Jahya Jammeh
Presidente de la junta militar y de la República (1994-2017)
Hijo de padres emigrados de Senegal, interrumpió sus estudios en la Escuela Superior de Gambia para alistarse en las Fuerzas Armadas. Sirvió en la Gendarmería Nacional y antes de ser transferido al Ejército participó en unos ejercicios de adiestramiento en Georgia, Estados Unidos, como parte de un programa convenido por los gobiernos de los dos países. Estuvo destacado en la Unidad Especial de Intervención y, desde 1986, sirvió de instructor en la Escuela de Formación de la Gendarmería.En diciembre de 1989 recibió su primer despacho coincidiendo con su entrada en el cuerpo de escoltas del presidente de la República, a la sazón Dawda Jawara, dirigente del país desde la independencia del Reino Unido en 1965 (como primer ministro hasta la proclamación de la República en 1970).
En los primeros años noventa Jammeh cumplió misiones de seguridad y protección de altas personalidades de visita en Banjul, como los presidentes que asistieron en mayo de 1990 a la XIII cumbre de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y el propio papa Juan Pablo II durante su gira africana en febrero de 1992. También participó en el contingente gambiano de las fuerzas de pacificación (Ecomog) que la CEDEAO envió a Liberia para detener la guerra civil. En añadidura, realizó cursos de capacitación para oficiales en Turquía y en Fort McClellan, Alabama, Estados Unidos.
A pesar de desempeñar puestos de confianza, Jammeh tenía una cierto renombre de militar contestatario, crítico tanto con la excesiva presencia de oficiales nigerianos en los altos escalafones del Ejército como con el retraso en la paga de las soldadas. Precisamente, fue aprovechando el descontento generado por la prohibición gubernamental de una manifestación de uniformados que el 22 de julio de 1994, Jammeh, entonces teniente de la policía militar, dirigió un golpe de Estado incruento que derrocó a Jawara.
La inesperada irrupción de Jammeh y sus jóvenes camaradas puso fin a uno de los regímenes más benignos y estables de África, puesto que Jawara, a pesar de sus reelecciones rutinarias en el cargo, había respetado determinados modos de la democracia parlamentaria. El diminuto y apacible país no había sufrido un sobresalto similar desde que el Consejo Revolucionario militar de Kukli Samba Sanyang ostentara el poder durante unos días en agosto de 1981.
Jammeh, con 29 años convertido en uno de los más jóvenes mandatarios del mundo (tenía la misma edad que otro golpista africano, Valentine Strasser, instalado en Sierra Leona desde 1992) formó un Consejo Rector Provisional de las Fuerzas Armadas (AFPRC) y el 26 de julio se autoproclamó jefe del Estado y jefe de un gobierno integrado por personalidades militares y civiles.
Su actuación jurídico-institucional siguió punto por punto las experiencias de otros militares aupados al poder en los años ochenta en África occidental, como Jerry Rawlings en Ghana, Lansana Conté en Guinea o Blaise Compaoré en Burkina Faso. Pero a diferencia de ellos, Jammeh carecía de un pedigrí revolucionario, de un perfil izquierdista o de un programa de regeneración nacional claro, fuera de unas explicaciones justificativas del golpe sobre la base de la corrupción reinante en la clase política.
Después de suspender la Constitución y de prohibir la actividad de los cinco partidos políticos que funcionaban en el país, Jammeh anunció un programa de transición al orden democrático en 1998, pero las presiones exteriores le obligaron a recortarlo en dos años. Como hicieran en su momento los líderes militares arriba citados y otros después de él, en 1996 Jammeh, después de promocionarse a coronel (al poco del golpe se había hecho nombrar capitán), se dio de baja en las Fuerzas Armadas en vísperas de su inscripción como candidato civil a las elecciones presidenciales previstas para el 26 de septiembre de ese año
Previamente, el 8 de agosto, se aprobó en referéndum una nueva Constitución e inmediatamente después se levantó la prohibición que pesaba sobre dos de los partidos políticos; las tres formaciones principales y sus líderes siguieron proscritos y quedaron excluidos de los comicios. Se trataban de los partidos Progresista Popular (PPP, la agrupación de Jawara), de la Convención Nacional (NCP) y Popular de Gambia (GPP).
