Hun Sen

Existen dudas sobre la fecha de nacimiento del líder camboyano Hun Sen: según la documentación oficial (que, inevitablemente, nutre las biografías al uso y de la que los investigadores que no simpatizan con el personaje han pedido que se tome con las debidas reservas por poder contener datos espurios), este se produjo el 4 de abril de 1951, y según las fuentes de referencia bibliográficas y periodísticas el 5 de agosto de 1952. El dato es en sí baladí, pero ilustra las controversias y los puntos oscuros que siempre han rodeado la vida de quien es el hombre fuerte de Camboya desde hace 18 años y ha merecido el sobrenombre de Maquiavelo de Asia. Demócrata dudoso y para algunos un dictador encubierto, el primer ministro camboyano se proyecta como un maestro de la adaptación política, desde la lógica de la guerra a la de la paz, y de la mudanza ideológica, en aras de las que han sido sus vocaciones fundamentales: urdir intrigas, imponerse sobre sus enemigos y perpetuarse en el poder, un arraigo no por taimado y calculado menos clamoroso e implacable.

El tercero de seis hermanos, sus padres eran campesinos que cultivaban arroz y tabaco en bancales de la cuenca del Mekong a su paso por la provincia de Kampong Cham, al nordeste de Phnom Penh. Asistió a la escuela primaria de su localidad y siendo aún un mozalbete se trasladó a la capital del país para escapar de las servidumbres del campo y tener mejores oportunidades formativas y profesionales. Acogido a la manutención de la pagoda Wath Neak Kavoan, comenzó la enseñanza secundaria en el liceo Indra Devi.

Al parecer, fueron profesores y monjes budistas —entre los que tenía un primo mayor— quienes iniciaron al muchacho en el activismo político, en unos años, finales de la década de los sesenta, en los que el Gobierno neutralista, nacionalista y paternalista del príncipe Norodom Sihanuk (portando el título de jefe del Estado y no el de rey, si bien el sistema de Gobierno era la monarquía constitucional autoritaria con una fachada parlamentaria) intentaba denodadamente mantener a Camboya al margen de la guerra en el vecino Vietnam del Sur, donde el régimen derechista de Nguyen Van Thieu y su sostenedor, Estados Unidos, libraban un combate a gran escala contra el Viet-Cong comunista sudvietnamita y el Ejército de Vietnam del Norte, todo ello en el contexto de la Guerra Fría, que hacía de Indochina el escenario señero de las pugnas estratégicas entre Unidos, la URSS y China.

En 1968, aleccionado por las consignas maoístas del clandestino Partido Comunista de Kampuchea (PCK, siendo Kampuchea la denominación local de Camboya), Sen interrumpió los estudios y regresó a Kampong Cham para conocer las problemáticas del campesinado y, de paso, estar cerca de la familia, que había tenido que abandonar sus tierras a causa de una meteorología adversa. Se puso a trabajar en una explotación de caucho en la comarca de Memot y se entregó a un decidido activismo oposicionista como proselitista sindical y enlace del PCK, del que pudo ser tanto un colaborador externo como un miembro pleno, ya en esta época. Algunos autores sostienen que Sen llegó a empuñar las armas con el Ejército Revolucionario de Kampuchea, el brazo armado del PCK, más conocido como el Jmer Rojo, que en enero de 1968 emprendió la subversión revolucionaria contra el Gobierno monárquico al cabo de una sañuda persecución.

Este capítulo biográfico ha sido negado por el interesado, que insiste en retrasar sus comienzos como insurgente en un bienio, esto es, a raíz del golpe de Estado del 18 de marzo de 1970, que otorgó plenos poderes al primer ministro y general Lon Nol, cabeza de las fuerzas derechistas del Reino, el cual desató una ola de violencia antivietnamita y contra los partidarios de Sihanuk. Retomando lo que cuentan las fuentes oficiales, nada más producirse el golpe de Estado, Sen fue arrestado por los soldados del Ejército de la nueva República Jmer bajo la acusación de haber participado en una manifestación popular de protesta convocada después de que Sihanuk llamara desde su exilio en Beijing a la resistencia contra la nueva dictadura militar, la cual, por su parte, se apresuró a solicitar la intervención militar de Estados Unidos en Camboya para destruir las bases de la retaguardia del Viet-Cong y las líneas de aprovisionamiento del Ejército norvietnamita

Sen consiguió evadirse y unirse a uno de tantos grupos de partisanos que se crearon espontáneamente, los llamados Jmeres Rumbdo (Jmeres Liberación) o por cuenta del PCK y que luego fueron poniéndose al servicio del Frente Unido Nacional de Kampuchea (FUNK) y el Gobierno Real de Unión Nacional de Kampuchea (GRUNK), ambos encabezados por Sihanuk y compuestos por los monárquicos y el Jmer Rojo, este último dirigido por el enigmático secretario general del PCK desde 1963, Pol Pot, que ahora estaban unidos contra el enemigo común, Lon Nol.

A la hora de comentar estas vicisitudes, los partidarios de Sen prefieren incidir en sus motivaciones patrióticas y tratan de desvincularle del Jmer Rojo, incluso del PCK, por más que no caben dudas de que fue un militante del partido; harto más dudoso es, ciertamente, que tuviera relación con el círculo de Pol Pot, por lo demás escudado en el secretismo. Sen fue adiestrado a toda prisa en las artes de la lucha en la jungla por los norvietnamitas y tuvo su bautismo de fuego en fecha temprana, en abril, en la provincia de Kracheh, justo antes de toparse su batallón con la fuerza de invasión estadounidense. Su columna fue diezmada y él, herido en una pierna, y un puñado de supervivientes consiguieron ponerse a salvo en el sur, precisamente en Kampong Cham.

En los cinco años siguientes, Sen siguió combatiendo a los ejércitos de Lon Nol (en cuyas filas servía un tío suyo con el rango de general) y de Vietnam del Sur a las órdenes del GRUNK, ya como jefe de su unidad guerrillera y especializado en misiones de tipo comando, siendo herido en repetidas ocasiones. Precisamente, el 17 de abril de 1975 se hallaba inconsciente en un hospital de campaña por unas heridas de metralla en la cabeza (perdió la visión en el ojo izquierdo y hubo de implantársele un ojo de cristal) y la espalda contraídas en la víspera en el curso de una ofensiva en Kampong Cham cuando se produjo la entrada de los Jmeres Rojos en Phnom Penh, precipitando el colapso del régimen de Lon Nol.

Terminada su convalecencia médica en enero de 1976, Sen continuó sirviendo en el Ejército de Kampuchea Democrática, que así se llamó el Estado republicano instaurado por los Jmeres Rojos, con el rango de subcomandante de uno de los tres regimientos acantonados en la región 21 de la zona Este, que cubría la antigua provincia de Kampong Cham, según el nuevo trazado territorial del país. El Estado de Kampuchea Democrática lo pasó a encabezar Sihanuk sólo nominalmente, ya que los verdaderos amos del país eran los Jmeres Rojos y su misteriosa cúpula dirigente, el Angkar Loeu (Organización Suprema), que no era otra cosa que el Comité Permanente del PCK con Pol Pot a su frente.

Pol Pot y sus secuaces implantaron una dictadura genocida cuyo confuso discurso ideológico de nacionalismo fanático (caracterizado por una rabiosa xenofobia antivietnamita, hasta el extremo de provocar con las armas al aliado y protector de la víspera) y retórica antiimperialista para enmascarar su proyecto paleocomunista, era menos importante que la práctica, que aunaba procedimientos estalinistas y maoístas. El Angkar se propuso destruir toda estructura política, social y económica del país antes de levantar un orden autárquico y totalitario, mediante dos acciones: el colectivismo agrario radical, que fue más allá de las experiencias chinas en ese terreno e incluyó una desindustrialización concienzuda del país, y el exterminio enfermizo de los censados como "enemigos del pueblo", estigma mortal que este imperio de la arbitrariedad podía recaer en cualquiera.

