Juan Carlos Varela Rodríguez
Presidente de la República (2014-2019)
Un empresario licorero de 50 años se impuso contra todo pronóstico en las elecciones presidenciales celebradas en Panamá el 4 de mayo de 2014. Juan Carlos Varela preside desde 2006 el Partido Panameñista (PPA), cabeza de la coalición El Pueblo Primero e históricamente la primera fuerza del conservadurismo nacional, legataria de la tradición arnulfista, aunque él la ha empujado al centro progresista, imprimiéndole un fuerte signo social en el apartado económico. Su toma de posesión el 1 de julio abrirá un nuevo capítulo de la fluida alternancia de la democracia panameña, que desde 1989 no ha conocido dos administraciones consecutivas del mismo color. Miembro del Opus Dei y definido a sí mismo como un hombre de "rígidos principios", Varela ha sido en el quinquenio que acaba el vicepresidente de la República y fue además el ministro de Exteriores hasta 2011, cuando el presidente hoy saliente, el polémico Ricardo Martinelli, le destituyó abruptamente por diversas desavenencias. Una vez rota la alianza forjada en 2009 por el PPA y el Cambio Democrático de Martinelli, Varela, instalado en la oposición y privado del apoyo de la facción panameñista de la ex presidenta Mireya Moscoso de cara a las votaciones de 2014, se enzarzó en un bronco enfrentamiento con el oficialismo del que formó parte.
El presidente electo del país del istmo promete hacer todo lo contrario, arguye, que Martinelli: anteponer las necesidades de los ciudadanos a la política partidista, priorizar la atención de los urgentes déficits sociales sobre los grandes intereses empresariales y gobernar con "honestidad", vocación de "servicio" y "visión de Estado". Su objetivo es que el sensacional crecimiento económico de Panamá (del 8% en 2013, sin parangón en América), basado en la fiebre constructora y de los negocios que espolean las faraónicas obras de ampliación del Canal, sea más equitativo, haciendo llegar sus ingresos a los desfavorecidos, y transparente, con mucha menor corrupción. Varela invoca además la necesidad de enterrar la confrontación política y de abrir una nueva etapa de conciliación y consenso. Una verdadera necesidad para el nuevo Gobierno, toda vez que se halla en franca minoría en la Asamblea Nacional.
(Texto actualizado hasta mayo 2014)
1. Un empresario comprometido con el panameñismo arnulfista
2. Ascenso a la jefatura del nuevo PPA y alianza con Cambio Democrático
3. Vicepresidente de la República, ruptura con Martinelli e inesperado ganador de las presidenciales de 2014
1. Un empresario comprometido con el panameñismo arnulfista
Hijo de los señores Luis José Varela Arjona, propietario de un próspero grupo de empresas familiares centrado en la producción de licores, y Bexie Esther Rodríguez Pedreschi, nació y se crió junto con sus cuatro hermanos en un hogar pudiente y religioso de Obarrio, área residencial y comercial de Panamá capital. Su etapa escolar transcurrió hasta 1980 en el Colegio Javier, una de las casas de estudios privadas con más solera del país, regida por la Compañía de Jesús, y donde, según recuerdan condiscípulos y profesores, destacó por sus cualidades organizativas, sus dotes de liderazgo y su preocupación por las situaciones de inequidad social, tanto en Panamá como en el resto de Centroamérica. Posteriormente, siguiendo los pasos del padre, ingeniero químico formado en Estados Unidos, cursó la carrera de Ingeniería Industrial en el Georgia Institute of Technology (GT) de Atlanta, por el que se diplomó en 1985.
El joven se instruía para participar en la dirección de los negocios de la familia, cuya filiación política también heredó. Los Varela eran militantes activos del Partido Panameñista (PP), la fuerza nacionalista, conservadora moderada y civilista del doctor Arnulfo Arias Madrid, tres veces presidente de la República y tres veces derrocado en sendos golpes de Estado, la última vez en 1968 y por el entonces coronel de la Guardia Nacional Omar Torrijos Herrera.
