Helle Thorning-Schmidt

El 3 de octubre de 2011 Helle Thorning-Schmidt, líder de la Socialdemocracia (SD) de Dinamarca, se convirtió en la primera mujer jefe de Gobierno de su país en unas circunstancias harto paradójicas: en las elecciones del 15 de septiembre, su partido cosechó los peores resultados en más de un siglo y no fue la fuerza más votada. El regreso al poder de la SD tras una década en la oposición se funda en una ajustada coalición de centro-izquierda con los partidos Social Liberal (RV) y Popular Socialista (SF), cuya mayoría absoluta depende del respaldo parlamentario de la muy izquierdista Alianza Roja-Verde. Con la constitución del Gobierno Thorning se interrumpe la influencia determinante en la política danesa de la derecha nacional-populista, socio parlamentario de los últimos cuatro gobiernos liberal-conservadores, que endurecieron la política de inmigración y asilo. En este terreno, los cambios que trae Thorning se centran en la cancelación del polémico plan, diseñado por el Gabinete saliente de Lars Løkke Rasmussen, de restaurar los controles aduaneros, contrarios al espíritu de Schengen, y no tanto en la enmienda sustancial de una legislación fuertemente restrictiva.

La situación de la economía, transcurridos dos años desde la salida de la recesión, dicta las prioridades del nuevo Ejecutivo de Copenhague, que buscará consolidar el crecimiento y generar empleo mediante un programa expansionista de gasto público alejado de los modelos de austeridad a ultranza de otros miembros de la UE. Eso sí, sin renunciar, proclama, al objetivo de reducir el déficit, que rebasa el 3%. Dinamarca, pese a estar fuera de la moneda única, se ha adherido al Pacto del Euro, sometiéndose voluntariamente a la disciplina y la coordinación fiscales en plena tormenta de la deuda soberana de la Eurozona. Defensora de la preservación del avanzado estado del bienestar danés, Thorning ha cedido sin embargo a las exigencias de los social liberales de no relativizar la jubilación laboral a los 67 años ni de subir los impuestos a los ricos y a la banca privada, donde una decena de entidades insolventes ha tenido que ser rescatada por el Estado en el último trienio.

(Texto actualizado hasta octubre 2011)

1. Meteórico ascenso al liderazgo de los socialdemócratas daneses
2. El fiasco electoral de 2007
3. Las paradójicas elecciones de 2011 y primera ministra de un Gobierno de coalición


1. Meteórico ascenso al liderazgo de los socialdemócratas daneses

Hija de un matemático economista y de una programadora informática, y criada en un hogar conservador alterado por el divorcio de los padres en edad infantil, se tituló en Ciencias Políticas por la Universidad de Copenhague y en Estudios Europeos por el Colegio de Europa en Brujas. En su último año de estudiante en Bélgica, 1993, se afilió a la Socialdemocracia o Socialdemócratas (SD), el partido que justamente ese año regresó al Gobierno danés de la mano de su nuevo líder, Poul Nyrup Rasmussen. Fue también en Brujas donde conoció a su futuro marido, Stephen Kinnock, hijo del líder laborista británico Neil Kinnock. La pareja se casó en 1996 y tuvo dos hijas.

Una vez finalizados sus estudios universitarios, Helle se afincó en Bruselas, donde entre 1994 y 1997 llevó la secretaría de los diputados socialdemócratas daneses en el Parlamento Europeo. De vuelta a Copenhague, se puso a trabajar como asesora internacional de la Confederación de Sindicatos Daneses (LO), estrechamente vinculada a la SD. Sin embargo, su principal interés residía en la política representativa. En 1999 la SD, a instancias de Ritt Bjerregaard, veterana dirigente del partido y entonces comisaria europea de Medio Ambiente, la incluyó en su lista de candidatos a diputados del Parlamento Europeo. En las votaciones del 10 de junio salió elegida, siendo uno de los tres socialdemócratas que consiguieron el escaño.