A medida que convertían Camboya en un gigantesco campo de trabajo forzado tachonado de fosas comunes, los Jmeres Rojos fueron desvelando sus cartas: el 11 de abril de 1976 Sihanuk fue desposeído de la jefatura del Estado y reemplazado por Khieu Samphan, uno de los acólitos de Pol Pot; Pol Pot mismo se concedió la jefatura del Gobierno el 13 de mayo siguiente y a continuación, el 18 de septiembre, anunció que el Angkar era “marxista-leninista”; en septiembre de 1977, finalmente, el régimen reconoció que el Angkar consistía en la cúpula del PCK.

Como oficial al mando de tropa en un destacamento de provincias, Sen tenía la obligación de obedecer las disposiciones del Gobierno a través de sus superiores y bajo la mirada escrutadora de los comisarios políticos, que mandaron ejecutar a algunos compañeros de armas por no cumplir a rajatabla las órdenes que se les impartían. De nuevo, su actuación en esta época siniestra no es diáfana.

Ciertos informes laudatorios que pretenden librar de sospechas inculpatorias el conjunto de su trayectoria destacan que no jugó papel alguno en las acciones represivas contra los civiles ejecutadas por el aparato de seguridad de los Jmeres Rojos y que hizo lo posible para retardar o no tomar parte en las operaciones militares contra Vietnam en su sector. Algunos biógrafos e historiadores están de acuerdo en que no estuvo involucrado en el genocidio, pero otros autores aportan testimonios de supervivientes que implican a los soldados a sus órdenes en masacres. Las fuentes añaden el dato de que su padre, bajo la acusación de haber liderado una milicia sihanukista en Kampong Cham, y su madre y una hermana pequeña fueron deportados por los Jmeres Rojos; estos parientes directos sobrevivieron al período, no así un tío y cuatro primas.

Testigo de estos horrores, al cabo de dos años Sen decidió desertar y rebelarse contra el régimen de Kampuchea Democrática porque, según hace constar en entrevistas hechas después de convertirse en primer ministro, sentía que Pol Pot y su gente habían traicionado los ideales de la lucha de 1970-1975; si no se había rebelado antes fue, dice casi a modo de disculpa, porque arrastraba todavía las secuelas de sus heridas de guerra, no porque le faltaran convicciones o determinación. Consta que le producía particular rechazo la campaña de hostilidad antivietnamita desatada por el Angkar.

Así, en junio de 1977, después de atacar el Ejército camboyano una serie de localidades vietnamitas próximas a la frontera con incursiones terrestres y bombardeos artilleros, Sen y unos cuantos compañeros de regimiento abandonaron sus puestos y cruzaron la frontera de Vietnam. Se asegura que, al principio, Sen fue acogido con recelo por las autoridades vietnamitas, quienes le interrogaron para cerciorarse de que no era un espía y le tuvieron privado de libertad durante unos meses. Los recelos debieron disiparse del todo, ya que Sen empezó a recibir todo tipo de provechos y además trabó contacto con otros prófugos y ex jmeres rojos, como Heng Samrin, Chea Sim y Sar Kheng, tres altos oficiales político-militares del PCK que en mayo de 1978 huyeron después de fracasar en un golpe de fuerza contra Pol Pot.

El prosoviético Vietnam quería terminar con los agresivos Jmeres Rojos, intolerables por momentos y tributarios de los chinos, así que empeñó todo su esfuerzo en adiestrar y armar a los exiliados camboyanos como punta de lanza de una operación de derribo. El 2 de diciembre de 1978 se constituyó en Hanoi el Frente Unido Nacional para la Salvación de Kampuchea (FUNSK), con Samrin de presidente y Sim de vicepresidente. Sen fue seleccionado para uno de los catorce puestos del Comité Central del FUNSK, con el cometido de crear las Juventudes del movimiento.

Desde el lado doctrinal, el FUNSK reclamó una línea de continuidad con el PCK original, que entre 1951 —fecha en que el anterior Partido Comunista Indochino fundado por Ho Chi Minh se fraccionó en tres formaciones nacionales en Vietnam, Camboya y Laos— y 1960 se llamó Partido Revolucionario Popular de Kampuchea (PRPK); éste era precisamente el período expurgado por Pol Pot en su particular historiografía del comunismo camboyano. El revivido PRPK se dedicó a reconstruir sus cuadros mientras que el FUNSK reclutó a muchos enemigos de los Jmeres Rojos que no eran comunistas.

El 25 de diciembre el Ejército vietnamita se lanzó en tromba sobre Camboya asistido por 20.000 efectivos del FUNSK, una fuerza de invasión ante la que los Jmeres Rojos no tenían ninguna posibilidad. La guerra relámpago terminó el 7 de enero de 1979 con la conquista de Phnom Penh, epígono de una pesadilla nacional que había durado cuatro años con un balance estremecedor: 1,7 millones de personas, esto es, la cuarta parte de la población camboyana de entonces, habían perecido, víctimas de las ejecuciones, las condiciones esclavistas en los campos de trabajo, el hambre o las enfermedades. En cuanto a los aspectos materiales, el país se encontraba literalmente arrasado.

De inmediato, se proclamó la República Popular de Kampuchea (RPK) al tiempo que se constituía un Consejo Popular Revolucionario (CPR) a modo de Gobierno provisional presidido por Samrin, en el cual Sen tomó la secretaría de Asuntos Exteriores. El nuevo régimen provietnamita y prosoviético de Phnom Penh, con el sostén decisivo de miles de soldados de Hanoi, luchó por consolidarse frente a los embates de la hostilidad de China y Estados Unidos, y, sobre todo, a partir de 1980, del contraataque guerrillero de las huestes de Pol Pot, reorganizadas en sus bastiones selváticos del noroeste, junto a la frontera tailandesa, a las que pronto se les unieron los sinahukistas y otros grupos opositores. Dicho sea de paso, cuando retornó a Camboya Sen se enteró de que, contrariamente a lo que le habían informado, la esposa encinta que había dejado en 1977, una enfermera llamada Bum Sam Heang (actualmente porta el nombre de Bun Rany), no había sido asesinada por los Jmeres Rojos; la encontró sana y salva, al igual que su hijo nacido, primero de seis retoños.

En las elecciones del 1 de mayo de 1981 a la Asamblea Nacional, a las que el PRPK concurrió a través de su plataforma de ínfulas nacional-patrióticas, el Frente Unido Nacional para la Construcción y la Defensa de Kampuchea (FUNCDK, nuevo nombre del FUNSK) y copó todos los escaños en virtud a su única lista, Sen salió elegido para representar a su provincia natal. Ese mismo mes, del 26 al 29 de mayo, el PRPK celebró su primer congreso de la nueva etapa (el cuarto, si se considera la tradición del PCK) y Sen apareció también entre los miembros de su Comité Central.

Además de sus funciones en el Legislativo estatal y el partido, Sen consolidó sus atribuciones políticas en el Gobierno. El 27 de junio entró en vigor la Constitución de la RPK y el CPR fue sustituido por un Consejo de Estado presido por Samrin y un Consejo de Ministros presidido por Pen Sovan, a la sazón secretario general del PRPK; Sen figuró en el segundo nivel del liderazgo del flamante Gobierno en calidad de vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores, compartiendo posición con Chan Sy, ministro de Defensa y a partir de diciembre presidente del propio Consejo de Ministros en sustitución de Sovan (veterano comunista que no había tenido relación con el régimen de Kampuchea Democrática, Sovan cayó en desgracia ante los vietnamitas por sus enfoques nacionalistas y fue destituido de las jefaturas del Gobierno y el partido antes de ser encarcelado), y Chea Sim, ministro del Interior y luego presidente de la Asamblea Nacional y del FUNCDK.

Las responsabilidades diplomáticas de Sen revestían la máxima importancia, ya que se trataba de conseguir avales internacionales para la RPK frente a la resistencia armada. Los esfuerzos de Sen fueron infructuosos, ya que la Asamblea General de la ONU rechazó repetidamente desposeer a los Jmeres Rojos del escaño correspondiente a Camboya y luego, en junio de 1982, Sihanuk organizó un Gobierno de Coalición de Kampuchea Democrática (GCKD) que fue reconocido como el único Gobierno legítimo de Camboya por la ONU, Estados Unidos, China, Japón, Europa Occidental y los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). En resumidas cuentas, la RPK siguió siendo un paria internacional.

