junio de 2013, la norma regulaba la creación de las llamadas "ciudades modelo" y permitía a determinados municipios interesados, vía referéndum, convertirse en tales.

Representantes de los partidos de la oposición y numerosas organizaciones sociales apreciaron abundantes elementos de inconstitucionalidad en la Ley de las ZEDE, concebida por el Ejecutivo para atraer inversiones y generar empleo, porque abría la puerta a unas nuevas entidades autónomas dotadas de un autogobierno en múltiples ámbitos, particularmente en el financiero, el tributario y el judicial, en un sentido favorable a los intereses del capital privado y el libre mercado, y, según ellos, lesivo para la protección y la igualdad jurídica de los hondureños. De hecho, la primera versión del proyecto, contenido en un decreto legislativo de 2011 y que se refería a las ciudades modelo como Regiones Especiales en Desarrollo (RED), fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema en octubre de 2012. El fallo, adoptado por cuatro votos contra uno, obligó al oficialismo a reformular sus planes con una serie de enmiendas, siendo el resultado de las mismas la Ley Orgánica de la ZEDE.

En diciembre de 2012 el Congreso, actuando bajo la enérgica, autoritaria en opinión de sus críticos, batuta de Hernández y por 97 votos contra 31, destituyó de un plumazo a los cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema, incluido su presidente, José Antonio Gutiérrez Navas, que habían votado contra las RED en la sentencia de dos meses atrás. La expeditiva medida, adoptada para ahorrarle obstáculos judiciales al nuevo enfoque legal de las ciudades modelo, no tenía precedentes en la democracia hondureña y desató un torrente de valoraciones negativas dentro y fuera del país.

A título individual, Hernández mostró especial predilección por los trabajos legislativos para la mejora del sistema educativo y la lucha contra la inseguridad ciudadana, mal que desde hacía años había adquirido unas proporciones terroríficas por los desmanes criminales y la impunidad de las ultraviolentas pandillas juveniles o maras, los sicarios o asesinos a sueldo, las bandas de extorsionadores y secuestradores exprés, y los brutales cárteles de la droga mexicanos, que estaban extendiendo a Honduras sus campos de negocio y de batalla. Según organismos especializados, Honduras era el país más violento del mundo sin un estado formal de guerra al presentar una tasa anual de 85,5 homicidios por cada 100.000 habitantes.

A fin de atajar los estragos de la delincuencia desbocada, que tanto atormentaban la vida diaria de los hondureños, el presidente del Congreso promovió personalmente las leyes para la creación de la Policía Militar de Orden Público (PMOP) y la Unidad Toma Integral Gubernamental de Respuesta Especial de Seguridad (Tigres), las cuales debían reforzar la capacidad del Estado para prevenir y perseguir los delitos comunes, si bien activistas de Derechos Humanos transmitieron su temor a que estos nuevos cuerpos armados contribuyeran a aumentar la violencia en las calles más que a reducirla.

Otras medidas adoptadas por el Gobierno y el grupo parlamentario del PNH para obtener mejoras en este gravísimo problema nacional fueron la reactivación del Consejo Nacional de Seguridad Interior (Conasin), la reforma de la Ley Orgánica de la Policía Nacional (LOPN) y la aprobación, en junio de 2011, de la Ley Temporal de Seguridad Poblacional, que imponía una serie de tasas especiales a cuentas bancarias y actividades empresariales con el fin de obtener fondos extra para los brazos policial, militar y judicial del Estado.

En su versión inicial, la llamada Tasa de Seguridad era del 0,05% para los ingresos brutos de las comidas rápidas, del 0,3% para todas las transacciones bancarias desde cuentas y depósitos superiores a los 120.000 lempiras así como los créditos, del 1% para las operaciones de los casinos, del 5% para las exportaciones mineras y del 21% para las ventas de teléfonos celulares. Cada reintegro en efectivo o con cheque de ahorros que superasen el techo de exención se gravaría con 3 lempiras por cada 1000. Con estas gabelas, el Ejecutivo esperaba recaudar hasta 2016 7.500 millones de lempiras (400 millones de dólares) que destinaría a combatir el crimen organizado, el narcotráfico y la delincuencia común.