En los años postreros del régimen torrijista, que conocieron una apreciable liberalización política, Varela, siendo aún un mozalbete, acompañó a su padre en los trabajos de base de reorganización del panameñismo. El político recuerda como una experiencia cardinal en su vida el triunfal recibimiento tributado en 1978 a Arias en su feudo de Chiriquí de vuelta del exilio. Más tarde, luego de la muerte en accidente de Torrijos y ya veinteañero, tomó parte en las accidentadas elecciones presidenciales de mayo de 1984, las cuales robaron la victoria al octogenario caudillo opositor en favor del candidato del gubernamental Partido Revolucionario Democrático (PRD), Nicolás Ardito Barletta. En aquellas históricas votaciones, que pusieron en evidencia el repliegue autoritario del sucesor de Torrijos al mando de la Guardia Nacional (ahora llamada Fuerzas de Defensa de Panamá), general Manuel Antonio Noriega Morena, Arias se postuló por la Alianza Democrática de Oposición (ADO), coalición de tres formaciones de centro-derecha liderada por el Partido Panameñista Auténtico (PPA), sucesor del viejo PP en 1983.
En los años siguientes, el PPA, a través de la Cruzada Civilista Nacional (CCN), encabezó la movilización popular contra el régimen pseudodemocrático y represivo de Noriega, dictador militar de facto tras una fachada de institucionalidad civil. En 1988 Arias falleció y el panameñismo se fracturó en facciones rivales, siendo la más importante la del Partido Arnulfista (PA) de Guillermo Endara Galimany. No obstante sus actividades políticas impregnadas de inquietud por una cuestión social más de fondo, Juan Carlos Varela era fundamentalmente un ejecutivo empresarial. Ya en 1985, nada más concluir sus estudios en Georgia, el joven se integró en la dirección de Varela Hermanos, S.A. La historia de la sociedad familiar se remontaba a la fundación en 1908 por el abuelo paterno, José Varela Blanco (un emigrante español, oriundo de la provincia gallega de La Coruña y arribado a Panamá con 19 años en 1893), del ingenio azucarero San Isidro en el distrito de Pesé.
A mediados de la década de los ochenta, al igual que hoy en día, las destilerías de caña de la familia producían rones de reconocida calidad que en parte se destinaban a la exportación, haciendo de Varela Hermanos una empresa líder en la producción, venta y distribución de licores en el país del istmo. Con todo, la compañía pasó por profundos baches. Durante una serie de años, Varela y sus deudos experimentaron grandes apuros, afanándose en evitar que las deudas con los bancos y las crisis de ventas terminaran haciendo sucumbir el añejo negocio, el cual, finalmente, consiguió salir a flote. Los Varela se mantuvieron leales al legitimismo arnulfista encarnado sucesivamente por el PPA y el PA. Estuvieron con Endara en las violentas elecciones presidenciales del 7 de mayo de 1989, legítimamente ganadas por el candidato unitario de la Alianza Democrática de Oposición Civilista (ADOC) pero anuladas de manera escandalosa por el régimen norieguista.
El 10 de mayo, una fecha clave en la historia reciente de Panamá, Juan Carlos fue testigo presencial de la ola de violencia desatada en la capital por los Batallones de la Dignidad, grupos paramilitares leales a Noriega, que atacaron la comitiva de Endara y sus compañeros de nómina presidencial, el democristiano Ricardo Arias Calderón y el liberal Guillermo Ford Boyd, resultando heridos en la agresión Endara y Ford. Tras la invasión militar estadounidense de diciembre de 1989, que derrocó a Noriega y e instaló a Endara en la Presidencia, Varela se involucró en la organización de la Convención Nacional Constitutiva del PA. El evento tuvo lugar en septiembre de 1991 en Penonomé y supuso la elección de la viuda de Arias, Mireya Elisa Moscoso, como presidenta de la formación.
En 1992, con 28 años, el empresario ingresó en el Directorio Nacional del PA. Ese mismo año contrajo matrimonio con la periodista Lorena Castillo García, futura madre de sus tres hijos. En 1994 fue el subdirector de la campaña presidencial de Mireya Moscoso, quien perdió las elecciones por escaso margen ante el postulante del PRD, Ernesto Pérez Balladares. Cuatro años después, la elección primaria para la definición del candidato a suceder a Pérez Balladares en 1999 abrió grietas perdurables en el arnulfismo. El sector mayoritario respaldó la segunda tentativa presidencial de Moscoso, pero Varela y otros se decantaron por la precandidatura rival del banquero Alberto Vallarino Clement. En marzo de 1998 Moscoso se llevó la candidatura con el 62% de los votos. Sin embargo, Vallarino y sus partidarios denunciaron irregularidades y maniobras para perjudicarles en la conducción de proceso.