El GCKD lo formaban el nuevo partido de Sihanuk, Frente Unido Nacional para una Camboya Independiente, Neutral, Pacífica y Cooperativa (FUNCINPEC), el Partido de Kampuchea Democrática (PKD) de Khieu Samphan, esto es, la fachada política levantada por los Jmeres Rojos para distanciarse del supuestamente extinto PCK y su oprobiosa reputación, y una tercera fuerza opositora, el budista Frente de Liberación Nacional del Pueblo Jmer (FLNPK), dirigido por el ex primer ministro monárquico Son Sann. Ahora bien, la supremacía militar recaía en las fuerzas del Jmer Rojo, ahora denominadas Ejército Nacional de Kampuchea Democrática, por delante del Ejército Nacional Sihanukista (ENS) y la tropa más exigua aún a las órdenes de Son Sann. Sihanuk fue nombrado presidente del GCKD, Samphan vicepresidente y Sann primer ministro.

Para contrarrestar el aislamiento de la RPK, Sen redirigió sus esfuerzos a consolidar los vínculos de cooperación y asistencia con los países del bloque soviético, a la vez que se mostró intransigente a la hora de rechazar toda propuesta de negociar con el GCKD. Astuto y calculador, Sen supo mover sus piezas para encumbrarse en la RPK, no obstante su juventud y estar rodeado de dirigentes más veteranos. La ocasión se le planteó a la muerte de Chan Sy el 26 de diciembre de 1984 en un hospital moscovita; al cabo de unos días de deliberaciones, el 14 de enero de 1985 la Asamblea Nacional eligió a Sen nuevo presidente del Consejo de Ministros. Quedó así perfilado el triunvirato de hecho que dirigía la RPK, siendo los otros dos triunviros Samphan, jefe del Estado y secretario general del PRPK, y Sim, presidente de la Asamblea Nacional y del FUNCDK.

El 10 de diciembre de 1986 Sen se desprendió del Ministerio de Asuntos Exteriores y también de la presidencia de la Comisión homónima del partido, pero en diciembre de 1987 retomó el primero de los puestos, que mantuvo hasta septiembre de 1990. Sen se estrenó como primer ministro enarbolando la tesis oficial de la RPK, teleguiada desde Hanoi: que la presencia militar vietnamita, mera y simple ocupación para la ONU, cuya terminación venía exigiendo con insistencia, era necesaria en tanto no cesaran las amenazas del “expansionismo hegemónico chino” y el “imperialismo estadounidense”.

Según Sen, la retirada de esta fuerza extranjera no podía ser la precondición para sentarse a negociar en una conferencia internacional que pusiera fin a la guerra civil, tal como proponía Sihanuk, y el 12 de marzo el primer ministro enumeró los principios con que la RPK acudiría a un eventual proceso de paz y de reconciliación nacional: la exclusión del Jmer Rojo de las conversaciones y del futuro sistema político de Camboya; la evacuación de las tropas vietnamitas después de ser eliminados Pol Pot y sus lugartenientes (sobre los que pendía en Phnom Penh una condena a muerte en rebeldía por genocidio); la posibilidad de celebrar elecciones pluralistas; la aceptación de la coexistencia pacífica y la no injerencia por los países del sudeste asiático; el cese de las intromisiones de las grandes potencias en Camboya; y, la dotación de garantías internacionales y de mecanismos de supervisión a los acuerdos que pudieran alcanzarse.

En marzo de 1986 Sihanuk hizo una contrapropuesta que incidía en el repliegue por fases del Ejército vietnamita en paralelo a un alto el fuego, la formación de un Gobierno de coalición entre el GCKD y la RPK con él de presidente, el establecimiento de un sistema de democracia parlamentaria y la salvaguardia de la soberanía y la neutralidad de Camboya. Sen no tuvo que encargarse de transmitir el rechazo, ya que el Gobierno vietnamita habló por él: la propuesta de Sihanuk era “injusta” y “hostil”. Con manifestaciones de este tipo, los pruritos de soberanía de los dirigentes de la RPK carecían de toda credibilidad para la comunidad internacional —descontando el bloque soviético—, que veía en el régimen de Phnom Penh un títere de los vietnamitas.

Ahora bien, el nuevo clima de distensión en las relaciones internacionales, facilitado por la perestroika de Mijaíl Gorbachov, infundió pragmatismo a las posturas de los regímenes prosoviéticos de Indochina. Vietnam, particularmente, se encontraba al borde del colapso económico y no podía permitirse tener 150.000 soldados peleando en las junglas camboyanas. Un arduo trabajo diplomático y concesiones mutuas posibilitaron el primer encuentro entre Sen y Sihanuk en Fère-en-Tardenois, Aisne, Francia, del 2 al 4 de diciembre de 1987, del que salió un comunicado conjunto sobre la necesidad de dar una solución política y no militar al “problema camboyano” a través de negociaciones internacionales.

Sen aceptaba en principio que Sihanuk retornara en su momento a la jefatura del Estado, pero se oponía a que la administración que él presidía actualmente se desmantelara y diera paso a un ejecutivo de coalición antes de celebrarse elecciones, así como que la retirada militar vietnamita fuera verificada por una fuerza de la ONU. En lo sucesivo, Sen iba a llevar todo el peso de los contactos políticos con el GCKD, fungiendo Samrin, por ejemplo, un papel muy secundario. No obstante las expresiones de buena voluntad y el despliegue de cortesía en las comunicaciones de cada parte, el proceso de paz camboyano, del que, tal como quería Sen, fue marginado el núcleo de los Jmeres Rojos más próximo a Pol Pot, resultó complicado, en parte porque los recelos y la descoordinación reinaban en el GCKD.

Una segunda toma de contacto directo con Sihanuk en Saint Germain-en-Laye, París, el 19 y 20 de enero de 1988 no produjo resultados concretos, al igual que el encuentro celebrado en Bogor, Indonesia, el 27 de julio siguiente, si bien esta última cita revistió un carácter histórico porque reunió a todos los cabezas de facción, con Sihanuk ejerciendo a modo de autoridad suprapartidista: además de Sen, acudieron al llamado Norodom Ranariddh, primogénito de Sihanuk y por tanto teórico príncipe heredero del trono camboyano, que secundaba a su padre en el FUNCINPEC y comandaba el ENS; por el PKD, Samphan, único dirigente del Jmer Rojo aceptado como interlocutor por Sen; y por el FLNPK, Sann, muy crítico con los vietnamitas y que venía planteando serias objeciones a la forma de llevar las negociaciones por Sihanuk.

A falta de resultados en las conversaciones intercamboyanas, el ambiente era propicio para los gestos de distensión y en enero de 1989 Sen realizó la primera de una serie de visitas a Bangkok con el objeto de evaluar fórmulas para rebajar la tensión en la frontera camboyano-tailandesa, escenario a lo largo de la década de escaramuzas militares debido las incursiones punitivas de los ejércitos vietnamita y camboyano, persiguiendo a resistentes sihanukistas y jmeres rojos o buscando controlar los numerosos campos de refugiados, donde cientos de miles de civiles desarmados eran utilizados como escudos humanos por las guerrillas.

En este sentido, las denuncias de Sen y sus colegas de que el Gobierno tailandés amparaba verdaderos “santuarios” del GCKD en su territorio y le aseguraba los suministros de armas, tenían todo fundamento. Pero las ofensivas camboyano-vietnamitas habían tenido mucha culpa del agravamiento del problema de los refugiados. Sen y su Gobierno no parecieron prestar mucho interés en aliviar los sufrimientos de la población, no sólo expuesta a los embates directamente relacionados con la guerra, sino también a las enfermedades y la desnutrición. Según ONG humanitarias, en el último lustro hasta 200.000 camboyanos habían perecido por una u otra causa.