Ante la avalancha de críticas que suscitó la nueva norma, mal recibida por el Consejo de la Empresa Privada (Cohep), las organizaciones de consumidores, la banca y otros colectivos, el oficialismo se avino a introducir una serie de reformas a la ley, defendida con ahínco por Hernández porque "estamos en emergencia nacional, el tema de la delincuencia es inaguantable y no podemos esperar más para darle respuesta a la gente". La versión enmendada bajó de 3 a 2 lempiras la tasa a las transferencias bancarias y de 3 a 1,5 lempiras la tasa a los préstamos, que pagaría totalmente el banco emisor, y alivió las contribuciones especiales de la minera y otras actividades comerciales. Por otro lado, incluyó un cobro a las renovaciones de las tarjetas de crédito. Las remesas de los emigrantes, los préstamos interbancarios y los fondos de pensiones siguieron al margen de la Tasa de Seguridad.


3. Candidato presidencial en las elecciones de 2013

El 18 de marzo de 2012, tras cinco meses de actividad promocional a lo largo y ancho del país en los que hizo alarde de recursos económicos, Hernández presentó en el estadio capitalino Chochi Sosa su precandidatura de cara a las elecciones presidenciales de 2013. Arropado por miles de entregados seguidores, el jefe del Congreso, citado en los textos escritos como JOH, lanzó mensajes de "justicia social" y "solidaridad", y fue muy enfático en los llamamientos a la "unidad" de la familia nacionalista. Su plataforma, Azules Unidos, obtuvo las adhesiones de destacadas figuras del partido, como el ex presidente Callejas, y desde el primer momento contó con el favoritismo sin disimulos del presidente Lobo.

A finales de abril de 2012 Hernández fue la estrella de la Convención del PNH en La Ceiba, donde volvió a invocar un "pacto de unidad" cuya lectura entre líneas apuntaba a su coronación como el virtual candidato único para las elecciones primarias abiertas del mes noviembre, que en tal caso darían lugar a una ceremonia de aclamación. El precandidato estaba seguro de su victoria en la criba interna y ya se veía como el abanderado presidencial del PNH. Los convencionales aceptaron la renuncia de Hernández como secretario general del partido, puesto para el que fue elegido Francis Rodríguez.

El llamado a la unidad de Hernández fue desdeñado por sus dos principales rivales, ambos ausentes de la Convención: Ricardo Álvarez, el presidente del CCPN y alcalde de Tegucigalpa, quien se postulaba por el Movimiento Salvemos Honduras (y quien iba a recibir el respaldo del ex presidente Maduro); y Miguel Rodrigo Pastor Mejía, recién apartado por Lobo de la Secretaría de Obras Públicas, Transporte y Vivienda del Gobierno, quien concurría por el Movimiento Por Mi País. No sólo eso, sino que rehusaron suspender sus ambiciones otros cuatro precandidatos del partido, que por lo tanto llegó a la elección primaria más fraccionado que nunca. Estos eran Víctor Hugo Barnica Alvarado, por el Movimiento Acción Barnica, Francisco Fernando Anduray Díaz, por el Movimiento Auténticos Nacionalistas, Eva Celestina Fernández Rodríguez, por Corazón Azul, y Loreley Concepción Fernández Rodríguez, de Por una Mejor Honduras.

La elección primaria nacionalista del 18 de noviembre de 2012, que Hernández había concebido como un paseo triunfal, desató una marejada interna. De acuerdo con el escrutinio del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el aún presidente del Congreso se llevó la nominación de su partido con el 45,4% de los votos, en números absolutos, 446.230 papeletas. El segundo más votado, con el 38,7%, fue Álvarez y el tercero Pastor con el 12,1%. Los resultados oficiales fueron publicados por el TSE el 9 de diciembre.

El presidente nominal del PNH no aceptó estos resultados, que tachó de fraudulentos, y tras agotar las instancias legales en el TSE presentó un recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia en demanda de un recuento voto por voto. El 25 de enero de 2013, tras un mes largo pródigo en cruces de declaraciones y en presiones manifiestas desde la Presidencia de la República para que aceptara su derrota (validada además por la misión de observadores de la OEA), Álvarez se resignó a acatar el fallo de la Sala Constitucional de la Corte Suprema, contrario a su demanda de recuento.

Profundamente decepcionado, el edil capitalino declinó ser ratificado en la presidencia del CCPN, puesto cimero que, sin sorpresas, recayó en su victorioso contendor de Azules Unidos por decisión de la Convención partidaria celebrada el 3 de marzo en la Villa Olímpica de Tegucigalpa. Con el partido rendido a sus pies, Hernández proclamó a los convencionales la "unidad granítica" del PNH, el cual estaba listo "para la segunda gran victoria", luego de la conquistada por Lobo cuatro años atrás, en las elecciones del 24 de noviembre. A continuación, el aspirante tendió una rama de olivo con premio de consolación a Álvarez, quien aceptó integrarse en su fórmula electoral como uno de los candidatos a designados presidenciales.