Profundamente decepcionado por el desenlace de las primarias del PA, cuyos órganos competentes negaron fundamento a las acusaciones de los perdedores y certificaron la limpieza de la victoria de Moscoso, y sabedor de que el Directorio Nacional dominado por los mireyistas se disponía a echarle como resultado del proceso disciplinario abierto en su contra, Varela, imitando el proceder de Vallarino, decidió dar él mismo portazo al partido, que no al movimiento panameñista. Así, el 23 enero de 1999, con la notificación de expulsión remitida por el Directorio ya en sus manos (si bien la baja no había sido comunicada por las autoridades arnulfistas al Tribunal Electoral, con lo que legalmente aún seguía siendo militante del partido), el ingeniero hizo entrega de la carta de renuncia como miembro del PA, donde indicaba que se separaba de la colectividad "con mucha dignidad y con la conciencia tranquila".
Luego, en mayo de 1999, Varela fue testigo del triunfo de Moscoso, arropada por la alianza Unión por Panamá, sobre el aspirante del Gobierno perredeísta, Martín Torrijos Espino, hijo de Omar Torrijos, y sobre Vallarino, el cual terminó tomando parte en la contienda presidencial como candidato de la Acción Opositora, alianza forjada por el Partido Demócrata Cristiano (PDC). Varela fue el responsable de campaña de Vallarino, quien quedó en una discreta tercera posición con el 17,4% de los votos.
2. Ascenso a la jefatura del nuevo PPA y alianza con Cambio Democrático
En el cuatrienio que siguió a las elecciones de 1999, Varela, liberado de compromisos oficiales de carácter partidista, tuvo más tiempo para los quehaceres empresariales, aunque siguió firmemente comprometido con la política. Durante parte de la Administración Moscoso, Varela, su hermano José Luis, quien era miembro de la Asamblea Legislativa, y el resto de "saltamontes", que así se llamó a los miembros de este grupo disidente del panameñismo, estuvieron en mayor o menor grado vinculados al Partido Popular (PP), el proyecto partidista promovido por el PDC de Rubén Arosemena y que terminó de cristalizar en 2001. Ahora bien, el acuerdo de colaboración (Pacto META) suscrito por los ex democristianos con el opositor PRD ponía un impedimento decisivo a la integración formal de los "saltamontes" en el PP; de todas maneras, esa no era la voluntad de Juan Carlos.
Aunque los hermanos nunca llegaron a normalizar sus relaciones con Moscoso de manera plena, ya desde 2001 sondearon las posibilidades de hacer las paces con la presidenta con vistas a su reintegración en el PA. De hecho, en agosto de 1999 ellos dos y los otros nueve compañeros expulsados de manera oficial el 30 de diciembre de 1998 impugnaron ante el Tribunal Electoral aquella decisión del Directorio Nacional, si bien este recurso no prosperó. Un año largo de negociaciones entre las partes interesadas preludió la decisión adoptada el 20 de enero de 2003 por el Directorio Nacional de hacer borrón y cuenta nueva tras casi un lustro de desencuentros. Entonces, la ejecutiva arnulfista aprobó rescindir su resolución punitiva de diciembre de 1998. El 1 de febrero, y sin expresar el "arrepentimiento" que se les había exigido en un principio, los perdonados rellenaron su nueva inscripción en el partido, la cual fue efectiva sin demora.
Varela no faltó a las labores de apoyo a los candidatos arnulfistas en las elecciones generales del 2 de mayo de 2004. Estas tuvieron un resultado nefasto para el bloque oficialista Visión de País, claramente escorado a la derecha, al que daban vida el PA, el Movimiento Liberal Republicano Nacionalista (MOLIRENA) y el Partido Liberal Nacional (PLN).
Seriamente debilitada por la rebeldía civilista del ex presidente Endara, quien acudió a las urnas por cuenta del Partido Solidaridad (PS), la facción, teóricamente mayoritaria, del panameñismo fracasó estrepitosamente en la votación presidencial con su candidato José Miguel Alemán Healy, el conservador ex canciller del Gobierno Moscoso, quien sólo reunió el 16,6% de los sufragios y quedó tercero tras Endara y el ganador de la liza, Martín Torrijos, al que apoyaban su PRD y el PP, el sucesor del PDC. La separación irreversible del grupo de Endara, quien años después formaría su propio partido, Vanguardia Moral de la Patria, por un lado, y el naufragio de la fórmula mireyista por el otro, dieron un nuevo relieve a los antiguos "saltamontes", identificados con una renovación de matiz progresista y social, y realzaron en particular la figura de Juan Carlos Varela, quien empezó a ser visto por muchos arnulfistas como la persona capaz de liderar la modernización, si no la refundación dadas las circunstancias, del panameñismo.