En la eurocámara, Thorning se integró en el Grupo Socialista Europeo y en los cinco años siguientes fue miembro del Comité de Empleo y Asuntos Sociales, y del Comité de Asuntos Constitucionales. A esta etapa se remonta el mote de Gucci Helle, sacado a colación por todos los medios con motivo de las elecciones danesas de 2011. El molesto apodo se lo endilgó una colega de bancada y del partido, Freddy Blak, quien encontraba irritante su elegante vestuario surtido con ropas de diseño, algo que en su opinión era impropio de una militante socialdemócrata.

El 13 de julio de 2004 Thorning completó su legislatura europea, tras lo cual regresó a la política partidista de casa. Su salto en este ámbito fue súbito y espectacular. En las elecciones generales del 8 de febrero de 2005 la SD, en la oposición desde los comicios de 2001, cuando perdió la condición de primer partido del país –imbatida desde 1924- y fue desalojada del Gobierno por la coalición formada por los partidos Liberal (Venstre) y Popular Conservador (KF), vio acentuada su tendencia declinante con la pérdida de otros cinco escaños en el Folketing o Parlamento; entonces, se quedó con 47 diputados, uno de los cuales, en representación de Copenhague Este, era Thorning. El primer ministro y líder del Venstre, Anders Fogh Rasmussen, constituyó sin dificultades su segundo gobierno bipartito.

El desaguisado electoral precipitó la dimisión, nada más conocer los resultados, del líder de la SD desde 2002, Mogens Lykketoft, un sexagenario en ciernes con aire intelectual que había servido en los gabinetes de Poul Nyrup como ministro de Finanzas y de Exteriores, pero que carecía de gancho popular. La SD abrió un proceso electoral interno y al mismo se presentaron dos aspirantes al liderazgo: el gran favorito, Frank Jensen, peso pesado del partido, ex ministro de Justicia y miembro del ala izquierdista organizada en torno a Svend Auken, líder de los socialdemócratas entre 1987 y 1992 y en la actualidad diputado del Folketing; y Thorning, con escaso recorrido en el partido y desconocida por el público, pero que llamó inmediatamente la atención por su imagen física y, no menos importante, que recibió el respaldo entusiasta de los sectores conservadores de la formación.

Sin embargo, batir a Jensen dependía básicamente de ella, así que tendría que hacer un gran esfuerzo proselitista. La oportunidad de lucirse la halló en el congreso extraordinario celebrado en Odense el 12 de marzo con la misión de oficializar las candidaturas a líder. En este aforo, Thorning encandiló con un discurso vibrante en el que parafraseó al sueco Olof Palme acerca de "ser socialdemócrata con orgullo y alegría", buscó desmontar su imagen de chica bien rememorando "la profunda pobreza" que conoció en Ishøj, el barrio de inmigrantes del suburbano de Copenhague donde se crió, e hizo bandera del estado del bienestar danés, a su entender deteriorado por las políticas del Gobierno liberal-conservador.

A su rival, Jensen, le espetó con acidez que ya no se sostenía el discurso de la "lucha de clases" y que "se podía guardar las consignas marxistas". De todas maneras, los mayores dardos los dirigió al primer ministro y su partido, el cual "siempre ha sido y siempre será un partido de derechas, egoísta y liberal", afirmó, para rematar: "Voy a decirlo sin rodeos. Puedo vencer a Anders Fogh, aunque no puedo hacerlo sola. Pero juntos podemos hacer de los socialdemócratas una fuerte unidad". El jeg kan slå Anders Fogh, que sonaba demasiado audaz viniendo de una política comparativamente inexperta, copó los titulares de la prensa danesa al día siguiente. Como resultado, en la elección efectuada por los afiliados el 12 de abril de 2005 Thorning se impuso a Jensen con el 53% de los votos.

La llegada de la primera mujer al frente de la SD despertó un gran interés público. Los observadores describieron a Thorning, de 38 años, como una socialdemócrata más bien tibia que no representaba los valores tradicionales del partido, imbuidos de colectivismo y sindicalismo, y que apostaba por un giro al centro. En los meses siguientes a su elección, los sectores más izquierdistas de la SD no dejaron de aguijonearla.