Jammeh presentó su propia fuerza política, la Alianza Patriótica para la Reorientación y la Construcción (APRC), que en tales circunstancias encontró como único rival reseñable al Partido Democrático Unido (UDP, centrista). Precisamente el líder de esta formación centrista de nuevo cuño, el abogado Ousseynou Darboe, fue quien se enfrentó a Jammeh en las presidenciales y le arrebató el 35,3% de los votos. Vencedor con el 55,8%, Jammeh tomó posesión el 18 de octubre como presidente constitucional de la II República.
Su ascendiente sobre la milicia quedó salvaguardado como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Poco después, el 2 de enero de 1997, se celebraron unas elecciones legislativas para cubrir 45 de los 49 escaños de la Asamblea Nacional (los cuatro diputados restantes los designó Jammeh), de los que 33 fueron a parar a la APRC, con el 52,1% de los votos, y sólo siete al UDP, a pesar de obtener el 34% de los sufragios. Los escaños restantes se repartieron entre dos partidos menores.
La escenificación de la conversión democrática del joven ex militar no convenció a los donantes occidentales, que siguieron boicoteando los programas de cooperación con Gambia. La cesación de la ayuda extranjera tuvo consecuencias inmediatas en un país que durante años había hecho de la normalidad internacional una seña de identidad. Para contrarrestar la drástica caída de ingresos por la contracción del turismo y las exportaciones, Jammeh se volvió a Nigeria, Libia, Taiwán, Cuba e Irán, países que desde entonces han atendido las necesidades crediticias gambianas.
Los estrechos lazos establecidos con el dictador libio Muammar al-Gaddafi y otros estadistas musulmanes parece que han tenido que ver con los planes de Jammeh, anunciados en diciembre de 2000, de introducir la sharía o ley islámica en el país, de cuyo millón largo de habitantes el 90% sigue las enseñanzas de Mahoma. Artificiosamente inserto como una cuña en Senegal, delimitando la ribera del curso bajo del río homónimo, Gambia es un país con escasa influencia en la política regional. Jammeh ha enviado algunos cientos de soldados a las misiones de pacificación de la ONU en Sierra Leona y de la CEDEAO en Guinea-Bissau, a cuyo derrocado presidente, João Bernardo Vieira, concedió asilo político en mayo de 1999.
Las tendencias autoritarias de su gobierno le han aparejado la hostilidad de los países occidentales, mientras que la ONG Amnistía Internacional ha documentado una serie de violaciones de los Derechos Humanos, como la persecución de políticos del antiguo régimen, el hostigamiento contra el UDP y ataques a la libertad de expresión. Este tenso clima político se exacerbó en 2000 por la desarticulación de dos alzamientos militares, en enero y en julio, y la violenta represión policial de una manifestación de estudiantes, en abril, que causó una decena de muertos.
Las elecciones presidenciales del 18 de octubre de 2001 estuvieron precedidas también por una ola de agitación política animada por Darboe, que acusó a Jammeh de desgraciar el país con "la muerte, la tortura, la miseria, el colapso económico y el aislamiento diplomático", pero el ex militar demostró estar consolidado en el poder y contar con apoyo popular.
En casi un calco del resultado de 1996, el presidente ganó su segundo mandato quinquenal con el 53% de los votos superando a un elenco de rivales encabezado por Darboe, que obtuvo el 32,7%. Darboe reconoció su derrota incluso antes de que la Comisión Electoral Independiente completara el escrutinio, y el proceso en su conjunto fue avalado como ajustado a las reglas democráticas por los observadores de la Commonwealth, que destacaron de paso la elevada participación, del 90%, conformando todo ello un caso inusual de normalidad y limpieza en el panorama electoral africano.
El UDP boicoteó las legislativas del 17 de enero de 2002, poniendo en bandeja a la APRC una mayoría absoluta de 45 escaños, esto es, todos los que estaban en juego excepto cuatro. Los monitores internacionales volvieron a avalar los comicios.
(Cobertura informativa hasta 1/2/2002)