El 16 de enero de 2005 la Convención Nacional Extraordinaria del PA en Penonomé puso en marcha el proceso de reestructuración interna con el cambio de nombre de la colectividad, que recuperó la denominación histórica usada hasta 1983, la de Partido Panameñista (PP o PPA, la sigla más utilizada). Dos meses y medio después, el 31 de marzo, Moscoso, haciéndose eco de los pronunciamientos que le exhortaban a asumir responsabilidades por el descalabro electoral de 2004 y por la mala imagen ganada a pulso por el partido ante el tropel de denuncias y quejas sobre casos de corrupción, irregularidades y mala gestión en el desempeño del poder nacional, anunciaba su despedida como presidenta del PPA.
La formación pasó a estar encabezada por Marco Antonio Ameglio Samudio, una figura en principio interina cuya misión fundamental iba a ser convocar elecciones internas al puesto de presidente. Satisfaciendo las expectativas de gran número de panameñistas, el empresario licorero puso sobre la mesa sus ambiciones del liderazgo, aunque no estuvo ni mucho menos solo en este envite, pues le salieron, en distintos tiempos, un total de cuatro rivales. Dichos contrincantes fueron: Harmodio Arias Cerjack, sobrino de Arias Madrid y ministro de Relaciones Exteriores en el último año del Gobierno Moscoso; José Isabel Blandón, diputado de la Asamblea y jefe de la bancada panameñista; el propio Marco Ameglio, quien se resistía a ser sólo un presidente de transición; y José Abel Varela Beteta, un desconocido militante de 19 años –y sin parentesco con el empresario- que registró su candidatura días antes de la fecha convenida para la elección, el 30 de julio de 2006, cuando Arias e Isabel ya llevaban tiempo apeados de la contienda y respaldaban a Varela Rodríguez.
La extraña irrupción de misterioso joven, quien, como posteriormente iba a saberse, se encontraba desempleado y dependía económicamente de sus abuelos, sembró el desconcierto en las filas panameñistas y disparó las suspicacias de los partidarios de Juan Carlos Varela, que sospechaban que la postulación de Varela Beteta no era más una artimaña para confundir al electorado del partido a la hora de votar, presentándole dos pretendientes con el mismo apellido. Al final, la irrupción de este "candidato fantasma" se quedó en chusca anécdota, pues Varela Rodríguez se llevó la presidencia orgánica con el apoyo de 892 convencionales, frente a los 416 que prefirieron a Ameglio (y los 14 que optaron por Varela Beteta).
Anunciando "un nuevo liderazgo para un mejor país", Varela imprimió un giro renovador al PPA, que entre otros cambios experimentó un profundo relevo generacional en la adjudicación de cuadros y puestos directivos. Varela tenía decidido presentarse a las elecciones presidenciales de 2009 y con ese fin cesó como vicepresidente ejecutivo de Varela Hermanos en enero de 2008. La siguiente e imprescindible prueba en esta carrera por etapas era la celebración en 2008 de unas elecciones primarias generales abiertas a los 269.000 adherentes del partido y que bajo ningún concepto debían propiciar tensiones de alcance rupturista, de las que el panameñismo tenía una amarga experiencia.
Nada menos que seis contendientes retaron esta vez la aspiración de Varela, dos de ellos de talla, Marco Ameglio y Alberto Vallarino, el dirigente al que secundó cuando la traumática primaria de 1998. Los otros cuatro precandidatos tenían menos peso; estos eran Manuel Salvador Zambrano Herrera, Jorge Gamboa Arosemena, Darío Serrano Aguirre y Adriano Fulo Gutiérrez Gómez. El 6 de julio de 2008 los comicios panameñistas discurrieron bajo una atmósfera de normalidad democrática y, sin sorpresas, el jefe del partido se llevó la candidatura presidencial con el 54,9% de los votos. Vallarino, el siguiente más votado, recibió un 35,3% de adhesiones. El espíritu de concordia y transparencia prevaleció en el proceso, tal que la proclamación de Varela el día 10 por el Comité Nacional de Elecciones del PPA no resultó empañada por denuncias o impugnaciones de los precandidatos perdedores.