El 12 de junio de 2013 JOH escenificó el fin de su criticada acumulación de poderes y cometidos con el anuncio de que se retiraba de la jefatura del Congreso, donde había acentuado el personalismo legislador desde que hiciera públicas sus ambiciones presidenciales, para "dedicarse totalmente" a la campaña electoral. Se trataba de una baja física y no de iure, pues él seguiría siendo el titular de la Cámara hasta el final de la legislatura en 2014.

Hasta ahora, sus contrincantes de la oposición, donde llevaban la voz cantante Xiomara Castro Sarmiento, esposa del ex presidente Zelaya y candidata de Libertad y Refundación (LIBRE, el partido de izquierda puesto en marcha por su esposo en 2011 tras regresar a Honduras desde la República Dominicana), y Mauricio Villeda Bermúdez por el PLH, venían echando en cara a Hernández que se valiera de los medios y la publicidad que el Estado ponía a su servicio como titular de una alta magistratura institucional para favorecer sus intereses proselitistas.

Villeda denunció la "aplanadora mecánica, totalitaria y corrupta de la gestión parlamentaria del considerado binomio Hernández–Lobo Sosa", mientras que Castro retrató al político derechista como el continuador de la "pesadilla neoliberal" que vivía Honduras. En particular, la oposición tildó de "populistas" y "electoralistas" toda una batería de novedades legislativas de fuerte sabor social y que terminaron mezclándose con las propuestas contenidas en el programa de Gobierno del líder nacionalista, el Plan de Todos para una Vida Mejor, el cual fue presentado en una Convención extraordinaria en San Pedro Sula el 29 de septiembre de 2013.

En este acto de campaña, Hernández pidió no olvidar que el PLH y Zelaya habían dejado al país "dividido, destruido, al borde de una guerra civil, sin reconocimiento internacional, sin dinero y quebrado". El líder nacionalista detalló lo que los hondureños se jugaban en las votaciones de noviembre, en su opinión las más importantes del último medio siglo, pues entrañaban una elección crítica. Por un lado, explicó, estaba "el camino que nos trajo miedo, desesperanza, odio, división, enfrentamiento entre hermanos, improvisación y la violencia política"; por el otro lado, estaba "el camino que nosotros representamos, el camino de la unidad, fe, esperanza, democracia y libertad, que garantizan la seguridad, el empleo, la educación de calidad para una vida mejor, la garantía para la libre empresa y a la propiedad, el fomento de la inversión extranjera y el apoyo a los agricultores".

Muchas de las mejoras aprobadas por el Congreso para beneficiar a los hondureños con menos ingresos y reducir la omnipresente pobreza (padecida en sus diversas formas por más del 60% de la población, tasa que era la segunda más elevada del hemisferio occidental tras la de Haití) en el país centroamericano vieron la luz antes de presentar Hernández su precandidatura presidencial en 2012. Fue el caso, por ejemplo, del Bono 10 Mil Urbano y Rural, subvención gubernamental de 10.000 lempiras anuales para las familias pobres que en junio de 2011 adquirió por ley un carácter vitalicio y que Hernández en persona entregó a miles de paisanos rodado de gran bombo mediático. Ahora, el candidato prometía duplicar el número de familias beneficiarias del Bono 10 Mil, hasta alcanzar las 800.000.

Desde 2011, la web institucional y el canal propio de televisión del que, sin reparar en gastos, se dotó el Congreso difundieron con lujo de detalles los avances de los nuevos proyectos sociales del oficialismo conocidos como las Microempresas de la tortilla y los Eco-fogones, destinados a dotar a las empobrecidas comunidades rurales de recursos comunales y domésticos para elaborar el alimento básico de la tortilla, cocer pan y cocinar con poca leña. Las estrellas absolutas de esta campaña social sobre el terreno, que convertían al Poder Legislativo en una especie de Ministerio del Desarrollo o incluso una ONG, eran Hernández, infatigable, voluntarioso y abierto al calor humano, y su propia esposa, Ana García, quien no era sino la directora de la Oficina de Desarrollo Social del Congreso.