2. El fiasco electoral de 2007

Thorning no fue capaz de materializar su alegato del congreso de 2005 en la primera ocasión que se le planteó, las elecciones al Folketing del 13 de noviembre de 2007, adelantadas por Rasmussen a rebufo de la crisis de las caricaturas de Mahoma y el buen curso de la economía. En la campaña, la líder opositora defendió un programa que se atuvo a las líneas habituales del partido: relajación de las fuertes restricciones en materia de asilo e inmigración impuestas por el Ejecutivo; oposición a la anunciada bajada de los impuestos; sostenimiento fiscal del estado del bienestar; freno al aumento de las desigualdades sociales; y compromiso en firme con las reducciones de emisiones contaminantes y las energías renovables.

El desenlace electoral insatisfactorio se antojó más probable para la SD luego de rechazar la estrella política del momento, el político musulmán de origen sirio-palestino Naser Khader, jefe del partido centrista Nueva Alianza (NA), su oferta de un ministerio en caso de sumar juntos una mayoría de gobierno con la adición de otras agrupaciones del centro-izquierda. Khader, afamado por su oposición a los islamistas que dos años atrás habían reaccionado airadamente contra la publicación por el Jyllands-Posten y otros diarios de las caricaturas de Mahoma, había fundado recientemente la NA con el objetivo básico de disputar la condición de muleta parlamentaria del Gobierno bipartito de Rasmussen, en realidad minoritario, al Partido Popular Danés (DF), formación de derecha xenófoba liderada por Pia Kjærsgaard; ideológicamente, Khader estaba más próximo a los liberales e incluso a los conservadores.

Al final, los socialdemócratas hubieron de digerir unos resultados que objetivamente eran desastrosos, pues se dejaron un tercio de punto de voto (del 25,8% al 25,5%) y dos escaños (de 47 a 45). Había que remontarse hasta 1906 para encontrar unos resultados tan pobres en los anales del partido fundado en 1871. Comparativamente, no lo parecían tanto, ya que la SD pisó los talones al igualmente achicado Venstre, que hubo de conformarse con el 26,2% de los sufragios y 46 escaños. Sin embargo, el oficialismo tripartito del Venstre, el KF y el DF se aseguró su tercera legislatura con mayoría absoluta. A los socialdemócratas les perjudicó mucho el sensacional rebote del Partido Popular Socialista (SF), que les succionó miles de votos por la izquierda. En cuanto a la NA de Khader, cosechó unos resultados paupérrimos.

Contrariamente a lo que habría cabido esperar, Thorning, reelegida en su escaño capitalino, no tuvo que hacer frente a una tormenta en el partido. El ala izquierdista no reclamó su cabeza y desde la cúpula a las bases cundió la convicción de que el fracaso no podía personalizarse, sino que tenía una responsabilidad colectiva. Además, en parte se achacó a la fragmentación parlamentaria, ya que obtuvieron representación una docena de partidos de Dinamarca, las Islas Faroe y Groenlandia. Los cinco mayores grupos (Venstre, SD, DF, SF y KF) se situaban en una horquilla limitada, desde los 46 escaños de los liberales a los 18 de los conservadores.

En la nueva legislatura, Thorning planteó una oposición flexible al Gobierno Rasmussen, mientras la economía nacional se sumergía en la recesión, la más severa desde la Segunda Guerra Mundial, y la banca privada era arrastrada a una grave crisis de iliquidez. La líder socialdemócrata manifestó su respaldo, con petición del voto afirmativo, al referéndum que el Gobierno pensaba convocar en su momento sobre el ingreso de Dinamarca en la Unión Monetaria Europea, mudanza que ya había sido rechazada por la consulta de 2000. Sin embargo, la declaración en 2010 de la gran crisis del euro sepultó en la mente de todos esa posibilidad.

Otro hipotético referéndum, el de la ratificación del Tratado de Lisboa, mereció la opinión negativa de Thorning desde meses antes de las elecciones generales, entrando en conflicto con algunos colegas del partido que sí creían pertinente esa consulta. Su escepticismo en este caso no era por rechazo al Tratado en sí, sino porque pensaba, en lo que coincidía con Rasmussen, que el texto no contenía nada que supusiera transferencia de soberanía a las instituciones europeas, en cuyo caso sí habría habido que preguntar a la población. El 24 de abril de 2008 el Tratado de Reforma fue ratificado por el Folketing con el voto de la SD.