Por su parte, Amnistía Internacional recogía en sus informes tanto los abusos cometidos por los Jmeres Rojos en los campos de refugiados bajo su control como la práctica sistemática de la tortura a los prisioneros de índole política en la RPK. Los informes de denuncia adjudican a Sen la copaternidad del llamado Plan K5, que movilizó forzosamente a miles de camboyanos en la construcción de un muro defensivo frente a la frontera tailandesa para impedir las filtraciones del enemigo y en labores de desminado, trágica operación que aparejaba conculcaciones masivas de los Derechos Humanos y que tuvo un elevadísimo coste en vidas.

Los encuentros personales entre Sen y Sihanuk a lo largo de 1989 y en la primera mitad de 1990 en París, Bangkok y Tokyo, al igual que la Conferencia Internacional celebrada en la capital gala el 30 y el 31 de julio de 1989 con la participación de 19 países y las conferencias “informales” patrocinadas por la ASEAN en Yakarta, volvieron a tropezar con las discrepancias políticas de fondo de las partes. Sobre el terreno, la situación fue despejándose con la retirada a finales del verano de 1989 de los 100.000 soldados que Vietnam aún tenía en Camboya, el último de los cuales cruzó la frontera el 26 de septiembre, aunque Hanoi mantuvo unos cuantos miles de efectivos supuestamente no de combate en calidad de “consejeros” militares.

Antes incluso, a principios de año, Sen, demostrando tener perspicacia política, o bien esa falta de dogmatismo ideológico que había disgustado a algunos conservadores del PRPK, emprendió un programa de reformas económicas que lanzó sus primeros guiños a Tailandia y los países de la ASEAN y que tuvo la virtud de capear las implicaciones dramáticas del desplome del bloque soviético en 1990-1991, con la consecuencia de que caducaron todos los acuerdos de cooperación con el moribundo Consejo de Asistencia Mutua Económica (CAME, o COMECOM) mientras se mantenía en bloqueo comercial de Estados Unidos y otros países occidentales. Una de las reformas más sintomáticas fue la distribución de tierras del Estado a los campesinos, anticipo de la privatización del agro, mientras que la apertura a las inversiones de los empresarios tailandeses anunció el final del modelo de economía planificada, de la que Sen, marxista tibio si no dudoso, nunca había sido un panegirista.

El espectacular incremento de las cosechas de arroz tras años de inclemencias naturales y la avalancha de productos de consumo asiáticos trajo alguna prosperidad a las ciudades, si bien la gran masa de la población, rural en un 85%, no se benefició de esta dinámica. Con una esperanza de vida de 49 años, una mortalidad infantil del 13% y un producto nacional por habitante de apenas 100 dólares, Camboya tenía un punto de partida tan bajo que por mucho que cambiara su negra suerte a partir de ahora iba a seguir siendo uno de los países más pobres del mundo por bastante tiempo. La situación sanitaria era particularmente desastrosa. En lo político, Sen y sus camaradas propiciaron un cambio, todavía más cosmético que de fondo, con la proclamación el 1 de mayo de 1989 del Estado de Camboya en lugar de la RPK.

La salida de la guerra civil se atisbó el 10 de septiembre de 1990 con la aceptación por las cuatro facciones en Yakarta del acuerdo marco definido por el Consejo de Seguridad de la ONU sobre el establecimiento de un Consejo Nacional Supremo (CNS), único órgano depositario de la soberanía nacional y fuente de autoridad en el período de transición que ahora se abría. Integrado por seis representantes del Gobierno Nacional de Camboya (GNC, nuevo nombre del GCKD desde febrero) y seis del Estado de Camboya, entre ellos Sen, el CNS se constituyó formalmente el 17 de septiembre en Bangkok, pero hasta el 16 de julio de 1991, en Beijing, no fue capaz de elegir a un presidente, puesto para el que no cabía otra personalidad que Sihanuk. Poco antes, el 1 de mayo de 1991, se declaró el ansiado alto el fuego, del que los Jmeres Rojos, sellando su destino, se desvincularon.

Finalmente, el 23 de octubre de 1991, en la tercera y última jornada de la Conferencia de Paz de París, Sen y los tres dirigentes del GNC firmaron el Acuerdo Político Global sobre el Conflicto Camboyano. Camboya retornó al estatus de Estado neutral y, a través de la Autoridad de Transición (UNTAC) aprobada por el Consejo de Seguridad el 28 de febrero de 1992, quedó bajo tutela de la ONU hasta que tomara posesión el Gobierno salido de elecciones. Para la etapa de transición, Sihanuk se alzó como la única figura capaz de conducir por encima de los partidos la reconciliación nacional y de catalizar las esperanzas de todo un pueblo que no había conocido un solo día de paz desde hacía 23 años.

Anticipándose a esta fecha histórica, Sen y sus colegas desbrozaron su terreno para participar con las mejores perspectivas posibles en la nueva etapa política. El 30 de agosto de 1991 el PRPK pasó a denominarse Partido del Pueblo Camboyano (KPK) y el 17 y el 18 de octubre siguientes la formación celebró en Phnom Penh un congreso extraordinario que aprobó el abandono del marxismo-leninismo y la instauración del pluripartidismo. Chea Sim fue elegido presidente del Comité Central del KPK y Sen, que venía ostentando la tercera posición en el Buró Político del PRPK, vicepresidente.

El secretario general saliente, Samrin, recibió la presidencia honorífica del KPK, un puesto ceremonial, mientras que el Consejo del Estado de Camboya vio disminuidas sus prerrogativas después de que el 14 de noviembre Sihanuk entrara en olor de multitudes en la capital tras 13 años de exilio y seis días después asumiera la jefatura del Estado en tanto que presidente del CNS. Camboya, exangüe, tenía por delante un abrumador trabajo de reconstrucción material, y los esfuerzos se auguraban ímprobos también para asentar la paz y la reconciliación nacional.

Sen se había salido con la suya, ya que permaneció como primer ministro y la funcionalidad del CNS del que era miembro no entrañaba un Gobierno de coalición. Un hijo de Sihanuk, el príncipe Norodom Chakrapong, fue admitido como viceprimer ministro, pero porque abandonó las filas del partido monárquico y se unió al KPK. Esta reserva del poder básicamente intacto le permitió a Sen jugar con ventaja de cara a las elecciones frente al FUNCINPEC, que desde febrero de 1992 pasó a presidir el príncipe Ranariddh, a la sazón miembro también del CNS.

Mientras sobre Sihanuk gravitaba toda la actividad internacional y los 21.000 efectivos militares y civiles de la UNTAC se encargaban de repatriar a los 375.000 refugiados en Tailandia y Vietnam, levantar infraestructuras básicas y preparar los comicios, el primer ministro pudo concentrarse en elaborar su estrategia política a un año vista y en cercenar al máximo el poder militar de los Jmeres Rojos antes de que comenzara la segunda fase del Acuerdo de París, que estipulaba el acantonamiento y el desarme de los combatientes. Ya a comienzos de enero de 1992, luego de que los dos representantes del PKD en el CNS, Khieu Samphan y Son Sen, hubieran de abandonar la capital por ser objeto de atentados y amenazas de muerte, se reanudaron los enfrentamientos, y en los meses siguientes los polpotistas lanzaron en la provincia de Kampong Thum ofensivas contra el Ejército regular y provocaciones contra los cascos azules de la ONU, arruinando las expectativas del cese inmediato de la violencia y sembrando mucha incertidumbre en la delicada etapa de transición.

Precedidas por un reguero de tensiones por los actos de violencia e intimidación dirigidos a miembros del FUNCINPEC en la capital y el boicot armado de los Jmeres Rojos, las históricas elecciones a la nueva Asamblea Nacional de 120 escaños con mandato de Asamblea Constituyente se desarrollaron entre el 23 y el 28 de mayo de 1993. Sobreponiéndose a las amenazas de los Jmeres Rojos, los camboyanos acudieron masivamente a votar, en un 88% del censo elaborado por la UNTAC, que avaló los comicios como “libres y justos”. El 10 de junio el instrumento de la ONU publicó el resultado final del escrutinio: el FUNCINPEC había ganado con el 45,4% de los votos y 58 escaños, seguido por el KPK con el 38,2 % y 51, y por el Partido Budista Liberal Democrático (KPSNPP) de Son Sann con el 3,8% y 10.