Como tal, la señora de Hernández era la responsable de ejecutar Vida Mejor, vasto programa que además de las microempresas y los eco-fogones se encargaba de la instalación de filtros de agua biodegradables, de dignificar viviendas dotándolas de piso de cemento, techo y letrinas, de ayudar a sembrar huertas y de repartir las Bolsas Solidarias, con raciones de comida que incluían frijoles, arroz, manteca, café, azúcar y otros alimentos. Por supuesto, Vida Mejor fue incorporado como piedra angular a su Plan de Gobierno por Hernández, quien habló de multiplicar el alcance benéfico de todos estos programas. En particular, se proponía crear 200.000 nuevas microempresas semi-industriales para el procesado de harina de maíz y la fabricación de tortillas y pan, llevar los eco-fogones a un total de 800.000 familias y hacer permanentes las bolsas solidarias.

En octubre, en plena campaña electoral, el candidato puso en marcha el programa Chamba Vivís Mejor, dirigido a la formación profesional de jóvenes y con el que pretendía generar 100.000 empleos urbanos con la colaboración del Cohep y la Asociación Hondureña de Maquiladores (AHM). Otros 100.000 puestos de trabajo, añadió, vendrían de la industria de la maquila. En el campo, el Programa de Emergencia de Reactivación del Sector Agroalimentario permitiría crear 200.000 empleos rurales en los cuatro años de Gobierno.

Además, prometió prolongar el programa Empleo por Hora, orientado a las micro, pequeñas y medianas empresas. Creado en 2010 con una duración de 36 meses, el Congreso había prorrogado recientemente este programa hasta el 31 de diciembre. La demanda masiva de mano de obra en Honduras estaba garantizada desde el momento en que un Ejecutivo suyo, continuaba Hernández, daría luz verde al desarrollo de grandes proyectos de infraestructura como el tren interoceánico, la construcción de grandes puertos y aeropuertos, y la ampliación de la red de carreteras. En noviembre, días antes de las elecciones, el candidato, con su campechanía habitual, alardeó de que el programa piloto de Chamba Vivís Mejor, bautizado Chamba Ahorita, ya estaba capacitando a un millar de jóvenes aun siendo él todavía un mero postulante al Palacio de Gobierno.

En cuanto a las cuestiones macroeconómicas, Hernández expresó su confianza en la firma con el FMI de un acuerdo para la refinanciación del servicio de la deuda externa en los primeros 100 días de su Gobierno, si es que ganaba las elecciones. En estos momentos, el déficit público rondaba el 7% del PIB, la previsión de crecimiento para 2013 no excedía el 3% (en 2012 el PIB había avanzado un 3,3% y en 2011 un 3,7%) y el Estado necesitaba soporte financiero adicional, luego de haber expirado en marzo de 2012 el acuerdo de entendimiento suscrito en 2010 por Lobo con el FMI para la obtención de un crédito de 200 millones de dólares.

Hernández creía que no había más remedio que contraer nuevas deudas para mejorar la situación fiscal del país, puesto que descartaba la solución de una subida general de los impuestos. Sin embargo, la devaluación del lempira, más que probable prerrequisito del FMI junto con los recortes salariales en el sector público, las privatizaciones y la ruptura de monopolios estatales, para reanudar su asistencia a Honduras, tampoco le parecía "una opción".

El tercer vértice del Plan de Todos para una Vida Mejor, además de los programas sociales y la creación de empleo, era la seguridad ciudadana. "Recuperar la paz" y "sacar a los militares a las calles" eran las dos consignas más coreadas por quien exigía "no permanecer indiferentes ante tanto ataque a la ciudadanía" y prometía "hacer lo que tenga que hacer para traer paz a Honduras". Aquí, Hernández podía sacar pecho por su copioso currículum parlamentario en materia de lucha contra una ola de criminalidad asfixiante y con múltiples caras. Este difícil combate sólo podía tener éxito, aseguraba, mediante una acción coordinada entre la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas y la PMOP, cuyo despliegue ya estaba en marcha.

La militarización de la guerra a la delincuencia evocaba, inevitablemente, el malhadado caso mexicano, pero Hernández puntualizaba: "Estamos aprendiendo de las buenas prácticas y de los ejemplos que no fueron muy exitosos. En el caso de México lamentamos mucho lo que ocurrió", comentó. Habría más mano dura contra los criminales, pero también contra los corruptos. En particular, el candidato prometió despedir sin contemplaciones y aplicar todo el peso de la ley a los funcionarios públicos que fueran deshonestos.


