Ibrahim Traoré

El 30 de septiembre de 2022 Burkina Faso, país africano de la región saheliana sumido en una aguda crisis de seguridad, sufrió su segundo golpe de Estado militar en tan solo ocho meses. El capitán Ibrahim Traoré se sublevó exitosamente contra el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, instalado en el poder desde el golpe del 24 de enero, y esgrimiendo el mismo pretexto explícito de este en el cuartelazo con que derrocó al presidente civil Roch Marc Christian Kaboré: la reconducción de una guerra contra la subversión yihadista que marcha calamitosamente y compromete la viabilidad estatal de Burkina Faso. Traoré, autoinvestido presidente de la República, ha ratificado el compromiso del Ejército con el plan de transición iniciado por Damiba (de dos años de duración a partir del 1 de julio) y asegura que su acción de fuerza no persigue ambiciones personales, sino invertir el curso de la lucha contra los rebeldes islamistas, que dominan amplias extensiones del árido norte del país.

Como cuando el golpe de enero, donde ya pudieron verse expresiones del creciente sentimiento antifrancés de la población, medios internacionales se preguntan sobre una conexión rusa tras el nuevo levantamiento en Ouagadougou a costa del tradicional ascendiente galo, hipotético principio de un viraje geopolítico que de confirmarse colocaría a Burkina Faso tras la senda abierta por la vecina Malí; allí, los mercenarios de Wagner, grupo de paramilitares privados al servicio de los intereses del Kremlin, están sustituyendo a los efectivos galos repatriados en agosto por la conclusión del capítulo local de la Operación Barkhane, repudiada por el régimen militar de Bamako. Las críticas de los golpistas al "sistema de seguridad" mantenido por Damiba y el comentario sobre su "firme voluntad de acudir a otros socios dispuestos a ayudarnos en nuestra lucha contra el terrorismo" abonan las especulaciones. Sin embargo, a finales de octubre Traoré aseguró a diplomáticos estadounidenses que la junta militar no contemplaba invitar a la Wagner. Aunque libre de sanciones, Burkina Faso permanece suspendida en la CEDEAO y la Unión Africana.


Al igual que su superior en el escalafón ahora derrocado o que el dictador militar de Malí, coronel Assimi Goïta, el capitán Ibrahim Traoré, cuya edad rondaría los 34 años, es un soldado profesional curtido en las operaciones sobre el terreno contra las distintas bandas yihadistas, afiliadas bien a Al Qaeda (Ansar ul-islam, JNIM/GSIM), bien al Estado Islámico (EIGS), que vienen golpeando sañudamente a los débiles estados del Sahel. En el caso de Burkina Faso, los asaltos comenzaron en 2015 por desbordamiento de las insurrecciones septentrional en Malí y meridional en Nigeria (terrorismo de Boko Haram); a continuación, Burkina Faso misma sirvió de puente para un mayor expansión de la violencia yihadista hacia el sur, en países de la costa occidental africana como Togo y Benín.

Según las sucintas semblanzas publicadas por Jeune Afrique, VOA y otros medios, Traoré no entró en la milicia directamente desde la escuela sino que antes, a renglón seguido del bachillerato, cursó estudios superiores, de Geología, en la Universidad Joseph Ki-Zerbo de Ouagadougou, donde al parecer se graduó con excelentes calificaciones y estuvo activo en la Asociación de Estudiantes Musulmanes. Hacia 2010 se incorporó al Ejército de Tierra y pasó a recibir formación como oficial en la Academia Militar Georges Namoano de la localidad de Pô. En 2014 fue ascendido a teniente y luego figuró entre el millar de soldados burkineses despachados a Malí para servir en la MINUSMA, la misión de pacificación creada por la ONU en 2013 para asistir al atribulado Gobierno de Bamako en la tarea de estabilizar el país frente al doble embate de la rebelión de los secesionistas tuareg y el terrorismo yihadista. La BBC informa que en 2018 Traoré fue mencionado como uno de los soldados de la MINUSMA destacados por su "valentía" en la repulsión de los ataques sufridos por el contingente internacional en la región desértica de Timbuktu.