Cuando en abril de 2009 Anders Fogh cedió la jefatura del Gobierno al hasta entonces ministro de Finanzas, Lars Løkke Rasmussen, para tomar el puesto de secretario general de la OTAN, los socialdemócratas de Thorning, confirmada como la personalidad política más popular del país, ya aventajaban claramente a los liberales en la intención de voto. Las perspectivas pintaban óptimas de cara a las elecciones de 2011, pero en mayo de 2010 la jefa opositora fue blanco de críticas por haber matriculado a sus dos hijas en escuelas privadas. Voces del Venstre acusaron a Thorning de hipocresía, al no predicar con el ejemplo mientras su partido seguía instando a los padres a inscribir a sus niños en centros educativos de la red pública.

En junio siguiente, no se habían apagado los ecos de esta polémica cuando Thorning se topó con una controversia con ribetes de escándalo de la que era protagonista su marido. Según el tabloide danés B. T., Kinnock, que trabajaba como director de área para el Foro Económico Mundial en Davos, aunque pagaba el impuesto sobre la renta en Suiza, podría ser sujeto fiscal también en Dinamarca dadas las muchas veces al año que viajaba al hogar familiar en Østerbro, distrito del norte de Copenhague, para pasar los fines de semana, las vacaciones y algún que otro día laborable con su esposa e hijas, información que los medios habían obtenido de la propia pareja; de acuerdo con la legislación danesa, por encima de los 183 días de residencia al año, un contribuyente se consideraba residente y por tanto tenía que pagar impuestos en el país.

Consciente del daño que las insinuaciones de evasión fiscal contra su esposo podían hacerle a la carrera de ella en un país muy exigente con sus dirigentes en cuestiones como la rectitud y la transparencia, Thorning salió a repudiarlas de inmediato, pero reconoció que se habían quedado cortos en el cálculo del número de días al año que él vivía en Dinamarca. El matrimonio solicitó una inspección de Hacienda, la cual concluyó que en las declaraciones tributarias del marido no había habido ninguna intención de evadir impuestos. La imagen personal de Thorning se resintió por estas polémicas, pero en el partido siguió prevaleciendo el espíritu de unidad y de puertas adentro su liderazgo no fue cuestionado. Además, al comenzar 2011, los sondeos afianzaron la posición dominante de la SD en el panorama preelectoral.


3. Las paradójicas elecciones de 2011 y primera ministra de un Gobierno de coalición

Las elecciones parlamentarias del 15 de septiembre de 2011, adelantadas en dos meses por Rasmussen, iban a celebrarse en un contexto económico más clemente que el de la mayoría de los socios de la UE, presas del estancamiento en la post-recesión, aunque la comparativa no funcionaba con los vecinos escandinavos. El PIB había avanzado un 1% en el segundo trimestre, tasa modesta que, con todo, podían envidiar los países grandes, y para el conjunto del año se esperaba un crecimiento sensiblemente superior. El paro andaba en el 7,1%, dos puntos y medio por debajo de la media comunitaria, y el desempleo de los jóvenes menores de 24 años ascendía al 14%. En Dinamarca, país acostumbrado al pleno empleo, estas tasas se consideraban elevadísimas. En cuanto a los precios, crecían a un moderado 2,4% interanual.

La situación financiera era mucho menos halagüeña, ya que el déficit público, engordado por los sucesivos planes de estímulo, podría alcanzar el 3,8% este año y la estimación del Gobierno era de un 4,6% para 2012. En otras palabras, Dinamarca ya rebasaba el tope de déficit fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE, el cual atañía al país nórdico pese a no compartir la moneda única. El compromiso de Copenhague con la disciplina fiscal reforzada y la coordinación intergubernamental en aras de la competitividad, el empleo y la estabilidad financiera quedó fijado en marzo, en mitad de la tempestad desatada por la crisis de la deuda soberana del euro, al aprobar el Folketing, con el voto de la SD, la adhesión de Dinamarca al Pacto por el Euro. El mismo había sido impuesto por Alemania a la eurozona como condición para ampliar la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF), puesta en marcha el año anterior para socorrer a los países en apuros contables, consecutivamente Grecia, Irlanda y Portugal. Ya que Dinamarca estaba fuera de la Unión Económica y Monetaria, no tenía que aportar dinero al FEEF, con el consiguiente alivio para su hacienda.