El flamante candidato presidencial animó a los panameñistas a "hacer frente al reto de darle un nuevo camino a este país y una alternativa al pueblo", pues ellos eran "la única opción de triunfo de la oposición el 3 de mayo de 2009". Sin embargo, a estas alturas del curso político el PPA ya estaba discutiendo con otras fuerzas políticas la posibilidad de presentar a las elecciones nacionales una gran coalición opositora con mayores posibilidades de derrotar a la potente candidata del oficialismo, Balbina Herrera Araúz, presidenta del PRD y ministra de Vivienda de la Administración Torrijos. El principal interlocutor del PPA era Cambio Democrático (CD), el partido liberal conservador del acaudalado empresario Ricardo Martinelli Berrocal, antiguo integrante de la Unión por Panamá que condujo a Moscoso al Palacio de Las Garzas en 1999, después ministro para Asuntos del Canal y más tarde candidato testimonial, con sólo un 5% de los votos, en las presidenciales de 2004.
En los últimos tiempos, Martinelli se había convertido en la principal referencia para los panameñistas de tradición civilista. Esta atracción iba en perjuicio fundamentalmente de las expectativas electorales de Endara y su VMP, pero también del PPA, que pese a sus esfuerzos de renovación no había conseguido recuperar el nivel de fuerzas disfrutado por el PA en sus mejores tiempos. Más aún, el dinámico empresario ambicionaba reunir en torno a su persona a todo el arco opositor del centro y la derecha con el objetivo de conquistar la Presidencia de la República. En julio de 2008 Martinelli se apuntó un gran tanto con la adhesión a su proyecto aglutinador de la Unión Patriótica (UP) de Guillermo Ford, nuevo partido surgido de la fusión del PLN y el PS. A continuación, Martinelli se dirigió a Varela para persuadirle de que diera igual paso en aras de la unidad contra el perredeísmo, aunque en su caso este sería de entrada un desagradable paso atrás, pues tendría que sacrificar sus ambiciones personales.
Al principio Varela dio largas a Martinelli, que recibió del panameñista una contrapropuesta inaceptable para él: que los dos dirimieran su común aspiración en una elección primaria. Martinelli reaccionó con acritud a las resistencias de Varela, los dirigentes intercambiaron duros reproches y la alianza entre el PPA y CD quedó pospuesta. Sin embargo, a finales de año las presiones para que diera su brazo a torcer se le amontonaban ya a Varela, que vio cómo el MOLIRENA, que tenía una alianza particular con el PPA, se subía a la plataforma de Martinelli y cómo los sondeos del momento indicaban que este último ya había conseguido despegarse de Herrera y era el claro favorito para ganar en mayo de 2009, con muchos puntos de ventaja sobre él; el panameñista permanecía estacando en el tercer lugar con una intención de voto del 16%.
Así las cosas, en diciembre de 2008 Varela se resignó a emprender con Martinelli unas negociaciones discretas que desembocaron en un acuerdo pragmático y concebido para que durase, confiando en la voluntad cumplidora las partes, muchos años, no sólo el lustro de Gobierno que una eventual victoria sobre el PRD pondría en marcha en 2009. Varela aceptó aparcar su pretensión de la jefatura del Estado y respaldar la aspiración de su socio. A cambio, Martinelli le integraría en su fórmula como candidato a vicepresidente de la República y en la siguiente ocasión, en 2014, aceptaría gustoso que la candidatura común estuviera encabezada por él. El 27 de enero de 2009 los dos dirigentes anunciaron con derroche de sonrisas el acuerdo alcanzado, que alumbraba la fórmula presidencial Martinelli-Varela y la coalición cuatripartita Alianza por el Cambio, formada por CD, PPA, UP y MOLIRENA. "Ha sido una decisión muy difícil para ambos porque nos hemos dicho muchas cosas en lo que va de la campaña", reconoció Martinelli. El líder panameñista aseguró por su parte que la Convención Nacional Extraordinaria de su partido ratificaría en los próximos días el compromiso adoptado, como así fue.
El plan de Gobierno de la Alianza por el Cambio incidía en la erradicación de la corrupción, la lucha sin cuartel contra la delincuencia común, mayores inversiones públicas en las partidas sociales, acciones para reducir la pobreza en consonancia con el potente crecimiento económico (en 2008 la tasa del PIB había marcado un sobresaliente 9%, aunque en este 2009, debido a la crisis global, el ritmo iba a caer temporalmente por debajo del 3%) y el desarrollo de grandes proyectos de infraestructuras. Entre estas últimas destacaba en especial la construcción del tercer juego de exclusas del Canal, una obra pública colosal y con profundas implicaciones estratégicas ya aprobada y emprendida por el Gobierno Torrijos, el cual había recibido del pueblo panameño luz verde para acometerla en el referéndum nacional de octubre de 2006.