Una vez repatriado a Burkina Faso, país que empezó a afrontar las agresiones islamistas en su propio suelo, Traoré fue movilizado en las operaciones antiterroristas ordenadas por Kaboré, el presidente ganador de las elecciones democráticas de 2015 (celebradas al año de la caída del autócrata desde 1987, Blaise Compaoré, tumbado por una masiva protesta ciudadana a la que siguió el golpe de Estado del general Nabéré Honoré Traoré y el teniente coronel Yacouba Isaac Zida). Paulatinamente desbordadas por el enemigo en las áridas provincias del norte, las escasas y dispersas tropas burkinesas hubieron de aunar fuerzas con sus equivalentes de Mauritania, Malí, Chad, Níger, dando lugar a la Fuerza Conjunta regional del G5 Sahel, dispositivo antiyihadista regional y dependiente del músculo militar de Francia. En 2020 Traoré obtuvo el grado de capitán y las fuentes discrepan sobre si durante un tiempo estuvo asignado a una unidad de operaciones especiales del Ejército burkinés conocida como los Cobras.

En enero de 2022, en medio de una coyuntura nacional crítica por el sangriento empuje de los yihadistas, que estaban multiplicando las masacres contra los paisanos e infligiendo serios quebrantos a los militares, Traoré formó parte del golpe de Estado que liquidó la experiencia del Gobierno civil de R. M. C. Kaboré e instaló una junta militar, el Movimiento Patriótico para la Salvaguardia y la Restauración (MPSR). En marzo siguiente, mientras el teniente coronel Damiba se arrogaba la condición de presidente de la República durante un período transitorio de 30 meses —transición acortada posteriormente, en julio, a los 24 meses en virtud de un acuerdo con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO)— y con la Constitución formalmente restablecida, su subalterno el capitán Traoré fue nombrado jefe de artillería del 10º Regimiento de Comando de Apoyo y Sostén (RCAS), con acuartelamiento en Kaya.

La gestión por el presidente uniformado Damiba de la tremenda crisis de seguridad que se abatía sobre el país no tardó en mostrarse ineficaz. En la segunda quincena de mayo de 2022 tres incursiones yihadistas en la provincia oriental de Kompienga, lindera con Togo y Benín, costaron la vida a alrededor de 80 paisanos y soldados. El 12 de junio, otro terrible ataque contra el pueblo de Seytenga, en la provincia saheliana de Seno, cerca de la frontera de Níger, se saldó con un centenar largo de víctimas mortales, ametralladas por los terroristas en sus casas a sangre fría. El 5 de septiembre, un atentado con bomba al paso de un vehículo escoltado de transporte de civiles y mercancías mató a otras 35 personas en la carretera entre Djibo y Bourzanga, en la región Centro-Norte, no lejos de la capital. Imperturbable, Damiba reiteró su compromiso de entregar el poder a la autoridad que saliera de las elecciones previstas para 2024.

El descontento bullía en la calle y también en los cuarteles, donde empezó a tomar forma la animosidad de los mandos medios y bajos contra la oficialidad de los rangos superiores, vista como incompetente. El episodio que colmó este malestar y pudo precipitar el movimiento golpista del capitán Traoré y sus compañeros de graduación acaso fue la emboscada sufrida el 26 de septiembre por otro convoy militarizado de suministros cerca de Gaskindé, de nuevo en la carretera radial al norte de Ouagadougou, donde perecieron 27 soldados y una decena de civiles. Como el atacado el día 5, el convoy intentaba abastecer la ciudad de Djibo, asediada por Ansar ul-Islam y el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM) desde mediados de febrero. El mando burkinés solicitó el apoyo del dispositivo de la Operación Barkhane y la Fuerza Aérea Francesa llegó a tiempo para repeler a los atacantes, que de todas maneras consiguieron secuestrar a varias decenas de civiles, pequeños comerciantes en su mayor parte.

Así las cosas, el 30 de septiembre, con la confusión informativa inicial típica en estos casos, y rodeada de tiroteos y explosiones, se produjo la toma del poder en Ouagadougou por el grupo de militares de Traoré.