Sen, que ganó el acta de diputado por Kampong Cham, encajó de muy mal talante el veredicto de las urnas y, bajo la amenaza de recurrir a las armas, según se desprende del extraño pronunciamiento secesionista del príncipe Chakrapong en las provincias de Kampong Cham, Prey Veng y Svay Rieng —el cual dijo exigir la invalidación de las elecciones en nombre de su padre—, obligó a un abrumado Sihanuk a negociar una fórmula transaccional que le diera satisfacción. La UNTAC se limitó a subrayar que no había evidencias de fraude electoral y a “lamentar” la actitud del Gobierno.

Las negociaciones para terminar con la crisis produjeron el siguiente esquema de poder: el 14 de junio la Asamblea Nacional Constituyente confirmó a Sihanuk en la jefatura del Estado y le entregó todos los poderes inherentes al cargo, a fuer de la disolución del Consejo de Estado, que desde abril presidía Chea Sim en lugar del eclipsado Heng Samrin; y cuatro días después, el FUNCINPEC y el KPK se pusieron de acuerdo sobre un Gobierno Nacional Provisional de Camboya con representación paritaria de ambas formaciones, el 45% de los puestos, siendo el 10% restante para el KPSNPP, y —fórmula insólita entre los sistemas de gobierno mundiales— presidido por Sen y Ranariddh en calidad de “co-primeros ministros en igualdad”. La duplicidad de titularidades la extendieron a los ministerios clave de Defensa e Interior, y los dos rivales tomaron posesión de sus puestos el 2 de julio.

Alcanzados unos mínimo de entendimiento y estabilidad, el 21 de septiembre Sen consintió en que Ranariddh fuera el “primer ministro primero” y él el “primer ministro segundo” del Gobierno Real, coincidiendo con la adopción por la Asamblea de la nueva Carta Magna. Con la promulgación de la Constitución el 24 de septiembre, quedó proclamado el Reino de Camboya y Sihanuk adquirió la condición de monarca sin poder político, aunque con una autoridad arbitral y moderadora potencialmente decisiva. Dos días después finalizó el mandato de la UNTAC y el 15 de noviembre se retiraron los últimos cascos azules. Entre medio, el 25 de octubre, Chea Sim, un aliado incondicional de Sen, fue elegido presidente de la Asamblea Nacional.

En los cuatro años siguientes, Sen estuvo sometido a este equilibrio de poderes, pero no por ello dejó de ejercer el principal ascendiente sobre todo lo que se ventilaba en el país, en especial en lo tocante a la seguridad y el orden público. La Policía, que seguía leal al KPK, continuó marcándole el terreno al FUNCINPEC, mientras que las Fuerzas Armadas Reales, comandadas por los oficiales nombrados por el antiguo régimen, intensificaron sus ataques para destruir los baluartes de los Jmeres Rojos, que en junio de 1994 fueron puestos fuera de la ley, prolongando así un estado de guerra, eso sí, más limitado geográficamente y menos intenso que en el período 1979-1991.

La parcela privada de poder y patronazgo, las prácticas maniobreras e intrigantes y la personalidad, para muchos, paranoica y profundamente antipática de Sen, estuvieron detrás de una serie de convulsiones que pusieron a prueba el precario Gobierno camboyano, mientras el anciano Sihanuk, enfrascado en su papel de símbolo del Estado por encima de las divisiones partidistas, pasaba la mayor parte del tiempo en China para tratarse sus múltiples enfermedades y achaques, lo cual le impedía jugar un rol político más activo. La figura del rey, reverenciada por la población, era la única que podía ponerle coto a las maniobras antidemocráticas de Sen, así que la inacción del monarca beneficiaba sobre todo al primer ministro segundo.

El 2 de julio de 1994 se anunció la desarticulación de un complot golpista maquinado por el príncipe Chakrapong, y, aunque se le permitió exiliarse en Malasia, en octubre un tribunal militar le juzgó in absentia y le sentenció a 20 años de prisión. El 21 noviembre de 1995 fue arrestado a su vez el príncipe Norodom Sirivudh, secretario general del FUNCINPEC, hermanastro de Sihanuk y uno de los candidatos a sucederle en el trono (luego rival potencial de su sobrino Ranariddh), que en octubre de 1994 había dimitido como ministro de Exteriores. Acusado de haber tomado parte en la conspiración de su sobrino Chakrapong y de haber planeado el asesinato de Sen, en diciembre de 1995 Sirivudh vio concedido también el exilio antes de que la justicia le endilgara una condena a diez años de cárcel.

Causó perplejidad que primero se autorizara a estos dos príncipes y dirigentes del FUNCINPEC marchar al extranjero y luego se les condenara a penas draconianas por unos delitos ciertamente de la máxima gravedad, pero el caso fue que Sen se deshizo por una buena temporada de dos personalidades que constaban en su lista negra. La hipótesis de la existencia de conspiraciones para asesinar a Sen cobró más fundamento cuando su cuñado, Kov Samuth, fue mortalmente tiroteado en plena capital el 19 de noviembre de 1996; entre los sospechosos detenidos había un dirigente de una pequeña fuerza política, el Partido Neutral Jmer.

Aparte de estos inquietantes sucesos de política interna, Sen, que estaba tomándose muy en serio la inmersión de Camboya en el capitalismo privado y el libre mercado (tanto, que afloraron denuncias de explotación rapaz de los recursos naturales, de venta de propiedades estatales a precios de ganga y de instalación de las más groseras formas de corrupción), se embarcó en una operación de apertura exterior que, con un criterio eminentemente pragmático, a saber, desarrollar el comercio y las inversiones, puso el acento en la normalización de las relaciones con Corea del Sur, Tailandia y China (histórica visita a Beijing en julio de 1996) y la llamada en la puerta de la ASEAN. Aunque persistían la desconfianza hacia la situación política inestable y el escepticismo por el tremendo atraso económico de su país, Sen tuvo éxito en esta partida, en parte debido al interés político del primer ministro malasio, Mahathir bin Mohamad, de fortalecer el carácter asiático de la ASEAN con su ampliación a los estados de Indochina.

El 28 de julio de 1995 Camboya obtuvo el estatus de observador y luego Sen y Ranariddh fueron invitados a asistir a la V Cumbre de la organización, el 14 y el 15 de diciembre en Bangkok, en la que los siete estados miembros decidieron adelantar la culminación de su Área de Libre Comercio (AFTA), comenzada a implementar en enero de 1993. El 23 de marzo de 1996 Phnom Penh tramitó su solicitud formal de ingreso y el 30 de noviembre del mismo año los dos primeros ministros recibieron en una cumbre informal en Yakarta la buena noticia de la próxima admisión de su país a la vez que Laos y Myanmar. Pero para entonces, otro asunto acaparaba la atención informativa: la implosión de los Jmeres Rojos, que estaban acorralados militarmente y habían agotado la paciencia y los últimos resquicios de consideración de la comunidad internacional. Sen vigiló atentamente el proceso de desintegración del grupo y lo estimuló con la táctica del palo y la zanahoria, pero atendiendo más a sus intereses políticos particulares que a lo que correspondería hacer desde el lado de la justicia con las víctimas del genocidio y del derecho universal.

Todo empezó en agosto de 1996 con la rendición de 3.000 jmeres rojos en el bastión de Pailín, en la provincia de Batdambang, a escasos kilómetros de la frontera tailandesa, en respuesta a las ofertas de amnistía del Gobierno. La brigada la comandaba Ieng Sary, una de las figuras más poderosas del movimiento, que fuera miembro del restringido Angkar, amén de ministro de Exteriores y viceprimer ministro de Kampuchea Democrática. Sobre él pendía una condena a muerte en rebeldía por genocidio dictada por la RPK en 1979, pero, a instancias de Sen, le fue concedida la amnistía real el 16 de septiembre. En lo sucesivo, Sary podía considerarse un aliado de Sen. Preocupado por esta componenda que debilitaba su posición en el Gobierno, Ranariddh emprendió conversaciones secretas para obtener la defección de Khieu Samphan a cambio de garantías similares a las otorgadas a Sary, a la vez que intentaba articular una gran coalición de partidos contra el KPK. Sen contraatacó azuzando las divisiones y disidencias en el FUNCINPEC

El 30 de marzo de 1997, en un episodio aparte pero que ilustraba el dramático incremento de las tensiones a medida que se acercaba la fecha de las elecciones de 1998, 16 personas resultaron muertas y 150 heridas cuando desconocidos arrojaron granadas contra una manifestación antigubernamental organizada por el Partido de la Nación Jmer (PNK) de Sam Rainsy, ministro de Finanzas hasta 1994 y miembro del FUNCINPEC hasta 1995, que se había erigido en el más vigoroso denunciante del autoritarismo y la corrupción instalados en el poder. A finales de mayo, francotiradores dispararon contra el convoy de vehículos en el que viajaba Sen.