El 3 de mayo de 2009 la Alianza por el Cambio tuvo un éxito arrollador. En las presidenciales, el binomio Martinelli-Varela aplastó al del PRD, formado por Balbina Herrera y Juan Carlos Navarro Quelquejeu, con el 60% de los votos, porcentaje insólito desde la restauración democrática en 1989. En los comicios a la Asamblea Nacional, la victoria sonrió en similares términos al bloque opositor, que sacó una mayoría absoluta de 42 diputados sobre 71; de aquellos, 22 fueron para el PPA, ocho más que CD, si bien los de Martinelli reunieron unos pocos miles de votos más.
3. Vicepresidente de la República, ruptura con Martinelli e inesperado ganador de las presidenciales de 2014
El 1 de julio de 2009 Varela inició su mandato ejecutivo de cinco años. Además de vicepresidente de la República, era el ministro de Relaciones Exteriores del Gabinete. El líder panameñista debutaba en la función gubernamental manteniendo unas excelentes relaciones con Martinelli, y así iba a ser por un tiempo. En los 26 meses que fue miembro del Gobierno, Varela se implicó personalmente en la ejecución de algunas de las más importantes medidas de provisión social adoptadas por la Administración Martinelli. Así, el público asoció el nombre del vicepresidente al subsidio de 100 dólares para 85.000 panameños mayores de 70 años que no percibían pensión por jubilación (Programa 100 a los 70), a la Beca Universal en la enseñanza pública y al Proyecto Curundú, concebido para transformar este destartalado barrio capitalino foco de delincuencia en una zona de casas residenciales dispuestas en un trazado urbano ordenado y dotadas de los adecuados servicios de habitabilidad.
Una vez iniciado 2011, antes de doblar el quinquenio de Gobierno su ecuador, las relaciones entre Varela y Martinelli empezaron a deteriorarse a ojos vista. Aunque los motivos concretos de este distanciamiento no quedaban del todo claros, los observadores apuntaron que Varela estaba crecientemente descontento por las denuncias de corrupción que salpicaban al Ejecutivo y por las acusaciones contra Martinelli de estar maniobrando para extender su poder e influencia sobre otras instituciones del Estado, como la rama judicial, e incluso para promover una hipotética candidatura reeleccionista suya en 2014, a pesar de que la Constitución prohibía la renovación en la jefatura del Estado. Los desencuentros fueron a más y las fricciones llegaron al máximo cuando tanto Martinelli como Varela, reelegido en julio al frente de su agrupación con un 97% de apoyos, anunciaron que sus respectivos partidos competirían con postulantes propios en las presidenciales de 2014, lo que echaba por tierra la previsión pactada en 2009 sobre la candidatura por consenso del panameñista. Finalmente, la tormenta estalló en agosto de 2011, semanas después de perder el vicepresidente a su anciano padre, don Luis José Varela Arjona, fallecido el 11 de junio a los 82 años y viudo de su esposa Bexie Esther desde octubre de 2007.
El 30 de agosto Martinelli anunció la destitución de Varela como ministro de Relaciones Exteriores porque el país necesitaba "un canciller al ciento por ciento", rendimiento que a su entender el cesado no estaba cumpliendo debido a los "cuatro sombreros" que portaba, pues era a la vez vicepresidente de la República, ministro de Exteriores, presidente del PPA y aspirante a candidato presidencial por su partido. Para suceder a Varela en el departamento diplomático, Martinelli nombró a Roberto Henríquez, actual ministro de Comercio e Industrias. Martinelli precisó que, dada su condición de vicepresidente, Varela podía seguir asistiendo si lo deseaba a las reuniones del Consejo de Gabinete, donde de acuerdo con la Constitución tenía derecho a voz. El presidente, además, confiaba en que la baja del ministro no implicara la ruptura de la coalición de Gobierno.