4. Contestado triunfo sobre la zelayista Xiomara Castro

Pese a su arsenal de propuestas en el triple terreno del desarrollo humano, la generación de empleo y la seguridad ciudadana, propuestas que se apoyaban en medidas ejecutivas y legislativas ya en curso, a sus baños de masas coloreados de azul, a su oratoria contundente y a su presencia constante en unos medios de comunicación estatales descaradamente puestos a su servicio, Hernández tuvo bastantes problemas para abrir una brecha en las encuestas electorales.

Toda la primera mitad de 2013 le fue adversa, pues en enero, con la victoria en la elección primaria nacionalista aún reciente, iba dos puntos por detrás de Xiomara Castro, pero en mayo había perdido suficiente fuelle como para ampliar esa desventaja a los 10 puntos, quedando incluso por detrás del periodista deportivo Salvador Nasralla Salum, del Partido Anticorrupción (PAC). Con el comienzo del verano, JOH empezó a remontar el terreno perdido y en septiembre ya podía hablarse de empate técnico con la aspirante de LIBRE. Su competidor derechista llegó a la cita con las urnas con un punto de ventaja, el 28% frente al 27%, de aceptar el sondeo de CID Gallup publicado el 24 de octubre. Esta era la última referencia demoscópica, pues la legislación hondureña prohibía publicar encuestas un mes antes de las elecciones. Sin embargo, en las semanas finales Hernández consiguió despegarse de su rival izquierdista.

Horas después de cerrarse los colegios electorales el domingo 24 de noviembre, resultados preliminares correspondientes al 54,5% de los votos escrutados situaron a Hernández en cabeza con el 34,3% de los sufragios, mientras que Castro reunía el 28,7% y Villeda el 20,9%. A falta de una segunda vuelta, esta ventaja convertía al nacionalista en virtual presidente electo, en cuyo caso su mandato sería el segundo consecutivo del PNH desde el final de los regímenes militares.

Incluso antes, con el 42% escrutado, Hernández no perdió el tiempo y, rodeado de su familia, con los que se dejó retratar hincados todos de rodillas para orar a Dios en acción de gracias, se declaró al punto triunfador a través de su cuenta de Twitter. En esto se le adelantó Castro, autoproclamada "presidenta de Honduras", vía Twitter también y amparándose en los sondeos a pie de urna, sin reparar en el apenas 2% de votos contabilizados por el TSE en ese momento. El liberal Villeda no tardó en felicitar a Hernández, al igual que varios presidentes latinoamericanos. "El pueblo hondureño escogió la paz en lugar de la violencia política. Una parte del electorado no votó por mí, pero voy a gobernar para todos", declaró exultante el candidato gubernamental en su primera comparecencia ante los medios, entre las ovaciones de sus seguidores congregados en un hotel de Tegucigalpa.

Al día siguiente, 25 de noviembre, el ex presidente Zelaya salió a apuntalar la autoproclamación hecha por su esposa en la víspera con la denuncia de que se habían cometido groseras manipulaciones, lo que exigía un recuento masivo de actas. Horas después, el TSE anunció la "irreversible" ventaja de Hernández con el 67,7% escrutado. "Hay una dictadura, nos han robado el triunfo", fue la agria reacción de Castro, que reclamó al TSE una revisión de las actas electorales. Sin embargo, las misiones de observación de la OEA y la Unión Europea no apreciaron indicios del fraude denunciado por los zelayistas. El 30 de noviembre, finalmente, el TSE declaró a Hernández presidente electo de Honduras al ser el receptor del 36,89% de los votos, frente al 28,78% que sumó la candidata de LIBRE, la cual convocó a sus seguidores a defender pacíficamente el voto popular en las calles y aseguró disponer de "pruebas" que certificaban la "asquerosa monstruosidad con la cual están robando el éxito al pueblo".

El 27 de enero de 2014 Hernández iba a convertirse en el presidente con menor respaldo electoral en 32 años de Gobierno constitucional, pues sus ocho predecesores en el cargo llegaron al poder con un volumen de votos que osciló entre el 56,5% sacado por Lobo en 2009 y el 45,6% obtenido por Zelaya en 2005. La participación en las elecciones de 2013, en cambio, fue alta para los estándares hondureños, pues alcanzó el 60,3%, nueve puntos más que en 2009.

(Cobertura informativa hasta 5/12/2013)