El 13 de junio de 1997 la situación se complicó con el anuncio por Ranariddh de que Pol Pot había huido tres días atrás de su campamento en Anlong Veng con unos 300 incondicionales luego de haber hecho asesinar a Son Sen y a once de sus familiares, y llevándose a Samphan como rehén; poco después, Ranariddh reveló que había estado negociando secretamente cara a cara con Samphan la entrega de Pol Pot a cambio de la amnistía para él y su ahora liquidado compañero de filas. Hun Sen se puso inmediatamente en guardia y, no obstante sus propias connivencias con el grupo de Sary, denunció los contactos de Ranariddh y Samphan como ilegales, exigió el arresto y el sometimiento de los dirigentes jmeres rojos ante un tribunal internacional y habló de una “conspiración” para permitirles entrar en la política legal.

A mayor confusión, el 17 de junio la radio de la guerrilla anunció que Pol Pot había sido destituido del liderazgo supremo del Jmer Rojo por "actos de traición". En las horas siguientes se amontonaron todo tipo de versiones sobre lo que estaba pasando con Pol Pot, desde que había muerto hasta que se le había ofrecido un “refugio seguro” en el norte del país, pasando por las informaciones del Jmer Rojo —ciertas, a la postre— de que se encontraba arrestado por efectivos leales a Samphan. Igualmente, se aseguraba que un lugarteniente principal de Pol Pot, Ta Mok, de tenebrosa reputación genocida (se ganó el mote de El Carnicero), se había separado del movimiento para continuar la rebelión por su cuenta.

El 18 de junio, Sen, muy nervioso por lo que le parecía ser un complot urdido contra él por Ranariddh, Samphan, Pol Pot y Ta Mok, y toda vez que los comunicados del Jmer Rojo emplazaban a apoyar a Samphan y al reagrupamiento de todas las “fuerzas nacionales” para luchar contra Vietnam y su “lacayo”, esto es, el propio Sen, dio un ultimátum “de pocos días” a Ranariddh para que decidiera entre "trabajar en el Gobierno de coalición o irse al Gobierno de Kampuchea Democrática de Samphan”. Visto que Ranariddh no le daba explicaciones convincentes, Sen decidió que era mejor excusar ulteriores sorpresas desagradables y cortar por lo sano, de suerte que el 5 de julio tropas del Ejército bajo sus órdenes atacaron a unidades leales al jefe del FUNCINPEC en Phnom Penh. Al cabo de 24 horas de lucha, la bandera blanca ondeaba en el cuartel general del partido monárquico.

Sen no escatimó sus bazas, y al golpe de Estado le siguió el terror: varias decenas de militantes del FUNCINPEC fueron ejecutados sin más trámite y el Ejército desató una ofensiva militar para aplastar los reductos del norte del país en que tomaron refugio Ranariddh, hasta que se puso a buen recaudo en Francia, y sus seguidores. El espasmo bélico provocó una ola de refugiados y desde la clandestinidad el príncipe reclamó a la comunidad internacional que castigara al Gobierno de Sen retirándole el reconocimiento diplomático y aplicándole sanciones económicas.

Sen instó a la ASEAN a no intervenir en lo que, según él, era una simple cuestión de orden público interno, pero su envite de fuerza había sido demasiado flagrante y, sobre todo, demasiado sangriento, como para permanecer impune, de suerte que el 10 de julio los ministros de Exteriores reunidos en Kuala Lumpur resolvieron suspender indefinidamente el ingreso de Camboya en la organización “a la luz de las infortunadas circunstancias resultantes del uso de la fuerza”. Como consecuencia, el 23 de julio sólo ingresaron en la ASEAN Laos y Myanmar.

Fuera del ámbito regional, las reacciones internacionales a la defenestración de Ranariddh fueron tibias, siendo más numerosas las expresiones de preocupación que las condenas o las sanciones. La Unión Europea no suspendió el reciente Acuerdo de Cooperación con Camboya, firmado el 29 de abril, y Estados Unidos no revocó la cláusula de nación comercialmente más favorecida, aunque sí suspendió temporalmente su ayuda al desarrollo. Indudablemente, a Sen le preocupaba sobre todo la exclusión de la ASEAN, máxime ahora que la tormenta financiera que tenía su epicentro en Tailandia y que empezaba a golpear a otros países desarrollados de Asia, amagaba con destrozar el crecimiento camboyano, que había sido del 7,5% en 1996; ciertamente, en 1998 la economía sólo iba a crecer el 1%.

La mediación apaciguadora de Sihanuk, de nuevo, le hizo un buen servicio a Sen, que el 16 de julio obtuvo el nombramiento real del titular de Exteriores, Ung Huot, como primer ministro primero. Huot era un exponente de los sectores acomodaticios del FUNCINPEC y alineó un nuevo gabinete de coalición tripartito del que los partidarios de Ranariddh fueron convenientemente expurgados. Nueve días después, el país asistió estupefacto a la filmación del juicio de Pol Pot por los propios Jmeres Rojos en Anlong Veng; después de escuchar, impávido, el reguero de denuncias y acusaciones en su contra, el ex dictador fue condenado por el tribunal popular a la pena de prisión perpetua. Pol Pot falleció, aparentemente por causas naturales, el 15 de abril de 1998, adelantando el fin de los Jmeres Rojos como movimiento.

Hasta las elecciones generales del 26 de julio de 1998, Sen continuó reprimiendo sin miramientos a los cuadros del FUNCINPEC y se encargó de anular las veleidades revanchistas de Ranariddh: el 6 de agosto de 1997 el príncipe fue despojado de su inmunidad parlamentaria y seis días después se le dictó una orden de arresto acusado de pretender poner en marcha una rebelión armada desde el exilio en colaboración con los Jmeres Rojos. El 27 de febrero de 1998 Ranariddh y el Gobierno declararon el cese de los combates que libraban sus fuerzas, pero la justicia prosiguió sus diligencias contra el príncipe y el 4 de marzo una corte castrense le condenó a cinco años de cárcel por el delito de contrabando de unas armas aparentemente destinadas a abrir un frente guerrillero. Por si esto no era suficiente, el 18 de marzo otro tribunal militar le aplicó una segunda condena a 30 años de prisión por “conspirar para derribar el Gobierno en connivencia con los Jmeres Rojos”.

Este drama presentó fuertes visos de teatralidad, ya que Sihanuk declaró estar dispuesto a conceder la gracia de la amnistía a su hijo siempre que aceptara las sentencias de los tribunales y si Sen y Huot no ponían impedimentos; dicho y hecho, el 21 de marzo Sen solicitó al rey que amnistiara a Ranariddh y ese mismo día Sihanuk concedió el perdón real a Ranariddh, que el 30 de marzo se presentó en Phnom Penh para participar en las elecciones y dispuesto a correr el velo del olvido sobre todo lo vivido en el último año. Por otra parte, la violencia y la intimidación del Gobierno se cebaron también en el grupo de Sam Rainsy, y, a mayor satisfacción de Sen, los Jmeres Rojos aceleraron su desbandada tras las ocupaciones sucesivas por el Ejército de los reductos de Pailín (8 de noviembre), Anlong Veng (6 de abril) y el paso de Sagham (11 de mayo).