En su primer comunicado ante las cámaras, los sublevados anunciaron la remoción del presidente Damiba, la disolución del Gobierno de Transición que dirigía el primer ministro civil Albert Ouédraogo (un profesor de Contabilidad sin filiación partidaria nombrado el 3 de marzo), la disolución también de la Asamblea Legislativa de Transición (de 71 miembros, formada el 22 de marzo) y la suspensión de la Constitución, la baqueteada ley fundamental de 1991. Adicionalmente, toda actividad de los partidos políticos y la sociedad civil quedaba prohibida por el momento, se procedía al cierre de las fronteras y un toque de queda nocturno entraba en vigor, si bien esta última medida fue derogada al día siguiente. La junta militar creada cuando el golpe de enero, el MPSR, recobró plenos poderes, con Traoré al frente. El levantamiento castrense fue recibido con muestras de júbilo en las calles, donde los partidarios del capitán y sus hombres ondearon banderas rusas. Además, las turbas atacaron la Embajada de Francia en Ouagadougou y un instituto cultural francés en Bobo-Dioulasso.

El 2 de octubre, tras 48 horas de aparente resistencia y rumores, aventados por los golpistas, sobre un inminente contragolpe para recobrar el control de la situación con apoyo francés, Damiba, en paradero incierto, se avino a dimitir a cambio de garantías de seguridad personal y una vía libre para exiliarse en Togo. Entonces, el MPSR designó "jefe provisional del Estado" a Traoré, el cual apeló a la unión patriótica entre las Fuerzas Armadas y el pueblo burkinés para conseguir la "restauración de la seguridad y la integridad de nuestro territorio".

Tres días después, el 5 de octubre, el capitán se autoproclamó "jefe del Estado y jefe supremo de las Fuerzas Armadas", quedando pendiente de confirmar el compromiso para la celebración de elecciones democráticas en 2024, acordado por Damiba con la CEDEAO en el marco la Carta de Transición promulgada por el MPSR en marzo. En la víspera, una delegación de la organización regional de la que formaba parte Mahamadou Issoufou, antiguo presidente de Níger, sostuvo en el aeropuerto de Ouagadougou con Traoré una reunión de la que los mediadores dijeron salir con un sentimiento de "confianza". El 14 de octubre el MPSR anunció que su mandamás era también presidente transitorio de la República por "designación unánime" de un foro nacional formado por 300 representantes de los partidos, las fuerzas de seguridad y los grupos sociales y religiosos, posición institucional que Traoré inauguró el 21 de octubre. Su primera disposición presidencial fue nombrar un primer ministro en la persona del intelectual sankarista Apollinaire Apollinaire Joachim Kyélem de Tambèla.

El golpe encabezado por Ibrahim Traoré es la novena asonada triunfante en la antigua Alto Volta desde su independencia de Francia en 1960. En los turbulentos anales nacionales quedan los golpes de 1966, 1974 (un autogolpe), 1980, 1982, 1983, 1987, 2014, 2015 (abortado a los pocos días) y enero de 2022. En sus 62 años de andadura como Estado soberano, Burkina Faso solo ha conocido un sexenio razonablemente democrático, aunque cuajado de problemas y finalmente arruinado: el período del presidente Kaboré. Por lo demás, este es también el duodécimo golpe militar traducido en una mudanza de poder en la última década solo en el continente africano; de ellos, cinco son sahelianos: tres (2012, 2020 y 2021) han acontecido en Malí, otro país a la deriva, y dos en Burkina Faso.

Encajonados sin salida al océano entre los biomas de la estepa árida y el puro desierto en la mitad norte, y la sabana tropical en la mitad sur, la gran mayoría de los 22 millones de habitantes de Burkina Faso, además de sufrir las violencias políticas y comunitarias, están expuestos a las endémicas vulnerabilidades propias de la agricultura de subsistencia y de algunas de las más radicales variaciones climáticas del mundo, oscilantes entre la sequía extrema y las inundaciones severas. En parte, esta inseguridad alimentaria crónica y al alza es a la vez causa y consecuencia de la inseguridad asociada al terrorismo y la guerra. Un sector exterior donde el 80% de los ingresos por exportaciones provienen del envío de oro en bruto a la industria suiza del preciado metal no tiene la menor incidencia en el muy bajo nivel de desarrollo humano de Burkina Faso, que ocupa la posición 184 sobre 191 en la tabla de IDH del PNUD.

(Nota: esta biografía tiene cobertura informativa hasta 27/10/2022. Para más información, puede consultarse el documento «Protagonistas de los golpes de Estado en el África Occidental francófona (2020-2023)», actualizado hasta 15/9/2023)