Sin embargo, eso fue precisamente lo que Varela, muy enfadado, dispuso sin dilación. Los ministros y viceministros panameñistas, incluido el titular de Economía y Finanzas, Alberto Vallarino, abandonaron el Gobierno en solidaridad con su jefe y el PPA se pasó directamente a la oposición. La Alianza por el Cambio saltó por los aires. A partir de aquí, Varela y Martinelli entablaron una abierta guerra política y personal, con profuso intercambio de improperios y zancadillas. El CD acusó al todavía vicepresidente de "no querer trabajar", dadas sus reiteradas ausencias de las reuniones del Gabinete, mientras que el entorno de Varela denunció la auténtica marginación, prácticamente un boicot institucional, a que este era sometido por el Palacio de las Garzas.
La tensión entre los dos hombres se mantuvo álgida en todo 2012. En mayo el presidente exigió al vicepresidente que fuera "hombrecito" y renunciara a la segunda magistratura del Ejecutivo toda vez que "no hacía nada" en esa oficina. La respuesta del interpelado fue que él sólo servía "al pueblo panameño y no a un Gobierno corrupto". A continuación, Martinelli, no como presidente, puntualizó, sino como ciudadano particular, interpuso contra Varela una demanda por "injurias y calumnias", es decir, por llamarlo corrupto, ante el Juzgado Decimoséptimo de Circuito Civil de Panamá. El demandado replicó con un "a mí nadie me va a intimidar" y recomendó al presidente que se "preocupara por los problemas que afectan a la población". En noviembre, toda vez que Martinelli seguía adelante con su demanda civil de 30 millones de dólares por "daños y perjuicios", Varela echó más leña al fuego pidiendo al mismo juzgado capitalino que se practicasen "pruebas psiquiátricas y psicológicas" al mandatario, acción que fue calificada por este de "ataque político."
En 2013 Varela puso las bases para su empresa electoral presidencial de mayo de 2014. El 15 de enero lanzó oficialmente su precandidatura y el 17 de marzo el presidente de la formación fue proclamado candidato con el 99% de los votos efectuados en una primaria panameñista caracterizada por la masiva abstención. El puñado de votos restante se lo repartieron tres adversarios testimoniales, José Ángel Díaz Salazar, Orlando Valdespino Asprilla y Luis Alexander Barría Moscoso, quien de hecho declinó contender con Varela faltando una semana para las primarias, si bien su precandidatura no fue retirada de las mesas de votación. Barría era sobrino carnal de la ex presidenta Moscoso, cuya facción arnulfista, sin embargo, rehusó participar en el proceso interno por considerar que no se daban las garantías para competir en igualdad de condiciones. El paupérrimo 25% de participación fue considerado un éxito de los llamamientos abstencionistas lanzados por Moscoso y por Arnulfo Arias Olivares, nieto adoptivo de Arias Madrid, a la militancia del PPA.
Luego, la corriente mireyista-arnulfista no tuvo ambages en pedir el voto para el candidato de CD, José Domingo Arias Villalaz, ministro de Vivienda y Ordenamiento Territorial, considerado un hombre enteramente dúctil a los designios de Martinelli, quien a través de él vendría a participar en las elecciones. Sin ir más lejos, la candidata vicepresidencial de CD era la mismísima primera dama de Panamá, Marta Linares de Martinelli. Su oponente en la fórmula encabezada por Varela iba a ser otra mujer, Isabel Saint Malo de Alvarado, una diplomática sin filiación partidista.
El 25 de agosto de 2013 Varela fue proclamado candidato presidencial también por el PP que dirigía Milton Henríquez Pagés. Echaba a andar así la Alianza El Pueblo Primero, coalición bipartita que atrajo además a algunos disidentes del MOLIRENA descontentos con la alianza de los liberales con CD. En diciembre, el diputado José Luis Varela rechazó una oferta de "coalición informal" hecha por el PRD, cuyo candidato presidencial era Juan Carlos Navarro. En febrero de 2014, Martinelli, a través de su cuenta en Twitter, se empeñó en echar nuevamente sal en la herida abierta en 2011 recordando que Varela "cobra suelta y no cumple funciones asignadas", por lo que era un "botellón".
El Plan de Gobierno presentado por la Alianza El Pueblo Primero ponía un énfasis especial en el servicio a los ciudadanos ("trabajaremos por los intereses de la gente y no de los políticos") y en la vocación de atender las necesidades del conjunto de la población en lugar de mirar por los intereses de determinadas corporaciones privadas, que era precisamente lo que se achacaba al oficialismo. El candidato opositor exponía a los electores una "misión", la de "poner las riquezas del país al servicio de todos los panameños con equidad y transparencia", así como una "visión", la de "instalar un Gobierno honesto que sea ejemplo".