Aunque su déficit estaba creciendo, Dinamarca, resguardada en su moneda, la corona, no tenía problemas de deuda pública, al menos por el momento. Radicalmente distinta era la situación de la deuda privada de los daneses, que equivalía ya al 158% del PIB, un volumen enorme capaz de arruinar el crecimiento si los tipos de interés comenzaban a subir. El sistema bancario nacional se encontraba entre los más expuestos de la UE: desde la gran crisis financiera de 2008-2009, nueve bancos en situación de insolvencia habían tenido que ser rescatados por el Estado; el último, el Fjordbank Mors, fue intervenido a finales de junio de este año por el organismo estatal Finansiel Stabilitet.

En su programa electoral, los socialdemócratas y su optimista y jovial líder expusieron su determinación de asegurar la recuperación económica y la cobertura del estado del bienestar mediante fuertes inversiones en infraestructuras públicas, medida que sufragarían con una subida de impuestos a los bancos y a quienes ingresaran más de un millón de coronas al año, y con nuevas tasas medioambientales, sanitarias y de tráfico. Al entender del primer partido de la oposición, la generación de crecimiento y empleo no podía confiarse exclusivamente a la austeridad presupuestaria y el conservadurismo fiscal. El punto más original del programa socialdemócrata, que hizo alzar muchas cejas, era la propuesta de que todo trabajador danés alargara su jornada laboral 12 minutos con el fin de preservar las fórmulas de jubilación temprana luego de que el Gobierno aprobara el retraso de la edad legal de jubilación de los 65 a los 67 años para 2020. Según Thorning, este esfuerzo extra contribuiría además a tirar colectivamente del PIB.

La SD advocaba también un giro europeísta en el tema de la inmigración. Así, un gobierno suyo daría carpetazo al plan del Ejecutivo actual, arrancado por el DF desde el Parlamento y contestado desde Bruselas por chocar con el Acuerdo de Schengen, de establecer controles aduaneros en las fronteras con Alemania y Suecia. Según Rasmussen, el Gobierno danés no pretendía obstaculizar la libre circulación de personas, sino "evitar las actividades criminales". Asimismo, Thorning deseaba suavizar algunas de las medidas legales introducidas en la última década para restringir los flujos migratorios de entrada, aunque la revisión de la política de asilo no supondría en modo alguno regresar al esquema anterior a 2001, caracterizado por su generosidad.

Los resultados de los comicios dibujaron un panorama bastante nítido, aunque profundamente paradójico. Con el 24,8% de los votos y 44 escaños, los socialdemócratas batieron su propio récord de mediocridad electoral y no fueron capaces de arrebatar el primer puesto al Venstre, que incluso subió levemente, ganando medio punto de voto (el 26,7%) y un escaño (47). Sin embargo, la aritmética de la coaliciones entronizó a Thorning como la próxima (y primera) jefa de Gobierno de Dinamarca. Así, el bloque oficialista "azul" sólo sumó 86 diputados por culpa de la debacle del KF del viceprimer ministro Lars Barfoed, campeón de una enérgica bajada de los impuestos que Rasmussen consideraba inasumible, el cual perdió 10 de sus 18 escaños, y la erosión sufrida, con retroceso en tres actas, por el DF de Pia Kjærsgaard, al que al parecer le pasó factura la masacre cometida en Oslo por el ultraderechista noruego Anders Breivik. Aun juntando los nueve diputados de la Alianza Liberal (LA, sucesora de la NA), Rasmussen no alcanzaba la mayoría absoluta de 90 asientos.