Con el FUNCINPEC laminado por la represión y Sen más fuerte que nunca, los comicios no podían sino apuntalar al primer ministro segundo: el 1 de septiembre la Comisión Nacional de Elecciones finalizó el parsimonioso escrutinio y dio la victoria al KPK con el 41,4% de los votos y 64 escaños, seguido a distancia por la formación realista con 43 actas y por el Partido de Sam Rainsy (PSR, nuevo nombre del PNK) con 15. Ahora bien, con ser importante su mayoría absoluta, Sen no iba a poder gobernar en solitario porque la ley exige la mayoría de dos tercios, así que la coalición con el FUNCINPEC debía reeditarse. Los monitores internacionales consideraron que los casos detectados de fraude y de hostigamiento a votantes no eran suficientes como para invalidar las elecciones, siendo así que las avalaron como limpias y libres. Además, la participación fue incluso superior a la registrada en 1993.

La oposición se negó en redondo a reconocer los resultados, denunció haber sido víctima de un fraude a gran escala y demandó reelecciones parciales en varias circunscripciones. Cuando ni la Comisión Nacional de Elecciones ni el Consejo Constitucional atendieron sus reclamaciones, el FUNCINPEC y el PSR, con Rainsy llevando la voz cantante, lanzaron una campaña nacional de protestas que tuvo la virtud de encolerizar a Sen.

Con Huot convertido en un convidado de piedra, Sen ordenó desatar la represión sin contemplaciones el 7 de septiembre, inmediatamente después de que su antigua residencia en Phnom Penh fuera atacada con granadas (él no se encontraba allí, ya que desde hacía un tiempo vivía en un enorme complejo residencial en la ciudad de Ta Khmau, a 20 km al sur de la capital, una especie de palacio-fortaleza trufado de lujos y de medidas de seguridad). La Policía antidisturbios dispersó la concentración permanente frente a la Asamblea Nacional, miles de civiles progubernamentales se encargaron de despejar las calles a golpe de porra y de cadenas, y Rainsy se refugió en las oficinas del representante del secretario general de la ONU, sitas en un hotel de la capital, para esquivar una orden de arresto sobre la acusación de estar detrás del atentado contra la villa de Sen.

El 15 de septiembre las movilizaciones opositoras tocaron a su fin y para Sen llegó la hora de negociar la formación del nuevo Gobierno de coalición desde su formidable posición de fuerza, que nada tenía que ver ya con el equilibrio fáctico de 1993. De momento no tuvo como interlocutor a Ranariddh, que se encontró con Rainsy en la ciudad norteña de Siem Reap antes de emprender juntos el vuelo hacia Bangkok. Reproduciendo la pauta habitual en las luchas políticas camboyanas, el 29 de septiembre el tribunal municipal de Phnom Penh acusó a Rainsy y a otros dirigentes de su formación de instigar el odio racial, actividades criminales y la destrucción de propiedades del Estado en relación con las turbamultas poselectorales.

El 23 de noviembre Sen suscribió con Ranariddh —viva estampa de la derrota y la impotencia— un acuerdo de cooperación por el que el Ejecutivo continuaba siendo de coalición bipartito, pero con un único primer ministro y con un reparto de carteras favorable al KPK, en el que los ex comunistas se reservaron la titularidad exclusiva de los ministerios clave de Exteriores, Finanzas y Justicia; Defensa e Interior siguieron en régimen de cotitularidad. Sen se permitió gestos de magnanimidad con el partido monárquico que ayudaron a mitigar las tensiones: los príncipes Chakrapong y Sirivudh recibieron el perdón real y pudieron regresar a Camboya, en el caso del segundo para desempeñar una consejería real, y en cuanto a Ranariddh, el 25 de noviembre fue elegido presidente de la Asamblea Nacional (Chea Sim pasó a presidir el Senado). Al día siguiente Sihanuk firmó el decreto por el que nombraba a Sen primer ministro y el 30 de noviembre la Asamblea lo invistió por 99 votos contra 13.

En el lustro transcurrido desde su culminación política en 1998, Sen ha pilotado Camboya con talante autocrático y ha gestionado personalmente los grandes asuntos nacionales, a saber, la reinserción de los Jmeres Rojos y el eventual enjuiciamiento de sus máximos dirigentes, la normalización de las relaciones exteriores dañadas por el golpe de 1997 y la reforma económica. En el primer terreno, la disolución del otrora poderoso partido-guerrilla registró sus últimos actos después de las elecciones: el 25 de diciembre de 1998 Khieu Samphan y Nuon Chea, llamado el Hermano número dos, comunicaron su sometimiento al Gobierno y cuatro días después, junto con Ieng Sary, se entrevistaron con Sen en Phnom Penh; el 9 de febrero de 1999 1.700 combatientes depusieron las armas y recibieron los uniformes que les acreditaban como miembros del Ejército Real; y el 6 de marzo siguiente el recalcitrante Ta Mok fue por fin capturado cerca de Anlong Veng y conducido a una prisión militar.

Lo que se inició ahora fue un tira y afloja entre el Gobierno camboyano y la ONU sobre el procesamiento de los jefes de los Jmeres Rojos, ya que Sen, de entrada, reclamó pleno control camboyano sobre los juicios que pudieran celebrarse, desde la fase de instrucción hasta la aplicación de las sentencias. Él mismo había solicitado la asistencia de la ONU en esta tesitura en una misiva enviada al secretario general, Kofi Annan, el 21 de junio de 1997, pero ahora se mostró contradictorio y dilatorio, por no decir refractario, en la espinosa cuestión, haciendo cundir el escepticismo sobre que algún día llegara a ser juzgado un solo jmer rojo por iniciativa de un gobierno que en parte estaba formado por antiguos miembros del grupo, con el primer ministro a la cabeza, los cuales, tal vez, temían que en los procesos salieran a relucir ciertos crímenes involucrándoles.

En algún momento, Sen dio a entender que, si de él dependiera, no sentaría en el banquillo de los acusados ni siquiera a Ta Mok, y en marzo de 2000 se deshizo en denuestos contra la ONU, que le presionaba para que transigiera, por haber conferido legitimidad internacional durante 16 años al régimen de Kampuchea Democrática y luego al GCKD del que los Jmeres Rojos eran parte, poniendo el dedo en la llaga de una flagrante inconsecuencia del organismo internacional.

El prolongado desencuentro sobre las reglas y procedimientos de los juicios de los crímenes contra la humanidad en el período 1975-1979 llegó a un principio de solución el 7 de julio de 2000 con un Memorándum de Entendimiento que entrañaba cesiones para ambas partes: se pondría en marcha un “tribunal especial de carácter internacional” con sede en Phnom Penh y formado por magistrados nacionales y foráneos; el panel de fiscales acusadores también tendría carácter mixto; en general, la justicia camboyana se reservaba el procedimiento, la instrucción de los casos y la inculpación, y con arreglo a las leyes del país, y la comunidad internacional adquiría el derecho de representación procesal. Pero estaba por ver quiénes iban a ser los acusados, ya que, de momento, sólo Ta Mok, que el 7 de septiembre de 1999 había sido formalmente acusado de genocidio, y Kang Kek Lue estaban entre rejas a la espera de juicio. Samphan, Sary, Chea, Ke Pauk y otros dirigentes continuaban en libertad en sus antiguos feudos, y no había visos de que nadie fuera contra ellos ya que sus rendiciones fueron pactadas.

El 2 de enero de 2001 la Asamblea Nacional aprobó la preceptiva legislación que iba a regular el futuro tribunal especial y el 7 de agosto siguiente el Consejo Constitucional dio su visto bueno al texto, aunque en una segunda versión, ya que la primera hubo de ser revisada para excluir las consideraciones de la pena de muerte, prohibida por la Constitución. Tres días después, el rey firmó la entrada en vigor de la ley, pero la clarificación del marco legal no suponía el comienzo de los juicios, ya que aún quedaba por discutir con la ONU los detalles de su participación en los mismos como procurador.

Y, justamente, fue en esta etapa postrera donde el tortuoso proceso se detuvo en seco: el 8 de febrero de 2002, alegando su desconfianza en la “independencia y la objetividad” de los magistrados designados por la parte camboyana, la ONU se retiró de las negociaciones. La ONG Amnistía Internacional denunció que la ley del 10 de agosto de 2001 estaba lejos de cumplir los estándares internacionales que avalan a un juicio como justo y libre. Sen expresó su decepción por la decisión de la ONU, pero desde entonces no ha hecho ningún gesto para reconducir la cooperación en la materia.