Varela concretaba 20 prioridades de gobierno, de las que destacaban: el abaratamiento del coste de la vida con la aplicación, entre otras medidas, de "controles de precios de emergencia" en alimentos básicos para poner coto a la especulación; el plan de sanidad básica 100/Cero, que significaba "100% de agua y cero letrinas en todo Panamá", un país tachonado de rascacielos, centros de negocios y faraónicas obras de infraestructuras de transporte donde todavía el 37% de los hogares carecía de agua potable y servicios de inodoro sanitario; el plan integral de seguridad Más Oportunidades y Mano Firme, enfocado en los barrios populares degradados y golpeados por la delincuencia, y que tomaba como referencia la exitosa labor rehabilitadora del Proyecto Curundú; una "cero tolerancia" a la corrupción y el clientelismo, con auditorías obligatorias, rendiciones gubernamentales de cuentas y promoción de la justicia penal para los sospechosos de corruptos; y la consecución de un sistema de salud pública "accesible y eficiente".
Pese a esta oferta intensamente social y deliberadamente alejada del discurso proempresarial, que en buena medida recuperaba el espíritu panameñista anterior a la ola neoliberal de las décadas de los ochenta y noventa del siglo XX, Varela agotó la campaña para las elecciones generales del 4 de mayo de 2014 en una situación de franca desventaja con respecto a sus principales contrincantes. La mayoría de los sondeos le situaban tercero por detrás del oficialista Arias y el perredeísta Navarro, que competían cerradamente entre sí. En otras palabras, sus posibilidades de victoria parecían virtualmente nulas.
Sin embargo, una vez concluido el proceso de votación y con más de la mitad de los votos aún por escrutar, el candidato panameñista se erigió en virtual ganador de la contienda sin necesidad de alcanzar la mitad de los sufragios, al no existir en Panamá la segunda vuelta. Tan sólo tres horas y media después del cierre de las urnas, a las 19,36 p.m. del mismo 4 de mayo, y con el 61% escrutado, el Tribunal Electoral declaró que el vicepresidente en ejercicio era el presidente constitucional electo de la República al concluir que su 39,2% de preferencia electoral mostraba una tendencia irreversible. Esa noche, con tono conciliador, Varela compareció ante sus enfervorizados seguidores y los medios en la sede del PPA para anunciar: "Volvimos. Volvimos llevando un movimiento social popular al poder (…) Vamos a gobernar por todos los panameños sin distingos de partidos políticos (…) Voy a gobernar por consenso (…) Siempre voy a defender los intereses del pueblo panameño (…) En cinco años como presidente de la República vamos a hacer un Gobierno humano, honesto, de justicia social, poniendo las riquezas de este hermoso país al servicio de su pueblo".
En declaraciones aparte, el próximo jefe de Estado panameño invitó a las restantes fuerzas políticas a "conformar un Gobierno de unidad nacional", pues "la época de la política partidista quedó en el pasado" y "viene la agenda de Estado". "La política cambiará de ser un negocio a ser un servicio", y "el que quiera hacer negocios que recoja sus cosas y se vaya al sector privado", apostilló en implícita referencia al mandatario saliente, quien recibía así una pulla postrera de su parte.
El 7 de mayo la Junta Nacional de Escrutinio proclamó oficialmente a Varela presidente electo con un mandato de cinco años que inauguraría el 1 de julio. Los resultados definitivos le adjudicaban el 39,07% de los votos, frente al 31,4% de Arias y el 28,1% de Navarro. En cuanto a las elecciones legislativas, con siete escaños todavía por definir, El Pueblo Primero no consiguió trasladar a la Asamblea Nacional el éxito de su abanderado y se quedó provisionalmente con sólo 12 bancas, todas menos una aportadas por el PPA. Se trataba de una absoluta minoría para el oficialismo en ciernes, que no tendría más remedio que negociar los proyectos legislativos con los derrotados en las presidenciales. CD y PRD poseían ahora 29 y 21 asambleístas, respectivamente.
Al día siguiente, 8 de mayo, a modo de noticia auspiciosa para la Administración entrante, se anunció el final de la huelga de trabajadores en demanda de mejoras salariales que había tenido paradas durante casi dos semanas las obras de ampliación de la vía interoceánica. Estas ya acumulaban un retraso tras el grave conflicto, por el momento superado, mantenido a principios de año entre la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y el consorcio constructor internacional liderado por la empresa española Sacyr.
(Cobertura informativa hasta 19/5/2014)