Al contrario que la oficiosa "alianza roja", compuesta por la SD y tres formaciones más o menos próximas ideológicamente con las que Thorning podía entenderse: el partido Social Liberal (Radikale Venstre, RV) de Margrethe Vestager, el SF de Villy Søvndal y la muy izquierdista Alianza Roja-Verde (Enhedslisten). De las tres, crecían notablemente la primera y al tercera, y retrocedía en similar medida la segunda. Si se sumaban los tres escaños de tres pequeñas agrupaciones de los territorios autónomos de Groenlandia y Faroe, el centro-izquierda podría gobernar apoyado en una mayoría de 92 diputados.

La SD tenía experiencia en gobernar juntos con el RV (ocho gabinetes de coalición desde 1957, los cuatro últimos con Poul Nyrup Rasmussen entre 1993 y 2001), pero ninguna con el SF, el cual, de hecho, pese a su veteranía, nunca había tenido ministros. La entrada en el nuevo Gabinete de la Enhedslisten, en su mayor parte ex comunistas, no parecía factible, aunque sus dirigentes se mostraban dispuestos a apoyarlo desde el Folketing, cuya presidencia, por cierto, recayó en el anterior líder de la SD, Mogens Lykketoft. Socialdemócratas y social liberales compartían europeísmo y una visión de la inmigración musulmana más abierta que los liberales, aunque los segundos discrepaban del progresismo fiscal de los primeros. En la jornada siguiente, la reina Margarita II aceptó la dimisión de Lars Løkke, dando luz verde así a la formación del nuevo Gobierno presidido por Thorning, quien en la noche electoral, tras conocer los resultados, discurseó a la exultante militancia de la SD con un triunfalismo a todas luces injustificado: "Hoy es el día del cambio en Dinamarca. Esta noche hemos demostrado que los socialdemócratas somos la gran fuerza motriz del país. Hoy hemos escrito historia", aseguró.

Las negociaciones a tres para fijar el programa de gobierno y el reparto de carteras discurrieron con más presteza de lo previsto. Los socios acordaron invertir 10.000 millones de coronas (1.343 millones de euros) en obras públicas, básicamente en la red de transportes, así como en ayudas a ayuntamientos y particulares para la rehabilitación de vivienda y la recuperación de entornos naturales. El objetivo era crear al menos 135.000 puestos de trabajo de aquí a 2020, pero este esfuerzo de expansión económica tendría que acomodarse a la lucha contra el déficit, con las metas de un índice inferior al 3% en 2012 y nulo en 2020, cuando los presupuestos deberían estar perfectamente equilibrados.

El RV arrancó a la SD la no elevación de la presión fiscal a las grandes fortunas; es más, los social liberales consiguieron incluir en el plan de gobierno la mención de bajadas "significativas" del impuesto sobre la renta, aunque su concreción quedó diferida a un diálogo con la patronal y los sindicatos. Otra concesión importante de Thorning a Margrethe Vestager fue el mantenimiento sin excepciones del esquema gradual de jubilación a los 67 años. A mayor abundamiento, la propuesta de los 12 minutos extra en las jornadas laborales pasó a mejor vida. En el capítulo de Interior, se retiraría el sistema por puntos empleado para decidir las solicitudes de residencia de los inmigrantes, mientras que el plan de control aduanero quedaba cancelado desde ya. Esta decisión iba a permitir al país nórdico comenzar con buen pie su presidencia semestral de la UE el 1 de enero de 2012. Por otro lado, el país repatriaría en 2014 a las tropas destacadas en Afganistán.

El 3 de octubre Thorning presentó la lista de ministros a la reina, que emitió el nombramiento formal, último trámite antes de la entrada en funciones del Gobierno. De las 22 carteras, la SD se quedó con 10, entre ellas las de Finanzas, Defensa, Empleo e Integración y Asuntos Sociales. El RV recibió seis, incluida la de Economía e Interior, para Vestager, convertida en la número dos con el rango de viceprimera ministra, y el SF otras tantas, con Søvndal en Exteriores. La edad media del Gabinete era bastante baja, con varios ministros treintañeros y veinteañeros. La palma en juventud se la llevaba el popular socialista Thor Möger Pedersen, ministro de Impuestos a los 26 años.

(Cobertura informativa hasta 25/10/2011)