El caso es que la comunidad internacional nunca hizo de la acción de justicia con las víctimas del genocidio de 1975-1979 una precondición para la concesión de facilidades económicas y financieras a Camboya. Por lo que respecta a la ASEAN, la celebración de elecciones certificadas internacionalmente y la formación del nuevo Gobierno de coalición fueron más que suficientes para decidir levantar la sanción de julio de 1997. Así, el 16 de diciembre de 1998 los líderes de la ASEAN, reunidos en Hanoi, acordaron admitir a Camboya como décimo Estado miembro. Beneficiado con una serie de facilidades y de exenciones transitorias para permitirle adaptar su economía al competitivo mercado interno de la organización, la adhesión camboyana tuvo lugar finalmente el 30 de abril de 1999.

La aparente estabilidad política desde 1998 animó al FMI y al Banco Mundial a reanudar sus asistencias, a la vez que el Gobierno de Sen prosiguió con las reformas en la función pública y el sistema fiscal, y anunció otras medidas para combatir la pobreza, proteger el medio ambiente (deforestación incontrolada) y redirigir recursos desde los campos de la defensa y la seguridad a la sanidad y la educación, lo que pasaba necesariamente por fuertes recortes de personal en los diversos institutos armados, ahora que el país, por primera vez en tres décadas, no tenía una subversión organizada.

En enero de 1999 Sen se dio de baja como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Reales dentro de una serie de cambios destinados a convencer a los donantes de fondos de que era sincero en su determinación de despolitizar la institución castrense. Claro que todo quedó en casa, ya que su sucesor en el puesto, el general Ke Kim Yan, no sólo estaba considerado un estrecho aliado del primer ministro, sino que era un alto responsable del KPK, filiación que por sí sola ponía en solfa cualquier proclamación de neutralidad o apoliticismo del Ejército.

Por lo demás, en 1999 la economía retomó la senda del crecimiento a un ritmo anual del 5%, tendencia tanto más llamativa cuanto que apenas ha generado inflación. El turismo se convirtió en la primera industria nacional, pero la penuria de inversiones foráneas se hizo notar en las actividades del subdesarrollado sector secundario. En cuanto al sector primario, en 2001 las peores inundaciones en 70 años dañaron severamente las cosechas arroceras.

El 4 y el 5 de noviembre de 2002 Sen saboreó su momento de gloria internacional con la celebración en Phnom Penh de la VIII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la ASEAN, a la que asistieron además el presidente chino, Jiang Zemin, el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, y el presidente surcoreano, Kim Dae Jung (principales socios comerciales de la organización, dando lugar al ámbito de diálogo ASEAN+3). El último éxito de Sen en este terreno ha sido la aceptación de la admisión de Camboya en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en septiembre de 2003.

Después de arrasar en las históricas elecciones municipales del 3 de febrero de 2002, cuando ganó el 60% de los votos y se aseguró el control del 98% de los 1621 municipios del país, el partido de Sen reforzó su mayoría absoluta en la Asamblea Nacional en las legislativas del 27 de julio de 2003, cuando obtuvo el 47,3% de los sufragios y 73 escaños. Con todo, esa cuota parlamentaria seguía sin cubrir la ansiada mayoría de dos tercios, y, además Sen sólo pudo encajar con preocupación el notable ascenso del PSR, no obstante —o precisamente por ello— la fuerte represión de la que había sido objeto, llegando a adelantar al devaluado FUNCINPEC. Los observadores de la Unión Europea destacaron el clima de paz que presidió la jornada electoral y alabaron los comicios como “los más libres y democráticos” en la historia de Camboya.

Los perdedores se agarraron a las “irregularidades menores”, como la compra de votos, constatadas por los monitores para fundamentar sus quejas de fraude, aunque esta vez, recordando la amarga experiencia de 1998, el FUNCINPEC y el PSR no hicieron del particular un caballo de batalla en la calle, sino que decidieron hacer oposición con las reglas del sistema. Luego de lanzar una propuesta condenada al fracaso, la formación del Gobierno de coalición a cambio de la dimisión de Sen, Ranariddh y Rainsy constituyeron el 4 de agosto la Alianza de Demócratas para coordinar las estrategias de sus partidos y boicotearon el 27 de septiembre la inauguración de la Asamblea Nacional, incrementando la incertidumbre sobre cuándo y cómo iba a poder Sen renovar en el puesto por otros cinco años, ya que le faltaban nueve diputados para la investidura.

El primer ministro camboyano ha sido descrito como un hombre con una personalidad compleja, que es capaz de desplegar encanto diplomático y de encandilar a la reina Monineath con su untuosidad mientras ordena toda clase de tropelías contra sus opositores. De aspecto físico inofensivo, pequeño y con gafas, aficionado al fútbol y el ajedrez, y honrado por Sihanuk en 1993 como samdech, alto título que viene a significar padre reverenciado y que han llevado el rey y los príncipes de la familia real, en reconocimiento “a sus grandes esfuerzos y contribuciones a la reconciliación nacional, la paz y el desarrollo socioeconómico del país”, Sen ha dado pábulo a una serie de chismes extravagantes en la calle camboyana, como que no puede dominar sus estallidos de cólera y que golpea a su esposa, o que recibe psicoterapia. En un plano más político, se le ha relacionado con barones del narcotráfico y con toda una serie de negocios turbios, orígenes de un patrimonio privado que se presupone cuantioso.

Por características de su poder político y por lo declarado en algunas entrevistas, Sen presenta algunos paralelismos con el otro gran superviviente político de la región, el primer ministro malasio Mahathir, un notorio autoritario reelegido ininterrumpidamente desde 1981 merced a una maquinaria electoral bien engrasada, que apostó por el capitalismo de mercado para hacer el salto desarrollista a la industrialización de su país y que hace gala de susceptibilidad nacionalista cuando se le mentan las cuestiones de los Derechos Humanos. Las coincidencias se extienden al sistema de Gobierno, ya que Malasia es también una monarquía constitucional parlamentaria.

Sen dice sentirse a gusto con el calificativo de hombre fuerte y confiesa que su sueño es “construir nuestra economía como han hecho otros hombres fuertes del sudeste asiático”, aserto en el que, sin duda, tenía en mente a Mahathir. Cuando se le ha preguntado por la calidad de la democracia en su país de acuerdo con los estándares occidentales, ha respondido que él no es quien “para imponer a nadie fuera de aquí los principios de la democracia camboyana”, y que ignora “qué tipo de democracia le va a un país u otro”.

A Sen, algunos observadores le barruntan tentaciones republicanas, mientras que otros comentan que no tendrá ningún inconveniente en convivir con el sucesor de Sihanuk, cuyo deceso se antoja próximo debido a su avanzada edad y su prolongada mala salud, siempre que se trate de una personalidad maleable y no se meta en política. A falta de un heredero designado y porque así lo establece la Constitución, la elección del nuevo monarca corresponderá al Consejo del Trono Real, y ésta es otra institución del Estado dominada por los partidarios del primer ministro, siendo él mismo uno de sus integrantes. Sen ha dicho explícitamente que quiere una monarquía a la europea, totalmente despolitizada y limitada a las funciones representativas, simbólicas y protocolarias. No es un deseo discutible, ya que la Carta Magna es rotunda cuando dice que el monarca "reina, pero no gobierna".

Con respecto a las cábalas sobre la sucesión, con Ranariddh, Chakrapong y Sirivudh prácticamente descalificados por su nítido perfil político y por sus escandalosas peripecias entre 1993 y 1998, a Sen se le han adjudicado preferencias por un hijo más joven de Sihanuk, nacido en 1953 y soltero, que es completamente ajeno a los ambientes partidistas y nunca se ha metido en política. Se trata del príncipe Norodom Sihamoni, un coreógrafo de ballet residente en París y que desde 1993 es el embajador de Camboya ante la UNESCO. Aunque el interesado ha dicho por activa y por pasiva que no desea ser rey, su candidatura viene cobrando fuerza desde 1997, cuando Sihanuk se refirió a